• Hitzaldiak – Charlas
  • Memoria
  • Quiénes somos…

Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

Archivos de etiqueta: Imanol

«Eskerrik asko eta barkatu»

23 domingo Feb 2020

Posted by gogoanmemoria in Memoria

≈ 1 comentario

Etiquetas

'Aun estamos a tiempo', 'El silencio no es cobijo-Isiltasuna ez da aterpe', Alberto Surio, Ana Rosa Gómez Moral, Consejo Asesor del Euskera del Gobierno Vasco, Egunkaria, El Mundo, elkarri, españolista, ETA, Fernando Buesa, Gesto por la Paz, Gobierno Vasco-Eusko Jaurlaritza, Gogoan por una memoria digna, Gregorio Ordoñez, gudari, guerra civil, Hertzainak, Imanol, Jorge Díez, Joseba Pagazaurtundua, Koldo Mitxelena, Lokarri, Lourdes Oñederra. Fundación Fernando Buesa, Luis Carrero Blanco, Maixabel Lasa, presos de ETA, tamborrada, Un gesto que hizo sonar el silencio, UPV-EHU, víctimas del terrorismo

Discurso de Lourdes Oñederra pronunciado en el acto «In Memoriam» por el XX aniversario del asesinato de Fernando Buesa y Jorge Díez.


«Eskerrik asko eta bartatu»

Lourdes Oñederra – El Mundo

Errazak dira gaur lehenengo hitzak: eskerrik asko. Eskerrik asko Nati, Sara, Marta, Carlos; eskerrik asko, Begoña, José Antonio, Lorena. Agradezco, abrumada por el privilegio, la oportunidad de expresarme hoy aquí.

Gracias, muchas gracias a las víctimas del terrorismo vasco que nos han enseñado que la convivencia puede ser mejor, que se puede responder a la violencia sin violencia, gracias a quienes nos han demostrado que el ser humano puede llegar a comportarse con esa dignidad.

muchas gracias a las víctimas del terrorismo vasco que nos han enseñado que la convivencia puede ser mejor, que se puede responder a la violencia sin violencia, gracias a quienes nos han demostrado que el ser humano puede llegar a comportarse con esa dignidad.

En lo que sigue voy a compartir unas reflexiones a partir de mi propia biografía, no porque tenga nada de particular, sino precisamente porque podría ser la de otras muchas personas del País Vasco, cada una con sus particularidades, pero que en lo que les es común, en sus zonas de intersección, representan a la mayoría de esta sociedad.

Para esbozar mi perfil en pocas líneas diré que me crié en una familia nacionalista en la que se me hizo entender por qué no estaba bien celebrar el asesinato de Carrero Blanco como era habitual en nuestro entorno, yo tenía 15 años. Luego fui de Elkarri-Lokarri, algo tampoco demasiado común en mi ambiente. Después, demasiado tarde, fui miembro de Gesto por la Paz, algo que marca un salto cualitativo en mi vida y que es una de las mejores cosas que he hecho. Ahora soy miembro de la asociación Gogoan por una memoria digna. Por lo demás fui, soy, una de tantos.

 

Silencios

Cito del libro, imprescindible, de Ana Rosa Gómez Moral[1]:

«Allí estaba el terrorismo, sus ejecutores y los que les exhortaban. Allí estaban las víctimas, muchas de ellas sin más papel que morir. Allí estaba la sociedad, omisa y extraviada.»

En esa sociedad, omisa y extraviada… estaba yo, estábamos muchos. Como sociedad, en conjunto y salvo honrosas excepciones, no hemos hecho lo suficiente, desde luego no lo hicimos a tiempo; aún hoy seguimos sin romper silencios. Hubo miedo, pero creo que muchos, muchas de nosotros no nos callamos por miedo, no al menos por miedo directo a lo que nos pudiera pasar; fue más bien el miedo al entorno inmediato, cedimos a la presión directa o indirecta de los compañeros de clase, de trabajo, de los parientes, de los amigos. La perversión moral que esta sociedad ha sufrido no ha funcionado en abstracto. Impregnaba y aún impregna bares, cuadrillas, lugares de trabajo, asociaciones deportivas. Callamos…

fue más bien el miedo al entorno inmediato, cedimos a la presión directa o indirecta de los compañeros de clase, de trabajo, de los parientes, de los amigos. La perversión moral que esta sociedad ha sufrido no ha funcionado en abstracto. Impregnaba y aún impregna bares, cuadrillas, lugares de trabajo, asociaciones deportivas. Callamos…

…Por el euskera, por el franquismo, por la relaciones familiares, por las de cuadrilla, por las de trabajo, porque también los otros… El caso es que hemos preferido callar, o no nos hemos atrevido a no hacerlo y, a ratos al menos, hemos conseguido no ser conscientes de que lo hacíamos. (Oí una vez a Sara hablar de la burbuja de la vida cotidiana)

Fuera lo que fuera hay que decirlo, nos lo tenemos que confesar a nosotras mismas. «Que no se repita», decimos, como si sólo con decirlo exorcizáramos el peligro. ¿Qué legado dejamos a las siguientes generaciones, qué les vamos a contar si no nos lo contamos a nosotros mismos? ¿Cuáles van a ser las raíces de los nuevos árboles, si no les hablamos de corazón? ¿Van a tener que hacer comisiones de la verdad para reconstruir lo que ocurrió? Y ¿para poder entenderlo? Si quienes lo vivimos en directo estamos aún aquí, esa parte nos toca a nosotros. Tenemos una responsabilidad histórica: somos quienes podemos hacer que permanezca viva la conciencia de lo ocurrido, del mal. Esa conciencia sería el mejor antídoto para que el horror no se repita.

