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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

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40 años del manifiesto de los 33 contra la violencia terrorista

27 Miércoles May 2020

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'Aun estamos a tiempo', Agustin Ibarrola, Amelia Baldeón, Antton Artamendi, Bernardo Estornés Lasa, Edorta Kortadi, Eduardo Chillida, Egin, El País, ETA, Eugenio Ibarzabal, Gabriel Celaya, Gregorio Monreal, Iñaki Barriola, Idoia Estornés, Ignacio Tellechea Idigoras, Jesús Altuna, José María Ibarrondo Aguirregaviria, José María Lacarra, José María Satrústegui, José Miguel Barandiarán, José Ramón Recalde, José Ramón Scheifler, Jose Antonio Ayestarán, Jose Ignacio Ustaran, Jose Manuel Román Moreno, Juan Churruca, Juan Manuel García Cordero, Juan Mari Lecuona, Juan San Martín, Julian Ajuriaguerra, Julio Caro Baroja, Kondo Mitxelena, La Gaceta del Norte, Liborio Arana Gómez, Manifiesto de los 33 contra el terrorismo de ETA, Manuel Lecuona, María Paz Armiño y Manuel Santacoloma Velasco, Martin Ugalde, Miguel Castelss Adriassens, Mikel Atxaga, Nestor Basterretxea, Pacífico Fika Zuloaga, Pío Montoya, Xabier Lete

Hoy se cumplen 40 años de un manifiesto contra la violencia terrorista que asolaba nuestra sociedad. En aquel 1980, ETA asesinó a 93 personas y el terrorismo ‘tardo franquista’ (BVE, GAE…) asesinó a otras 20 personas.

Merece la pena repasar las palabras de aquel grupo de personalidades de la cultura vasca de diversas ideologías, según reflejó la prensa de la época:

La Gaceta del Norte

El País, 28 de mayo de 1980

Egin, 27 de mayo de 1980

Retumban hoy tardíamente apelaciones a evitar “el juego de la ambigüedad, tan cómodo personalmente como funesto para la colectividad” y declaraciones como que “la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles” o cuando afirman que “nos hallamos ante verdaderos casos de patología social, a lo que hay que buscar remedio, no sólo por vía política o gubernamental, sino también en el dominio de la medicina y el de la sanidad pública”.

En fin, un valioso documento para cultivar la memoria democrática vasca. Un testimonio que desnuda las no pocas contextualizaciones autojustificadoras de aquella tragedia bárbara.

los vascos nos encontramos en la necesidad de denunciar una situación de la que no saldremos si no nos protegemos de nuestros “salvadores” y no logramos salvarnos de nuestros “protectores”. Aún estamos a tiempo

A continuación el texto íntegro.

 

AÚN ESTAMOS A TIEMPO
(Manifiesto de los 33 contra el terrorismo de ETA, 27/05/1980)

Los abajo firmantes, que no poseen otra cualificación que la de su inquietud por la suerte de este pueblo vasco del que se consideran miembros, se sienten obligados a levantar su voz ante propios y extraños, llenos de alarma ante los peligros que de forma cada vez más amenazadora se ciernen sobre la suerte colectiva de nuestro país. No creemos, sin embargo, que estas líneas encierren ninguna novedad— pues somos conscientes de que no expresamos sino algo que, por ser más claro que la luz, constituye en la actualidad motivo de angustia para la inmensa mayoría de nuestro pueblo.

el juego de la ambigüedad, tan cómodo personalmente como funesto para la colectividad

Para no entrar una vez más en el juego de la ambigüedad, tan cómodo personalmente como funesto para la colectividad, empezaremos por decir que el objeto primero de nuestra inquietud es la violencia de todo género que ha echado raíces entre nosotros, como la más penosa consecuencia de una guerra civil que destruyó las instituciones legítimas y se prolongó en 40 años de dictadura; raíces que siguen extendiéndose sin medida y amenazan toda vida que no sea la suya de parásito que se alimenta de la ruina de los demás. Sabemos muy bien -porque no hemos dejado de padecerla- que ha habido y hay una violencia dirigida desde fuera contra la comunidad vasca, así como una incomprensión que raya en ocasiones en la demencia.

Atentado contra el bar Aldana en Alonsotegi el 20 de enero de 1980. Cuatro personas asesinadas: Liborio Arana Gómez, Pacífico Fika Zuloaga, María Paz Armiño y Manuel Santacoloma Velasco

Pero no tenemos el menor reparo en afirmar que la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles.

la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles

Al mismo tiempo, no podemos olvidar que, muy al contrario de la consideración que parece merecer a sus promotores, esta violencia, relanzada al amparo de las facilidades que ofrece un frágil Estado de derecho, no tendría otra consecuencia final que la de servir de elemento provocador de enemigos que volverían gustosos a aplastarnos durante decenios.

Observamos con asombro que hechos que preocuparon a criminalistas, sociólogos y penalistas de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, se dan ahora en nuestro país, en 1980, de modo tan semejante como bárbaro: asociaciones más o menos secretas, muertes crueles y brutal encarnizamiento en atentados contra personas, todo ello protegido por la ley del silencio y la complacencia. Exacciones, amenazas utilizando símbolos primitivos y castigos corporales, como el innoble tiro a la pierna, procedimiento del que no se sabe qué destacar más: el hecho físico o la insufrible pedantería que lo reivindica. Lo que para algunos puede parecer novedoso, resulta no ser más que un vulgar anacronismo.

Asesinato de Jose Manuel Román Moreno el 27 de enero de 1980

No debemos, pues, engañarnos. Con el final de nuestro siglo hemos visto esfumarse muchas de las ilusiones que, hace 100 años, podrían tener un sentido teórico. No podemos creer hoy en “los amaneceres que cantan”, ya que es preciso decir, bien alto y claro, que cualquier paso regresivo en el actual camino hacia la libertad y la democracia generaría una indiscriminada represión contra nuestro pueblo. Y, por lo que sabemos en la actualidad acerca de modernas técnicas de represión, esta situación no sería el comienzo de una hipotética espiral “acción-represión”, sino el inicio de un nuevo y largo proceso político que pondría en serio peligro de extinción la cultura, lengua e identidad vascas.

 

Pero hay algo más. No se trata únicamente de meditar sobre las consecuencias de una posible involución política, sino que nuestra angustia nace principalmente del convencimiento de que nuestra única salida radica en la participación, creciente y consciente, de los más amplios sectores de la sociedad vasca; participación a la que el voluntarismo, el atentado individual y el mesianismo impuesto por salvadores profesionales, constituye un freno tal vez insalvable y definitivo.

nos hallamos ante verdaderos casos de patología social, a lo que hay que buscar remedio, no sólo por vía política o gubernamental, sino también en el dominio de la medicina y el de la sanidad pública

Hemos de expresar sin ambages a los que están en el poder, así como a los representantes de los partidos políticos, de que nos hallamos ante verdaderos casos de patología social, a los que hay que buscar remedio, no sólo por vía política o gubernamental, sino también en el dominio de la medicina y el de la sanidad pública. Hay gentes que de continuo están demostrando insensibilidad moral y perversión, unidas a necedad, características todas ellas que nos hacen sospechar puedan haberse convertido en víctimas de ciertas plagas psico-sociales. De todo ello se deduce que deben realizarse campañas eficaces, no sólo contra drogas de mayor o menor efecto, sino una mayor contra el alcoholismo, que produce individuos violentos y desequilibrados, anula el espíritu crítico y favorece la adopción de automatismos gregarios e irracionales. Asimismo, creemos oportuno efectuar una firme campaña contra la ola de insensateces, multiplicada merced a la incidencia de los modernos medios de comunicación, que se oyen de boca en boca y donde menos podría sospecharse. No sólo en calles y plazuelas, sino incluso en Ayuntamientos y Parlamentos.

Asesinato de Yolanda González el 1 de febrero de 1980

Parece como si el derecho a expresar libremente una opinión estuviera supeditado a que ésta sea lo más amorfa y bestial posible, y no se piensa jamás en la posibilidad de una réplica libre, legítima e inteligente. Se alaba y celebra como gracia la zafiedad de ciertos slogans macabros, así como la insultante verborrea desplegada con ocasión de actos colectivos. La réplica no surge como debiera, ya sea por abulia o debilidad, cuando no, y esto es lo más grave, por miedo.

Es hora pues de proclamar que, pese a los peligros y a la posibilidad de ser vilipendiados de forma sistemática, debemos estar dispuestos a defendernos de la ruina y el aniquilamiento a los que nos van llevando, de modo rápido, gentes que dicen amar al País como nadie, pero que sin duda confunden el amor con la muerte.

Es hora pues de proclamar que, pese a los peligros y a la posibilidad de ser vilipendiados de forma sistemática, debemos estar dispuestos a defendernos de la ruina y el aniquilamiento a los que nos van llevando, de modo rápido, gentes que dicen amar al País como nadie, pero que sin duda confunden el amor con la muerte.

José Ignacio Ustaran asesinado el 29 de septiembre de 1980

Porque seamos claros. El tiempo ha corrido igual para todos, y no vemos que los partidarios de la violencia como alternativa “eficaz” contra la pretendida esterilidad de las vías pacíficas hayan conseguido hasta el día de hoy otro logro que no sea el incremento de la represión policial y parapolicial.

El rechazo de la violencia no debe limitarse por tanto a invocaciones platónicas. Significa, en la práctica, negarse a afirmar o asumir cualquier texto o acto en el que se justifique o se haga apología de hechos en los que la utilización de la violencia física sea preferida a cualquier otro método, racional y pacífico, de búsqueda de soluciones a los problemas. En este sentido, nos rebelamos a aceptar que los procesos históricos necesiten, forzosamente, ser acelerados o enderezados por métodos cruentos. En consecuencia, es preciso decir que la amnistía es una medida bella y deseable, pero que amnistía significa ante todo reciprocidad; es decir, poner final definitivo a la escalada de muertes. De lo contrario, hablar de amnistía no sería sino algo más que una broma macabra.

El rechazo de la violencia no debe limitarse por tanto a invocaciones platónicas. Significa, en la práctica, negarse a afirmar o asumir cualquier texto o acto en el que se justifique o se haga apología de hechos en los que la utilización de la violencia física sea preferida a cualquier otro método, racional y pacífico

Por último, es necesario indicar que nuestro pueblo, en cuatro ocasiones y libremente, ha optado por las vías pacíficas para la solución de sus problemas. Aquellos que pretendan imponer sus propias y violentas maneras no se oponen, muy a pesar de sus afirmaciones, a ninguna violencia institucional, sino lisa y llanamente a lo que no son sino los deseos de su propio pueblo. Nadie tiene derecho a erigirse, al igual que los antiguos sindicatos verticales y el extinguido Movimiento, en representantes de un pueblo que ya tiene sus organizaciones políticas y sindicales, a las que sostiene con su afiliación, militancia y votos.

Juan Manuel García Cordero asesinado el 23 de octubre de 1980

Aunque resulte paradójico, no podemos menos de afirmar que, a la hora de encaminarnos por las sendas de la libertad y la democracia, los vascos nos encontramos en la necesidad de denunciar una situación de la que no saldremos si no nos protegemos de nuestros “salvadores” y no logramos salvarnos de nuestros “protectores”. Aún estamos a tiempo.

