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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

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Sumar víctimas

24 Jueves Dic 2020

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Diario de Navarra, Diario de Noticias, El Correo, El Diario Vasco, ETA, izquierda abertzale, Josu Elespe, Memoria, Mercedes Monmany, Rüdiger Safranski, Roberto Lertxundi, Thomas Mann, víctimas del terrorismo

Desde muchos ámbitos la violencia nos la venden como algo épico, llena de héroes y gestas, gente entregada y causas fabulosas, pero la violencia  es sobre todo un trauma. Dice Thomas Mann que solo los detalles son interesantes, tal vez eso sea exagerado. Pero conocer las vivencias concretas que han padecido las víctimas del terrorismo es un ejercicio necesario que conmueve hasta rompernos. En el terremoto de la violencia, la réplica dura tanto como la vida de la gente que la padeció.

Por eso, profundizar de verdad en el daño que la violencia de ETA nos causó no permite atajos, porque si lo planteamos como una carrera para salvar nuestro pasado particular y político, volveremos a dejar otra vez causas abiertas, y es lo que menos necesitamos. Este es un ejercicio más humano que político, hasta quienes ejercieron la violencia o la defendieron no entiendan esto, habrá más pugna que ética y eso aplaza las tareas que necesitamos abordar.

El proceso de reparación de heridas, obviamente, nunca es lineal. Roberto Lertxundi decía que “el resultado de ETA es tan pobre que lo único que ha conseguido es llenar cárceles y cementerios”. Reconocer esto es tan duro para quienes estuvieron en el mismo tren de ETA que las resistencias a mirarse al espejo, en realidad, son parte del proceso.

Roberto Lertxundi decía que “el resultado de ETA es tan pobre que lo único que ha conseguido es llenar cárceles y cementerios”.

Sin duda, el olvido puede aparecer de muchas formas. Pero una de las formas más peligrosas es la que pone en marcha distintos relatos para que unos neutralicen a otros. Encarar la memoria con una calculadora para sumar víctimas no es hacer memoria, es tratar de consolidar el paradigma del empate.

La superación del trauma de la violencia no se basa en la imagen de un marcador que suma víctimas en nuestra contra o a nuestro favor, es sobre todo la necesidad de desmontar las ideas que hicieron posible esa barbaridad que es pegarle un tiro en la nuca a alguien por sus ideas o su profesión. Y el deber de reparar, proteger y apoyar a las víctimas del terrorismo de Estado no puede convertirse en una muletilla para no afrontar una autocrítica sanadora entre quienes apoyaron de forma convencida, continua y decidida el asesinato político. Decir esto no supone tratar a estas víctimas de forma secundaria, ni establecer categorías de reparación distintas, ni negarles el derecho a la reparación y al esclarecimiento.

Encarar la memoria con una calculadora para sumar víctimas no es hacer memoria, es tratar de consolidar el paradigma del empate.

De hecho, olvidar también es contar las cosas con un sesgo subjetivo que no aguanta un mínimo contraste. Romper el marco conceptual que define a la víctima, ensancharlo de forma ilimitada y caprichosa no es recordar, es cuadrar tu visión del pasado al momento en el que hay que hacer balance de lo provocado. Hay listados manejados por colectivos cercanos a la Izquierda Abertzale que, por ejemplo, contabilizan como víctima a una persona que murió de un infarto en la cárcel o a otro hombre que murió de un derrame meses después de que su hijo fuera detenido. Y sin duda hay muertes que nunca deberían haber sucedido, hay ausencias que duelen, pero eso no les convierte en víctimas.

sin duda hay muertes que nunca deberían haber sucedido, hay ausencias que duelen, pero eso no les convierte en víctimas

Por eso nos tenemos que rebelar ante quienes en la aritmética de este relato nos proponen un empate ruinoso; 1936, más ETA, más violencia policial igual a cero. Como si la violencia fuera algo inevitable y una consecuencia de una respuesta legítima, necesaria y obligada. Como si las víctimas se compensaran, como si nos consolara saber que hubo crueldad en los otros, como si una muerte justificara otra, como si esto hubiera sido una guerra permanente en la que todo el mundo mató, como si todos y todas tuviéramos algo que ver en la violencia.

Porque aquí, sencillamente, no han existido violencias cruzadas, ni dos ejércitos legítimos que se han enfrentado, ni mucho menos un enfrentamiento entre dos pueblos, ni tampoco una responsabilidad diluida en que “todos sufrimos”. Las responsabilidades no son iguales y no todos elegimos ejercer o defender la violencia.

aquí, sencillamente, no han existido violencias cruzadas, ni dos ejércitos legítimos que se han enfrentado, ni mucho menos un enfrentamiento entre dos pueblos

El filosofo alemán Rüdiger Safranski, pensando sobre la verdad que estamos dispuestos a soportar  dice que “hay que estar preparados para toparse con determinados abismos”, Mercedes Monmany en “Ya sabes que volveré” tira de este hilo y plantea con audacia que tenemos que abordar esos abismos sin filtros “abismos no suavizados de antemano con tranquilizadoras y ocultas premisas preestablecidas, con estratagemas ideológicas o incluso con coartadas de tipo sentimental”, y Josu Elespe concluye que “la convivencia plena requiere enfrentarse a la realidad de lo que hicieron”.

El deber de memoria, la necesidad de convivir, implica necesariamente la honestidad de reconocer los hechos tal y como fueron. Porque si adecuamos definiciones, formatos de encuentros o experiencias restaurativas a nuestro hecho político, y no a la formación de valores y perspectivas nuevas tras años de violencia, el camino se hará más largo.

Habrá diferentes formas de ver nuestro pasado, pero al menos tengamos la decencia de contarnos la verdad. La memoria exige rigor, no inflación, hasta entonces es como si algo de ese tacticismo que nos persiguió estuviera presente; la vida y la muerte entendida solo como parte de una meta.

Habrá diferentes formas de ver nuestro pasado, pero al menos tengamos la decencia de contarnos la verdad. La memoria exige rigor

 

Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan, por una memoria Digna

Este artículo ha sido publicado en noviembre en Diario de Noticias, Diario de Navarra, y en diciembre en El Correo y El Diario Vasco

Nuestras raices también están en esta sociedad

15 Domingo Nov 2020

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asesinatos, conflicto político, Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria, ETA, Franco, Movimiento de Liberación Nacional Vasco, secuestros, Víctimas

“Zer eskatzen du herriak? / Askatasuna! / Zer eskatzen du herriak? / Presoak kalera! / Zer eskatzen du herriak? / Txakurrak barrura! / Zer eskatzen du herriak? / Gora Euskadi askatuta!

Gora Euskadi sozialista, gora… gora Euskadi askatuta!”

(“¿Qué pide el pueblo? / ¡Libertad! / ¿Qué pide el pueblo? / ¡Qué los presos salgan a la calle! / ¿Qué pide el pueblo? / ¡Que los perros (policía) entren en la cárcel! / ¿Qué pide el pueblo? / ¡Una Euskadi libre!

¡Viva una Euskadi socialista, viva… viva una Euskadi libre!”)

En la década de los 70, en nuestra niñez, solíamos cantar esta canción y otras parecidas. El estado español salía a duras penas de una dictadura que duraba 40 años y poco a poco llegó la democracia, con toda su grandeza, y una transición en la que para algunos las cosas se dejaron demasiado atadas, haciendo imposible que se pudieran materializar los anhelos de los defensores de determinadas opciones políticas, y para otros en cambio, el nuevo marco era suficiente y daba la oportunidad de desarrollar cualquier idea. Lo que es innegable es que con la democracia se recuperaron la libertad y los derechos, y como ocurría en los países avanzados la soberanía volvía al pueblo y se establecía el juego de las mayorías.

Y para cuando los aires de libertad empezaron a entrar por nuestras puertas y ventanas un elemento intruso ya se había colado por las rendijas: la banda terrorista ETA.

Y para cuando los aires de libertad empezaron a entrar por nuestras puertas y ventanas un elemento intruso ya se había colado por las rendijas: la banda terrorista ETA. No está de más recordar que el brazo político de ETA no ha obtenido nunca, ni de lejos, una mayoría suficiente para gobernar, pero se ha valido de las pistolas y las bombas de su “hermano mayor” ETA para incidir en nuestra sociedad de manera absolutamente desproporcionada y para autoproclamarse en la voz del pueblo en innumerables ocasiones: sin la legitimidad que en democracia da el respaldo de las mayorías, y por medio de la violencia, que no tiene legitimidad alguna. Justo cuando estábamos emancipándonos del autoritarismo de “papá” Franco, llegó el “hermano mayor” ETA, vestido con un colorido disfraz de libertad, despreciando la voluntad y la soberanía de los que vivíamos en casa y pretendiendo imponerse por la fuerza.

