~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.
Ha empezado 2023 y quería comenzarlo recordando a una de las pérdidas más tristes del pasado año. Sí, tenía especial interés en que el primer post de 2023 fuera en memoria de una amiga, compañera por la paz y víctima del terrorismo, Laura Martín.
Confieso que la noticia de la muerte de Laura Martín el pasado 15 de octubre, me llenó de tristeza, de mucha tristeza. No me esperaba su muerte. Hacía tiempo que no había coincidido con ella y la comunicación entre nosotras no era regular, pero… ambas sabíamos lo que habíamos compartido.
Le conocí hace casi 30 años, en el otoño de 1993 concretamente, cuando Ana Rosa Gómez Moral y yo nos fuimos a entrevistarle a Hendaya para la revista de Gesto por la Paz, Bake Hitzak-Palabras de Paz. En aquel tiempo, poco se sabía de su vida y de la tristeza que arrastraba desde que unos desalmados decidieron asesinar a Juan Carlos García Goena, su pareja y padre de sus hijas. ¿Por qué?
Carta imaginaria de Juan Carlos a un amigo de Tolosa
Carta imaginaria de Laura al mismo amigo de Tolosa
Siempre les he contado la verdad aunque a veces es muy difícil explicar a una criatura lo que ningún adulto sería capaz de comprender
Después de aquella entrevista, compartí con Laura Martin otros momentos, algunos de ellos bastante especiales. Recuerdo un día que me llamó y me pidió que le acompañara a una entrevista que iba a tener con José Amedo en un hotel de Bilbao. Aquel encuentro lo había organizado Melchor Miralles y Laura estaba muy nerviosa. Necesitaba un apoyo y me llamó. ¿Cómo no iba a estar nerviosa si se iba a enfrentar a una de las pocas personas que, de haber tenido un poco de piedad y humanidad, le habría explicado lo que Laura llevaba esperando cada día de su vida desde el 24 de julio de 1987: conocer la verdad, saber qué ocurrió, por qué, quiénes…? Nada: Amedo se llevó una vez más la verdad para su casa.
Solo concibo el arrepentimiento si hay un sincero acercamiento al desastre que has originado, al dolor que has generado. Sin embargo, Amedo no tuvo un ápice de compasión con Laura.
Tiempo más tarde, el 30 de marzo de 1996, Laura se sumó al acto de solidaridad hacia las víctimas del GAL que organizó Gesto por la Paz en Bayona. Recuerdo perfectamente que la pancarta solo decía JUSTICIA. Era lo que pedíamos: JUSTICIA para las víctimas del GAL.
Fue indignante cómo nos recibió un grupo de simpatizantes de ETA. Los insultos, los huevazos, el acoso, la carga de violencia en sus gritos, en sus actitudes, etc. ya eran métodos conocidos que practicaban semanalmente contra la gente de Gesto por la Paz que pedíamos la libertad de las personas secuestradas, pero aquella falta de respeto tan enorme que mostraron hacia las víctimas del GAL para las que pedíamos Justicia, y más concretamente, hacia Laura Martín, fue insufrible.
Laura no quiso dejar el nombre de Juan Carlos ni la flor que le correspondía por temor a que, luego, fuera pisoteada por los amigos de ETA.
La siguiente vez que coincidimos fue en 1997, en el acto en el que Gesto por la Paz organizó una protesta ante el Tribunal Supremo en Madrid: pedíamos que se desclasificaran «los papeles del CESID» con objeto de poder conocer la Verdad y que se hiciera Justicia sobre determinados asesinatos, entre otros, el de Juan Carlos.
Por circunstancias de la vida, en aquel acto coincidieron el hijo de un hombre recientemente asesinado por ETA, Tomás y Valiente, y Laura Martín. No sé lo que se dijeron, pero doy fe de que pasaron un largo rato compartiendo todo aquello que les unía: ser víctimas de una injusticia enorme.
Hacía muchos años que no le veía, pero estaba igual. Seguía luciendo aquella sonrisa triste con la que siempre la vi.
Efectivamente, Laura siempre arrastró un punto de tristeza. Tantos años reclamando en todas las ventanillas, de todas las maneras, por todos los medios… la VERDAD y JUSTICIA y recibir tan poco, tiene que ser absolutamente desesperante. Ahí demostró Laura su gran fortaleza. Nunca se rindió. Siempre peleó y peleó por conocer la verdad y que se hiciera justicia por aquel asesinato de 1987 que le partió la vida de una manera absolutamente cruel.
Luchó por conocer la verdad del GAL, luchó contra un Estado traidor a sí mismo que encubrió -cuando no organizó directamente- determinado terrorismo, luchó contra la hipocresía de quienes se solidarizaban con las víctimas del terrorismo, pero solo del terrorismo de ETA, tratándola a ella como si fuera casi una cómplice del terror, y luchó contra quienes utilizaban el terrorismo para tratar de conseguir unos fines políticos. Para todas las víctimas, fueran de ETA, del GAL, del BVE o del propio Estado, Laura tuvo no solo comprensión y sincera solidaridad, sino que no tuvo ningún reparo en movilizarse contra lo que no tenía cabida: la falta de respeto a la vida de cualquier ser humano.
