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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

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La movilización por la paz tiene que ser parte del relato

07 viernes Ene 2022

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El pasado 10 de noviembre se realizó un acto institucional de agradecimiento a las personas que habían contribuido a la Paz y, entre ellas, a las que participamos en la movilización social frente a la violencia de ETA. Se trataba de un agradecimiento público a quienes reaccionamos al horror de justificar que la vida fuera menos importante que un proyecto político; de justificar que se matara, que se amedrentara y que se extorsionara en nombre del pueblo vasco. Desde nuestro punto de vista, el sentido del acto suponía reconocer que la movilización social contra ETA fue un factor fundamental en su deslegitimación, y que los movimientos sociales que la impulsaron fueron un agente de concienciación esencial en el proceso de mostrar públicamente el rechazo a la violencia de ETA.

la movilización social contra ETA fue un factor fundamental en su deslegitimación y los movimientos sociales que la impulsaron fueron un agente de concienciación esencial en el proceso de mostrar públicamente el rechazo a la violencia de ETA

La articulación de la reacción de la sociedad vasca frente a la violencia de ETA fue evolucionando. Es importante remarcar que fue una evolución progresiva, lo que quiere decir que no todos estuvimos en el mismo sitio a la vez. Durante estos cuarenta años la mayoría de las personas de esta sociedad fue descubriendo, cada cual en su momento, que matar estaba mal, que nada lo podía justificar. Y si importantes y dignas de mención son las primeras personas que lo comprendieron y lo manifestaron, también las últimas lo son. Se puede afirmar que la sociedad reaccionó tarde, porque tenía que haber respondido desde la primera muerte. Pero ese es un análisis demasiado simple para un proceso tan complejo y de tantos años.

Durante estos cuarenta años la mayoría de las personas de esta sociedad fue descubriendo, cada cual en su momento, que matar estaba mal, que nada lo podía justificar.

Lo cierto es que hubo una evolución social en la contestación a ETA y que, a finales de los años 80, grupos pacifistas como Gesto por la Paz crearon un canal de respuesta sistemática a la violencia. Solamente cinco años después, Anoeta se quedó pequeño para acoger a todas las miles de personas que querían manifestar, con su presencia en el estadio, que esa dinámica de violencia y amenaza de ETA tenía que acabar. Aquella respuesta multitudinaria se realizó a propósito del secuestro de Julio Iglesias Zamora, en 1993, y fue activada por el símbolo del lazo azul. Posteriormente, hubo más movilizaciones masivas por asesinatos que, como el de Miguel Ángel Blanco en 1997, fueron percibidos como particularmente trágicos y marcaron a la evolución de la movilización social contra ETA. Como sabemos, hasta que ETA se disolvió hubo todavía muchos más asesinatos injustos, porque, a pesar de la protesta social, ETA tardó unos quince años y muchas vidas más arrebatadas, hasta anunciar su final. Esa movilización social contra ETA, ese rechazo personal y social mostrado, cada vez mayor, fue decisivo para que la organización armada decidiera disolverse y es muy importante reconocerlo así, y que el relato de lo que vivimos tenga en cuenta esa idea de evolución de la sociedad vasca frente a ETA.

Hay que reconocer también que reaccionar frente a ETA exponía a las personas al odio y eso suponía exponerse a sentir miedo, porque el mero hecho de oponerse a ETA marcaba y propiciaba el acoso. La base social de apoyo a ETA fue necesaria en el desarrollo de esta historia de horror de más de 800 personas asesinadas, y esa base social intentó echar de las calles a la voz organizada de respuesta a la violencia.

El Correo

El acoso fue sistemático: intentaron aislar a cada una de esas personas, descalificándolas, y declarándolas enemigas de su pueblo vasco. El hostigamiento por parte de la izquierda abertzale ha sido continuo, en barrios y en pueblos, durante todos estos 40 años, de la movilización social contra ETA. Pero el compromiso desde grupos como Gesto por la Paz era ya decidido y firme, fruto de un largo recorrido. La movilización social contra ETA ha estado constituida por personas resistentes que tuvieron la firme voluntad de contagiar su rechazo a la violencia e impulsar la consecución de la paz en el País Vasco, y esto tiene que formar parte del relato de lo ocurrido en aquellos años.

la izquierda abertzale intentó echar de las calles a la voz organizada de respuesta a la violencia. El acoso fue sistemático: intentaron aislar a cada una de esas personas, descalificándolas, y declarándolas enemigas de su pueblo vasco. El hostigamiento ha sido continuo, en barrios y en pueblos, durante todos estos 40 años

Y tiene que incorporarse también en el relato, la existencia de una base social de apoyo a ETA que, no solo no condenaba o aplaudía los asesinatos, sino que ejercía un papel activo en la perpetuación de la violencia: haciendo de caja de resonancia social de las amenazas y señalamientos de ETA a personas de nuestra sociedad; incrementando el sufrimiento a las víctimas de sus atentados, acosándoles, no solo antes, sino también después del atentado; intentando dinamitar la reacción social en contra de la violencia de ETA; y, por último, ejerciendo un control social férreo sobre su propio entorno para contener las discrepancias, muy especialmente, a propósito de la justificación del uso de la violencia por parte de ETA. Esa base social de apoyo a ETA, necesaria para que la violencia continuara durante cuarenta años, generó mucho sufrimiento y distorsión en la convivencia, y esto tiene que ser reconocido por parte de la Izquierda Abertzale, quien debería enunciar con claridad cuál es su posición actual respecto a ese pasado.

Y tiene que incorporarse también en el relato, la existencia de una base social de apoyo a ETA que, no solo no condenaba o aplaudía los asesinatos, sino que ejercía un papel activo en la perpetuación de la violencia

También hay que agradecer que la reacción social ante ETA se articulara, en general, desde una defensa coherente y radical de los Derechos Humanos, mantenida incluso en los momentos más duros de acoso a la movilización. Desde el principio, Gesto por la Paz quiso desmontar la teoría de los dos bandos, que suponía la justificación del uso de la violencia, en base a una supuesta necesidad de responder a otra violencia. Por eso, el mensaje que se lanzó a la sociedad fue la del rechazo y la deslegitimación de las distintas violencias, no solo la de ETA, sino también la de organizaciones como los GAL, o la violencia ilegítima perpetrada por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Reconocer los distintos sufrimientos y vulneraciones de Derechos Humanos que se generaron hizo más contundente la movilización social a favor de la paz.

Gesto por la Paz, 2005

A día de hoy resulta intolerable que desde la Izquierda Abertzale se haga un reconocimiento del daño que “han recibido” las víctimas de ETA y que se arrogue el mérito de ser la única que reconoce a todas las víctimas de la violencia en el País Vasco. Hace treinta años que Gesto por la Paz exigió el esclarecimiento de la trama de los GAL y de los asesinatos que este grupo parapolicial cometió. En aquel tiempo, fue la misma Izquierda Abertzale la que boicoteó aquellos actos públicos, organizados para denunciar la realidad de esa violencia antiterrorista.

Efe. Gesto por la Paz, Bayona, 1996
Diario Vasco. Bayona, 1996
El Mundo. Bayona, 1996

Trataron así de monopolizar la solidaridad y el reconocimiento hacia las víctimas de la violencia antiterrorista para manipular su sufrimiento y poder mantener la teoría de los dos bandos. Sin embargo, la solidaridad con las víctimas de la violencia ha sido uno de los ejes que ha activado la movilización social a favor de la paz. El apoyo y el reconocimiento hacia ellas ha sido, en gran medida, el origen de la progresiva reacción a la violencia. El ataque que las víctimas sufrían individualmente fue, cada vez más, considerado como una agresión al conjunto de la sociedad.

El ataque que las víctimas sufrían individualmente fue, cada vez más, considerado como una agresión al conjunto de la sociedad.

Si las víctimas deben ser las protagonistas del relato del horror que se ha vivido en nuestra sociedad durante cuarenta años, en esa larga historia hay que reconocer también el papel jugado por la articulación de una movilización social, realizada desde la pluralidad de la sociedad vasca. Mientras ETA mataba y amedrentaba a la sociedad, incluso durante los años más duros de polarización social, los representantes de las familias políticas de Euskadi participaron en actos públicos organizados por Gesto por la Paz, que ponían de relieve la existencia de una base ética compartida, capaz de anteponer el compromiso con la defensa de los derechos humanos, a las diferencias partidistas.

Gesto por la Paz fue el artífice de la idea de que era necesario desvincular la violencia de la política, lo que implicaba negarse rotundamente a que ETA consiguiera algún reconocimiento político a cambio de su final.

Gesto por la Paz fue el artífice de la idea de que era necesario desvincular la violencia de la política, lo que implicaba negarse rotundamente a que ETA consiguiera algún reconocimiento político a cambio de su final. El recorrido de esta idea quedó patente en el cese incondicional que la propia ETA anunció en 2011. Desde el convencimiento de que la movilización de la sociedad vasca a favor de la paz había constituido un factor que había contribuido a la toma de esa decisión, Gesto por la Paz celebró en la calle, con el lema Lortu dugu–Lo hemos conseguido, la decisión de ETA de dejar de matar.

El Correo, 2011

Es importante incorporar este relato de la progresiva evolución de la sociedad vasca y de su movilización a partir de acciones inicialmente humildes y, posteriormente, más multitudinarias y relevantes, porque el reconocimiento, en nuestro pasado, de la importancia de la movilización ciudadana para afrontar un conflicto social grave, puede tener implicaciones para el futuro, y puede servir para incentivar otras peleas sociales.

el reconocimiento de la importancia de la movilización ciudadana para afrontar un conflicto social grave, puede tener implicaciones para el futuro, y puede servir para incentivar otras peleas sociales

 

Itziar Aspuru Soloaga, Maite Leanizbarrutia Biritxinaga, Eskolumbe Mesperuza Rotger e Inés Rodríguez Ranz de Gesto por la Paz

 


Una versión reducida de este artículo fue publicado en El Diario Vasco y El Correo en el mes de diciembre de 2021.

José María Aldaya

03 lunes Ene 2022

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agresiones, Alditrans, Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián, concentraciones pacifistas, contraconcentraciones, El Diario Vasco, empresarios, Enrique Cercadillo, ETA, Gesto por la Paz, hijos de Aldaya, Ikusi, izquierda abertzale, José María Aldaya, Julio Iglesias Zamora, lazo azul, movilización social, ponencia Oldartzen, secuestros, Víctimas

Foto Diario Vasco

José María Aldaya nos ha dejado para siempre. Como si hubiera podido elegir la fecha, murió el día de los inocentes porque Aldaya fue inocente. ¡Cuántas pintadas de ‘Aldaya, paga y calla’ tuvimos que leer por las paredes de nuestros pueblos! ¡Cuántas justificaciones de la vileza que ETA estaba cometiendo contra aquel “empresario”¡ ¡Ah, malditos empresarios opresores de los derechos de los trabajadores! Y mucha gente tragó y se comió ese sapo de que los empresarios “se lo merecían”. Sin embargo, las cosas ya había empezado a ser muy diferentes desde el secuestro de Julio Iglesias Zamora, cuando los trabajadores de la empresa Ikusi salieron a la calle a pedir su libertad. Los de Alditrans también lo hicieron, pero tuvieron peor suerte.

Recuerdo perfectamente el 8 de mayo de 1995 cuando, mientras comía en una bocatería de Bilbao, me hizo saber Ana Rosa que habían secuestrado a una persona en Oiartzun. A partir de ese momento, desde Gesto por la Paz pusimos en marcha todo un engranaje de movilización social que ya habíamos llevado a cabo con muy buen resultado durante el secuestro de Iglesias Zamora.