No tenían el respaldo de la sociedad vasca y navarra, pero gracias al comodín de la violencia y a una potente maquinaria de hacer propaganda –sectaria y engañosa- lograron influir en la política, en la cultura y en los movimientos sociales con el ánimo de manejarlos a su antojo, y consiguieron que las proclamas que se recogen en la canción que citamos al inicio de este texto fueran las únicas que se expresaran en la sociedad, como si la sociedad entera estuviera detrás de ese todo compacto que proclamaban. Se autodenominaron Movimiento de Liberación Nacional Vasco y se apropiaron de la calle.

No tenían el respaldo de la sociedad vasca y navarra, pero gracias al comodín de la violencia y a una potente maquinaria de hacer propaganda –sectaria y engañosa- lograron influir en la política, en la cultura y en los movimientos sociales con el ánimo de manejarlos a su antojo

La niebla de su propaganda distorsionaba la realidad, y además ya se encargaban ellos de mezclarlo todo: el conflicto político con el uso de la violencia y con la reivindicación de los derechos de los suyos –defendiendo a su vez la conculcación de los derechos de los otros-. En relación al conflicto político huelga decir que en democracia las diferencias se encauzan a través del debate y de los acuerdos. Y qué bien que exista el conflicto político, porque durante 40 años no lo hubo, ya que unos iluminados que estaban por encima de la voluntad de la ciudadanía así lo decidieron, pues ya sabían ellos que lo mejor para el pueblo era su ideología totalitaria y su régimen fascista, y cuando parecía que la ciudadanía recuperaba la mayoría de edad, llegaron los otros iluminados, y emponzoñaron la política, los movimientos sociales y culturales, y lo pervirtieron todo.

Y a pesar de que hacían una defensa sectaria de los derechos de las personas que les eran afines, por desgracia está probado que tal y como denunciaban, hubo torturas y conculcación de derechos, y que el terrorismo de estado hizo de las suyas, con todo lo que eso supuso: el inmenso e injusto sufrimiento que se infligía a esas víctimas –llegando en algunos casos a ocasionarles la muerte- y el daño que se le hacía al estado de derecho.

Pero existía otra cruda realidad que nunca se denunciaba en las movilizaciones callejeras, una realidad de la que casi nadie hablaba: la de los asesinatos de ETA, los secuestros, las extorsiones, las amenazas… ¿Y por qué se silenciaba de todo esto? ¿Quizás porque era ETA la autora de estos crímenes? ¿Quizás porque ETA y su brazo político manipulaban los hilos de las reivindicaciones callejeras? ¿Quizás porque habían inoculado el virus del miedo? ¿O porque toda la propaganda que maquinaron estaba haciendo su efecto en la sociedad?

Hay que reconocer que lo que ofrecía este autodenominado movimiento de liberación era muy atractivo, sobre todo para la juventud: nos vendían que ofrecían la forma más auténtica de ser jóvenes, y a su vez necesitaban a los jóvenes para nutrir su militancia. Pero no se trataba de una militancia cualquiera, el uso de la violencia o su legitimación era algo que se aceptaba con normalidad, con lo cual los valores éticos se dejaban de lado. Y no faltaron en los pueblos y en los barrios elementos que se dedicaron a captar a chicos y chicas para a lavarles el cerebro: muchos se radicalizaron, otros llegaron a participar en algaradas callejeras e incluso en la “kale borroka” y algunos acabaron en ETA. Qué poco se ha hablado de estos procesos de radicalización, qué poco se mencionan los efectos tan nocivos que ha tenido la violencia en la juventud vasca. Cuánta gente joven se echó a perder. Todo esto merecería una reflexión profunda, pero no parece que esto esté entre las prioridades de muchos.

Y no faltaron en los pueblos y en los barrios elementos que se dedicaron a captar a chicos y chicas para a lavarles el cerebro: muchos se radicalizaron, otros llegaron a participar en algaradas callejeras e incluso en la “kale borroka” y algunos acabaron en ETA

Nosotros también crecimos rodeados de esa niebla, pero por suerte nuestras familias y nuestro entorno nos tenían agarradas de la mano para que no nos perdiéramos en la bruma, y los mensajes que nos emitían en contra de la violencia eran claros. De cualquier manera no era difícil enredarse, ya que como es natural todos aspirábamos a ser más “progres” que nuestros padres y madres, y era bastante habitual sucumbir y acabar sintiendo simpatía por ese movimiento “liberador”.

Y entonces apareció en escena la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria, que con sus movilizaciones propició en ciertos sectores de la sociedad una reflexión en torno a esa violencia que nos atenazaba casi sin darnos cuenta, y nos pusieron frente a esa realidad que aunque estaba delante de nuestros ojos nos resistíamos a mirar: ETA asesinaba casi todas las semanas y varios días por semana . Pero esos muertos no contaban; se les quitaba la vida, todo lo que tenían, pero eso se pasaba por alto y además a las víctimas se le asignaba una infame presunción de culpabilidad: seguro que ETA tenía alguna razón para actuar.

Por lo tanto la lucecita que iluminó nuestros inicios en el camino de la paz fue un principio ético, el fundamental: “no matarás”. Y lo pusimos por encima de nuestros miedos y de nuestras dudas, porque en esos principios está la salvaguardia del bien común y de la convivencia. Y nos pusimos en marcha, y comenzamos a ir a las concentraciones de Gesto por la Paz, que nos ofreció un pequeño mapa para el camino, y aunque el recorrido que nos proponía no era nada fácil, nos atrevimos y nos lanzamos a la calle. Y a lo largo de los años fuimos desarrollando principios como el derecho a la vida, el respeto a las personas, la paz, la justicia, la libertad, la solidaridad, etc. y los aplicamos a nuestra realidad, intentando transformar la sociedad con nuestras acciones.

aunque el recorrido que nos proponía Gesto por la Paz no era nada fácil, nos atrevimos y nos lanzamos a la calle. Y a lo largo de los años fuimos desarrollando principios como el derecho a la vida, el respeto a las personas, la paz, la justicia, la libertad, la solidaridad, etc.

En los inicios nos movió una responsabilidad cívica, acudíamos a las concentraciones de Gesto pero la mayoría de las veces no sentíamos a las víctimas como algo afín. Pero llegó la víctima cercana, y con ella empezamos a sentirnos cerca de las otras. Más tarde empezamos a disgustarnos por los asesinatos, por los secuestros, y comenzamos a empatizar con las víctimas y sus familiares, y según pasaba el tiempo el sentimiento de indignación ante los atentados era total, así como el convencimiento de que todo aquello era una tremenda injusticia. Y a lo racional se le unió lo emocional y nos fuimos haciendo fuertes y cada vez estábamos más convencidas de que lo que hacíamos era lo correcto.

Lo que he relatado en los últimos párrafos es una experiencia personal mía y de muchos compañeros y compañeras de camino, y lo comparto porque es posible que pueda servirle de ayuda a alguien. Creo que es imprescindible analizar todo lo sucedido a la luz de los principios éticos, revisar lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. Nunca es tarde y se lo debemos a esta sociedad, sobre todo a las generaciones futuras, porque si no revisamos lo acontecido, si no corregimos nuestros errores, si hacemos como si nada de esto hubiera pasado es posible que la historia se repita y, sinceramente ¿Queremos que nuestro futuro sea un reflejo de nuestro pasado? Si la respuesta es no, algo tendremos que hacer. Y hay personas que por sus actos y por la responsabilidad que han tenido en los tristes hechos acontecidos en las últimas décadas deben hacer una profunda autocrítica; éste sería el mejor legado que podrían dejar. Esto no se arregla con un “todo el mundo tiene su parte de responsabilidad” y “todo el mundo ha cometido errores”, porque esa es la fórmula perfecta para que nada cambie, porque si no hay autocrítica y cada uno no asume su responsabilidad, todo vale y no hay nada que mejorar.

si no revisamos lo acontecido, si no corregimos nuestros errores, si hacemos como si nada de esto hubiera pasado es posible que la historia se repita y, sinceramente ¿Queremos que nuestro futuro sea un reflejo de nuestro pasado?

En resumidas cuentas, todos y todas hemos salido perdiendo con la violencia y la pérdida de valores, sobre todo las víctimas, que fueron las que sufrieron el ataque directo de la violencia, pero nuestra sociedad también se ha quedado muy tocada ya que la violencia ha dejado una huella muy oscura y profunda.