Firmantes:
José Miguel Barandiarán, Koldo Mitxelena, Julio Caro Baroja, Eduardo Chillida, José Antonio Ayestarán, Idoia Estornés, Pío Montoya, Juan Churruca, Juan San Martín, Xabier Lete, Edorta Kortadi, Eugenio Ibarzábal, José Ramón Scheifler, Gregorio Monreal, Julián Ajuriaguerra, José Ramón Recalde, Jesús Altuna, Ignacio Tellechea Idígoras, Gabriel Celaya, Agustín Ibarrola, Juan Mari Lecuona, Amelia Baldeón, Mikel Atxaga, Manuel Lecuona, José María Satrústegui, Martín Ugalde, Néstor Basterretxea, Iñaki Barriola, Antton Artamendi, Miguel Castells Adriassens, José María Ibarrondo Aguirregaviria, José María Lacarra, Bernardo Estornés Lasa

XX aniversario del asesinato del periodista Jose Luis López de Lacalle

07 Jueves May 2020

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asesinato, confinamiento, Eduardo García Elosua, El País, Equo, ETA, Francisco Franco, franquismo, Jordi Évole, José Luis López de Lacalle, Melitón Manzanas, Memoria, Pablo Ordaz, pandemia, torturas

Hoy, 7 de mayo, se cumplen 20 años desde que ETA asesinó a al periodista José Luis López de Lacalle.

 

Veinte años han pasado de aquel aciago día en el que ETA no solo terminó con la vida de un ser humano, sino que también pretendió taparnos la boca a la mayoría de la sociedad vasca.

 

En tiempos de confinamiento por  pandemia, no ha sido posible recordarle en el parque Andoain como se venía haciendo desde el primer aniversario. Por eso, hoy,  queremos compartir algunos elementos de memoria que nos acerquen a Jose Luis. Uno de ellos es este vídeo en el que su compañero Eduardo García Elosua en un acto organizado en Bilbao. En él explica la trayectoria de López de Lacalle, primero en la lucha antifranquista y luego frente a ETA.

 

 

Lopez de Lacalle pasó cinco años en las cárceles franquistas, tras ser torturado por Melitón Manzanas. Primero Franco, después ETA. Dos totalitarismos contra la libertad. En 2003, el periodista Pablo Ordaz escribía en El País el artículo ‘Torturado por Franco, asesinado por ETA’ (El País, 2 de febrero de 2003).

 

 

Tras su asesinato se mostró la cobertura política con la que contaban las amenazas terroristas de ETA. 

 

 

Jose Luis, mientras te recordemos, seguirás entre nosotrxs.

 

 

“Iraultzaren zain”

02 Domingo Feb 2020

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Berria, derechos de los presos, El País, ETA, Europa Press, malos tratos, niños de la mochila, Noticias de Gipuzkoa, presoen eskubideak, presoen familiak, presos, torturak, torturas, txatu txarrak, víctimas de ETA, Yoyes

[más abajo está en castellano]

Duela 25 urte inguru lagun baten bidez izan nuen bion ezagun baten atxiloketaren berri, ezker abertzalekoa zen eta galdeketan tratu txar gogorrak jasan ondoren geltoki baten utzi zuten etxerako bidean, non zegoen ez zekiela. Bizipen horrek sekulako trauma utzi zion eta ondorio latzak sufritzen ari zela esan zidan nire lagunak. 2008, acto Gesto por la Paz25 urte igaro diren arren ez dut elkarrizketa hura ahaztu eta harrezkero ezagun horren berri izan ez dudan arren, ez dakit justiziarik egin zaion, baina gutxienez bizipen mingarri hori gaindituta izatea desio diot.

tortura eta tratu txarrak debekatuta daude

Aske utzi zuten eta kargurik gabe: ez zuten epaitu, baina sekulakoak eta bi egin zizkioten. Nork agindu zuen galdeketa torturapean egitea? Nork jipoitu zuen? Jarri zituzten epaile baten aurrean? Epaitu zituzten ankerkeria harengatik? Tratu txarren salaketen ondoren neurriak hartu ziren torturari aurrea hartzeko edo berdin jarraitu zuen guztiak? Eta kontrako kasuan ere, epaileak ikusi izan balu mutil honek delitu bat egin izanaren zantzuak zeudela eta presoaldi prebentiboan sartu izan balu ere, ez zuen inondik inora horrelako tratua merezi: Zuzenbide Estatuan pertsona babestu egin behar da beti; delitua egin badu epaitu egin beharko da eta dagokion zigorra jarriko zaio, baina tortura eta tratu txarrak debekatuta daude.

2008, acto Gesto por la Paz

Garai hartan beste adiskide batek aitortu zidan zuzeneko senide bat izan zuela espetxean, ETAri laguntza emateagatik epaitu ondoren, 10 urteko zigorra jarri zioten eta itzalpean pasatu zituen gaztaroko urterik ederrenak. Gazte-gazterik harrapatu zuten, bai ETAk eta baita Guardia Zibilak ere, ia zertan zebilen ez zekiela, egiten zuenaren ondorioak neurtu barik: ETAri laguntza emateak zer suposatzen zuen hausnartu gabe eta talde terrorista baten laguntzaile izateagatik jarriko zioten zigorra hain gogorra izango zela jakin barik. Bere etxekoak ez ziren ETAren aldekoak eta badirudi nolabaiteko eragina izan zutela mutilarengan, eta aurrerantzean ETArekin loturarik ez izatea erabaki zuen arren erakunde terroristaren diziplina onartu eta zigorra oso-osorik bete zuen, espetxe-onurarik eskatu gabe. Espetxetik ateratzerakoan ere ezker abertzaleak eskaini zion omenaldiaren tramitea bete zuen; horrela justiziarekin eta ETArekin konplitu ondoren libre geratu zen, Yoyesen itzala luzea baitzen eta askotan espetxean egotea baino gogorragoa zelako norbere herrira bueltatu eta paretetan “traidore” hitza irakurtzea, ingurukoek berriro epaitu zaituztelako eta kasurik onenean bizitza osorako bizkarra ematea erabaki dutelako.

Yoyesen itzala luzea baitzen eta askotan espetxean egotea baino gogorragoa zelako norbere herrira bueltatu eta paretetan “traidore” hitza irakurtzea,

Urteak pasa dira, mende erdia baino gehiago, ETA desagertu da baina kalean aldarrikapen berdintsuak entzuten dira oraindik ere. Ez dauka meritu makala bere burua “ezker abertzaletzat” duen gizarteko multzo horrek egin duenak, bere diskurtsoak olioa balitz bezala koipetu du gizarte hau eta hor dirau: euren aburuz ETAko preso eta atxilotuen eskubideen urraketa herri honetako eskubide-urraketa larriena izan da eta da, bakarra, eta bitartean kartzelara preso sartzen ziren horiek egindako sarraskiak isilpean mantentzen zituzten. ETAren biktimak ez ziren existitzen, ez ziren aitatu ere egiten, eta aipatzen zirenean beren izen ona zikintzeko izaten zen: batzuetan euren aurkako erasoa burutu baino lehen, gizartea nolabait prestatzeko, eta beste batzuetan atentatua egin ondoren, ankerkeria hura justifikatzeko.

El País. Manifestación 2020

Beti presoen eskubideak aho-mihian, gizartea etengabe interpelatuz, beraien aldarrikapen guztiak saku berdinean saldu nahian: guztia erosten ez bazenuen eta sartu nahi zizuten sastarra ez zenuela onartzen adieraztera ausartzen zinenean etsaitzat hartzen zintuzten, zeren eta giza eskubideen alde egongo gara beti eta ETAko kideenak ere defendatu ditugu, noski, -nahiz eta eurak ETAko kideenak soilik defendatu- baina euren intolerantzia eta indarkeriaren zilegitasuna erosteari uko egin genion eta merkatutik atera arte ez dugu etsiko.

 

zein gutxitan aipatzen den ETAren gaiztotasuna bere kideekiko eta bere espetxe politika bihozgabea

Bitartean ezker abertzalearen atzamar salatzaileak beti seinalatu ditu estatua eta bere botereak, eta guk ere adi egon beharko dugu Zuzenbide Estatuaren eta giza eskubideen defentsan. Hala ere zein gutxitan aipatzen den ETAren gaiztotasuna bere kideekiko eta bere espetxe politika bihozgabea; bere ibilbide zoroan berak Familiares de presos. Europa Presseragindako biktimen bizitza sakrifikatzeaz gain ehundaka gazte bereganatu zituen indarkeria gauzatzeko, beraien bizitza eta beraien senitartekoena hondatuz, eta kartzelan sartzen zituztenean ETAk berak jartzen zizkien baldintzarik gogorrenak, euren borondatea eta beharrizanak ukatuz ETAko presoen multzoaren mesedetan, multzo hori bere kontrolpean izateko eta bere nahierara erabiltzeko.

Noiz errebelatuko da gizarte hau ideologia maltzur honen aurka?

Noiz errebelatuko da gizarte hau ideologia maltzur honen aurka? Eta ez naiz abertzaletasunaz, sozialismoaz edo independentziaz ari. Totalitarismoaz ari naiz, indarkeriaren kulturak utzitako oinordekotzaz, giza eskubide zehatz batzuk defendatzerakoan hauekin guztiz lotuta dauden beste batzuk isildu edo ukatzeaz ari naiz, oraindik orain talde eta kolektibo batzuk adierazten dituztenak kuestionatzeko dagoen beldurraz, isiltasunaz edo indiferentziaz. Noiz ausartuko gara nahikoa dela esatera? Gorde ditzatela eurentzat beraien gezurrak eta egia erdiak ere bai.

Noiz ausartuko gara nahikoa dela esatera? Gorde ditzatela eurentzat beraien gezurrak eta egia erdiak ere bai.

Bukatzeko, gure ume-denboran eta gaztaroan gertatzen zen bezala eskema eta ikusmolde partzial eta zital hau hedatu nahian jarraitzen dute batzuk inolako erreparurik gabe, batez ere gazteen artean, eta haurren artean ere eskema berdintsua ezarri nahian ari dira neurri baten. Argi daukat umeak errugabeak direla eta babestu egin behar direla, eta gai hauetan aditua ez naizen arren “motxiladun umeen” kanpaina bezalako ekimenekin ez dakit zein neurritan laguntzen zaien haur hoiei; batzuetan inpresioa daukat lagundu baino gehiago erabili egiten direla, helduekin egiten duten bezala. Dena den haur horiei kantuak eta maitasuna adieraztea ez dut gaizki ikusten, inondik inora; guztia beharko dute aurrera egiteko; aldiz, pena ikaragarria ematen didana zera da, urte guzti hauetan ez dela egon pailazo euskaldun bakar bat ETAk hildako ume bati kantu bat eskaini dionik, edo umezurtz utzi zituen hainbeste eta hainbeste umeri maitasuna adierazi dienik, edo ETAren mehatxupean, askatasunik gabe bizi izan ziren umeen eskubideak aldarrikatu dituenik, edo zauri larriekin, bai fisikoak bai bihotzekoak, ebakuntza, protesi eta psikologo artean bizitzera behartu zituzten ume horietaz gogoratu denik. Iraultzaren zain geratzen naiz, gutariko bakoitzak egin beharreko hausnarketa eta aldaketaren zain, eta bitartean Euskal Herriko pailazoek ETAk hil eta zauritutako umeak ere maite dituztela amestuko dut.

pena ikaragarria ematen didana zera da, urte guzti hauetan ez dela egon pailazo euskaldun bakar bat ETAk hildako ume bati kantu bat eskaini dionik, edo umezurtz utzi zituen hainbeste eta hainbeste umeri maitasuna adierazi dienik, edo ETAren mehatxupean, askatasunik gabe bizi izan ziren umeen eskubideak aldarrikatu dituenik, edo zauri larriekin, bai fisikoak bai bihotzekoak, ebakuntza, protesi eta psikologo artean bizitzera behartu zituzten ume horietaz gogoratu denik

 

Maite Leanizbarrutia Biritxinaga, ‘Gogoan, por una memoria digna’kidea

 


 

¿PARA CUANDO LA REVOLUCIÓN?