Nadie se podía imaginar que aquel ‘ON’ no tendría su ‘OFF’ hasta dos años y dos meses más tarde y tampoco se podía imaginar que, al esfuerzo de estar permanentemente reivindicando la libertad de un ser humano, tendríamos que añadir la heroicidad de soportar los insultos, las amenazas, las agresiones, las calumnias, el desprecio… que tuvimos que soportar por parte de la izquierda abertzale.

al esfuerzo de estar permanentemente reivindicando la libertad de un ser humano, tendríamos que añadir la heroicidad de soportar los insultos, las amenazas, las agresiones, las calumnias, el desprecio… que tuvimos que soportar por parte de la izquierda abertzale.

Jamás nos planteamos abandonar y dejar de movilizarnos. Jamás renunciamos a llevar el lazo azul aunque en determinados lugares peligrara nuestra integridad física. Exigíamos la libertad de José María Aldaya y defendíamos la nuestra propia, la libertad de toda la sociedad, aunque gran parte de la ciudadanía prefiriera pensar que era una cabezonería de los pacifistas o, incluso, que nosotros mismos estábamos alargando el secuestro del pobre Aldaya. ¡Qué injusto fue todo aquello!

Pero si algo fue especialmente injusto, fue lo que cada lunes ocurría en La Paloma primero y en el Buen Pastor después. Sí, los de Alditrans tuvieron que cambiar el lugar de convocatoria para tratar de reducir las agresiones de que eran objeto. Aquello fue muy injusto para los trabajadores de Alditrans porque prácticamente nada más salir con su humilde pancarta a pedir la libertad “de su jefe” que era su padre, su tío, su primo, su amigo, etc. la izquierda abertzale también los empezó a acosar, a hostigar, a perseguir como si fueran culpables de algo, como si fueran apestados, como si no tuvieran derecho a pedir que José María volviera a casa, a la empresa, que recuperara la libertad. Fue especialmente injusto porque aquella estrategia de extender “el sufrimiento” recientemente estrenada, Oldartzen, les dio directamente en la cara a unos jóvenes Oskar e Idoia -Txetxo estaba fuera y acudía muy de vez en cuando-, los hijos de Aldaya. Nunca se había escenificado una tortura pública tan cruel como la que los matones de la izquierda abertzale sometieron a esta familia y eso los hizo especiales. Y, mientras, Loli, la esposa y la madre, se quedaba en casa sufriendo también esa crueldad; no solo por lo que le contaban sus hijos o veía en la televisión, sino porque recibía llamadas telefónicas brutales como aquella de “Ya hemos soltado a Aldaya. Está colgado del puente de…”

Fue especialmente injusto porque aquella estrategia de extender “el sufrimiento” recientemente estrenada, Oldartzen, les dio directamente en la cara a unos jóvenes Oskar e Idoia, los hijos de Aldaya

Recuerdo las primeras concentraciones que convocaron los sábados ante el Ayuntamiento de San Sebastián: tres horas de concentración (luego, bajaron a una hora). Todo el tiempo era poco para exigir la libertad de su padre y de su compañero. Y reconozco que ellos, los hijos, me motivaron aún más si cabe para mantener mi compromiso por la libertad de aquel hombre que nunca conocí personalmente. La tenacidad, valentía, compromiso público y descarado de esos jóvenes debería haber arrastrado a toda la ciudadanía a la calle, pero, una vez más, se miró para otro lado. Yo les admiraba y me emocionaba verles allí, con aquella dignidad, exigiendo lo que era justo: que su padre recuperara la libertad. 341 días sin abandonar la calle. Se dice pronto. Se colocaron en primera línea y asieron la bandera de la libertad no solo de su padre, sino de todos nosotrxs.

Desde que el 14 de abril de 1996 que Aldaya fue liberado, poco supe de Oskar, de Idoia y de Txetxo. Se dedicaron a curar las profundas heridas que la violencia y el odio les habían causado. Sí recuerdo que escribieron a Gesto por la Paz una felicitación de Navidad. Era su manera de decirnos que nos llevaban en el corazón o, al menos, así lo entendimos.

Me da mucha pena la muerte de aquel hombre por el que recorrimos kilómetros por las calles de Euskal Herria, guardamos miles de minutos de silencio entre gritos e insultos, subimos a montes, construimos lazos en playas, lanzamos globos de libertad, colgamos pancartas gigantes… porque con cada uno de esos gestos, convertimos a José María en parte de cada una de nosotras y nosotros y ya nunca dejó de ser ‘nuestro’, ya nunca sería una persona más. Era José María Aldaya.

Allá donde estés, que sepas que sigues en el corazón de muchísimas personas que en aquellos años “te conocimos” y te hicimos nuestro.

 

Foto Diario Vasco

No sería justo, si en este escrito sobre José María Aldaya, su secuestro y el cruelísimo trato que recibió su familia, no mencionara a Enrique Cercadillo que en esos 341 escribió unos comunicados y manifiestos de una calidad humana y social inmensa.

 

Gracias a todxs, queridos amigxs.

 

Isabel Urkijo Azkarate

El deber de memoria

28 jueves Oct 2021

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El deber de memoria es un artículo escrito en junio de 2019 por Joseba Eceolaza, destacado político y sindicalista navarro. Es, además, escritor y una persona muy interesada en la memoria histórica y, también, en la memoria del periodo de violencia reciente en Euskal Herria. Por esta razón es miembro de Gogoan, por una memoria digna.


En este tiempo post-ETA el impulso de la memoria histórica, con sus valores y sus enseñanzas, es un buen guión para tratar de cerrar de la mejor manera posible un capítulo negro, otro más, de nuestra historia. Quienes vivimos aquí y ahora tenemos la ocasión de que las consecuencias del trauma de la violencia no se expandan a las siguientes generaciones. Sería imperdonable que volviéramos a cerrar en falso heridas o despreciáramos la memoria de las víctimas.

Y es que en todos los episodios de violencia de motivación política, se trabaja para que nadie se sienta en la tentación de volver a apretar el gatillo. Pero aquí la garantía de no repetición debería estar centrada en trabajar para que los valores que hicieron posible la violencia desaparezcan. En ese marco de preocupaciones la deslegitimación social de la violencia es lo prioritario, por urgente, por determinante.

La memoria es frágil y a veces no aguanta ni una generación. En el futuro quienes no han vivido la crueldad de la violencia, se pueden ver cautivados por la épica de la violencia que no se ha sufrido. Por eso, necesitamos ciertos anticuerpos para que no se extienda el odio, para que no sedimente, para que nadie vuelva a creerse en el derecho a decidir quién vive y quién no.

1993 manifestación Gesto por la Paz. Diario Vasco

Y la gente de Gesto por la Paz, que se enfrentó a la violencia cuando (casi) nadie lo hacía, constituye hoy un patrimonio moral que no podemos desperdiciar. La paz no la hicieron quienes militaron en ETA, de ninguna manera. La paz la hicieron quienes construyeron mentalidades de paz con sus pancartas y sus silencios. Ese, y no otro, es el motivo por el que la deslegitimación social de la violencia se ha extendido.

La paz no la hicieron quienes militaron en ETA, de ninguna manera. La paz la hicieron quienes construyeron mentalidades de paz con sus pancartas y sus silencios.

El deber de memoria, por eso, implica no solo tener presente lo horrible de la muerte violenta, es preciso tener en cuenta a quienes no callaron ante el terrorismo ni cuando les llovían tuercas e insultos.

En el deber de memoria juegan un papel importante los valores universales, aplicables incluso a situaciones que no nos gustan. Por ejemplo, supone una trampa ética enorme pedir que los crímenes ultras de la transición no queden impunes y sin embargo no exigirle a ETA que colabore en el esclarecimiento de los múltiples asesinatos pendientes. Esa desconexión ética es la que tenemos que quebrar, si queremos reconstruir todos los tejidos sociales rotos por años de violencia.

El deber de memoria exige anular la parte del relato que ha hecho que miles de personas le encontraran sentido a la barbaridad que supone el tiro en la nuca. Que ETA naciera en un contexto determinado no justifica su actuar. Matar, y seguir haciéndolo incluso una vez se murió el dictador, fue una decisión autónoma de ETA solo condicionada a su voluntad de imponer un proyecto político a la sociedad, una dinámica que no todos los antifranquistas ejercieron. Como se recoge en el libro “Heridos y olvidados” de María Jiménez y Javier Marrodán sobre las primeras acciones mortales de los años sesenta de ETA, hay que tener en cuenta que “matar a alguien fue una decisión meditada, debatida y acordada de forma mayoritaria”.

También el deber de memoria nos cuestiona en nuestros peros, porque ahí es donde se suele descubrir la inconsistencia ética, porque ese pero nos hace viajar a un túnel oscuro en el que la salida siempre es por la puerta falsa.

El deber de memoria apunta a evitar esa agotadora necesidad de hablar del GAL, o de la violencia policial cada vez que nombramos a ETA, como si una cosa compensara la otra, como si no supiéramos, no pudiéramos o no quisiéramos emitir un mensaje de solidaridad hacia el dolor sin más matiz que la cercanía humana ante quien ha sido agredido.

Rescatar y valorar, entonces, la importancia de Gesto por la Paz como nuestros “justos” locales hará que construyamos un futuro mejor.

Dice Gabriele Nissim sobre el pensamiento de Zofia Kossak en un libro genial que se titula «La bondad insensata» que esta, a pesar de su antisemitismo, llega a pensar que “los que mueren físicamente en Auschwitz, de los cuales incluso sería posible desentenderse, son los judíos, pero con ellos moralmente también mueren los polacos que les niegan ayuda”.

Diario Vasco. Acto de Gesto por la Paz en Zumarraga, 2004

Aquella gente de Gesto por la Paz asumió una responsabilidad personal frente a la intolerancia, porque quisieron elevar un mensaje moral de condena, a pesar de las consecuencias que implicaba hacerlo. Y eso nos conmovió incluso a quienes rozamos la violencia y nos pegamos de bruces contra su silencio.

Trabajemos, entonces, por la ética de una memoria responsable y coherente, las siguientes generaciones nos lo agradecerán, porque solo así romperemos definitivamente y para siempre la infinita cadena del odio, esa sin duda es la mejor garantía de no repetición.

Museo Centro Memorial de Víctimas del terrorismo

15 viernes Oct 2021

Posted by gogoanmemoria in Memoria

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El 1 de junio de 2021, se inauguró este Museo Centro Memorial de Víctimas del terrorismo situado en la capital alavesa. Se ha hecho esperar, pero ha merecido la pena.

En el museo se recoge la actividad terrorista que ha habido en España en el siglo XX y en el XXI y resulta realmente interesante para cualquier persona interesada en el tema. A pesar de los esfuerzos invertidos, es posible que a quien lo visite no le termine de encajar el tratamiento en el mismo espacio de dos conceptos de terrorismo tan diferentes como los terrorismos ‘autóctonos’ de funcionamiento ‘clásico’ (desde el FRAP hasta ETA) y el terrorismo global protagonizado por los distintos grupos extremistas de inspiración islamista que, además de tener unas maneras diferentes, nos traslada a una problemática un tanto ajena para la mayoría de la sociedad.