Acabo este escrito citando las clarividentes palabras que pronunció Maixabel Lasa en el acto de homenaje a su marido en el 20 aniversario de su asesinato a manos de ETA: “no se le puede pasar este marrón a la siguiente generación para decir que lo que sucedió no pudo haber sucedido. Simplemente eso”.

todos y todas hemos salido perdiendo con la violencia y la pérdida de valores, sobre todo las víctimas, que fueron las que sufrieron el ataque directo de la violencia, pero nuestra sociedad también se ha quedado muy tocada ya que la violencia ha dejado una huella muy oscura y profunda.

 


Maite Leanizbarrutia Biritxinaga

Miembro de la desaparecida Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria y de “GOGOAN-Por una Memoria digna”.

Vitoria-Gasteiz, 22 de febrero de 2000

22 Sábado Feb 2020

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Ajuria-Enea, Antonio Rivera, asesinato, atentado, Centro Memorial de Víctimas del terrorismo, El Correo, Fernando Buesa, Gaizka Fernández Soldevilla, Gesto por la Paz, Jorge Díez, Juan José Ibarretxe, La Vanguardia, Lehendakari, Lorena Gil, Loreno Gil, Pello Salaburu, PNV-EAJ, PSE-EE, Raúl López Romo, UPV-EHU

Pello Salaburu, miembro de ‘Gogoan, por una memoria digna’ recuerda  lo que vivió en torno al asesinato de Fernando Buesa Blanco y Jorge Díez Elorza.


HUBO TRES… PERO UNA NO CUENTA

Tengo muy grabado, supongo que como muchos de quienes vivimos aquellos momentos tan trágicos, el día del asesinato de Fernando Buesa y de Jorge Díez. El hecho fue terrible, y me pilló en un momento de mi vida marcada por otras circunstancias. No sé si era al día siguiente, o quizás fuera a los dos días, teníamos prevista en la UPV/EHU la celebración de un claustro con un tema no menor en el orden del día: la elección de mi sustituto como rector. Yo estaba acabando ciclo, en esa fase en la que estaba convertido en pato cojo desde semanas antes. Cuando llegué a la universidad ya me estaba esperando un grupo de universitarios, a los que conocía bien, a la puerta del despacho: “Rector, hay que parar de inmediato las clases y suspender el claustro“. Hablé con ellos y les indiqué que tenía que estudiar las medidas más adecuadas que iba a adoptar y que lo haría de inmediato. Se fueron, y tras varias llamadas de medios que tuve que atender, y otras que hice yo mismo a la familia y al PSE-EE, me indicaron que en la puerta tenía esperando otro grupo de universitarios, incluyendo estudiantes, a los que también conocía: “Rector, esto no es una cuestión interna de la universidad. Las clases deben seguir“. Lo he querido reflejar como espejo perfecto de lo que sucedía en aquellos momentos en la sociedad.

No me podía quitar de la cabeza que el lehendakari Ibarretxe no hubiera acudido de inmediato al lugar del atentado, a unos metros de Ajurianea.

Mis recuerdos son más borrosos a partir de esos momentos, y me estoy guiando por mi memoria (ese “instrumento maravilloso, pero falaz”, al que aludía Primo Levi), una memoria que el paso del tiempo ha ido adaptando, moldeando y distorsionando. Por supuesto, se suspendieron muchas clases, la mayoría, supongo, aunque para esas cosas la orden de un rector en aquellos momentos no dejaba de ser algo bastante esotérico. Lo que es seguro es que el claustro se suspendió. Salí hacia Vitoria, a la capilla ardiente, y participé en las concentraciones. No me podía quitar de la cabeza que el lehendakari Ibarretxe no hubiera acudido de inmediato al lugar del atentado, a unos metros de Ajurianea. Eso es algo que se me quedó también muy grabado. Se convocó una manifestación para el sábado.

La manifestación del sábado, que debía ser en principio única y unitaria, acabó dividida, como todo el mundo sabe, al final. Al llegar me estaba esperando Antonio Rivera, vicerrector de campus en mi equipo. Formaba parte de la lista de Manuel Montero, aspirante al rectorado en aquellos momentos, que acabaría sustituyéndome a los pocos días. Había más miembros de mi equipo en la misma situación. Sin embargo, solo Antonio, de entre los que querían seguir, y a quien se lo agradecí en aquel momento, acompañó al pato cojo. “Por supuesto -me dijo-, eres mi rector“.

El Correo daba cuenta al día siguiente, en primera página, de lo sucedido en Vitoria: “Decenas de miles de personas hicieron un único recorrido pero en manifestaciones distintas, tras dos pancartas, coreando consignas a menudo enfrentadas y hasta con dos discursos finales. El PNV convirtió su marcha en un acto de exaltación del lehendakari, en el que los gritos de apoyo a Ibarretxe fueron mucho más numerosos que los de reivindicación de la paz. Atrás, la viuda y los hijos de Buesa abrían el segundo bloque exigiendo libertad y la desaparición de ETA, arropados por socialistas y populares. En medio, Gesto por la Paz. La mayor concentración humana jamás vista en Vitoria […]”. Al margen de detalles concretos, en similares términos contaron lo sucedido el resto de los medios. Allí percibí un ambiente de agresión que me descolocó por completo. No sabía, literalmente, dónde meterme. Estimaba mucho, y estimo, al lehendakari Ibarretxe a nivel personal. Pero no había ido a ningún acto de exaltación de nadie ni de nada en aquellos momentos.

El PNV convirtió su marcha en un acto de exaltación del lehendakari. Atrás, la viuda y los hijos de Buesa abrían el segundo bloque exigiendo libertad y la desaparición de ETA. En medio, Gesto por la Paz.

Mi lugar era la fila de la viuda e hijos, pero no me sentía cómodo acompañando a gente que coreaba cosas que no me gustaban mientras veía alrededor pancartas de “Basta ya”. No había ido a eso. Había ido a solidarizarme con la familia, en primer lugar, no a apoyar proclamas, y a protestar sin matices ni justificaciones políticas contra aquella barbaridad. A denunciar la salvajada. Todo lo demás no me importaba demasiado. No me importaba nada.

Por eso respiré cuando pude localizar al grupo de Gesto, guiado por el móvil de un compañero, en medio de las dos manifestaciones. Tan solo, y no era poco, denunciando la barbarie. Pensé que aquellos carteles caseros que reclamaban unidad frente a la violencia y huían de siglas era lo único necesario, por muy solos ante el resto que nos pudiéramos sentir. Un soplo de aire en un ambiente de actitudes dislocadas. Unos centenares, no más, pero sosteniendo la llama de la ética, y creo que del sentido común, también entonces.

El Correo, Vitoria-Gasteiz, 26 de febrero de 2000

El Correo, Vitoria-Gasteiz, 26 de febrero de 2000

Aquellos carteles caseros que reclamaban unidad frente a la violencia y huían de siglas era lo único necesario. Un soplo de aire en un ambiente de actitudes dislocadas. Unos centenares, no más, pero sosteniendo la llama de la ética, y creo que del sentido común

Para cuando acabamos el recorrido, hacía media hora que se había marchado el lehendakari. Todo esto también lo recogieron los medios, con nombres y apellidos. Una manifestación dividida en tres. Tres manifestaciones paralelas, dos de ellas plegadas a intereses que parecían alejados de lo que la inmensa mayoría de la sociedad pedía y, sobre todo, necesitaba.

Y ahora, a los veinte años, procede una vez más, recordar aquello. Así lo hacen Raúl López Romo y Gaizka Fernández Soldevilla, del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, en un artículo publicado también en El Correo (“La moral en la política” 20.02.2020), en el que cuentan la historia con una versión que no coincide con la que el periódico dio en primera página en aquella ocasión y que acabo de recoger más arriba. Así es como plasman su relato: “En un clima de tensión, dos manifestaciones masivas recorrieron las calles de Vitoria. Una se convirtió en un acto jeltzale de apoyo al lehendakari Ibarretxe […]. La otra, siguiendo la llamada de la familia de Buesa, reunió a los constitucionalistas“. Todas las palabras mágicas recogidas en pocas líneas. La tercera manifestación, la de Gesto por la Paz, inexistente. Simplemente, desaparecida del mapa. Algunos no estuvimos allí.

La tercera manifestación, la de Gesto por la Paz, inexistente. Simplemente, desaparecida del mapa. Algunos no estuvimos allí

Todo esto no lo debería recordar yo, sino un historiador, porque ese es su trabajo. Mirar lo sucedido con la cabeza fría. La moral en política debe darse la mano con la moral en la historia también.

