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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

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‘GESTO’ dokumentala

26 viernes Ago 2022

Posted by gogoanmemoria in Memoria

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El 17 de septiembre se proyectará por primera vez el documental ‘Gesto’ en el Festival de Cine de San Sebastián.

El 26 de agosto, se presentó en Tabakalera (Donostia-San Sebastián) las películas y documentales que concursan o se exhiben en el apartado Zinemira del Festival de Cine de San Sebastián. Una de las películas que concursa es ‘Gesto‘, documental producido por Gogoan, por una memoria digna, dirigido por Xuban Intxausti y con música original de Fernando Velázquez.


¿Qué es ‘Gesto’?

‘Gesto‘ es un viaje por la memoria del pacifismo vasco que durante 30 años trabajó por la paz y en contra de la violencia en Euskal Herria. Entendemos la memoria no solo como un ejercicio de acercamiento a la verdad, sino como una valoración, en este caso positiva, del papel que realizó Gesto por la Paz en un momento realmente difícil. La memoria es también aprendizaje y, en este sentido, consideramos que recuperar la esencia de Gesto por la Paz es, además de un gesto de agradecimiento a quienes lo hicieron posible, una herramienta enormemente útil para las generaciones posteriores.

En el documental ‘Gesto’ se recogen los principios y actuaciones que dieron forma a esa genuina construcción colectiva que fue Gesto por la Paz, que no se creó ni se desarrolló con patrones preestablecidos, todo fue el resultado del análisis, las motivaciones y las inquietudes de las personas que lo hicieron posible. Muchos de sus principios y actuaciones conservan plena vigencia, pero es necesario destacar que el gran valor de Gesto es lo que hizo en el momento que lo hizo, en esas circunstancias y con esos condicionantes.

En ‘Gesto’ algunos miembros de la organización pacifista nos van relatando ese trabajo a través de imágenes del pasado y de intervenciones que dan paso a esos principios y actuaciones mencionadas De esta manera, se invita al espectador a descubrir lo que fue Gesto por la Paz y la vigencia de su esencia.

Los derechos humanos

Gesto por la Paz fue una organización que trabajó por la paz y el respeto de los derechos humanos para todas las personas desde 1985 hasta 2013 en el ámbito de la violencia específica generada en Euskal Herria.

La movilización social como cauce de expresión y sensibilización

Desde el inicio, la labor fundamental fue la concienciación y sensibilización sobre la gravedad de la violencia que inundaba nuestra sociedad y lo hizo a través de la movilización social desde un planteamiento unitario y plural. Ahí se enmarcan los “gestos por la paz”, las concentraciones silenciosas que se realizaron en numerosos pueblos, barrios, colegios o campus universitarios después de cada muerte relacionada con la violencia específica generada en Euskal Herria. Estas concentraciones silenciosas de 15 minutos fueron la seña de identidad más genuina de la organización.

El conflicto violento y el conflicto político

De forma paralela, Gesto por la Paz desarrolló un discurso genuino basado en el respeto a los Derechos Humanos de todas las personas y en la defensa de un ámbito unitario pre-partidista para afrontar el grave problema de la violencia. En este sentido, uno de los pilares fundamentales de este discurso fue la separación del conflicto violento del conflicto político. Gesto por la Paz defendió que no existió ninguna relación necesaria entre el conflicto político identitario -uno de tantos conflictos políticos que se dan en una sociedad plural- y el uso de la violencia. Consecuentemente, el terrorismo fue el resultado de una decisión voluntaria, libremente tomada, injusta y errónea que no tuvo ninguna justificación. Desde ahí, Gesto por la Paz siempre defendió que se debía llegar al final de la violencia desde el puro desistimiento de quienes mantuvieron y defendieron esa estrategia, sin pagar ningún precio político por la paz, como afortunadamente así ha ocurrido.

Gesto por la Paz defendió que no existió ninguna relación necesaria entre el conflicto político identitario -uno de tantos conflictos políticos que se dan en una sociedad plural- y el uso de la violencia.

Las víctimas de la violencia

El cimiento más significativo del discurso de Gesto por la Paz fueron las víctimas que originó esta violencia. De esta manera, es destacable la creciente centralidad de las víctimas. Las víctimas eran la razón fundamental para realizar un posicionamiento contrario al uso de la violencia. Una sola víctima ya deslegitimaba el uso de la violencia.

Se trataba de que la ciudadanía comprendiera que las víctimas eran las trágicas destinatarias de un ataque que iba dirigido contra toda la sociedad.

Se trataba de que la ciudadanía comprendiera que las víctimas eran las trágicas destinatarias de un ataque que iba dirigido contra toda la sociedad. La asunción de este principio posibilitaba los imprescindibles mecanismos de reconocimiento y solidaridad hacia todas ellas, cada una desde su especificidad. En este ámbito, el primero de los pasos que se dio fue humanizar a las víctimas, “descubrir” que, bajo aquellos uniformes o cargos, había seres humanos con una vida que quedaba truncada para siempre. El segundo paso y fundamental fue dar voz a las víctimas. Su testimonio directo nunca deja indiferente a quien se atreve a escucharlo.

Ante el acoso que sufrieron miles de ciudadanos y ciudadanas, Gesto por la Paz creó el concepto “violencia de persecución” (2000) con el que se pretendió denunciar la falta de libertad de una parte importante de la población por su condición de representante de la ciudadanía o por el libre ejercicio de su profesión. Estas personas padecieron la utilización sistemática de la amenaza, el acoso, la agresión y hasta el asesinato por el hecho de defender públicamente unos planteamientos ideológicos no coincidentes con los de quienes apoyaban y ejercían la violencia.

Las personas presas y detenidas

Desde la defensa de los Derechos Humanos para todas las personas, Gesto por la Paz también abordó la situación de las personas presas y detenidas relacionadas con los delitos de terrorismo. En este sentido, desde el inicio de la organización se denunciaron casos de tortura como el de Tomás Linaza en 1987 y otros que, desgraciadamente, le sucedieron a lo largo de los años.

Por otra parte, en 1994, Gesto por la Paz junto a Denon Artean, ya planteó y defendió el principio democrático de la reinserción y lanzó los criterios que consideraba que se debían aplicar, criterios que mantienen toda su vigencia en la actualidad (Criterios: 1. Desvinculación de la estrategia terrorista, 2. Acatamiento de las reglas y principios democráticos, 3. Reconocimiento del daño causado).

También en 1994, se lanzó a la opinión pública el concepto del acercamiento para las personas presas relacionadas con el terrorismo; un posicionamiento planteado desde una perspectiva ética y humanitaria. Dicha reivindicación se diferenció claramente de la reivindicación que desde la izquierda abertzale se hacía en aquel momento del reagrupamiento de presos.

      

Por una memoria deslegitimadora de la violencia

Toda la actividad de Gesto por la Paz ha ido claramente dirigida a la deslegitimación de la violencia. Todo relato que se construya debe partir de la defensa de los derechos humanos para todas las personas y debe poner en primer lugar a las víctimas, como el trágico e irreparable logro que ha generado la violencia. Se debe construir una memoria claramente deslegitimadora de la violencia.


Trailer del documental

El 17 de septiembre se proyectará por primera vez el documental ‘Gesto’ en el Festival de Cine de San Sebastián a las 22’15 h. También habrá pases por la tarde los días 18 y el 19 de septiembre.