Hace unos 25 años un amigo me contó que detuvieron a un conocido que militaba en la izquierda abertzale, y tras un interrogatorio en el que le sometieron a malos tratos le dejaron libre en una estación, aterrado, sin saber ni siquiera dónde se encontraba. Esa experiencia le causó un trauma muy grande y me explicó que las secuelas que le quedaron fueron terribles. Han pasado 25 años y no me he olvidado de aquella conversación, y aunque no he vuelto a saber nada de aquel chico, no sé si se le hizo justicia, pero al menos espero que haya podido superar aquella amarga experiencia.

la tortura y los malos tratos están prohibidos y son inhumanos

Le dejaron libre y sin cargos: no le juzgaron pero le hicieron las de Caín. ¿Quién ordenó que el interrogatorio se hiciera bajo tortura? ¿Quién le maltrató? ¿Les juzgaron por haber cometido aquella crueldad? ¿Se tomaron medidas para prevenir la tortura o todo continuó igual? Le dejaron libre y sin cargos pero aunque hubiera habido indicios de que hubiera cometido un delito, en ningún caso se merecía semejante maltrato: en un Estado de Derecho hay que proteger a la persona, si ha delinquido se le juzgará y se le impondrá la pena correspondiente, pero la tortura y los malos tratos están prohibidos y son inhumanos.

En aquella misma época, otro amigo me confesó que tenía un familiar muy cercano que había estado en la cárcel. Le acusaron de colaborar con ETA, le impusieron una pena de 10 años y estuvo preso los mejores años de su vida. Tanto ETA como la Guardia Civil le pillaron cuando era muy joven, apenas sabía lo que hacía y no midió las consecuencias: no era consciente de lo que suponía colaborar con una banda terrorista y tal vez no se paró a pensar que podían detenerle y, desde luego, no se imaginaba que le caería semejante condena. Su familia no era afín a ETA y de alguna manera pudieron influir en el chaval, y aunque éste decidió que al salir de la cárcel no tendría ningún vínculo con la banda armada, aceptó su disciplina y cumplió íntegramente la condena sin solicitar beneficios penitenciarios. Incluso pasó por el trámite del homenaje que le “brindó” la izquierda abertzale. Después de cumplir con la justicia y con ETA quedó libre; y es que la sombra de Yoyes era muy alargada y en muchas ocasiones más duro que estar en la cárcel era salir y encontrar en tu propio pueblo pintadas en las que te calificaban de “traidor”, ya que en el mejor de los casos te volvían a juzgar y se te imponía la pena de hacerte el vacío el resto de la vida.

la sombra de Yoyes era muy alargada y en muchas ocasiones más duro que estar en la cárcel era salir y encontrar en tu propio pueblo pintadas en las que te calificaban de “traidor”

Han pasado muchos años, más de medio siglo, ETA ha desaparecido pero en la calle se siguen escuchando las mismas reivindicaciones. No tiene poco mérito la autodenominada “izquierda abertzale”, ya que su discurso ha impregnado nuestra sociedad cual mancha de aceite y ahí permanece: en su opinión es la conculcación de los derechos de l@s pres@s de ETA el principal ataque a los derechos humanos que se ha hecho y se sigue haciendo en Euskal Herria, prácticamente el único, y nunca se habla de los crímenes que cometieron dich@s pres@s, ni de las víctimas que generaron. Cuando se hablaba de las víctimas de ETA era para difamarlas; antes de los atentados, para ensuciar su nombre y preparar en cierta forma a una parte de la sociedad, o para justificar su asesinato después de haberles quitado la vida. Y es que la reivindicación de los derechos de l@s pres@s ha sido algo omnipresente, la sociedad ha estado continuamente interpelada, y la izquierda abertzale ha pretendido vender todas sus reivindicaciones en el mismo saco: y si no comprabas todo el lote y te atrevías a expresar que no estabas dispuesta a comprar los desperdicios que te querían meter, te convertías en su enemiga. Y claro que estamos a favor de los derechos humanos de todas las personas –no como ell@s, que solamente defienden los derechos de los “suyos”- pero nos negamos a comprar toda su intolerancia y su legitimación de la violencia y no cejaremos en el empeño de sacarlas del mercado.

en su opinión es la conculcación de los derechos de los presos de ETA el principal ataque a los derechos humanos que se ha hecho y se sigue haciendo en Euskal Herria, prácticamente el único, y nunca se habla de los crímenes que cometieron dichos presos, ni de las víctimas que generaron.

Mientras tanto el dedo acusador de la izquierda abertzale sigue señalando a los poderes del Estado, y es cierto que no hay que bajar la guardia en la defensa del Estado de Derecho y en el respeto a los derechos humanos, pero qué poco se ha hablado de la perversión de ETA hacia sus miembros y de su cruel política penitenciaria; porque en su brutal cabalgada no solamente ha sacrificado las vidas de sus víctimas, sino que ha captado a cientos de jóvenes para ejercer la violencia, sacrificando también sus vidas y las de sus familias, y cuando entraban en la cárcel les imponía sus condiciones, ignorando su voluntad y sus necesidades en favor del colectivo de pres@s de ETA, para controlarlo y manejarlo a su antojo.

¿Cuándo se revelará esta sociedad frente a esta ideología perversa?

¿Cuándo se revelará esta sociedad frente a esta ideología perversa? Y no hablo del nacionalismo, del socialismo o de la independencia. Me refiero al totalitarismo, a la herencia de la cultura de la violencia, al hecho de reivindicar una serie de derechos humanos negando y ocultando otros que están íntimamente ligados entre sí, al miedo a cuestionar a determinadas personas y colectivos, al silencio, a la indiferencia. ¿Cuándo nos atreveremos a decirles que ya vale, que se guarden sus mentiras y también sus medias verdades?

me provoca muchísima pena que en todos estos años no haya habido un solo payaso euskaldun que le haya dedicado una canción a un niño o a una niña asesinada por ETA, o se haya acordado de todos los que quedaron huérfanos, o se haya solidarizado con aquéllos que perdieron su libertad junto con sus padres y sus madres porque vivían bajo la amenaza de ETA, y qué decir de aquéllos que crecieron entre psicólogos, operaciones y prótesis, debido a las graves heridas físicas y psicológicas que les ocasionó ETA

Para terminar quiero denunciar que, tal y como hacían cuando éramos niñ@s y jóvenes, siguen queriendo imponer su esquema y su visión perversa en la sociedad, sin ningún reparo, incidiendo principalmente en l@s jóvenes y trasladando en cierta medida ese mismo esquema al ámbito de los niños. Tengo claro que l@s niñ@s son absolutamente inocentes y hay que protegerles y ayudarles en lo que necesiten, pero aunque no soy experta en estos temas no sé si con campañas como las de “l@s niñ@s de la mochila” realmente se les ayuda o se les utiliza, como hacen con l@s adult@s. Aún así no veo mal que se les tenga en consideración, se les dedique canciones o se les muestre afecto, todo les hará falta para salir adelante. Lo que me provoca muchísima pena es que en todos estos años no haya habido un solo payaso euskaldun que le haya dedicado una canción a un niño o a una niña asesinada por ETA, o se haya acordado de tod@s los que quedaron huérfanos, o se haya solidarizado con aquéll@s que perdieron su libertad junto con sus padres y sus madres porque vivían bajo la amenaza de ETA, y qué decir de aquéllos que crecieron entre psicólogos, operaciones y prótesis, debido a las graves heridas físicas y psicológicas que les ocasionó ETA. Quedo a la espera de la revolución que tiene pendiente en esta sociedad cada uno y cada una de nosotros, y mientras tanto soñaré que los payasos y las payasas de Euskal Herria también se acuerdan de esos niños y niñas a l@s que tanto daño causó ETA.


 

Este artículo de Maite Leanizbarrutia, miembro de ‘Gogoan, por una memoria digna’, ha sido publicado en Noticias de Gipuzkoa y Berria

Apostar por la Paz

08 Lunes Abr 2019

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Agradezco sinceramente esta oportunidad de compartir mis reflexiones sobre un tema tan importante. También reconozco la responsabilidad que supone: resulta particularmente difícil en esta ocasión valerse del instrumento de comunicación y cognición que es el lenguaje.

 

Pasado

Quisiera evitar proclamas generales y enunciados abstractos. Para ello entrelazaré mis reflexiones con algunas vivencias que me han ayudado en la percepción del asunto que nos ocupa, historias personales que me han funcionado como epifanías. Por una parte, es de lo que puedo hablar con más fundamento y honestidad. Por otra, más importante, creo que mi historia, mutatis mutandis, es la de una gran parte de esta sociedad.

Por lo tanto, pongo el foco de mi exposición en toda esa gente que no ha “estado de acuerdo” con ETA, que le ha “parecido mal” lo que hacía, pero no lo ha manifestado de ninguna manera (durante años o aún nunca). Supongo que son muchas las personas que no han llegado a planteárselo así a sí mismas, son seguramente la mayoría, porque, el día en el que te lo narras, mirarse en el espejo resulta difícilmente soportable.

Me interesa pues particularmente ese no-discurso, el relativo mutismo, la pasividad ejercida en un grado u otro por muchísimos ciudadanos y ciudadanas de nuestra sociedad. Creo que es esencial abordarlo para avanzar en el tema que hoy nos ocupa.

Las causas del silencio han sido múltiples y de distinto carácter: la presión del ambiente general en ciudades, pueblos y barrios; la presión del círculo más cercano (familiar, de cuadrilla o de lugar de trabajo); la pasividad ante esas presiones por miedo, cuando menos, por el miedo a significarse y por la comodidad de no destacar. Sería conveniente, para una mejor descripción y posterior análisis de lo ocurrido, hacer una lista detallada de los factores que han funcionado en cada caso, en cada entorno. La consecuencia más extrema de ceder ante la presión del ambiente ha sido que, al menos en la práctica, mucha gente ha llegado a no percibir el terrorismo como problema en sus vidas.

 


Socialmente se ha construido todo un andamiaje que ha sujetado el edificio colectivo de relaciones a base de canciones, de temáticas en los concursos de bertsolaris, de decoración de nuestros bares, las huchas para los presos en barras y mostradores, algunos movimientos y de actividades en defensa del euskera, etc. Ha sido como una argamasa o unos hilos que han tejido una red envolvente: aunque no todo el mundo estaba con ETA, lo parecía: lo contrario se callaba, no se manifestaba. De modo análogo, a partir de lo que ahora no se menciona, pudiera parecer que ya todo el mundo está en contra de la violencia…


Ayuda a mantener la confusión el hecho de que vivimos en general muy bien, en una sociedad con un alto índice de opulencia y de manera que se puede llevar una vida normal sin significarse… Basta con mantenerse pasiva, con no decir, porque se ha asumido que eso significa aceptación, una aceptación más o menos plena, pero en definitiva aceptación. Mientras no se mencionaba, no se criticaba. Escribí una columna en Egunkaria en la que planteaba si ocurría en euskera con la palabra ETA como con el color verde, que no existía en el vocabulario vasco patrimonial (por eso se inventó orlegia y se ha tomado en préstamo berdea), porque nunca se mencionaba…

Aún hoy el silencio es denso, cuando con ocasión de la evaluación de una sala para una actividad, una dice que la última vez que estuvo allí fue en homenaje a una víctima de ETA.

Falta verbalizar esos silencios, integrarlos en la narración. Escasea, está ausente ese discurso, la reflexión individual de cada cual y, a partir de ahí, el de toda la gente que ha actuado así. Cuando el silencio se menciona, mayormente aparece conjugado en segunda persona: es la interpelación que directa o indirectamente nos dirigen las víctimas de ETA. Vienen a jugar el papel de nuestra conciencia, a hacer que se nos planteen interrogantes como “¿qué callábamos?, ¿de qué no nos enterábamos?”.

Quienes callábamos ante ETA no nos dábamos cuenta totalmente y más allá del enunciado literal de las palabras, de que las personas que entraban en ETA, por extrema y arriesgada que fuera su opción, no tenían ningún derecho a decidir quién debía morir (cosa que, por otra parte, decidirían los mandos).

Tampoco percibimos en su auténtica y terrible medida que los muertos, los heridos, los extorsionados eran seres humanos, tan seres humanos como nosotras, como nosotros. Por ejemplo, nunca nos preocupábamos de cómo se lo contarían a sus hijos y luego a sus nietos. Nuestra literatura pocas veces, si alguna, reflejaba qué ocurría en la casa de la víctima de ETA.