 

Pello Salaburu, miembro de Gogoan por una memoria digna


 

Adjuntamos el reportaje escrito por la periodista Lorena Gil en El Correo el 16 de febrero de 2020 en el que recupera con fidelidad y exquisita profesionalidad lo que ocurrió veinte años antes: “El atentado que partió Euskadi”

La moral en política debe darse la mano con la moral en la historia también.

 

 

 

 

#OrainPresoak

11 Sábado Ene 2020

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Dicen que no ha llegado aún la paz porque está sin resolver el tema de los presos de ETA. ¿Seguro? Convendría preguntarnos qué es exactamente lo que nosotrxs tenemos que resolver porque están en la cárcel por haber asesinado directamente o haber contribuido a que se cometa dicho delito; así pues, tienen que cumplir la condena que les corresponde.

Diario Información

¿Qué podemos hacer por los presos?

Podemos reclamar su acercamiento a cárceles más próximas a Euskadi. Es verdad, pero esto lo llevamos pidiendo desde que en 1994 Gesto por la Paz acuñó esa novedosa reivindicación frente a la dispersión que imponía el Gobierno y al reagrupamiento que exigía la izquierda abertzale (por cierto, daba igual que estuvieran todos juntos en Herrera de la Mancha. Lo importante era que estuvieran juntos).

Podemos reclamar que se excarcele a los presos enfermos de gravedad, tal y como indica la ley, pero esto que también lo pedimos hace muchos años, incluso cuando ETA asesinaba sin piedad, y además, ya se está aplicando.

La Vanguardia. Josu Uribetxebarria Bolinaga

La Vanguardia. Josu Uribetxebarria Bolinaga

Sare y el resto de asociaciones convocantes interpelan a la sociedad sobre la situación en la que viven los presos y sus hijxs como si tuviéramos alguna responsabilidad sobre ello, pero no es del todo cierto:

  • Fueron libres para tomar la decisión de asesinar. No les animamos a ello; más bien, todo lo contrario. Lo que hicieron es su responsabilidad y de quienes les jalearon. Y esa responsabilidad la tienen que asumir y no tratar de cargarla en otros.
  • Fueron libres para engendrar hijxs en los bis a bis, aún sabiendo que llenaban la mochila de lxs pequeñxs de kilómetros y ausencias. Y son libres de utilizar a estxs niñxs para tratar de “humanizar” la reivindicación de los mayores.
  • Y muy importante: son libres para iniciar, o no, un proceso de reinserción que comience con una profunda y seria reflexión sobre lo que hicieron, reconozcan el daño injusto que causaron y manifiesten un mínimo de humanidad hacia las víctimas que originaron. Teniendo en cuenta que por este camino podrían conseguir muchas de sus reivindicaciones, ¿por qué no lo hacen?

El colectivo de presos y la propia izquierda abertzale opta por descargar en toda la sociedad la responsabilidad de la situación de los presos de ETA. Una vez más, se equivocan. La responsabilidad fue y es suya y no les queda otra opción que asumirla.

Nos presentan un cuadro de injusticia cuando la mayor de todas fue el daño irreparable que causaron a sus víctimas.

Cuando Cristóbal fue asesinado, su hijo tenía 7 años.

Tenemos paz, pero sin duda alguna queda mucho camino para eliminar la perversión moral y política con que la violencia impregnó nuestra sociedad y que aún perdura.

 

 

Los presos y presas de ETA (3)

01 Viernes Jun 2018

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En el primero de la serie, ya explicamos nuestro apoyo al acercamiento de los presos y presas. En el segundo, recordamos el trabajo realizado por Gesto por la Paz y Denon Artean-Paz y Reconciliación en relación a la reinserción y expusimos a grandes rasgos los posicionamientos del Estado, de la izquierda abertzale, de la sociedad y de algunas organizaciones sociales como Elkarri o la AVT (Asociación de Víctimas del terrorismo).

En este tercer y último capítulo de la serie, queremos referirnos a un tema que nos parece clave para que un preso inicie un proceso de reinserción: el reconocimiento del daño causado. Recuperamos los criterios que apuntaron las dos organizaciones pacifistas y comprobamos que:

a) Desvinculación de la organización armada. Resulta necesaria una renuncia explícita a cualquier estrategia basada en el ejercicio de la violencia. Ya no hay ninguna organización de la que desvincularse, por lo que, 30 años más tarde, este paso ya no es necesario.

Eusko Lege Biltzarra-Parlamento vasco

b) Acatamiento de las reglas y principios básicos democráticos. Condición indispensable para una pesona que ha optado por defender un posicionamiento político a través de la violencia, lo que significa terminar con la vida de otros seres humanos.

En el último de ETA se decía: “ETA no tiene miedo alguno a ese escenario democrático“. Posteriormente, marcan la hoja de ruta que actualmente están siguiendo: “el principal reto será construir un proceso como pueblo que tenga como ejes la acumulación de fuerzas, la activación popular y los acuerdos entre diferentes, tanto para abordar las consecuencias del conflicto como para abordar su raíz política e histórica. Materializar el derecho a decidir para lograr el reconocimiento nacional será clave“.

c) Reconocimiento del daño causado. Y aquí está otro elemento clave que últimamente está siendo un tanto… banalizado.

En primer lugar, en el comunicado de ETA en abril: “Somos conscientes de que en este largo periodo de lucha armada hemos provocado mucho dolor, incluidos muchos daños que no tienen solución. Queremos mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto. Lo sentimos de veras (…) 

¿Se puede reconocer el daño causado sin asumir la responsabilidad de las acciones? Esto se deduce de la expresión “han resultado damnificados por el conflicto” como si el conflicto pusiera bombas o pegara tiros; en lugar de decir “han sido víctimas de la violencia de ETA”.

A consecuencia de errores o de decisiones erróneas, ETA ha provocado también víctimas que no tenían una participación directa en el conflicto, tanto en Euskal Herria como fuera de ella. Sabemos que, obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna. También hemos provocado graves daños que no tienen vuelta atrás. A estas personas y a sus familiares les pedimos perdón.” 

Sí, ETA pide perdón a la inmensa minoría de las víctimas que causó, pero se vuelven a esconder: “obligados por las necesidades de todo tipo de lucha armada” como si, después de 50 años de violencia, no fueran conscientes de que utilizar la violencia significa inevitablemente crear víctimas, las buscadas y las no buscadas; y, sobre todo, como si utilizar la violencia no hubiera sido una decisión tomada con absoluta libertad por cada uno de los miembros de ETA.

¿Puede un preso de ETA iniciar un proceso de reinserción sin reconocer la responsabilidad de sus acciones que fueron fruto de una decisión libremente tomada como fue ingresar en la organización terrorista y asesinar a personas? No vale es esconderse tras las siglas de la organización. Cada persona tiene que asumir la responsabilidad de sus acciones. 

Gesto por la Paz y Denon Artean, Paz y Reconciliación defendieron que el tercer criterio, el reconocimiento del daño causado, era “un principio ético general que indudablemente debe ser tenido en cuenta en sus aspectos de autocrítica hacia lo causado, tanto en su dimensión social como en la humana.”

Algo muy similar a esta propuesta lanzada hace 30 años, es el proceso que han experimentado presos de ETA como Carmen Guisasola, Joseba Urrusolo Sistiaga y el resto del grupo de la “vía Nanclares“. Este grupo participó en los encuentros restaurativos organizados por la Dirección de Atención a Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco dirigida por Maixabel Lasa, Txema Urkijo y Jaime Arrese y que contaron con la inestimable ayuda de Esther Pascual. 

Reproducimos parte de la entrevista que Antonio Duplá le hizo a Esther Pascual en la revista Galde (2015), entrevista que animamos a que sea leída:

¿Cómo alguien que ha matado, y lo ha justificado y se ha justificado a sí mismo, puede convertirse en “agente de paz”, en términos de Reyes Mate?

Pues porque hace falta mucho valor para reconocer el mal que has causado, querer asumirlo, mirar a la persona a la que has herido o arrebatado a su ser querido, mirarle a los ojos y decirle: aquí estoy, dispuesto a explicarte o aclararte lo que necesites, a escucharte y escuchar todos tus reproches,  a pedirte perdón. Alguien que hace eso, por supuesto que puede convertirse en un agente de paz, en el sentido de que puede “contagiar” a otras personas a que hagan lo mismo, de manera que se contribuya a una pacificación social. Para las víctimas es doloroso que salgan los etarras orgullosos de su pasado y de su lucha, mientras que les reconforta saber que también hay ex-terroristas que salen arrepentidos y con ganas de contribuir a la paz. Eso les convierte en agentes de paz. Y al decir arrepentido nunca me refiero a humillado. Son cosas distintas. Nelson Mandela es un gran ejemplo de todo esto.

