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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

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La impostura sobre el tercer grado de algunos presos de ETA

30 viernes Dic 2022

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Reflexiones ante la manifestación de Sare, colectivo de apoyo a los presos de ETA, el próximo 7 de enero bajo el lema “Cerca el camino a casa”

Hoy quedan aproximadamente 170 presos de ETA en España (160 EPPK, 5 ATA, 2 Vía Nanclares y algunos no vinculados) y 13 en Francia (12 del EPPK y 1 ATA). Cuando ETA asumió su final, en 2011, había 700 presos de ETA [Datos de AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo) y Etxerat].

Terminada ya la injustificada política de alejamiento, el debate penitenciario sobre los presos de ETA se está centrando ahora en el acceso al tercer grado, una clasificación que permite, en su régimen normal, salir diariamente a la calle, pernoctando en la cárcel, o regímenes de algo más o algo menos de semilibertad.

Además, desde los colectivos de apoyo a los presos de ETA se piden dos reformas legales, una relativa al cómputo retroactivo del tiempo de prisión cumplido en Francia (que afectaría a 50 presos de ETA) y, otra, sobre la Ley 7/2003 para el cumplimiento íntegro de penas, que elevó hasta 40 años el límite máximo efectivo en privación de libertad. Pero ahora mismo su prioridad está fijada en la concesión de los terceros grados.

En el período 2018-2021 el Ministerio de Interior reconoció 28 terceros grados a presos de ETA. Asimismo el Gobierno Vasco en 2022, desde que empezó a ejercer la competencia de prisiones, ha concedido 33 terceros grados a este colectivo (14 firmes, 6 revocados judicialmente y 13 pendientes de resolución de recurso) [Datos AVT].

En el período 2018-2021 el Ministerio de Interior reconoció 28 terceros grados a presos de ETA y el Gobierno Vasco en 2022, cuando empezó a ejercer la competencia de prisiones, ha concedido 33 terceros grados a este colectivo

La clasificación en tercer grado está sometida a revisión judicial, si la impugna la fiscalía, tanto cuando se ha basado en razones humanitarias (enfermedad incurable), como cuando se fundamenta en la evolución favorable del preso hacia la reinserción. Los datos apuntados reflejan que no pocos presos de ETA han conseguido la clasificación en tercer grado, tanto cuando éstos dependían del Ministerio, como cuando lo hacen del Gobierno Vasco. Nos encontramos con que algunos sí han alcanzado este tratamiento penitenciario y, en cambio, otros no. Aunque sin duda hay valoraciones distintas entre las Juntas de tratamiento, y entre fiscales y jueces de la Audiencia Nacional.

no pocos presos de ETA han conseguido la clasificación en tercer grado

Hay que recordar que en delitos de terrorismo, la ley penitenciaria (artículo 72 LOGP) exige que para el acceso al tercer grado y a la libertad condicional las personas presas muestren signos inequívocos de haber abandonado los fines y los medios terroristas, y además hayan colaborado activamente con las autoridades, lo que podrá acreditarse mediante una declaración expresa de repudio de sus actividades delictivas y de abandono de la violencia y una petición expresa de perdón a las víctimas de su delito, así como por los informes técnicos que acrediten que el preso está realmente desvinculado de la organización terrorista y del entorno y actividades de asociaciones y colectivos ilegales que la rodean y su colaboración con las autoridades.

la ley penitenciaria exige que para el acceso al tercer grado y a la libertad condicional las personas presas muestren signos inequívocos de haber abandonado los fines y los medios terroristas, y además hayan colaborado activamente con las autoridades y una petición expresa de perdón a las víctimas de su delito, así como por los informes técnicos que acrediten que el preso está realmente desvinculado de la organización terrorista y del entorno

Pero en este debate nos parece que hay posiciones llenas de impostura desvergonzada, que hay que poner sobre la mesa. Después de décadas en las que la izquierda abertzale vetó a los presos, con mano de hierro y expulsiones, la petición de progresiones de grado (alargando innecesariamente los encarcelamientos), en 2017 el EPPK cambió de estrategia, pero imponiendo un límite inaceptable.

Y es que Antton Lopez «Kubati», responsable de presos de Sortu y quién mató a Yoyes, y Joseba Azkarraga, portavoz de Sare, manifestaron: «cada preso debe actuar de manera individual en la búsqueda de avanzar y mejorar su propia situación con las líneas infranqueables de no arrepentimiento y no delación»

la izquierda abertzale vetó a los presos, con mano de hierro y expulsiones, la petición de progresiones de grado, alargando innecesariamente los encarcelamientos

sus portavoces han impuesto públicamente que el reconocimiento de la injusticia cometida es una línea roja infranqueable para los presos de ETA

Por eso, tener que escuchar ahora a las organizaciones de la izquierda abertzale encargadas de estos temas, que todos los presos de ETA están asumiendo la “reinserción restaurativa”, cuando sus portavoces han impuesto públicamente que el reconocimiento de la injusticia cometida es una línea roja infranqueable para los presos de ETA, y han despreciado a los presos disidentes de la vía Nanclares por hacerlo, resulta contradictorio y engañoso, al afirmar una cosa y la contraria. Más allá de las dudas sobre sus connotaciones, las palabras “perdón” o “arrepentimiento”, significan desear no haberlo hecho; significan reconocer la injusticia de lo hecho, una valoración ética del daño causado, lo cual es diferente del mero reconocimiento de haber causado un daño. Decir que el daño causado fue injusto e injustificado es algo que sí puede tener efecto reparador para las víctimas y para el conjunto de la sociedad.

las palabras “perdón” o “arrepentimiento”, significan desear no haberlo hecho; significan reconocer la injusticia de lo hecho, una valoración ética del daño causado, lo cual es diferente del mero reconocimiento de haber causado un daño.

Esta impostura sobre los procesos de reinserción de ciertos presos de ETA se enmarca en la posición de fondo de Sortu en cuanto al relato y la memoria, desplegada mediante tres estrategias:

  1. Evitar a toda costa que los presos de ETA y quienes les dieron y les dan soporte sociopolítico hagan público cualquier gesto de reconocimiento de la injusticia de la violencia y del «bietan jarrai» que promovieron durante décadas.
  2. Extender una viscosa niebla ética relativista con el «todos los relatos son válidos», una mercancía averiada que pretende neutralizar el suelo ético democrático deslegitimador del terrorismo.
  3. Y mientras tanto, reproducir su relato épico-martirológico con distintos proyectos memorialísticos sectarios, y hegemonizando el espacio público con fotos y murales de presos condenados por gravísimos delitos, como sigue sucediendo en cientos de lugares del país.

pretender a la vez vender que todos los presos de ETA están transitando la reinserción restaurativa, reconociendo la injusticia provocada, es un insulto a la inteligencia, que muestra una escasa honestidad

Defender el relato de ETA y de la izquierda abertzale es una histórica posición política, éticamente brutal, aunque amparada por las libertades fundamentales. Pero pretender a la vez vender que todos los presos de ETA están transitando la reinserción restaurativa, reconociendo la injusticia provocada, es un insulto a la inteligencia, que muestra una escasa honestidad. Hay unos que sí (dejadles recorrer su propio camino ético y permitidles su libertad de expresión sin líneas rojas); pero otros muchos, y el conjunto de la izquierda abertzale vinculada a Sortu, por el momento, no. Y ya que algunos no están todavía para rectificar los relatos justificadores de su violencia, que al menos abandonen el uso de la trampa y el engaño victimista.

