~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.
Cuando mataron a Juan Manuel García en San Sebastián, la viuda juntó en una mesa a todos sus hijos y les formuló la siguiente pregunta ¿queréis que nos vayamos?, porque en los 80 el miedo era tan libre que a veces era mejor viajar. Después de que ETA asesinara a López de Lacalle, alguien pintó en su calle “Lacalle jódete”; no debían de tener suficiente con el tiro en la nuca. La familia de Mikel Zabalza acudió días después de su detención al cuartel de la Guardia Civil a preguntar por su paradero, “búsquelo en objetos perdidos” le contestaron. En la tumba de Ordoñez, alguien escribió “devuélvenos la bala”. A Ainara Carrasco alguien en fiestas de Arrasate se le acercó y le susurró un Gora ETA humillante, sólo hace diez años.
Relatar los detalles que explotaron antes del tiro, o durante o después resulta necesario. Porque sólo así lograremos ser conscientes del impacto que ha tenido la violencia en nuestras vidas. Incluso haciéndolo bien, planteando una transición post-ETA llena de honestidad y valores, habrá damnificados que jamás lograrán superar el haber estado dentro una diana. Es algo común: quienes han sufrido el golpe del terrorismo no terminan de ser los mismos, normal, porque el ser víctima también implica una serie de sufrimientos añadidos, que no sólo tienen que ver con el golpe directo de la violencia. Tras una amenaza hay un entorno familiar, profesional o político que pasa miedo. Y precisamente ese fue el objetivo ventajista de ETA, atemorizar a quienes tenían unas determinadas ideas.
Diario Vasco. Acto de Gesto por la Paz en Zumarraga, 2004
Ante tanto dolor, que en algunos sectores políticos y profesionales fue cotidiano, conviene que los relatos que aparezcan sean contrastables con el pasado y que estén orientados hacia la reconstrucción del tejido ético dañado por la cultura del odio que hizo posible justificar y ejecutar tantos asesinatos. El relato nunca puede estar supeditado a la autojustificación, o a salvar un pasado que, se empeñe quien se empeñe, ya no es salvable, porque nos hirió en lo más profundo.
El relato tampoco puede mezclar situaciones de dolor o, en el ánimo de dar la sensación de que aquí hay una especie de empate de tragedias, tampoco puede plantear una especie de inflación victimaria, que lo mismo cuenta el caso de una persona asesinada a sangre fría con un tiro en la nuca por pensar diferente que el fallecimiento de un preso, responsable de dos asesinatos, que ha muerto de un infarto en la cárcel.
El Español, 2017
Hay muertes y circunstancias que nunca deberían haberse producido y hay ausencias que duelen, sin duda, pero eso no les convierte en víctimas de la violencia política. Esa equiparación supone tanto como viciar la consideración ética hacia la muerte violenta.
Detrás de ese esquema hay algo de crueldad, porque rebaja a la víctima a una sucesión de hechos notariales, sin advertir que la seriedad moral ante la definición de qué implica ser víctima, supone muchas veces hilar fino. El discurso de la empatía ante el dolor del otro es válido, siempre y cuando no esté al servicio de la exculpación de responsabilidades.
Enfrentarnos a la verdad, implica cierto grado de desnudez porque las víctimas de la violencia no sólo nos hablan de un drama, sino que también nos descubren en nuestros vacíos, en nuestros silencios, en nuestra lejanía moral. Por eso conviene no tener la tentación de la equiparación, o aun peor, de la compensación del dolor, de ahí que sea necesario fijar con nitidez la frontera que separa a una víctima de la violencia de alguien que ha sufrido por la violencia. Y no sólo es una cuestión de preposiciones. Porque contar víctimas sin ese rigor, en realidad, es la mejor forma de despreciar un caudal sufriente que todavía está a flor de piel. Generar espacios de empatía entre víctimas exige ese paso previo.