Por desgracia, estas iniciativas tan positivas fueron bloqueadas y anuladas.

Las personas presas durante los largos años de pena que tienen por cumplir, pueden elegir entre seguir la opción de la “vía Nanclares” y optar por la reinserción o tomárselo con la calma de Bildu que, unos días más tarde del acto de Cambó, rechazó firmar una declaración institucional en el Parlamento vasco porque “hoy por hoy es imposible alcanzar un acuerdo unánime en esta materia”.

Este era soméramente el contenido de la declaración:

  • Alivio compartido con la sociedad ante la desaparición de ETA
  • Compromiso inequívoco por alcanzar la verdad, justicia y reparación que reclaman las víctimas del terrorismo
  • Petición a los presos de la banda que asuman la injusticia de sus actos para acogerse a beneficios penitenciarios.
  • Apuesta por construir una memoria compartida basada en el rechazo público a cualquier tipo de violencia, su legitimación y justificación.

El camino se conoce. Es cosa de tiempo y, desde luego, la izquierda abertzale parece no tener ninguna prisa.


Estas mismas reflexiones se podían dirigir a miembros de otros grupos terroristas que actuaron en Euskal Herria, sin embargo, es muy posible que no permanezca ninguno en la cárcel, bien porque fueron juzgados hace ya muchos años y ya han cumplido las condenas o bien porque nunca fueron juzgados.

En este sentido, queremos hacer referencia a un informe de la Dirección de Atención a Víctimas del terrorismo del Gobierno Vasco encabezada por Maixabel Lasa: “se contabilizaron 74 actos terroristas de los grupos parapoliciales y de extrema derecha en el País Vasco en esa época, con un balance de 66 muertos. Los asesinatos del otro terrorismo fueron reivindicados por los GAL (24), Batallón Vasco Español (18), la Triple A (8), Grupos Antiterroristas Españoles (6) y otros. Sólo en 17 casos se llegó a una sentencia firme. El resto jamás se aclaró.” (El País, 21 de marzo de 2010) Esto es, solo se esclarecieron el 23% de los casos.


 

Los presos y presas de ETA (2)

28 Lunes May 2018

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Uxue Barkos e Iñigo Urkullu

Y retomando parte de lo que se escribió y se dijo en torno a la declaración de disolución de ETA, recordamos que el Lehendakari Iñigo Urkullu y la presidenta de Navarra Uxue Barkos pidieron al Gobierno español el acercamiento de los presos y emplazaron a estos a “desarrollar las vías legales penitenciarias sobre la base de los principios de individualización, reconocimiento de daño causado y reinserción”.

¡Refresquemos la memoria!

La reinserción: el Estado y ETA

La reinserción de pres@s siempre ha sido una cuestión muy delicada por no decir directamente polémica. Por una parte, estaba la Administración, el Estado, que a pesar de tener recogido en la Constitución ese derecho y de haberlo incorporado a la Ley Orgánica General Penitenciaria que en su preámbulo dice: ‘La finalidad fundamental que doctrina y legislación atribuyen en la actualidad a las penas y medidas de privación de libertad es la prevención especial, entendida como reeducación y reinserción social de los condenados’, salvo en momentos muy determinados, siempre ha sido reticente a propiciar el uso de este derecho.

Por otra parte, estaba ETA y la izquierda abertzale que siempre se posicionaron absolutamente en contra de que ‘sus presos’ optaran por iniciar un proceso de reinserción. Para la izquierda abertzale, la reinserción era sinónimo de traición a la causa; de ahí, que se trabajara cuanto fuera necesario para mantener la férrea unidad a la que estaba sometido el ‘colectivo de presos vascos’. Esta unidad era muy importante, mucho más que su ubicación geográfica; de hecho, mientras los presos de ETA estuvieron concentrados en la cárcel de Herrera de la Mancha y desde la izquierda abertzale se organizaban autobuses y autobuses de futuros votantes y fieles seguidores hasta… la cárcel o hasta la muerte, no había demasiadas quejas respecto a la lejanía de aquel centro penitenciario. Fue la dispersión de los presos a lo que se temía más. Y se la temía porque podía significar una activación de procesos de reinserción y, sí, la reinserción era la mayor enemiga para la izquierda abertzale dentro y fuera de las cárceles porque podría suponer el debilitamiento de la causa.

Yoyes

La prueba más cruel con la que demostraron su temor a la reinserción fue el asesinato de Dolores González Katarain, Yoyes, el 10 de septiembre de 1986: “Asesinada en Ordizia la ex dirigente ‘etarra’ ‘Yoyes’ un año después de acogerse a la reinserción” (El País). Aquella ejecución ante su hijo de tres años, significó mucho más que lo que ETA pretendía y, en nada tiempo, se organizaron manifestaciones públicas contra el terror con el que ETA pretendía someter a toda la sociedad. Como dijo un periodista de La Vanguardia:

“ETA mató con una pistola a su antigua dirigente, pero erró el tiro: Yoyes, más que en un ejemplo de ETA, se convirtió en un mito contra ETA, al difundirse su pensamiento contra el “militarismo de corte fascista” en el que había caído la banda y arremeter contra los “payasos” de su entorno político que solo aplaudían atentados y más muertes. Así, Yoyes pasó a convertirse en la voz de la conciencia de una sociedad vasca que comenzó a abrir los ojos a lo que verdaderamente era ETA (“la hidra sangrienta que nos atenaza”, escribió) y todo empezó a cambiar en Euskadi.“

Concierto “Contra el miedo”, noviembre de 1989

Aquella ejecución, no sólo creó en Yoyes un mito contra ETA; sino que también creó un mito contra el miedo personalizado en Imanol Larzabal quien, desde entonces hasta su muerte lejos de Euskal Herria, sufrió una persecución implacable.

30 años después de asesinar a Yoyes [¡Cuántos años perdidos y cuántas vidas arrebatadas en ese tiempo!] la situación ha cambiado de manera radical y en abril de 2016 leímos esto: “El etarra que mató a ‘Yoyes’ por reinsertarse pide ahora a los presos que sigan el ejemplo de su víctima” (El Correo). Por arte de birlibirloque, la reinserción dejara de ser maldita, para convertirse en el único camino a seguir para todo el colectivo de presos de ETA.

La reinserción y la sociedad

En 1992, Isidro Etxabe y Josu Urrutia también desafiaron a la banda y, a pesar de las amenazas de los abogados de la izquierda abertzale -‘Abogados de HB dicen a Etxabe que “ni por el forro de los cojones” le tolerarán romper ETA‘ (El País), optaron por la reinserción. Con el precedente de Yoyes, el paso que estaban dando estas dos personas se convirtió en un foco de especial interés para la sociedad vasca en general.

Es verdad que aparecieron pintadas amenazantes hacia Etxabe y Urrutia, pero también se vieron pintadas como estas:


La reinserción era un derecho de la persona presa y, a la vez, uno de los objetivos del sistema penitenciario, pero estaba absolutamente anulada por los intereses de unos y de otros. ¿Qué pensaba o hacía la sociedad al respecto?

En esta época, las organizaciones pacifistas Gesto por la Paz y Denon Artean-Paz y Reconciliación ya reflexionaban sobre la reinserción de los presos y el 28 de marzo de 1994 en una rueda de prensa ofrecieron su análisis sobre la REINSERCIÓN.

Este documento tiene que ser leído teniendo en cuenta que fue escrito hace 24 años y precisamente la avanzada edad del mismo es lo que le otorga más valor aún porque sus reflexiones fueron sabias y valientes y, hoy día, siguen teniendo la misma vigencia que cuando las hicieron públicas.

En el documento se apuntaban tres criterios para iniciar el proceso de reinserción:

a) Desvinculación de la organización armada. Resulta necesaria una renuncia explícita a cualquier estrategia basada en el ejercicio de la violencia.
b) Acatamiento de las reglas y principios básicos democráticos.
c) Reconocimiento del daño causado. Se trata de un principio ético general que indudablemente debe ser tenido en cuenta en sus aspectos de autocrítica hacia lo causado, tanto en su dimensión social como en la humana.

¿Hoy en día la mayoria de los presos de ETA cumplirían estas condiciones? Lo dejamos para más adelante, pero antes de terminar, vamos a ver qué pensaba la sociedad mientras estas dos organizaciones pacifistas lanzaban estas ‘condiciones’ sobre la reinserción.

  • En 1992, el Diario Vasco recogió un estudio realizado en Gipuzkoa sobre la opinión de la sociedad en relación a las medidas de reinserción:
    • el 33% de los entrevistados era partidario de que se cumplieran las condenas
    • el 33% era partidario de que se intentara aplicar medidas de reinserción a todos los presos
    • el 24’9% era partidario de que las medidas de reinserción solo se aplicaran a aquellas personas presas que no tenían delitos de sangre.