¿Qué legado dejamos a las siguientes generaciones, qué les vamos a contar si no nos lo contamos a nosotros mismos?

No vale denunciar los silencios tras la Guerra Civil para hacer lo mismo nosotros ahora. No tenemos la más mínima excusa. Si no lo hacemos, nadie lo podrá hacer igual. No debiéramos cargar a las siguientes generaciones con una responsabilidad que nos corresponde. Ya nos hemos «escaqueado» bastante.

Mientras vivimos… inoiz ez da ezer erabat bukatzen: bizi izan duguna, gertatu zaiguna. Egin duguna eta ez duguna, zintzilik daramagu beti. Hor dago, begibistan edo estalita, baina hor, norberaren baitan. (Decía Lourdes Pérez que cada cual lleva su mochila.)

¿Quién va a decir, cuándo, que lo que ETA ha hecho es responsabilidad directa de ellos, pero que además tiene que ver con cada una, cada uno de nosotros, con lo que dije o dejé de decir, con lo que hice o no hice? No se trata de fustigarse, sino de tomar conciencia cada individuo, de ser conscientes. Sólo así surgirá una sociedad mejor, es decir, una comunidad de personas que ha aprendido, que ha avanzado por su reconocimiento de lo ocurrido… no de lo ocurrido a otros, ni al nosotros colectivo frente a los otros, sino a cada individuo, de lo que nos ha pasado a cada una, a cada uno de nosotros. Sólo desde esa actitud tendría sentido decir que «todos hemos sufrido» porque, cuando ETA actuaba, quienes no hemos sido víctimas, mientras no nos acercábamos a ellas, perdíamos dignidad como seres humanos.

No se trata de fustigarse, sino de tomar conciencia cada individuo, de ser conscientes. Sólo así surgirá una sociedad mejor, es decir, una comunidad de personas que ha aprendido, que ha avanzado por su reconocimiento de lo ocurrido…

¿Qué nos ocurría?

Quienes nos dedicamos a la lingüística y, dentro de la lingüística, a la fonología, sabemos que los seres humanos no percibimos (aunque los produzcamos) aquellos sonidos que nuestra lengua no necesita para distinguir significados. Así, hay por ejemplo, un tipo de «s» que no distinguimos quienes tenemos como lengua primera el euskera, el español o ambas. Sin embargo, en francés es suficiente esa «s» para distinguir, por ejemplo, pez de veneno. Se podría decir que no se percibe aquello que no nos es lingüísticamente necesario. Haciendo una analogía diría que durante mucho tiempo una gran parte de esta sociedad hemos podido hablar la lengua de la opulencia, del bienestar, de lo bien que se vive aquí. Nos pudimos callar porque nos iba bien así. La sociedad vasca ha sido un lugar cómodo que nos ha permitido «no meternos en líos». Pudimos hacer como que la solución a la violencia no iba con nosotros, nuestra percepción fue, en el mejor de los casos, parcial: se nos abotargó la conciencia. Alberto Surio habla de «una conciencia mutilada«. Y ahora que la violencia ha cesado, me temo que el abotargamiento se afianza. No tiene paralelo desde luego en la creciente sensibilización de la sociedad ante otras violencias como la machista, el acoso escolar, los abusos de menores, las consecuencias de la precariedad laboral, todas ellas causas que tienen precisamente en la sociedad vasca una visibilidad particular. Algo de lo que enorgullecernos. Supongo. Pero, junto a eso…

Nos pudimos callar porque nos iba bien así. La sociedad vasca ha sido un lugar cómodo que nos ha permitido «no meternos en líos». Pudimos hacer como que la solución a la violencia no iba con nosotros,

Durante 25 años las comparsas de la tamborrada de San Sebastián han pasado por delante del bar donde asesinaron a Gregorio Ordóñez como si aquello no hubiera ocurrido y los demás hemos comido deliciosos pinchos allí mismo sin que nos temblara nada y a eso le hemos llamado ambiente, buen ambiente.

Los profesores de la Universidad del País Vasco mayormente hemos vivido en silencio, dando nuestras materias como si nada, salvo las muy honrosas excepciones, que han tenido a menudo que marcharse. No se les ha hecho ningún homenaje.

No hemos sido conscientes de la atrocidad, no calibramos el horror porque no estábamos con la víctima, no la veíamos, no estaba presente en nuestra vida. Sin duda, una gran parte de esta sociedad tuvo menos dificultad en percibir el sufrimiento de los presos de ETA, la injusticia de las torturas, la dureza de los exilios o el terrorismo de Estado. Eso sí formaba parte de nuestra vida.

No hemos sido conscientes de la atrocidad, no calibramos el horror porque no estábamos con la víctima, no la veíamos, no estaba presente en nuestra vida. Sin duda, una gran parte de esta sociedad tuvo menos dificultad en percibir el sufrimiento de los presos de ETA, la injusticia de las torturas, la dureza de los exilios o el terrorismo de Estado. Eso sí formaba parte de nuestra vida. Estaba en la calle, en las paredes de los bares y la decoración popular de las fiestas. Por eso y por lo que hoy nos reúne, quiero hablar de nuestra pasividad ante la violencia de ETA, de ésa que aparentemente era como la «s» francesa en esta sociedad. En ese sentido, en el Manifiesto firmado por mi gran maestro Koldo Mitxelena y otros 32 en 1980, titulado con optimismo «Aún estamos a tiempo» se leen las trágicamente clarividentes palabras:

«la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles.»

