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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

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La movilización por la paz tiene que ser parte del relato

07 viernes Ene 2022

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El pasado 10 de noviembre se realizó un acto institucional de agradecimiento a las personas que habían contribuido a la Paz y, entre ellas, a las que participamos en la movilización social frente a la violencia de ETA. Se trataba de un agradecimiento público a quienes reaccionamos al horror de justificar que la vida fuera menos importante que un proyecto político; de justificar que se matara, que se amedrentara y que se extorsionara en nombre del pueblo vasco. Desde nuestro punto de vista, el sentido del acto suponía reconocer que la movilización social contra ETA fue un factor fundamental en su deslegitimación, y que los movimientos sociales que la impulsaron fueron un agente de concienciación esencial en el proceso de mostrar públicamente el rechazo a la violencia de ETA.

la movilización social contra ETA fue un factor fundamental en su deslegitimación y los movimientos sociales que la impulsaron fueron un agente de concienciación esencial en el proceso de mostrar públicamente el rechazo a la violencia de ETA

La articulación de la reacción de la sociedad vasca frente a la violencia de ETA fue evolucionando. Es importante remarcar que fue una evolución progresiva, lo que quiere decir que no todos estuvimos en el mismo sitio a la vez. Durante estos cuarenta años la mayoría de las personas de esta sociedad fue descubriendo, cada cual en su momento, que matar estaba mal, que nada lo podía justificar. Y si importantes y dignas de mención son las primeras personas que lo comprendieron y lo manifestaron, también las últimas lo son. Se puede afirmar que la sociedad reaccionó tarde, porque tenía que haber respondido desde la primera muerte. Pero ese es un análisis demasiado simple para un proceso tan complejo y de tantos años.

Durante estos cuarenta años la mayoría de las personas de esta sociedad fue descubriendo, cada cual en su momento, que matar estaba mal, que nada lo podía justificar.

Lo cierto es que hubo una evolución social en la contestación a ETA y que, a finales de los años 80, grupos pacifistas como Gesto por la Paz crearon un canal de respuesta sistemática a la violencia. Solamente cinco años después, Anoeta se quedó pequeño para acoger a todas las miles de personas que querían manifestar, con su presencia en el estadio, que esa dinámica de violencia y amenaza de ETA tenía que acabar. Aquella respuesta multitudinaria se realizó a propósito del secuestro de Julio Iglesias Zamora, en 1993, y fue activada por el símbolo del lazo azul. Posteriormente, hubo más movilizaciones masivas por asesinatos que, como el de Miguel Ángel Blanco en 1997, fueron percibidos como particularmente trágicos y marcaron a la evolución de la movilización social contra ETA. Como sabemos, hasta que ETA se disolvió hubo todavía muchos más asesinatos injustos, porque, a pesar de la protesta social, ETA tardó unos quince años y muchas vidas más arrebatadas, hasta anunciar su final. Esa movilización social contra ETA, ese rechazo personal y social mostrado, cada vez mayor, fue decisivo para que la organización armada decidiera disolverse y es muy importante reconocerlo así, y que el relato de lo que vivimos tenga en cuenta esa idea de evolución de la sociedad vasca frente a ETA.

Hay que reconocer también que reaccionar frente a ETA exponía a las personas al odio y eso suponía exponerse a sentir miedo, porque el mero hecho de oponerse a ETA marcaba y propiciaba el acoso. La base social de apoyo a ETA fue necesaria en el desarrollo de esta historia de horror de más de 800 personas asesinadas, y esa base social intentó echar de las calles a la voz organizada de respuesta a la violencia.

El Correo

El acoso fue sistemático: intentaron aislar a cada una de esas personas, descalificándolas, y declarándolas enemigas de su pueblo vasco. El hostigamiento por parte de la izquierda abertzale ha sido continuo, en barrios y en pueblos, durante todos estos 40 años, de la movilización social contra ETA. Pero el compromiso desde grupos como Gesto por la Paz era ya decidido y firme, fruto de un largo recorrido. La movilización social contra ETA ha estado constituida por personas resistentes que tuvieron la firme voluntad de contagiar su rechazo a la violencia e impulsar la consecución de la paz en el País Vasco, y esto tiene que formar parte del relato de lo ocurrido en aquellos años.

la izquierda abertzale intentó echar de las calles a la voz organizada de respuesta a la violencia. El acoso fue sistemático: intentaron aislar a cada una de esas personas, descalificándolas, y declarándolas enemigas de su pueblo vasco. El hostigamiento ha sido continuo, en barrios y en pueblos, durante todos estos 40 años

Y tiene que incorporarse también en el relato, la existencia de una base social de apoyo a ETA que, no solo no condenaba o aplaudía los asesinatos, sino que ejercía un papel activo en la perpetuación de la violencia: haciendo de caja de resonancia social de las amenazas y señalamientos de ETA a personas de nuestra sociedad; incrementando el sufrimiento a las víctimas de sus atentados, acosándoles, no solo antes, sino también después del atentado; intentando dinamitar la reacción social en contra de la violencia de ETA; y, por último, ejerciendo un control social férreo sobre su propio entorno para contener las discrepancias, muy especialmente, a propósito de la justificación del uso de la violencia por parte de ETA. Esa base social de apoyo a ETA, necesaria para que la violencia continuara durante cuarenta años, generó mucho sufrimiento y distorsión en la convivencia, y esto tiene que ser reconocido por parte de la Izquierda Abertzale, quien debería enunciar con claridad cuál es su posición actual respecto a ese pasado.

Y tiene que incorporarse también en el relato, la existencia de una base social de apoyo a ETA que, no solo no condenaba o aplaudía los asesinatos, sino que ejercía un papel activo en la perpetuación de la violencia

También hay que agradecer que la reacción social ante ETA se articulara, en general, desde una defensa coherente y radical de los Derechos Humanos, mantenida incluso en los momentos más duros de acoso a la movilización. Desde el principio, Gesto por la Paz quiso desmontar la teoría de los dos bandos, que suponía la justificación del uso de la violencia, en base a una supuesta necesidad de responder a otra violencia. Por eso, el mensaje que se lanzó a la sociedad fue la del rechazo y la deslegitimación de las distintas violencias, no solo la de ETA, sino también la de organizaciones como los GAL, o la violencia ilegítima perpetrada por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Reconocer los distintos sufrimientos y vulneraciones de Derechos Humanos que se generaron hizo más contundente la movilización social a favor de la paz.