Aquí se puede leer el reportaje “Apoyo matizado a la reinserción y respaldo significativo al cumplimiento de las condenas“.

  • La izquierda abertzale siguió y sigue empecinada en que la alternativa al cumplimiento íntegro de las penas no tiene que ser una solución individual, sino colectiva.
  • La AVT: 
  • Y Elkarri:  ya que elkarri argumentaba que “la salida de los presos será más bien una consecuencia del acuerdo logrado” [leer noticia entera]

Continuará.

25 años de Maroño

14 Lunes May 2018

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¡Cómo pasa el tiempo! Mañana, 15 de mayo, se cumplirán los 25 años desde que se inició a propuesta de elkarri un proceso de conversaciones que terminaron denominandose “Conversaciones de Maroño“.

Maroño, 16 de enero de 1994. Itziar Aspuru, Imanol Zubero, Jesús Herrero y Txema Urkijo, miembros de Gesto por la Paz

Gesto por la Paz aceptó la invitación, igual que la mayoría de los grupos ‘pacifistas’ y los del entorno de la izquierda abertzale, como se puede ver en esta noticia de El Mundo: “Todos los grupos pacifistas se reunirán por primera vez para buscar una salida a la violencia“,

En la web de Gesto por la Paz se puede seguir cronológicamente todo el proceso de las conversaciones, pero aquí queremos destacar algunos aspectos que nos parecen especialmente relevantes. Por ejemplo, algunos de los documentos que elaboró y defendió Gesto por la Paz en aquellas conversaciones.

  • “Análisis de la situación del conflicto“, Gernika el 30 de octubre de 1993. En él se critica el vínculo de necesidad entre el conflicto político y el conflicto violento. Se afirmaba: “No podemos caer en posturas historicistas y olvidar que hoy vivimos
    una situación política radicalmente distinta a la de hace 15 años. Insistir en el
    mensaje de que “nada ha cambiado” supone una total falta de análisis político”. (atención al penúltimo comunicado de ETA). Se defendía que el “pueblo vasco” y el “Estado” estaban representados en las instituciones democráticas y no en otros “agentes” como se proponía desde otras instancias. Y se terminaba afirmando que la verdadera razón de la situación de violencia era la no asunción por parte de la izquierda abertzale del principio democrático.
  • “Para salir de la situación de violencia“, Maroño el 15 de enero de 1994. De él queremos destacar lo siguiente: “ETA debe abandonar definitiva e incondicionalmente las armas sencillamente porque así se lo demanda la sociedad vasca. Tal abandono no puede plantearse en términos de armisticio (porque no estamos en guerra) ni de tregua (porque no es aceptable la amenaza de una vuelta a las armas). Tampoco puede plantearse en términos de victoria de unos o derrota de otros. Del mismo modo que es toda la sociedad la que está perdiendo con la violencia (aunque especialmente las víctimas) toda la sociedad ganará con su cese definitivo.“

Ese mismo 15 de enero de 1994, todos los asistentes firmaron un documento final que decía: “… los puntos de partida en el análisis del conflicto son dispares, como lo son también las propuestas de solución del mismo. Ello no ha sido óbice para que podamos resaltar con satisfacción el siguiente punto de encuentro y coincidencia: el llamamiento a sustituir todas las expresiones de violencia por mecanismos de diálogo como mejor camino para la paz“.

A pesar de las duras críticas que Gesto por la Paz recibió por parte de determinados sectores de la sociedad como se puede ver en el artículo que Jesús Herrero, responsable de medios de comunicación de Gesto por la Paz escribió en El Correo: “La incomprensión de Maroño“, la organización pacifista acudió a la segunda parte de aquellas conversaciones.

De esta manera, el 25 de febrero de 1995 en Gernika, Gesto por la Paz presentó el documento “Diálogo y construcción de la paz” y el 1 de abril en Alsasua  presentó otro documento, ambos manifestaciones valientes sobre el diálogo ubicándolo siempre en la cara opuesta a la violencia. Sin embargo, Gesto por la Paz no pudo firmar el documento final en el que se igualaban los derechos individuales como el derecho a la vida, con los derechos colectivos y así lo explicó en la nota de prensa que hizo público al respecto.

En aquella nota, Gesto por la Paz decía: “Valoramos de forma positiva el encuentro de ayer, en cuanto contribuye al fomento de una cultura de diálogo, tan necesaria para generar espacios de entendimiento y pluralidad en nuestra sociedad.” La respuesta a este diálogo vino de manos de Gestoras Pro Amnistía poco más tarde. Concretamente, el 2 de junio de 1995 Gestoras pro Amnistía convocaba concentraciones frente a las de Gesto por la Paz que pedían la libertad de Aldaya, como se puede leer en esta noticia de El Correo.

Pamplona, 1995

Bilbao, 1995

Después de ver estas imágenes y de saber todo lo que ocurrió durante dos largos años de secuestros, todas las agresiones que sufrieron los pacifistas por pedir la libertad de las personas secuestradas, por llevar un lazo azul en la solapa… habrá quien dude de si aquellas conversaciones fueron realmente positivas. Gesto lo tenía claro. Sabía cuál era la herramienta válida -el diálogo- y cuál la absolutamente estéril y dañina -la violencia.

Gestoras Pro Amnistía fue la que convocó las agresivas y no silenciosas contraconcentraciones, pero el resto de participantes en aquellas conversaciones permanecieron callados mientras los pacifistas eran insultados, escupidos, recibían pedradas, les tiraban huevos, les amenazaban… Eran agredidos de todas las maneras posibles, pero nadie salió a recordar aquello que se había firmado en Maroño.

Si hubo un grupo de los participantes en aquellas conversaciones de Maroño que creyó en el diálogo y lo puso en práctica con una sinceridad digna de admiración, fue Gesto por la Paz. Los grupos de la izquierda abertzale, como los acontecimientos lo demostraron, no lo hicieron y quienes más enarbolaron la bandera del diálogo quedaron mudos ante la violencia contra los pacifistas. 

Ahora resulta que 25 años más tarde, el Foro Social Permanente se acuerda de las conversaciones de Maroño para “poner en valor el diálogo multilateral para contribuir a la construcción de un escenario de paz“. ¿Poner en valor el diálogo? ¡Lo que hay que ver!

¡No tergiversemos la historia! Los hechos reclaman la verdad. Y, por cierto, sería interesante saber en qué lado de la Paloma de la Paz estuvieron en 1995 y 1996 estas personas que ahora reivindican las conversaciones de Maroño.

Aprovechamos la ocasión para recomendar la lectura del artículo de Imanol Zubero escrito en 2014 en eldiario.es “La paz era esto“.

Al final, Gesto por la Paz tenía razón.

Víctimas cercanas que nos unen a la tragedia de todas

09 Miércoles Ago 2017

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asesinato, Bolueta, concentraciones silenciosas, ETA, explosivo, Fiestas de la Blanca, Gesto por la Paz, Joxe Mari Korta, Memoria, Pedro Miguel Etxenike, recuerdo, silencio, sociedad, Víctimas, víctimas del terrorismo, Vitoria-Gasteiz

A raíz del aniversario del asesinado de Joxe Mari Korta, he tenido la ocasión de leer varios artículos que me han gustado mucho. Comparto los enlaces al final del mensaje.

Pedro Miguel Etxenike
Pedro Miguel Etxenike

Me gustaría resaltar estas palabras de Pedro Miguel Etxenike: “Como dije en otra ocasión, por desgracia, muchos de nosotros, una parte muy importante de nuestra sociedad, aun en grados muy diversos, tiene una experiencia cercana, algún nombre que ocupa un lugar especial en su corazón, en su memoria, por su especial cercanía -por unas u otras razones- a una víctima determinada. La reivindicación de su memoria no puede oscurecer la de las demás, sino ayudar a hacerla más viva, a impedir que se diluya en el tiempo; no es -no puede ser- una vía para imponer a los demás una única visión -nuestra visión- de las cosas. Las víctimas que nos son más cercanas, más nuestras, deben ser el vínculo que nos una más estrechamente a todas aquellas a quienes no conocíamos personalmente o con quienes no teníamos especiales vínculos o sintonía, con quienes no pensaban o no eran como nosotros”.

A mí también me tocó especialmente el asesinado de Korta, no le conocía personalmente, pero, por su origen y por lo que transmitía, podía haber sido perfectamente un miembro de mi familia. Me viene a la memoria cómo se lamentaba mi madre; también a ella le conmovió especialmente.

