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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

Archivos de etiqueta: víctimas del terrorismo

Hasta siempre, Laura

09 lunes Ene 2023

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Ana Rosa Gómez Moral, Bake Hitzak-Palabras de Paz, BVE, Día Internacional de Solidaridad con las Víctimas de la tortura, ETA, Francisco Tomás y Valiente, GAL, Gesto por la Paz, José Amedo, Juan Carlos García Goena, justicia, Laura Martín, Melchor Miralles, Memoria, Parlamento Vasco, solidaridad, terrorismo, Tribunal Supremo, Unidas Podemos, víctimas de la tortura, víctimas del GAL, víctimas del terrorismo, verdad

Ha empezado 2023 y quería comenzarlo recordando a una de las pérdidas más tristes del pasado año. Sí, tenía especial interés en que el primer post de 2023 fuera en memoria de una amiga, compañera por la paz y víctima del terrorismo, Laura Martín.

Confieso que la noticia de la muerte de Laura Martín el pasado 15 de octubre, me llenó de tristeza, de mucha tristeza. No me esperaba su muerte. Hacía tiempo que no había coincidido con ella y la comunicación entre nosotras no era regular, pero… ambas sabíamos lo que habíamos compartido.

Le conocí hace casi 30 años, en el otoño de 1993 concretamente, cuando Ana Rosa Gómez Moral y yo nos fuimos a entrevistarle a Hendaya para la revista de Gesto por la Paz, Bake Hitzak-Palabras de Paz. En aquel tiempo, poco se sabía de su vida y de la tristeza que arrastraba desde que unos desalmados decidieron asesinar a Juan Carlos García Goena, su pareja y padre de sus hijas. ¿Por qué?

De aquella entrevista, Ana escribió unas cartas imaginarias que se publicaron en el número 7 de Bake Hitzak-Palabras de Paz que me gustaría recordar aquí.

Carta imaginaria de Juan Carlos a un amigo de Tolosa

Carta imaginaria de Laura al mismo amigo de Tolosa

Siempre les he contado la verdad aunque a veces es muy difícil explicar a una criatura lo que ningún adulto sería capaz de comprender

Después de aquella entrevista, compartí con Laura Martin otros momentos, algunos de ellos bastante especiales. Recuerdo un día que me llamó y me pidió que le acompañara a una entrevista que iba a tener con José Amedo en un hotel de Bilbao. Aquel encuentro lo había organizado Melchor Miralles y Laura estaba muy nerviosa. Necesitaba un apoyo y me llamó. ¿Cómo no iba a estar nerviosa si se iba a enfrentar a una de las pocas personas que, de haber tenido un poco de piedad y humanidad, le habría explicado lo que Laura llevaba esperando cada día de su vida desde el 24 de julio de 1987: conocer la verdad, saber qué ocurrió, por qué, quiénes…? Nada: Amedo se llevó una vez más la verdad para su casa.

Solo concibo el arrepentimiento si hay un sincero acercamiento al desastre que has originado, al dolor que has generado. Sin embargo, Amedo no tuvo un ápice de compasión con Laura.

Tiempo más tarde, el 30 de marzo de 1996, Laura se sumó al acto de solidaridad hacia las víctimas del GAL que organizó Gesto por la Paz en Bayona. Recuerdo perfectamente que la pancarta solo decía JUSTICIA. Era lo que pedíamos: JUSTICIA para las víctimas del GAL.

Fue indignante cómo nos recibió un grupo de simpatizantes de ETA. Los insultos, los huevazos, el acoso, la carga de violencia en sus gritos, en sus actitudes, etc. ya eran métodos conocidos que practicaban semanalmente contra la gente de Gesto por la Paz que pedíamos la libertad de las personas secuestradas, pero aquella falta de respeto tan enorme que mostraron hacia las víctimas del GAL para las que pedíamos Justicia, y más concretamente, hacia Laura Martín, fue insufrible.

Laura no quiso dejar el nombre de Juan Carlos ni la flor que le correspondía por temor a que, luego, fuera pisoteada por los amigos de ETA.