Poner el relato al servicio de una historia exculpatoria, en lugar de utilizar el relato como herramienta para fortalecernos éticamente es empeñarse en el error de la ocultación. Porque tratar de escenificar un tiempo y lugar en el que todos sufrimos, en el que todos fuimos responsables es tanto como decir que en realidad nadie fue responsable de aquello. Porque, con esa pretensión, el relato siempre será esclavo de los horrores del pasado. Y no, no todos elegimos estar entre quienes agredían.
Aquí no han existido violencias cruzadas, ni dos ejércitos legítimos que se han enfrentado, ni mucho menos un enfrentamiento entre dos pueblos, ni tampoco una responsabilidad diluida en que “todos cometimos errores”. Que haya sufrimiento y víctimas de la violencia policial, no supone que tengamos que hacer un relato igualador, porque las víctimas no se compensan, en todo caso se suman. Como dice Carlos M. Beristain “el reconocimiento de la pluralidad del sufrimiento de violaciones de derechos humanos cometidas y el asumir la responsabilidad del estado en ello no tiene por qué suponer igualar los mecanismos de victimización ni aceptar simetrías o decir que todo ha sido igual.”
La memoria, el recuerdo, los miedos individuales y colectivos, el legado, la participación en asesinatos, los derechos de las víctimas que a su vez han sido victimarios… todo este tipo de cosas son áreas delicadas pero que requieren un consenso mayoritario. Por eso, este debate no se puede reducir a una batalla de relatos, es decir, no puede ser principalmente un debate entre una memoria idealizada y sin problematizar (casi siempre exculpatoria con los victimarios), y una visión en la que los malos siempre han sido los otros, no. Creemos que el debate ha de partir de la visión crítica para con el pasado, que trata de bucear también entre lo que no nos gusta, como única forma, en realidad, de construir un buen futuro y de quitarnos el baldón de la violencia que todavía (aunque algunos se tapen los ojos) arrastramos.
No caigamos en el error de lo difuso otra vez, porque eso supondría humillar a gente a la que durante demasiado tiempo le dimos la espalda mientras sufría.
Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan-por una memoria digna
Gogoan, por una memoria digna lo conformamos un grupo de hombres y mujeres de la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral Navarra que compartimos una inquietud por las graves vulneraciones de los derechos humanos acaecidas en los últimos 50 años y por el relato que se construya sobre este periodo de la historia.
Rueda de prensa de Gogoan en Bilbao
[Más abajo está la versión en euskera y un video de la rueda de prensa de Bilbao]
Qué objetivos nos hemos marcado
Nuestro compromiso vital nos lleva a marcarnos unos objetivos en este contexto de post-violencia en el que necesariamente hay que elaborar un relato sobre lo ocurrido y construir una memoria sanadora para nuestra sociedad.
Nuestros objetivos son:
Deslegitimar la violencia
ETA no supuso una violencia de respuesta ante la dictadura: de hecho, la mayor parte de sus víctimas, el 94%, fueron asesinadas en democracia. Que ETA naciera en un contexto concreto como la dictadura, no justifica su trayectoria.
La existencia de ETA y la responsabilidad de sus actuaciones solo competen a sus miembros, quienes libremente decidieron optar por el uso de la violencia.
La violencia de ETA generó un embrutecimiento entre quienes la defendieron, generando una cultura de la violencia y del odio muy intensa.
Así pues, es imprescindible realizar un profundo trabajo de deslegitimación de la violencia que, por una parte, reafirme de manera definitiva que la violencia ejercida, además de un error, fue injusta. Sus víctimas no eran merecedoras de semejante castigo. No existía ninguna justificación para ello. Y, por otra parte y no menos importante, es ineludible contrarrestar los dañinos efectos que esa cultura de violencia ha generado en un importante sector de la sociedad. Esta parte de la sociedad que, en muchos lugares, ha justificado y empleado la amenaza de la violencia y una crueldad insufrible contra sus propios vecinos, debe realizar el tránsito hacia el funcionamiento democrático y asumir las actitudes y los valores de respeto y tolerancia que son propios de esa forma de organizarnos. Eso implica no idealizar a quienes ocasionaron ese dolor.