Ver pasar el 2022 sin recordar a Laura y lo que ella nos enseñó a todxs no sería justo. Por eso quiero dejar aquí estas palabras y el firme compromiso de que no abandonaremos el trabajo por la MEMORIA, por la VERDAD y por la JUSTICIA.
Enrique Rodríguez Galindo ha muerto este 14 de febrero víctima de esta trágica pandemia y a nuestras cabezas ha vuelto aquella idea de que “si la democracia mata, la democracia muere”. En los años noventa fue el lema de Gesto por la Paz para exigir verdad y justicia sobre el terrorismo perpetrado desde el propio Estado, el del GAL. Y vuelve a nuestra memoria puesto que este exgeneral pervirtió sus responsabilidades públicas hasta el extremo de convertirse él mismo en un criminal. La democracia era secuestrada, torturada y asesinada con cada acción del GAL, como lo había hecho antes con las acciones del Batallón Vasco Español (BVE) y con la represión franquista.
Si la democracia mata, la democracia muere
Precisamente, a partir de la figura de Rodríguez Galindo es posible seguir un hilo de crímenes con conexiones directas entre ellos y con algo en común: poner en la diana la propia noción de democracia. Porque curiosamente algunos de quienes más lucharon contra el terrorismo que se practicó desde el Estado y, por lo tanto, por fortalecer la democracia, estuvieron tanto amenazados por el exgeneral como por la propia ETA.
El País. Jesus García García
El 15 de octubre de 1983 está marcado a sangre y fuego en la memoria colectiva. Ese día el GAL comenzó su andadura con el secuestro en Baiona de Joxean Lasa y Joxi Zabala. Su posterior tortura en el cuartel de Intxaurrondo y en el Palacio de la Cumbre en Donostia fue tan salvaje que viendo el estado en que se encontraban, Galindo y Julen Elgorriaga deciden que sean asesinados y desaparecidos. Lo cual sucede en Busot, Alicante. Allí estuvieron tan enterrados en cal como rotas sus familias hasta el año 1995, en el que fueron identificados sus restos, gracias al comisario de la Policía Nacional de Alicante Jesús García García, que murió de un infarto ante el tribunal, mientras testificaba contra Galindo, en medio de enormes presiones.
En esa segunda mitad de los noventa se investigaba intensamente a nivel periodístico y judicial en la Audiencia Nacional la implicación de miembros de la Guardia Civil, Policía Nacional, CESID y las más altas instancias del Ministerio de Interior en la creación, dirección, financiación y encubrimiento del grupo terrorista GAL. Las sentencias condenatorias llegarían en abril de 2000 y fueron confirmadas en julio de 2001 y julio de 2002 por el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional respectivamente.
En esos mismos años, cuando la democracia depuraba a quienes la venían mancillando durante tanto tiempo, ETA asesina precisamente a algunos de quienes más habían hecho por esclarecer estos crímenes de Estado. A algunos a los que por ese motivo el mismo Galindo tenía también en su punto de mira.
ETA asesina precisamente a algunos de quienes más habían hecho por esclarecer estos crímenes de Estado
Maixabel Lasa y María Jauregi
El caso de Juan Mari Jauregi en julio del 2000 es el más claro. El militante antifranquista y preso político que daba clases de euskera a otros reclusos de la prisión de Basauri, que en su condición de Gobernador Civil de Gipuzkoa había sido una persona clave para poder investigar a Galindo y sus secuaces por el GAL, aquel sin cuyo concurso no hubiera sido posible probablemente la sentencia del caso Lasa y Zabala, era asesinado en Tolosa por ETA. Juan Mari Jauregui, tal como revelaron años después su mujer Maixabel y su hija María, sabía las consecuencias que enfrentaba: “ez dakit nork hilko nauen, edo ETAk edo Galindok berak”. Temía que le asesinara el mismísimo General Galindo, pero lo hizo ETA. Eso sí, ambos por el mismo motivo homicida: su compromiso con la democracia. Con su asesinato, se intentaba matar la democracia como años antes con los de Lasa y Zabala.
Pero Jauregui no fue el único. En 2001 ETA hizo pagar a José María Lidón con su vida su vocación servicio público. Él fue, junto con la instructora Elizabeth Huerta, uno de los primeros jueces que en los 80 procesó y dictó una sentencia condenatoria contra doce guardias civiles, coroneles incluidos, por torturas en el emblemático “caso Linaza”.
Y poco después, en 2003, era Joseba Pagazaurtundua el asesinado por ETA. Sus investigaciones como policía municipal de Andoain contribuyeron a desarticular uno de los grupos operativos principales del grupo terrorista de extrema derecha durante la transición Batallón Vasco Español, formado por Iturbide y Zabala. El mismo comando del BVE que antes había asesinado a varios militantes y cargos públicos de la izquierda abertzale en el conocido aquellos años como triángulo de la muerte (Urnieta, Hernani y el mismo Andoain).
Juan Mari Bandrés: por la libertad se muere, pero no se mata.