Gogoan, por una memoria digna

«Déjame que te cuente»

09 jueves Dic 2021

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El profesor Manuel Reyes Mate siempre nos recuerda la importancia de la memoria. En su artículo publicado en El Periódico en 2017, “El deber de memoria”, explica que el deber de memoria no es acordarse de lo mal que lo pasaron los judíos en los campos de exterminio, sino en la obligación de reflexionar sobre la historia política europea que llevó a la catástrofe. Esto es, la memoria claramente tiene un sentido de pedagogía social. Aportar a su enriquecimiento está en manos de cualquier persona que tenga capacidad y voluntad de contribuir a reflexionar, en este caso, sobre lo que aquí ocurrió.

el deber de memoria no es acordarse de lo mal que lo pasaron los judíos en los campos de exterminio, sino en la obligación de reflexionar sobre la historia política europea que llevó a la catástrofe.

El 20 de octubre pasado, en una de las salas que la UPV tiene en Abandoibarra (Bilbao) la periodista Lourdes Pérez presentó su libro “Déjame que te cuente. Memorias para el futuro en el décimo aniversario del final de ETA”.

La sala estaba llena de gente entregada y encantada de escuchar a uno de los invitados por la Fundación Rubial, el Lehendakari Patxi López, a Juan Luis Ibarra, autor del prólogo del libro, y a la autora, la periodista. El acto estuvo muy bien; muy ajustado en tiempo y forma a lo que era, pero ¿y el libro? El libro es un gesto imprescindible de Memoria.

Quien quiso saber, supo

Esta semana he leído el libro y, con pena, lo he terminado. Me gustaría compartir con todas las personas que están leyendo este post, las distintas citas, referencias, expresiones, reflexiones… que me han encantado, pero no sabría cuáles elegir. Bueno, sí. Hay una que aparece en la página 71 y la vuelve a repetir en la 154: “Quien quiso saber, supo”. Creo que yo habría elegido éste como Título del libro. Otra referencia que me gustó por diferentes motivos fueron las palabras de Rafaela Romero sobre el funcionamiento del terrorismo: Opera un engranaje asimilable al que despliega la violencia machista para anular la autoestima de las mujeres: El maltratador primero te aísla y luego te golpea. Así hizo ETA.

La periodista relata con agilidad y frescura de muy alta calidad muchos de los episodios que le tocó vivir como trabajadora de El Correo y El Diario Vasco. Recoge los testimonios de varios familiares de víctimas de ETA y de supervivientes y los va tejiendo a lo largo de las 173 páginas con una maestría admirable, tratando cuestiones que están ahí engarzadas en cada historia: la vía Nanclares, el perdón, la reacción de la sociedad, el abandono de las víctimas, el valor de quienes defendieron la democracia, etc. He de reconocer que el relato de Manuel Zamarreño hace enmudecer.

El libro engancha y no te suelta hasta el final y, precisamente esa continua invitación a reflexionar sobre cada pequeño detalle, es la que lo convierte en el mejor regalo que yo haría a cualquier persona que estuviera mínimamente interesada en la Memoria de las consecuencias de la actividad de ETA. Lourdes Pérez, la periodista, nos ofrece estas páginas donde ha esculpido un ejemplo de nuestro “deber de memoria”. Os animo a que lo leáis.

Lourdes Pérez nos ofrece estas páginas donde ha esculpido un ejemplo del “deber de memoria”.

Y termino agradeciendo muy sinceramente a la periodista el fabuloso trabajo que ha hecho, así como a las personas que nos ofrecen su testimonio bien a través de entrevistas (Nuria Imaña, Estanis Amutxastegi, Edurne Albizu y Rafaela Romero), bien a través de las diversas referencias a las que recurre la autora. De todas aprendemos.

 

Isabel Urkijo Azkarate

[Fotos: Socialistas vascos]

Dos ciabogas en la política penitenciaria

30 miércoles Dic 2020

Posted by gogoanmemoria in presos

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Algo de perspectiva sobre las dos recientes ciabogas en la política penitenciaria (en recuerdo de Josu Zabaleta)

 

Tras el lento final de ETA (cese la violencia en 2011, desarme en 2017 y disolución en 2018), y cuando los presos y presas de ETA han pasado de 700 a 227, por fin están virando las dos políticas penitenciarias que se han aplicado durante décadas:

Por una parte, la política penitenciaria de alejamiento de los distintos Ministerios de Interior desde 1989, que ha supuesto una injusta carga para familiares y amistades, obligados a recorrer durante años largas distancias innecesarias. Desde 2018, se vienen produciendo numerosos acercamientos de manera individualizada que deberían generalizarse para el conjunto de presos, sin condicionantes añadidos.

EPPK, presos oficialistas de ETA, y la Izquierda Abertzale hasta finales de 2017 se negaban a emplear las vías y beneficios que contempla la legalidad penitenciaria. Lo que ha supuesto un alargamiento de penas en condiciones evitables

Por la otra, la política del EPPK, presos oficialistas de ETA, y la Izquierda Abertzale, que hasta finales de 2017 se negaban a emplear las vías y beneficios que contempla la legalidad penitenciaria. Y marginaban a las decenas de disidentes que durante años las han recorrido con mucha dignidad y riesgo para sus propias vidas e incomodidad para su entorno. Esto ha supuesto un lamentable alargamiento de penas en condiciones evitables. A este tardío y todavía parcial cambio de estrategia se han sumado, según Instituciones penitenciarias, el 60% de los presos de ETA (75% según el Foro Social).

Foto extraída del blog de Koldo MediavillaAsí las cosas, puede aportar cierta perspectiva recuperar una antigua carta del ya fallecido claretiano Josu M. Zabaleta. Esta persona recorrió muchas cárceles visitando a presos de ETA y fue un importante apoyo para el colectivo de la ‘vía Nanclares’, un camino pionero de reinserción social y de justicia restaurativa a favor de la convivencia, frente a tanto dolor injusto. La llamada ‘vía Nanclares’ es un ejemplo del que sería importante que aprendieran los presos ETA y quienes social y políticamente les apoyaron.

La coherencia en la defensa de los Derechos Humanos es clave. Convendría no llamar un día a apoyar un trato humanitario hacia los presos de ETA y, al siguiente, homenajearles como si fueran mártires, porque es una manera de legitimar su pasado de ataques contra el pluralismo democrático, y porque muestra una nula empatía hacia sus víctimas, o vetar y marginar gestos de petición de perdón ante tanto dolor injusto e injustificado. ¿Promovemos los Derechos Humanos o un victimismo autojustificador de tantas violaciones de los mismos? Para reflexionar, os invitamos a leer el escrito de Josu M. Zabaleta (Deia, 10 de enero de 2013).

 

¿Por qué no voy a la manifestación del 12-E?

Estoy totalmente de acuerdo con los dos objetivos de la manifestación: el acercamiento de los presos a Euskadi y la liberación inmediata de los presos gravemente enfermos. Pero no voy a la manifestación principalmente por estos dos motivos:

1. El grupo de presos de ETA de la Vía Nanclares ha sido ninguneado, calumniado y vilipendiado por parte de algunos -no todos- de los organizadores de la manifestación y por parte de varios de los habituales participantes a dichas manifestaciones. Y para los miembros del Grupo de Nanclares todavía ha sido mucho más doloroso el hecho de que muchos de sus familiares han sido despreciados y abandonados por muchos del mundo de la IA.

Sin embargo, a mí esos presos disidentes de la Vía Nanclares me llaman positivamente la atención desde hace ya varios años por el camino que han tomado desde la revisión crítica del pasado. Para ello se basan en una ética humanista -no marxista donde el fin justifica los medios- desde la afirmación del valor supremo de todo ser humano, desde el reconocimiento del daño causado, reparación y reconciliación con las víctimas. Esto sí que es, desde mi punto de vista, avanzar en la construcción del Pueblo Vasco.