El terrorismo de ETA ocupa un lugar relevante como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta el número de víctimas ocasionadas y el tiempo que ha pervivido en nuestra sociedad. Prácticamente, al incorporarte al museo hay una sala en la que se escuchan testimonios de víctimas del terrorismo. Todos ellos son impactantes, pero hemos seleccionado las palabras de Ana Arregui:

Con ser como son y pensar como piensan, bastante condena tienen

Los datos que se ofrecen son muy interesantes y, en ocasiones, hasta sorprendentes. Por ejemplo, es llamativa la cantidad de víctimas –92– que ocasionó la organización terrorista GRAPO (Grupo de Resistencia Antifranquista Primero de Octubre) que, a pesar de carecer de apoyo social, se mantuvo activa desde 1968 hasta 2012.

Otro aspecto especialmente interesante son los datos sobre los heridos. Decir que se generaron 5.000 heridos, se puede quedar en una anécdota, en un simple número que nos pudiera dejar un tanto indiferentes. Sin embargo, en el museo, se hace una referencia expresa a las personas heridas que quedaron con una gran invalidez: 60 personas que quedaron muertas en vida y cuyo testimonio es difícil compartir, traerlo a la memoria, ya que resulta complicado mostrar ese dolor sin aumentárselo a la propia víctima.

Uno de esos casos fue muy bien recogido en la película de Iñaki Arteta «Trece entre mil«, un film que abrió un camino por el que han transitado otros posteriormente y que impactó sobremanera en 2005. En la película aparece el caso de Francisco Marañón, chófer de un alto cargo del ejército que desde 1985 vivía entre su cama y una silla de ruedas.

En el museo también se recoge la importancia de la actuación policial, judicial, política y la reacción social. Sorprende un poco que la respuesta desde la sociedad se enmarque en el mismo bloque que las necesarias y obligadas respuestas policial, judicial y política porque, de esa forma, se minimiza ese importante rasgo de reacción voluntaria y espontanea desde la ciudadanía. En este ámbito social, destacan las actuaciones de movimientos pacifistas como Gesto por la Paz o Denon Artean_Paz y Reconciliación y de organizaciones ciudadanas como Basta Ya, aunque del trabajo de esta última fuera más limitado en el tiempo.

Precisamente fue Gesto por la Paz la organización que acuñó la expresión ‘violencia de persecución‘ y desarrolló una importante campaña (‘Si te amenazan, nos agreden‘) denunciando la situación que vivían las personas amenazadas. Afirmaron que existían 42.000 amenazadxs. En relación a esta cuestión, sugeriríamos una pequeña matización:

En uno de los paneles de dice: «El miedo, que afectaba sobre todo a los no nacionalistas, fue un factor determinante en Euskadi«. Efectivamente, ‘sobre todo’ afectó a ese sector de la clase política. Sin embargo, en otro panel cuando se menciona a los colectivos amenazados, la referencia que se hace es a «cargos públicos constitucionalistas». Se da por hecho, que todos los partidos políticos democráticos son constitucionalistas, pero como el panel se refiere a los ‘no nacionalistas’ (vascos), consideramos que es tan de justicia reconocer que los no nacionalistas fueron mayoritariamente amenazados, como reconocer que también hubo políticos nacionalistas que fueron amenazados e, incluso, que fueron víctimas directas de la violencia de ETA y de su entorno.

Más allá de este pequeño apunte, recomendamos encarecidamente, la visita al museo. Es grato reconocer que se ha realizado un buen trabajo.

 

Isabel Urkijo Azkarate y Jesus Herrero Arranz, miembros de Gogoan, por una memoria digna.

La alargada sombra del exgeneral

07 domingo Mar 2021

Posted by gogoanmemoria in Guerra sucia

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Enrique Rodríguez Galindo

Enrique Rodríguez Galindo ha muerto este 14 de febrero víctima de esta trágica pandemia y a nuestras cabezas ha vuelto aquella idea de que “si la democracia mata, la democracia muere”. En los años noventa fue el lema de Gesto por la Paz para exigir verdad y justicia sobre el terrorismo perpetrado desde el propio Estado, el del GAL. Y vuelve a nuestra memoria puesto que este exgeneral pervirtió sus responsabilidades públicas hasta el extremo de convertirse él mismo en un criminal. La democracia era secuestrada, torturada y asesinada con cada acción del GAL, como lo había hecho antes con las acciones del Batallón Vasco Español (BVE) y con la represión franquista.

Si la democracia mata, la democracia muere

Precisamente, a partir de la figura de Rodríguez Galindo es posible seguir un hilo de crímenes con conexiones directas entre ellos y con algo en común: poner en la diana la propia noción de democracia. Porque curiosamente algunos de quienes más lucharon contra el terrorismo que se practicó desde el Estado y, por lo tanto, por fortalecer la democracia, estuvieron tanto amenazados por el exgeneral como por la propia ETA.

El País. Jesus García García

El 15 de octubre de 1983 está marcado a sangre y fuego en la memoria colectiva. Ese día el GAL comenzó su andadura con el secuestro en Baiona de Joxean Lasa y Joxi Zabala. Su posterior tortura en el cuartel de Intxaurrondo y en el Palacio de la Cumbre en Donostia fue tan salvaje que viendo el estado en que se encontraban, Galindo y Julen Elgorriaga deciden que sean asesinados y desaparecidos. Lo cual sucede en Busot, Alicante. Allí estuvieron tan enterrados en cal como rotas sus familias hasta el año 1995, en el que fueron identificados sus restos, gracias al comisario de la Policía Nacional de Alicante Jesús García García, que murió de un infarto ante el tribunal, mientras testificaba contra Galindo, en medio de enormes presiones.

En esa segunda mitad de los noventa se investigaba intensamente a nivel periodístico y judicial en la Audiencia Nacional la implicación de miembros de la Guardia Civil, Policía Nacional, CESID y las más altas instancias del Ministerio de Interior en la creación, dirección, financiación y encubrimiento del grupo terrorista GAL. Las sentencias condenatorias llegarían en abril de 2000 y fueron confirmadas en julio de 2001 y julio de 2002 por el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional respectivamente.

En esos mismos años, cuando la democracia depuraba a quienes la venían mancillando durante tanto tiempo, ETA asesina precisamente a algunos de quienes más habían hecho por esclarecer estos crímenes de Estado. A algunos a los que por ese motivo el mismo Galindo tenía también en su punto de mira.

ETA asesina precisamente a algunos de quienes más habían hecho por esclarecer estos crímenes de Estado

Maixabel Lasa y María Jauregi

El caso de Juan Mari Jauregi en julio del 2000 es el más claro. El militante antifranquista y preso político que daba clases de euskera a otros reclusos de la prisión de Basauri, que en su condición de Gobernador Civil de Gipuzkoa había sido una persona clave para poder investigar a Galindo y sus secuaces por el GAL, aquel sin cuyo concurso no hubiera sido posible probablemente la sentencia del caso Lasa y Zabala, era asesinado en Tolosa por ETA. Juan Mari Jauregui, tal como revelaron años después su mujer Maixabel y su hija María, sabía las consecuencias que enfrentaba: “ez dakit nork hilko nauen, edo ETAk edo Galindok berak”. Temía que le asesinara el mismísimo General Galindo, pero lo hizo ETA. Eso sí, ambos por el mismo motivo homicida: su compromiso con la democracia. Con su asesinato, se intentaba matar la democracia como años antes con los de Lasa y Zabala.

Pero Jauregui no fue el único. En 2001 ETA hizo pagar a José María Lidón con su vida su vocación servicio público. Él fue, junto con la instructora Elizabeth Huerta, uno de los primeros jueces que en los 80 procesó y dictó una sentencia condenatoria contra doce guardias civiles, coroneles incluidos, por torturas en el emblemático “caso Linaza”.

         

Y poco después, en 2003, era Joseba Pagazaurtundua el asesinado por ETA. Sus investigaciones como policía municipal de Andoain contribuyeron a desarticular uno de los grupos operativos principales del grupo terrorista de extrema derecha durante la transición Batallón Vasco Español, formado por Iturbide y Zabala. El mismo comando del BVE que antes había asesinado a varios militantes y cargos públicos de la izquierda abertzale en el conocido aquellos años como triángulo de la muerte (Urnieta, Hernani y el mismo Andoain).

Juan Mari Bandrés: por la libertad se muere, pero no se mata.

Y es que la sombra del General era alargada… Tanto que los jueces que se atrevieron a investigar y condenar a aquellos guardias civiles que mataban y torturaban en nombre de una democracia que mancharon, se enfrentaban a sus amenazas. Joaquín Giménez, presidente de las Audiencias Provinciales de Gipuzkoa y Bizkaia en aquella época, lo ha explicado con detalle. Galindo era el que en 1986 le recriminaba a este magistrado haber citado en la apertura del curso judicial a Bandrés y su: “por la libertad se muere, pero no se mata”. Era el que acosaba impunemente, rodeando la Audiencia con decenas de vehículos militares, a estos jueces por citar a declarar a guardias civiles hasta el punto de tener que pedir amparo al Consejo General del Poder Judicial. Uno de esos jueces era el propio Joaquín Giménez que tras 18 años sentenciando casos de violencia y torturas tuvo que abandonar Euskadi tras la amenaza de una ETA que tenía ya planificado en detalle su asesinato. El mismo juez que defiende el acercamiento de los presos de ETA a Euskadi y su reinserción social.

Mikel Zabalza

En aquellos años la impunidad era tan asfixiante como la bolsa que acabó con la vida de Mikel Zabalza en 1985 en el mismo cuartel de Intxaurrondo que dirigía con mano de hierro el General. La conversación conocida estos días es tremendamente significativa de la impunidad que permite a unos funcionarios del Estado hablar con tal banalidad del asesinato y de la tortura.

Estos días Pili Zabala, hermana de Joxi Zabala, al hilo de la muerte de Galindo, explicaba que “víctima y agresor quedan perpetuamente unidos, se quiera o no. Galindo me recuerda a mi hermano y nuestro apellido y el suyo estarán históricamente enlazados”. Si tiene que ser así, que el nombre de Galindo quede unido a la injusticia de lo que un Estado democrático nunca debería hacer en la lucha contra el terrorismo. Que en su alargada sombra no quepa la tentación de repetir las historias de Lasa, Zabala, Zabalza y de tantos otros.

que el nombre de Galindo quede unido a la injusticia de lo que un Estado democrático nunca debería hacer en la lucha contra el terrorismo

Defender la democracia en Euskadi era enfrentarse a todo tipo de terrorismo. Durante demasiado tiempo en nuestra tierra se mató: en la dictadura, contra la democracia e incluso en nombre de ella. En todos estos casos, cada asesinato político también mataba la democracia. La intentaban matar quienes han secuestrado, torturado, amenazado y asesinado sin importar sus siglas: BVE, GAL o ETA. Y si esa democracia no pereció tras tantos ataques no fue precisamente por el general Galindo, como expresaba en twitter determinada asociación de guardias civiles; fue a su pesar y gracias al compromiso de quienes le plantaron cara a él, a los suyos y a sus métodos, personas como Juan Mari Jauregi, Joseba Pagazaurtundua o José María Lidón. Que no se olvide.

Si esa democracia no pereció tras tantos ataques no fue precisamente por el general Galindo, sino gracias al compromiso de quienes le plantaron cara a él, a los suyos y a sus métodos, personas como Juan Mari Jauregi, Joseba Pagazaurtundua o José María Lidón. Que no se olvide.

 

Sergio Campo, Sabin Zubiri y Xabier Mugarza. Gogoan, por una memoria digna


 

Este artículo fue publicado en Gara y Naiz el 26 de febrero.

¿Prevaricación o negligencia inexcusable?