Y es que la sombra del General era alargada… Tanto que los jueces que se atrevieron a investigar y condenar a aquellos guardias civiles que mataban y torturaban en nombre de una democracia que mancharon, se enfrentaban a sus amenazas. Joaquín Giménez, presidente de las Audiencias Provinciales de Gipuzkoa y Bizkaia en aquella época, lo ha explicado con detalle. Galindo era el que en 1986 le recriminaba a este magistrado haber citado en la apertura del curso judicial a Bandrés y su: “por la libertad se muere, pero no se mata”. Era el que acosaba impunemente, rodeando la Audiencia con decenas de vehículos militares, a estos jueces por citar a declarar a guardias civiles hasta el punto de tener que pedir amparo al Consejo General del Poder Judicial. Uno de esos jueces era el propio Joaquín Giménez que tras 18 años sentenciando casos de violencia y torturas tuvo que abandonar Euskadi tras la amenaza de una ETA que tenía ya planificado en detalle su asesinato. El mismo juez que defiende el acercamiento de los presos de ETA a Euskadi y su reinserción social.
Mikel Zabalza
En aquellos años la impunidad era tan asfixiante como la bolsa que acabó con la vida de Mikel Zabalza en 1985 en el mismo cuartel de Intxaurrondo que dirigía con mano de hierro el General. La conversación conocida estos días es tremendamente significativa de la impunidad que permite a unos funcionarios del Estado hablar con tal banalidad del asesinato y de la tortura.
Estos días Pili Zabala, hermana de Joxi Zabala, al hilo de la muerte de Galindo, explicaba que “víctima y agresor quedan perpetuamente unidos, se quiera o no. Galindo me recuerda a mi hermano y nuestro apellido y el suyo estarán históricamente enlazados”. Si tiene que ser así, que el nombre de Galindo quede unido a la injusticia de lo que un Estado democrático nunca debería hacer en la lucha contra el terrorismo. Que en su alargada sombra no quepa la tentación de repetir las historias de Lasa, Zabala, Zabalza y de tantos otros.
que el nombre de Galindo quede unido a la injusticia de lo que un Estado democrático nunca debería hacer en la lucha contra el terrorismo
Defender la democracia en Euskadi era enfrentarse a todo tipo de terrorismo. Durante demasiado tiempo en nuestra tierra se mató: en la dictadura, contra la democracia e incluso en nombre de ella. En todos estos casos, cada asesinato político también mataba la democracia. La intentaban matar quienes han secuestrado, torturado, amenazado y asesinado sin importar sus siglas: BVE, GAL o ETA. Y si esa democracia no pereció tras tantos ataques no fue precisamente por el general Galindo, como expresaba en twitter determinada asociación de guardias civiles; fue a su pesar y gracias al compromiso de quienes le plantaron cara a él, a los suyos y a sus métodos, personas como Juan Mari Jauregi, Joseba Pagazaurtundua o José María Lidón. Que no se olvide.
Si esa democracia no pereció tras tantos ataques no fue precisamente por el general Galindo, sino gracias al compromiso de quienes le plantaron cara a él, a los suyos y a sus métodos, personas como Juan Mari Jauregi, Joseba Pagazaurtundua o José María Lidón. Que no se olvide.
Sergio Campo, Sabin Zubiri y Xabier Mugarza. Gogoan, por una memoria digna
Este artículo fue publicado en Gara y Naiz el 26 de febrero.
LA ORDEN DE REPETICIÓN DEL JUICIO BATERAGUNE. ¿PREVARICACIÓN O NEGLIGENCIA INEXCUSABLE?
Tras leer la Sentencia 692/2020 por la que el Tribunal Supremo ordena repetir el juicio contra Arnaldo Otegi y cuatro personas más (por comodidad, me referiré en adelante solo a Otegi), puedo afirmar que el Tribunal Supremo ha dictado una resolución manifiestamente ilegal y dudo mucho que por ignorancia. Intentaré explicarlo para los que no son juristas.
Bateragune. Foto EITB
En 2008, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) dijo en el caso Otegi Mondragón y otros contra España que los demandantes no tuvieron un juicio justo porque la juez que presidió el tribunal que los condenó en primera instancia carecía de imparcialidad, lo cual violaba el artículo 6 del Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH), que menciona el derecho a un proceso equitativo.
El artículo 46 del Convenio Europeo de Derechos Humanos dice que los Estados deben acatar las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, cosa que el Tribunal Supremo no ha hecho
El artículo 46 del CEDH dice que los Estados deben acatar las sentencias del TEDH, cosa que el Tribunal Supremo no ha hecho. Quizás haya que disculpar que no hayan tenido esto en cuenta, porque en las oposiciones para la judicatura hay pocos temas de Derecho Internacional.
Como decía, el Tribunal Supremo debe acatar la sentencia del TEDH. ¿Y qué dice esa sentencia? Vamos a verlo: “este Tribunal mantiene que la forma más apropiada de reparación sería, en principio, celebrar un nuevo juicio o reabrir el caso, a solicitud de la persona interesada”. El Tribunal Supremo ha dicho, con razón, que esta sentencia no obliga a indemnizar a Otegi, sino que apunta a la repetición del juicio. Cierto, pero la sentencia que deben acatar, dice claramente que a solicitud de la persona interesada, que no es otra que Otegi y el resto de los condenados.