La siguiente vez que coincidimos fue en 1997, en el acto en el que Gesto por la Paz organizó una protesta ante el Tribunal Supremo en Madrid: pedíamos que se desclasificaran «los papeles del CESID» con objeto de poder conocer la Verdad y que se hiciera Justicia sobre determinados asesinatos, entre otros, el de Juan Carlos.

Por circunstancias de la vida, en aquel acto coincidieron el hijo de un hombre recientemente asesinado por ETA, Tomás y Valiente, y Laura Martín. No sé lo que se dijeron, pero doy fe de que pasaron un largo rato compartiendo todo aquello que les unía: ser víctimas de una injusticia enorme.

La última vez que vi a Laura fue en el Parlamento vasco en 2019, cuando se debatía la propuesta de Unidas Podemos sobre el Día Internacional de Solidaridad con las Víctimas de la Tortura.

Noticias de Gipuzkoa, 2019

Hacía muchos años que no le veía, pero estaba igual. Seguía luciendo aquella sonrisa triste con la que siempre la vi.

Efectivamente, Laura siempre arrastró un punto de tristeza. Tantos años reclamando en todas las ventanillas, de todas las maneras, por todos los medios… la VERDAD y JUSTICIA y recibir tan poco, tiene que ser absolutamente desesperante. Ahí demostró Laura su gran fortaleza. Nunca se rindió. Siempre peleó y peleó por conocer la verdad y que se hiciera justicia por aquel asesinato de 1987 que le partió la vida de una manera absolutamente cruel.

Luchó por conocer la verdad del GAL, luchó contra un Estado traidor a sí mismo que encubrió -cuando no organizó directamente- determinado terrorismo, luchó contra la hipocresía de quienes se solidarizaban con las víctimas del terrorismo, pero solo del terrorismo de ETA, tratándola a ella como si fuera casi una cómplice del terror, y luchó contra quienes utilizaban el terrorismo para tratar de conseguir unos fines políticos. Para todas las víctimas, fueran de ETA, del GAL, del BVE o del propio Estado, Laura tuvo no solo comprensión y sincera solidaridad, sino que no tuvo ningún reparo en movilizarse contra lo que no tenía cabida: la falta de respeto a la vida de cualquier ser humano.

Ver pasar el 2022 sin recordar a Laura y lo que ella nos enseñó a todxs no sería justo. Por eso quiero dejar aquí estas palabras y el firme compromiso de que no abandonaremos el trabajo por la MEMORIA, por la VERDAD y por la JUSTICIA.


Mila esker Laura!
Isabel Urkijo Azkarate

 

 

‘GESTO’ se presenta en la #DurangokoAzoka y en Bilbao

08 jueves Dic 2022

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'Gesto', cines Golem Bilbao, derechos humanos, deslegitimar la violencia, documental, Durangoko Azoka, Fernando Velázquez, Gesto por la Paz, Memoria, pacifismo vasco, terrorismo, víctimas del terrorismo, violencia, Xuban Intxausti

El documental ‘GESTO’ se presenta en la Azoka de Durango el próximo domingo 11 de diciembre a las 16:00 h. en Irudienea – Zugaza.

Así mismo, se presenta en Bilbao desde el lunes 12 al jueves 15 de diciembre a las 19:30 en los cines Golem Alhóndiga en Azkuna Zentroa.


‘GESTO’ ha sido dirigida por Xuban Intxausti y cuenta con música original del compositor Fernando Velázquez. El documental ha sido promovido por la asociación Gogoan-Por una Memoria Digna.

‘GESTO’ es un viaje por la memoria del pacifismo vasco que durante 28 años trabajó por la paz y en contra de la violencia en Euskal Herria. Este viaje, que emprenden algunas de las personas protagonistas de Gesto por la Paz a través de la visualización de imágenes del pasado, invita al espectador a descubrir los fundamentos, las acciones y los principios éticos de la organización pacifista y cómo algunos de ellos continúan vigentes hoy en día.