Foto extraída del blog de Koldo Mediavilla

2. Desde mi punto de vista, muy limitado e imperfecto, estas manifestaciones, ayunos, encierros, etc. valen muy poco o nada para conseguir los objetivos que se marcan. Pueden servir para tranquilizar -dicho de una manera suave- a algunos de los organizadores que quieren hacer ver al colectivo y a sus familiares que les tienen muy presentes en sus vidas. ¿De verdad creen que el pueblo les va a sacar de la cárcel? Sin querer herir a nadie, pero algunos me recuerdan a esos amigos de los presos que desde Tailandia o las Bahamas, gozando de unas estupendas vacaciones, les envían cálidos recuerdos y muxus. ¡Qué paradoja! Pero no tengo dudas de la sinceridad y buena voluntad de muchos de los organizadores y manifestantes.

ETA, la IA y el Colectivo de Presos conoce perfectamente cuáles son los caminos para conseguir los objetivos para con los presos. Acepto también que la postura del Gobierno en muchos casos es inaceptable.

En los últimos 30 años cuántas manifestaciones, encierros, ayunos…. Que no han servido para nada. Recordemos con el Acuerdo de Lizarra-Garazi las decenas de miles de carteles en los balcones de nuestras casas de nuestros pueblos con el lema: Euskal Presoak, Euskal Herrira… ¿cuántos quedan ahora?

Si el abominable secuestro de Ortega Lara, el asesinato de Miguel Ángel Blanco -por cierto, tan jaleados y aplaudidos por muchos de la IA- y tantas otras ekintzas no sirvieron para nada, sino todo lo contrario, para mejorar la situación de los presos, ahora con el cambio estratégico de la correlación de fuerzas, ¿se puede creer que con estas manifestaciones se pueden conseguir esos objetivos?

Ojalá estuviera equivocado y se acierte en los medios para conseguir esos objetivos que muchos anhelamos para todos los presos de ETA.

Apostar por la Paz

08 lunes Abr 2019

Posted by gogoanmemoria in Memoria

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Agradezco sinceramente esta oportunidad de compartir mis reflexiones sobre un tema tan importante. También reconozco la responsabilidad que supone: resulta particularmente difícil en esta ocasión valerse del instrumento de comunicación y cognición que es el lenguaje.

 

Pasado

Quisiera evitar proclamas generales y enunciados abstractos. Para ello entrelazaré mis reflexiones con algunas vivencias que me han ayudado en la percepción del asunto que nos ocupa, historias personales que me han funcionado como epifanías. Por una parte, es de lo que puedo hablar con más fundamento y honestidad. Por otra, más importante, creo que mi historia, mutatis mutandis, es la de una gran parte de esta sociedad.

Por lo tanto, pongo el foco de mi exposición en toda esa gente que no ha «estado de acuerdo» con ETA, que le ha «parecido mal» lo que hacía, pero no lo ha manifestado de ninguna manera (durante años o aún nunca). Supongo que son muchas las personas que no han llegado a planteárselo así a sí mismas, son seguramente la mayoría, porque, el día en el que te lo narras, mirarse en el espejo resulta difícilmente soportable.

Me interesa pues particularmente ese no-discurso, el relativo mutismo, la pasividad ejercida en un grado u otro por muchísimos ciudadanos y ciudadanas de nuestra sociedad. Creo que es esencial abordarlo para avanzar en el tema que hoy nos ocupa.

Las causas del silencio han sido múltiples y de distinto carácter: la presión del ambiente general en ciudades, pueblos y barrios; la presión del círculo más cercano (familiar, de cuadrilla o de lugar de trabajo); la pasividad ante esas presiones por miedo, cuando menos, por el miedo a significarse y por la comodidad de no destacar. Sería conveniente, para una mejor descripción y posterior análisis de lo ocurrido, hacer una lista detallada de los factores que han funcionado en cada caso, en cada entorno. La consecuencia más extrema de ceder ante la presión del ambiente ha sido que, al menos en la práctica, mucha gente ha llegado a no percibir el terrorismo como problema en sus vidas.

 


Socialmente se ha construido todo un andamiaje que ha sujetado el edificio colectivo de relaciones a base de canciones, de temáticas en los concursos de bertsolaris, de decoración de nuestros bares, las huchas para los presos en barras y mostradores, algunos movimientos y de actividades en defensa del euskera, etc. Ha sido como una argamasa o unos hilos que han tejido una red envolvente: aunque no todo el mundo estaba con ETA, lo parecía: lo contrario se callaba, no se manifestaba. De modo análogo, a partir de lo que ahora no se menciona, pudiera parecer que ya todo el mundo está en contra de la violencia…


Ayuda a mantener la confusión el hecho de que vivimos en general muy bien, en una sociedad con un alto índice de opulencia y de manera que se puede llevar una vida normal sin significarse… Basta con mantenerse pasiva, con no decir, porque se ha asumido que eso significa aceptación, una aceptación más o menos plena, pero en definitiva aceptación. Mientras no se mencionaba, no se criticaba. Escribí una columna en Egunkaria en la que planteaba si ocurría en euskera con la palabra ETA como con el color verde, que no existía en el vocabulario vasco patrimonial (por eso se inventó orlegia y se ha tomado en préstamo berdea), porque nunca se mencionaba…

Aún hoy el silencio es denso, cuando con ocasión de la evaluación de una sala para una actividad, una dice que la última vez que estuvo allí fue en homenaje a una víctima de ETA.

Falta verbalizar esos silencios, integrarlos en la narración. Escasea, está ausente ese discurso, la reflexión individual de cada cual y, a partir de ahí, el de toda la gente que ha actuado así. Cuando el silencio se menciona, mayormente aparece conjugado en segunda persona: es la interpelación que directa o indirectamente nos dirigen las víctimas de ETA. Vienen a jugar el papel de nuestra conciencia, a hacer que se nos planteen interrogantes como «¿qué callábamos?, ¿de qué no nos enterábamos?».

Quienes callábamos ante ETA no nos dábamos cuenta totalmente y más allá del enunciado literal de las palabras, de que las personas que entraban en ETA, por extrema y arriesgada que fuera su opción, no tenían ningún derecho a decidir quién debía morir (cosa que, por otra parte, decidirían los mandos).

Tampoco percibimos en su auténtica y terrible medida que los muertos, los heridos, los extorsionados eran seres humanos, tan seres humanos como nosotras, como nosotros. Por ejemplo, nunca nos preocupábamos de cómo se lo contarían a sus hijos y luego a sus nietos. Nuestra literatura pocas veces, si alguna, reflejaba qué ocurría en la casa de la víctima de ETA.

Importa la responsabilidad específica, no la general abstracta, sino la de cada cual, la de cada ambiente, cada cuadrilla, cada sociedad: por eso no quiero diluir la nuestra, la de la gente como yo, entre otras injusticias. No niego esas otras injusticias, que no hay que ignorar, pero tampoco mezclar: hablar de todo a la vez es no hablar de nada con la suficiente profundidad.

Yo soy responsable de mis silencios, no de lo que hayan hecho otras personas. Muchas, muchos en este pueblo debemos a las víctimas de ETA el haberlas ninguneado, lo cual no ocurría con las víctimas de los excesos del Estado, de los cuerpos policiales, etc. Eso estaba muy presente en nuestro mundo. Y no hubo simetría: las víctimas de ETA se escondían, para no sufrir una segunda victimización y al mismo tiempo asumiéndola: la hija de Fernando Buesa, que disimulaba ante las fotos de su padre en los bares de la parte vieja de Vitoria; Cristina Cuesta, a quien sus amigos decían que se hiciera a la idea de que su padre había muerto en un accidente.