Gesto por la Paz, 2005

A día de hoy resulta intolerable que desde la Izquierda Abertzale se haga un reconocimiento del daño que “han recibido” las víctimas de ETA y que se arrogue el mérito de ser la única que reconoce a todas las víctimas de la violencia en el País Vasco. Hace treinta años que Gesto por la Paz exigió el esclarecimiento de la trama de los GAL y de los asesinatos que este grupo parapolicial cometió. En aquel tiempo, fue la misma Izquierda Abertzale la que boicoteó aquellos actos públicos, organizados para denunciar la realidad de esa violencia antiterrorista.

Efe. Gesto por la Paz, Bayona, 1996
Diario Vasco. Bayona, 1996
El Mundo. Bayona, 1996

Trataron así de monopolizar la solidaridad y el reconocimiento hacia las víctimas de la violencia antiterrorista para manipular su sufrimiento y poder mantener la teoría de los dos bandos. Sin embargo, la solidaridad con las víctimas de la violencia ha sido uno de los ejes que ha activado la movilización social a favor de la paz. El apoyo y el reconocimiento hacia ellas ha sido, en gran medida, el origen de la progresiva reacción a la violencia. El ataque que las víctimas sufrían individualmente fue, cada vez más, considerado como una agresión al conjunto de la sociedad.

El ataque que las víctimas sufrían individualmente fue, cada vez más, considerado como una agresión al conjunto de la sociedad.

Si las víctimas deben ser las protagonistas del relato del horror que se ha vivido en nuestra sociedad durante cuarenta años, en esa larga historia hay que reconocer también el papel jugado por la articulación de una movilización social, realizada desde la pluralidad de la sociedad vasca. Mientras ETA mataba y amedrentaba a la sociedad, incluso durante los años más duros de polarización social, los representantes de las familias políticas de Euskadi participaron en actos públicos organizados por Gesto por la Paz, que ponían de relieve la existencia de una base ética compartida, capaz de anteponer el compromiso con la defensa de los derechos humanos, a las diferencias partidistas.

Gesto por la Paz fue el artífice de la idea de que era necesario desvincular la violencia de la política, lo que implicaba negarse rotundamente a que ETA consiguiera algún reconocimiento político a cambio de su final.

Gesto por la Paz fue el artífice de la idea de que era necesario desvincular la violencia de la política, lo que implicaba negarse rotundamente a que ETA consiguiera algún reconocimiento político a cambio de su final. El recorrido de esta idea quedó patente en el cese incondicional que la propia ETA anunció en 2011. Desde el convencimiento de que la movilización de la sociedad vasca a favor de la paz había constituido un factor que había contribuido a la toma de esa decisión, Gesto por la Paz celebró en la calle, con el lema Lortu dugu–Lo hemos conseguido, la decisión de ETA de dejar de matar.

El Correo, 2011

Es importante incorporar este relato de la progresiva evolución de la sociedad vasca y de su movilización a partir de acciones inicialmente humildes y, posteriormente, más multitudinarias y relevantes, porque el reconocimiento, en nuestro pasado, de la importancia de la movilización ciudadana para afrontar un conflicto social grave, puede tener implicaciones para el futuro, y puede servir para incentivar otras peleas sociales.

el reconocimiento de la importancia de la movilización ciudadana para afrontar un conflicto social grave, puede tener implicaciones para el futuro, y puede servir para incentivar otras peleas sociales

 

Itziar Aspuru Soloaga, Maite Leanizbarrutia Biritxinaga, Eskolumbe Mesperuza Rotger e Inés Rodríguez Ranz de Gesto por la Paz

 


Una versión reducida de este artículo fue publicado en El Diario Vasco y El Correo en el mes de diciembre de 2021.

Las víctimas de Parot

08 viernes Oct 2021

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Arrasate-Mondragón, Aserfabite, asesinato, Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Beatriz Artolazabal, cárcel, Centro Memorial de Víctimas del terrorismo, Delegación del Gobierno en el País Vasco, Denis Itxaso, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, ETA, Florencio Dominguez, Fundación Fernando Buesa, Gobierno de Navarra, Gobierno Vasco, Henri Parot, homenajes, reinserción de presos, SARE, Víctimas, víctimas de la violencia, víctimas del terrorismo, Zaitu

El 17 de septiembre pasado, la Delegación del Gobierno en el País Vasco, el Centro Memorial de Víctimas del terrorismo y el Gobierno vasco realizaron un acto de homenaje a las víctimas a raíz de la convocatoria que realizó la organización SARE tratando de denunciar la situación de encarcelamiento de Henri Parot. A dicho acto, además de representantes de las instituciones convocantes, también asistieron manifestando su apoyo representantes del Gobierno navarro y de diversas asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo como la Fundación Fernando Buesa, la ACFSEVT(Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado víctimas del terrorismo, Aserfabite (Asociación de Ertzainas y Familiares Víctimas del Terrorismo), Zaitu, etc. También acudió a expresar su apoyo Gogoan, por una memoria digna.

Representantes de las tres instituciones convocantes –Denis Itxaso, Florencio Domínguez y Beatriz Artolazabal– leyeron el siguiente manifiesto:

Cuando se aproxima el X aniversario del fin del terrorismo de ETA, constatamos que las consecuencias de la violencia siguen afectando y condicionando tanto a las víctimas directas como al conjunto de la sociedad. Una sociedad sana tiene el deber de tener siempre presentes los asesinatos, los secuestros, las amenazas, las extorsiones y las heridas producidas por el odio y el fanatismo a tantas y tantas personas inocentes. Conseguir una verdadera convivencia en una sociedad tan profundamente marcada por el terrorismo llevará mucho tiempo. Para ello harán falta voluntad y un enorme compromiso ético y pedagógico.

En el camino de la construcción de la convivencia democrática, las instituciones y el conjunto de la ciudadanía estamos interpelados, pero sobre todo lo están aquellas personas que ejercieron directamente la violencia, y también las que les procuraron sustento político y legitimación social. Del cumplimiento de sus penas, pero también de su voluntad de reinsertarse en la sociedad reconociendo el enorme dolor causado, depende en buena parte que la convivencia se forje sobre bases sólidas que eviten la tentación de repetición de esa macabra Historia.