Tribunal Supremo-SER
También dice el Tribunal Supremo que, al ser nulo el juicio en el que un tribunal parcial juzgó a Otegi, “que las acusaciones no han decaído, y quienes las sostienen tienen derecho a una resolución motivada respecto de sus pretensiones debidamente formuladas”. Eso, sencillamente es MENTIRA y podría ser constitutivo de un delito de prevaricación (dictar una resolución injusta a sabiendas).
El artículo 954.3 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal permite revisar una sentencia judicial firme cuando el TEDH declare que la sentencia ha sido dictada en violación de algún derecho reconocido en el CEDH, que es lo que ha ocurrido en este caso. Pero, pequeño detalle, este artículo dice lo siguiente: “la revisión SÓLO PODRA SER SOLICITADA por quien, estando legitimado para interponer este recurso [el penado y la Fiscalía del Tribunal Supremo], HUBIERA SIDO DEMANDANTE ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos”.
la revisión sólo podrá ser solicitada por quien, estando legitimado para interponer este recurso [el penado y la Fiscalía del Tribunal Supremo], hubiera sido demandante ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
En este caso, el único demandante ante el TEDH fue Otegi, no la fiscalía ni las acusaciones. Formalmente, fue Otegi el que solicitó la revisión, pero, al hacer lo contrario a lo que pidió, el Tribunal Supremo lanza el mensaje de que, si alguien ejerce su derecho a solicitar que se revise una sentencia, corre el riesgo de quedar en la misma situación o incluso peor, lo cual es contrario al derecho a la tutela judicial efectiva e, insisto, contrario a la sentencia del TEDH, que dice claramente que son los perjudicados los que tienen derecho a decidir si se ha de repetir o no el juicio.
Aunque esto es suficiente para calificar la sentencia del Tribunal Supremo de ILEGAL y, acaso, de prevaricación, hay todavía más, porque esa sentencia es contraria al derecho a no ser juzgado o condenado dos veces por un mismo hecho.
Sorprendentemente, el Tribunal Supremo cita entre comillas un extracto de una sentencia del TEDH para hacer lo contrario de lo que dice esa sentencia. En concreto, citando el caso Mihalache contra Rumanía, dice que a causa de un vicio fundamental es posible reabrir un juicio “en perjuicio del imputado cuando éste haya sido absuelto de un delito o sancionado por un delito menos grave que el previsto en la ley aplicable”. Otegi no fue absuelto por el tribunal parcial y tampoco fue condenado por un delito menos grave que el previsto en la ley. Si hubiera sido así, el Tribunal Supremo no le habría rebajado la condena.
el Tribunal Supremo ha violado el Derecho Internacional y el Derecho Español. La única duda es si lo ha hecho por ignorancia o prevaricando.
En definitiva, el Tribunal Supremo ha violado el Derecho Internacional y el Derecho Español. La única duda es si lo ha hecho por ignorancia o prevaricando.
Para finalizar, si Otegi o alguno de los condenados lee este artículo y le gusta, le pido que no me dé las gracias. El autor ha sido muchos años activista contra el terrorismo, siente náuseas ante los ongi etorri a los presos condenados por terrorismo y se indigna cuando se niega a condenar el terrorismo y a reconocer que nunca debió haber ocurrido.
Si Otegi o alguno de los condenados lee este artículo y le gusta, le pido que no me dé las gracias. Durante muchos años he sido activista contra el terrorismo,
Xabier Deop Madinabeitia, Doctor en Derecho, profesor de Derecho Internacional, ex-militante de Gesto por la Paz.
Tras un par de días intentándolo, hemos conseguido contactar con Kamchatka y nos han dado espacio para continuar el debate. Se lo agradecemos.
Cinco apuntes sobre los abrazos a Josu Urrutikoetxea y la memoria democrática vasca
1. El abrazo como punta de un iceberg político y ético
Estos días se ha desatado un considerable debate, a raíz de un abrazo en redes sociales, de Bildu para el dirigente de ETA, y en su día de Euskal Herritarrok, Josu Urrutikoetxea, y que ha contado con la aportación de un interesante artículo de Jonathan Martínez. En cambio ha pasado más desapercibido el mitin de campaña de Bildu, de hace pocas semanas, en el que se leyó, desde la propia tribuna, un mensaje suyo musicado de apoyo electoral (buscar en Twitter: Josu Urritikoetxeak hauteskunde).
Aunque algunos se pierden en disquisiciones, sobre si el gesto del abrazo se ha hecho por su enfermedad actual o por su papel en el final de ETA, conviene no perder la perspectiva. Prácticamente todos y cada uno de los presos oficialistas de ETA han tenido su reconocimiento y homenaje, desde hace décadas y hasta hoy. Sirva de ilustración sobre el carácter político, no familiar, de esos ritos martiriales, el vídeo recientemente visto en redes, el enésimo, firmado, como suele ser más habitual, por Sortu (buscar en twitter: Kepa del Hoyo preso politiko galdakaoztarra). Los consideran sus “gudaris”, hoy por hoy sin ánimo de revisión crítica. No hay más. Es lo que hay. Y mejor abordarlo así, sin camuflajes, trampas, ni auto-engaños.