Estoy cansada de oír que las víctimas de ETA están manipuladas. Eso es de un paternalismo y de una superioridad inaceptable. Insultante. Las víctimas de ETA no son bobas y son tan libres como cualquiera de hacer sus opciones político-ideológicas. Además y por otro lado, basta escuchar el testimonio de Urrosolo Sistiaga para confirmar cómo han sido manipulados los miembros de ETA y, a través de ellos, todos nosotros.

Yo misma no era plenamente consciente de la profundidad del mal, a pesar de los pesares y de toda una serie de privilegios de los que he gozado en mi vida y de los que hablaré unas líneas más abajo. Creía que sí, pero seguía jugando a la equidistancia desde mi mayor cercanía con el mundo de ETA, con sus defensores.

No teníamos una conciencia suficientemente nítida de que, en nombre de una determinada visión territorial, lingüística, social, histórica, etc., se estaba asesinando, extorsionando, amenazando a nuestros conciudadanos, a nuestros vecinos y colegas. Tomemos como ejemplo una imagen muy concreta: aunque el hecho en sí no nos pareciera bien, íbamos de potes, mientras en la calle de al lado o dos paralelas más arriba se levantaba el cadáver de alguien asesinado por nuestros derechos (¿los nuestros… o los de quién?). «Han matado a uno en Rentería», «Han puesto una bomba en tal sitio», «Desde luego, no hay derecho», podíamos comentar mientras cambiábamos de bar. Es necesario resucitar aquella conciencia que no tuvimos entonces, hacerlo ahora a través de una mínima autocrítica.

Se ha llegado a decir que lo hacían por amor, por amor a la patria ¿Cómo se puede matar a alguien por amor? Se mata por odio. Que el amor a lo propio se mida en función del odio a lo extraño es algo perverso, que pudo tener su función defensiva en las cavernas, pero que el ser humano contemporáneo debe rechazar.

 

Mis grandes privilegios

Entre mis muchas deudas con quienes me han abierto los ojos está el ser hija de mis padres, por cómo eran mis padres. Recuerdo el catolicismo un tanto «anticlerical» de mi padre a quien sacaban de quicio todos aquellos ex-curas, ex-seminaristas metidos a salva-patrias. Admiro ahora aquella inteligencia de mi madre, su lucidez y coherencia cuando iba (diferenciándose de su entorno) a las primeras concentraciones organizadas por Cristina Cuesta. Recuerdo también cómo se disgustaba cuando algunos conocidos se referían a los miembros de ETA llamándolos gure mutilak (‘nuestros chicos’); mientras, ella iba a cursos sobre Theilhard de Chardin y Garaudy, leía a Hélder Camara sobre la espiral de la violencia. Pero no importa aquí tanto el fondo, los contenidos de sus ideas, sino aquella actitud de no seguir de modo gregario la tendencia mayoritaria en su entorno, la crítica, el cuestionamiento desde una perspectiva moral en un contexto nacionalista (PNV primero, EA a partir del cisma y hasta que ellos dos murieron en 1997): pertenezco a una de las pocas familias de nuestro entorno que no celebró la muerte de Carrero Blanco; en casa no se cantaba aquella canción durante la cual que se lanzaba el jersey hacia arriba como representación del vuelo del coche de Carrero, gracias a la calidad moral de mis padres (no se celebra el asesinato de nadie, aunque sea el enemigo, decía ama).

Me resulta inevitable mencionar, de manera mucho más breve que la que merecería, la suerte de haber conocido a Alfredo Tamayo, sacerdote jesuita, mi profesor de filosofía durante la carrera, activo luchador, sus homilías y escritos comprometidos, las primeras Semanas pro-amnistía… Tamayo fue uno de los fundadores de las Gestoras pro-amnistía, pero se alejó luego, sin esconder por qué, como siguió siempre predicando desde su más explícita coherencia ética.

Y, por último, quiero hablar de Gesto por la Paz, que ha sido tal vez la suerte más grande de todas. Sinceramente me parece que es lo que más me ha aportado, ya que de alguna manera me ha redimido rescatando los posos anteriores. Me ha dado el discurso en el que integrarlos, un discurso en el que yo he encajado más completamente: creo que soy más persona desde que tuve la gran suerte de que Gesto apareciera en mi camino, de verlo, de percibirlo.

Llegué tarde, cuando ya no se atacaban sus concentraciones, cuando no se les agredía. Por cierto, eso, lo de las agresiones a las concentraciones de Gesto por la Paz, es uno de los contenidos obligatorios de la narración de nuestra trágica historia cercana. También ante ello guardó un vergonzoso silencio una grandísima parte de la sociedad vasca.

25 de septiembre de 2000

Creo que Gesto por la Paz de EH ha hecho en el terreno ideológico una enorme aportación a nuestra inteligencia (de intelligere: entender): la separación conceptual entre el conflicto y la violencia, como dos categorías no necesariamente unidas. Comprenderlo es un paso imprescindible para que el debate avance, para ordenar el barullo sentimental en el que hemos estado inmersos: es el pensamiento que desatasca la autojustificación de una violencia que se retrotrae a la Guerra Civil cuando no a tiempos anteriores, es la premisa que corta el círculo vicioso de causas y consecuencias en las que se enroca la ceguera ante el horror de que aquí se ha matado a quien no comulgaba con las ideas de ETA (espiral que, a su vez, imposibilita la percepción y valoración justa de todas las demás injusticias derivadas de –no causadas por– esa primera locura).

En Gesto encontré una muy útil combinación de bondad y de inteligencia, de utilizar los sentimientos para lo que son y la mente para lo que es. Creo que en este pueblo hemos padecido una gran confusión en ese sentido y que el nacionalismo ha hecho fortuna con ello, pero que eso ha tenido muy malas consecuencias en la calidad moral de nuestra comunidad. Es necesario absolutamente superar, sin negarlo, el plano puramente emotivo y hacer explícitas las ideas que han sostenido las distintas opciones que entre nosotros han existido, para encontrar las que permitan encarrilar los sentimientos a un lugar mejor.

De todas maneras, aclaro que, desde algunos sectores, se suele responsabilizar demasiado ligera y erróneamente al nacionalismo de lo que ha hecho ETA, a todo el nacionalismo y a la ideología en sí. Es algo con lo que no estoy de acuerdo. Pero, dicho eso y si vamos a los hechos concretos, entre mis vivencias personales hay dos que serían pertinentes en este punto.

Un primer recuerdo se sitúa en el contexto del cierre del diario en euskera Egunkaria. Cuando, en un receso de la reunión extraordinaria del Consejo Asesor del Euskera del Gobierno Vasco, pregunté cómo se entendía que nos hubieran convocado a participar como tal Consejo en la manifestación contra el cierre del periódico pero no a protestar por el asesinato de Pagazaurtundua ocurrido unos pocos días antes, otro miembro del Consejo me sugirió que recordara la parábola del hijo pródigo: que quien había matado a Pagazaurtundua era nuestro, quien había cerrado el periódico, no.

La segunda anécdota es del día en el que recibí una medalla que dediqué en público a la memoria de las víctimas de ETA. Una persona que me felicitó con simpatía añadió, sobre la dedicatoria, que seguramente tenía razón pero que «¡cómo se me había ocurrido decirlo delante de ellos!»… ellos, los no nacionalistas.

El nacionalismo (desde los militantes convencidos, pasando por votantes y simpatizantes, hasta el más amplio ambiente general de nuestras plazas, de nuestro espacio común) ha contribuido a erigir un imaginario, una representación de esta sociedad en la que el foso entre nosotros y ellos es más profundo que el que pudiera (debiera, desde una perspectiva moral) haber entre quienes matan y quienes no matan, entre quienes han decidido que matar por la ideología está bien y quienes piensan que matar es inaceptable.