La movilización por la paz tiene que ser parte del relato

07 viernes Ene 2022

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El pasado 10 de noviembre se realizó un acto institucional de agradecimiento a las personas que habían contribuido a la Paz y, entre ellas, a las que participamos en la movilización social frente a la violencia de ETA. Se trataba de un agradecimiento público a quienes reaccionamos al horror de justificar que la vida fuera menos importante que un proyecto político; de justificar que se matara, que se amedrentara y que se extorsionara en nombre del pueblo vasco. Desde nuestro punto de vista, el sentido del acto suponía reconocer que la movilización social contra ETA fue un factor fundamental en su deslegitimación, y que los movimientos sociales que la impulsaron fueron un agente de concienciación esencial en el proceso de mostrar públicamente el rechazo a la violencia de ETA.

la movilización social contra ETA fue un factor fundamental en su deslegitimación y los movimientos sociales que la impulsaron fueron un agente de concienciación esencial en el proceso de mostrar públicamente el rechazo a la violencia de ETA

La articulación de la reacción de la sociedad vasca frente a la violencia de ETA fue evolucionando. Es importante remarcar que fue una evolución progresiva, lo que quiere decir que no todos estuvimos en el mismo sitio a la vez. Durante estos cuarenta años la mayoría de las personas de esta sociedad fue descubriendo, cada cual en su momento, que matar estaba mal, que nada lo podía justificar. Y si importantes y dignas de mención son las primeras personas que lo comprendieron y lo manifestaron, también las últimas lo son. Se puede afirmar que la sociedad reaccionó tarde, porque tenía que haber respondido desde la primera muerte. Pero ese es un análisis demasiado simple para un proceso tan complejo y de tantos años.

Durante estos cuarenta años la mayoría de las personas de esta sociedad fue descubriendo, cada cual en su momento, que matar estaba mal, que nada lo podía justificar.

Lo cierto es que hubo una evolución social en la contestación a ETA y que, a finales de los años 80, grupos pacifistas como Gesto por la Paz crearon un canal de respuesta sistemática a la violencia. Solamente cinco años después, Anoeta se quedó pequeño para acoger a todas las miles de personas que querían manifestar, con su presencia en el estadio, que esa dinámica de violencia y amenaza de ETA tenía que acabar. Aquella respuesta multitudinaria se realizó a propósito del secuestro de Julio Iglesias Zamora, en 1993, y fue activada por el símbolo del lazo azul. Posteriormente, hubo más movilizaciones masivas por asesinatos que, como el de Miguel Ángel Blanco en 1997, fueron percibidos como particularmente trágicos y marcaron a la evolución de la movilización social contra ETA. Como sabemos, hasta que ETA se disolvió hubo todavía muchos más asesinatos injustos, porque, a pesar de la protesta social, ETA tardó unos quince años y muchas vidas más arrebatadas, hasta anunciar su final. Esa movilización social contra ETA, ese rechazo personal y social mostrado, cada vez mayor, fue decisivo para que la organización armada decidiera disolverse y es muy importante reconocerlo así, y que el relato de lo que vivimos tenga en cuenta esa idea de evolución de la sociedad vasca frente a ETA.

Hay que reconocer también que reaccionar frente a ETA exponía a las personas al odio y eso suponía exponerse a sentir miedo, porque el mero hecho de oponerse a ETA marcaba y propiciaba el acoso. La base social de apoyo a ETA fue necesaria en el desarrollo de esta historia de horror de más de 800 personas asesinadas, y esa base social intentó echar de las calles a la voz organizada de respuesta a la violencia.

El Correo

El acoso fue sistemático: intentaron aislar a cada una de esas personas, descalificándolas, y declarándolas enemigas de su pueblo vasco. El hostigamiento por parte de la izquierda abertzale ha sido continuo, en barrios y en pueblos, durante todos estos 40 años, de la movilización social contra ETA. Pero el compromiso desde grupos como Gesto por la Paz era ya decidido y firme, fruto de un largo recorrido. La movilización social contra ETA ha estado constituida por personas resistentes que tuvieron la firme voluntad de contagiar su rechazo a la violencia e impulsar la consecución de la paz en el País Vasco, y esto tiene que formar parte del relato de lo ocurrido en aquellos años.

la izquierda abertzale intentó echar de las calles a la voz organizada de respuesta a la violencia. El acoso fue sistemático: intentaron aislar a cada una de esas personas, descalificándolas, y declarándolas enemigas de su pueblo vasco. El hostigamiento ha sido continuo, en barrios y en pueblos, durante todos estos 40 años

Y tiene que incorporarse también en el relato, la existencia de una base social de apoyo a ETA que, no solo no condenaba o aplaudía los asesinatos, sino que ejercía un papel activo en la perpetuación de la violencia: haciendo de caja de resonancia social de las amenazas y señalamientos de ETA a personas de nuestra sociedad; incrementando el sufrimiento a las víctimas de sus atentados, acosándoles, no solo antes, sino también después del atentado; intentando dinamitar la reacción social en contra de la violencia de ETA; y, por último, ejerciendo un control social férreo sobre su propio entorno para contener las discrepancias, muy especialmente, a propósito de la justificación del uso de la violencia por parte de ETA. Esa base social de apoyo a ETA, necesaria para que la violencia continuara durante cuarenta años, generó mucho sufrimiento y distorsión en la convivencia, y esto tiene que ser reconocido por parte de la Izquierda Abertzale, quien debería enunciar con claridad cuál es su posición actual respecto a ese pasado.

Y tiene que incorporarse también en el relato, la existencia de una base social de apoyo a ETA que, no solo no condenaba o aplaudía los asesinatos, sino que ejercía un papel activo en la perpetuación de la violencia

También hay que agradecer que la reacción social ante ETA se articulara, en general, desde una defensa coherente y radical de los Derechos Humanos, mantenida incluso en los momentos más duros de acoso a la movilización. Desde el principio, Gesto por la Paz quiso desmontar la teoría de los dos bandos, que suponía la justificación del uso de la violencia, en base a una supuesta necesidad de responder a otra violencia. Por eso, el mensaje que se lanzó a la sociedad fue la del rechazo y la deslegitimación de las distintas violencias, no solo la de ETA, sino también la de organizaciones como los GAL, o la violencia ilegítima perpetrada por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Reconocer los distintos sufrimientos y vulneraciones de Derechos Humanos que se generaron hizo más contundente la movilización social a favor de la paz.

Gesto por la Paz, 2005

A día de hoy resulta intolerable que desde la Izquierda Abertzale se haga un reconocimiento del daño que “han recibido” las víctimas de ETA y que se arrogue el mérito de ser la única que reconoce a todas las víctimas de la violencia en el País Vasco. Hace treinta años que Gesto por la Paz exigió el esclarecimiento de la trama de los GAL y de los asesinatos que este grupo parapolicial cometió. En aquel tiempo, fue la misma Izquierda Abertzale la que boicoteó aquellos actos públicos, organizados para denunciar la realidad de esa violencia antiterrorista.

Efe. Gesto por la Paz, Bayona, 1996
Diario Vasco. Bayona, 1996
El Mundo. Bayona, 1996

Trataron así de monopolizar la solidaridad y el reconocimiento hacia las víctimas de la violencia antiterrorista para manipular su sufrimiento y poder mantener la teoría de los dos bandos. Sin embargo, la solidaridad con las víctimas de la violencia ha sido uno de los ejes que ha activado la movilización social a favor de la paz. El apoyo y el reconocimiento hacia ellas ha sido, en gran medida, el origen de la progresiva reacción a la violencia. El ataque que las víctimas sufrían individualmente fue, cada vez más, considerado como una agresión al conjunto de la sociedad.