De nuevo este verano hemos asistido a expresiones públicas que han homenajeado e idealizado la figura y la trayectoria de personas que han estado en la cárcel por cometer o ayudar a cometer horribles crímenes. Lo cierto es que estos actos, no solo infligen un doloroso daño ético y moral hacia las víctimas, sino que representa una negación del legítimo derecho individual de reinserción y rehabilitación que asiste a todo expreso que ha cumplido el castigo impuesto. Es, en definitiva, un insulto y una afrenta al conjunto de la sociedad en su afán por sanar las profundas heridas ocasionadas por el fanatismo. Esta consideración épica de quienes ejercieron la violencia terrorista en el espacio público evidencia que una parte relevante de nuestra sociedad aún no ha asumido la necesaria deslegitimación ética, social y política del terrorismo. Un hecho nocivo a todas luces para la formación en valores de las generaciones futuras.

Hasta hace unos minutos, estaba previsto que mañana sábado, varios colectivos celebrasen en Arrasate-Mondragón una marcha en favor de Henri Parot, uno de los miembros de ETA que más asesinatos ha cometido. El derecho a la libertad de expresión hubiese amparado la posibilidad de reclamar su excarcelación, pero hubiese sido profundamente humillante para sus víctimas elevar a la condición de mártir a quien suma en su debe 39 asesinatos.

Lo que una sociedad madura y éticamente sana debe remarcar ante circunstancias como esta es la memoria, la justicia y la reparación para con todas las víctimas de la violencia, y en especial el recuerdo, el cariño y la empatía con todas y cada una de esas 39 víctimas mortales. Es en ellas sobre quienes se debe poner el foco y la atención, no en su victimario.

La cancelación del mencionado evento por parte de los propios organizadores demuestra que la presión social y política de víctimas organizadas e instituciones, es un inmejorable instrumento para sembrar convivencia y evitar ofensas hirientes e injustas.

La pedagogía que venimos haciendo en el terreno de los derechos humanos y la exigencia pública de empatía con quienes más han sufrido el zarpazo de la violencia, representa el camino a seguir.

Además, en estas circunstancias, es necesario recordar que la legislación penitenciaria prevé diferentes mecanismos para lograr la reinserción de los presos, pero es una responsabilidad individual dar los pasos para lograrla. Y hay una condición que resulta ineludible: la autocrítica por el daño causado, el reconocimiento de la injusticia perpetrada, la asunción de la ilegitimidad de la violencia para conseguir objetivos políticos.

Las instituciones y entidades de víctimas que hoy nos hemos convocado en este acto, queremos rendir un sentido y sincero homenaje a la memoria de todas y cada una de las víctimas de Henri Parot.

 

Posteriormente, dos víctimas del terrorismo fueron leyendo los nombres de cada una de las 39 víctimas de Henri Parot y los asistentes fueron depositando una flor delante de un panel con sus nombres.

Desde Gogoan nos generaba dudas realizar un acto como respuesta a otra convocatoria; no obstante, asistimos y participamos en el acto como gesto de profunda solidaridad con estas y con todas las víctimas del terrorismo. También asistimos como representación de esa parte de la sociedad que piensa y siente que los homenajes a etarras no solo hieren a las víctimas -directas o indirectas-, sino que resultan insufribles e intolerables a quienes consideramos que el presente y el futuro tiene que estar basado en una radical deslegitimación de la violencia. Solo sobre esta premisa se podrá fundamentar una convivencia medianamente normalizada.

En su día, la sociedad tuvo oportunidades de decir NO a ETA. Muchas personas las obviaron, otras no. Hoy, tenemos la oportunidad de aportar al futuro granitos de deslegitimación de las barbaridades ocurridas. Desde Gogoan no queremos desperdiciar esa oportunidad.

 

 

‘Dos vivencias contadas desde el dolor profundo’

13 martes Jul 2021

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Alberto Muñagorri, asesinato, atentado, charla-coloquio, condena, Dos vivencias contadas desde el dolor profundo, ETA, Lourdes Oñederra, PSE-EE, Ramón Etxezarreta, superviviente, víctimas del terrorismo, violencia de persecución

Alberto Muñagorri, superviviente de un atentado de ETA, y Ramón Etxezarreta, escritor y político del PSE-EE que sufrió durante años la violencia de persecución, han participado en la charla-coloquio dirigida por la miembro de Gogoan por una memoria digna, Lourdes Oñederra.

 

Alberto Muñagorri:

La bomba me explotó a mí, pero la onda expansiva afectó a todo mi familia

Ramón Etxezarreta:

Cuando le explotó la bomba a Alberto, yo aún no había llegado a la ‘condena’

Aquí tenéis la oportunidad de ver la charla-coloquio completa:

 

 

 

 

‘Bi bizipen, sakoneko minetik kontatuak’ mahai-ingurua

15 martes Jun 2021

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asesinato, Benjamin Atutxa, Bi bizipen, Edurne Albizu, Eugenio Olaziregi, mahai ingurua, Miguel Ángel Blanco, Pello Salaburu, sakoneko minetik kontatuak, secuestro, víctimas del terrorismo, violencia de persecución

Ekainaren 14an antolatutako solasaldia ikusi ezin izan bazenuten, hemen aurkituko duzue Benjamin Atutxaren eta Edurne Albizuren lekukotasuna

Para quienes no pudieron asistir a la charla-coloquio celebrada el 14 de junio, aquí tenéis oportunidad de ver y escuchar los testimonios de Benjamín Atutxa y de Edurne Albizu.

 

Mila esker!

El mito fundacional de ETA

23 martes Jun 2020

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antifranquismo, asesinato, atentado, cafetería Rolando, CCOO, desaparecidos, Diario de Navarra, Diario Noticias de Navarra, ETA, Fermín Monasterio, Isaias Carrasco, Jose Antonio Pardines, La línea invisible, Luis Carrero Blanco, Melitón Manzanas

Se ha estrenado la serie sobre los inicios de ETA ”La línea invisible” y nos vendrá bien verla porque así repensaremos el mito fundacional de ETA basado en los supuestos orígenes bondadosos y antifranquistas de la organización terrorista. De hecho, quienes justifican el actuar de ETA construyen su núcleo argumental en los años que van del 68 al 75 y en ocasiones ocultan el resto de los 50 años de violencia y terror.

se pueden conocer las razones de ETA, sin que ello suponga que se aprueben los hechos que se cometieron en su nombre

Paradójicamente, el 90% de las víctimas de ETA se produjeron en democracia. Pero incluso sin ese importante dato, resulta relevante y necesario deconstruir ese mito fundacional.