Palabras

Junto a nuestro silencio ante el horror, han estado las palabras (públicas, cotidianas), arropándolo consolidándolo, sosteniéndo la inercia. Palabras insensatas. Hablar se dice en euskera hitz egin, literalmente ‘hacer palabra’ y las palabras se hacen ligando una forma a un contenido y viceversa. El lenguaje humano tiene dos funciones básicas, la comunicativa y también la cognitiva, esa ligazón entre forma y contenido participa en la formación del pensamiento y a menudo está contaminada por la manipulación interesada de ese pensamiento.

No vamos bien cuando el pronombre nosotros no rebota en un vosotros, sino en un ellos, los otros.

– cuando circulan palabras como españolista, de denotación brumosa y connotación envenenada.

– cuando se acepta la utilización de gudari, tanto para referirse a quienes se alzaron a favor de la República contra los golpistas como para referirse a los terroristas.

– cuando no se sabe distinguir conflicto de violencia,

– cuando contextualización equivale a justificación.

– cuando se llama equivocación a lo que fue una opción, la de considerar que la vida humana valía menos que la idea de patria de unos cuantos.

Si son molinos de viento, son molinos de viento, no gigantes. Digámoslo. Puede ser divertido hablar de gigantes, puede dar mucho juego en literatura; las metáforas, las imágenes están muy bien en poesía y la poesía tiene su valor, pero no nos conviene hacer poesía cuando lo que hay que hacer es otra cosa. Hay que intentar que nuestras palabras se atengan a su significado y su significado a la palabra. No podemos quedarnos, por ejemplo, en vaguedades como que todos hemos sufrido, en inexactitudes como aquí ha habido un conflicto como si hubiera ocurrido una glaciación. Aquí ha habido agentes y pacientes, asesinos y asesinados, extorsionadores y extorsionados, ha habido quien ha apoyado a los asesinos y extorsionadores, ha habido gente, valiente, que se ha opuesto a ellos y ha habido otra mucha gente que nos hemos quedado (en distintas maneras, circunstancias y grados) mirando a otro lado.

Hay que intentar que nuestras palabras se atengan a su significado y su significado a la palabra. No podemos quedarnos, por ejemplo, en vaguedades como que todos hemos sufrido, en inexactitudes como aquí ha habido un conflicto como si hubiera ocurrido una glaciación

La violencia tuvo a favor, además de sus instigadores intelectuales, además de quienes llevaron a la práctica las acciones criminales y además de quienes las apoyaron políticamente, el silencio de casi todos los demás, nuestra pasividad.

Euskal kultura

Hemen gaizkileak egon dira, beraiek nahi bezalakoa ez zena hil egin dutenak. Batzuek ez dituzte gaizkiletzat hartu: «askatasun haizea» dio Hertzainak-en kantak. Beste batzuek bai, baina ez gara gaizkileek kaltetuengana hurbildu, ez ditugu gutakotzat hartu, gurekin zerikusirik izan ez balute bezala, kaltea besterena balitz bezala.

Acabo de mencionar una canción vasca que oíamos con emoción en los últimos 80 y en los 90. ¡Cómo no compadecerse de quien espera en soledad al lado de la cama vacía de la hija, del marido o el hijo encarcelado a muchos kilómetros de distancia! Cómo no entristecerse con eso. Es bueno que sea así, seríamos monstruos si no lo fuera. Lo grave es que cuando yo, fan de Hertzainak desde sus comienzos, oía a Gari cantar aquello en un concierto, ni me acordaba ni me compadecía de esas otras madres que habían perdido al hijo asesinado, no pasaba por mi mente la imagen de esas otras camas vacías. Taupadak gure bihotzean, como si no latiera también el corazón de tantos hermanos, hijas, parejas de todos aquellos que ETA luchando por el pueblo vasco, su cultura, su independencia mataba inmisericorde. Gure bihotzean, a nuestro corazón sólo se añadían unos latidos y no los otros, latíamos con los encarcelados y no con los asesinados. Sentimentalismo frente a sentimiento humano, afectividad de trinchera.

‘Gure bihotzean’, a nuestro corazón sólo se añadían unos latidos y no los otros, latíamos con los encarcelados y no con los asesinados

Me digo esto intentando sacudir diacrónicamente mi yo de entonces preguntándome qué me pasaba y me preocupa particularmente pensar que hoy aún hay gente a la que le sigue pasando lo mismo. Pienso, por ejemplo, en quienes han actualizado esta misma canción adecuando el número de camas vacías al número de presos actuales para corearla en plazas de pueblos vascos las pasadas Navidades. Esa bella canción sigue sosteniendo la creencia de que ignorar el mal causado puede ser «askatasun haizea» ‘viento de libertad’. Estamos contaminados.