La película quiere ser un elemento de memoria que ponga en valor la respuesta de la ciudadanía que, a través del cauce de expresión que fue Gesto por la Paz, se manifestó de forma pacífica en contra de la violencia y que defendió el respeto de los Derechos Humanos de todas las personas. Toda la actividad de Gesto por la Paz estuvo dirigida a la deslegitimación de la violencia.

El documental muestra como uno de los pilares fundamentales del discurso de Gesto por la Paz fue la creciente centralidad de las víctimas. Se trataba de que la ciudadanía asumiera que las víctimas eran las trágicas destinatarias de un ataque que iba dirigido contra una sociedad que en demasiadas ocasiones no quiso ser consciente de ello.

‘GESTO’ quiere ser una herramienta pedagógica, especialmente dirigida a las generaciones más jóvenes, para que conozcan de primera mano lo que hicieron un grupo de ciudadanos y ciudadanas, muchos de ellos también muy jóvenes, ante el problema de la violencia terrorista que nos afectaba directamente.

Si desean más información o la realización de entrevistas pueden contactar con: gogoan.memoria@gmail.com


(euskera)

“GESTO” dokumentala Durangoko Azokan aurkezten da igande honetan, abenduak 11, arratsaldeko 4etan, Irudienea – Zugazan.

Era berean Bilbon ere aurkeztuko da hurrengo astelehenean, hilak 12, arratsaldeko 19:30etan, Azkuna Zentroko Golem Alhóndiga Zinemetan, eta abenduaren 12tik 15era egongo da ikusgai.

 

“GESTO” Xuban Intxaustiren zuzendaritzapean egin da eta Fernando Velázquez musikagileak jarri dio jatorrizko musika. Gogoan-Por una Memoria Digna elkarteak sustatutako dokumentala da.

“GESTO” euskal bakezaletasunaren memoriaren inguruan egiten den bidaia da, 28 urtetan zehar Euskal Herriko bakearen alde eta indarkeriaren aurka lan egin zuena. Gesto-Bakearen Aldeko Koordinakundeko protagonista izan ziren kide batzuk iraganeko irudiak ikusiz ekiten diote bidaiari, eta aldi berean ikusleak elkarte bakezalearen oinarri etikoak eta ekintzak ezagutzera gonbidatzen dituzte, hauetariko asko gaur egun ere indarrean daudenak.

Pelikulak hiritarrek indarkeriari eman zioten erantzunaren garrantzia erakusteko memoria-baliabidea izan nahi du; Gesto-Bakearen Aldeko Koordinakundeak eskaini zuen adierazpen-bidearen bitartez indarkeriaren aurka era baketsuan nabarmendu ziren hiritarrak, gizaki guztien Giza Eskubideen errespetua aldarrikatuz. Bakearen Aldeko Koordinakundearen jarduera guztia indarkeriari zilegitasuna kentzeko helburuarekin egin zen.

Dokumentalean ikus daiteke Bakearen Aldeko Koordinakundearen diskurtsoan biktimek gero eta garrantzi handiago lortuz joan zirela. Hiritarrek ulertu behar zuten biktimak gizarte osoari zuzendutako zoritxarreko erasoaren hartzaileak zirela, baina gizarteak neurri handi baten ez zuen hori onartu nahi.

‘GESTO’ dokumentalak gazteei zuzendutako tresna pedagogikoa izan nahi du, hauek ezagutu dezaten hiritar multzo batek -asko oso gazteak- egin zuena zuzenean eragiten zien indarkeria terroristaren arazoaren aurrean.

Informazio gehiago beharko bazenu edo elkarrizketaren bat egiteko jarri gurekin harremanetan: gogoan.memoria@gmail.com

El año que viene también acudiré a la manifestación del 25 de noviembre

07 miércoles Dic 2022

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25N. Fundación Miguel Angel Blanco, Asociación de Víctimas del terrorismo, Axun Lasa, Conchi Fernandez. Ana Vidal Abarca, Consuelo Ordoñez, Deia, deslegitimar la violencia, Dirección de Atención a Víctimas del terrorismo del Gobierno Vasco, Fundación Fernando Buesa, Maider García Martín, Maixabel Lasa, movimiento feminista, Noticias de Navarra, Pili Zabala, víctimas de ETA, víctimas de GAL, víctimas de la violencia machista, víctimas del terrorismo

Por desgracia, porque aunque podemos ir despertando conciencias, frenando inercias, educando en la igualdad y dando pasos hacia la no discriminación, es difícil imaginar una sociedad y un mundo en el que no se ejerza la violencia contra las mujeres por el hecho de serlo. Y si hay una corriente de pensamiento imprescindible para alcanzar estos objetivos y acercarnos a un mundo más justo, esta es el feminismo.