Humberto Fouz Escudero, Jorge García Carneiro y Fernando Quiroga Veiga, desaparecidos en 1973

En primer lugar, porque al asesinato de Melitón Manzanas (una de las bases de ese mito) le siguieron por ejemplo; el asesinato del taxista Fermín Monasterio en 1969, la desaparición de tres jóvenes gallegos en 1973, todavía pendiente de esclarecimiento, y el atentado de la Cafetería Rolando que causó 13 muertos en 1974. Destaco estos atentados porque rompen de forma clara el concepto (problemático también) de la legítima defensa que trató de armar ETA y su universo emocional. Así que incluso en esos años de “violencia antifranquista” o de “respuesta legítima” ETA actuó sin ningún tipo de justificación.

El actuar de ETA caminó sobre diferentes contextos históricos. Sin embargo, y de forma recurrente, se selecciona únicamente sus inicios para fortalecer la narrativa de la violencia, para hacernos ver que la violencia de ETA fue, sobre todo, una violencia de respuesta y, se sobreentiende, justa. No existe Isaías Carrasco, ni el resto de víctimas que lo fueron en democracia.

Frente a eso, tenemos que subrayar que el ejercicio de la violencia es, sobre todo, un ejercicio autónomo y no condicionado. ETA escogió intencionadamente, y durante 50 años seguidos, la violencia para imponer su ideario, dentro de una serie de influencias históricas y políticas sí, pero perfectamente podía no haberlo hecho.

ETA escogió intencionadamente, y durante 50 años seguidos, la violencia para imponer su ideario, dentro de una serie de influencias históricas y políticas sí, pero perfectamente podía no haberlo hecho.

Tal y como dice mi compañera de Gogoan por una memoria digna, Isabel Urkijo, “se pueden conocer las razones de ETA, sin que ello suponga que se aprueben los hechos que se cometieron en su nombre”. Que ETA naciera en un contexto determinado no justifica su actuar. Matar, y seguir haciéndolo incluso una vez se murió el dictador, fue una decisión autónoma de ETA solo condicionada a su voluntad de imponer un proyecto político a la sociedad, una dinámica que no todos los antifranquistas ejercieron.

miles los militantes antifranquistas que no usaron la violencia

Fueron miles los militantes antifranquistas que no usaron la violencia y, además, fueron muy eficaces en su lucha. La creatividad organizativa, las nuevas ideas que conectaron con las mayorías sociales, la adaptación a la situación de clandestinidad y la unidad en torno a CCOO fueron claves para esa eficacia contestataria y, en general, pacífica.

Sin embargo, y a pesar de esos ejemplos, se nos hace creer que no había más remedio que matar, pero la violencia es evitable porque la violencia es una elección. De hecho para cuando ETA asesina a Pardines el debate sobre la violencia ya se había decantado a favor del terrorismo.

Además de los hechos históricos, que niegan el mito fundacional de ETA, hay varias consideraciones sobre la violencia “justa” que es necesario también valorar, y que en la justificación de ETA suele estar ausente.

Nada asegura el éxito de una causa por el asesinato de un tirano. Se tiende a la especulación con ese paradigma; es decir, no es una certeza que matando a un líder se termine con sus ideas. Se da como irrefutable ese hecho, pero no es cierto y, en el caso del asesinato de Carrero Blanco, se suele abusar de esa idea.

La izquierda revolucionaria de aquella época, que sirvió de sostén para la violencia de ETA, se sumió en un debate horrible que planteaba un dicotomía peligrosa entre eficacia/no eficacia de la violencia, dejando de lado consideraciones hoy básicas en el análisis sobre los procesos de violencia. Solo se valoraba la violencia desde el hecho contemporáneo de la muerte, sin advertir que tras la muerte violenta vienen años de dolor y duelo no resuelto. No hubo, entre esa izquierda, una consideración sobre el daño que se estaba generando en el futuro, se valoraba la muerte desde el corto plazo.

No hubo una consideración sobre el daño que se estaba generando en el futuro, se valoraba la muerte desde el corto plazo.

Entre quienes se apoyan en ese mito fundacional para justificar las acciones de ETA, tampoco suele existir una consideración crítica sobre el militarismo y los valores intrínsecos que genera el ejercicio de la violencia porque matar embrutece y deshumaniza. Entre quienes matan y entre quienes justifican esa barbaridad, se suele dar un desfallecimiento de la cultura democrática y un desprecio del pluralismo.

Tal y como estamos viendo actualmente, parar de matar no es tan sencillo como el hecho, positivo, de colgar las armas. Porque hay una mentalidad asociada a la violencia que queda tatuada durante años. No se terminan de resolver determinadas cuestiones prepolíticas porque durante demasiado tiempo se ha defendido la causa política como un bien absoluto por el que merece la pena matar y odiar. En realidad morir por la patria se utiliza como eufemismo, porque el morir implica el matar, y eso no tiene nada de romántico.

durante demasiado tiempo se ha defendido la causa política como un bien absoluto por el que merece la pena matar y odiar

Para vivir en el engaño del mito fundacional de ETA hace falta creer en una perversión: matar, hasta un momento concreto, pudo estar bien. Creer que todas las víctimas eran Carrero Blanco tranquiliza las conciencias de quienes no podrían soportar, o no querrían saber, que en su nombre fueron asesinadas una tras otra hasta 842 personas más, pero no deja de ser una historia falseada por un mito construido desde la insensibilidad. Porque tal y como dice Albert Camus ”hacer sufrir es la única manera de equivocarse”.

fueron asesinadas una tras otra hasta 842 personas más, pero no deja de ser una historia falseada por un mito construido desde la insensibilidad.

 

 

Artículo de Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan-Memoria Digna. Fue publicado en ‘Diario Noticias de Navarra’ y ‘Diario de Navarra’.

XX aniversario del asesinato del periodista Jose Luis López de Lacalle

07 jueves May 2020

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Hoy, 7 de mayo, se cumplen 20 años desde que ETA asesinó a al periodista José Luis López de Lacalle.

 

Veinte años han pasado de aquel aciago día en el que ETA no solo terminó con la vida de un ser humano, sino que también pretendió taparnos la boca a la mayoría de la sociedad vasca.

 

En tiempos de confinamiento por  pandemia, no ha sido posible recordarle en el parque Andoain como se venía haciendo desde el primer aniversario. Por eso, hoy,  queremos compartir algunos elementos de memoria que nos acerquen a Jose Luis. Uno de ellos es este vídeo en el que su compañero Eduardo García Elosua en un acto organizado en Bilbao. En él explica la trayectoria de López de Lacalle, primero en la lucha antifranquista y luego frente a ETA.