2. Con los señores de la guerra y contra los soldados rasos ‘conversos’
Jose Antonio Urrutikoetxea ha sido uno de los más importantes dirigentes de ETA. Por cierto, no es un secreto que sus propios compañeros utilizaban con total normalidad “Ternera” para hablar de él, así que lo de ir estampando que eso denota argot policial supongo que será un cortafuegos tramposillo frente a las críticas.
Entiendo fácilmente que cualquier miembro de ETA mienta en un proceso penal. Entendía aún mejor cuando hace años se negaban a reconocer los «tribunales opresores» y directamente no testificaban en los juicios. Pero me cuesta más que a la hora del relato, en un artículo, se reivindique el debut con “participación indirecta” en el atentado contra Carrero Blanco (eso sí que será información policial, porque los militantes de ETA no suelen alardear de curriculum concreto), pero se eludan el resto de responsabilidades de un alto dirigente de ETA desde los 70, que estuvo en los preparativos de Argel (1989), en la comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco (1999), en la negociaciones de Suiza/Loiola (2006) y en la bajada final de persiana de Aiete/Noruega (2011). Y es que Carrero es el muerto número 8 de un listado total de 829.
Resulta llamativo cómo se pretende exculpar el «pasado militar» del Gran General, emplumando las decenas de barbaridades de su mandato ochentero (Ryan, Yoyes, Hipercor, niños de la casa cuartel de Zaragoza…) a los soldados rasos. ¿Dónde queda la modesta verdad que reivindicamos frente al Señor X del GAL?. Incluso se atreven a calificar como invectivas de un «converso» el testimonio contra él de uno de esos militantes de base. Vaya códigos militares gastan algunos.
3. ¿Hacedores de la paz o buscadores de una salida airosa?
Después de años de rechazo social mayoritario y continuas detenciones, ETA y la izquierda abertzale se encontraron, tras las ilegalizaciones, que desde algunas organizaciones rechazamos, con aquella oferta, que cuenta Zapatero y que verbalizó Rubalcaba, ¿votos o bombas?. Y es conocida la opción que tomaron Otegi y Urrutikoetxea.
Eguiguren recuperó hace un tiempo el concepto del artículo de Hans Magnus Enzensberger en 1989, “Los héroes de la retirada”. Pero el pensador alemán diferenció en aquel brillante texto sobre la complejidad política, entre los héroes y los epígonos de la retirada, matizando que “Los epígonos de la retirada se mueven por impulso ajeno. Obran bajo una presión que viene de abajo y de arriba. El verdadero héroe de la renuncia, en cambio, es él mismo, la fuerza motriz”. Ahí queda para la valoración del papel final jugado por ambas personalidades.
Y sí, en ese tránsito se toparon con Bateragune, aquel despropósito judicial, que ya en 2012 en el propio Tribunal Supremo salió adelante por solo 3 votos contra 2, y en el Tribunal Constitucional por 7 contra 5, en la penúltima disputa entre el derecho penal garantista y el autoritario, el del enemigo, que ha sacudido la lucha judicial contra ETA. Y cuyos daños no podrán compensar ya las correspondientes indemnizaciones.
La idea de dar una pista de aterrizaje, un puente de plata, a ETA y a Batasuna para acabar con 40 años de alternar política y métodos terroristas, su “bietan jarrai”, me pareció una salida razonable. Pero no poca gente se ha acabado creyendo que aquella escenificación fue la clave de la Paz.
Me unen lazos, de amistad y familiares, con los acompañantes, de Alternatiba y Eusko Alkartasuna, en aquella salida para ETA (Gernika, luego Bildu y Aiete). He compartido militancia política con Jonathan Martínez, en tiempos del ínclito Javier Madrazo, aun en orillas distintas. No tengo ninguna duda de su trayectoria, de todos ellos, contra la violencia de ETA y contra todas las violaciones de Derechos Humanos.
Pero me parece una osadía engañosa atribuirse algún tipo de papel decisivo por aquella operación bikini-flotador de 2009-2010. No, el final de la tragedia vasca no cayó milagrosamente por sus gestiones antes del cóctel palaciego internacional de Aiete. Alivia que no hubiera un final al estilo GRAPO o IRAAuténtico, cuando ya los últimos miembros activos de ETA se alojaban hasta en tiendas de campaña, y sus dirigentes no eran detenidos tras largos años, sino en semanas. Pero la estrategia político-militar sucumbió ante el triunfo de la deslegitimación social pacifista, dentro de la propia Euskal Herria, y por el colapso operativo de combinar violencia y política (mal que nos pese a los que rechazamos las ilegalizaciones).
5. Mas Gabriel Celaya y Martin Ugalde, que Negri, Zizek y compañia, para sembrar la memoria democrática vasca
Euskadi y Navarra afrontan ya sus diversas controversias políticas por fin en condiciones parecidas a otras tantas sociedades del entorno, con sus límites, urgencias y cotidianidades. Pero tantas décadas de violaciones de Derechos Humanos, años en los que se violentó la política, han dejado heridas y retos específicos.