El Mundo
Por esa razón resultan inaceptables los recibimientos públicos a los miembros de ETA. Estos actos públicos no solo humillan a las víctimas; sino que para todos nosotros y nosotras significan el reconocimiento a unas personas por su actividad terrorista, no por otra causa. Y esto solo se puede interpretar como un aplauso a la violencia que es absolutamente inaceptable.
La actitud positiva que esperamos de quienes han apoyado la violencia es que cesen este tipo de actos públicos y, de los presos de ETA, que realicen una autocrítica sin peros, no condicionada, sin más matices que la cercanía al dolor generado.
Partiendo de que toda práctica terrorista es absolutamente ilegítima y condenable, consideramos que existe una diferencia nítida entre el terrorismo de ETA y el terrorismo de otros grupos como el GAL, el BVE, la Triple A, etc. Hacia estos últimos, no hubo un apoyo público significativo a sus criminales actuaciones. Más bien, lo contrario. La inmensa mayoría de sus asesinatos tuvo una respuesta de condena en la calle. Lo mismo ocurrió con los excesos que cometieron las fuerzas de seguridad especialmente en los años de la Transición.
Hecha esta apreciación, queremos señalar que otra forma de deslegitimar la violencia es persiguiéndola, investigando los crímenes, y condenando a los culpables. Por desgracia, hay carencias muy llamativas en lo que se refiere a los casos de esta violencia ejercida por otros grupos terroristas y a las actuaciones ilegitimas y desproporcionadas de las fuerzas de seguridad. Paradójicamente, muchas de sus víctimas no tuvieron nada que ver con el terrorismo de ETA. En este sentido, consideramos que es necesario que haya un cambio de actitud y que, desde el Estado, se cumpla con las obligaciones y se aplique la justicia obligatoria y, sobre todo, la justicia que necesitan las víctimas.
Reivindicar una memoria digna
Como se ha visto, el final de ETA ha significado el final de la violencia asesina y de la amenaza, pero ahora queda elaborar una memoria digna. Y con “memoria digna” nos referimos a que se conozca el máximo de verdad posible de lo ocurrido como un derecho que asiste a las víctimas y a toda la sociedad. Como dice Reyes Mate “la memoria es la lectura moral del pasado guiada por la búsqueda de la verdad y la justicia”. Pero no se trata solo de conocer datos y agolparlos en volúmenes de libros y listados interminables, sino que es imprescindible hacer una lectura crítica de lo ocurrido porque corremos el riesgo de no aprender de nuestros errores y continuar arrastrándolos.
Creemos que es elemental desnudar a la violencia de cualquier lectura épica con la que a menudo se ha tratado de revestirla. Por eso decimos no a un relato que justifica, bajo el eufemismo del conflicto, tanto dolor.
Hay que marcar nítidamente un antes y un después. Y a ese después, solo hay que llevar la dignidad de las víctimas, la firme convicción de que la violencia solo aporta dolor y más dolor y que es inválida para construir nada positivo porque siempre parte de una injusticia contra un ser humano.
En esta reivindicación de una memoria digna es imprescindible identificar y distinguir claramente las responsabilidades. De la misma manera que es imprescindible definir quién es y quién no es una víctima. Esta violencia, fundamentalmente la violencia terrorista de ETA, ha generado mucho sufrimiento, pero siempre debemos diferenciar nítidamente la figura de la víctima porque pone en evidencia la injusticia de todo lo ocurrido. Las víctimas son las trágicas destinatarias de la más grave vulneración de los Derechos Humanos, el asesinato. Tratar de equiparar sufrimientos secundarios con el asesinato de un ser humano denota una perversión moral inasumible. Solo a partir del reconocimiento, sin matices, sin compensaciones, de la gravedad de los injustos asesinatos, podremos identificar y reconocer otros sufrimientos que generó esta violencia.