Entiendo que toda esta lucha ha de llevarse a cabo necesariamente por vías pacíficas, y así suele ser; las manifestaciones más significativas promovidas desde el movimiento feminista suelen ser pacíficas. Y es que el “25 de Noviembre, Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer” a mí me lleva necesariamente a la no violencia, lo que supone como mínimo, no ejercerla y no legitimarla.

en mi opinión algunas de las consignas que se suelen gritar en movilizaciones como la del 25 de noviembre no hacen ningún favor al movimiento feminista

Para erradicar y deslegitimar la violencia, es preciso identificarla y expresarse con rigor, y en mi opinión algunas de las consignas que se suelen gritar en movilizaciones como la del 25 de noviembre no hacen ningún favor al movimiento feminista. En la manifestación que se celebró el viernes en Vitoria-Gasteiz se gritaba “terrorismo es no llegar a fin de mes” o el tan manido “zuek faxistak zarete terroristak” (vosotros los fascistas sois los terroristas). Lo más parecido al terrorismo –y no menos grave- es la violencia que ejercen algunos hombres contra las mujeres, cuando les amenazan de muerte, anulan su libertad, les agreden sexualmente o las matan. No llegar a fin de mes es una pesada losa para muchas mujeres y familias, puede ser la consecuencia de una injusticia estructural, y podemos y debemos comprometernos para que se corrija, pero eso no es terrorismo. También podemos denunciar el fascismo, advertir de su peligrosidad y combatirlo, no obstante las caras más visibles de la extrema derecha en Euskadi han sido víctimas del terrorismo, no victimarios, porque han estado amenazados de muerte por ETA durante años. Si en una manifestación del 25N vamos a lanzar consignas contra el terrorismo, hablemos de lo que ha supuesto ETA, cosa que nunca se hace, porque aunque no ha sido la única banda terrorista, sí ha sido la que más ha durado en el tiempo, la que más víctimas ha generado y la que ha deteriorado los valores y la convivencia de nuestra sociedad.

el movimiento feminista se da voz a muchas mujeres y colectivos de mujeres, incluso a aquellas que están presas por haber pertenecido a ETA, y sin embargo nunca hay un micrófono para las víctimas de ETA

Y unido a todo esto sigo contemplando con muchísima pena que desde el movimiento feminista se da voz a muchas mujeres y colectivos de mujeres, incluso a aquellas que están presas por haber pertenecido a ETA, y sin embargo nunca hay un micrófono para las víctimas de ETA. En Vitoria-Gasteiz y en Euskadi hay mujeres muy valiosas, plurales y comprometidas que son capaces de ofrecer un testimonio y un razonamiento imprescindible para esta sociedad, que tanto el movimiento feminista como el resto de agentes y asociaciones debemos escuchar, reconocer y asumir. Ahí está la historia de la vitoriana Ana María Vidal Abarca, que fue una de las fundadoras la Asociación de Víctimas del Terrorismo, asociación que se creó en los años de plomo del terrorismo y que dio cobijo a muchas víctimas –muchas mujeres- que tras los atentados quedaban absolutamente desamparadas. Si nos acercamos a la Fundación Fernando Buesa Blanco nos encontraremos con su viuda Natividad Rodríguez y sus hijas Marta y Sara, que llevan años haciendo una labor impagable, profundizando en los mejores valores para esta sociedad. No perdamos la ocasión de escuchar los testimonios de víctimas del GAL como Maider García Martín, Pili Zabala o Axun Lasa, mujeres a las que hay que escuchar y merece la pena escuchar. En COVITE Consuelo Ordóñez, siempre arropada por otras víctimas como Conchi Fernández, empeñadas en mantener viva la llama de la memoria de todas las víctimas del terrorismo, realizando un trabajo constante y muy importante. Cristina Cuesta, pionera en la reivindicación de los derechos de las víctimas y en lucha por la paz, y actualmente directora de la Fundación Miguel Angel Blanco. Y por último Maixabel Lasa que fue Directora de la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco, y activista en favor de la paz y la deslegitimación de la violencia. Todas ellas y muchas más han ejercido de muro de contención del odio y de la venganza, y se han esforzado en sacar y ofrecer lo mejor de sí mismas a pesar de todo el espanto que les ha tocado vivir. Creo que ya va siendo hora de que se les reconozca públicamente desde el movimiento feminista de Euskal Herria.