Atender a las víctimas de la persecución de ETA, a las víctimas del “todo valía contra ETA” y contra quien anduviera cerca (BVE, GAL, torturas, atropellos judiciales…), restablecer un derecho penal garantista (sin imputaciones difusas, ni validez total a autoinculpaciones en sede policial) e impulsar una política penitenciaria humanitaria y una reinserción restaurativa de presos (ojalá muchos más abrazos como los de Maixabel Lasa con Ibon Etxezarreta)… sin duda quedan cosas importantes.
Y mientras tanto, a no dejarse impresionar por manifiestos-relatos movidos desde el aparato internacional de la izquierda abertzale, que recolectó a algunos intelectuales para proponerles un frívolo turismo de conflictos. Ese texto que Negri, Zizek y demás firmaron destacando de Urrutikotxea, el gran jefe de ETA durante 30 años, su “determinación y altura moral” y ser “promotor de una resolución justa y duradera”. Y es que hasta a sus hábiles redactores propagandistas, a veces, se les va la mano.
Para cultivar la memoria democrática vasca, mejor que la poca empática complacencia excesiva con victimarios orgullosos, sin autocrítica, creo más valioso acercarse al deslumbrante manifiesto de los 33, donde, entre otros gigantes de la cultura vasca, Gabriel Celaya y Martin Ugalde (primer Presidente de Egunkaria) advirtieron en 1980 de la gangrena moral que amenazaba a nuestra sociedad y que todavía tenemos pendiente curar bien. Que así sea.
Sabin Zubiri, miembro de Gogoan, por una memoria digna
1997. urtea gogor hasi zen. ETAk hiltzen jarraitzen zuen; sei gizon akabatu zituen urteko lehenengo bi hilabeteetan eta bi gizaseme zituen bahituta –aske bizi behar zuten bi pertsona zeuzkan zulo malapartatu baten sartuta, bakoitza berean-, bortxaz harrapatu zituen, piztiak sarean harrapatzen diren bezala eta han zeuden, hotzetan, hezetasunean, eguzkiaren argia nolakoa zen ahazteko zorian, ia zutik jartzeko lekurik gabe, lau pausu jarraian egiteko toki barik, biharamunean hilda ala bizirik argituko ziren jakin gabe, zulo beldurgarri hartan zenbat egun emango zituzten ez zekitela, euren etxeko eta lagunengandik urruti. Jose Antonio Ortega Larak 532 egun egin zituen katigutasunean; espetxe-funtzionarioa zen eta preso guztiak Euskal Herrira ekartzea eskatzen zuen ETAk bera aske uzteko; Cosme Delclaux aldiz 232 egun eduki zuten bahituta, eta dirua eskatzen zuten bere buruarengatik. Euskal Herriko Bakearen Aldeko Koordinakundekoak astero biltzen ginen, astelehenero, bi persona hauen askatasuna eskatzeko, eta astelehenero izaten genituen parean gu izutzeko asmoarekin kontramanifestazioa egiten zutenak. Konzentrazio batzuetan euren aurpegiak ia gureak ukitzen jartzen zituzten eta “nazkagarriak” eta antzerako irainak oihukatzen zizkiguten.
Bahituen askatasunaren alde egiten genituen isilune eta ekintzetaz gain eta bortxazko heriotzak salatzeko ohiko isiluneetaz aparte, Gestok giza eskubide guztien alde lanean jarraitzen zuen; esate baterako urte honen hasieran bertan tortura salaketak ikertu, epaitu eta tratu txarrei aurrea hartzeko neurriak eskatzen genituen, eta GAL talde terroristaren trama argitzeko “Demokraziak hiltzen badu demokrazia bera hiltzen da” kanpaina indarrean geneukan.
Hatan-horretan otsailaren 10a iritsi zen, egun beltza. ETAk Domingo Puente Marín eta Rafael Martínez Emperador hil zituen. Domingo Granadako Armilla base militarreko ile-apaintzailea zen eta furgoi militar batean zihoala hil zuten bonba-kotxe bat estanda arazi zutenean. Rafael Auzitegi Goreneko Magistratua zen eta kokotean egin zioten tiro etxeko atera deitzen ari zenean.
Egun horretan bertan Eugenio Aranburu “Txo” herrikideak bere buruaz beste egin zuen Mallabian, gurasoen baserrian. Eugenio Aranburu Herri Batasunakoa zen, Mallabiko zinegotzia eta Mahai Nazionaleko kidea, eta LAB sindikatuko liberatua ere bazen. Auzitegi Gorenaren aurrean deklaratzera joateko deituta zegoen. Heriotza guztiak latzak badira suizidioa ez da gozoa inondik inora, lehenengo eta behin pausu hori ematen duenarentzat, argi bait dago ikaragarri sufritzen ari dela, eta bigarren bizirik geratzen diren senitarteko eta lagunentzat. Oso gai delikatua dela deritzot, eta arrazoi bat bilatzeko joera badaukagu ere, azken finean nork daki zein den arrazoia edo zeintzuk diren motiboak norbaitek bere buruaz beste egiteko. Eta sarritan pausu bat gehiago emateko tentazioa ere izaten dugu eta erantzuleak bilatzeri ekiten diogu, eta hor bai jokatu behar dela zuhur.