El problema que reflejan mis dos anécdotas es la incapacidad de afrontar el problema en términos puramente morales, la imposibilidad de superar la división entre los nuestros y los otros. Obedece a una manera de cimentar el aprecio a lo propio, a lo que se considera propio, sobre la falta de la más mínima benevolencia hacia lo otro y, en los casos más extremos pero no escasos, sobre  el desprecio y el odio, que se plasma de manera muy evidente en el rechazo de todo lo etiquetado como español, incluida la lengua.

Yo misma, no me puse públicamente, físicamente, con «los otros» hasta que ETA mató a Fernando Buesa y Jorge Díez en febrero de 2000 en nuestro campus.

Por historia familiar y social, niña de las primeras ikastolas clandestinas, estudiante de Letras que empezó la carrera el año en que murió Franco, por ambiente de juventud, etc., soy de este lado del foso, del del pedigrí vasco…

Ahora me doy cuenta de que durante muchos años, incluso alejada ideológica que no sentimentalmente, de mi abertzalismo de infancia y juventud, aunque he sido siempre rotundamente contraria a la violencia y nunca separatista…, a pesar de los pesares yo no veía a las víctimas de ETA como personas. Era radicalmente distinto de lo que me ocurría con los presos de ETA a quienes iba a examinar como miembro de los tribunales del título EGA, a visitar como profesora de la Facultad (durante años, hasta que me quitaron el permiso desde Instituciones Penitenciarias). Era amable con ellos; me he preguntado muchas veces si, dadas las circunstancias, habría ido igualmente a facilitar el aprendizaje, la realización de exámenes, la consecución de títulos, si aquellos hombres hubieran estado presos por delitos sexuales, por haber violado a una mujer, por haber forzado a un niño. Quiero pensar que sí, que realmente por razones humanitarias, que era lo que yo decía que me movía, les habría sonreído como les sonreí, me habrían dado pena, como me daban pena aquellos chicos de ETA en Herrera de la Mancha. Los tenía cerca. En cambio las víctimas de ETA eran para mí una abstracción, como una categoría uniforme, no los percibía como seres humanos individuales. Incluso cuando me indignaba una compañera de manifestación un 8 de marzo, que pensaba que había quien se «daba pote» por llevar escolta, las víctimas estaban lejos. Antes que de Gesto por la Paz, fui miembro de Elkarri y de Lokarri: me creía equidistante, pero estaba más cerca de ETA que de sus víctimas.

Gesto por la Paz

El mundo conceptual legado por Gesto del que he hablado antes permite que cada una busque su lugar y llene el espacio que aún le queda en el hueco que le corresponde en el puzzle que hemos de configurar colectivamente: tu narración, dónde estabas y dónde no, en qué manifestación y en cuál no, en qué contra-manifestación… Nuestra historia ha sido terrible, no es fácil el ejercicio de memoria sincera, pero es lo único bueno que podemos hacer ya. Cada una, cada uno de nosotros, es la primera beneficiaria. Siempre se habla de lo que dejamos a nuestros hijos, pero el rescate ha de empezar por una misma.

Creo que hay mucha gente que no es consciente de lo que no ha hecho, porque aquí la gran mayoría no ha hecho ni dicho nada y con ello ha contribuido a mantener el estado de cosas tal y como estaba: con ciudadanos asesinados, extorsionados, amenazados (he tenido colegas en la Facultad que han tenido que marcharse de Vitoria), mientras los demás seguíamos tan tranquilos divirtiéndonos, trabajando y descansando, dando nuestras clases, desarrollando nuestro currículum.

 

De ahora en adelante

Actualmente soy miembro de la asociación Gogoan-por una memoria digna. No hablo aquí como representante de la asociación, pero destacaré algunos principios de la misma que considero cuestiones fundamentales para un futuro en paz:

  • La inseparabilidad esencial entre el reconocimiento de la víctima (el acercamiento real a la misma) y el reconocimiento de la injusticia cometida, cosa en sí misma diferente del arrepentimiento individual de cada victimario.
  • La reconciliación no consiste simplemente en superar el conflicto construyendo puentes entre las distintas víctimas, mientras cada cual avanza en sus reivindicaciones políticas. Lo primero está bien, pero hay que dotarlo de contenido: ver qué pasó, cómo ETA fue un movimiento totalitario que no admitía disidencia. Hay que decirlo así y esto no es exigir que se pida perdón, ni humillar a nadie, ni revanchismo (a mí -y, en general, a quien callaba- no me hicieron nada).
  • Concreta y específicamente hay que decir que aquí se optó por utilizar la violencia con fines políticos y que hubo una organización que se dedicó a matar a quienes no pensaban como ellos habían decidido que había que pensar sobre nuestra historia: que pusieron sus ideas por encima de la vida humana, y que eso nos aterró y nos inmovilizó.
  • Concreta y específicamente es imprescindible verbalizarlo en los contextos de las ideas que defendían ETA y quienes la apoyaban: en el mundo de la defensa del euskera, entre quienes quieren la independencia, etc., para desvincular esas ideas esencialmente, onto­lógi­ca­men­te, en su ser, de la violencia. Hace falta decir que aquello no estuvo bien, que se cometió una gran injusticia y que la violencia no era necesaria para defender las ideas. Hay que dejar de diluirlo en un pasado nebuloso que de manera borrosa superaríamos dándonos la mano: hay que romper la épica romántica, hay que quitar todo manto (auto)protector, todo eufemismo, todo atenuante de que también los otros…, de que todos sufrimos, de que fueron años duros. Se trata en definitiva de separar el conflicto, el choque de ideas, del uso voluntario de la violencia: separar lo sentimental de lo racional, sin negar ninguno de los dos planos, para que el primero, el de las emociones, no vuelva a confundirnos. Lo difícil que nos resulta imaginar que esa separación se pueda generalizar es un síntoma de la gravedad de nuestro momento presente, de nuestra situación actual. Pero, si cada cual no afronta su propia historia, si no se mira en el espejo, no aclaramos nada; si mientras se habla de «superar» el conflicto, se justifica lo que ETA ha hecho como consecuencia necesaria de la situación política, no hay avance auténtico, no hay regeneración, no hay sanación.
  • Concreta y específicamente tenemos que denunciar los homenajes públicos a los miembros de ETA, por la educación de nuestros jóvenes y por la recuperación de nuestra propia dignidad. Hay que extirpar de esta sociedad toda complacencia con la violencia.

Para terminar, soy consciente de que este ha sido un discurso parcial, planteado fundamentalmente desde la perspectiva de la crítica a ETA. Lo he hecho voluntariamente. Como decía al principio, me interesa el análisis específico del comportamiento de quienes hemos sostenido una actitud, dicho a grandes rasgos, pasiva particularmente ante la violencia de ETA. Me he centrado en ese tipo de ciudadana o ciudadano, tanto por mi propia experiencia como porque creo que nos permite explorar factores muy importantes de la larga pervivencia de «nuestro» terrorismo. No niego otros aspectos, otros problemas, ni otros sufrimientos, pero creo que el estudio de la ciudadanía callada, de las causas y consecuencias de su pasividad merece un capítulo importante en el relato.

Analizar requiere la investigación pormenorizada sobre cada uno de los distintos componentes de un todo. La complejidad no se puede examinar en serio hablando siempre de todo. Así no se analiza, así se repite una y otra vez, en bucle, como un eco.

Considero secundaria la batalla política. Lo que reivindico aquí es la búsqueda individual de los ingredientes de ese caldo que ha impregnado esta sociedad, los componentes del ensueño que nos ha tenido adormecidos. Si no empezamos a mirarnos sin contemplaciones, corremos el riesgo de seguir así, de no completarnos como personas, de no despertar, de no liberarnos de la carga del aturdimiento, además de no reconocer, aunque sea tarde, a quienes más han sufrido.