 

 

Lopez de Lacalle pasó cinco años en las cárceles franquistas, tras ser torturado por Melitón Manzanas. Primero Franco, después ETA. Dos totalitarismos contra la libertad. En 2003, el periodista Pablo Ordaz escribía en El País el artículo ‘Torturado por Franco, asesinado por ETA’ (El País, 2 de febrero de 2003).

 

 

Tras su asesinato se mostró la cobertura política con la que contaban las amenazas terroristas de ETA. 

 

 

Jose Luis, mientras te recordemos, seguirás entre nosotrxs.

 

 

Vitoria-Gasteiz, 22 de febrero de 2000

22 sábado Feb 2020

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Pello Salaburu, miembro de ‘Gogoan, por una memoria digna’ recuerda  lo que vivió en torno al asesinato de Fernando Buesa Blanco y Jorge Díez Elorza.


HUBO TRES… PERO UNA NO CUENTA

Tengo muy grabado, supongo que como muchos de quienes vivimos aquellos momentos tan trágicos, el día del asesinato de Fernando Buesa y de Jorge Díez. El hecho fue terrible, y me pilló en un momento de mi vida marcada por otras circunstancias. No sé si era al día siguiente, o quizás fuera a los dos días, teníamos prevista en la UPV/EHU la celebración de un claustro con un tema no menor en el orden del día: la elección de mi sustituto como rector. Yo estaba acabando ciclo, en esa fase en la que estaba convertido en pato cojo desde semanas antes. Cuando llegué a la universidad ya me estaba esperando un grupo de universitarios, a los que conocía bien, a la puerta del despacho: «Rector, hay que parar de inmediato las clases y suspender el claustro«. Hablé con ellos y les indiqué que tenía que estudiar las medidas más adecuadas que iba a adoptar y que lo haría de inmediato. Se fueron, y tras varias llamadas de medios que tuve que atender, y otras que hice yo mismo a la familia y al PSE-EE, me indicaron que en la puerta tenía esperando otro grupo de universitarios, incluyendo estudiantes, a los que también conocía: «Rector, esto no es una cuestión interna de la universidad. Las clases deben seguir«. Lo he querido reflejar como espejo perfecto de lo que sucedía en aquellos momentos en la sociedad.

No me podía quitar de la cabeza que el lehendakari Ibarretxe no hubiera acudido de inmediato al lugar del atentado, a unos metros de Ajurianea.

Mis recuerdos son más borrosos a partir de esos momentos, y me estoy guiando por mi memoria (ese «instrumento maravilloso, pero falaz», al que aludía Primo Levi), una memoria que el paso del tiempo ha ido adaptando, moldeando y distorsionando. Por supuesto, se suspendieron muchas clases, la mayoría, supongo, aunque para esas cosas la orden de un rector en aquellos momentos no dejaba de ser algo bastante esotérico. Lo que es seguro es que el claustro se suspendió. Salí hacia Vitoria, a la capilla ardiente, y participé en las concentraciones. No me podía quitar de la cabeza que el lehendakari Ibarretxe no hubiera acudido de inmediato al lugar del atentado, a unos metros de Ajurianea. Eso es algo que se me quedó también muy grabado. Se convocó una manifestación para el sábado.

La manifestación del sábado, que debía ser en principio única y unitaria, acabó dividida, como todo el mundo sabe, al final. Al llegar me estaba esperando Antonio Rivera, vicerrector de campus en mi equipo. Formaba parte de la lista de Manuel Montero, aspirante al rectorado en aquellos momentos, que acabaría sustituyéndome a los pocos días. Había más miembros de mi equipo en la misma situación. Sin embargo, solo Antonio, de entre los que querían seguir, y a quien se lo agradecí en aquel momento, acompañó al pato cojo. «Por supuesto -me dijo-, eres mi rector«.

El Correo daba cuenta al día siguiente, en primera página, de lo sucedido en Vitoria: «Decenas de miles de personas hicieron un único recorrido pero en manifestaciones distintas, tras dos pancartas, coreando consignas a menudo enfrentadas y hasta con dos discursos finales. El PNV convirtió su marcha en un acto de exaltación del lehendakari, en el que los gritos de apoyo a Ibarretxe fueron mucho más numerosos que los de reivindicación de la paz. Atrás, la viuda y los hijos de Buesa abrían el segundo bloque exigiendo libertad y la desaparición de ETA, arropados por socialistas y populares. En medio, Gesto por la Paz. La mayor concentración humana jamás vista en Vitoria […]». Al margen de detalles concretos, en similares términos contaron lo sucedido el resto de los medios. Allí percibí un ambiente de agresión que me descolocó por completo. No sabía, literalmente, dónde meterme. Estimaba mucho, y estimo, al lehendakari Ibarretxe a nivel personal. Pero no había ido a ningún acto de exaltación de nadie ni de nada en aquellos momentos.

El PNV convirtió su marcha en un acto de exaltación del lehendakari. Atrás, la viuda y los hijos de Buesa abrían el segundo bloque exigiendo libertad y la desaparición de ETA. En medio, Gesto por la Paz.

Mi lugar era la fila de la viuda e hijos, pero no me sentía cómodo acompañando a gente que coreaba cosas que no me gustaban mientras veía alrededor pancartas de «Basta ya». No había ido a eso. Había ido a solidarizarme con la familia, en primer lugar, no a apoyar proclamas, y a protestar sin matices ni justificaciones políticas contra aquella barbaridad. A denunciar la salvajada. Todo lo demás no me importaba demasiado. No me importaba nada.

Por eso respiré cuando pude localizar al grupo de Gesto, guiado por el móvil de un compañero, en medio de las dos manifestaciones. Tan solo, y no era poco, denunciando la barbarie. Pensé que aquellos carteles caseros que reclamaban unidad frente a la violencia y huían de siglas era lo único necesario, por muy solos ante el resto que nos pudiéramos sentir. Un soplo de aire en un ambiente de actitudes dislocadas. Unos centenares, no más, pero sosteniendo la llama de la ética, y creo que del sentido común, también entonces.

El Correo, Vitoria-Gasteiz, 26 de febrero de 2000

El Correo, Vitoria-Gasteiz, 26 de febrero de 2000

Aquellos carteles caseros que reclamaban unidad frente a la violencia y huían de siglas era lo único necesario. Un soplo de aire en un ambiente de actitudes dislocadas. Unos centenares, no más, pero sosteniendo la llama de la ética, y creo que del sentido común

Para cuando acabamos el recorrido, hacía media hora que se había marchado el lehendakari. Todo esto también lo recogieron los medios, con nombres y apellidos. Una manifestación dividida en tres. Tres manifestaciones paralelas, dos de ellas plegadas a intereses que parecían alejados de lo que la inmensa mayoría de la sociedad pedía y, sobre todo, necesitaba.