Hala ere badirudi guztiok ez dugula berdin pentsatzen, eta Mallabian gertakari triste hau jazo eta berehala gure herrikide mordoxka batek argi zeukan norena zen errua: Bakearen aldeko Koordinakundeko kideok ginen Txoren heriotzaren erantzule. Heriotza hau gertatu zen astelehenean bertan pankartak jarri zituzten herrian lazo urdina paparrean generamanon aurka, “dónde están, no se ven los de Gesto por la Paz” oihukatzen zuten kalean, hiltzaile deitzen gintuzten… Hainbeste gaiztotu zuten giroa astelehenero bahituen askatasuna eskatzeko egiten genuen bilkura bertan behera uztea erabaki genuela.
Biharamuna Inauteri asteartea zen, eta Patxi Arratibel enpresaria asesinatu zuen ETAk Tolosako Karnabaletan bere semearen aurrean. Egun horretan bertan Mallabian guztia prest zegoen Eugenio Aranbururi azken agurra egiteko. Gure herri txikia jendez gainezka zegoen eta pentsaezina zen Mallabian Euskal Herriko Bakearen Aldeko Koordinakundeak astelehenean ETAk hil zituen bi pertsonen oroimenez 15 minutuko isilunea egitea. Eta egoera hartan ez zen erraza guretzat Txoren heriotzagatik inolako dolumin edo elkartasunik agertzea, nahiz eta gertakari horrek asko atsekabetu gintuen, bai ni eta baita taldeko kideak ere.
Hurrengo egunean berriro ere kalera atera beharra geneukan, Patxi Arratibelen hilketa deitoratzera. Ordurako bailarako hainbat HBko kide itxialdia egiten ari ziren udaletxean Txoren heriotzagatik protestatzeko. Lehen esan dudan bezala protestak astelehenean bertan hasi ziren, gure aurkako pankarta eta oihuekin, eta asteartean jarraitu zuten: kaputxadun batzuk Radio Euskadiren kotxea irauli zuten herrian, beste kaputxadun batzuk autobus bat erre zuten Elorrion, Telefonikako furgoneta Hernanin eta Santurtziko Batzokia ere erasotua izan zen.
Giroa gaiztotuta zegoen, egonezin handia geneukan, urduri geunden eta aput bat bildurtuta, baina gure isilunea egiteko beharra sentitzen genuen. Eta han atera ginen, betikoak: dozena bat inguru ikasle, geure amak, aita batzuk eta herriko beste dozena erdi bat andra-gizon. Parean herriko eta bailarako HBko kide multzo handia, oihuka, mehatxuka, guri hiltzaile deituz… egun horretan Eibarko Ertzain-etxea hustuta geratu zen eta hainbat furgoi etorri ziren gure segurtasuna babestera, eskerrak…
Lau gizaseme gehiago garbitu zituen ETAk uztailaren 1ean Jose Antonio Ortega Lara eta Cosme Delclaux aske geratu ziren arte. Egun gutxitara, uztailaren 10ean Ermuko Miguel Angel Blanco Alderdi Popularreko zinegotzia bahitu zuen, eta uztailaren 13an hil zen terroristek jaurti zioten tiroen ondorioz. Intentsitate, kezka eta pena handiz bizi izan genituen egun horiek Ermua-Mallabiko Gestoko kideok; bahiketaren egunean kalera atera eta ia ez ginen etxera bueltatu Miguel Angel Blancori azken agurra eman genion arte.
Tristuraz eta nostalgiaz gogoratzen ditut 1997ko gertakari horiek.
Maite Leanizbarrutia Biritxinaga
1997, UN AÑO DURO
ETA seguía matando; asesinó a seis personas los dos primeros meses del año y mantenía a dos hombres secuestrados –tenía metidos en un zulo a dos personas que nunca debieron haber perdido la libertad, cada una en su agujero-, los atrapó de manera violenta, como se caza a las alimañas. Pasaban frío, soportaban muchísima humedad, estuvieron a punto de olvidarse de cómo era la luz del sol, casi no podían ponerse de pie, apenas podían dar cuatro pasos, no sabían si al día siguiente amanecerían vivos o muertos y desconocían cuánto tiempo iban a permanecer en aquella horrible situación. Además estaban lejos de sus familiares y amigos. José Antonio Ortega Lara pasó 532 días en cautividad; era funcionario de prisiones y ETA exigía que todos sus presos vinieran a Euskal Herria a cambio de su libertad; Cosme Delclaux estuvo 232 días secuestrado, y pedían dinero a cambio de su vida. La Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria se concentraba todos los lunes para pedir la libertad de estas dos personas, y a raíz de esta campaña en favor de los secuestrados tuvimos que padecer las contramanifestaciones que la autodenominada izquierda abertzale comenzó a hacer con el ánimo de intimidarnos; en algunos casos se ponían a un palmo de nuestras narices y teníamos que soportar sus gritos e insultos.