Creo que ya va siendo hora de que se reconozca públicamente a las víctimas del terrorismo desde el movimiento feminista de Euskal Herria

Y en relación a las movilizaciones feministas, yo agradecería que se hiciera un esfuerzo por expresar consignas más ampliamente compartidas por la diversidad de mujeres que queremos unirnos a las manifestaciones, y si no se consigue sería mejor ir en silencio.

Pero a pesar de todo, el año que viene también participaré en la manifestación del 25 de noviembre. Gracias por vuestro compromiso y vuestra tarea incesante.


 

Artículo publicado en Noticias de Navarra y en Deia.

Maite Leanizbarrutia Biritxinaga, miembro de Gogoan, por una memoria digna

‘Hasta que me mates’

10 lunes Oct 2022

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abusos sexuales, amenaza, Ana Erostarbe, Arnaldo Otegi, Camille Kouchner, depresión, Diario Vasco, Dios, Diputación Foral de Gipuzkoa, dispersión de presos, divorcio, emigrante, escolta, escoltas, ETA, Gesto por la Paz, Herri Batasuna, Iglesia, Jesús Eguiguren, libertad, machismo, maltrato familiar, miedo, Mondragón, nacionalismo vasco, Papa, Pello Salaburu, política, Quintana de la Serena, Rafaela Romero, reuniones de Loiola, reuniones de Loyola, Rhodes, socialismo vasco, soledad, terrorismo de extrema derecha, torturas, Valerie Bacot, Vanesa Springora, víctimas del terrorismo, violencia de persecución, VOX

 

 

HASTA QUE ME MATES, Memorias de Rafaela Romero Pozo de Ana Erostarbe

Editorial Alberdania

 

 

 

 

Con paciencia, Ana Erostarbe ha dado forma escrita a las largas conversaciones mantenidas con la militante socialista Rafaela Romero. Conversaciones en las que Rafaela le ha contado su vida y le ha hecho partícipe de su forma de observar algunos aspectos del mundo que nos rodea.

No es una vida cualquiera: comienza con una infancia anegada por el agua de un pozo oscuro de maltrato familiar, y acaba, de momento, tras muchos años de vivir escoltada por las amenazas de ETA, en un puesto de relevancia política en la Diputación de Gipuzkoa.

El maltrato familiar sigue siendo un tema tabú, aunque en los últimos años se están publicando, contados por sus propios protagonistas, diferentes libros que abordan de forma cruda el tema: Rhodes (Instrumental), Camille Kouchner (La familia grande), Valèrie Bacot (Tout le monde le savait), Vanesa Springora (El consentimiento), etc., por citar algunos. El maltrato a los niños es también tema central del trabajo de Armengou y Belis (Los internados del miedo).

Porque Rafaela Romero fue una niña y una adolescente maltratada de forma sistemática por su padre («el Domingo») y sus abuelos paternos. Ella y el resto de su familia: gritos, golpes, terror, violaciones a su madre delante de los niños. Así, durante una veintena larga de años. Hasta que Rafaela se enfrentó a tortas con su padre, y su madre pudo por fin divorciarse. Una liberación para todos: borrón y cuenta nueva. En los socialistas de Mondragón encontró su tabla de salvación.