Importa la responsabilidad específica, no la general abstracta, sino la de cada cual, la de cada ambiente, cada cuadrilla, cada sociedad: por eso no quiero diluir la nuestra, la de la gente como yo, entre otras injusticias. No niego esas otras injusticias, que no hay que ignorar, pero tampoco mezclar: hablar de todo a la vez es no hablar de nada con la suficiente profundidad.

Yo soy responsable de mis silencios, no de lo que hayan hecho otras personas. Muchas, muchos en este pueblo debemos a las víctimas de ETA el haberlas ninguneado, lo cual no ocurría con las víctimas de los excesos del Estado, de los cuerpos policiales, etc. Eso estaba muy presente en nuestro mundo. Y no hubo simetría: las víctimas de ETA se escondían, para no sufrir una segunda victimización y al mismo tiempo asumiéndola: la hija de Fernando Buesa, que disimulaba ante las fotos de su padre en los bares de la parte vieja de Vitoria; Cristina Cuesta, a quien sus amigos decían que se hiciera a la idea de que su padre había muerto en un accidente.

Estoy cansada de oír que las víctimas de ETA están manipuladas. Eso es de un paternalismo y de una superioridad inaceptable. Insultante. Las víctimas de ETA no son bobas y son tan libres como cualquiera de hacer sus opciones político-ideológicas. Además y por otro lado, basta escuchar el testimonio de Urrosolo Sistiaga para confirmar cómo han sido manipulados los miembros de ETA y, a través de ellos, todos nosotros.

Yo misma no era plenamente consciente de la profundidad del mal, a pesar de los pesares y de toda una serie de privilegios de los que he gozado en mi vida y de los que hablaré unas líneas más abajo. Creía que sí, pero seguía jugando a la equidistancia desde mi mayor cercanía con el mundo de ETA, con sus defensores.

No teníamos una conciencia suficientemente nítida de que, en nombre de una determinada visión territorial, lingüística, social, histórica, etc., se estaba asesinando, extorsionando, amenazando a nuestros conciudadanos, a nuestros vecinos y colegas. Tomemos como ejemplo una imagen muy concreta: aunque el hecho en sí no nos pareciera bien, íbamos de potes, mientras en la calle de al lado o dos paralelas más arriba se levantaba el cadáver de alguien asesinado por nuestros derechos (¿los nuestros… o los de quién?). “Han matado a uno en Rentería”, “Han puesto una bomba en tal sitio”, “Desde luego, no hay derecho”, podíamos comentar mientras cambiábamos de bar. Es necesario resucitar aquella conciencia que no tuvimos entonces, hacerlo ahora a través de una mínima autocrítica.

Se ha llegado a decir que lo hacían por amor, por amor a la patria ¿Cómo se puede matar a alguien por amor? Se mata por odio. Que el amor a lo propio se mida en función del odio a lo extraño es algo perverso, que pudo tener su función defensiva en las cavernas, pero que el ser humano contemporáneo debe rechazar.

 

Mis grandes privilegios

Entre mis muchas deudas con quienes me han abierto los ojos está el ser hija de mis padres, por cómo eran mis padres. Recuerdo el catolicismo un tanto “anticlerical” de mi padre a quien sacaban de quicio todos aquellos ex-curas, ex-seminaristas metidos a salva-patrias. Admiro ahora aquella inteligencia de mi madre, su lucidez y coherencia cuando iba (diferenciándose de su entorno) a las primeras concentraciones organizadas por Cristina Cuesta. Recuerdo también cómo se disgustaba cuando algunos conocidos se referían a los miembros de ETA llamándolos gure mutilak (‘nuestros chicos’); mientras, ella iba a cursos sobre Theilhard de Chardin y Garaudy, leía a Hélder Camara sobre la espiral de la violencia. Pero no importa aquí tanto el fondo, los contenidos de sus ideas, sino aquella actitud de no seguir de modo gregario la tendencia mayoritaria en su entorno, la crítica, el cuestionamiento desde una perspectiva moral en un contexto nacionalista (PNV primero, EA a partir del cisma y hasta que ellos dos murieron en 1997): pertenezco a una de las pocas familias de nuestro entorno que no celebró la muerte de Carrero Blanco; en casa no se cantaba aquella canción durante la cual que se lanzaba el jersey hacia arriba como representación del vuelo del coche de Carrero, gracias a la calidad moral de mis padres (no se celebra el asesinato de nadie, aunque sea el enemigo, decía ama).

Me resulta inevitable mencionar, de manera mucho más breve que la que merecería, la suerte de haber conocido a Alfredo Tamayo, sacerdote jesuita, mi profesor de filosofía durante la carrera, activo luchador, sus homilías y escritos comprometidos, las primeras Semanas pro-amnistía… Tamayo fue uno de los fundadores de las Gestoras pro-amnistía, pero se alejó luego, sin esconder por qué, como siguió siempre predicando desde su más explícita coherencia ética.

Y, por último, quiero hablar de Gesto por la Paz, que ha sido tal vez la suerte más grande de todas. Sinceramente me parece que es lo que más me ha aportado, ya que de alguna manera me ha redimido rescatando los posos anteriores. Me ha dado el discurso en el que integrarlos, un discurso en el que yo he encajado más completamente: creo que soy más persona desde que tuve la gran suerte de que Gesto apareciera en mi camino, de verlo, de percibirlo.

Llegué tarde, cuando ya no se atacaban sus concentraciones, cuando no se les agredía. Por cierto, eso, lo de las agresiones a las concentraciones de Gesto por la Paz, es uno de los contenidos obligatorios de la narración de nuestra trágica historia cercana. También ante ello guardó un vergonzoso silencio una grandísima parte de la sociedad vasca.

25 de septiembre de 2000

Creo que Gesto por la Paz de EH ha hecho en el terreno ideológico una enorme aportación a nuestra inteligencia (de intelligere: entender): la separación conceptual entre el conflicto y la violencia, como dos categorías no necesariamente unidas. Comprenderlo es un paso imprescindible para que el debate avance, para ordenar el barullo sentimental en el que hemos estado inmersos: es el pensamiento que desatasca la autojustificación de una violencia que se retrotrae a la Guerra Civil cuando no a tiempos anteriores, es la premisa que corta el círculo vicioso de causas y consecuencias en las que se enroca la ceguera ante el horror de que aquí se ha matado a quien no comulgaba con las ideas de ETA (espiral que, a su vez, imposibilita la percepción y valoración justa de todas las demás injusticias derivadas de –no causadas por– esa primera locura).

En Gesto encontré una muy útil combinación de bondad y de inteligencia, de utilizar los sentimientos para lo que son y la mente para lo que es. Creo que en este pueblo hemos padecido una gran confusión en ese sentido y que el nacionalismo ha hecho fortuna con ello, pero que eso ha tenido muy malas consecuencias en la calidad moral de nuestra comunidad. Es necesario absolutamente superar, sin negarlo, el plano puramente emotivo y hacer explícitas las ideas que han sostenido las distintas opciones que entre nosotros han existido, para encontrar las que permitan encarrilar los sentimientos a un lugar mejor.

De todas maneras, aclaro que, desde algunos sectores, se suele responsabilizar demasiado ligera y erróneamente al nacionalismo de lo que ha hecho ETA, a todo el nacionalismo y a la ideología en sí. Es algo con lo que no estoy de acuerdo. Pero, dicho eso y si vamos a los hechos concretos, entre mis vivencias personales hay dos que serían pertinentes en este punto.

Un primer recuerdo se sitúa en el contexto del cierre del diario en euskera Egunkaria. Cuando, en un receso de la reunión extraordinaria del Consejo Asesor del Euskera del Gobierno Vasco, pregunté cómo se entendía que nos hubieran convocado a participar como tal Consejo en la manifestación contra el cierre del periódico pero no a protestar por el asesinato de Pagazaurtundua ocurrido unos pocos días antes, otro miembro del Consejo me sugirió que recordara la parábola del hijo pródigo: que quien había matado a Pagazaurtundua era nuestro, quien había cerrado el periódico, no.

La segunda anécdota es del día en el que recibí una medalla que dediqué en público a la memoria de las víctimas de ETA. Una persona que me felicitó con simpatía añadió, sobre la dedicatoria, que seguramente tenía razón pero que “¡cómo se me había ocurrido decirlo delante de ellos!”… ellos, los no nacionalistas.

El nacionalismo (desde los militantes convencidos, pasando por votantes y simpatizantes, hasta el más amplio ambiente general de nuestras plazas, de nuestro espacio común) ha contribuido a erigir un imaginario, una representación de esta sociedad en la que el foso entre nosotros y ellos es más profundo que el que pudiera (debiera, desde una perspectiva moral) haber entre quienes matan y quienes no matan, entre quienes han decidido que matar por la ideología está bien y quienes piensan que matar es inaceptable.

El problema que reflejan mis dos anécdotas es la incapacidad de afrontar el problema en términos puramente morales, la imposibilidad de superar la división entre los nuestros y los otros. Obedece a una manera de cimentar el aprecio a lo propio, a lo que se considera propio, sobre la falta de la más mínima benevolencia hacia lo otro y, en los casos más extremos pero no escasos, sobre  el desprecio y el odio, que se plasma de manera muy evidente en el rechazo de todo lo etiquetado como español, incluida la lengua.

Yo misma, no me puse públicamente, físicamente, con “los otros” hasta que ETA mató a Fernando Buesa y Jorge Díez en febrero de 2000 en nuestro campus.

Por historia familiar y social, niña de las primeras ikastolas clandestinas, estudiante de Letras que empezó la carrera el año en que murió Franco, por ambiente de juventud, etc., soy de este lado del foso, del del pedigrí vasco…

Ahora me doy cuenta de que durante muchos años, incluso alejada ideológica que no sentimentalmente, de mi abertzalismo de infancia y juventud, aunque he sido siempre rotundamente contraria a la violencia y nunca separatista…, a pesar de los pesares yo no veía a las víctimas de ETA como personas. Era radicalmente distinto de lo que me ocurría con los presos de ETA a quienes iba a examinar como miembro de los tribunales del título EGA, a visitar como profesora de la Facultad (durante años, hasta que me quitaron el permiso desde Instituciones Penitenciarias). Era amable con ellos; me he preguntado muchas veces si, dadas las circunstancias, habría ido igualmente a facilitar el aprendizaje, la realización de exámenes, la consecución de títulos, si aquellos hombres hubieran estado presos por delitos sexuales, por haber violado a una mujer, por haber forzado a un niño. Quiero pensar que sí, que realmente por razones humanitarias, que era lo que yo decía que me movía, les habría sonreído como les sonreí, me habrían dado pena, como me daban pena aquellos chicos de ETA en Herrera de la Mancha. Los tenía cerca. En cambio las víctimas de ETA eran para mí una abstracción, como una categoría uniforme, no los percibía como seres humanos individuales. Incluso cuando me indignaba una compañera de manifestación un 8 de marzo, que pensaba que había quien se “daba pote” por llevar escolta, las víctimas estaban lejos. Antes que de Gesto por la Paz, fui miembro de Elkarri y de Lokarri: me creía equidistante, pero estaba más cerca de ETA que de sus víctimas.

Gesto por la Paz

El mundo conceptual legado por Gesto del que he hablado antes permite que cada una busque su lugar y llene el espacio que aún le queda en el hueco que le corresponde en el puzzle que hemos de configurar colectivamente: tu narración, dónde estabas y dónde no, en qué manifestación y en cuál no, en qué contra-manifestación… Nuestra historia ha sido terrible, no es fácil el ejercicio de memoria sincera, pero es lo único bueno que podemos hacer ya. Cada una, cada uno de nosotros, es la primera beneficiaria. Siempre se habla de lo que dejamos a nuestros hijos, pero el rescate ha de empezar por una misma.