Y ahora, a los veinte años, procede una vez más, recordar aquello. Así lo hacen Raúl López Romo y Gaizka Fernández Soldevilla, del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, en un artículo publicado también en El Correo («La moral en la política» 20.02.2020), en el que cuentan la historia con una versión que no coincide con la que el periódico dio en primera página en aquella ocasión y que acabo de recoger más arriba. Así es como plasman su relato: «En un clima de tensión, dos manifestaciones masivas recorrieron las calles de Vitoria. Una se convirtió en un acto jeltzale de apoyo al lehendakari Ibarretxe […]. La otra, siguiendo la llamada de la familia de Buesa, reunió a los constitucionalistas«. Todas las palabras mágicas recogidas en pocas líneas. La tercera manifestación, la de Gesto por la Paz, inexistente. Simplemente, desaparecida del mapa. Algunos no estuvimos allí.

La tercera manifestación, la de Gesto por la Paz, inexistente. Simplemente, desaparecida del mapa. Algunos no estuvimos allí

Todo esto no lo debería recordar yo, sino un historiador, porque ese es su trabajo. Mirar lo sucedido con la cabeza fría. La moral en política debe darse la mano con la moral en la historia también.

 

Pello Salaburu, miembro de Gogoan por una memoria digna


 

Adjuntamos el reportaje escrito por la periodista Lorena Gil en El Correo el 16 de febrero de 2020 en el que recupera con fidelidad y exquisita profesionalidad lo que ocurrió veinte años antes: «El atentado que partió Euskadi»

La moral en política debe darse la mano con la moral en la historia también.

 

 

 

 

In Memoriam 2020

20 jueves Feb 2020

Posted by gogoanmemoria in Víctimas

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asesinato, asociaciones de víctimas, convivencia, ETA, Fernando Buesa Blanco, Fundación Fernando Buesa, Jorge Díez, Lourdes Oñederra, Memoria, Palacio Europa, PSE-EE, Sara Buesa, víctimas del terrorismo

El 22 de febrero de 2000, ETA mediante un coche bomba asesinó a Fernando Buesa y a su escolta, el ertzaina Jorge Díez. Este año se cumple el XX aniversario del asesinato del político del Partido Socialista y la Fundación Fernando Buesa ha organizado un emotivo acto en el Palacio Europa, In Memoriam. En dicho acto, su hija nos recordaba que éste no es un aniversario cualquiera. 20 años.

Algunos compañeros y compañeras de ‘Gogoan, por una memoria digna‘ hemos querido compartir estos momentos con la familia y con tantos amigos y amigas que también les han querido acompañar.

Además de los políticos que han arrastrado a su paso a todos los medios de comunicación, han estado presentes muchos representantes de asociaciones de víctimas del terrorismo de toda España que han ocupado un lugar más modesto, pero que han sido objeto de especial atención de las dos personas que han intervenido, Sara Buesa y Lourdes Oñederra.

Como todos los años, Sara ha llenado de calor el espacio y con sabias palabras nos ha devuelto la confianza en que el mundo puede ser mejor. Está en nuestras manos. Toda la familia de Fernando Buesa ha subido al escenario y ha emocionado al público al comprobar cómo desde el profundo dolor y del mayor de los daños, puede sobrevivir y crecer el amor; el amor por su padre, el amor por toda la familia.

Posteriormente, han dado la palabra a Lourdes Oñederra. Suponemos que la Fundación Fernando Buesa en breve publicará el acto completo en su página. Hasta entonces, a quienes no habéis podido asistir al acto, os invitamos a ver esta grabación y a disfrutar de uno de los mejores discursos que se han pronunciado desde que ETA dejó a asesinar.

Gracias Lourdes.

Valores intermitentes

16 jueves Ene 2020

Posted by gogoanmemoria in derechos humanos

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asesinato, autocrítica, Casa del Pueblo de Portugalete, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, dictadura franquista, El Correo, El Mundo, empatía, ETA, ETA mátalos, Gesto por la Paz, impunidad, Jon Sistiaga, Joseba Eceolaza, Katrim Himmler, Maria Luisa Sánchez, memoria histórica, nunca más, pena de muerte, presos de ETA, Primo Levi, Sara Buesa, valores intermitentes, vía Nanclares, víctimas del terrorismo, venganza, verdad justicia y reparación, Zubiak

Joseba Eceolaza

La violencia hace que las vidas y los valores se resientan. Porque entre quienes la han defendido, a veces con un entusiasmo cruel, se da un cambio evidente de los parámetros morales. Así hay quienes, mientras exigen el respeto a los derechos humanos de los “suyos”, defienden la historia política de quienes han sido el principal colectivo vulnerador de los derechos humanos en nuestra historia reciente; ETA. Es lo que se podrían llamar  valores intermitentes. Pero los valores, si representan algo, es la universalidad, es decir, la necesidad de aplicarlos ante cualquier situación, incluso ante aquellos hechos que más nos incomodan.

Por eso tienen tanta validez las enseñanzas que la memoria histórica de lo sucedido en el 36 y en la dictadura franquista nos apunta. La tríada verdad, justicia y reparación vale para aquello y también para abordar las consecuencias dramáticas de los asesinatos de ETA. Porque la impunidad y la ausencia de verdad es negativo en cualquier caso.

Así el espacio de los valores, de la reconstrucción de la moral colectiva, tiene tanta importancia en el relato. Porque tras la “costumbre de la muerte”, como decía Primo Levi, tiene que venir necesariamente la deslegitimación social de la violencia. Sólo así lograremos sanar todas las heridas que, aunque no queramos, aún siguen abiertas.

Decía Sara Buesa que con el relato buscamos el “nunca más” y es cierto que esa es la base de cualquier debate sobre el tema. Por eso ha tenido también tanta importancia la polémica  sobre los recibimientos a presos de ETA que se ha dado este verano, porque es central huir de la autoafirmación y acercarse a la empatía con las víctimas. El potencial de un momento post violencia no solo reside en lo retórico, sino que se basa sobre todo en la necesidad de generalizar actitudes más conciliadoras.

Acto de Gesto por la Paz, 2000. El Mundo

La reivindicación orgullosa del historial de ETA retrasa la tarea pendiente del espejo, que es la más dura y más intensa de las tareas. Porque el dolor que ETA estaba generando hubiera sido descifrable mucho antes si nos hubiéramos quitado el velo de la política y sus autoengaños.