Es un libro valiente, seco, sobrecogedor, sincero, no hay medias tintas. A mí me ha impresionado ese testimonio tan personal de alguien que ha tenido que sobrevivir como malamente ha podido: desnudar tu alma de ese modo requiere de una valentía enorme. Lo vivido en la familia es un ejemplo de machismo y de maltrato de libro. Porque el tema sigue siendo tabú: los vecinos no oímos ni vemos lo que pasa, aunque oímos y vemos perfectamente lo que pasa. Todo debe quedar en la familia: los trapos sucios se lavan en casa. Silencio espeso.

Llevar la sangre de alguien que es capaz de tanta maldad me produce una vergüenza enorme

Y las consecuencias, claro: «Mi padre nos destrozó la vida. Nos la destrozaron». Rafaela lo tiene muy asumido: «Llevar la sangre de alguien que es capaz de tanta maldad me produce una vergüenza enorme». La revictimización, como si ella fuera responsable de algo. Aunque con arrestos para afrontar la realidad: «[Mi padre] no tiene ninguna enfermedad mental. No es ningún pobre loco. No lo es, no. Solo es un machista desgraciado y una mala persona». Utiliza el presente, su padre vive. Y todo esto solo puede ocurrir con el silencio propio y ajeno, con cómplices externos que miran a otro lado.

Rafaela nace en Quintana de la Serena, en Badajoz, en un ambiente retratado en afirmaciones crudas: «Aquí lo que tiene que hacer mi hijo con la zorra de tu hija es coger una silla y romperle la cabeza». No parecen expresiones propias de un abuelo.

…no tiene ninguna enfermedad mental. No es ningún pobre loco. No lo es, no. Solo es un machista desgraciado y una mala persona

La familia, ella un bebé, acuciada por problemas económicos, emigra a Mondragón en los años 70: allá hay trabajo.

Mondragón es ese pueblo de dos países a ojos del emigrante, cuidadosamente separado de los autóctonos. Sin encaje posible. Así lo percibe Rafaela. No basta con el malvivir del piso arrendado. Hay que añadir los abusos sexuales del maestro, y el juicio de alguna compañera de clase: sus compañeros de pupitre emigrantes eran «perros españoles» que habían venido «a comer la comida de los vascos». Unos ladrones. Siente un ambiente hostil en el que se quiere aniquilar al diferente. Y una palabra que define su maltrecho estado de ánimo, con su autoestima por los suelos: SOLEDAD.

Siente un ambiente hostil en el que se quiere aniquilar al diferente. Y una palabra que define su maltrecho estado de ánimo, con su autoestima por los suelos: SOLEDAD.

El libro, de una gran frescura, está medianamente estructurado, aunque esa misma forma de concebirlo, casi como unos apuntes, lo acerca aún más al lector. Tres temas centrales van sacudiendo las páginas a medida que se entrecruzan los comentarios:

  • Niñez y adolescencia machacada, universidad a base de becas (hay que salir de esta situación como se pueda), pobreza en la familia, acercamiento a los socialistas (que ayudan, de paso, a sobrellevar el divorcio de los padres), trabajo en un despacho de abogados durante años.
  • Participación plena en la política, con puestos institucionales de distinto nivel, encuentro con Jesús Eguiguren, miedo y zozobra como víctima de persecución en tiempos de ETA.
  • Reflexiones personales más generales sobre esas cuestiones políticas y de convivencia que tanto nos han preocupado, la disolución de ETA y el papel jugado por Eguiguren, con un costo personal y familiar enorme.

La política se convierte en una ventana que se abre en ese «ambiente pesado y sofocante». La política habla de justicia, de derechos.

En ese cuestionamiento interno, la política juega un papel central, como motor ideológico primero, y medio de vida, después. La política se convierte en una ventana que se abre en ese «ambiente pesado y sofocante». La política habla de justicia, de derechos. A ojos de Rafaela, es «un medio para mejorar la vida de las personas».