Creo que hay mucha gente que no es consciente de lo que no ha hecho, porque aquí la gran mayoría no ha hecho ni dicho nada y con ello ha contribuido a mantener el estado de cosas tal y como estaba: con ciudadanos asesinados, extorsionados, amenazados (he tenido colegas en la Facultad que han tenido que marcharse de Vitoria), mientras los demás seguíamos tan tranquilos divirtiéndonos, trabajando y descansando, dando nuestras clases, desarrollando nuestro currículum.

 

De ahora en adelante

Actualmente soy miembro de la asociación Gogoan-por una memoria digna. No hablo aquí como representante de la asociación, pero destacaré algunos principios de la misma que considero cuestiones fundamentales para un futuro en paz:

  • La inseparabilidad esencial entre el reconocimiento de la víctima (el acercamiento real a la misma) y el reconocimiento de la injusticia cometida, cosa en sí misma diferente del arrepentimiento individual de cada victimario.
  • La reconciliación no consiste simplemente en superar el conflicto construyendo puentes entre las distintas víctimas, mientras cada cual avanza en sus reivindicaciones políticas. Lo primero está bien, pero hay que dotarlo de contenido: ver qué pasó, cómo ETA fue un movimiento totalitario que no admitía disidencia. Hay que decirlo así y esto no es exigir que se pida perdón, ni humillar a nadie, ni revanchismo (a mí -y, en general, a quien callaba- no me hicieron nada).
  • Concreta y específicamente hay que decir que aquí se optó por utilizar la violencia con fines políticos y que hubo una organización que se dedicó a matar a quienes no pensaban como ellos habían decidido que había que pensar sobre nuestra historia: que pusieron sus ideas por encima de la vida humana, y que eso nos aterró y nos inmovilizó.
  • Concreta y específicamente es imprescindible verbalizarlo en los contextos de las ideas que defendían ETA y quienes la apoyaban: en el mundo de la defensa del euskera, entre quienes quieren la independencia, etc., para desvincular esas ideas esencialmente, onto­lógi­ca­men­te, en su ser, de la violencia. Hace falta decir que aquello no estuvo bien, que se cometió una gran injusticia y que la violencia no era necesaria para defender las ideas. Hay que dejar de diluirlo en un pasado nebuloso que de manera borrosa superaríamos dándonos la mano: hay que romper la épica romántica, hay que quitar todo manto (auto)protector, todo eufemismo, todo atenuante de que también los otros…, de que todos sufrimos, de que fueron años duros. Se trata en definitiva de separar el conflicto, el choque de ideas, del uso voluntario de la violencia: separar lo sentimental de lo racional, sin negar ninguno de los dos planos, para que el primero, el de las emociones, no vuelva a confundirnos. Lo difícil que nos resulta imaginar que esa separación se pueda generalizar es un síntoma de la gravedad de nuestro momento presente, de nuestra situación actual. Pero, si cada cual no afronta su propia historia, si no se mira en el espejo, no aclaramos nada; si mientras se habla de “superar” el conflicto, se justifica lo que ETA ha hecho como consecuencia necesaria de la situación política, no hay avance auténtico, no hay regeneración, no hay sanación.
  • Concreta y específicamente tenemos que denunciar los homenajes públicos a los miembros de ETA, por la educación de nuestros jóvenes y por la recuperación de nuestra propia dignidad. Hay que extirpar de esta sociedad toda complacencia con la violencia.

Para terminar, soy consciente de que este ha sido un discurso parcial, planteado fundamentalmente desde la perspectiva de la crítica a ETA. Lo he hecho voluntariamente. Como decía al principio, me interesa el análisis específico del comportamiento de quienes hemos sostenido una actitud, dicho a grandes rasgos, pasiva particularmente ante la violencia de ETA. Me he centrado en ese tipo de ciudadana o ciudadano, tanto por mi propia experiencia como porque creo que nos permite explorar factores muy importantes de la larga pervivencia de “nuestro” terrorismo. No niego otros aspectos, otros problemas, ni otros sufrimientos, pero creo que el estudio de la ciudadanía callada, de las causas y consecuencias de su pasividad merece un capítulo importante en el relato.

Analizar requiere la investigación pormenorizada sobre cada uno de los distintos componentes de un todo. La complejidad no se puede examinar en serio hablando siempre de todo. Así no se analiza, así se repite una y otra vez, en bucle, como un eco.

Considero secundaria la batalla política. Lo que reivindico aquí es la búsqueda individual de los ingredientes de ese caldo que ha impregnado esta sociedad, los componentes del ensueño que nos ha tenido adormecidos. Si no empezamos a mirarnos sin contemplaciones, corremos el riesgo de seguir así, de no completarnos como personas, de no despertar, de no liberarnos de la carga del aturdimiento, además de no reconocer, aunque sea tarde, a quienes más han sufrido.

 


Intervención de Lourdes Oñederra en el acto organizado por el Secretariado Social Diocesano en Vitoria-Gasteiz el día 12 de marzo: Paz y reconciliación/Bake eta adiskidetzea.  Apostar por la paz

“Herenegun”

18 Domingo Nov 2018

Posted by gogoanmemoria in Memoria

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Aportaciones de Gogoan, por una memoria digna al programa educativo Herenegun elaborado por el Gobierno Vasco

 

Presentamos las aportaciones que ha realizado Gogoan, por una memoria digna al programa educativo Herenegun en la confianza de que sirvan para mejorar dicho programa.

Antes de presentar las reflexiones, queremos comentar un aspecto que nos parece importante: no cuestionamos los hechos expuestos -ocurrieron, sí-; sin embargo, a nadie se le escapa que su ubicación en el relato, la intensidad de unos frente a otros, las deliberadas ausencias, los tiempos, etc. son determinantes para crear un relato con una mirada determinada o justo con la contraria. Por este motivo, consideramos que es necesario pulir gran parte de ese tratamiento añadido.

Comentarios sobre el programa educativo Herenegun

Nuestros comentarios se van a centrar fundamentalmente en el material audiovisual. Consideramos que precisan cambios sustanciales:

  • El papel de la Iglesia ha sido mucho más importante que el que transmiten los videos. Si bien es verdad que mucha gente de iglesia ha trabajado duramente por la paz en Euskadi, se debe reflejar que ha habido bastantes curas profundamente implicados en la actividad de ETA y muchos que se han identificado de forma pública (cartas, artículos de opinión, sermones, manifestaciones, etc.) con la izquierda abertzale que han apoyado el terrorismo. Su peso ha ido disminuyendo de forma pareja a la secularización de la sociedad, más que por un abandono consciente de posturas identificadas con quienes estaban causando un grave daño a la sociedad.

  • El papel de la universidad, desde un doble punto de vista: en los 60 y 70, la universidad fue un hervidero de ideas y movilizaciones, al tiempo que grandes sectores pedían la creación de una universidad pública (hubo que esperar hasta 1968); más tarde muchos universitarios alzaron con fuerza su voz contra las actividades de ETA, a la par que otros apoyaron el terrorismo.

 

Comentarios más concretos sobre diferentes cuestiones planteadas en los capítulos del audiovisual

 

  • Hay un enfoque erróneo de lo que fue el Acuerdo de Ajuria Enea, ya que no se le da la importancia y carga institucional que tuvo y lo que supuso de marginación a ETA y Batasuna. No se explica bien. Además, se firmó en enero de 1988; esto es, en la década anterior.

Transcurridos casi once años desde las primeras elecciones democráticas, el terrorismo es un fenómeno que persiste entre nosotros. Su erradicación sigue siendo hoy, por tanto, un objetivo común fundamental de la acción de todas las instituciones y fuerzas democráticas.

El combate contra el terrorismo es, por encima de todo, el combate de la razón frente a la sinrazón, de la vida frente a la muerte, de la libertad frente a la imposición. Es, en consecuencia, el esfuerzo por hacer prevalecer los principios éticos en que se asienta la convivencia en una sociedad civilizada ante quienes lo niegan.

Pacto de Ajuria Enea, 1998. El Mundo

  • Elkarri no fue una organización por un acuerdo por la paz, sino “por el diálogo y el acuerdo“; esto es, trabajaba en la búsqueda de un acuerdo político que pudiera satisfacer los deseos de ETA y así obtener la paz. Se supedita la política a las reivindicaciones de la violencia y se ofrece en el envoltorio democrático del referéndum o consulta.
Elkarri, 1994
Elkarri, 1995. Paul Rios
Elkarri, 1995
Elkarri 2012. Gorka Espiau
Elkarri 2012

Por otro lado, esta organización aparece con un protagonismo excesivo. No se dice cuál fue su origen: un movimiento ecologista (Coordinadora Lurraldea) que quería influir el trazado de la Autovía de Leitzaran, cercano a HB y dirigido por un concejal de esa formación que nunca condenó ningún ataque de ETA, aunque hubiera asesinados en su mismo municipio, Tolosa. Ni siquiera cuando ETA intervino directamente en la autovía. [José Edmundo Casañ fue asesinado por ETA el 4 de marzo de 1991]

La firma del acuerdo con el presidente de la Diputación Foral de Gipuzkoa, que atentaba de forma directa contra las reglas del juego democrático (pues fue el resultado de una imposición desde fuera de las instituciones elegidas) se presentó como un éxito y un ensayo general. En efecto, lo fue… para HB y quienes dirigían la Coordinadora.

Manifestación en defensa de las instituciones democráticas sobre la autovía de Leizarán.

Ese origen es muy importante para entender el papel que la organización jugó en años posteriores. Nada de esto aparece en los documentos.

  • Manifestación Gesto por la Paz, 1993

    Se presenta a Elkarri como otro movimiento para la paz, cosa que no es cierta, similar en cierto modo a Gesto por la Paz, y la importancia de esta organización queda absolutamente diluida en el único video en el que aparece -1’18”-, cuando Gesto por la Paz, a diferencia de Elkarri, fue un movimiento desprovisto de connotaciones políticas, y que aglutinó a todos quienes estuviesen en contra de acciones terroristas. Todo esto debería de quedar muy claro si queremos ofrecer a los jóvenes una información ajustada a la realidad.

  • Firmantes Acuerdo de Lizarra. 1998

    Hay un salto abrupto entre la detención de la cúpula de HB y el Acuerdo de Lizarra, que se describe como un acuerdo de paz: “Los participantes de Lizarra Garazi querían abrir un proceso de Paz en Euskadi”. Que se sepa, se trataba de un acuerdo político, con un objetivo político: obrando de esa manera se confiaba en que ETA dejaría de “tener sentido”. De hecho, la clave de bóveda del acuerdo de Lizarra es la vinculación entre violencia y política. De esto no se dice nada.

Acuerdo firmado el 12 de septiembre de 1998 en la localidad de Lizarra, ratificado posteriormente en Donibane Garazi, por fuerzas políticas sindicales y sociales que reconocían Euskal Herria como marco de decisión, para delinear un proceso de solución política al conflicto vasco-español-francés.

Por Iñaki Egaña

  • Manifestación Julio Iglesias Zamora, 11 de septiembre de 1993

    Se echa de menos, y mucho, un tratamiento específico de los secuestros. En los 90 hubo cuatro secuestros muy largos y con una contestación ciudadana como nunca antes se había conocido, con manifestaciones multitudinarias, artículos en prensa, concentraciones, implicación coordinada de la élite social y de ciudadanía anónima, tomas de posición… El secuestro de Ortega Lara merece 16 segundos, frente a 1’50” la primera manifestación de Elkarri. En estas campañas contra los secuestros, el papel desempañado por Gesto por la Paz fue fundamental ya que lideró todo el movimiento ciudadano. Pero todo eso se olvida: como ya habían sacado a esos pacifistas en el capítulo anterior, en este no había que hacerlo.

    Concentraciones José María Aldaya, 1995

Por cierto, el secuestro de Aldaya que aparece sin que la actitud agresiva de los contramanifestantes merezca comentario alguno, sucedió en la década de los 90.