 


Intervención de Lourdes Oñederra en el acto organizado por el Secretariado Social Diocesano en Vitoria-Gasteiz el día 12 de marzo: Paz y reconciliación/Bake eta adiskidetzea.  Apostar por la paz

Relatos para el futuro

29 martes Ene 2019

Posted by gogoanmemoria in Memoria

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arrepentimiento, asesinatos, Carrero Blanco, conciencia, convivencia, delación, El Correo, ETA, franquismo, futuro, Joseba Azkarraga, Joseba Eceolaza, Memoria, Noticias de Gipuzkoa, Noticias de Navarra, perdón, presos de ETA, reconciliación, relato, SARE, Transición, vía Nanclares

“Hacer sufrir es la única manera de equivocarse”

Albert Camus

Hay quienes hacen del relato sobre la violencia de motivación política una batalla por el pasado, pero en realidad el relato siempre debería tener puesta la mirada en el futuro, en la fijación de unos valores que hagan que nuestra convivencia sea mejor. Quienes quieren justificar un pasado lleno de violencia a través del relato están abocados a pegarse siempre contra la misma pared; contra la pared de la insensibilidad. Porque, con esa pretensión, el relato siempre será esclavo de los horrores del pasado que ellos mismos callaron, justificaron o animaron.

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El Correo

Los procesos de construcción de memorias son algo abierto, en constante revisión, por eso son inútiles los intentos de quienes quieren clausurar el pasado planteándonos un empate infinito o una neutralización de la responsabilidad ante el ejercicio de la violencia y el odio, en el que lo mismo tuvieron la culpa quienes se enfrentaron en la calle y en silencio a la violencia, como quienes animaron a ETA a matar.

Es habitual que quienes han estado dentro del desastre de la violencia de ETA quieran pactar una equiparación, eliminando así una frontera ética evidente. Sucedió con el franquismo en la transición, transicioncuando se nos intentó colar el relato de los dos bandos, de la guerra entre hermanos, de las muertes por envidia. Y sucede ahora con quienes tratan de contar víctimas a su favor para dar la sensación de que esto era una guerra entre dos ejércitos legítimos, en la que ellos, por supuesto, luchaban a favor de un bien justo por el que merecía matar, morir y resistir. Una locura, porque eso es tanto como dar por buena la venganza o la pena de muerte en democracia.

No estamos ahora en un periodo fundacional, pero sí que estamos en un momento de transición en el que toca consolidar unos valores. Construir un andamiaje ético, no sólo tiene que ver con la consideración hacia el uso de la violencia, tiene que ver también con la valoración que hacemos sobre las ideas y actitudes que han propiciado tanto horror.

Por eso la restitución hacia las víctimas de ETA pasa también por la dignificación social y moral. Es obvio que la mayoría de estas víctimas han tenido unas políticas públicas que les han protegido, pero es obvio también que no han tenido “prestigio social”. En numerosas ocasiones se les ha despreciado, el insulto de “español” ha jugado a dedo apuntador, o peor aún, a diana social. El desprecio al otro ha sido la base de las relaciones políticas de quienes han ido en el mismo tren con ETA, no fue algo generalizado, pero sí un elemento diferencial.

Monolito Juan Marí Jauregi
Monolito Juan Marí Jauregi
Lápida Gregorio Ordoñez
Lápida Gregorio Ordoñez
yoyes 2

Desde posiciones cercanas a ese actuar se entiende el relato como algo instrumental, sólo como un elemento que permite darle sentido a las barbaridades que en nombre de la independencia y el socialismo se cometieron. Mirarse al espejo desde el autoengaño habitualmente es reparador a corto plazo, porque siempre habrá una agresión “en el otro lado” que cuenta más que lo que hicieron “los nuestros”, pero es una ruina moral. Creer que todas las víctimas eran Carrero Blanco tranquiliza las conciencias de quienes no podrían soportar, o no querrían saber, que en su nombre fueron asesinadas una tras otra hasta 842 personas más.

Atentado

De ahí que siempre haya creído que contar los detalles de la violencia es tan importante como las cifras globales. Muchas víctimas de ETA cuentan que el asesinato y el posterior desprecio social fueron todo uno. A las pistolas, al impuesto revolucionario, al coche bomba se le sumó la hostilidad social. Es conocido el caso de José Luis López de Lacalle; tras asesinarlo apareció una pintada en su portal que decía “Lacalle jódete”. Por eso el resto de la sociedad tenemos que hacer el esfuerzo por describir y contar, aunque cansemos, las crueldades que hubo alrededor, o antes, o después de los tiros.

La memoria siempre debería ser cálida y construida desde la cercanía ante el dolor. El sujeto-víctima debería constituir por eso un espacio de consenso moral, un lugar de encuentro. Y las llamadas a la impunidad y no esclarecimiento dificultan la necesaria reconstrucción del tejido social dañado por años de violencia y odio.

noticias de gipuzkoa

Noticias de Gipuzkoa

Joseba Azkarraga, portavoz de Sare afirmaba en agosto que “cada preso debe actuar de manera individual en la búsqueda de avanzar y mejorar su propia situación con las líneas infranqueables de no arrepentimiento y no delación”, marcando así una línea roja que no ayuda a abordar la necesaria convivencia.

Confundir la legítima y justa defensa de los derechos de las personas presas, en cuanto personas encarceladas, con la narrativa de la violencia hace que se pierda una ocasión propicia para avanzar en la convivencia y el cierre de heridas. Porque vetar la vía Nanclares, a la que se acogieron varios presos, que inició un camino de perdón y reconciliación sincero, no darle valor, condenar a sus protagonistas al aislamiento personal y político, no querer sentarse a escucharles apunta a una rigidez que no facilita una reconstrucción del sedimento ético necesario para superar periodos de violencia.

No hubo ninguna justificación para matar al que pensaba diferente, no hubo ninguna justificación para sumar a la muerte el desprecio, el vacío y el odio y en el reconocimiento de ese hecho no puede interponerse ninguna visión parcial y deshumanizada. Reconocer, apoyar y relatar que hubo otras violencias, y que hay víctimas de la violencia policial a las que se les ha coartado el derecho a la verdad y a la justicia no puede, jamás, servir como excusa para no abordar las tareas de quienes estuvieron pegados a la crueldad que supuso la mera existencia amenazadora de ETA.

 

Joseba Eceolaza, miembro de la asociación Gogoan, por una memoria digna

 

[noticias de navarraEste artículo fue publicado en Noticias de Navarra el 28 de enero de 2019]

Sobre la política penitenciaria

03 jueves Ene 2019

Posted by gogoanmemoria in presos

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acercamiento, convivencia, derechos humanos, EPPK, Etxerat, Joseba Azkarraga, justicia restaurativa, Kalera, Kubati, ongi etorri, perdón, política antiterrorsita, política de alejamiento, política penitenciaria, presos de ETA, primer grado, progresión de grado, reconciliación, reinserción, SARE, vía Nanclares, vía restaurativa, Yoyes

Por una política penitenciaria humanitaria orientada a la reinserción de los presos de ETA


 

Se acerca este enero la cita anual de apoyo a los presos del EPPK, grupo donde no solo se organizan los condenados por pertenencia a ETA, sino que también se integran presos de organizaciones políticas afines. En estos días, se vuelve a dar un cruce confuso y contradictorio de datos y opiniones sobre la política penitenciaria con este colectivo. Por ello compartimos unas notas con ánimo aclaratorio.

Datos aproximativos

Algunos datos aproximativos, contrastando distintas fuentes periodísticas::

  • Desde que ETA abandonó la violencia, el número de sus presos ha disminuido de 700 a 270 (un 62%, excarcelaciones por cumplimiento de penas) [El País, 2018 y Wikipedia].