Ella reivindica el papel de la política y de los políticos, únicos garantes de la democracia en un país. De ideología profundamente socialista, la política le abre la puerta también a otra forma de vivir. Pero lo vive de forma muy personal, porque «la lealtad a una misma es la más importante de todas». Descubre enseguida los costes personales que ello supone: a las primeras de cambio, justo estaba comenzando, recibe un escupitajo en la cara en un bar. Esto está lleno de valientes. Luego, las amenazas, el miedo, el señalamiento que se extiende al resto de la familia, las bombas que van matando amigos y conocidos, los escoltas que acaban asaltando sin querer tu propia intimidad. Una sociedad que se deshace. Las víctimas, abandonadas y olvidadas, quienes peor lo pasan. Mientras se jaleaba a los asesinos.

Luego, las amenazas, el miedo, el señalamiento que se extiende al resto de la familia, las bombas que van matando amigos y conocidos, los escoltas que acaban asaltando sin querer tu propia intimidad

No faltan críticas, inmisericordes con Vox, duras contra una derecha que se supone debería ser más homologable con la europea, aunque salva siempre a personas concretas aplicando un enorme sentido común. Y critica a Herri Batasuna, por supuesto, adueñada de espacios que correspondían a todos. En un terreno más opinable, critica también con libertad, huyendo de servilismos, determinadas actuaciones de los socialistas, personales y grupales, y todo el período oscuro de la actuación de los grupos terroristas de extrema derecha, así como las torturas y la política de dispersión. Critica, es lo esperable, determinadas actuaciones del nacionalismo vasco. Se muestra firme partidaria de gobiernos de coalición.

El fin de ETA se debió a quienes resistieron, a quienes se jugaron la vida por sus ideales, a jueces, policías, a periodistas que no callaron. A quienes escribieron y hablaron. Y se centra con una defensa cerrada en el papel jugado de manera muy personal por Jesús Eguiguren, quien durante años fue tejiendo relaciones con Otegi que al final resultaron centrales, a juicio de Rafaela, para que ETA decidiera disolverse. Un proceso vivido en soledad.

Diario Vasco

Es un capítulo que me ha llamado la atención. No solo porque desvela datos subterráneos desconocidos (al menos para mí) de aquellos años, sino porque el final de ETA supuso la debacle anímica y personal de Eguiguren, a quien los socialistas habían apartado ya del tema: esa misma noche acabó en el hospital tras una explosión personal y un ataque de ansiedad que lo precipitó durante años a una depresión que Rafaela Romero y la familia, con ayuda de especialistas, atendieron como pudieron: «Jesús dejó de ser él mismo durante largo tiempo». En su opinión, la sociedad ha sido muy desagradecida con Eguiguren.

el final de ETA supuso la debacle anímica y personal de Eguiguren. Esa misma noche acabó en el hospital tras una explosión personal y un ataque de ansiedad que lo precipitó durante años a una depresión

Se refiere de pasada a las reuniones de Loiola, y no cita los movimientos sociales contra ETA -como Gesto por la Paz-, a mi modo de ver, tuvieron capital importancia en el cambio del posicionamiento social. Sí habla, muy poco, de algunas manifestaciones. Toda esta parte está salpicada de comentarios realizados con mucha libertad sobre cuestiones diversas que necesariamente mueven a la reflexión. Son una muestra de cómo las mismas situaciones pueden terminar siendo vistas de manera diversa, aun cuando haya coincidencia compartida en los propósitos finales.

Critica con vehemencia el papel de la iglesia en el tema de abusos sexuales, también al actual Papa por no hacer nada en ese tema, y manifiesta que ha «estado mucho tiempo enfadada con Dios, hasta que dejé de creer en él». Esto, por supuesto pertenece al ámbito privado de cada cual. Lo traigo a colación porque me ha llamado la atención su boda celebrada en una iglesia, así como la primera comunión de su hija.

Creo que Ana Erostarbe ha hecho un gran trabajo, creo que Rafaela Romero merece nuestro reconocimiento, y creo que Alberdania ha acertado.

Acto de presentación del libro «Hasta que me mates»

Eskerrik asko!