El ataque que las víctimas sufrían individualmente fue, cada vez más, considerado como una agresión al conjunto de la sociedad.

Si las víctimas deben ser las protagonistas del relato del horror que se ha vivido en nuestra sociedad durante cuarenta años, en esa larga historia hay que reconocer también el papel jugado por la articulación de una movilización social, realizada desde la pluralidad de la sociedad vasca. Mientras ETA mataba y amedrentaba a la sociedad, incluso durante los años más duros de polarización social, los representantes de las familias políticas de Euskadi participaron en actos públicos organizados por Gesto por la Paz, que ponían de relieve la existencia de una base ética compartida, capaz de anteponer el compromiso con la defensa de los derechos humanos, a las diferencias partidistas.

Gesto por la Paz fue el artífice de la idea de que era necesario desvincular la violencia de la política, lo que implicaba negarse rotundamente a que ETA consiguiera algún reconocimiento político a cambio de su final.

Gesto por la Paz fue el artífice de la idea de que era necesario desvincular la violencia de la política, lo que implicaba negarse rotundamente a que ETA consiguiera algún reconocimiento político a cambio de su final. El recorrido de esta idea quedó patente en el cese incondicional que la propia ETA anunció en 2011. Desde el convencimiento de que la movilización de la sociedad vasca a favor de la paz había constituido un factor que había contribuido a la toma de esa decisión, Gesto por la Paz celebró en la calle, con el lema Lortu dugu–Lo hemos conseguido, la decisión de ETA de dejar de matar.

El Correo, 2011

Es importante incorporar este relato de la progresiva evolución de la sociedad vasca y de su movilización a partir de acciones inicialmente humildes y, posteriormente, más multitudinarias y relevantes, porque el reconocimiento, en nuestro pasado, de la importancia de la movilización ciudadana para afrontar un conflicto social grave, puede tener implicaciones para el futuro, y puede servir para incentivar otras peleas sociales.

el reconocimiento de la importancia de la movilización ciudadana para afrontar un conflicto social grave, puede tener implicaciones para el futuro, y puede servir para incentivar otras peleas sociales

 

Itziar Aspuru Soloaga, Maite Leanizbarrutia Biritxinaga, Eskolumbe Mesperuza Rotger e Inés Rodríguez Ranz de Gesto por la Paz

 


Una versión reducida de este artículo fue publicado en El Diario Vasco y El Correo en el mes de diciembre de 2021.

El deber de memoria

28 jueves Oct 2021

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El deber de memoria es un artículo escrito en junio de 2019 por Joseba Eceolaza, destacado político y sindicalista navarro. Es, además, escritor y una persona muy interesada en la memoria histórica y, también, en la memoria del periodo de violencia reciente en Euskal Herria. Por esta razón es miembro de Gogoan, por una memoria digna.


En este tiempo post-ETA el impulso de la memoria histórica, con sus valores y sus enseñanzas, es un buen guión para tratar de cerrar de la mejor manera posible un capítulo negro, otro más, de nuestra historia. Quienes vivimos aquí y ahora tenemos la ocasión de que las consecuencias del trauma de la violencia no se expandan a las siguientes generaciones. Sería imperdonable que volviéramos a cerrar en falso heridas o despreciáramos la memoria de las víctimas.

Y es que en todos los episodios de violencia de motivación política, se trabaja para que nadie se sienta en la tentación de volver a apretar el gatillo. Pero aquí la garantía de no repetición debería estar centrada en trabajar para que los valores que hicieron posible la violencia desaparezcan. En ese marco de preocupaciones la deslegitimación social de la violencia es lo prioritario, por urgente, por determinante.

La memoria es frágil y a veces no aguanta ni una generación. En el futuro quienes no han vivido la crueldad de la violencia, se pueden ver cautivados por la épica de la violencia que no se ha sufrido. Por eso, necesitamos ciertos anticuerpos para que no se extienda el odio, para que no sedimente, para que nadie vuelva a creerse en el derecho a decidir quién vive y quién no.

1993 manifestación Gesto por la Paz. Diario Vasco

Y la gente de Gesto por la Paz, que se enfrentó a la violencia cuando (casi) nadie lo hacía, constituye hoy un patrimonio moral que no podemos desperdiciar. La paz no la hicieron quienes militaron en ETA, de ninguna manera. La paz la hicieron quienes construyeron mentalidades de paz con sus pancartas y sus silencios. Ese, y no otro, es el motivo por el que la deslegitimación social de la violencia se ha extendido.

La paz no la hicieron quienes militaron en ETA, de ninguna manera. La paz la hicieron quienes construyeron mentalidades de paz con sus pancartas y sus silencios.

El deber de memoria, por eso, implica no solo tener presente lo horrible de la muerte violenta, es preciso tener en cuenta a quienes no callaron ante el terrorismo ni cuando les llovían tuercas e insultos.

En el deber de memoria juegan un papel importante los valores universales, aplicables incluso a situaciones que no nos gustan. Por ejemplo, supone una trampa ética enorme pedir que los crímenes ultras de la transición no queden impunes y sin embargo no exigirle a ETA que colabore en el esclarecimiento de los múltiples asesinatos pendientes. Esa desconexión ética es la que tenemos que quebrar, si queremos reconstruir todos los tejidos sociales rotos por años de violencia.

El deber de memoria exige anular la parte del relato que ha hecho que miles de personas le encontraran sentido a la barbaridad que supone el tiro en la nuca. Que ETA naciera en un contexto determinado no justifica su actuar. Matar, y seguir haciéndolo incluso una vez se murió el dictador, fue una decisión autónoma de ETA solo condicionada a su voluntad de imponer un proyecto político a la sociedad, una dinámica que no todos los antifranquistas ejercieron. Como se recoge en el libro “Heridos y olvidados” de María Jiménez y Javier Marrodán sobre las primeras acciones mortales de los años sesenta de ETA, hay que tener en cuenta que “matar a alguien fue una decisión meditada, debatida y acordada de forma mayoritaria”.

También el deber de memoria nos cuestiona en nuestros peros, porque ahí es donde se suele descubrir la inconsistencia ética, porque ese pero nos hace viajar a un túnel oscuro en el que la salida siempre es por la puerta falsa.

El deber de memoria apunta a evitar esa agotadora necesidad de hablar del GAL, o de la violencia policial cada vez que nombramos a ETA, como si una cosa compensara la otra, como si no supiéramos, no pudiéramos o no quisiéramos emitir un mensaje de solidaridad hacia el dolor sin más matiz que la cercanía humana ante quien ha sido agredido.

Rescatar y valorar, entonces, la importancia de Gesto por la Paz como nuestros “justos” locales hará que construyamos un futuro mejor.

Dice Gabriele Nissim sobre el pensamiento de Zofia Kossak en un libro genial que se titula «La bondad insensata» que esta, a pesar de su antisemitismo, llega a pensar que “los que mueren físicamente en Auschwitz, de los cuales incluso sería posible desentenderse, son los judíos, pero con ellos moralmente también mueren los polacos que les niegan ayuda”.

Diario Vasco. Acto de Gesto por la Paz en Zumarraga, 2004

Aquella gente de Gesto por la Paz asumió una responsabilidad personal frente a la intolerancia, porque quisieron elevar un mensaje moral de condena, a pesar de las consecuencias que implicaba hacerlo. Y eso nos conmovió incluso a quienes rozamos la violencia y nos pegamos de bruces contra su silencio.

Trabajemos, entonces, por la ética de una memoria responsable y coherente, las siguientes generaciones nos lo agradecerán, porque solo así romperemos definitivamente y para siempre la infinita cadena del odio, esa sin duda es la mejor garantía de no repetición.