Cuáles son nuestras referencias
Para Gogoan, por una memoria digna hay unas referencias claras por la importancia y actualidad de su mensaje y por la validez del mismo para el futuro:
La asociación de víctimas Eraikiz. El mensaje que lanza a la sociedad es extremadamente valioso. En él pide que no olvidemos el pasado como antídoto para evitar un futuro con violencia, reclama una autocrítica del pasado, rechaza cualquier justificación de la violencia, pide respeto a la pluralidad de la sociedad, exige que reconozcamos la pluralidad de las víctimas y que eliminemos estereotipos equivocados, que nos acerquemos a las víctimas con respeto y afecto, que dialoguemos y nos impliquemos en la construcción de la convivencia.
La reflexión de los presos y presas de la llamada Vía Nanclares. Como llevamos repitiendo desde el inicio, es necesaria una reconstrucción de la convivencia dañada por la perversidad de 50 años de violencia. En este sentido, la recuperación para la sociedad de los ejecutores -que no únicos responsables- de esa violencia, la recuperación social de quienes han asesinado, es un gran éxito y un paso definitivo hacia esa convivencia recompuesta.
Los miembros de la Vía Nanclares realizaron una revisión crítica de su actuación y, desde Gogoan, aplaudimos esa actitud constructiva y positiva para toda la sociedad y criticamos a quienes pusieron trabas a aquella iniciativa y a quienes hoy en día marginan estas actitudes.
Los encuentros restaurativos entre víctimas y victimarios, partiendo siempre de la total libertad individual para participar en ellos. Este diálogo, siempre duro para sus protagonistas, ha permitido a los victimarios poner en práctica el reconocimiento del daño causado, no en genérico, sino expresado personalmente a quienes directamente lo sufrieron.
La actuación de los grupos pacifistas, entre los que destacamos a la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria. Su mensaje, basado en principios éticos y pre-partidistas, de deslegitimación de la violencia y de construcción de la memoria siguen teniendo plena vigencia en la actualidad.
Probablemente, las referencias mencionadas sean lo más positivo que se pueda extraer de todo este periodo de violencia y algo de lo que podemos seguir aprendiendo. Y esa precisamente quiere ser hoy nuestra aportación social: revisar de manera crítica nuestro pasado reciente es la única forma de poder cerrar este capítulo de la historia.
Reivindicamos una memoria digna.
GOGOAN, por una memoria digna elkartearen AURKEZPENerako PRENTSAURREA
Nor garen
Gogoan, oroimen duinaren alde, Euskal Autonomia Erkidegoko eta Nafarroako Foru Erkidegoko gizon-emakume talde batek osatzen dugu. Aldez edo moldez, Giza Eskubideen defentsaren alde, euskal gizartearen aniztasuna balioetsiz, helburu politikoak lortzeko bide baketsu eta demokratikoaren defentsan eta biktimenganako elkartasunaren alde aritu gara aspaldidanik. Horrez guztiaz gain eta aurrera begira, gure izenak dioen bezala, indarkeria politikoaren ondoren oroimen duinari eutsi nahi diogu.
Zeintzuk diren gure helburuak
Indarkeria-ondoko garai honetan ezinbestekoa gertatzen zaigu helburu batzuk azpimarratzea, gertatutakoaz kontakizun zintzoa egin eta gure gizartearentzako sendagarria izan daitekeen oroimena landu behar baita.
Hona hemen zein diren gure helburuak:
Indarkeria deslegitimatzea
ETA ez zen diktadurari emandako erantzun bortitza izan: bere biktima gehienak, %94 hain zuzen, frankismoa amaitu ondoren egin zituen. ETA diktadurapean sortu izanak ez du bere ibilbidea justifikatzen. ETA existitzea eta bere ekintzen erantzukizuna bere kideei baino ez dagozkie , beraiek erabaki baitzuten indarkeriaren bidea hartzea, ez beste inork. Gainera, ETAren indarkeria horrek jende askoren gogortze eta muturreratzea ekarri zuen, batez ere bere defendatzaileena eta, hartara, gorroto eta bortizkeriaren kultura gorpuztuz joan zen eurengan.