13 miércoles Ene 2021

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Arnaldo Otegi, Bateragune, Cadena SER, condena, Derecho Internacional, EITB, Gesto por la Paz, imparcialidad, juicio, justicia, Ley de Enjuiciamiento Criminal, Mihalache contra Rumanía, negligencia, ongi etorri, presos, prevaricación, sentencia, terrorismo, Tribunal europeo de Derechos Humanos, Tribunal Supremo, Xabier Deop Madinabeitia

LA ORDEN DE REPETICIÓN DEL JUICIO BATERAGUNE. ¿PREVARICACIÓN O NEGLIGENCIA INEXCUSABLE?

Tras leer la Sentencia 692/2020 por la que el Tribunal Supremo ordena repetir el juicio contra Arnaldo Otegi y cuatro personas más (por comodidad, me referiré en adelante solo a Otegi), puedo afirmar que el Tribunal Supremo ha dictado una resolución manifiestamente ilegal y dudo mucho que por ignorancia. Intentaré explicarlo para los que no son juristas.

Bateragune. Foto EITB

Bateragune. Foto EITB

En 2008, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) dijo en el caso Otegi Mondragón y otros contra España que los demandantes no tuvieron un juicio justo porque la juez que presidió el tribunal que los condenó en primera instancia carecía de imparcialidad, lo cual violaba el artículo 6 del Convenio Europeo de Derechos Humanos (CEDH), que menciona el derecho a un proceso equitativo.

El artículo 46 del Convenio Europeo de Derechos Humanos dice que los Estados deben acatar las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, cosa que el Tribunal Supremo no ha hecho

El artículo 46 del CEDH dice que los Estados deben acatar las sentencias del TEDH, cosa que el Tribunal Supremo no ha hecho. Quizás haya que disculpar que no hayan tenido esto en cuenta, porque en las oposiciones para la judicatura hay pocos temas de Derecho Internacional.

Como decía, el Tribunal Supremo debe acatar la sentencia del TEDH. ¿Y qué dice esa sentencia? Vamos a verlo: “este Tribunal mantiene que la forma más apropiada de reparación sería, en principio, celebrar un nuevo juicio o reabrir el caso, a solicitud de la persona interesada”. El Tribunal Supremo ha dicho, con razón, que esta sentencia no obliga a indemnizar a Otegi, sino que apunta a la repetición del juicio. Cierto, pero la sentencia que deben acatar, dice claramente que a solicitud de la persona interesada, que no es otra que Otegi y el resto de los condenados.

Tribunal Supremo-SER

También dice el Tribunal Supremo que, al ser nulo el juicio en el que un tribunal parcial juzgó a Otegi, “que las acusaciones no han decaído, y quienes las sostienen tienen derecho a una resolución motivada respecto de sus pretensiones debidamente formuladas”. Eso, sencillamente es MENTIRA y podría ser constitutivo de un delito de prevaricación (dictar una resolución injusta a sabiendas).

El artículo 954.3 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal permite revisar una sentencia judicial firme cuando el TEDH declare que la sentencia ha sido dictada en violación de algún derecho reconocido en el CEDH, que es lo que ha ocurrido en este caso. Pero, pequeño detalle, este artículo dice lo siguiente: “la revisión SÓLO PODRA SER SOLICITADA por quien, estando legitimado para interponer este recurso [el penado y la Fiscalía del Tribunal Supremo], HUBIERA SIDO DEMANDANTE ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos”.

la revisión sólo podrá ser solicitada por quien, estando legitimado para interponer este recurso [el penado y la Fiscalía del Tribunal Supremo], hubiera sido demandante ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

En este caso, el único demandante ante el TEDH fue Otegi, no la fiscalía ni las acusaciones. Formalmente, fue Otegi el que solicitó la revisión, pero, al hacer lo contrario a lo que pidió, el Tribunal Supremo lanza el mensaje de que, si alguien ejerce su derecho a solicitar que se revise una sentencia, corre el riesgo de quedar en la misma situación o incluso peor, lo cual es contrario al derecho a la tutela judicial efectiva e, insisto, contrario a la sentencia del TEDH, que dice claramente que son los perjudicados los que tienen derecho a decidir si se ha de repetir o no el juicio.

Aunque esto es suficiente para calificar la sentencia del Tribunal Supremo de ILEGAL y, acaso, de prevaricación, hay todavía más, porque esa sentencia es contraria al derecho a no ser juzgado o condenado dos veces por un mismo hecho.

Sorprendentemente, el Tribunal Supremo cita entre comillas un extracto de una sentencia del TEDH para hacer lo contrario de lo que dice esa sentencia. En concreto, citando el caso Mihalache contra Rumanía, dice que a causa de un vicio fundamental es posible reabrir un juicio “en perjuicio del imputado cuando éste haya sido absuelto de un delito o sancionado por un delito menos grave que el previsto en la ley aplicable”. Otegi no fue absuelto por el tribunal parcial y tampoco fue condenado por un delito menos grave que el previsto en la ley. Si hubiera sido así, el Tribunal Supremo no le habría rebajado la condena.

el Tribunal Supremo ha violado el Derecho Internacional y el Derecho Español. La única duda es si lo ha hecho por ignorancia o prevaricando.

En definitiva, el Tribunal Supremo ha violado el Derecho Internacional y el Derecho Español. La única duda es si lo ha hecho por ignorancia o prevaricando.

Para finalizar, si Otegi o alguno de los condenados lee este artículo y le gusta, le pido que no me dé las gracias. El autor ha sido muchos años activista contra el terrorismo, siente náuseas ante los ongi etorri a los presos condenados por terrorismo y se indigna cuando se niega a condenar el terrorismo y a reconocer que nunca debió haber ocurrido.

Si Otegi o alguno de los condenados lee este artículo y le gusta, le pido que no me dé las gracias. Durante muchos años he sido activista contra el terrorismo,

 

Xabier Deop Madinabeitia, Doctor en Derecho, profesor de Derecho Internacional, ex-militante de Gesto por la Paz.

Gu ere gizarte honetan sortu ginen

15 domingo Nov 2020

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Bakearen Aldeko Koordinakundea, biktimak, ETA, Franco, gatazka politikoa, Gesto por la Paz, Maixabel Lasa, talde terrorista, torturak eta tratu txarrak

“Zer eskatzen du herriak? / Askatasuna! / Zer eskatzen du herriak? / Presoak kalera! / Zer eskatzen du herriak? / Txakurrak barrura! / Zer eskatzen du herriak? / Gora Euskadi askatuta!

Gora Euskadi sozialista, gora… gora Euskadi askatuta!”

Horrelakoak eta antzerakoak sarri entzuten eta abesten genituen gure ume denboran. 70. hamarkada zen eta 40 urteko diktaduratik ateratzen ari zen estatu espainiarra. Apurka-apurka demokrazia iritsi zen, bere handitasun guztiarekin. Batzuen iritziz trantsizioan gauzak lotuegi utzi ziren, zenbait aukera politikoren alde zeudenen asmoak betetzea ezinezkoa bilakatuz, beste batzuentzat aldiz, marko eta gobernamendu berriak ideia guztiak garatzeko abagunea eskaintzen zuen. Dena den ukaezina da demokraziarekin askatasuna eta eskubideak berreskuratu zirela, eta herrialde aurreratuetan gertatzen zen bezala subiranotasuna herrira bueltatuko zen eta erabakiak gehiengoaren babesarekin hartuko ziren.

Eta askatasun haizea gure ate eta leihoetatik sartzen hasi zenerako, bitxo txar bat sartu zitzaigun zirrikituetatik zehar ia konturatu barik: ETA talde terrorista. Ezin dugu ahaztu ETAren adar politikoak ez duela inoiz, ezta hurrik eman ere, gobernatzeko gehiengorik lortu, baina ETAren pistola eta bonben laguntzarekin neurriz kanpoko eragina lortzen ahalegindu zen gure gizartean, askotan herriaren ahotsa izango balira bezala agertuz: demokrazian hiritarren babesak ematen duen derrigorrezko zilegitasunik izan gabe, eta inongo zilegitasunik ez duen indarkeriaz baliatuz. “Aita” Francoren agintekeriatik emantzipatzen hasiak ginenean, ETA “anai nagusiak” sartu zuen muturra, askatasun mozorro koloretsuarekin jantzita, etxean bizi ginenon borondatea eta burujabetza gutxietsiz bere nahia bortxaz ezartzeko.

Ez zuten Euskadiko eta Nafarroako gizartearen babesik, baina indarkeriaren laguntzatxoari esker eta propaganda sektario eta gezurrezkoa jaurtitzen zuen makineria indartsu bat martxan jarri ondoren, politikan, kulturan eta gizarte mugimenduetan bilatzen zuten eragina izatea lortu zuten, hauek euren nahierara maneiatuz, eta kalean idatzi honen hasieran aipatzen dugun kantuan jasotzen ziren aldarrikapenak baino ez ziren adierazten, gizarte oso bat balego bezela aldarrikapen multzo trinko horren atzean. Euskal Nazio Askapenerako Mugimendua deitu zioten beren buruari eta kaleaz jabetu ziren.

indarkeriaren laguntzatxoari esker eta propaganda sektario eta gezurrezkoa jaurtitzen zuen makineria indartsu bat martxan jarri ondoren, politikan, kulturan eta gizarte mugimenduetan bilatzen zuten eragina izatea lortu zuten

Euren propagandaren behelainoak errealitatea distortsionatzen zuen, eta eginahalak eta bi egiten zituzten gauzak ondo nahasteko: gatazka politikoa indarkeriaren erabilerarekin, eta beraien hurbilekoen giza eskubideak aldarrikatzen zituzten beste askoren eskubideen urraketa bultzatu eta babesten zuten bitartean. Gatazka politikoari dagokionez esan beharrik ez dago demokrazian ezadostasunak eztabaida eta akordioen bidez bideratzen direla. Eta zer osasuntsua den gatazka politikoa! 40 urtetan zehar bahituta izan zuten, hiritarren borondatearen gainetik zeuden “iluminatu” batzuk hala erabaki zutelako, bazekitelako euren ideologia totalitarioa eta erregimen faxista zirela herriarentzat onena, eta hiritarrek adin-nagusitasuna berreskuratu zutela zirudienean beste “iluminatuak” etorri ziren, politika, gizarte mugimenduak eta kultura pozointzera, eta guztia usteldu zuten.

Eta giza eskubideen defentsan sektario hutsak ziren arren, zoritxarrez frogatuta geratu zen askotan salatzen zuten bezala, torturak eta tratu txarrak egon zirela eta estatu terrorismoak ere izugarrikeria ugari egin zituela, guzti horrek suposatzen zuenarekin: biktima horiei eragiten zitzaien oinazea eta mina –batzutan heriotza eragiteraino- eta zuzenbide estatuari egiten zitzaion kaltea.

Baina bazegoen beste errealitate gordin bat, kaleko mobilizazioetan salatzen ez zena, publikoki inork gutxik aipatzen zuena: ETAren hilketak, bahiketak, estortsioa, mehatxuak… Eta zergatik ez zen honetaz hitz egiten? Agian ETA zelako indarkeria guzti horren egilea? Agian ETAk eta bere adar politikoak mugitzen zituztelako gizarte-aldarrikapenen hariak? Agian beldurra sartu zigutelako? Agian aipatutako propaganda bere eragina egiten ari zelako gure gizartean?