El foso

Recurro (perdón por el egocentrismo y por la repetición) a dos anécdotas, que suelo repetir, porque fueron verdaderas epifanías para mí. Una se refiere a cuando dediqué un premio a la memoria de las víctimas de ETA; alguien vino a decirme que no estaba mal que lo hubiera hecho, pero que cómo se me había ocurrido decirlo delante de los otros…. La otra anécdota es de cuando, tras una reunión extraordinaria del Consejo Asesor del Euskera del Gobierno Vasco por el cierre del diario Egunkaria, otro miembro del Consejo, me recordó la parábola del hijo pródigo para explicarme por qué el Consejo había participado como tal en la gran manifestación en contra del cierre del periódico, pero no había protestado por el asesinato de Joseba Pagazaurtundua ocurrido veinte días antes de esa reunión. Quien cerraba el periódico -me dijo- no era de los nuestros, quien había matado a Joseba sí, aunque estuviera equivocado. Ese foso abierto entre el mundo nacionalista y el no-nacionalista es más profundo que el existente entre violentos y no-violentos. Ahí creo que ETA sí ha conseguido algo, algo que no es bueno. Amparada en el ultranacionalismo, apoyada en ignorancias interesadas o ingenuas, cuando no directamente en el miedo, ha conseguido afianzar en nuestra sociedad la sensación de que no ser nacionalista es algo que habría que justificar. Nuestro silencio lo ha legitimado.

Quien cerraba el periódico -me dijo- no era de los nuestros, quien había matado a Joseba sí, aunque estuviera equivocado. Ese foso abierto entre el mundo nacionalista y el no-nacionalista es más profundo que el existente entre violentos y no-violentos.

Arazoa da ezin dugula gaia alderdi moraletik hartu erabat eta bereiz, ezin dugula gainditu zatiketa ideologikoa: gureak eta ez-gureak, besteak. Gurearekikoa da maitasuna, gogo ona, noski; baina onartezina da besteenganako gogo onik eza, zenbaiten gorrotoan sustraitua eta besteren gorrotoa bazkatu duena.

Ese foso entre nosotros y ellos arrastró por el espejismo de la progresía y la revolución incluso a quienes no eran nacionalistas o no lo éramos muy fervorosamente; siempre hubo una brumosa y difusa idea de autenticidad, de lo que era más de aquí y que iba envuelto en el manto protector del sufrimiento histórico, específicamente el de la Guerra Civil, como si la Guerra Civil hubiera sido entre vascos y españoles, más exactamente de España contra Euskadi. Hay entre nuestros alumnos quienes aún lo conciben así.

ETA sí ha conseguido algo: ha conseguido afianzar en nuestra sociedad la sensación de que no ser nacionalista es algo que habría que justificar.

Todas estas cosas hay que decirlas, no contra el nacionalismo en su conjunto (nacionalismo al que pertenece una parte grande de mi corazón y de mi historia), pero sí para quitar peso a ciertos esencialismos, para facilitar la convivencia, para aligerar el aire, para aliviar el peso de algunas palabras… porque, cuando se reflexiona sobre ellas, cuando se deja de decir nuestro país en singular, nuestra lengua en singular, el pueblo vasco en singular, nuestro pasado en singular, nuestro conflicto en singular y, sobre todo, cuando se quitan las mayúsculas, resulta aún más absurdo y más cruel que se haya llegado a asesinar a tantas personas en nombre de esas ideas, de esos conceptos.

Yo misma no me moví, más allá de firmar algún manifiesto colectivo y algún artículo en la prensa en euskera, no hice nada físicamente, hasta que asesinaron hace veinte años a Fernando Buesa y Jorge Díez en nuestro campus y vibraron las ventanas de mi despacho en la Facultad de Letras. No sé si asociarlo a la cercanía física es un mero recurso narrativo. Lo que es cierto, lo que debe constar en mi parte del relato es que fue cuando participé por primera vez en las concentraciones de repulsa contra ETA, la primera vez que salí a la calle con «los otros». También es de ese año aquel manifiesto no equidistante que firmamos 140 personas del mundo de la cultura vasca contra ETA, «El silencio no es cobijo / Isiltasuna ez da aterpe«.

Cuando hace veinte años asesinaron a Fernando Buesa y Jorge Díez fue cuando participé por primera vez en las concentraciones de repulsa contra ETA, la primera vez que salí a la calle con «los otros».

Fin, relato

Nos tenemos que reeducar, hay que avanzar y, para ello, hay mucho que repensar. Las personas asesinadas por ETA no sólo tenían derecho a vivir, sino que tenían derecho a ser quienes eran y pensar como pensaban. Ahora tampoco deberíamos callar ante el hecho de que ETA sólo se excuse por unas muertes y no por otras. No podemos regalar ni un gramo de legitimidad a nadie sólo por dejar las armas, no podemos dar por buena una sociedad de nosotros y ellos, los otros.

No podemos regalar ni un gramo de legitimidad a nadie sólo por dejar las armas, no podemos dar por buena una sociedad de nosotros y ellos, los otros.

Ya que la lección ha sido tan amarga, aprendámoslo todo: venimos de años sin oxígeno, en los que la tiranía de las armas iba acompañada de la tiranía de las miradas que controlan quién simpatiza con quién, quién canta qué; esa tiranía de comportamientos que, como por ósmosis, se han ido contagiando de los más convencidos a los no-tanto-pero-bueno, a los del esto-es-lo-que-hay, formando entre todos esa masa de silencio, de ceguera que nos ha permitido vivir a la mayoría de vascos y vascas como si el asunto no fuera con nosotros. Cada cual en sus circunstancias, sin juzgar a nadie en el plano personal, tenemos que seguir reaccionando; muchos lo hemos hecho tarde, otros aún no lo han hecho…

la tiranía de las armas iba acompañada de la tiranía de las miradas

No es un ejercicio de auto-flagelación sino de auto-redención; redimirnos, otra palabra sobre la que hay que pararse a pensar sin prejuicios: el mayor beneficiario de reconocer lo ocurrido es uno mismo, una misma. Tenemos ahora la oportunidad de redimirnos, de hacer lo único bueno que se puede hacer  con el horror que hemos vivido. Hagámoslo.