Las víctimas de Parot

08 viernes Oct 2021

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Arrasate-Mondragón, Aserfabite, asesinato, Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Beatriz Artolazabal, cárcel, Centro Memorial de Víctimas del terrorismo, Delegación del Gobierno en el País Vasco, Denis Itxaso, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, ETA, Florencio Dominguez, Fundación Fernando Buesa, Gobierno de Navarra, Gobierno Vasco, Henri Parot, homenajes, reinserción de presos, SARE, Víctimas, víctimas de la violencia, víctimas del terrorismo, Zaitu

El 17 de septiembre pasado, la Delegación del Gobierno en el País Vasco, el Centro Memorial de Víctimas del terrorismo y el Gobierno vasco realizaron un acto de homenaje a las víctimas a raíz de la convocatoria que realizó la organización SARE tratando de denunciar la situación de encarcelamiento de Henri Parot. A dicho acto, además de representantes de las instituciones convocantes, también asistieron manifestando su apoyo representantes del Gobierno navarro y de diversas asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo como la Fundación Fernando Buesa, la ACFSEVT(Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado víctimas del terrorismo, Aserfabite (Asociación de Ertzainas y Familiares Víctimas del Terrorismo), Zaitu, etc. También acudió a expresar su apoyo Gogoan, por una memoria digna.

Representantes de las tres instituciones convocantes –Denis Itxaso, Florencio Domínguez y Beatriz Artolazabal– leyeron el siguiente manifiesto:

Cuando se aproxima el X aniversario del fin del terrorismo de ETA, constatamos que las consecuencias de la violencia siguen afectando y condicionando tanto a las víctimas directas como al conjunto de la sociedad. Una sociedad sana tiene el deber de tener siempre presentes los asesinatos, los secuestros, las amenazas, las extorsiones y las heridas producidas por el odio y el fanatismo a tantas y tantas personas inocentes. Conseguir una verdadera convivencia en una sociedad tan profundamente marcada por el terrorismo llevará mucho tiempo. Para ello harán falta voluntad y un enorme compromiso ético y pedagógico.

En el camino de la construcción de la convivencia democrática, las instituciones y el conjunto de la ciudadanía estamos interpelados, pero sobre todo lo están aquellas personas que ejercieron directamente la violencia, y también las que les procuraron sustento político y legitimación social. Del cumplimiento de sus penas, pero también de su voluntad de reinsertarse en la sociedad reconociendo el enorme dolor causado, depende en buena parte que la convivencia se forje sobre bases sólidas que eviten la tentación de repetición de esa macabra Historia.

De nuevo este verano hemos asistido a expresiones públicas que han homenajeado e idealizado la figura y la trayectoria de personas que han estado en la cárcel por cometer o ayudar a cometer horribles crímenes. Lo cierto es que estos actos, no solo infligen un doloroso daño ético y moral hacia las víctimas, sino que representa una negación del legítimo derecho individual de reinserción y rehabilitación que asiste a todo expreso que ha cumplido el castigo impuesto. Es, en definitiva, un insulto y una afrenta al conjunto de la sociedad en su afán por sanar las profundas heridas ocasionadas por el fanatismo. Esta consideración épica de quienes ejercieron la violencia terrorista en el espacio público evidencia que una parte relevante de nuestra sociedad aún no ha asumido la necesaria deslegitimación ética, social y política del terrorismo. Un hecho nocivo a todas luces para la formación en valores de las generaciones futuras.

Hasta hace unos minutos, estaba previsto que mañana sábado, varios colectivos celebrasen en Arrasate-Mondragón una marcha en favor de Henri Parot, uno de los miembros de ETA que más asesinatos ha cometido. El derecho a la libertad de expresión hubiese amparado la posibilidad de reclamar su excarcelación, pero hubiese sido profundamente humillante para sus víctimas elevar a la condición de mártir a quien suma en su debe 39 asesinatos.

Lo que una sociedad madura y éticamente sana debe remarcar ante circunstancias como esta es la memoria, la justicia y la reparación para con todas las víctimas de la violencia, y en especial el recuerdo, el cariño y la empatía con todas y cada una de esas 39 víctimas mortales. Es en ellas sobre quienes se debe poner el foco y la atención, no en su victimario.

La cancelación del mencionado evento por parte de los propios organizadores demuestra que la presión social y política de víctimas organizadas e instituciones, es un inmejorable instrumento para sembrar convivencia y evitar ofensas hirientes e injustas.

La pedagogía que venimos haciendo en el terreno de los derechos humanos y la exigencia pública de empatía con quienes más han sufrido el zarpazo de la violencia, representa el camino a seguir.

Además, en estas circunstancias, es necesario recordar que la legislación penitenciaria prevé diferentes mecanismos para lograr la reinserción de los presos, pero es una responsabilidad individual dar los pasos para lograrla. Y hay una condición que resulta ineludible: la autocrítica por el daño causado, el reconocimiento de la injusticia perpetrada, la asunción de la ilegitimidad de la violencia para conseguir objetivos políticos.

Las instituciones y entidades de víctimas que hoy nos hemos convocado en este acto, queremos rendir un sentido y sincero homenaje a la memoria de todas y cada una de las víctimas de Henri Parot.

 

Posteriormente, dos víctimas del terrorismo fueron leyendo los nombres de cada una de las 39 víctimas de Henri Parot y los asistentes fueron depositando una flor delante de un panel con sus nombres.

Desde Gogoan nos generaba dudas realizar un acto como respuesta a otra convocatoria; no obstante, asistimos y participamos en el acto como gesto de profunda solidaridad con estas y con todas las víctimas del terrorismo. También asistimos como representación de esa parte de la sociedad que piensa y siente que los homenajes a etarras no solo hieren a las víctimas -directas o indirectas-, sino que resultan insufribles e intolerables a quienes consideramos que el presente y el futuro tiene que estar basado en una radical deslegitimación de la violencia. Solo sobre esta premisa se podrá fundamentar una convivencia medianamente normalizada.

En su día, la sociedad tuvo oportunidades de decir NO a ETA. Muchas personas las obviaron, otras no. Hoy, tenemos la oportunidad de aportar al futuro granitos de deslegitimación de las barbaridades ocurridas. Desde Gogoan no queremos desperdiciar esa oportunidad.

 

 

Las pancartas (nota de prensa)

22 jueves Jul 2021

Posted by gogoanmemoria in convivencia

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La Fundación Fernando Buesa y Gogoan-Memoria Digna piden a los ayuntamientos que generen espacios para la convivencia, la deslegitimación social de la violencia y la memoria de las víctimas.

 

Nota de prensa (21 de julio de 2021)

La Fundación Fernando Buesa y Gogoan, por una memoria digna pedimos a los ayuntamientos que contribuyan a que los espacios públicos sean lugares que fomenten la convivencia, la deslegitimación de la violencia y la memoria de las víctimas.

Queremos subrayar que el espacio público es un bien común y por ello en él se deben fomentar valores conciliadores. Inundar las calles de nuestros pueblos con pancartas que piden “presoak etxera”, que es tanto como pedir impunidad ante crímenes gravísimos, supone copar el paisaje urbano con mensajes que no ayudan a la paz ni a la memoria.

Desde la Fundación Fernando Buesa y Gogoan recalcamos que el espacio público no tiene por qué ser neutral, pero sí que, al menos, debe respetar la memoria de los cientos de damnificados y damnificadas por la violencia y el odio.

el espacio público debe respetar la memoria de los cientos de damnificados y damnificadas por la violencia y el odio.