 

  • Aparece la socialización del sufrimiento, pero sin la fuerza necesaria. Unas imágenes de archivo no penetran en lo que aquello significó para amplios sectores de la sociedad. Aquella estrategia fue un ataque directo a la gente (o a propiedades públicas que usaba la ciudadanía). Eso no se puede transmitir solo con la imagen de un autobús ardiendo. Afectó a miles de personas, muchas de ellas corrieron grave peligro. Había zonas a las que daba miedo ir; verdaderos territorios prohibidos por peligrosos para muchas personas. En ellos, durante años, unos pocos -la izquierda abertzale-, decidían lo que se podía o no se podía hacer. Nada de eso aparece.

Campaña contra el lazo azul

La izquierda abertzale actuó siempre como un entorno opositor, al margen de que su partido, Herri Batasuna, gobernara en determinados lugares. Y esta izquierda abertzale apoyó el ataque sistemático contra el que pensase diferente, se enfrentó con manifestantes pacifistas impidiendo concentraciones o agrediendo directamente a los manifestantes… Nada, no aparece nada de todo esto.

 

  • La actividad de ETA queda reflejada en frías estadísticas: tantos muertos aquel año, tantos heridos, fotos de periódicos…, como si fuesen accidentes de tráfico. Necesaria, pero fría, incapaz de transmitir lo que muchas víctimas vivieron. No se habla con un mínimo de garra de los enormes sufrimientos de las víctimas: los funerales en soledad, casi en la clandestinidad; persecución de familias que han perdido un miembro (negando el saludo, haciendo manifestaciones en la puerta, pintadas…); ataques hasta en las tumbas o en los monolitos de recuerdo a la víctima; familias de guardias civiles que vuelven al pueblo en absoluta soledad… Por otra parte, los chivatos no existen; tampoco las bienvenidas como héroes a los que salen de la cárcel… No hay sentimiento alguno. Tampoco hay estadística capaz de reflejar eso.
Monolito Fernando Mugica
Monolito Juan Marí Jauregi
Lápida Gregorio Ordoñez

  • Tornillo arrojado contra pacifistas, 1995

    Tampoco aparece el papel que durante años han jugado la Ertzaintza y los jueces, salvo que sea para detener a manifestantes de la izquierda abertzale, o cuando son atacados en fiestas. Pero nada se dice sobre su papel separando manifestaciones: una autorizada y la otra convocada con el objetivo de impedir que los primeros se manifestasen. Esto ocurrió durante algún tiempo: las directrices que recibía la Ertzaintza parecían no distinguir entre “buenos” y “malos” y, mientras, los jueces miraron hacia otro lado. Nada de esto aparece.

 

  • Aparecen varias víctimas en los videos. Casi todas ellas han dado pasos para acercarse de algún modo a los asesinos, protagonizando los llamados encuentros restaurativos o participando en encuentros con víctimas causadas por otros terrorismos, acudiendo a centros educativos, etc. Se trata de una actitud ejemplar en el camino hacia la paz que reconocemos, admiramos y consideramos que tiene que ser referente, pero debe decirse que estamos hablando de una minoría absoluta, de una excepción. Hay miles de otras víctimas que no han tomado ese camino y a las que tampoco podemos pedir que lo hagan. El respeto debe ser absoluto. Pero su elección les ha llevado a una vida más solitaria, más oscura, más apartada, seguramente mucho más traumática. Estas víctimas no existen, no aparecen para nada en los documentales. Pero ahí están. Y son muchos miles.
1976 funeral atentado ETA
1980 funeral atentado BVE
1991 funeral atentado ETA

  • Aparece el movimiento de los insumisos en contra del servicio militar (nada menos 2’30”). Fue importante, y está bien que se cite en un material de este tipo. Pero se le concede una importancia excesiva. Además, ¿qué tenía que ver aquello con el tema central, más allá de que muchas personas fueran insumisas y de la izquierda abertzale al mismo tiempo y pintaban “la mili con los milis”?

 

  • Se ensalza el papel de los enviados internacionales, como si el cerco al que la policía y jueces habían sometido al entorno etarra no hubiera existido o como si el mundo de la política y gran parte de la sociedad no les hubiera democráticamente acorralado. Esto no se refleja ni se explica, y fue, en nuestra opinión, la clave de la renuncia a seguir pegando tiros: estaban moral y materialmente exhaustos, muertos. En realidad, el montaje de Aiete se organizó, con ETA ya casi desaparecida, para que ese mundo no se sintiese “ofendido”, pero la realidad es que habrían seguido con su actitud si no les hubieran detenido tres cúpulas en un solo año. De hecho, la tregua de la T-4 se vino abajo porque esta gente seguía convencida del acuerdo político para dejar las armas.

Mediadores internacionales. Aiete, 2011

En resumen, es fundamental para quien no lo ha vivido de cerca que se refleje que ETA abandonó las armas por cuasi-rendición. Habría que usar esa palabra, rendición, porque es la que con más fidelidad refleja lo ocurrido, pero si aún no nos atrevemos a decirlo, el documental, al menos, debería reflejar con claridad que ETA entregó las armas; no dijo nada ni solicitó nada a cambio (porque tampoco tenía fuerza alguna para hacerlo); dio publicidad a unas excusas muy light, pero excusas en definitiva, y echó la persiana sin nada en su haber, salvo todo el sufrimiento causado. Esto hay que contarlo. Porque en el documental se da a entender que con la escenificación de Aiete, los facilitadores convencieron a los etarras de que eso de matar ya no se llevaba y estos, bonachones y campechanos, decidieron hacerles caso. Las cosas no fueron así.

 

  • La sociedad vasca tiene una deuda con todas las personas que lucharon democráticamente contra el entramado etarra y se la jugaron deteniendo comandos y poniéndoles contra las cuerdas.

 

En general, visto el material, se constata lo siguiente:

Faltan testimonios de personas del colectivo más acribillado por ETA: familiares de guardias civiles, policías y militares asesinados por ETA. Son el colectivo más numeroso de muertos (506 personas) y no se ve a nadie decir nada. La balanza siempre es injusta, pero en este caso es brutalmente desequilibrada. Eso sí, una persona que se traslada en bus a ver a su familiar etarra preso muy lejos habla de su sufrimiento. ¿Por qué no se ha entrevistado al guardia civil Antonio Moreno, padre del niño Fabio, y sí a cuatro mujeres de trabajadores de Euskalduna -2’43”-?

Creemos que los documentos no reflejan ni de cerca que el dolor generado en esta tierra ha sido tremendamente cruel e injusto para con las víctimas de ETA, del GAL y de los grupos organizados por la extrema derecha; igualmente, para las víctimas de actuaciones policiales indebidas, desproporcionadas e injustas. Y todo ese dolor (el de los asesinatos) no es comparable con el de una novia que tiene que hacer cada mes 2.000 kilómetros para ver a su novio etarra. No es lo mismo. Y es muy importante no frivolizar sobre lo que son violaciones de derechos humanos, porque es distinto quedarte sin micrófono a quedarte sin padre. Lo primero tiene remedio y lo segundo, no. Y esto no se refleja de ninguna manera en los materiales didácticos.

Toda actuación policial que aparece en los documentales se reduce a mera brutalidad policial.

Nos parece un material excesivo en duración: hay que ser más claro, directo y objetivo: datos (Historia) y testimonios (Memoria), pero con la graduación e intensidad del tamaño de las violencias vividas, de los dolores sufridos y de las aportaciones para la paz realizadas.

Queda muy corta la parte dedicada a la respuesta social y pacífica a la violencia, que fue muy meritoria creando sensibilidad y conciencia pacifista. Además, los miembros de esos grupos aguantaron desplantes, humillaciones y ataques de la izquierda abertzale en numerosas concentraciones ¿De eso, es decir, de la intransigencia y de la imposición por la fuerza no hay que hablarles a los jóvenes?

Sugerencias

Para terminar, aportamos algunas sugerencias que se nos ocurren como mejor manera de abordar este material y sería siguiendo estas claves:

  1. Deslegitimación total de la violencia
  2. No ha existido ninguna justificación para esa violencia
  3. El único logro de la violencia ha sido el daño irreparable generado a sus víctimas

Por esta razón,  el enfoque se debería centrar en:

  • Mostrar la realidad de todas las víctimas.
  • No realizar interpretaciones de la historia

 

___________________________________

Nota final: Se señala la duración de algunas escenas. Solo a título orientativo. Unos segundos de una imagen hablan a veces con más claridad que unos minutos de explicaciones. Pero los que hemos señalado revelan también algo sobre la filosofía en la que estos documentales se asientan.

15 de noviembre de 2018


 

Estas han sido las aportaciones realizadas por Gogoan, por una memoria digna al programa educativo Herenegun. No queremos finalizar esta aportación, sin incluir uno de los artículos más sensatos que, según nuestro parecer, se han publicado sobre este tema:

“Paisaje moral” de Joseba Eceolaza publicado el 17 de noviembre en Noticias de Navarra.

 

 

Antonio Cedillo Toscano

15 Sábado Sep 2018

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Antonio Cedillo, asesinato, Ayuntamiento de Rentería, Bildu, convivencia, El País, ETA, izquierda abertzale, José Miguel Cedillo, Julen Mendoza, Julián Carmona Fernández, paz, Rentería, terrorismo, víctimas de ETA

Antonio era policía nacional nacido en Olivares, Sevilla, y destinado al País Vasco en los terribles “años de plomo”. El 14 de septiembre de 1982 él y sus compañeros sufrieron una emboscada de un comando de ETA. Algunos de ellos, fueron asesinados en el acto. Antonio quedó malherido y consiguió andar unos metros en dirección a Rentería para pedir auxilio. Cayó al suelo y paró un vecino al que pidió que lo llevara a un hospital. 

Antonio entonces tenía 29 años, estaba casado con Dolores, de 25, y tenían un hijo de 3 años, José Miguel.

Muchos años más tarde de aquel día de septiembre de 1982, en Sevilla y casi por casaulidad, José Miguel leyó un libro en el que se relataba cómo había sido asesinado su padre.

Cuando el vecino bajaba al policía herido hacia el hospital, se encontró en medio de la carretera al comando de ETA. Le mandaron parar. Vieron que dentro iba Antonio herido y lo remataron con un tiro en la cabeza. 

36 años más tarde, José Miguel decidió que tenía que volver a aquel lugar en el que ETA asesinó a su padre y arruinó la vida de su madre y la suya propia. Quería recordarle, homenajearle, que su nombre se identificara con palabras como paz y convivencia.

Hoy, 15 de septiembre de 2018, José Miguel, con la colaboración del Ayuntamiento de Rentería regido por Julen Mendoza, de Bildu, ha cumplido ese deseo. En los jardines del restaurante Mugaritz se ha desarrollado este acto que reproducimos íntegramente.

Posteriormente, se ha plantado un olivo de 200 años cerca de un roble antiguo como símbolo de unión de Andalucía y el País Vasco.

Mugaritz, plantan el olivo

María Dolores Cedillo Toscano, hermana de Antonio

Julián Carmona Fernández era compañero y amigo de Antonio y de los otros policías asesinados. Al día siguiente, mientras esperaba el servicio que le habían encomendado -acompañar a los cuerpos de sus compañeros a sus localidades de origen- cogió un arma y se disparó en la cabeza.

Así lo relató El País. Julián nunca aparecerá en ningún listado como víctima del terrorismo.


“Mientras alguien las recuerde, estarán entre nosotros”

No hay balas de olvido

11 Martes Sep 2018

Posted by gogoanmemoria in Memoria, Víctimas

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Hoy hace 32 años que el miembro de ETA, Antton López Ruiz, alias Kubati, asesinó en una plaza de Ordizia a Dolores González Katarain, Yoyes, ex miembro de la organización terrorista que optó por abandonarla. Como se puede ver en la imágen, esta es la interpretación que ETA y sus seguidores hicieron de aquella decisión.