Aparte de las concentraciones y actos que realizábamos para exigir la libertad de los secuestrados, y además de las habituales concentraciones silenciosas para lamentar y denunciar las muertes violentas, Gesto seguía trabajando en favor de todos los derechos humanos, y en esos dos primeros meses del año salió en prensa pidiendo que se investigaran las torturas y se tomaran las medidas necesarias para evitar los malos tratos y además continuó con su campaña “Si la democracia mata, la democracia muere” que tenía como objetivo denunciar y pedir el esclarecimiento del terrorismo del GAL.
Llegó el 10 de febrero, día en el que ETA asesinó a Domingo Puente Marín y a Rafael Martínez Emperador. Domingo era peluquero en la base granadina de Armilla e iba en un furgón militar cuando a su paso hicieron estallar un coche bomba. Rafael era magistrado del Tribunal Supremo y le dieron un tiro en la nuca cuando estaba llamando al portero automático de su casa.
Ese mismo día Eugenio Aranburu “Txo” se suicidó en nuestro pueblo, en el caserío familiar. Eugenio era concejal de Herri Batasuna en Mallabia y miembro de la Mesa Nacional, y era también liberado del sindicato LAB. Había sido citado a declarar ante el Tribunal Supremo. Si todas las muertes son duras y difíciles de asimilar considero que el suicidio es terrible, primeramente para la persona que da ese paso, ya que está claro que está sufriendo un montón, y después para toda su familia y amigos. En estos casos suele ser normal que busquemos una causa, pero en realidad quién sabe cuál ha sido el motivo o los motivos que han llevado a una persona a quitarse la vida. Además en ocasiones tenemos la tentación de dar un paso más y buscamos al responsable, y esto sí que es delicado; soy de la opinión de que en esto hay que en actuar con mucha cautela.
De cualquier manera parece que no todos pensamos igual y en Mallabia, nada más ocurrir este desgraciado suceso un buen grupo de paisanos tenía claro quién era el culpable: los miembros de Gesto por la Paz. Ese mismo lunes colocaron varias pancartas en contra de las personas que portábamos en nuestro pecho el lazo azul, gritaban “dónde están, no se ven, los de Gesto por la Paz” y nos llamaban asesinos. Tanto caldearon el ambiente que decidimos suspender la concentración silenciosa que todos los lunes hacíamos en favor de los secuestrados.
Al día siguiente era martes de Carnaval y ETA volvió a matar, en este caso lo hicieron en pleno Carnaval de Tolosa y le arrebataron la vida al empresario Patxi Arratibel en presencia de su hijo. Ese mismo día en Mallabia todo estaba preparado para darle el último adiós a Eugenio Aranburu. Nuestro pequeño pueblo estaba a rebosar de gente, y era absolutamente impensable que los de Gesto nos concentráramos para condenar los asesinatos del día anterior. Y tal y como estaban las cosas en el pueblo tampoco era fácil mostrar ninguna condolencia o solidaridad por la muerte de Eugenio, aunque fue un hecho que nos apenó mucho.
El miércoles nos tocaba volver a salir a la calle, en esta ocasión por Patxi Arratibel. Muchos miembros de la izquierda abertzale de la comarca estaban encerrados en el ayuntamiento para protestar por la muerte de Txo. Como he comentado previamente las protestas comenzaron el mismo lunes cuando un grupo de vecinos desplegaron pancartas y gritaban por la calle que éramos unos asesinos. El martes varios encapuchados volcaron un coche de Radio Euskadi en Mallabia y otros encapuchados quemaron un autobús en Elorrio, hicieron lo mismo con una furgoneta de Telefónica en Hernani y atacaron el Batzoki de Santurtzi.
El ambiente estaba muy enrarecido, estábamos intranquilos, nerviosos y un poco asustados, pero sentíamos la obligación de hacer la concentración. Y salimos los de siempre, las de siempre; alrededor de una docena de estudiantes, con nuestras madres, algunos padres y cerca de media docena más de vecinos y vecinas. Enfrente teníamos a un gran grupo de gente de HB del pueblo y de los alrededores; nos gritaban, nos amenazaban, nos señalaban con el dedo y nos llamaban asesinos… ese día la comisaría de la Ertzaintza de Eibar se quedó vacía para proteger nuestra integridad, enviaron un buen número de agentes, y menos mal…
ETA asesinó a 4 personas más antes de que el 1 de julio se liberara Jose Antonio Ortega Lara y a Cosme Delclaux. A los pocos días, el 10 de julio, ETA secuestró en Ermua al concejal del Partido Popular Miguel Angel Blanco, y el día 13 murió como consecuencia de los disparos que le propinaron los terroristas. Los miembros de Gesto de Ermua y Mallabia vivimos esos días con gran intensidad, preocupación y dolor. Como la mayoría de la gente de Ermua y mucha gente de Mallabia, salimos a la calle el día del secuestro y casi no volvimos a casa hasta que le dimos el último adiós a Miguel Angel.
Recuerdo con tristeza y nostalgia esos acontecimientos de 1997.