En este sentido, destacamos que en el tiempo post-ETA se trata de construir un paisaje urbano que recuerde al agredido, que ayude a deslegitimar la violencia y que lleve a la plaza y la escena pública a la víctima, no al victimario.

Desde Gogoan por una memoria digna y la Fundación Fernando Buesa consideramos que es absolutamente legítimo criticar la política penitenciaria de alejamiento de los presos, pero es muy distinto tratar acríticamente, como si fueran mártires de nuestros pueblos, a quienes cometieron graves atentados contra sus víctimas y contra la convivencia en nuestra sociedad.

Por ello, lamentamos que se utilice una reivindicación justa, como es la de terminar con el alejamiento, para trasladar una épica en torno a los presos, como si estos no hubieran generado un daño enorme en las víctimas, en su entorno familiar, social y político, y en el conjunto de la sociedad. Sin duda, a pesar de que sus crímenes nos repugnan, las personas presas tienen derechos, pero llama la atención la presencia constante, evidente y, a veces, asfixiante de los victimarios en los espacios públicos de determinados municipios y la poca presencia de las víctimas, en esto hay un desequilibrio enorme que debería provocar una reflexión de fondo sobre la construcción de nuestra memoria.

llama la atención la presencia constante, evidente y, a veces, asfixiante de los victimarios en los espacios públicos de determinados municipios

La consideración hacia los victimarios y la connivencia de instituciones públicas evidencian una carencia importante en un sector de nuestra sociedad: aún no ha asumido la necesaria deslegitimación social de la violencia.

Una apuesta coherente por la convivencia también implica una defensa integral y completa de los derechos de las personas agredidas y sin duda el respeto a la memoria de las víctimas está entre esos derechos.

un sector de nuestra sociedad aún no ha asumido la necesaria deslegitimación social de la violencia.

 

Laura Mintegi, la banalización del mal

04 martes May 2021

Posted by gogoanmemoria in Víctimas

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Este escrito es la respuesta que nuestra compañera Edurne Albizu ha dirigido a Laura Mintegi por su artículo publicado en Berria “Nor bere egoerak bizi du”. La dirección del periódico Berria decidió no publicarlo, por lo que se ha enviado a otros medios. El sábado, 1 de mayo, se publicó en Noticias de Gipuzkoa. 


En el artículo titulado “Nor bere egoerak bizi du”, publicado en el diario Berria, te has referido con ternura al destino y vicisitudes de varios escritores vascos. Los que mencionas eran de impronta vasca y abertzales. Pones sobre la mesa las injusticias ordenadas por los fascistas en 1936, entre otras, el fusilamiento de Estepan Urkiaga “Lauaxeta, el de José de Ariztimuño “Aitzol”. Hablas del cierre, contrario a la ley, de Egunkaria, etc. Sin duda alguna, tienes razón. Les cortaron las alas y las manos a la literatura y a los escritores vascos, les quitaron la vida.

A continuación mencionas a Sarrionandia y a Mikel Albizu “Antza”, y he de confesarte que, al menos a mí, como a muchos otros que aún no se han atrevido a decirte nada de esto, se me han revuelto las entrañas ante la frivolidad que demuestras.

Afortunadamente, en la cultura vasca no todo el mundo se ha limitado como Laura Mintegi a protegerse bajo la servidumbre de ETA. Ha habido también quien se ha opuesto al fusilamiento de conciudadanos a través de manifiestos como “Aún estamos a tiempo” de 33 intelectuales en 1980 y el de otros 140 en el año 2000, “El silencio no es cobijo”.

En lo que concierne a Sarrionandia, según he sabido, cuando salió de la cárcel, desilusionado por lo que vio de ETA en Iparralde, se marchó a Cuba. Allí, asegurados trabajo, familia, vida y seguridad, ha podido ofrecer un libro al año a sus lectores. Hasta el fin de ETA en 2011, no dijo que ETA tendría que haberse acabado 20 años antes. 20, 25…? Por qué 20? ¿Es ésa la reflexión que la cultura vasca necesita? Él decidió ser “Sarri” o Sarrionandia.

Por otra parte, la decisión de Mikel Albizu “Antza”, fue la de escribir durante 19 años, hasta que fue detenido, el método de la pena de muerte. Mikel Albizu, como los franquistas y utilizando métodos similares a los de éstos, escribió un método para fusilar o ejecutar, a los habitantes de Euskal Herria y de otros sitios. El método se titula “La socialización del sufrimiento”, ¿has oído hablar de ese método? Se extendió en Euskal Herria pueblo por pueblo en las asambleas populares de Batasuna y ETA la asumió como propia.

Ese “método”, continuando con la literatura y escritores, yo lo sitúo en el tipo de literatura dedicada a las realidades crudas. De hecho, aplicando el método “La socialización del sufrimiento” escrito por Mikel Albizu, ETA asesinó a un familiar mío. Había nacido en el barrio donostiarra de Egia,  habitó toda su juventud entre Egia y Aiete, fue miembro de la asociación de ciclistas (Egiako Txirrindu Elkartea) y, por circunstancias, se fue a vivir a Andoain con su familia, a una de aquellas viviendas sociales que en esa época se otorgaban a los trabajadores con pocos recursos para financiarse una vivienda, hasta que se casó.

 

ETA le reventó la cabeza con una bala, acusándolo de una llamada que no nunca hizo, y ahora está enterrado en el cementerio de Polloe situado en la zona alta  de Ametzagaña del barrio de Egía.

Así las cosas, porque deseo el bien de este pueblo y porque siento la responsabilidad de construir para nosotros y nuestras hijas e hijos un porvenir desprovisto de odio, quiero no sólo hablar sino construir un futuro con quienes, habiendo sido miembros de ETA, hayan hecho una profunda autocrítica; los quiero además como compañeros de viaje para la total deslegitimación de cualquier violencia. Creo también que es responsabilidad mía poner sobre la mesa y denunciar todas las violaciones de derechos humanos que se han dado entre nosotros (las víctimas ocasionadas por ETA, las personas torturadas por diferentes cuerpos policiales, las víctimas del GAL y grupos afines, las personas extorsionadas, secuestradas, asesinadas por expresar su opinión política, los ciudadanos marginados por el mismo motivo, bertsolaris, cantantes, escritores…, comerciantes, taberneros, empresarios obligados a hacer huelga contra su voluntad…), así mismo, también es responsabilidad mía pedir verdad, justicia y reparación en todos los casos; por eso no estoy dispuesta a encubrir las salvajadas de quienes han violado los derechos humanos, ni siquiera en los casos provocados por gente de mi cuerda y tú has hecho eso.

EDURNE ALBIZU ORMAZABAL, familiar de Eugenio Olaziregi Borda

 

 

Sobre quitar las pintadas y los murales a favor de los presos de ETA en edificios públicos

27 miércoles Ene 2021

Posted by gogoanmemoria in convivencia

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acercamiento, Alberto Muñagorri, Alcaldía de Hernani, Alcaldía de Oiartzun, Alcaldía de Rentería, alejamiento de presos, convivencia, deslegitimación de la violencia, ETA, Inaxio Uria, Memoria, murales, pintadas, presos de ETA, víctimas del terrorismo

La asociación Gogoan, por una memoria digna lamenta que las alcaldías de Hernani, Oiarzun y Errenteria no hayan procedido a retirar pancartas, menciones o murales a favor de los presos de ETA en edificios públicos tal y como les solicitó la asociación 


La asociación ‘Gogoan, por una Memoria Digna’ lamenta que los alcaldes y alcaldesa de Hernani, Oiartzun y Errenteria no procedan a retirar murales, fotos, pintadas y menciones que homenajean a los presos de ETA y que están ubicados en espacios públicos de propiedad municipal, tal y como lo solicitó hace meses la propia asociación.