Concentración silenciosa de Gesto por la PazRecuerdo como si fuera ayer los momentos posteriores a su muerte, eran fiestas de Vitoria-Gasteiz. Recuerdo que, el día en el que le asesinaron, el grupo de Gesto por la Paz de Vitoria convocó la concentración silenciosa por la muerte en Bolueta -justo el día anterior- de los cuatro activistas de ETA a los que les reventó el material explosivo que llevaban en el coche. Recuerdo el pequeño caos que se montó en la plazoleta de Correos donde hacíamos las concentraciones, ya que acudía gente para solidarizarse con Joxe Mari Korta, mientras nosotros seguíamos empeñándonos en romper la espiral de la violencia y en denunciar la pérdida absurda de aquellas cuatro vidas que seguro que dejaron un vacío enorme en sus casas y entre la gente que les quería.

Ese verano me tocó trabajar y, junto con mis compañeras de trabajo, solía ir a lo viejo o a la zona de las txoznas. Me recuerdo haciendo tiempo, ya que tanto los bares como las txoznas cerraron unas horas en solidaridad con los muertos de Bolueta.
Al día siguiente nadie cerró en solidaridad con Joxe Mari Korta y su familia y amigos. Veinte minutos antes de la concentración de Gesto verbalicé ante todas mis compañeras que me ausentaba porque me iba a concentrar en silencio por aquella muerte atroz e injusta, otra más, pero que quedó especialmente grabada en mi corazón.

Maite Leanizbarrutia Biritxinaga

Noticias de Navarra

Berria

Deia

 

¡Libertad!

03 Lunes Jul 2017

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1 de julio de 1997, Ana Rosa Gómez Moral, concentraciones silenciosas, Cosme Delclaux, Gesto por la Paz, guardia civil, Irene Moreno Bibiloni, José Antonio Ortega Lara, lazo azul, libertad, secuestro, UPV-EHU

Cosme Delclaux
Cosme Delclaux
José Antonio Ortega Lara
José Antonio Ortega Lara

Aquel 1 de julio de 1997, nos despertamos con la noticia de la liberación de Cosme Delclaux. Qué duda cabe de que era una noticia muy buena después de 232 días de secuestro, pero la alegría se habría quedado trágicamente coja si no hubiera estado acompañada de otra noticia: la Guardia Civil estaba estrechando el cerco en una zona donde sospechaba que se encontraba José Antonio Ortega Lara. Solo la liberación del funcionario de prisiones, habría liberado a quienes cargaron en sus hombros con el deber moral de pedir su libertad cada día, en cada rincón, de diversas maneras, pero nunca abandonarlo.

19970701-fin secuestros

Concentración de Gesto por la Paz en la Plaza de Moyúa de Bilbao (1 de julio de 1997)

Sí, Gesto por la Paz convocó ese mismo día en las capitales vascas concentraciones silenciosas que terminaron con la lectura de un comunicado y la feliz entrega de los lazos azules que llevaban prendidos en las solapas dos años, un mes y 23 días.

Irene Moreno Bibiloni, investigadora de la UPV-EHU escribe esto:

“El lazo fue, de hecho, una significación personal, un posicionamiento social y, especialmente, una exposición pública, por lo que supuso el ascenso de un escalón más en el compromiso personal de cada uno: ‘Ya no se trataba de diluir nuestra presencia en una gran manifestación de Gesto, sino de portar, permanente y visiblemente, la pancarta de la libertad sobre nuestro propio cuerpo‘ (Gómez Moral, 2003: 91)”

Irene está realizando un interesante trabajo de investigación sobre la violencia política y la respuesta social. Recientemente, ha publicado una parte de su trabajo que creemos que será de interés para las personas que habitualmente se acercan a Gogoan, por una memoria digna. El lazo azul en el País Vasco: una aproximación desde la historia oral veinte años después

“El uso del lazo azul es, hoy en día, un símbolo de la movilización contra el terrorismo
en la década de los noventa. Permitió la visibilización de un sector de la sociedad que llevaba años movilizándose por la paz en el País Vasco, pese a las dificultades con las que se encontraban.”
Recomendamos su lectura. 

GA GA IRRATIA

17 Miércoles May 2017

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Anabel Alonso, convivencia, diversidad, Elena Irureta, Euskadi irratia, Euskal Telebista, euskera, Faktoria irratisaioa, Imanol Arias, Itziar Ituño, Jose Ramón Soroiz, Joxean Bengoetxea, komunikabideak, medios de comunicación, pluralismo, Queen, Radio Euskadi, Radio Ga Ga, radio pública

Euskadi_irratia

Orain dela 14 bat urte Urbiara joan nintzen bi lagun gipuzkoarrekin; euskaldun peto-petoak biak ere, euskeraz gaztelaniaz baino hobeto moldatzen diren horietakoak, eta euskerarekin konprometituak. Mundua konpontzen ari ginela zera esan zuen batak, berak Euskadi Irratia entzun beharrean Radio Euskadi jartzen zuela, eta besteak ere berdina aitortu zigun. Sekulako ezustekoa hartu nuen hori aditzean. Nik garai hartan Euskadi Irratia entzuten nuen normalean eta eurak ere berdin egiten zutela imajinatzen nuen, eta zergatia galdetu nienean, ia zergatik irrati publiko bera euskeraz entzun beharrean gaztelaniaz entzuten zuten galdetzerakoan, ez zidaten erantzun argirik eman, ez batak ez besteak, “esatariak gazteegiak zirela, esperientzia falta nabaritzen zitzaiela”… kuestioa da elkarrizketa hark zer pentsatua eman zidala.radio

Aitortu beharra daukat neuk ere Euskadi Irratia entzuterakoan, sarri izaten nuela irratia itzaltzeko gogoa -sintonizatzen ditudan irratietatik bera bait da askogatik sentimendu hori gehien eragin didana- baina euskeraz zenez, lehentasuna ematen nion. Gainera herri honetan ohituta geunden pertsona eta talde batzuk indarkeriaren erabilera nola zilegitzen zuten ikustera, eta hori zoritxarrez euskeraz zein gaztelaniaz egiten zen.

Denborarekin konturatu nintzen niretzat arazoa ez zela esatariak gazteegiak izatea; batzuk –ez hain gazteak, egia esateko- gu umeak bagina bezala tratatzen gintuztela baizik, hor zegoen gakoa. Askotan tartekatzen zituzten diskurtso sinplistak musu truk: “mamua dator, mamua kanpotik dator –Espainiatik gehienetan-, mamua txarra da eta gu, euskaldunok, onak”; etsaia kanpoan kokatzeko premia zeukatela zirudien, euren burua eta entzuleon nortasuna berresteko, edo etxean geneukan munstroari aurre ez egiteko. Eta aldi berean bazirudien gizarte honetako sektore zehatz batekin konektatzea interesatzen zitzaiela bereziki, sektore hori pozik edukitzea nahi zutela, edo gutxienez ez haserretzea.

Aspertu egiten ninduen inpartzialtasun falta horrek, independentzia ezak, doktrinamenduak… bolada luzeak egiten nituen irratsaio batzuk entzun gabe… baina denborarekin beti bueltatzen nintzen, irrati publikoa zelako, beraz, nirea ere bazelako, eta batez ere euskalduna, eta ez niolako uko egin nahi.

faktoriaMaiatzaren 5ean aspaldian entzuten ez nuen “Faktoria” irratsaioa jarri nuenean berriz izan nuen sentsazio txar hori, berriro dezepzionatu ninduten. Joxean Bengoetxea eta Itziar Ituñori egin zioten elkarrizketan, esataria bere kabuz, eta ez gonbidatuen adierazpenen harira, “Madril” arerio bezala aurkezten tematu zen, “Zer modutan bizi ote duten Euskal Herriko aktoreek Madrilekiko harreman hori?” “erosoa ote den ala ez edo sortzen ote dien holako… Madril izateagatik diot” “konplexurik ba al daukaten euskal aktoreek Madrilekiko” “Madrilen lan egin behar horrek gaizki begiratzerik sortu ote ditzakeen eta horrek berak aktoreari erreparu batzuk jarri Madrilera joateko orduan”. Galdera guztiak Madrili aipua kentzera bideratuta zihoaztela zirudien. Non dago objektibotasuna? Zertara dator behin eta berriro aurreiritzi hori errepikatu beharra? Esatariak bere buruan zeukan aurreiritzia, zeren eta aktoreek normaltasunez erantzuten zioten ez zutela aparteko trabarik aurkitu Madril “mamu tzar” horretan. Horrelako adibideak eta larriagoak hainbat aipatu ahalko nituzke, eta ez naiz gonbidatuek jaurtitzen dituzten iritziez ari, esatari batzuen jarrerari buruz baizik.