  • De los 220 presos en cárceles españolas, en torno a la mitad (110) está utilizando la legalidad penitenciaria para progresar de grado y acceder a beneficios penitenciarios [El País, 2018]. Según Berria (2018), unos 30 presos están a punto de pasar a segundo grado y unirse a los 20 que ya están en segundo y tercer grado.
  • El 12% de ellos, cumple pena en primer grado puro, separados en módulos especiales. El resto de los presos de primer grado -175- están en módulos ordinarios [Naiz, 2018], pero con alguna hora menos de patio y con celda individual.

Diario Información

  • De los 47 presos que están en cárceles francesas [Gara, 2018] se mantiene la política de alejamiento y de vigilancia especial (DPS) para un 20% de ellos; esto es, cerca de 10.

 

Tres ideas

1// Tras muchos años de una política penitenciaria atravesada por la política antiterrorista y de una parte mayoritaria de los presos de ETA contrarios a usar los beneficios penitenciarios, se están dando cambios que deberían promover de manera ordinaria, sin excepcionalidades y vetos excluyentes, la progresión de grado hacia la reinserción social, como vía restaurativa de la convivencia y del injusto daño causado a las víctimas (vía Nanclares).

Centro Penitenciario Zaballa. foto El Correo

2// Asimismo se debería practicar una política humanitaria de manera incondicional, acabar con la pena añadida que supone la política de alejamiento, y dar un tratamiento humanitario a los presos enfermos graves [El País, 2012], adecuado a sus enfermedades, sin esperar al riesgo inminente de muerte [El País, 2017] [teinteresa.es 2017]

3 // Los colectivos Sare, Etxerat y Kalera de apoyo a los presos oficialistas del EPPK (esto es, no a los de Nanclares, ni a los de ATA), mantienen un enfoque sesgado, que junto a reivindicaciones parciales compartibles, ampara tratar a los presos como si fueran mártires (los “ongi etorris” como máxima expresión), y pretende vetar los pasos hacia experiencias de justicia restaurativa, de perdón y reconciliación. Así consta en declaraciones de Kubati, asesino de Yoyes, e incluso de Joseba Azkarraga:

cada preso debe actuar de manera individual en la búsqueda de avanzar y mejorar su propia situación con las líneas infranqueables de no arrepentimiento y no delación

la vía Nanclares es un modelo que se terminó sin haber avanzado prácticamente nada

Deia, 2018

Podría hacerse una mejor contribución a la defensa coherente de los Derechos Humanos y de la convivencia.

Ongi etorri en Lekeitio, foto El Mundo

 


Los presos y presas de ETA (3)

01 viernes Jun 2018

Posted by gogoanmemoria in presos, Sin categoría

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acercamiento, acercamiento de presos y presas, Antonio Duplá, asesinatos, Asociación de Víctimas del terrorismo, AVT, Bildu, Cambó, Carmen Guisasola, comunicado de ETA, conflicto, Denon Artean-Paz y Reconciliación, Dirección de Atención a Víctimas del terrorismo del Gobierno Vasco, elkarri, Esther Pascual, ETA, extrema derecha, GAL, Gesto por la Paz, Ignacio Iturbide, izquierda abertzale, Jaime Arrese, Joseba Urrusolo Sistiaga, Ladislao Zabala, Maixabel Lasa, Parlamento Vasco, perdón, reconocimiento del daño causado, reinserción, responsabilidad, revista GALDE, terrorismo, Txema Urkijo, vía Nanclares, Víctimas, violencia

En el primero de la serie, ya explicamos nuestro apoyo al acercamiento de los presos y presas. En el segundo, recordamos el trabajo realizado por Gesto por la Paz y Denon Artean-Paz y Reconciliación en relación a la reinserción y expusimos a grandes rasgos los posicionamientos del Estado, de la izquierda abertzale, de la sociedad y de algunas organizaciones sociales como Elkarri o la AVT (Asociación de Víctimas del terrorismo).

En este tercer y último capítulo de la serie, queremos referirnos a un tema que nos parece clave para que un preso inicie un proceso de reinserción: el reconocimiento del daño causado. Recuperamos los criterios que apuntaron las dos organizaciones pacifistas y comprobamos que:

a) Desvinculación de la organización armada. Resulta necesaria una renuncia explícita a cualquier estrategia basada en el ejercicio de la violencia. Ya no hay ninguna organización de la que desvincularse, por lo que, 30 años más tarde, este paso ya no es necesario.

Eusko Lege Biltzarra-Parlamento vasco

b) Acatamiento de las reglas y principios básicos democráticos. Condición indispensable para una pesona que ha optado por defender un posicionamiento político a través de la violencia, lo que significa terminar con la vida de otros seres humanos.

En el último de ETA se decía: «ETA no tiene miedo alguno a ese escenario democrático«. Posteriormente, marcan la hoja de ruta que actualmente están siguiendo: «el principal reto será construir un proceso como pueblo que tenga como ejes la acumulación de fuerzas, la activación popular y los acuerdos entre diferentes, tanto para abordar las consecuencias del conflicto como para abordar su raíz política e histórica. Materializar el derecho a decidir para lograr el reconocimiento nacional será clave«.

c) Reconocimiento del daño causado. Y aquí está otro elemento clave que últimamente está siendo un tanto… banalizado.

En primer lugar, en el comunicado de ETA en abril: «Somos conscientes de que en este largo periodo de lucha armada hemos provocado mucho dolor, incluidos muchos daños que no tienen solución. Queremos mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto. Lo sentimos de veras (…) 

¿Se puede reconocer el daño causado sin asumir la responsabilidad de las acciones? Esto se deduce de la expresión «han resultado damnificados por el conflicto» como si el conflicto pusiera bombas o pegara tiros; en lugar de decir «han sido víctimas de la violencia de ETA».

A consecuencia de errores o de decisiones erróneas, ETA ha provocado también víctimas que no tenían una participación directa en el conflicto, tanto en Euskal Herria como fuera de ella. Sabemos que, obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna. También hemos provocado graves daños que no tienen vuelta atrás. A estas personas y a sus familiares les pedimos perdón.» 

Sí, ETA pide perdón a la inmensa minoría de las víctimas que causó, pero se vuelven a esconder: «obligados por las necesidades de todo tipo de lucha armada» como si, después de 50 años de violencia, no fueran conscientes de que utilizar la violencia significa inevitablemente crear víctimas, las buscadas y las no buscadas; y, sobre todo, como si utilizar la violencia no hubiera sido una decisión tomada con absoluta libertad por cada uno de los miembros de ETA.

¿Puede un preso de ETA iniciar un proceso de reinserción sin reconocer la responsabilidad de sus acciones que fueron fruto de una decisión libremente tomada como fue ingresar en la organización terrorista y asesinar a personas? No vale es esconderse tras las siglas de la organización. Cada persona tiene que asumir la responsabilidad de sus acciones. 

Gesto por la Paz y Denon Artean, Paz y Reconciliación defendieron que el tercer criterio, el reconocimiento del daño causado, era «un principio ético general que indudablemente debe ser tenido en cuenta en sus aspectos de autocrítica hacia lo causado, tanto en su dimensión social como en la humana.»

Algo muy similar a esta propuesta lanzada hace 30 años, es el proceso que han experimentado presos de ETA como Carmen Guisasola, Joseba Urrusolo Sistiaga y el resto del grupo de la «vía Nanclares«. Este grupo participó en los encuentros restaurativos organizados por la Dirección de Atención a Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco dirigida por Maixabel Lasa, Txema Urkijo y Jaime Arrese y que contaron con la inestimable ayuda de Esther Pascual. 