Fue un asesinato que impactó a toda la sociedad y que retumbó en los cimientos de la propia izquierda abertzale y de muchas personas que, hasta la fecha, habían manifestado cierta simpatía “por la causa” o se habían mostrado un tanto “indiferentes”. Otros cogieron el testigo de la rebeldía y ya no lo soltaron.

  • “Ex militantes de ETA apoyan a Imanol Larzabal tras las amenazas sufridas por parte de ETA” El País
  • “Imanol Larzabal” El País
  • “Todos contra el miedo” ABC

En 1996, en plena época de secuestros y con un importante acoso a todas aquellas personas que cuestionaran a ETA, se cumplía el décimo aniversario del asesinato de Yoyes y su familia y amig@s le rindieron un homenaje en Ordizia. Además de aquel acto público, editaron el libro “Yoyes, 1986-1996” en el que se recogían escritos de diversas personas; unas cercanas a la víctima, otras simplemente comprometidas con la libertad y la paz en Euskal Herria.

En el número 22 de la revista de Gesto por la Paz, Bake Hitzak-Palabras de Paz, además de incluir una reseña del libro, reprodujo un artículo escrito por Ana Rosa Gómez Moral con motivo de este décimo aniversario que queremos recuperar aquí.

A Yoyes
Si hubiera un arma que matara la memoria, no habría víctimas. Pero aún no se ha inventado nada que dispare el olvido. Es más, cuando alguien mata, no hace más que propagar el recuerdo de su víctima. De hecho, mis propias palabras son una prueba de esa contradicción entre el deseo de aniquilar y el efecto no buscado que difunde la memoria de la víctima, porque la existencia de Yoyes, para mi hasta entonces difuminada en esas siglas que la mataron, se asomó a mi vida justo el día de su asesinato.
Quienes la conocieron no podrán eludir el recuerdo de una vivencia o de un sentimiento en aquellos lugares donde los compartieron con ella. Los rastros de esas experiencias estarán prendidos como girones de tela ondeando al viento que volverán a ver cada vez que pasen por allí. También en mi memoria, hay una plaza de Ordizia que siempre tendrá la mancha de su sangre, una sábana blanca y un tractor. Y fue, precisamente, la plasticidad y el impacto de esa muerte violenta el pistoletazo de salida que despertara mi curiosidad por su vida, justo en el momento en que yo empezaba a hacerme las mismas preguntas que, luego, descubriría que ella ya se había formulado mucho antes, un momento que aún perdura, porque trataba de explicarme lo de entonces y lo de ahora que, al fin y al cabo, son lo mismo, puesto que los une un hilo invisible que, como aquel que sirve de trampa mortal al pez, no se ve, pero acaba desgarrándonos por dentro. Aquel momento es siempre, porque no hay nada que no haya ocurrido ya, ni nada que no vaya a seguir ocurriendo después en el mismo o en cualquier otro lugar.
Más tarde, con el libro de su vida en las manos, supe también que hay memorias que se aprenden. Yo leía como si anduviera con un vaso rebosante de cuyo contenido no debía derramarse ni una gota. Su voz escrita se convertía, a veces, en el mar oído desde lejos, grave, serio y profundo, mientras que, en otras ocasiones, el agua salada sonaba enérgica, ágil e indómita, como si me hubiera acercado a una orilla de acantilados.
Ahora sé que las ruinas de su existencia recobraban vida a través de la memoria compartida y sé, también, que su historia ocupa una parcela de mis propios recuerdos. Sin embargo, aunque llegué a familiarizarme con los nombres, los lugares y los hechos que formaron parte de su vida, todos ellos resultaban anecdóticos frente al espíritu de esa inmensa tarea que, según destilaban sus palabras, se había auto impuesto y que consistía en vivir conscientemente la vida en lugar de dejar que fuera la vida misma la que arrollara implacablemente su existencia.
El recuerdo de ese compromiso supremo, el compromiso consigo misma, es el que mantiene vivas su libertad y su rebeldía, y el que va a procurar que no permitamos
que nuestros sueños se conviertan en inútiles embarcaciones luchando por deshacer-los nudos que los atan al puerto de la indolencia.
Una vez que hemos participado de la memoria de alguien, la hemos hecho, de alguna manera, nuestra. De esa forma, el compromiso consigo misma, la libertad y la rebeldía de Yoyes forman parte de los nuestros. Por eso, no hay balas contra la memoria ni tiempo que pueda hacer amarillear los recuerdos que compartimos.

 

 

 

CONTRA LOS FANATISMOS

03 Lunes Sep 2018

Posted by gogoanmemoria in Memoria

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CONTRA LOS FANATISMOS, EDUCACIÓN EN VALORES, MEMORIA Y ESCUCHA-SOLIDARIDAD CON LAS VÍCTIMAS

La Vanguardia, 2017

Hace un año el terrorismo yihadista cometió una masacre en Barcelona y Cambrils. Era agosto, mucha gente estaba de vacaciones y una enorme tristeza nos ensombreció los corazones y aquel verano de 2017. Aún no estaban cerradas las heridas que nos provocó el terrorismo de ETA, ya que nuestra bestia se pasó varias décadas dando zarpazos; a veces mató, otras malhirió, otras aterrorizó… Mucha gente a su alrededor se dedicó a echar vinagre en las heridas, a ignorar que hubiera víctimas o a vivir como si no existieran. Y salió al escenario la otra bestia, la yihadista.

Entre nosotr@s había personas que nunca se habían sentido objetivo de ETA y en consecuencia nunca hablaron, ni la criticaron, ni se solidarizaron con sus víctimas, ni dijeron ‘no en mi nombre’… De alzar la voz lo harían contra la policía, contra las torturas, contra la dispersión, contra el estado opresor… Asumían las cuatro consignas de la autodenominada ‘izquierda abertzale’ aunque no fueran más allá en sus planteamientos, pasando por alto la violencia de ETA y sus consecuencias. Ese era su recorrido.

La Vanguardia, 2017

Pero llegaron los atentados de Barcelona y Cambrils, y sintieron que podían ser víctimas del monstruo yihadista, y salieron de sus bocas palabras que nunca se habían verbalizado antes en relación a otros atentados terroristas igual de crueles y sanguinarios: ‘Esperemos que controlen la situación’, ‘a ver si les pillan’, ‘qué fuerte lo que está pasando’ y al final la situación se controló, y se ‘abatió’ a los terroristas, y casi nadie dijo nada, ni se criticó a la policía, ni se hicieron pintadas ni homenajes en favor de los terroristas muertos. Todo esto junto con las declaraciones de vari@s líderes de la autodenominada izquierda abertzale condenando los atentados, solidarizándose con las víctimas y con el pueblo catalán, y, deseosos de ponerse en la pancarta en contra de ‘ese otro’ terrorismo, me removieron por dentro y me inspiraron para escribir este texto en mi muro de Facebook.

YOYES, ZER EGIN DEUTSUE?’ – ‘YOYES, QUÉ TE HAN HECHO?

El País

La primera pintada disonante que veía desde la ventana de mi casa de Mallabia fue, ‘Yoyes, zer egin deutsue?’ Permaneció allí durante años, hasta que derribaron el muro en el que estaba escrita.

Dejando al lado la propaganda electoral, nunca antes había visto en mi pueblo una pintada o un cartel que no proviniera de la autodenominada ‘izquierda abertzale’. Pocos años después, muy cerca de donde se ubicaba el muro comenzamos a concentrarnos pacíficamente los y las mallabitarras de Gesto Por la Paz – Euskal Herriko Bakearen Aldeko Koordinakundea. Entonces éramos nosotros y nosotras la ‘nota disonante’, la pancarta que molestaba, aunque simplemente dijera ‘Bakearen alde – Por la Paz’.

Gesto por la Paz, 1995

Fueron más de 20 años concentrándonos en Ermua y Mallabia; salíamos cada vez que ETA mataba, también por los atentados del GAL y cada vez que se producía una muerte en este contexto de violencia; nos concentramos para exigir la libertad de Julio Iglesias Zamora, José Mari Aldaia, Cosme Delclaux y José Antonio Ortega Lara, portamos en nuestro pecho el lazo azul que simbolizaba la ‘A’ de ASKATASUNA – libertad para los secuestrados-, aguantamos estoicamente las contramanifestaciones, las amenazas y los insultos; nos echamos a la calle y vivimos con especial dolor e intensidad el cruel secuestro y posterior asesinato del ermuarra Miguel Ángel Blanco, un chico de nuestra edad al que conocíamos de vista porque muy a menudo coincidíamos con él y su novia en los bares de Ermua; denunciamos el terrorismo de estado, pedimos el acercamiento de los presos, exigimos una y otra vez el respeto de los derechos humanos para todas las personas y denunciamos la tortura, incidimos en la necesidad de educar para la paz y la tolerancia, denunciamos la crueldad de la violencia de persecución y nos solidarizamos con tantas y tantas víctimas, vecinos y vecinas que no podían hacer una vida normal y tenían que protegerse día a día…

El Correo, 2002

Hemos convivido con esto gran parte de nuestra vida. El terrorismo ha matado a cerca de 1.000 personas, mucha gente ha quedado rota por dentro y por fuera; la mayoría son víctimas de ETA, pero también hay otras víctimas de otras violencias que han sufrido mucho…

Estamos mejor que hace 10 años, eso es verdad, pero hay gente y colectivos interesados en pasar página, en olvidar, en repartir las culpas y se acabó.

Eso no puede quedar así, hay que grabar en la memoria todo lo que ocurrió para que no se vuelva a repetir, hay que seguir deslegitimando toda aquella violencia, hay que devolver la dignidad a todas las víctimas, desde los guardias civiles a los concejales, pasando por los asesinados por el terrorismo de estado o víctimas de actuaciones desproporcionadas o abusos policiales, hay que seguir exigiendo verdad, justicia y reparación para ellas.

Gesto por la Paz, 2010

Tiene que quedar claro que, en aras a imponer su proyecto totalitario, un@s cuant@s se han dedicado a sembrar el odio y a socializar el sufrimiento, socializando también a la juventud en el ejercicio de la violencia. Sin ningún escrúpulo captaron jóvenes para militar en ETA o ejercer la kale borroka arruinando su propia vida y haciendo imposible la vida a los demás o simplemente asesinándoles. Por tanto, aunque no bajemos la guardia y sigamos exigiendo al estado que respete los derechos humanos y que acerque a l@s pres@s hay que recordar lo obvio: ETA es la responsable de que cientos de jóvenes cogieran las armas y de que much@s de ell@s acabaran en la cárcel: ETA es la responsable de que haya pres@s de ETA.

Esto nos ha pasado hace muy poquito. Hay gente que nunca se ha solidarizado con la mayoría de las víctimas, que nunca ha hecho un mínimo ejercicio de empatía, o lo que es peor aún, personas que han justificado y legitimado toda esta violencia.

Ahora que todos y todas somos objetivo del terrorismo yihadista, se escuchan voces que salen de bocas que nunca hablaron, se siente cierta preocupación por parte de personas que nunca se preocuparon porque su vecin@ tuviera que ir escoltado. Quien hacía discursos que contextualizaban el terror de ETA despreciando a su propio pueblo, se esmera en solidarizarse con el pueblo catalán tras los atentados de agosto.

Europa Press, 2017

Mirémonos al espejo, con honradez y valentía. ¿Realmente hay que pasar página y vivir como si nada de esto nos hubiera pasado? ¿Hay que tragar y callar para siempre? Es eso justo? ¿Qué futuro nos espera si no nos vacunamos contra este cáncer de violencia, indolencia e intolerancia? La memoria puede ser una buena vacuna para nuestra sociedad. Y no podemos olvidarnos de las víctimas. Pongámonos en su piel. ¿No querríamos que se reconociera nuestro dolor, recibir el calor de la sociedad? ¿No nos gustaría que se hiciera justicia? Os animo a escuchar a las víctimas. Hay muchos testimonios grabados: os humanizarán y os enriquecerán, os sorprenderán. Merece la pena escucharles, y es lo mínimo que podemos hacer por ellas.