Ez al dago Euskal Herrian askotariko aktorerik, batzuk Madril maite dutenak, besteak gorroto eta beste batzuk Pekinen bizitzea nahiko luketenak? Esate baterako, Elena Irureta, Anabel Alonso, Jose Ramon Soroiz edo Imanol Arias… ez al daukate bizitza ikusteko ikuspegi ezberdinik? Zergatik aurkezten dizkigute kolektibo batzuk berdin pentsatu eta sentitzen duten multzo homogeneo bezala? Eta multzo horren barruan bere burua kokatzen ez dutenak, ez dira aktoreak, ez dira euskaldunak? Ez al gara gizarte anitzean bizi? Ez al da aniztasuna ezaugarri aberasgarria? Edo zer da, gailendu beharreko oztopoa, azken finean denok berdin pentsatzeko, aritzeko, kritikatzeko eta horrela “onenak” izaten jarraitzeko? Zer gara, artaldea? Guzti honen aurrean gure komunikabide publikoek zer maila ematen dute?

Euskeraz aritzen diren komunikabideen helburuetako bat –garrantzitsuenetakoa esango nuke nik- euskera hedatzea da. Zergatik aritzen dira batzutan hain zakar, gure elkarteko bizilagun batzuen sentimentuak gutxietsiz, justu kontrakoa egin beharko zuketenean, hau da, aintzakotzat hartu -euren eskubidea delako- eta bide batez euskerara erakarri? Zergatik ez digute Ga Ga Irrati liluragarri bat eskaintzen?

Euskadi Irrati liberatua, profesionala, dibertigarria, aurreititziak albo batera uzten dituena, eta gure herriko identitate eta pentsamolde guztiak kontuan hartu eta errespetatzen saiatzen dena? Batzutan zaila egiten zait irudikatzea gure erkidegoko hainbat bizilagun eroso sentitu daitezkeela beraien komunikabide publikoetako saio batzuk entzun eta ikustean, nik neuk ere atzerakada sentitzen bait dut tarteka, eta horrek asko kezkatzen nau.

Oraindik ez dakit bi lagun haiek zer dela eta entzuten zuten Radio Euskadi Euskadi Irratia entzun beharrean, hurrengo bazkarian galdetuko diet berriro, baina niretzat oso garrantzitsua da Euskadi Irratia eta Euskal Telebista aukera serio bat izatea komunikabideak euskeraz entzun eta ikusi nahi ditugunontzat. Ahaleginak pena merezi du, alde batetik euskeraren etorkizuna jokoan dagoelako, eta bestetik bizikidetza eta aniztasunari zor zaion errespetua indartzen lagundu dezaketelako.

Maite Leanizbarrutia

[en castellano]

Hace unos 14 años subí a Urbia con dos amigos guipuzcoanos, dos personas comprometidas con el euskera; en su día a día básicamente se relacionaban en esta lengua. Mientras estábamos intentando arreglar el mundo, uno de ellos nos dijo que él solía escuchar Radio Euskadi en vez de sintonizar Euskadi Irratia, y el otro comentó que también él hacía lo mismo. Estas afirmaciones me sorprendieron mucho, ya que en esa época yo normalmente escuchaba Euskadi Irratia, y daba por hecho que ellos hacían lo mismo. Cuando les pregunté por qué escogían la versión en castellano de la misma radio pública no me dieron ninguna respuesta convincente; comentaron que en la radio en euskera los locutores y las locutoras eran muy jóvenes, que les faltaba experiencia… el caso es que el tema me dio qué pensar.

Tengo que reconocer que al escuchar Euskadi Irratia muchas veces sentía la tentación de apagarla –de todas las radios que sintonizo es con mucho la que más a menudo me ha generado ese sentimiento-, pero como era en euskera, le daba prioridad. Y, además, como en este pueblo estábamos acostumbrados a que algunas personas y colectivos justificaran alegremente el uso de la violencia, y lo hacían tanto en euskera como en castellano, lo mismo me daba escucharlo en un idioma que en otro.

Con el tiempo me fui dando cuenta de que el problema, bajo mi punto de vista, no era que los profesionales de la radio fueran demasiado jóvenes, el tema era que algunos –no tan jóvenes, por cierto- nos trataban como si fuéramos niños, y ahí estaba el quiz de la cuestión. Muchas veces intercalaban discursos simplistas y tópicos de manera gratuita: “que viene el coco, el coco viene de fuera, -normalmente de España-, el coco es malo y nosotros los vascos, buenos”; es como si tuvieran la necesidad de reafirmarse y reafirmarnos buscando al enemigo fuera, tal vez para no enfrentarse con el monstruo que teníamos en casa, y al mismo tiempo daba la sensación de que básicamente les interesaba conectar con un sector determinado de la sociedad, como si quisieran tenerles contentos, o por lo menos no enfadarles demasiado.

Me aburría esa falta de imparcialidad e independencia, el adoctrinamiento… pasé años sin escuchar algunos programas… pero con el tiempo volvía, porque era la radio pública y por lo tanto también era mía, y sobre todo porque era en euskera y no quería renunciar a ella.

Al sintonizar el programa “Faktoria” el pasado 5 de mayo de nuevo, me sentí decepcionada. Nuevamente tuve esa mala sensación que me aborda con esta radio. Estaban entrevistando a los actores Joxean Bengoetxea e Itziar Ituño cuando la locutora se empeñó en demonizar a “Madrid”, “que cómo viven los actores vascos esa relación con Madrid” “si es cómoda o les provoca una … por ser Madrid, quiero decir” “si los actores vascos tienen complejos en relación a Madrid” “si el hecho de trabajar en Madrid puede hacer que se les mire mal, y eso mismo generar reparos entre los actores a la hora de ir a Madrid”. Todas las preguntas parecían dirigidas a desprestigiar esta ciudad. ¿Dónde queda la objetividad? ¿a qué viene la necesidad de incidir en ese prejuicio? Prejuicio que la locutora tenía en su cabeza, porque los entrevistados le respondían con normalidad afirmando que no se habían encontrado con ninguna dificultad extraordinaria en ese Madrid “bicharraco”. Puedo mencionar ejemplos como éste y otros bastante más graves de tiempos pasados, y no me refiero a las opiniones vertidas por los invitados, sino a la postura que toman algunos profesionales de esa radio.

¿Acaso no hay en Euskal Herria una amalgama de actores y actrices, unos que adoran Madrid, otros que lo odian y otros que quisieran vivir en Pekin? Me vienen a la cabeza nombres como Elena Irureta, Anabel Alonso, Jose Ramón Soroiz e Imanol Arias ¿Es que no tienen diferentes puntos de vista? ¿por qué nos presentan algunos colectivos como un conglomerado uniforme que piensa y siente igual? ¿y quien no se siente dentro de ese conglomerado, no es vasco o vasca, no es artista? ¿No vivimos en una sociedad plural? ¿No es la pluralidad una cualidad enriquecedora? ¿O la consideramos como una dificultad a superar, para que todos y todas pensemos igual, actuemos igual, critiquemos a los mismos y así sigamos siendo ”los mejores”? ¿Es que somos un rebaño de ovejas? ¿Están nuestros medios de comunicación públicos a la altura de las circunstancias, a la altura de esta sociedad?

Uno de los objetivos más importantes de los medios de comunicación que trabajan en euskera es difundir nuestra lengua, ¿a qué viene faltar al respeto a miembros de nuestra comunidad de una forma gratuita cuando se debiera hacer justo lo contrario, reconocerles, por derecho, y al mismo tiempo atraerles al euskera? ¿Por qué no nos ofrecen una Radio Ga Ga deslumbrante, una Euskadi Irratia liberada, profesional, divertida, sin prejuicios, que tenga en cuenta y respete todas las identidades y pensamientos de nuestro pueblo? En ocasiones me cuesta imaginar que muchas personas de Euskadi puedan sentirse cómodas al ver y escuchar determinados programas que emiten los medios de comunicación en euskera, y eso me preocupa.

Aún no sé por qué mis dos amigos se decantaban por Radio Euskadi en detrimento de Euskadi Irratia, se lo preguntaré en la próxima comida, pero para mí es muy importante que tanto Euskadi Irratia como Euskal Telebista sean una opción seria para todos aquellos que queramos consumir medios de comunicación en euskera. Y el esfuerzo merece la pena ya que por un lado el futuro del euskera está en juego, y por otro pueden coadyuvar decididamente a ir consolidando la convivencia y el respeto a la pluralidad.

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