Hagamos cada cual nuestro relato, sin preocuparnos tanto de si el relato general, el relato con «R» mayúscula será uno o varios, si saldrá un cuadro abstracto o un patchwork de colores. En esta parte individual del ejercicio no hay que perder energía en adelantar el resultado final. Es trampa escudarse en la dificultad de llegar a un consenso para no asumir la responsabilidad que corresponda a cada una, a cada uno. La práctica misma del ejercicio nos cambiaría, nos curaría: ¿Qué hice cuando mataron en Bilbao a José María Aguirre? Y ¿cuando hirieron a Recalde en San Sebastián? ¿Dónde estaba yo, cuando un coche bomba mató a seis niños y cinco adultos en Zaragoza? Y ¿qué dije a quién? ¿Cómo es que ni me acuerdo de aquello que pasó en una calle del centro aquel mes de octubre mientras yo preparaba una oposiciones? O ¿iba mucho a la playa aquel verano en el que hubo 20 muertos en 12 semanas, aquel año en el que más de 40 personas fueron asesinadas? ¿Qué firmé o dejé de firmar, qué comenté en el trabajo, cómo (me) justifiqué el no ir a una concentración? ¿Dónde estaba yo y cómo reaccioné cuando mataron al hermano de Ana, y al de Maite, al padre de Iñaki, al de Jaime, al marido de Maixabel? ¿Cuántos años tenía yo cuando mataron al padre de Ángel y Lourdes?[2] Aquel otro día… ¿en qué bar estaba y qué fotos había en las paredes? ¿Ponía «agur eta ohore» a quien había secuestrado o mandado secuestrar a Revilla? ¿Por qué no fui al concierto de Imanol tras el asesinato de Yoyes? Cada cual sus preguntas, cada cual sus respuestas, pero nunca la indiferencia. Si cada una, cada uno lo hacemos ya no saldremos a la calle igual, ni diremos las misma palabras, ni respiraremos del mismo modo. Ciertamente, al recordar nuestra pasividad, cuesta respirar pero el aire es más limpio. Se trata ver el mundo con otros ojos, transformarse.

el mayor beneficiario de reconocer lo ocurrido es uno mismo

Se trata de no olvidar, de obligarnos a recordar los hechos, lo ocurrido, de releer los nombres, edades, circunstancias vitales de cada víctima; el lugar y el día del atentado… y ligarlo con nuestra memoria individual: dónde estábamos, qué hacíamos quienes no temíamos aquellas balas, aquellas bombas, aquellos secuestros. Ahora que las armas han callado, que no falten las palabras, que no siga el silencio, la mirada escorada.

Ahora que las armas han callado, que no falten las palabras, que no siga el silencio, la mirada escorada.

Plantearnos el futuro perdidos en generalidades y abstracciones, en la confusión de sufrimientos es, además de fundamentalmente injusto con las víctimas, como construir viviendas en suelo contaminado.

Que vea cada una, cada uno cómo lo hace, a quién le cuenta sus trozos de verdad. Que lo haga al menos consigo mismo, cada una ante su espejo. Si lo hacemos sinceramente ya no podremos reeditar como si fueran de actualidad los discos clandestinos del franquismo, jugando a que seguimos allí. Ya no nos resultará tan fácil cantar «Haurtxo-haurtxoa» como si el padre preso lo estuviera por la libertad de Euskadi: zu bihar libro izaiteko, hemen gertatuaz lotsatzen ikasi behar genuke. Para que nuestros hijos sean libres, habremos de reconocer que durante años hemos dado cobijo a la bestia que nos ha ido engullendo la conciencia.

Para que nuestros hijos sean libres, habremos de reconocer que durante años hemos dado cobijo a la bestia que nos ha ido engullendo la conciencia.

Cada cual se tendrá que enfrentar a lo que le corresponda. En este terreno no vale ampararse en la culpabilidad de otros, no avanzamos enrocándonos en las inercias, aunque sean las de la pasividad. Es necesario reconocer nuestras propias vivencias para reconducir esta sociedad: hay que contribuir a deshacer la idea perversa de los dos bandos, romper los bloques para pasar a la convivencia de ciudadanos diversos.

He empezado dando las gracias y quiero terminar pidiendo perdón a todas las personas a quienes nuestros largos y amplios silencios, el vacío que las ha rodeado, han re-victimizado. Quiero también pedir perdón a las víctimas porque las acciones de ETA se ejercían en nuestro nombre y porque sólo el encuentro con las víctimas nos devolverá la ilusión de mirarnos de frente en el espejo.

También debería seguramente pedir perdón porque sinceramente temo que este pueblo del que formo parte no se está esforzando en recordar lo que tantas, tantos durante tanto tiempo, mientras ocurría, conseguimos no percibir. Ojalá me confunda y las semillas de bondad e inteligencia lleguen a germinar para que brote savia de conciencia y perdón.