Por eso, buscar refugio en una verdad consoladora que llena nuestra historia de victimarios generosos que ejercían una violencia de respuesta, es romper el círculo de los valores y la coherencia. Porque en ese discurso hay un perturbador odio que todavía resiste en el lenguaje, en actitudes, en la mirada tuerta al pasado, porque aceptar la lógica de la violencia de respuesta es tanto como defender la pena de muerte y la venganza.

La representación socialmente predominante de ETA debe ser aquella que niega la secuencia conflicto político-violencia, porque el hecho de la muerte no fue algo inevitable. Quienes decidieron ejercer algo tan brutal como el asesinato lo hicieron solo condicionados por la decisión que tomaron, de forma autónoma, porque creían que así se conseguirían mejor sus objetivos políticos. El entorno social, un contexto histórico o incluso el terrorismo de Estado no justifican semejante caudal violento que afectó a miles de personas asesinadas, amenazadas o chantajeadas.

Por eso, tener el impulso de justificar la historia de ETA a través de la compensación entre víctimas diferentes, por encima de la sensibilidad y el sentido del dolor ajeno, eterniza la salida ante este periodo de violencia. Porque en la compensación, en la existencia de otras víctimas, no puede encontrarse la coartada perfecta para no abordar una revisión crítica de lo hecho y defendido. En ocasiones, el terrorismo de Estado se convierte así en una escapatoria evidente en la asunción de responsabilidades colectivas e individuales ante la historia de ETA.

Katrim Himmler decía que “escarbar en aspectos secundarios tenía a la postre su sentido, pues fue así como se resolvieron los cautiverios mentales”, y es que profundizar en lo que sucedió tras los disparos de ETA suele impactar. Porque en ocasiones solo hemos visto los grandes atentados, las víctimas más conocidas, pero tras los atentados hay tanta barbaridad, que merece la pena rescatarla como elemento pedagógico.

Sacar a la luz que dos personas de Portugalete murieron abrasados en un ataque a la Casa del Pueblo, nos hace ser conscientes de la magnitud de lo que nos ha sucedido. Porque buena parte de la sociedad, especialmente sectores de izquierdas, hemos tenido una falta de empatía aterradora con las víctimas del terrorismo de ETA.

No solo hubo silencio o ambigüedad, también hubo un entusiasmo por el asesinato que se expresaba de muchas formas y en muchos ámbitos, desde el champán hasta el “ETA mátalos” y eso ha formado parte de nuestro paisaje. Por eso ahora toca, aunque canse, consolidar el “nunca más”, especialmente centrado en la garantía de no repetición de ese discurso del desprecio que ha hecho que el discrepante haya sido objeto del odio. Es importante también lo que Reyes Mate llama proceso de rehumanización de quienes ejercieron la violencia.

Por eso, el documental Zubiak de Jon Sistiaga, es tan relevante en este itinerario de paz positiva al visibilizar la importancia de quienes se acogieron a la Vía Nanclares, porque pone en valor muchas cosas, entre otras, el nuevo papel que un victimario puede jugar en su comunidad como agente defensor de los derechos humanos, porque en su dolor, en su autocrítica, en el acercamiento al daño causado, aparece el ser humano, solo y frente a su pasado, sin más bandera, ni más épica, ni más recibimiento que ese.

Que no transcurra demasiado tiempo y que no se sobrescriban los recuerdos, es una responsabilidad de quienes hemos vivido en un tiempo en el que, a veces, nos despertábamos con la noticia fatal de la muerte. Habrá sin duda diferentes relatos, pero contemos al menos la verdad de lo sucedido, sin compensaciones, sin relatos auto justificatorios, sin despreciar a quien piensa diferente, porque la buena convivencia se construye con valores consistentes y universales.

Joseba Eceolaza miembro de Gogoan, por una Memoria Digna


 

Este artículo ha sido publicado en los principales periódicos de la Comunidad Autónoma Vasca y Comunidad Foral Navarra.

Con la Biblia y la Parabelum

13 lunes May 2019

Posted by gogoanmemoria in libros

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abertzalismo, Alberto Martín Barrios, Aldo Moro, Ana Rosa Gómez Moral, asesinato, Asociación por la Paz de Euskal Herria, Bakea Orain, Biblioteca de Bidebarrieta, Bidebarrieta kultur gunea, Brian Currin, cristianos de base, Diputación Foral de Bizkaia, elkarri, ETA, fondos reservados, Gesto por la Paz, Gobierno Vasco, Iglesia vasca, Iniciativa Ciudadana en favor de la liberación de Julio Iglesias Zamora, Isabel Urkijo Azkarate, Jonan Fernández, José Luis Bilbao, José María Ryan, José María Setién, Joseba Goikoetxea, Juan Mari Uriarte, Julio Iglesias Zamora, Kepa Aulestia, Lokarri, Miguel Ángel Blanco, movilización ciudadana, nacionalismo, Paúl Ríos, Pedro Ontoso, Rafa Aguirre, religión de sustitución, Ricardo Blázquez, secuestro, separación de conflictos, subvenciones, teoría del conflicto, Un gesto que hizo sonar el silencio

El pasado 10 de mayo, el periodista Pedro Ontoso presentó su libro «Con la Biblia y la Parabelum» en la Biblioteca de Bidebarrieta acompañado por el sacerdote Rafa Aguirre y por el analista político Kepa Aulestia.

El prologo del libro lo realiza Rafa Aguirre y en él se ofrecen dos ideas de especial interés en relación a la iglesia vasca:

  • «El abertzalismo radical fue una religión de sustitución que desertizó las zonas tradicionalmente más cristianas del país. Dios fue sustituido por la patria vasca, a la que había que entregar la propia vida y, con mucha más facilidad, la de los demás«.
  • «A la iglesia la obnubiló la teoría del conflicto vigente en el mundo nacionalista, sin cuya resolución sería imposible acabar con ETA y su apoyo social. Su disposición a colaborar en la ingeniería política -la historia ha demostrado que era innecesaria y que no hacía más que alentar las esperanzas de los terroristas- oscureció su testimonio moral y evangélico. La Coordinadora Gesto por la Paz, por el contrario, siempre distinguió entre conflicto violencia y conflicto político, y defendió que no se podían mezclar ni relacionar.»