Reproducimos parte de la entrevista que Antonio Duplá le hizo a Esther Pascual en la revista Galde (2015), entrevista que animamos a que sea leída:

¿Cómo alguien que ha matado, y lo ha justificado y se ha justificado a sí mismo, puede convertirse en “agente de paz”, en términos de Reyes Mate?

Pues porque hace falta mucho valor para reconocer el mal que has causado, querer asumirlo, mirar a la persona a la que has herido o arrebatado a su ser querido, mirarle a los ojos y decirle: aquí estoy, dispuesto a explicarte o aclararte lo que necesites, a escucharte y escuchar todos tus reproches,  a pedirte perdón. Alguien que hace eso, por supuesto que puede convertirse en un agente de paz, en el sentido de que puede “contagiar” a otras personas a que hagan lo mismo, de manera que se contribuya a una pacificación social. Para las víctimas es doloroso que salgan los etarras orgullosos de su pasado y de su lucha, mientras que les reconforta saber que también hay ex-terroristas que salen arrepentidos y con ganas de contribuir a la paz. Eso les convierte en agentes de paz. Y al decir arrepentido nunca me refiero a humillado. Son cosas distintas. Nelson Mandela es un gran ejemplo de todo esto.

Por desgracia, estas iniciativas tan positivas fueron bloqueadas y anuladas.

Las personas presas durante los largos años de pena que tienen por cumplir, pueden elegir entre seguir la opción de la «vía Nanclares» y optar por la reinserción o tomárselo con la calma de Bildu que, unos días más tarde del acto de Cambó, rechazó firmar una declaración institucional en el Parlamento vasco porque «hoy por hoy es imposible alcanzar un acuerdo unánime en esta materia».

Este era soméramente el contenido de la declaración:

  • Alivio compartido con la sociedad ante la desaparición de ETA
  • Compromiso inequívoco por alcanzar la verdad, justicia y reparación que reclaman las víctimas del terrorismo
  • Petición a los presos de la banda que asuman la injusticia de sus actos para acogerse a beneficios penitenciarios.
  • Apuesta por construir una memoria compartida basada en el rechazo público a cualquier tipo de violencia, su legitimación y justificación.

El camino se conoce. Es cosa de tiempo y, desde luego, la izquierda abertzale parece no tener ninguna prisa.


Estas mismas reflexiones se podían dirigir a miembros de otros grupos terroristas que actuaron en Euskal Herria, sin embargo, es muy posible que no permanezca ninguno en la cárcel, bien porque fueron juzgados hace ya muchos años y ya han cumplido las condenas o bien porque nunca fueron juzgados.

En este sentido, queremos hacer referencia a un informe de la Dirección de Atención a Víctimas del terrorismo del Gobierno Vasco encabezada por Maixabel Lasa: «se contabilizaron 74 actos terroristas de los grupos parapoliciales y de extrema derecha en el País Vasco en esa época, con un balance de 66 muertos. Los asesinatos del otro terrorismo fueron reivindicados por los GAL (24), Batallón Vasco Español (18), la Triple A (8), Grupos Antiterroristas Españoles (6) y otros. Sólo en 17 casos se llegó a una sentencia firme. El resto jamás se aclaró.» (El País, 21 de marzo de 2010) Esto es, solo se esclarecieron el 23% de los casos.


 

ETA kanpora

20 viernes Abr 2018

Posted by gogoanmemoria in derechos humanos, Memoria, Víctimas

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Artesanos por la Paz, asesinatos, bombardeo de Gernika, Brian Currin, cafetería Rolando, Carlos Alonso Palate, comunicado de ETA, Diego Armando Estacio, ejército, empresario, ETA, Foro Social, funcionario de prisiones, guardia civil, heridos, Hipercor, jueces, Maixabel Lasa, Margarita González Manxilla, militares, pacifistas, perdón, periodistas, policía nacional, politicos, terrorismo, Víctimas, Yoyes

A pesar de compartir con Maixabel Lasa que este comunicado de ETA no debería tener tanto bombo mediático porque solo significa el agur a quien ha causado dolor, muerte, sufrimiento… y nada más que eso y porque el comunicado de despedida poca novedad aporta. Aún así, queremos hacer una pequeña reflexión sobre este comunicado.

Como el comunicado de Aiete, este comunicado viene precedido de unas baladas que vienen sonando desde hace un tiempo tocadas por el Foro Social y los Artesanos por la Paz que han nacido recientemente en Iparralde. No se puede obviar el hecho de que hayan surgido justo, justo cuando terminó la «actividad armada». Mientras esta existía, no dijeron ni pío. O sí? Y, como en Aiete, Brian Currin vuelve a hacer acto de presencia. Este aditivo pretende ser el hilo de unión entre Aiete y esta representación que tienen preparada para mayo.

Lo más significativo de este comunicado son estas palabras: «nada de todo ello debió producirse jamás o que no debió prolongarse tanto en el tiempo» porque es un reconocimiento de que todo lo que hicieron fue un error.

También podrían ser importantes estas palabras: «Queremos mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA«, pero llegan con muchos años de retraso. Las familias de las víctimas, muchas, han sufrido la sádica falta de respeto a sus muertos durante años y años sin ningún tipo de piedad, sin rasgos de humanidad. Muy tarde ya. De hecho, ya no tienen significado real.

Quizás las palabras que más polémica están originando son las referidas al perdón: «A consecuencia de errores o de decisiones erróneas, ETA ha provocado también víctimas que no tenían una participación directa en el conflicto, tanto en Euskal Herria como fuera de ella. Sabemos que, obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna. También hemos provocado graves daños que no tienen vuelta atrás. A estas personas y a sus familiares les pedimos perdón.» Sin participación directa en el conflicto, sin responsabilidad alguna… Debemos suponer que se refieren a todos los niñ@s asesinad@s aunque fueran hij@s de guardias civiles, a las de la cafetería Rolando de Madrid (1974), a las víctimas de Hipercor (1987), a Margarita González Mansilla (1995), a Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio (2006), a todas las personas asesinadas por pasar por el sitio en el que explotaría la bomba y a todas aquellas que ETA asesinó equivocadamente, tal y como ella misma reconoció.

Nunca se debería publicar este titular

Por desgracia, no reciben el perdón todas aquellas víctimas que sí tenían participación directa en el conflicto y que tenían alguna responsabilidad; esto es, el 98% de las personas asesinadas, según los criterios de la propia ETA. No recibirán el perdón de ETA las familias de ningún guardia civil, ningún policía nacional, ningún militar, ningún político, ningún camarero, ningún camello, ningún drogadicto, ningún periodista, ningún juez, ningún profesor de universidad, ningún empresario, ningún funcionario de prisiones, ningún trabajador de Telefónica o de Iberduero, ningún comprometido pacifista… ningún etarra «arrepentido».

Manuel Jodar
Yoyes
Juan Mari Jauregui

ETA ha perdido una buena oportunidad, pero… ¿deberíamos esperar algo más de esta organización terrorista?

Sobre el resto del comunicado, es vergonzoso e intolerable el recurrente argumento de ligar su vergonzosa existencia con la guerra civil a través del bombardeo de Gernika, pero… ¿son los únicos que tratan de unir estos dos episodios de violencia?

Como siempre, han decepcinado. ETA desaparecerá para siempre, pero aquí queda la izquierda abertzale que tanto les apoyó. A ver qué hace porque… moverse, se tendrá que mover algún día, no?

Si necesitas leer el comunicado entero, lo puedes ver pulsando aquí.

 

[Y para decir todo esto, no es necesario apuntar que también estamos en contra de la violencia ilegítima de las fuerzas de seguridad o del terrorismo del GAL y demás. ¿Por qué hay tanta gente con complejos, siempre justificándose?]

 

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