También debería seguramente pedir perdón porque sinceramente temo que este pueblo del que formo parte no se está esforzando en recordar lo que tantas, tantos durante tanto tiempo, mientras ocurría, conseguimos no percibir. Ojalá me confunda y las semillas de bondad e inteligencia lleguen a germinar para que brote savia de conciencia y perdón. Horrela izango ahal da.

 

[1] Un gesto que hizo sonar el silencio, Bilbao, Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria, 2013, página12.

[2] Nombro a víctimas con las que he tenido una relación personal, en agradecimiento sincero porque conocerlas me ha acercado a las víctimas, me ha llevado a percibirlas como mis iguales.

 


Nuestro agradecimiento a la Fundación Fernando Buesa.  Discurso de Lourdes Oñederra (pdf) y el vídeo: In Memoriam, Vitoria-Gasteiz, 20 de febrero de 2020.

No hay balas de olvido

11 martes Sep 2018

Posted by gogoanmemoria in Memoria, Víctimas

≈ Deja un comentario

Etiquetas

ABC, Ana Rosa Gómez Moral, Antton López Ruíz, asesinato, Bake Hitzak-Palabras de Paz, concierto contra el miedo, Desde su ventana, Dolores González Katarain, El País, ETA, Gesto por la Paz, Imanol, Imanol Larzabal, izquierda abertzale, Kubati, Memoria, reinserción, secuestros, terrorismo, Víctimas, Yoyes, Yoyes 1986-1996

Hoy hace 32 años que el miembro de ETA, Antton López Ruiz, alias Kubati, asesinó en una plaza de Ordizia a Dolores González Katarain, Yoyes, ex miembro de la organización terrorista que optó por abandonarla. Como se puede ver en la imágen, esta es la interpretación que ETA y sus seguidores hicieron de aquella decisión.

Fue un asesinato que impactó a toda la sociedad y que retumbó en los cimientos de la propia izquierda abertzale y de muchas personas que, hasta la fecha, habían manifestado cierta simpatía «por la causa» o se habían mostrado un tanto «indiferentes». Otros cogieron el testigo de la rebeldía y ya no lo soltaron.

  • «Ex militantes de ETA apoyan a Imanol Larzabal tras las amenazas sufridas por parte de ETA» El País
  • «Imanol Larzabal» El País
  • «Todos contra el miedo» ABC

En 1996, en plena época de secuestros y con un importante acoso a todas aquellas personas que cuestionaran a ETA, se cumplía el décimo aniversario del asesinato de Yoyes y su familia y amig@s le rindieron un homenaje en Ordizia. Además de aquel acto público, editaron el libro «Yoyes, 1986-1996» en el que se recogían escritos de diversas personas; unas cercanas a la víctima, otras simplemente comprometidas con la libertad y la paz en Euskal Herria.

En el número 22 de la revista de Gesto por la Paz, Bake Hitzak-Palabras de Paz, además de incluir una reseña del libro, reprodujo un artículo escrito por Ana Rosa Gómez Moral con motivo de este décimo aniversario que queremos recuperar aquí.

A Yoyes
Si hubiera un arma que matara la memoria, no habría víctimas. Pero aún no se ha inventado nada que dispare el olvido. Es más, cuando alguien mata, no hace más que propagar el recuerdo de su víctima. De hecho, mis propias palabras son una prueba de esa contradicción entre el deseo de aniquilar y el efecto no buscado que difunde la memoria de la víctima, porque la existencia de Yoyes, para mi hasta entonces difuminada en esas siglas que la mataron, se asomó a mi vida justo el día de su asesinato.
Quienes la conocieron no podrán eludir el recuerdo de una vivencia o de un sentimiento en aquellos lugares donde los compartieron con ella. Los rastros de esas experiencias estarán prendidos como girones de tela ondeando al viento que volverán a ver cada vez que pasen por allí. También en mi memoria, hay una plaza de Ordizia que siempre tendrá la mancha de su sangre, una sábana blanca y un tractor. Y fue, precisamente, la plasticidad y el impacto de esa muerte violenta el pistoletazo de salida que despertara mi curiosidad por su vida, justo en el momento en que yo empezaba a hacerme las mismas preguntas que, luego, descubriría que ella ya se había formulado mucho antes, un momento que aún perdura, porque trataba de explicarme lo de entonces y lo de ahora que, al fin y al cabo, son lo mismo, puesto que los une un hilo invisible que, como aquel que sirve de trampa mortal al pez, no se ve, pero acaba desgarrándonos por dentro. Aquel momento es siempre, porque no hay nada que no haya ocurrido ya, ni nada que no vaya a seguir ocurriendo después en el mismo o en cualquier otro lugar.
Más tarde, con el libro de su vida en las manos, supe también que hay memorias que se aprenden. Yo leía como si anduviera con un vaso rebosante de cuyo contenido no debía derramarse ni una gota. Su voz escrita se convertía, a veces, en el mar oído desde lejos, grave, serio y profundo, mientras que, en otras ocasiones, el agua salada sonaba enérgica, ágil e indómita, como si me hubiera acercado a una orilla de acantilados.
Ahora sé que las ruinas de su existencia recobraban vida a través de la memoria compartida y sé, también, que su historia ocupa una parcela de mis propios recuerdos. Sin embargo, aunque llegué a familiarizarme con los nombres, los lugares y los hechos que formaron parte de su vida, todos ellos resultaban anecdóticos frente al espíritu de esa inmensa tarea que, según destilaban sus palabras, se había auto impuesto y que consistía en vivir conscientemente la vida en lugar de dejar que fuera la vida misma la que arrollara implacablemente su existencia.
El recuerdo de ese compromiso supremo, el compromiso consigo misma, es el que mantiene vivas su libertad y su rebeldía, y el que va a procurar que no permitamos
que nuestros sueños se conviertan en inútiles embarcaciones luchando por deshacer-los nudos que los atan al puerto de la indolencia.
Una vez que hemos participado de la memoria de alguien, la hemos hecho, de alguna manera, nuestra. De esa forma, el compromiso consigo misma, la libertad y la rebeldía de Yoyes forman parte de los nuestros. Por eso, no hay balas contra la memoria ni tiempo que pueda hacer amarillear los recuerdos que compartimos.