Beraz, ezinbestekoa zaigu indarkeriaren deslegitimazioan lan handia egitea, erabili zuten indarkeria hori bidegabea izateaz gain, huts galanta ere izan zela aitortzen hasiz. Biktima haiek ez zuten horrelako zigorrik merezi izan, ez baitzegoen inolako justifikaziorik. Beste alde batetik, indarkeriaren kultura honek gure gizartearen kolektibo batean zer-nolako kalteak eragin dituen ere aztertu eta baliogabetu beharra dago. Gizarte zati horrek, askotan, euren auzokoen kontra mehatxua eta krudelkeria erabili eta justifikatu ditu gogotik. Beraz, gure ustez indarkerian ibilitako pertsona horiek demokraziarako bidean jarri behar dira, baita demokraziaren errespetu eta tolerantziazko balore zein jarrerak jaso ere. Jakina, horrek eskutik
El Mundo
dakar min hura eragin zutenen aldeko inolako idealizaziorik ez egitea. Orobat, ETAkideei ongietorri publikoak egiteari guztiz onartezina deritzogu. Ekitaldi publiko hauek biktimei kalte eta oinazea eragiten die, eta guri geuri ere mingarria egiten zaigu, omendutako horien ekintza terroristak ontzat ematen direlako. Hori guztia, azken batean, indarkeriaren aldeko txaloa baizik ez da eta, hartara, guztiz onartezina gertatzen zaigu.
Jendaurreko ekitaldi hauek lehenbailehen desagertzea espero dugu, baita ETAko presoek ezbairik gabeko autokritika egitea ere, sortu duten mina benetan eta sakonki aitortuz.
Jarduera terrorista oro guztiz arbuiagarria eta legez kanpokoa dela oinarritzat hartuta, ETAren eta beste talde batzuen terrorismoa (GAL, BVE, TRIPLE A, etabar) desberdina dela uste dugu. Azken hauek ez zuten inolako onespen herritarrik izan; alderantziz, herritarren gaitzespen borobila baizik ez zuten lortu. Terrorismo mota horrek eragindako erailketek erreakzio nabarmenak izan zituzten kalean. Trantsizio garaian segurtasun indarrek eragindako gehiegikeriekin ere gauza bera gertatu zen.
Gauzak honela, indarkeria deslegitimatzeko beste modu batzuk ere badirela oroitarazi nahi dugu: erailketak ikertu, indarkeria bera jazarri eta errudunak kondenatu, besteak beste. Zoritxarrez, aipatu ditugun bigarren multzoko talde horiek eragindako neurriz eta legez kanpoko indarkeriaz egin diren ikerketetan hutsune nabarmenak daude oraindik. Kontrakoa badirudi ere, honelako biktima askok ez zeukaten zerikusirik ETAren indarkeriarekin. Hori dela eta, Estatuak aldatu beharko luke bere ikuspuntua, eta bere eginkizuna bete beharko luke justiziarekin lankidetzan eta, batez ere, biktima horien erreparazioa sustatuz
Oroimen duina aldarri gisa
Denok ikusi dugu ETAren amaierak indarkeria hiltzailearen eta mehatxuaren amaiera ekarri dituela; beraz, oroimen duina gauzatzeko garaia da. Eta zera adierazi nahi dugu zorioneko «oroimen duin» horrekin: gertatutakoaren egia guztioi ezagutarazi, gure eskubidea baita. Reyes Materen hitzekin bat gatoz: «oroimena gertatu zaigunaren irakurraldi morala da, egia eta justizia abiapuntutzat hartuta». Baina kontua ez da bakarrik datuak ezagutu, zerrendatu eta liburuetan gorde, ez; beharrezkoa da irakurraldi kritiko bat egitea eta geure egitea. Hori egin ezean, agian berriz egin genitzake errakuntza horiek
Indarkeria biluztu egin behar dugu, behinola jantzitako epika hori erantzi. Hortaz, gure ezetza ematen diogu, gatazkaren eufemismoaz mozorroturik, hori guztia justifikatu nahi duen kontakizunari.