Onartu beharra dago bere burua askapen mugimendutzat zeukan honek eskaintzen zuena oso erakargarria zela, batez ere gazteentzat, gazte izateko erarik benetazkoena eskaintzen zutela saltzen zigutelako, eta aldi berean gazteak behar zituzten euren militantzia hornitzeko. Baina militantzia hura ez zen nolanahikoa, indarkeria erabiltzea edo zilegitzea normaltasunez onartzen zen, eta balore etikoak albo batera uzten ziren. Eta herri eta auzo guztietan zeuden gazteen buruak berotzera eta neska-mutilen buruak jatera dedikatzen ziren elementuak, eta asko erori ziren euren sareetan: gazte pilo bat erradikalizatu zen, asko kaleko istiluetan eta kale borrokan parte hartzera iritsi ziren, eta beste batzuk ETAren barruan bukatu zuten. Zer gutxi hitz egin den radikalizazio prozesu hauetaz, zer gutxi aipatu den guzti honek euskal gazteriari eragin dion kalte ikaragarriaz. Zenbat gazte alperrik galdu ziren. Guzti honek hausnarketa sakona merezi du, eta ez dirudi askoren lehentasunen artean dagoenik.

Zer gutxi hitz egin den radikalizazio prozesu hauetaz, zer gutxi aipatu den guzti honek euskal gazteriari eragin dion kalte ikaragarriaz. Zenbat gazte alperrik galdu ziren. Guzti honek hausnarketa sakona merezi du, eta ez dirudi askoren lehentasunen artean dagoenik.

Gu geu ere aipatutako behelaino horretan hazi ginen, baina zorionez etxekoek eta ingurukoek eskutik helduta geunzkaten lanbro artean ez galtzeko, eta indarkeriaren aurkako mezu argiak igortzen zizkiguten. Dena den ez zen zaila nahastea eta nahiko ohikoa zen gurasoak baino aurrerakoiagoak izateko nahiak bultzatuta, “askapen” mugimendu horrekin kidetzea.

Hatan-horretan Euskal Herriko Bakearen Aldeko Koordinakundea sortu zen eta gizarteko eremu batzuetan indarkeriari buruzko hausnarketa bultzatzen lagundu zuen, eta begi bistan egon arren gizartean inor gutxik ikusi nahi zuen errealitatea aurrez-aurre jarri ziguten: ETAk ia egun birik bat norbait hiltzen zuela. Baina pertsona hauei bizitza kentzen zitzaien arren, zeukaten guztia, ez ziren aintzakotzat hartzen, eta horretaz gain “erruduntasun” presuntzio iraingarri bat ezartzen zen euren gain: ziur ETAk egin zuena egiteko arrazoiren bat izango zuela.

Beraz gure bakearen ibilbidea argitu zuen lehen argitxoa printzipio etiko bat izan zen, oinarrizkoena: “ez duzu inor hilgo”. Printzipio horietan dago guztien onaren eta elkarbizitzaren estalpea eta gure beldur eta zalantzen gainetik jarri genituen. Eta martxan jarri ginen eta Gestok deitutako isiluneetara joateari ekin genion, zeinek biderako mapatxo bat eskaini zigun, eta ibilbidea zaila iruditu zitzaigun arren ausartu egin ginen eta kalera atera. Urteetan zehar bizitzeko eskubidea, pertsonei zor zaien errespetua, bakea, justizia, askatasuna eta elkartasuna bezalako printzipioak landu genituen, gure errealitatera aplikatuz, eta gizartea aldatzeko ahalegina egin genuen gure ekintza eta hausnarketekin.

ibilbidea zaila iruditu zitzaigun arren ausartu egin ginen eta kalera atera

Hasieran gizabidezko erantzukizunak eragin zigun, Bakearen aldeko Koordinakundearen bilkuretara joaten ginen baina askotan ez genituen biktimak hurbil sentitzen. Baina iritsi zen hurko biktima eta berarekin batera besteak ere gertukoak bezala sentitzen hasi ginen. Ondoren atsekabea etorri zen, hildakoengatik, bahitutakoengatik, senitartekoengatik eta biktimekin enpatizatzen hasi ginen, eta denborak aurrera egin ahala sumindura sentitu genuen, eta guzti hura erabateko injustizia zenaren uste osoa. Eta emozioek arrazoiarekin bat egin zutenean indartsuagoak bilakatu ginen eta gero eta argiago geneukan hartutako bidea zuzena zela.

2 de febrero de 1992

Idatzi honetan nire esperientzia pertsonala jasotzen dut, baita bidelagun izan ditudan beste askorena ere, eta hemen partekatu nahi izan dut norbaitentzat lagungarria izan daitekelakoan. Nire ustez ezinbestekoa da gertatutako guztia printzipio etikoen argitan aztertzea, egin duguna eta egin gabe utzi duguna begiratzea. Inoiz ez da berandu eta gizarte honi zor diogu, batez ere gure ondorengoei, zeren eta gertatutakoa aztertzen ez badugu, akatsak zuzentzen ez baditugu, gertatu dena ahazten badugu, baliteke jazotako guztia berriz gertatzea. Esan dezagun zintzotasunez: Gure etorkizuna iraganaren isla izatea nahiko genuke? Erantzuna ezezkoa bada zerbait egin beharko dugu. Eta pertsona batzuk, euren ekintzengatik eta azken hamarkadetan gertatutakoaren inguruan duten erantzukizunagatik autokritika sakona egin beharko lukete, hau izango litzateke gure gizarteari, beraien gizarteari egin liezaioketen ekarpenik onena. Hau ez da konpontzen “mundu guztiak du erantzukizuna” edo “guztiok egin ditugu akatsak” esanda, hori bait da ezer ez aldatzeko formula perfektoa, zeren eta autokritikarik ez badago, norberak bere erantzukizuna bere gain hartzen ez badu, gertatu den guztia balekoa da eta ez dago hobetu beharreko ezer.

Amaitzeko esan beharra dago istorio honetan guztiok atera garela galtzaile, batez ere biktimak, beraiek jasan dutelako indarkeriaren eraso gordina, baina gizartea ere oso ukituta geratu da, sarritan oinarrizko baloreak alperrik galdu direlako eta azken hamarkadetako indarkeriak bere arrasto beltza eta sakona utzi duelako.

istorio honetan guztiok atera garela galtzaile, batez ere biktimak, beraiek jasan dutelako indarkeriaren eraso gordina, baina gizartea ere oso ukituta geratu da

Idatzi hau Maixabel Lasak bere senarraren hilketaren 20. urteurrenean esandako hitz argiekin bukatuko dugu: “Ezin zaio hurrengo belaunaldiari utzi gertatutakoa ez zela inoiz gertatu behar esatearen fardela. Hori besterik ez «.

Ezin zaio hurrengo belaunaldiari utzi gertatutakoa ez zela inoiz gertatu behar esatearen fardela. Hori besterik ez

 


Maite Leanizbarrutia Biritxinaga

Euskal Herriko Bakearen Aldeko Koordinakundeko kide ohia eta “GOGOAN-Por una Memoria digna” taldeko kidea.

Los movimientos pacifistas vascos

24 viernes Abr 2020

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En Gogoan, por una memoria digna pensamos que, para lo bueno y para lo malo, tenemos que aproximarnos lo más posible a la verdad. Luego está el relato que, según dónde se coloquen las piezas puede tener una lectura o la contraria. Por eso es bueno ejercitar la asepsia, especialmente en estos tiempos de pandemia.

Diario VascoEl Instituto para la Memoria Gogora edita vídeos sobre la memoria. Un porcentaje grande de los mismos, están basados en hechos, experiencias, etc. de la guerra civil española o de actos realizados en torno a ese asunto. Otros, tratan las experiencias de la exposición Memoria Plaza que ha recorrido gran parte de los pueblos y ciudades del País Vasco. Sin embargo, queremos llamar la atención sobre dos vídeos que han publicado recientemente en su canal de Youtube: «Movimientos pacifistas en Euskadi» y «Gesto por la Paz«.

De alguna manera se da un trato especial a Gesto por la Paz entendemos que por ser una de las pocas organizaciones declaradamente pacifista, por ser la organización con mayor implantación en Euskal Herria, la que ha tenido una historia más larga y la que llegó a abarcar todos los aspectos y problemáticas que generó la violencia.

A través de entrevistas a 17 miembros de Gesto por la Paz se va desvelando el carácter de la organización, sus motivaciones éticas, los escollos que tuvo que salvar, las distintas problemáticas que fue abordando a lo largo de los años, sus aportaciones genuinas y que han quedado para la posteridad, etc.

Plaza Gipuzkoa-Donostia
La Concha-Donostia
Andoain

Recomendamos encarecidamente su visualización. Son 20 minutos en los que se trata de recoger los 30 años de vida de Gesto por la Paz. Y llama especialmente la atención el compromiso firme y la generosidad de la gente que formó parte esta asociación. Sin estas personas, no hubiera sido posible. Ellas fueron el fundamento de todo.

¡GRACIAS!

 

Respecto al vídeo «Movimientos pacifistas en Euskadi«, llaman la atención algunas cuestiones que distorsionan un poco la visión panorámica que se pretende ofrecer. Al margen de que bajo el paraguas de “movimientos pacifistas” se incluyan organizaciones que expresamente manifestaron no ser pacifistas como Elkarri o Foro Ermua, el hecho de que haya tantos “agentes” (Parroquia Santiago, Colectivo Itaka del Colegio Escolapios,Bakea Orain, Alumnos de la Universidad de Deusto, Artesanos por la Paz, etc.), despista un poco al espectador. Máxime cuando, por ejemplo, un porcentaje altísimo de las imágenes de movilizaciones de respuesta a la violencia son de actos convocados por Gesto por la Paz y Denon Artean-Paz y Reconciliación y, sin embargo, la voz en off prácticamente no se refiere en ningún momento a ellas. Habla de “los pioneros”, “quienes empezaron”, etc. Da la sensación de que se trata de evitar ponerles un nombre. Esto es un tanto arriesgado porque cualquier desconocedor de la realidad pudiera pensar que esos actos los convocaron «otras organizaciones».

Por otra parte, la misma voz en off dibuja una sociedad “polarizada” y, de repente, en mitad de vídeo dice: «Una polarización que necesitaba un modelo de solución pacífica y dialogada: la propuesta de Elkarri«. A partir de ahí comienza un hilo que nos traslada hasta la Conferencia de Aiete, Currin, etc.

No deja de resultar llamativo el equilibrio que se trata de hacer entre organizaciones de gran implantación e incidencia social con iniciativas puntuales como la de los jóvenes de la Parroquia de Santiago o los «Artesanos por la Paz«, un grupo que actuó durante un breve periodo de tiempo y que, según miembros de dicho grupo, sus protestas fueron contra la violencia en general; nunca de manera especial contra la violencia específica que ocurría en Euskadi.

Sin lugar a dudas y teniendo en cuenta estos matices, recomendamos ver este vídeo. Es justo reconocer y agradecer el esfuerzo que se ha realizado para recoger los inicios de quienes comenzaron a revolucionar la sociedad.

Confiamos en que este escrito colabore con la construcción de una memoria digna y justa sobre la respuesta pacifista a la violencia.

 

«Eskerrik asko eta barkatu»

23 domingo Feb 2020

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'Aun estamos a tiempo', 'El silencio no es cobijo-Isiltasuna ez da aterpe', Alberto Surio, Ana Rosa Gómez Moral, Consejo Asesor del Euskera del Gobierno Vasco, Egunkaria, El Mundo, elkarri, españolista, ETA, Fernando Buesa, Gesto por la Paz, Gobierno Vasco-Eusko Jaurlaritza, Gogoan por una memoria digna, Gregorio Ordoñez, gudari, guerra civil, Hertzainak, Imanol, Jorge Díez, Joseba Pagazaurtundua, Koldo Mitxelena, Lokarri, Lourdes Oñederra. Fundación Fernando Buesa, Luis Carrero Blanco, Maixabel Lasa, presos de ETA, tamborrada, Un gesto que hizo sonar el silencio, UPV-EHU, víctimas del terrorismo

Discurso de Lourdes Oñederra pronunciado en el acto «In Memoriam» por el XX aniversario del asesinato de Fernando Buesa y Jorge Díez.