En la Introducción de «Con la Biblia y la Parabelum» el autor hace un paralelismo similar al que realizó Ana Rosa Gómez Moral en el libro «Un gesto que hizo sonar el silencio» entre los asesinatos de José María Ryan o Alberto Martín Barrios, en 1981 y 1983, respectivamente, y el de Miguel Angel Blanco en 1997 con el asesinato de Aldo Moro en 1978. Ontoso afirma «El asesinato de Moro fue el principio del fin de la organización y el inicio de su declive, pues a partir de ahí fue perdiendo el poco apoyo social que le quedaba. Algo parecido ocurrió en Euskadi cuando ETA asesinó a Miguel Angel Blanco«. Sin embargo, Ana Rosa apunta la concurrencia un elemento muy importante: la movilización ciudadana. «…en aquel entonces, aún no existía ese sujeto nuevo que estaba en la arena desde que nació Gesto por la Paz. Cuando asesinaron a Miguel Angel Blanco, ya llevábamos más de diez años de movilización pacífica en contra de la violencia y, concretamente, los dos últimos años habían sido extenuantes debido a los secuestros encadenados y a la insistente y obscena provocación en la calle«. 

El autor, a lo largo de 18 capítulos, analiza el papel de la Iglesia en estos 50 años de violencia. Sin duda alguna, obispos como Juan María Uriarte, José María Setién o Ricardo Blazquez tienen un peso potente, pero el autor también abre paso a iniciativas que parten de los cristianos de base. Algunas de estas son las que se recogen en el capítulo «Un movimiento pacifista con sello cristiano» en el que se relatan las distintas reacciones esporádicas que habían surgido en torno a la iglesia en los años 80 hasta derivar en Gesto por la Paz (1985). Describe los orígenes de esta organización pacifista como netamente cristianos.

Posteriormente, escribe el subcapítulo «Elkarri y la otra línea de la Iglesia» en el que identifica iniciativas como Bakea Orain o elkarri con una iglesia más en sintonía con el nacionalismo vasco. En esta parte del libro, en realidad se narra no solo el trabajo que realizó elkarri durante sus 14 años de existencia, sino la trayectoria personal de Jonan Fernández.

Ocurre algo muy similar con Paúl Ríos «Paúl Ríos: de Gesto por la Paz a Lokarri«. Desde su participación en concentraciones de Gesto por la Paz y su implicación en elkarri a partir del asesinato de Joseba Goikoetxea en 1993, hasta el trabajo de Paúl tras la desaparición real de ETA cuando en Colombia insistía en «el papel protagonista de la sociedad civil». En su trabajo en Lokarri conviene resaltar esta parte: «Ríos aceptó -la propuesta de Brian Currin de coordinar esfuerzos- y, desde finales de 2009, se convirtió en su sombra. Acompañó a Currin por todo Euskadi para comunicar el cambio de estrategia de la izquierda abertzale y socializar el mensaje de que el debate interno estaba muy avanzado. Y que iba en serio. Se reunieron con partidos, sindicatos, empresarios y también con representantes de la Iglesia.» Por razones que se desconocen, Paúl Ríos no «facilitó» una reunión con entre Currin y esa antigua organización a la que gusta referirse, Gesto por la Paz, a pesar de que solo había una distancia de dos pisos entre las sedes de ambas organizaciones.

Tras leer este capítulo, es muy fácil que la persona lectora llegue a la conclusión de que, si bien Gesto por la Paz tuvo un impulso inicial de cristianos de base, fueron las organizaciones elkarri y Lokarri las que realmente estuvieron muy unidas a la Iglesia vasca con la que mantuvieron una muy estrecha relación.

1993, Deia

1993, Deia

Por desgracia, Pedro Ontoso deja de mencionar el trabajo de Gesto por la Paz a partir de 1993. ¿Cuál es la razón? ¿Hasta entonces Gesto por la Paz había sido una organización vinculada a la iglesia y a partir de entonces se desarrolla como una organización laica e independiente de la Iglesia oficial? El libro no ofrece la respuesta.

Conviene matizar algunas afirmaciones que se hacen respecto a Gesto por la Paz. La mayoría son sin importancia como que Gesto por la Paz comenzó a llamarse Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria en la asamblea de confluencia entre la Coordinadora Gesto por la Paz y la Asociación por la Paz de Euskal Herria que fue en noviembre de 1989 y no en 1987, como se afirma. O que José Luis Bilbao se portó bien con Gesto por la Paz en 1990/91, pero no cediendo un local, sino proporcionando mesas y sillas de oficina retiradas de la Diputación Foral de Bizkaia. O que en 1990, Gesto por la Paz tenía 170 grupos, en lugar de los 67 que pudiera tener, ya que no alcanzó los 170 hasta 1996.

Quizás las afirmaciones más «desacertadas» son las de que el Gobierno vasco pidiera a Gesto por la Paz que se movilizara por el secuestro de Julio Iglesias Zamora y que le concediera 14.000.000 de pesetas de los fondos reservados. Ninguna es cierta.

Gesto por la Paz inició la campaña en favor de la liberación del ingeniero de Ikusi nada más producirse el secuestro y por iniciativa propia, como no podía ser de otra forma.

[Texto de la rueda de prensa ofrecida por Gesto por la Paz cuatro días después de producirse el secuestro]

Es cierto, que desde el Gobierno vasco se apoyó la creación de la Iniciativa Ciudadana en favor de la liberación de Julio Iglesias Zamora y que fue Gesto por la Paz la asociación que la impulsó, coordinó y organizó los eventos convocados por la Iniciativa, pero hay que tener en cuenta que:

  1. La Iniciativa en favor de la liberación de Julio Iglesias Zamora se presentó dos meses después de comenzar el secuestro, concretamente, el 4 de septiembre.
  2. El Gobierno vasco -¿tiene fondos reservados?- concedió una ayuda extraordinaria del importe mencionado a la Iniciativa que se destinó prácticamente de manera íntegra a la convocatoria de la manifestación del 11 de septiembre. Y todo el gasto que generó la campaña que Gesto por la Paz desarrolló contra el secuestro de Julio Iglesias Zamora, lo asumió la propia organización pacifista que, además, vio seriamente mermada la subvención que recibiría ese año del Gobierno vasco.

La mayor parte de estas informaciones se pueden obtener de la muy útil web de Gesto por la Paz. Para otras informaciones, quizás habría sido deseable que el autor hubiera consultado a más informadores.

Para terminar, hay que felicitar a Pedro Ontoso, tanto por el libro como por el éxito de la presentación del mismo. Como se puede apreciar en la fotografía, la sala de Bidebarrieta estaba repleta.

Presentación sala Bidebarrieta, 10/05/2019

Isabel Urkijo Azkarate

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