Errenteria

En opinión de ‘Gogoan, por una Memoria Digna’ la presencia de este tipo de pintadas y menciones supone una afrenta para las víctimas del terrorismo de ETA y para el conjunto de la sociedad, y lamenta que se repitan en muchos otros pueblos del País Vasco y Navarra.

Sorprende especialmente el uso de espacios municipales para ensalzar la figura de quienes asesinaron o colaboraron en ello, y no para visibilizar a las víctimas que ETA produjo en estos pueblos.

Tal y como ha destacado la asociación, ahora se trata de construir un paisaje urbano que recuerde al agredido, que ayude a deslegitimar la violencia y que lleve a la plaza y la escena pública a la víctima, no al victimario. Por ello, en estos tres casos, sorprende especialmente el uso de espacios municipales para ensalzar la figura de quienes asesinaron o colaboraron en ello, y no para visibilizar a las víctimas que ETA produjo en estos pueblos.

‘Gogoan. por una Memoria Digna’ considera que es absolutamente legítimo criticar la política penitenciaria de alejamiento de los presos, demanda que compartimos, pero es muy distinto tratar acríticamente, como si fueran mártires de nuestros pueblos, a quienes cometieron graves atentados contra sus víctimas y contra la convivencia en nuestra sociedad.

Hernani

En el caso de Hernani, la queja de la asociación se centra en las fotos de los presos de ETA que están ubicadas en el frontón del pueblo y un mástil en la plaza del ayuntamiento con la bandera “Euskal Presoak Etxera”. Tras un cruce de notas, finalmente el alcalde comunicó a la asociación que la respuesta a la petición era negativa y que, por lo tanto, no iba a retirar las fotos.

 

Hernani

 

Por otra parte, en Oiartzun, se mantiene un mural en el polideportivo municipal en el que se menciona al preso de ETA Joanes Larretxea que participó en el asesinato de Inaxio Uria. En Errenteria, la solicitud de retirada realizada por la asociación ‘Gogoan, por una Memoria Digna’ se refiere al enorme mural ubicado en los soportales junto a la Ikastola. En este último caso, la asociación mantuvo un encuentro con la alcaldesa, al que también acudió Alberto Muñagorri, víctima de una explosión causada por una bomba colocada por ETA y vecino de la localidad.

Oiartzun

 

La asociación subraya que no es posible reforzar la convivencia mientras se apuesta por una indulgencia con los crímenes al utilizar mensajes engañosos como “denok etxera”, “presoak kalera”, “free them all” o “maite zaituztegu”. Por ello, Gogoan lamenta que se utilice una reivindicación justa, como es la de terminar con el alejamiento, para trasladar una épica en torno a los presos, como si estos no hubieran generado un daño enorme en las víctimas, en su entorno familiar, social y político y en el conjunto de la sociedad. Sin duda, a pesar de que sus crímenes nos repugnan, las personas presas tienen derechos, pero llama la atención la presencia constante, evidente y, a veces, asfixiante de los victimarios en los espacios públicos de determinados municipios y la poca presencia de las víctimas.

Errenteria

La consideración hacia los victimarios y la connivencia de instituciones públicas, evidencia una carencia importante en un sector de nuestra sociedad, que aún no ha asumido la necesaria deslegitimación social de la violencia.

Una apuesta coherente por la convivencia también implica una defensa integral y completa de los derechos de las personas y sin duda el respeto a la memoria de las víctimas está entre esos derechos. Por ello, volvemos a instar a estos alcaldes a que reconsideren su posición y retiren las pintadas, fotos y murales mencionados de los edificios o espacios municipales.

 

27 de enero de 2021

[Nota de prensa]

 

Dos ciabogas en la política penitenciaria

30 miércoles Dic 2020

Posted by gogoanmemoria in presos

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acercamiento, Acuerdo de Lizarra, alejamiento, convivencia, Deia, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, EPPK, ETA, homenajes, izquierda abertzale, Josu Zabaleta, justicia restaurativa, Koldo Mediavilla, manifestación, Miguel Ángel Blanco, Ortega Lara, perdón, pluralismo democrático, política penitenciaria, presos enfermos, presos y presas, reinserción, secuestro, vía Nanclares, Víctimas

Algo de perspectiva sobre las dos recientes ciabogas en la política penitenciaria (en recuerdo de Josu Zabaleta)

 

Tras el lento final de ETA (cese la violencia en 2011, desarme en 2017 y disolución en 2018), y cuando los presos y presas de ETA han pasado de 700 a 227, por fin están virando las dos políticas penitenciarias que se han aplicado durante décadas:

Por una parte, la política penitenciaria de alejamiento de los distintos Ministerios de Interior desde 1989, que ha supuesto una injusta carga para familiares y amistades, obligados a recorrer durante años largas distancias innecesarias. Desde 2018, se vienen produciendo numerosos acercamientos de manera individualizada que deberían generalizarse para el conjunto de presos, sin condicionantes añadidos.

EPPK, presos oficialistas de ETA, y la Izquierda Abertzale hasta finales de 2017 se negaban a emplear las vías y beneficios que contempla la legalidad penitenciaria. Lo que ha supuesto un alargamiento de penas en condiciones evitables

Por la otra, la política del EPPK, presos oficialistas de ETA, y la Izquierda Abertzale, que hasta finales de 2017 se negaban a emplear las vías y beneficios que contempla la legalidad penitenciaria. Y marginaban a las decenas de disidentes que durante años las han recorrido con mucha dignidad y riesgo para sus propias vidas e incomodidad para su entorno. Esto ha supuesto un lamentable alargamiento de penas en condiciones evitables. A este tardío y todavía parcial cambio de estrategia se han sumado, según Instituciones penitenciarias, el 60% de los presos de ETA (75% según el Foro Social).

Foto extraída del blog de Koldo MediavillaAsí las cosas, puede aportar cierta perspectiva recuperar una antigua carta del ya fallecido claretiano Josu M. Zabaleta. Esta persona recorrió muchas cárceles visitando a presos de ETA y fue un importante apoyo para el colectivo de la ‘vía Nanclares’, un camino pionero de reinserción social y de justicia restaurativa a favor de la convivencia, frente a tanto dolor injusto. La llamada ‘vía Nanclares’ es un ejemplo del que sería importante que aprendieran los presos ETA y quienes social y políticamente les apoyaron.

La coherencia en la defensa de los Derechos Humanos es clave. Convendría no llamar un día a apoyar un trato humanitario hacia los presos de ETA y, al siguiente, homenajearles como si fueran mártires, porque es una manera de legitimar su pasado de ataques contra el pluralismo democrático, y porque muestra una nula empatía hacia sus víctimas, o vetar y marginar gestos de petición de perdón ante tanto dolor injusto e injustificado. ¿Promovemos los Derechos Humanos o un victimismo autojustificador de tantas violaciones de los mismos? Para reflexionar, os invitamos a leer el escrito de Josu M. Zabaleta (Deia, 10 de enero de 2013).

 

¿Por qué no voy a la manifestación del 12-E?