«Eskerrik asko eta bartatu»

Lourdes Oñederra – El Mundo

Errazak dira gaur lehenengo hitzak: eskerrik asko. Eskerrik asko Nati, Sara, Marta, Carlos; eskerrik asko, Begoña, José Antonio, Lorena. Agradezco, abrumada por el privilegio, la oportunidad de expresarme hoy aquí.

Gracias, muchas gracias a las víctimas del terrorismo vasco que nos han enseñado que la convivencia puede ser mejor, que se puede responder a la violencia sin violencia, gracias a quienes nos han demostrado que el ser humano puede llegar a comportarse con esa dignidad.

muchas gracias a las víctimas del terrorismo vasco que nos han enseñado que la convivencia puede ser mejor, que se puede responder a la violencia sin violencia, gracias a quienes nos han demostrado que el ser humano puede llegar a comportarse con esa dignidad.

En lo que sigue voy a compartir unas reflexiones a partir de mi propia biografía, no porque tenga nada de particular, sino precisamente porque podría ser la de otras muchas personas del País Vasco, cada una con sus particularidades, pero que en lo que les es común, en sus zonas de intersección, representan a la mayoría de esta sociedad.

Para esbozar mi perfil en pocas líneas diré que me crié en una familia nacionalista en la que se me hizo entender por qué no estaba bien celebrar el asesinato de Carrero Blanco como era habitual en nuestro entorno, yo tenía 15 años. Luego fui de Elkarri-Lokarri, algo tampoco demasiado común en mi ambiente. Después, demasiado tarde, fui miembro de Gesto por la Paz, algo que marca un salto cualitativo en mi vida y que es una de las mejores cosas que he hecho. Ahora soy miembro de la asociación Gogoan por una memoria digna. Por lo demás fui, soy, una de tantos.

 

Silencios

Cito del libro, imprescindible, de Ana Rosa Gómez Moral[1]:

«Allí estaba el terrorismo, sus ejecutores y los que les exhortaban. Allí estaban las víctimas, muchas de ellas sin más papel que morir. Allí estaba la sociedad, omisa y extraviada.»

En esa sociedad, omisa y extraviada… estaba yo, estábamos muchos. Como sociedad, en conjunto y salvo honrosas excepciones, no hemos hecho lo suficiente, desde luego no lo hicimos a tiempo; aún hoy seguimos sin romper silencios. Hubo miedo, pero creo que muchos, muchas de nosotros no nos callamos por miedo, no al menos por miedo directo a lo que nos pudiera pasar; fue más bien el miedo al entorno inmediato, cedimos a la presión directa o indirecta de los compañeros de clase, de trabajo, de los parientes, de los amigos. La perversión moral que esta sociedad ha sufrido no ha funcionado en abstracto. Impregnaba y aún impregna bares, cuadrillas, lugares de trabajo, asociaciones deportivas. Callamos…

fue más bien el miedo al entorno inmediato, cedimos a la presión directa o indirecta de los compañeros de clase, de trabajo, de los parientes, de los amigos. La perversión moral que esta sociedad ha sufrido no ha funcionado en abstracto. Impregnaba y aún impregna bares, cuadrillas, lugares de trabajo, asociaciones deportivas. Callamos…

…Por el euskera, por el franquismo, por la relaciones familiares, por las de cuadrilla, por las de trabajo, porque también los otros… El caso es que hemos preferido callar, o no nos hemos atrevido a no hacerlo y, a ratos al menos, hemos conseguido no ser conscientes de que lo hacíamos. (Oí una vez a Sara hablar de la burbuja de la vida cotidiana)

Fuera lo que fuera hay que decirlo, nos lo tenemos que confesar a nosotras mismas. «Que no se repita», decimos, como si sólo con decirlo exorcizáramos el peligro. ¿Qué legado dejamos a las siguientes generaciones, qué les vamos a contar si no nos lo contamos a nosotros mismos? ¿Cuáles van a ser las raíces de los nuevos árboles, si no les hablamos de corazón? ¿Van a tener que hacer comisiones de la verdad para reconstruir lo que ocurrió? Y ¿para poder entenderlo? Si quienes lo vivimos en directo estamos aún aquí, esa parte nos toca a nosotros. Tenemos una responsabilidad histórica: somos quienes podemos hacer que permanezca viva la conciencia de lo ocurrido, del mal. Esa conciencia sería el mejor antídoto para que el horror no se repita.

¿Qué legado dejamos a las siguientes generaciones, qué les vamos a contar si no nos lo contamos a nosotros mismos?

No vale denunciar los silencios tras la Guerra Civil para hacer lo mismo nosotros ahora. No tenemos la más mínima excusa. Si no lo hacemos, nadie lo podrá hacer igual. No debiéramos cargar a las siguientes generaciones con una responsabilidad que nos corresponde. Ya nos hemos «escaqueado» bastante.

Mientras vivimos… inoiz ez da ezer erabat bukatzen: bizi izan duguna, gertatu zaiguna. Egin duguna eta ez duguna, zintzilik daramagu beti. Hor dago, begibistan edo estalita, baina hor, norberaren baitan. (Decía Lourdes Pérez que cada cual lleva su mochila.)

¿Quién va a decir, cuándo, que lo que ETA ha hecho es responsabilidad directa de ellos, pero que además tiene que ver con cada una, cada uno de nosotros, con lo que dije o dejé de decir, con lo que hice o no hice? No se trata de fustigarse, sino de tomar conciencia cada individuo, de ser conscientes. Sólo así surgirá una sociedad mejor, es decir, una comunidad de personas que ha aprendido, que ha avanzado por su reconocimiento de lo ocurrido… no de lo ocurrido a otros, ni al nosotros colectivo frente a los otros, sino a cada individuo, de lo que nos ha pasado a cada una, a cada uno de nosotros. Sólo desde esa actitud tendría sentido decir que «todos hemos sufrido» porque, cuando ETA actuaba, quienes no hemos sido víctimas, mientras no nos acercábamos a ellas, perdíamos dignidad como seres humanos.

No se trata de fustigarse, sino de tomar conciencia cada individuo, de ser conscientes. Sólo así surgirá una sociedad mejor, es decir, una comunidad de personas que ha aprendido, que ha avanzado por su reconocimiento de lo ocurrido…

¿Qué nos ocurría?

Quienes nos dedicamos a la lingüística y, dentro de la lingüística, a la fonología, sabemos que los seres humanos no percibimos (aunque los produzcamos) aquellos sonidos que nuestra lengua no necesita para distinguir significados. Así, hay por ejemplo, un tipo de «s» que no distinguimos quienes tenemos como lengua primera el euskera, el español o ambas. Sin embargo, en francés es suficiente esa «s» para distinguir, por ejemplo, pez de veneno. Se podría decir que no se percibe aquello que no nos es lingüísticamente necesario. Haciendo una analogía diría que durante mucho tiempo una gran parte de esta sociedad hemos podido hablar la lengua de la opulencia, del bienestar, de lo bien que se vive aquí. Nos pudimos callar porque nos iba bien así. La sociedad vasca ha sido un lugar cómodo que nos ha permitido «no meternos en líos». Pudimos hacer como que la solución a la violencia no iba con nosotros, nuestra percepción fue, en el mejor de los casos, parcial: se nos abotargó la conciencia. Alberto Surio habla de «una conciencia mutilada«. Y ahora que la violencia ha cesado, me temo que el abotargamiento se afianza. No tiene paralelo desde luego en la creciente sensibilización de la sociedad ante otras violencias como la machista, el acoso escolar, los abusos de menores, las consecuencias de la precariedad laboral, todas ellas causas que tienen precisamente en la sociedad vasca una visibilidad particular. Algo de lo que enorgullecernos. Supongo. Pero, junto a eso…

Nos pudimos callar porque nos iba bien así. La sociedad vasca ha sido un lugar cómodo que nos ha permitido «no meternos en líos». Pudimos hacer como que la solución a la violencia no iba con nosotros,

Durante 25 años las comparsas de la tamborrada de San Sebastián han pasado por delante del bar donde asesinaron a Gregorio Ordóñez como si aquello no hubiera ocurrido y los demás hemos comido deliciosos pinchos allí mismo sin que nos temblara nada y a eso le hemos llamado ambiente, buen ambiente.

Los profesores de la Universidad del País Vasco mayormente hemos vivido en silencio, dando nuestras materias como si nada, salvo las muy honrosas excepciones, que han tenido a menudo que marcharse. No se les ha hecho ningún homenaje.

No hemos sido conscientes de la atrocidad, no calibramos el horror porque no estábamos con la víctima, no la veíamos, no estaba presente en nuestra vida. Sin duda, una gran parte de esta sociedad tuvo menos dificultad en percibir el sufrimiento de los presos de ETA, la injusticia de las torturas, la dureza de los exilios o el terrorismo de Estado. Eso sí formaba parte de nuestra vida.

No hemos sido conscientes de la atrocidad, no calibramos el horror porque no estábamos con la víctima, no la veíamos, no estaba presente en nuestra vida. Sin duda, una gran parte de esta sociedad tuvo menos dificultad en percibir el sufrimiento de los presos de ETA, la injusticia de las torturas, la dureza de los exilios o el terrorismo de Estado. Eso sí formaba parte de nuestra vida. Estaba en la calle, en las paredes de los bares y la decoración popular de las fiestas. Por eso y por lo que hoy nos reúne, quiero hablar de nuestra pasividad ante la violencia de ETA, de ésa que aparentemente era como la «s» francesa en esta sociedad. En ese sentido, en el Manifiesto firmado por mi gran maestro Koldo Mitxelena y otros 32 en 1980, titulado con optimismo «Aún estamos a tiempo» se leen las trágicamente clarividentes palabras:

«la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles.»

Palabras

Junto a nuestro silencio ante el horror, han estado las palabras (públicas, cotidianas), arropándolo consolidándolo, sosteniéndo la inercia. Palabras insensatas. Hablar se dice en euskera hitz egin, literalmente ‘hacer palabra’ y las palabras se hacen ligando una forma a un contenido y viceversa. El lenguaje humano tiene dos funciones básicas, la comunicativa y también la cognitiva, esa ligazón entre forma y contenido participa en la formación del pensamiento y a menudo está contaminada por la manipulación interesada de ese pensamiento.

No vamos bien cuando el pronombre nosotros no rebota en un vosotros, sino en un ellos, los otros.

– cuando circulan palabras como españolista, de denotación brumosa y connotación envenenada.

– cuando se acepta la utilización de gudari, tanto para referirse a quienes se alzaron a favor de la República contra los golpistas como para referirse a los terroristas.

– cuando no se sabe distinguir conflicto de violencia,

– cuando contextualización equivale a justificación.

– cuando se llama equivocación a lo que fue una opción, la de considerar que la vida humana valía menos que la idea de patria de unos cuantos.