Gesto por la Paz, 2000

Maite Leanizbarrutia Biritxinaga

Los presos y presas de ETA (2)

28 Lunes May 2018

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Uxue Barkos e Iñigo Urkullu

Y retomando parte de lo que se escribió y se dijo en torno a la declaración de disolución de ETA, recordamos que el Lehendakari Iñigo Urkullu y la presidenta de Navarra Uxue Barkos pidieron al Gobierno español el acercamiento de los presos y emplazaron a estos a “desarrollar las vías legales penitenciarias sobre la base de los principios de individualización, reconocimiento de daño causado y reinserción”.

¡Refresquemos la memoria!

La reinserción: el Estado y ETA

La reinserción de pres@s siempre ha sido una cuestión muy delicada por no decir directamente polémica. Por una parte, estaba la Administración, el Estado, que a pesar de tener recogido en la Constitución ese derecho y de haberlo incorporado a la Ley Orgánica General Penitenciaria que en su preámbulo dice: ‘La finalidad fundamental que doctrina y legislación atribuyen en la actualidad a las penas y medidas de privación de libertad es la prevención especial, entendida como reeducación y reinserción social de los condenados’, salvo en momentos muy determinados, siempre ha sido reticente a propiciar el uso de este derecho.

Por otra parte, estaba ETA y la izquierda abertzale que siempre se posicionaron absolutamente en contra de que ‘sus presos’ optaran por iniciar un proceso de reinserción. Para la izquierda abertzale, la reinserción era sinónimo de traición a la causa; de ahí, que se trabajara cuanto fuera necesario para mantener la férrea unidad a la que estaba sometido el ‘colectivo de presos vascos’. Esta unidad era muy importante, mucho más que su ubicación geográfica; de hecho, mientras los presos de ETA estuvieron concentrados en la cárcel de Herrera de la Mancha y desde la izquierda abertzale se organizaban autobuses y autobuses de futuros votantes y fieles seguidores hasta… la cárcel o hasta la muerte, no había demasiadas quejas respecto a la lejanía de aquel centro penitenciario. Fue la dispersión de los presos a lo que se temía más. Y se la temía porque podía significar una activación de procesos de reinserción y, sí, la reinserción era la mayor enemiga para la izquierda abertzale dentro y fuera de las cárceles porque podría suponer el debilitamiento de la causa.

Yoyes

La prueba más cruel con la que demostraron su temor a la reinserción fue el asesinato de Dolores González Katarain, Yoyes, el 10 de septiembre de 1986: “Asesinada en Ordizia la ex dirigente ‘etarra’ ‘Yoyes’ un año después de acogerse a la reinserción” (El País). Aquella ejecución ante su hijo de tres años, significó mucho más que lo que ETA pretendía y, en nada tiempo, se organizaron manifestaciones públicas contra el terror con el que ETA pretendía someter a toda la sociedad. Como dijo un periodista de La Vanguardia:

“ETA mató con una pistola a su antigua dirigente, pero erró el tiro: Yoyes, más que en un ejemplo de ETA, se convirtió en un mito contra ETA, al difundirse su pensamiento contra el “militarismo de corte fascista” en el que había caído la banda y arremeter contra los “payasos” de su entorno político que solo aplaudían atentados y más muertes. Así, Yoyes pasó a convertirse en la voz de la conciencia de una sociedad vasca que comenzó a abrir los ojos a lo que verdaderamente era ETA (“la hidra sangrienta que nos atenaza”, escribió) y todo empezó a cambiar en Euskadi.“

Concierto “Contra el miedo”, noviembre de 1989

Aquella ejecución, no sólo creó en Yoyes un mito contra ETA; sino que también creó un mito contra el miedo personalizado en Imanol Larzabal quien, desde entonces hasta su muerte lejos de Euskal Herria, sufrió una persecución implacable.

30 años después de asesinar a Yoyes [¡Cuántos años perdidos y cuántas vidas arrebatadas en ese tiempo!] la situación ha cambiado de manera radical y en abril de 2016 leímos esto: “El etarra que mató a ‘Yoyes’ por reinsertarse pide ahora a los presos que sigan el ejemplo de su víctima” (El Correo). Por arte de birlibirloque, la reinserción dejara de ser maldita, para convertirse en el único camino a seguir para todo el colectivo de presos de ETA.

La reinserción y la sociedad

En 1992, Isidro Etxabe y Josu Urrutia también desafiaron a la banda y, a pesar de las amenazas de los abogados de la izquierda abertzale -‘Abogados de HB dicen a Etxabe que “ni por el forro de los cojones” le tolerarán romper ETA‘ (El País), optaron por la reinserción. Con el precedente de Yoyes, el paso que estaban dando estas dos personas se convirtió en un foco de especial interés para la sociedad vasca en general.

Es verdad que aparecieron pintadas amenazantes hacia Etxabe y Urrutia, pero también se vieron pintadas como estas:


La reinserción era un derecho de la persona presa y, a la vez, uno de los objetivos del sistema penitenciario, pero estaba absolutamente anulada por los intereses de unos y de otros. ¿Qué pensaba o hacía la sociedad al respecto?

En esta época, las organizaciones pacifistas Gesto por la Paz y Denon Artean-Paz y Reconciliación ya reflexionaban sobre la reinserción de los presos y el 28 de marzo de 1994 en una rueda de prensa ofrecieron su análisis sobre la REINSERCIÓN.

Este documento tiene que ser leído teniendo en cuenta que fue escrito hace 24 años y precisamente la avanzada edad del mismo es lo que le otorga más valor aún porque sus reflexiones fueron sabias y valientes y, hoy día, siguen teniendo la misma vigencia que cuando las hicieron públicas.

En el documento se apuntaban tres criterios para iniciar el proceso de reinserción:

a) Desvinculación de la organización armada. Resulta necesaria una renuncia explícita a cualquier estrategia basada en el ejercicio de la violencia.
b) Acatamiento de las reglas y principios básicos democráticos.
c) Reconocimiento del daño causado. Se trata de un principio ético general que indudablemente debe ser tenido en cuenta en sus aspectos de autocrítica hacia lo causado, tanto en su dimensión social como en la humana.

¿Hoy en día la mayoria de los presos de ETA cumplirían estas condiciones? Lo dejamos para más adelante, pero antes de terminar, vamos a ver qué pensaba la sociedad mientras estas dos organizaciones pacifistas lanzaban estas ‘condiciones’ sobre la reinserción.

  • En 1992, el Diario Vasco recogió un estudio realizado en Gipuzkoa sobre la opinión de la sociedad en relación a las medidas de reinserción:
    • el 33% de los entrevistados era partidario de que se cumplieran las condenas
    • el 33% era partidario de que se intentara aplicar medidas de reinserción a todos los presos
    • el 24’9% era partidario de que las medidas de reinserción solo se aplicaran a aquellas personas presas que no tenían delitos de sangre.

Aquí se puede leer el reportaje “Apoyo matizado a la reinserción y respaldo significativo al cumplimiento de las condenas“.

  • La izquierda abertzale siguió y sigue empecinada en que la alternativa al cumplimiento íntegro de las penas no tiene que ser una solución individual, sino colectiva.
  • La AVT: 
  • Y Elkarri:  ya que elkarri argumentaba que “la salida de los presos será más bien una consecuencia del acuerdo logrado” [leer noticia entera]

Continuará.

Gracias compañer@s

04 Viernes May 2018

Posted by gogoanmemoria in Pacifismo

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cárcel de Nanclares de la Oca, El Mundo, El País, ETA, Gesto por la Paz, Julio Iglesias Zamora, Julio Segarra, lazo azul, María Dolores Ledo, Mikel Ormazabal, Pedro Barquero, PP, presos de ETA, PSOE, terrorismo, víctimas del terrorismo

Así comienza Mikel Ormazabal la noticia sobre el fin de ETA en El País: “Este 4 de mayo, marcado por el ceremonial que rodea al anuncio del fin de ETA, también está señalado por la fatalidad criminal. Un día como hoy hace 35 años, cuatro terroristas de la banda asesinaron a tiros en un garaje de Bilbao al teniente de la Policía Nacional Julio Segarra, al cabo del mismo cuerpo Pedro Barquero y a la esposa de este último, María Dolores Ledo, embarazada de tres meses.”

La imagen que se publicó aquellos días y que hoy también exponen es esta:

Quizás no sea mal día para mostrar las pruebas de la actividad de este grupo terrorista. Hoy, en su despedida, se presenta como “organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional”, pero que no se engañen: la inmensa mayoría de la sociedad vasca no les recordaremos ni como socialistas, ni como revolucionarios, ni como “liberadores” de Euskal Herria. Más bien, les recordaremos como terroristas y punto. Esa es su historia: su principio y su final.

Nanclares de la Oca

Nada más que añadir a todo este teatro que se ha montado en torno a su despedida. Que la tenían que hacer porque es la única manera de que la situación de sus presos pueda tener alguna opción de avanzar hacia una posible futura excarcelación que no sea la de cumplir íntegramente sus condenas, como ha dicho algún periodista? Pues… bien, que se despidan de quien quieran. De la inmensa mayoría de la sociedad, lo hicieron el 20 de octubre de 2011. Todo esto de ahora, no es más que una representación teatral en la que muchos no queremos estar ni de espectadores.

Sin embargo, no todas las personas somos iguales y a algunas les gusta estar en el candelero por encima de todo. Nos referimos a los directores teatrales que ya tuvieron su protagonismo hace siete años, pero que parece que necesitaran volver a la palestra. Y también a quienes han tenido la “brillante” idea de utilizar el lazo azul para… ¿qué? El Mundo dice: “Partidos como el PP y el PSE y las principales asociaciones de victimas impulsan la recuperación del primer símbolo de la oposición social frente a los terroristas. El ‘lazo azul‘ fue creado en 1993 por Gesto por La Paz durante el secuestro de Julio Iglesias Zamora y, entonces tenía una letra A para reclamar su liberación con la palabra en euskera Askatu”. ¿Cómo?, ¿Que ahora que ETA se despide nos pongamos el lazo azul? No, lo llevamos cuándo y donde lo teníamos que llevar.

Bilbao, 1 de julio de 1997. Fin de los secuestros

Gogoan, por una memoria digna, se creó para recordar, para no olvidar, para “leer antes de pasar página”, para aportar un poco de dignidad al camino que vamos creando sin olvidar lo que se hizo y lo que no se hizo y, si podemos, para corregir ciertas distorsiones de la realidad. Y, también, para continuar esa batalla contra la legitimación de la violencia porque, por desgracia, aún quedan rescoldos.

Pintada hecha la noche del 3 al 4 de marzo de 2018 en un barrio de Vitoria Gasteiz. Dice “Gracias ETA. Hasta la victoria”

Un día como el de hoy, desde aquí queremos agradecer muy sinceramente y de todo corazón a todas las personas que trabajaron por la paz en Euskadi de manera altruista, contra viento y marea, por cambiar aquello que no conseguía cambiar nada ni nadie, esa inercia en la que se había instalado la violencia en Euskal Herria. Esas personas anónimas de convicciones admirables y en condiciones absolutamente adversas hicieron que toda la sociedad viera que matar estaba mal, que no tenía justificación, que causaba unas víctimas que no queríamos ni mirar… Y, poco a poco, fueron cambiando la percepción de la violencia en la gente. No fueron muchos porque el valor y la convicción que exigía esa militancia era muy grande y, en ocasiones, se pagaba con alto precio, pero sí fueron muchos los que sintieron que su conciencia se removía y su percepción de la violencia ya no era igual. Sí, ellos nos cambiaron un poco a todas las personas. Gracias Gesto por la Paz y a otros grupos locales que hicieron un papel similar en su entorno porque sin ellos, nunca habríamos llegado a este día. Se lo debemos.

 

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