 

 

 

Los presos y presas de ETA (2)

28 lunes May 2018

Posted by gogoanmemoria in Memoria, presos, Sin categoría

≈ 3 comentarios

Etiquetas

acercamiento, Asociación de Víctimas del terrorismo, AVT, cárcel, colectivo de presos vascos, Denon Artean-Paz y Reconciliación, dispersión, Dolores González Katarain, El Correo, El Diario Vasco, El País, elkarri, ETA, Gesto por la Paz, Herrera de la Mancha, Iñigo Urkullu, Imanol, Imanol Larzabal, Isidro Etxabe, izquierda abertzale, Josu Urrutia, La Vanguardia, presos y presas de ETA, reconocimiento del daño causado, reinserción, Uxue Barkos, Yoyes

Uxue Barkos e Iñigo Urkullu

Y retomando parte de lo que se escribió y se dijo en torno a la declaración de disolución de ETA, recordamos que el Lehendakari Iñigo Urkullu y la presidenta de Navarra Uxue Barkos pidieron al Gobierno español el acercamiento de los presos y emplazaron a estos a “desarrollar las vías legales penitenciarias sobre la base de los principios de individualización, reconocimiento de daño causado y reinserción”.

¡Refresquemos la memoria!

La reinserción: el Estado y ETA

La reinserción de pres@s siempre ha sido una cuestión muy delicada por no decir directamente polémica. Por una parte, estaba la Administración, el Estado, que a pesar de tener recogido en la Constitución ese derecho y de haberlo incorporado a la Ley Orgánica General Penitenciaria que en su preámbulo dice: ‘La finalidad fundamental que doctrina y legislación atribuyen en la actualidad a las penas y medidas de privación de libertad es la prevención especial, entendida como reeducación y reinserción social de los condenados’, salvo en momentos muy determinados, siempre ha sido reticente a propiciar el uso de este derecho.

Por otra parte, estaba ETA y la izquierda abertzale que siempre se posicionaron absolutamente en contra de que ‘sus presos’ optaran por iniciar un proceso de reinserción. Para la izquierda abertzale, la reinserción era sinónimo de traición a la causa; de ahí, que se trabajara cuanto fuera necesario para mantener la férrea unidad a la que estaba sometido el ‘colectivo de presos vascos’. Esta unidad era muy importante, mucho más que su ubicación geográfica; de hecho, mientras los presos de ETA estuvieron concentrados en la cárcel de Herrera de la Mancha y desde la izquierda abertzale se organizaban autobuses y autobuses de futuros votantes y fieles seguidores hasta… la cárcel o hasta la muerte, no había demasiadas quejas respecto a la lejanía de aquel centro penitenciario. Fue la dispersión de los presos a lo que se temía más. Y se la temía porque podía significar una activación de procesos de reinserción y, sí, la reinserción era la mayor enemiga para la izquierda abertzale dentro y fuera de las cárceles porque podría suponer el debilitamiento de la causa.

Yoyes

La prueba más cruel con la que demostraron su temor a la reinserción fue el asesinato de Dolores González Katarain, Yoyes, el 10 de septiembre de 1986: «Asesinada en Ordizia la ex dirigente ‘etarra’ ‘Yoyes’ un año después de acogerse a la reinserción» (El País). Aquella ejecución ante su hijo de tres años, significó mucho más que lo que ETA pretendía y, en nada tiempo, se organizaron manifestaciones públicas contra el terror con el que ETA pretendía someter a toda la sociedad. Como dijo un periodista de La Vanguardia:

«ETA mató con una pistola a su antigua dirigente, pero erró el tiro: Yoyes, más que en un ejemplo de ETA, se convirtió en un mito contra ETA, al difundirse su pensamiento contra el «militarismo de corte fascista» en el que había caído la banda y arremeter contra los «payasos» de su entorno político que solo aplaudían atentados y más muertes. Así, Yoyes pasó a convertirse en la voz de la conciencia de una sociedad vasca que comenzó a abrir los ojos a lo que verdaderamente era ETA («la hidra sangrienta que nos atenaza», escribió) y todo empezó a cambiar en Euskadi.«

Concierto «Contra el miedo», noviembre de 1989

Aquella ejecución, no sólo creó en Yoyes un mito contra ETA; sino que también creó un mito contra el miedo personalizado en Imanol Larzabal quien, desde entonces hasta su muerte lejos de Euskal Herria, sufrió una persecución implacable.