Argi eta garbi bereizi behar ditugu lehena eta geroa. Geroaldi horretara biktimen duintasuna baino ez dugu eraman behar. Gainera, uste osoa dugu indarkeria oinazea baino ez dela izan, eta ez duela balio etorkizuna eraikitzeko, gizakiari eragindako bidegabekeria batetik abiatzen baita.
Oroimen duina aldarrikatzean, erantzukizunak zuzen identifikatu eta diskriminatu behar ditugu. Era berean, ondo baino hobeto definituko dugu nor den biktima eta nor ez. Indarkeria horrek, ETArenak gehienbat, sekulako sufrimendua sortu du. Hartara, zuzen bereizi behar dugu biktimaren figura, horrek argi erakusten baitu gertatutakoaren bidegabekeria. Biktimok Giza Eskubideen urraketarik latzenaren eramaileak dira: erailketarenak. Bigarren mailako pairamenak eta gizaki baten erailketaren parean jartzea perbertsio onartezina da. Hilketa horiek guztiz bidegabeak izan zirela irmo eta ñabardurarik gabe adierazi behar da; horren ondoren letorke biolentziak eragindako beste sufrimenduak finkatu eta aitortu ahal izatea
Zeintzuk diren gure erreferenteak
Gogoan, oroimen duinaren alde elkarteak talde eta ekimen batzuk ditu eredu, euren mezuagatik edota etorkizunari begirako balioagatik:
Eraikiz izeneko biktimen elkartea. Gizartera helarazitako mezua guztiz baliotsua da. Berton esaten dute indarkeriarik gabeko etorkizuna eraikiko badugu, lehenaldia ezin dugula ahaztu; lehenaldiaren autokritika eskatzen dute; indarkeriaren aldeko ezein aitzakia arbuiatu egiten dute; gizartearen aniztasuna onartu eta okerreko estereotipoak baztertu eta biktimen aniztasuna aitortu behar dugula,. Biktimenganako begirunezko hurbilketa eskatzen dute eta elkarbizitzan inplika gaitezen.
Langraitzeko Bidea izeneko presoen hausnarketa. Hasieratik esan bezala, indarkeriaz jositako 50 urte igaro ondoren, elkarbizitza berreraiki behar dugu. Ildo honetan, hiltzaileen berreskuratze soziala arrakasta handia da, eta, hartara, elkarbizitzaranzko urrats sendoa. Langraitzeko kide hauek egindakoaren berrikuspen kritikoa egin zuten eta Gogoanekook gizarte osoarentzat ona den jarrera horrekiko atxikimendua erakutsi nahi dugu, baita ekimen horri eragozpenak jarri zizkienei kritika egin ere.
Jose Ignacio Pikabea Burunza
Biktima eta biktimagileen arteko topaketa eraikitzaileak. Askatasun osoz parte hartu bazuten ere, oso gogorrak izan ziren guztientzat. Alabaina, solasaldi horiek hiltzaileei ikusarazi diete zer-nolako kalte eta mina eragin zuten biktimengan eta, ondorioz, eurenganako errekonozimendua adierazi ahal izan diete.
Talde bakezaleen jarduerak, Bakearen aldeko Koordinakundea-Gesto por la Pazena bereziki aipatuz. Haien mezua, betiere printzipio etiko eta prepolitikoetan oinarritua, bortxakeria deslegitimatu eta memoria eraiki nahi duena, inoiz bezain indartsu ageri da gaur egun.
Ziur aski, goian aipatutako eredu horiek indarkeria sasoi horretako konturik positiboena dira eta beraiengandik ikasten jarraituko dugu. Horrexek, hain zuzen, izan nahi du gure ekarpen soziala; kapitulu hau behar bezala itxiko badugu, gertatu zaigunaren sustraietara joan beharko dugu, mingarria suertatu badaiteke ere. Ez da beste biderik