Si son molinos de viento, son molinos de viento, no gigantes. Digámoslo. Puede ser divertido hablar de gigantes, puede dar mucho juego en literatura; las metáforas, las imágenes están muy bien en poesía y la poesía tiene su valor, pero no nos conviene hacer poesía cuando lo que hay que hacer es otra cosa. Hay que intentar que nuestras palabras se atengan a su significado y su significado a la palabra. No podemos quedarnos, por ejemplo, en vaguedades como que todos hemos sufrido, en inexactitudes como aquí ha habido un conflicto como si hubiera ocurrido una glaciación. Aquí ha habido agentes y pacientes, asesinos y asesinados, extorsionadores y extorsionados, ha habido quien ha apoyado a los asesinos y extorsionadores, ha habido gente, valiente, que se ha opuesto a ellos y ha habido otra mucha gente que nos hemos quedado (en distintas maneras, circunstancias y grados) mirando a otro lado.

Hay que intentar que nuestras palabras se atengan a su significado y su significado a la palabra. No podemos quedarnos, por ejemplo, en vaguedades como que todos hemos sufrido, en inexactitudes como aquí ha habido un conflicto como si hubiera ocurrido una glaciación

La violencia tuvo a favor, además de sus instigadores intelectuales, además de quienes llevaron a la práctica las acciones criminales y además de quienes las apoyaron políticamente, el silencio de casi todos los demás, nuestra pasividad.

Euskal kultura

Hemen gaizkileak egon dira, beraiek nahi bezalakoa ez zena hil egin dutenak. Batzuek ez dituzte gaizkiletzat hartu: «askatasun haizea» dio Hertzainak-en kantak. Beste batzuek bai, baina ez gara gaizkileek kaltetuengana hurbildu, ez ditugu gutakotzat hartu, gurekin zerikusirik izan ez balute bezala, kaltea besterena balitz bezala.

Acabo de mencionar una canción vasca que oíamos con emoción en los últimos 80 y en los 90. ¡Cómo no compadecerse de quien espera en soledad al lado de la cama vacía de la hija, del marido o el hijo encarcelado a muchos kilómetros de distancia! Cómo no entristecerse con eso. Es bueno que sea así, seríamos monstruos si no lo fuera. Lo grave es que cuando yo, fan de Hertzainak desde sus comienzos, oía a Gari cantar aquello en un concierto, ni me acordaba ni me compadecía de esas otras madres que habían perdido al hijo asesinado, no pasaba por mi mente la imagen de esas otras camas vacías. Taupadak gure bihotzean, como si no latiera también el corazón de tantos hermanos, hijas, parejas de todos aquellos que ETA luchando por el pueblo vasco, su cultura, su independencia mataba inmisericorde. Gure bihotzean, a nuestro corazón sólo se añadían unos latidos y no los otros, latíamos con los encarcelados y no con los asesinados. Sentimentalismo frente a sentimiento humano, afectividad de trinchera.

‘Gure bihotzean’, a nuestro corazón sólo se añadían unos latidos y no los otros, latíamos con los encarcelados y no con los asesinados

Me digo esto intentando sacudir diacrónicamente mi yo de entonces preguntándome qué me pasaba y me preocupa particularmente pensar que hoy aún hay gente a la que le sigue pasando lo mismo. Pienso, por ejemplo, en quienes han actualizado esta misma canción adecuando el número de camas vacías al número de presos actuales para corearla en plazas de pueblos vascos las pasadas Navidades. Esa bella canción sigue sosteniendo la creencia de que ignorar el mal causado puede ser «askatasun haizea» ‘viento de libertad’. Estamos contaminados.

El foso

Recurro (perdón por el egocentrismo y por la repetición) a dos anécdotas, que suelo repetir, porque fueron verdaderas epifanías para mí. Una se refiere a cuando dediqué un premio a la memoria de las víctimas de ETA; alguien vino a decirme que no estaba mal que lo hubiera hecho, pero que cómo se me había ocurrido decirlo delante de los otros…. La otra anécdota es de cuando, tras una reunión extraordinaria del Consejo Asesor del Euskera del Gobierno Vasco por el cierre del diario Egunkaria, otro miembro del Consejo, me recordó la parábola del hijo pródigo para explicarme por qué el Consejo había participado como tal en la gran manifestación en contra del cierre del periódico, pero no había protestado por el asesinato de Joseba Pagazaurtundua ocurrido veinte días antes de esa reunión. Quien cerraba el periódico -me dijo- no era de los nuestros, quien había matado a Joseba sí, aunque estuviera equivocado. Ese foso abierto entre el mundo nacionalista y el no-nacionalista es más profundo que el existente entre violentos y no-violentos. Ahí creo que ETA sí ha conseguido algo, algo que no es bueno. Amparada en el ultranacionalismo, apoyada en ignorancias interesadas o ingenuas, cuando no directamente en el miedo, ha conseguido afianzar en nuestra sociedad la sensación de que no ser nacionalista es algo que habría que justificar. Nuestro silencio lo ha legitimado.

Quien cerraba el periódico -me dijo- no era de los nuestros, quien había matado a Joseba sí, aunque estuviera equivocado. Ese foso abierto entre el mundo nacionalista y el no-nacionalista es más profundo que el existente entre violentos y no-violentos.

Arazoa da ezin dugula gaia alderdi moraletik hartu erabat eta bereiz, ezin dugula gainditu zatiketa ideologikoa: gureak eta ez-gureak, besteak. Gurearekikoa da maitasuna, gogo ona, noski; baina onartezina da besteenganako gogo onik eza, zenbaiten gorrotoan sustraitua eta besteren gorrotoa bazkatu duena.

Ese foso entre nosotros y ellos arrastró por el espejismo de la progresía y la revolución incluso a quienes no eran nacionalistas o no lo éramos muy fervorosamente; siempre hubo una brumosa y difusa idea de autenticidad, de lo que era más de aquí y que iba envuelto en el manto protector del sufrimiento histórico, específicamente el de la Guerra Civil, como si la Guerra Civil hubiera sido entre vascos y españoles, más exactamente de España contra Euskadi. Hay entre nuestros alumnos quienes aún lo conciben así.

ETA sí ha conseguido algo: ha conseguido afianzar en nuestra sociedad la sensación de que no ser nacionalista es algo que habría que justificar.

Todas estas cosas hay que decirlas, no contra el nacionalismo en su conjunto (nacionalismo al que pertenece una parte grande de mi corazón y de mi historia), pero sí para quitar peso a ciertos esencialismos, para facilitar la convivencia, para aligerar el aire, para aliviar el peso de algunas palabras… porque, cuando se reflexiona sobre ellas, cuando se deja de decir nuestro país en singular, nuestra lengua en singular, el pueblo vasco en singular, nuestro pasado en singular, nuestro conflicto en singular y, sobre todo, cuando se quitan las mayúsculas, resulta aún más absurdo y más cruel que se haya llegado a asesinar a tantas personas en nombre de esas ideas, de esos conceptos.

Yo misma no me moví, más allá de firmar algún manifiesto colectivo y algún artículo en la prensa en euskera, no hice nada físicamente, hasta que asesinaron hace veinte años a Fernando Buesa y Jorge Díez en nuestro campus y vibraron las ventanas de mi despacho en la Facultad de Letras. No sé si asociarlo a la cercanía física es un mero recurso narrativo. Lo que es cierto, lo que debe constar en mi parte del relato es que fue cuando participé por primera vez en las concentraciones de repulsa contra ETA, la primera vez que salí a la calle con «los otros». También es de ese año aquel manifiesto no equidistante que firmamos 140 personas del mundo de la cultura vasca contra ETA, «El silencio no es cobijo / Isiltasuna ez da aterpe«.

Cuando hace veinte años asesinaron a Fernando Buesa y Jorge Díez fue cuando participé por primera vez en las concentraciones de repulsa contra ETA, la primera vez que salí a la calle con «los otros».

Fin, relato

Nos tenemos que reeducar, hay que avanzar y, para ello, hay mucho que repensar. Las personas asesinadas por ETA no sólo tenían derecho a vivir, sino que tenían derecho a ser quienes eran y pensar como pensaban. Ahora tampoco deberíamos callar ante el hecho de que ETA sólo se excuse por unas muertes y no por otras. No podemos regalar ni un gramo de legitimidad a nadie sólo por dejar las armas, no podemos dar por buena una sociedad de nosotros y ellos, los otros.

No podemos regalar ni un gramo de legitimidad a nadie sólo por dejar las armas, no podemos dar por buena una sociedad de nosotros y ellos, los otros.

Ya que la lección ha sido tan amarga, aprendámoslo todo: venimos de años sin oxígeno, en los que la tiranía de las armas iba acompañada de la tiranía de las miradas que controlan quién simpatiza con quién, quién canta qué; esa tiranía de comportamientos que, como por ósmosis, se han ido contagiando de los más convencidos a los no-tanto-pero-bueno, a los del esto-es-lo-que-hay, formando entre todos esa masa de silencio, de ceguera que nos ha permitido vivir a la mayoría de vascos y vascas como si el asunto no fuera con nosotros. Cada cual en sus circunstancias, sin juzgar a nadie en el plano personal, tenemos que seguir reaccionando; muchos lo hemos hecho tarde, otros aún no lo han hecho…

la tiranía de las armas iba acompañada de la tiranía de las miradas

No es un ejercicio de auto-flagelación sino de auto-redención; redimirnos, otra palabra sobre la que hay que pararse a pensar sin prejuicios: el mayor beneficiario de reconocer lo ocurrido es uno mismo, una misma. Tenemos ahora la oportunidad de redimirnos, de hacer lo único bueno que se puede hacer  con el horror que hemos vivido. Hagámoslo.

Hagamos cada cual nuestro relato, sin preocuparnos tanto de si el relato general, el relato con «R» mayúscula será uno o varios, si saldrá un cuadro abstracto o un patchwork de colores. En esta parte individual del ejercicio no hay que perder energía en adelantar el resultado final. Es trampa escudarse en la dificultad de llegar a un consenso para no asumir la responsabilidad que corresponda a cada una, a cada uno. La práctica misma del ejercicio nos cambiaría, nos curaría: ¿Qué hice cuando mataron en Bilbao a José María Aguirre? Y ¿cuando hirieron a Recalde en San Sebastián? ¿Dónde estaba yo, cuando un coche bomba mató a seis niños y cinco adultos en Zaragoza? Y ¿qué dije a quién? ¿Cómo es que ni me acuerdo de aquello que pasó en una calle del centro aquel mes de octubre mientras yo preparaba una oposiciones? O ¿iba mucho a la playa aquel verano en el que hubo 20 muertos en 12 semanas, aquel año en el que más de 40 personas fueron asesinadas? ¿Qué firmé o dejé de firmar, qué comenté en el trabajo, cómo (me) justifiqué el no ir a una concentración? ¿Dónde estaba yo y cómo reaccioné cuando mataron al hermano de Ana, y al de Maite, al padre de Iñaki, al de Jaime, al marido de Maixabel? ¿Cuántos años tenía yo cuando mataron al padre de Ángel y Lourdes?[2] Aquel otro día… ¿en qué bar estaba y qué fotos había en las paredes? ¿Ponía «agur eta ohore» a quien había secuestrado o mandado secuestrar a Revilla? ¿Por qué no fui al concierto de Imanol tras el asesinato de Yoyes? Cada cual sus preguntas, cada cual sus respuestas, pero nunca la indiferencia. Si cada una, cada uno lo hacemos ya no saldremos a la calle igual, ni diremos las misma palabras, ni respiraremos del mismo modo. Ciertamente, al recordar nuestra pasividad, cuesta respirar pero el aire es más limpio. Se trata ver el mundo con otros ojos, transformarse.

el mayor beneficiario de reconocer lo ocurrido es uno mismo

Se trata de no olvidar, de obligarnos a recordar los hechos, lo ocurrido, de releer los nombres, edades, circunstancias vitales de cada víctima; el lugar y el día del atentado… y ligarlo con nuestra memoria individual: dónde estábamos, qué hacíamos quienes no temíamos aquellas balas, aquellas bombas, aquellos secuestros. Ahora que las armas han callado, que no falten las palabras, que no siga el silencio, la mirada escorada.