30 años después de asesinar a Yoyes [¡Cuántos años perdidos y cuántas vidas arrebatadas en ese tiempo!] la situación ha cambiado de manera radical y en abril de 2016 leímos esto: «El etarra que mató a ‘Yoyes’ por reinsertarse pide ahora a los presos que sigan el ejemplo de su víctima» (El Correo). Por arte de birlibirloque, la reinserción dejara de ser maldita, para convertirse en el único camino a seguir para todo el colectivo de presos de ETA.

La reinserción y la sociedad

En 1992, Isidro Etxabe y Josu Urrutia también desafiaron a la banda y, a pesar de las amenazas de los abogados de la izquierda abertzale -‘Abogados de HB dicen a Etxabe que «ni por el forro de los cojones» le tolerarán romper ETA‘ (El País), optaron por la reinserción. Con el precedente de Yoyes, el paso que estaban dando estas dos personas se convirtió en un foco de especial interés para la sociedad vasca en general.

Es verdad que aparecieron pintadas amenazantes hacia Etxabe y Urrutia, pero también se vieron pintadas como estas:


La reinserción era un derecho de la persona presa y, a la vez, uno de los objetivos del sistema penitenciario, pero estaba absolutamente anulada por los intereses de unos y de otros. ¿Qué pensaba o hacía la sociedad al respecto?

En esta época, las organizaciones pacifistas Gesto por la Paz y Denon Artean-Paz y Reconciliación ya reflexionaban sobre la reinserción de los presos y el 28 de marzo de 1994 en una rueda de prensa ofrecieron su análisis sobre la REINSERCIÓN.

Este documento tiene que ser leído teniendo en cuenta que fue escrito hace 24 años y precisamente la avanzada edad del mismo es lo que le otorga más valor aún porque sus reflexiones fueron sabias y valientes y, hoy día, siguen teniendo la misma vigencia que cuando las hicieron públicas.

En el documento se apuntaban tres criterios para iniciar el proceso de reinserción:

a) Desvinculación de la organización armada. Resulta necesaria una renuncia explícita a cualquier estrategia basada en el ejercicio de la violencia.
b) Acatamiento de las reglas y principios básicos democráticos.
c) Reconocimiento del daño causado. Se trata de un principio ético general que indudablemente debe ser tenido en cuenta en sus aspectos de autocrítica hacia lo causado, tanto en su dimensión social como en la humana.

¿Hoy en día la mayoria de los presos de ETA cumplirían estas condiciones? Lo dejamos para más adelante, pero antes de terminar, vamos a ver qué pensaba la sociedad mientras estas dos organizaciones pacifistas lanzaban estas ‘condiciones’ sobre la reinserción.

  • En 1992, el Diario Vasco recogió un estudio realizado en Gipuzkoa sobre la opinión de la sociedad en relación a las medidas de reinserción:
    • el 33% de los entrevistados era partidario de que se cumplieran las condenas
    • el 33% era partidario de que se intentara aplicar medidas de reinserción a todos los presos
    • el 24’9% era partidario de que las medidas de reinserción solo se aplicaran a aquellas personas presas que no tenían delitos de sangre.

Aquí se puede leer el reportaje «Apoyo matizado a la reinserción y respaldo significativo al cumplimiento de las condenas«.

  • La izquierda abertzale siguió y sigue empecinada en que la alternativa al cumplimiento íntegro de las penas no tiene que ser una solución individual, sino colectiva.
  • La AVT: 
  • Y Elkarri:  ya que elkarri argumentaba que «la salida de los presos será más bien una consecuencia del acuerdo logrado» [leer noticia entera]

Continuará.

Suscribir

  • Artículos (RSS)
  • Comentarios (RSS)

Archivos

  • mayo 2022
  • abril 2022
  • marzo 2022
  • enero 2022
  • diciembre 2021
  • noviembre 2021
  • octubre 2021
  • julio 2021
  • junio 2021
  • mayo 2021
  • abril 2021
  • marzo 2021
  • febrero 2021
  • enero 2021
  • diciembre 2020
  • noviembre 2020
  • octubre 2020
  • septiembre 2020
  • agosto 2020
  • junio 2020
  • mayo 2020
  • abril 2020
  • marzo 2020
  • febrero 2020
  • enero 2020
  • diciembre 2019
  • noviembre 2019
  • octubre 2019
  • septiembre 2019
  • agosto 2019
  • julio 2019
  • junio 2019
  • mayo 2019
  • abril 2019
  • marzo 2019
  • febrero 2019
  • enero 2019
  • diciembre 2018
  • noviembre 2018
  • octubre 2018
  • septiembre 2018
  • julio 2018
  • junio 2018
  • mayo 2018
  • abril 2018
  • marzo 2018
  • febrero 2018
  • enero 2018
  • diciembre 2017
  • noviembre 2017
  • agosto 2017
  • julio 2017
  • junio 2017
  • mayo 2017
  • abril 2017
  • marzo 2017
  • febrero 2017
  • enero 2017
  • noviembre 2016
  • octubre 2016

Categorías

  • convivencia
  • derechos humanos
  • Guerra sucia
  • justicia
  • libros
  • Memoria
  • memoria, partidos políticos, víctimas inocentes, violencia injusta, víctimas injustas, Día de la Memoria
  • Pacifismo
  • presos
  • Reflexiones
  • Sin categoría
  • Víctimas

Meta

  • Registro
  • Acceder

Blog de WordPress.com.

  • Seguir Siguiendo
    • Gogoan-por una memoria digna
    • Únete a 276 seguidores más
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Accede ahora.
    • Gogoan-por una memoria digna
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Acceder
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...