Estoy totalmente de acuerdo con los dos objetivos de la manifestación: el acercamiento de los presos a Euskadi y la liberación inmediata de los presos gravemente enfermos. Pero no voy a la manifestación principalmente por estos dos motivos:

1. El grupo de presos de ETA de la Vía Nanclares ha sido ninguneado, calumniado y vilipendiado por parte de algunos -no todos- de los organizadores de la manifestación y por parte de varios de los habituales participantes a dichas manifestaciones. Y para los miembros del Grupo de Nanclares todavía ha sido mucho más doloroso el hecho de que muchos de sus familiares han sido despreciados y abandonados por muchos del mundo de la IA.

Sin embargo, a mí esos presos disidentes de la Vía Nanclares me llaman positivamente la atención desde hace ya varios años por el camino que han tomado desde la revisión crítica del pasado. Para ello se basan en una ética humanista -no marxista donde el fin justifica los medios- desde la afirmación del valor supremo de todo ser humano, desde el reconocimiento del daño causado, reparación y reconciliación con las víctimas. Esto sí que es, desde mi punto de vista, avanzar en la construcción del Pueblo Vasco.

Foto extraída del blog de Koldo Mediavilla

2. Desde mi punto de vista, muy limitado e imperfecto, estas manifestaciones, ayunos, encierros, etc. valen muy poco o nada para conseguir los objetivos que se marcan. Pueden servir para tranquilizar -dicho de una manera suave- a algunos de los organizadores que quieren hacer ver al colectivo y a sus familiares que les tienen muy presentes en sus vidas. ¿De verdad creen que el pueblo les va a sacar de la cárcel? Sin querer herir a nadie, pero algunos me recuerdan a esos amigos de los presos que desde Tailandia o las Bahamas, gozando de unas estupendas vacaciones, les envían cálidos recuerdos y muxus. ¡Qué paradoja! Pero no tengo dudas de la sinceridad y buena voluntad de muchos de los organizadores y manifestantes.

ETA, la IA y el Colectivo de Presos conoce perfectamente cuáles son los caminos para conseguir los objetivos para con los presos. Acepto también que la postura del Gobierno en muchos casos es inaceptable.

En los últimos 30 años cuántas manifestaciones, encierros, ayunos…. Que no han servido para nada. Recordemos con el Acuerdo de Lizarra-Garazi las decenas de miles de carteles en los balcones de nuestras casas de nuestros pueblos con el lema: Euskal Presoak, Euskal Herrira… ¿cuántos quedan ahora?

Si el abominable secuestro de Ortega Lara, el asesinato de Miguel Ángel Blanco -por cierto, tan jaleados y aplaudidos por muchos de la IA- y tantas otras ekintzas no sirvieron para nada, sino todo lo contrario, para mejorar la situación de los presos, ahora con el cambio estratégico de la correlación de fuerzas, ¿se puede creer que con estas manifestaciones se pueden conseguir esos objetivos?

Ojalá estuviera equivocado y se acierte en los medios para conseguir esos objetivos que muchos anhelamos para todos los presos de ETA.

La tentación del olvido

25 domingo Oct 2020

Posted by gogoanmemoria in Memoria

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acercamiento de presos y presas, atentados, convivencia, deslegitimación de la violencia, ETA, homenajes, Memoria, paz, política penitenciaria, presos de ETA, terrorismo, víctimas del terrorismo, victimarios

Para superar de forma suficiente el trauma de la violencia hace falta abordar un sinfín de tareas. Especialmente importantes y urgentes son las que se refieren a la necesidad de desarmar la cultura de la violencia que penetró en capas amplias de nuestra sociedad. Sólo rompiendo todos los cautiverios mentales que hicieron posible una barbaridad como el asesinato, será posible rehacer todo el tejido social y moral roto por la violencia.

En ese camino hay dos elementos centrales donde nos la jugamos; la deslegitimación social de la violencia y la convivencia en una sociedad compleja y plural como la nuestra.

El reto de la paz y la convivencia exigen, al menos, tiempo, voluntad y un trabajo ético enorme. Y la necesaria deslegitimación social de la violencia es incompatible con expresiones públicas que homenajean o ensalzan la figura y la trayectoria de una persona de ETA que decidió matar o colaborar en ello.

Sin duda, el vigor de nuestra convivencia se medirá dentro de unos años, pero hoy sabemos que no hay tareas aplazables. La consideración hacia los victimarios y su presencia en el espacio público y, por lo tanto, la deslegitimación social de la violencia, es una asignatura todavía pendiente.

En este sentido, conviene no subestimar el efecto devastador que tiene en la memoria y la ética pública la presencia, todavía, de los homenajes a presos de ETA. Porque normalizándolos podríamos estar enviando un mensaje equivocado a las siguientes generaciones, pues a través de esos actos se nos traslada la imagen de una gente generosa ensalzada por su participación en una violencia que no se cuestiona, cuando la violencia es, sobre todo, un trauma.

Es absolutamente legítimo criticar la política penitenciaria de alejamiento y reivindicar el acercamiento de cualquier preso. Pero es bien distinto tratar acríticamente, como si fueran mártires de nuestros pueblos, a quienes cometieron graves atentados contra sus víctimas y contra la convivencia de la sociedad.

Abrir la puerta a una relativización de los atentados o a una nostalgia criminal es un mal camino para reforzar la convivencia, porque después de enterrar las armas una de las cosas más urgentes es anular la épica que existió hacia la violencia en buena parte de la sociedad.

La convivencia real se construye sobre la base de un escenario en el que los victimarios no sean considerados héroes. Y hoy, en el espacio público de muchos pueblos, se nos impone aún un desequilibrio enorme entre la presencia pública de los agresores (victimarios) y la presencia de las víctimas, lo que merece una reflexión sobre el uso de los espacios comunes y públicos (frontones, calles principales, etc.).

La paz exige actitudes a favor de la paz y estas tienen que ser constantes y permanentes. Proyectar valores conciliadores que refuercen la convivencia y la deslegitimación de la violencia es incompatible con estos actos de auto elogio en los que se desprecia nuevamente el dolor generado en las víctimas por los mismos a los que se homenajea.

El silencio de las armas tiene un efecto sonoro evidente; en él se oye con más nitidez el desprecio con el que a veces se ha tratado a las víctimas. Hoy sin embargo tenemos el deber histórico y ético de hacer las cosas de otra forma. En la nueva sociedad post ETA no caben más humillaciones hacia las víctimas. En esto no podemos seguir siendo prisioneros del pasado porque para avanzar como sociedad necesitamos extender la cultura de la deslegitimación de la violencia en toda la sociedad.

Además de ello, hay que tener en cuenta que la convivencia se construye en el espacio común, en la vida cotidiana, en el paisaje urbano, desde el respeto hacia quienes sufrieron la violencia, sin más matices que la cercanía al dolor de quienes se vieron en una diana. Por eso, los homenajes a los presos de ETA, que se realizan precisamente porque eran de ETA, deterioran la calidad de nuestra convivencia, porque la convivencia se basa en un ejercicio diario de empatía y afecto.

Hace años, hubo una suma de cegueras colectivas que nos hicieron una sociedad peor al no darnos cuenta de las humillaciones y la soledad por la que estaban pasando las víctimas. Por eso, el deber de memoria, la necesidad de convivir, implica necesariamente la honestidad de reconocer los hechos tal y como fueron. Porque si adecuamos el presente a un escenario que perpetúa la seducción hacia la violencia y, por lo tanto, hacia quienes la ejercieron cerraremos en falso lo sucedido.

Después de todo el trabajo que se ha hecho en la memoria histórica, hoy sabemos que pasar por alto este tipo de cuestiones siempre es la antesala de la desmemoria. No caigamos, otra vez, en la tentación del olvido.

Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan-Memoria digna

 

 

Este artículo ha sido publicado en El Correo, El Diario Vasco, Diario de Noticias de Navarra

El lugar de los victimarios en nuestras plazas y pueblos

10 jueves Sep 2020

Posted by gogoanmemoria in convivencia

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acercamiento, ética pública, convivencia, COVITE, deber de memoria, deslegitimación de la violencia, Elkarbizi, ETA, Etxebarrieta Memoria Elkartea, foros municipales, Fundación Fernando Buesa, Gogoan por una memoria digna, homenajes, Memoria, pintadas, política penitenciaria, presos de ETA, terrorismo, víctimas de la violencia, víctimas del terrorismo, violencia

Abordar el impacto social de la violencia exige trabajar sobre un listado enorme de temas, porque la violencia no solo nos afectó en el momento exacto de la amenaza y la muerte. La violencia y sus consecuencias destruyeron tantas cosas que, por eso mismo, llegar a normalizar una sociedad tan profundamente marcada por el terrorismo llevará mucho tiempo.

resulta inaceptable que los presos de ETA sigan siendo homenajeados y ensalzados a través de diferentes actos públicos, murales, pintadas y pancartas

En el camino de la convivencia resulta inaceptable que los presos de ETA sigan siendo homenajeados y ensalzados a través de diferentes actos públicos, murales, pintadas y pancartas como las que se han exhibido este verano en multitud de pueblos.

pic.twitter.com/1mIAAmFQSl

— Etxebarrieta Memoria Elkartea (@EtxebarrietaME) September 6, 2020

El reto de la paz y la convivencia exigen, al menos, tiempo, voluntad y un trabajo ético enorme. Y la necesaria deslegitimación social de la violencia es incompatible con expresiones públicas que homenajean o ensalzan la figura y la trayectoria de alguien que decidió matar o colaborar en ello.

Es absolutamente legítimo criticar la política penitenciaria de alejamiento y reivindicar el acercamiento de cualquier preso, demanda que compartimos de conformidad con la legislación penitenciaria. Pero es bien distinto tratar acríticamente, como si fueran mártires de nuestros pueblos, a quienes cometieron graves atentados contra sus víctimas y contra la convivencia de la sociedad.

En nuestra opinión, el vigor de nuestra convivencia se medirá dentro de unos años, pero hoy ya mismo sabemos que no hay tareas aplazables. La consideración hacia los victimarios y su presencia en el espacio público, evidencia una carencia importante en parte de nuestra sociedad que aún no ha asumido la necesaria deslegitimación social de la violencia.

Como hemos apuntado, este verano en varios pueblos las calles principales se han inundado de pancartas en referencia a los presos de ETA, construyendo así espacios asfixiantes para la mayoría de la sociedad y, en mayor medida, para las víctimas.

es bien distinto tratar acríticamente, como si fueran mártires de nuestros pueblos, a quienes cometieron graves atentados contra la sociedad en general

En este sentido, conviene no subestimar el efecto devastador que tiene para la memoria y la ética pública la presencia, todavía, de estos homenajes. Porque normalizándolos podríamos estar enviando un mensaje equivocado a las siguientes generaciones, pues a través de esos actos se nos traslada la imagen de una gente generosa ensalzada por su participación en una violencia que no se cuestiona, cuando la violencia es, sobre todo, un trauma.

normalizándolos podríamos estar enviando un mensaje equivocado a las siguientes generaciones, pues a través de esos actos se nos traslada la imagen de una gente generosa ensalzada por su participación en una violencia que no se cuestiona

Abrir la puerta a una relativización de los atentados o a una nostalgia criminal es un mal camino para reforzar la convivencia, porque después de enterrar las armas una de las cosas más urgentes es anular la épica que se construyó con respecto a la violencia en buena parte de la sociedad.

Sin duda, este asunto no se resuelve por la vía penal, no es ese su terreno. Sino que requiere espacios de reflexión y deslegitimación de la violencia. Y esa tarea corresponde a quienes siguen organizando ese tipo de actos y a quienes han ido en el mismo tren que ETA. A aquellos que, siguiendo las palabras de Massimo Carlotto, miembro de Lotta Continua, tuvieron “una relación romántico-rebelde con el crimen”.

La convivencia real se construye sobre la base de un escenario en el que los victimarios no sean considerados héroes. Y hoy, en el espacio público de muchos pueblos, se nos impone aún un desequilibrio enorme entre la presencia pública de los agresores (victimarios) y la presencia de las víctimas, lo que merece una reflexión sobre el uso de los espacios comunes y públicos (frontones, calles principales, etc.).

en el espacio público de muchos pueblos hay un desequilibrio enorme entre la presencia pública de los agresores (victimarios) y la presencia de las víctimas

La paz exige actitudes a favor de la paz y estas tienen que ser constantes y permanentes. No es posible reforzar la convivencia mientras se apuesta por una ilusoria impunidad de los crímenes al utilizar mensajes engañosos como “denok etxera”, “presoak kalera”, “free them all” o “maite zaituztegu».

Proyectar valores conciliadores que refuercen la convivencia y la deslegitimación de la violencia es incompatible con estos actos de auto elogio en los que se desprecia nuevamente el dolor generado en las víctimas por los mismos a los que se homenajea, porque también cuestionan las bases éticas de nuestra sociedad.

El silencio de las armas tiene un efecto sonoro evidente; en él se oye con más nitidez el desprecio con el que a veces se ha tratado a las víctimas. Hoy, sin embargo, tenemos el deber histórico y ético de hacer las cosas de otra forma. En la nueva sociedad post ETA no caben más humillaciones hacia las víctimas. En esto no podemos seguir siendo prisioneros del pasado porque para avanzar como sociedad necesitamos extender la cultura de la deslegitimación de la violencia en todos los espacios.

El silencio de las armas tiene un efecto sonoro evidente; en él se oye con más nitidez el desprecio con el que a veces se ha tratado a las víctimas.

Una convivencia sana se construye sobre la imbricación de muchos elementos y, sin duda, es central tener en cuenta que las víctimas generadas, sea cual sea el origen de la violencia sufrida por ellas, tienen derecho a la verdad y la justicia. Además de ello, hay que tener en cuenta que la convivencia se construye en el espacio común, en la vida cotidiana, en el paisaje urbano, desde el respeto hacia quienes sufrieron la violencia, sin más matices que la cercanía al dolor de quienes se vieron en una diana. Por eso, los homenajes a los presos de ETA, que se realizan precisamente porque eran de ETA, deterioran la calidad de nuestra convivencia, porque la misma se basa en un ejercicio diario de empatía y afecto.

El deber de memoria exige colocar en el centro de nuestro actuar a la ética y a las víctimas. Solo así lograremos una sociedad más cohesionada, capaz de superar el drama de la violencia. Hoy sabemos que pasar por alto este tipo de cuestiones siempre es la antesala del olvido. Por eso planteamos que:

  1. Se ponga fin a los homenajes públicos a los presos de ETA.
  2. Los ayuntamientos garanticen que los espacios públicos de sus municipios sean un ámbito de convivencia, sin mensajes que idealicen a los miembros de ETA, y que no estén tomados por la iconografía de los presos de ETA.
  3. Se constituyan foros municipales para impulsar espacios y murales locales destinados a reforzar los valores de la memoria democrática, la convivencia y la deslegitimación de la violencia.

Fundación Fernando Buesa – Gogoan por una memoria digna – Elkarbizi

Fundación Fernando Buesa
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