Ahora que las armas han callado, que no falten las palabras, que no siga el silencio, la mirada escorada.

Plantearnos el futuro perdidos en generalidades y abstracciones, en la confusión de sufrimientos es, además de fundamentalmente injusto con las víctimas, como construir viviendas en suelo contaminado.

Que vea cada una, cada uno cómo lo hace, a quién le cuenta sus trozos de verdad. Que lo haga al menos consigo mismo, cada una ante su espejo. Si lo hacemos sinceramente ya no podremos reeditar como si fueran de actualidad los discos clandestinos del franquismo, jugando a que seguimos allí. Ya no nos resultará tan fácil cantar «Haurtxo-haurtxoa» como si el padre preso lo estuviera por la libertad de Euskadi: zu bihar libro izaiteko, hemen gertatuaz lotsatzen ikasi behar genuke. Para que nuestros hijos sean libres, habremos de reconocer que durante años hemos dado cobijo a la bestia que nos ha ido engullendo la conciencia.

Para que nuestros hijos sean libres, habremos de reconocer que durante años hemos dado cobijo a la bestia que nos ha ido engullendo la conciencia.

Cada cual se tendrá que enfrentar a lo que le corresponda. En este terreno no vale ampararse en la culpabilidad de otros, no avanzamos enrocándonos en las inercias, aunque sean las de la pasividad. Es necesario reconocer nuestras propias vivencias para reconducir esta sociedad: hay que contribuir a deshacer la idea perversa de los dos bandos, romper los bloques para pasar a la convivencia de ciudadanos diversos.

He empezado dando las gracias y quiero terminar pidiendo perdón a todas las personas a quienes nuestros largos y amplios silencios, el vacío que las ha rodeado, han re-victimizado. Quiero también pedir perdón a las víctimas porque las acciones de ETA se ejercían en nuestro nombre y porque sólo el encuentro con las víctimas nos devolverá la ilusión de mirarnos de frente en el espejo.

También debería seguramente pedir perdón porque sinceramente temo que este pueblo del que formo parte no se está esforzando en recordar lo que tantas, tantos durante tanto tiempo, mientras ocurría, conseguimos no percibir. Ojalá me confunda y las semillas de bondad e inteligencia lleguen a germinar para que brote savia de conciencia y perdón.

También debería seguramente pedir perdón porque sinceramente temo que este pueblo del que formo parte no se está esforzando en recordar lo que tantas, tantos durante tanto tiempo, mientras ocurría, conseguimos no percibir. Ojalá me confunda y las semillas de bondad e inteligencia lleguen a germinar para que brote savia de conciencia y perdón. Horrela izango ahal da.

 

[1] Un gesto que hizo sonar el silencio, Bilbao, Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria, 2013, página12.

[2] Nombro a víctimas con las que he tenido una relación personal, en agradecimiento sincero porque conocerlas me ha acercado a las víctimas, me ha llevado a percibirlas como mis iguales.

 


Nuestro agradecimiento a la Fundación Fernando Buesa.  Discurso de Lourdes Oñederra (pdf) y el vídeo: In Memoriam, Vitoria-Gasteiz, 20 de febrero de 2020.

Vitoria-Gasteiz, 22 de febrero de 2000

22 sábado Feb 2020

Posted by gogoanmemoria in Memoria, Sin categoría

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Ajuria-Enea, Antonio Rivera, asesinato, atentado, Centro Memorial de Víctimas del terrorismo, El Correo, Fernando Buesa, Gaizka Fernández Soldevilla, Gesto por la Paz, Jorge Díez, Juan José Ibarretxe, La Vanguardia, Lehendakari, Lorena Gil, Loreno Gil, Pello Salaburu, PNV-EAJ, PSE-EE, Raúl López Romo, UPV-EHU

Pello Salaburu, miembro de ‘Gogoan, por una memoria digna’ recuerda  lo que vivió en torno al asesinato de Fernando Buesa Blanco y Jorge Díez Elorza.


HUBO TRES… PERO UNA NO CUENTA

Tengo muy grabado, supongo que como muchos de quienes vivimos aquellos momentos tan trágicos, el día del asesinato de Fernando Buesa y de Jorge Díez. El hecho fue terrible, y me pilló en un momento de mi vida marcada por otras circunstancias. No sé si era al día siguiente, o quizás fuera a los dos días, teníamos prevista en la UPV/EHU la celebración de un claustro con un tema no menor en el orden del día: la elección de mi sustituto como rector. Yo estaba acabando ciclo, en esa fase en la que estaba convertido en pato cojo desde semanas antes. Cuando llegué a la universidad ya me estaba esperando un grupo de universitarios, a los que conocía bien, a la puerta del despacho: «Rector, hay que parar de inmediato las clases y suspender el claustro«. Hablé con ellos y les indiqué que tenía que estudiar las medidas más adecuadas que iba a adoptar y que lo haría de inmediato. Se fueron, y tras varias llamadas de medios que tuve que atender, y otras que hice yo mismo a la familia y al PSE-EE, me indicaron que en la puerta tenía esperando otro grupo de universitarios, incluyendo estudiantes, a los que también conocía: «Rector, esto no es una cuestión interna de la universidad. Las clases deben seguir«. Lo he querido reflejar como espejo perfecto de lo que sucedía en aquellos momentos en la sociedad.

No me podía quitar de la cabeza que el lehendakari Ibarretxe no hubiera acudido de inmediato al lugar del atentado, a unos metros de Ajurianea.

Mis recuerdos son más borrosos a partir de esos momentos, y me estoy guiando por mi memoria (ese «instrumento maravilloso, pero falaz», al que aludía Primo Levi), una memoria que el paso del tiempo ha ido adaptando, moldeando y distorsionando. Por supuesto, se suspendieron muchas clases, la mayoría, supongo, aunque para esas cosas la orden de un rector en aquellos momentos no dejaba de ser algo bastante esotérico. Lo que es seguro es que el claustro se suspendió. Salí hacia Vitoria, a la capilla ardiente, y participé en las concentraciones. No me podía quitar de la cabeza que el lehendakari Ibarretxe no hubiera acudido de inmediato al lugar del atentado, a unos metros de Ajurianea. Eso es algo que se me quedó también muy grabado. Se convocó una manifestación para el sábado.

La manifestación del sábado, que debía ser en principio única y unitaria, acabó dividida, como todo el mundo sabe, al final. Al llegar me estaba esperando Antonio Rivera, vicerrector de campus en mi equipo. Formaba parte de la lista de Manuel Montero, aspirante al rectorado en aquellos momentos, que acabaría sustituyéndome a los pocos días. Había más miembros de mi equipo en la misma situación. Sin embargo, solo Antonio, de entre los que querían seguir, y a quien se lo agradecí en aquel momento, acompañó al pato cojo. «Por supuesto -me dijo-, eres mi rector«.

El Correo daba cuenta al día siguiente, en primera página, de lo sucedido en Vitoria: «Decenas de miles de personas hicieron un único recorrido pero en manifestaciones distintas, tras dos pancartas, coreando consignas a menudo enfrentadas y hasta con dos discursos finales. El PNV convirtió su marcha en un acto de exaltación del lehendakari, en el que los gritos de apoyo a Ibarretxe fueron mucho más numerosos que los de reivindicación de la paz. Atrás, la viuda y los hijos de Buesa abrían el segundo bloque exigiendo libertad y la desaparición de ETA, arropados por socialistas y populares. En medio, Gesto por la Paz. La mayor concentración humana jamás vista en Vitoria […]». Al margen de detalles concretos, en similares términos contaron lo sucedido el resto de los medios. Allí percibí un ambiente de agresión que me descolocó por completo. No sabía, literalmente, dónde meterme. Estimaba mucho, y estimo, al lehendakari Ibarretxe a nivel personal. Pero no había ido a ningún acto de exaltación de nadie ni de nada en aquellos momentos.

El PNV convirtió su marcha en un acto de exaltación del lehendakari. Atrás, la viuda y los hijos de Buesa abrían el segundo bloque exigiendo libertad y la desaparición de ETA. En medio, Gesto por la Paz.

Mi lugar era la fila de la viuda e hijos, pero no me sentía cómodo acompañando a gente que coreaba cosas que no me gustaban mientras veía alrededor pancartas de «Basta ya». No había ido a eso. Había ido a solidarizarme con la familia, en primer lugar, no a apoyar proclamas, y a protestar sin matices ni justificaciones políticas contra aquella barbaridad. A denunciar la salvajada. Todo lo demás no me importaba demasiado. No me importaba nada.

Por eso respiré cuando pude localizar al grupo de Gesto, guiado por el móvil de un compañero, en medio de las dos manifestaciones. Tan solo, y no era poco, denunciando la barbarie. Pensé que aquellos carteles caseros que reclamaban unidad frente a la violencia y huían de siglas era lo único necesario, por muy solos ante el resto que nos pudiéramos sentir. Un soplo de aire en un ambiente de actitudes dislocadas. Unos centenares, no más, pero sosteniendo la llama de la ética, y creo que del sentido común, también entonces.

El Correo, Vitoria-Gasteiz, 26 de febrero de 2000

El Correo, Vitoria-Gasteiz, 26 de febrero de 2000

Aquellos carteles caseros que reclamaban unidad frente a la violencia y huían de siglas era lo único necesario. Un soplo de aire en un ambiente de actitudes dislocadas. Unos centenares, no más, pero sosteniendo la llama de la ética, y creo que del sentido común

Para cuando acabamos el recorrido, hacía media hora que se había marchado el lehendakari. Todo esto también lo recogieron los medios, con nombres y apellidos. Una manifestación dividida en tres. Tres manifestaciones paralelas, dos de ellas plegadas a intereses que parecían alejados de lo que la inmensa mayoría de la sociedad pedía y, sobre todo, necesitaba.

Y ahora, a los veinte años, procede una vez más, recordar aquello. Así lo hacen Raúl López Romo y Gaizka Fernández Soldevilla, del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo, en un artículo publicado también en El Correo («La moral en la política» 20.02.2020), en el que cuentan la historia con una versión que no coincide con la que el periódico dio en primera página en aquella ocasión y que acabo de recoger más arriba. Así es como plasman su relato: «En un clima de tensión, dos manifestaciones masivas recorrieron las calles de Vitoria. Una se convirtió en un acto jeltzale de apoyo al lehendakari Ibarretxe […]. La otra, siguiendo la llamada de la familia de Buesa, reunió a los constitucionalistas«. Todas las palabras mágicas recogidas en pocas líneas. La tercera manifestación, la de Gesto por la Paz, inexistente. Simplemente, desaparecida del mapa. Algunos no estuvimos allí.

La tercera manifestación, la de Gesto por la Paz, inexistente. Simplemente, desaparecida del mapa. Algunos no estuvimos allí

Todo esto no lo debería recordar yo, sino un historiador, porque ese es su trabajo. Mirar lo sucedido con la cabeza fría. La moral en política debe darse la mano con la moral en la historia también.

 

Pello Salaburu, miembro de Gogoan por una memoria digna


 

Adjuntamos el reportaje escrito por la periodista Lorena Gil en El Correo el 16 de febrero de 2020 en el que recupera con fidelidad y exquisita profesionalidad lo que ocurrió veinte años antes: «El atentado que partió Euskadi»

La moral en política debe darse la mano con la moral en la historia también.

 

 

 

 

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