Pello Salaburu Etxeberria, miembro de Gogoan, por una memoria digna

 

La movilización por la paz tiene que ser parte del relato

07 viernes Ene 2022

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El pasado 10 de noviembre se realizó un acto institucional de agradecimiento a las personas que habían contribuido a la Paz y, entre ellas, a las que participamos en la movilización social frente a la violencia de ETA. Se trataba de un agradecimiento público a quienes reaccionamos al horror de justificar que la vida fuera menos importante que un proyecto político; de justificar que se matara, que se amedrentara y que se extorsionara en nombre del pueblo vasco. Desde nuestro punto de vista, el sentido del acto suponía reconocer que la movilización social contra ETA fue un factor fundamental en su deslegitimación, y que los movimientos sociales que la impulsaron fueron un agente de concienciación esencial en el proceso de mostrar públicamente el rechazo a la violencia de ETA.

la movilización social contra ETA fue un factor fundamental en su deslegitimación y los movimientos sociales que la impulsaron fueron un agente de concienciación esencial en el proceso de mostrar públicamente el rechazo a la violencia de ETA

La articulación de la reacción de la sociedad vasca frente a la violencia de ETA fue evolucionando. Es importante remarcar que fue una evolución progresiva, lo que quiere decir que no todos estuvimos en el mismo sitio a la vez. Durante estos cuarenta años la mayoría de las personas de esta sociedad fue descubriendo, cada cual en su momento, que matar estaba mal, que nada lo podía justificar. Y si importantes y dignas de mención son las primeras personas que lo comprendieron y lo manifestaron, también las últimas lo son. Se puede afirmar que la sociedad reaccionó tarde, porque tenía que haber respondido desde la primera muerte. Pero ese es un análisis demasiado simple para un proceso tan complejo y de tantos años.

Durante estos cuarenta años la mayoría de las personas de esta sociedad fue descubriendo, cada cual en su momento, que matar estaba mal, que nada lo podía justificar.

Lo cierto es que hubo una evolución social en la contestación a ETA y que, a finales de los años 80, grupos pacifistas como Gesto por la Paz crearon un canal de respuesta sistemática a la violencia. Solamente cinco años después, Anoeta se quedó pequeño para acoger a todas las miles de personas que querían manifestar, con su presencia en el estadio, que esa dinámica de violencia y amenaza de ETA tenía que acabar. Aquella respuesta multitudinaria se realizó a propósito del secuestro de Julio Iglesias Zamora, en 1993, y fue activada por el símbolo del lazo azul. Posteriormente, hubo más movilizaciones masivas por asesinatos que, como el de Miguel Ángel Blanco en 1997, fueron percibidos como particularmente trágicos y marcaron a la evolución de la movilización social contra ETA. Como sabemos, hasta que ETA se disolvió hubo todavía muchos más asesinatos injustos, porque, a pesar de la protesta social, ETA tardó unos quince años y muchas vidas más arrebatadas, hasta anunciar su final. Esa movilización social contra ETA, ese rechazo personal y social mostrado, cada vez mayor, fue decisivo para que la organización armada decidiera disolverse y es muy importante reconocerlo así, y que el relato de lo que vivimos tenga en cuenta esa idea de evolución de la sociedad vasca frente a ETA.

Hay que reconocer también que reaccionar frente a ETA exponía a las personas al odio y eso suponía exponerse a sentir miedo, porque el mero hecho de oponerse a ETA marcaba y propiciaba el acoso. La base social de apoyo a ETA fue necesaria en el desarrollo de esta historia de horror de más de 800 personas asesinadas, y esa base social intentó echar de las calles a la voz organizada de respuesta a la violencia.

El Correo

El acoso fue sistemático: intentaron aislar a cada una de esas personas, descalificándolas, y declarándolas enemigas de su pueblo vasco. El hostigamiento por parte de la izquierda abertzale ha sido continuo, en barrios y en pueblos, durante todos estos 40 años, de la movilización social contra ETA. Pero el compromiso desde grupos como Gesto por la Paz era ya decidido y firme, fruto de un largo recorrido. La movilización social contra ETA ha estado constituida por personas resistentes que tuvieron la firme voluntad de contagiar su rechazo a la violencia e impulsar la consecución de la paz en el País Vasco, y esto tiene que formar parte del relato de lo ocurrido en aquellos años.

la izquierda abertzale intentó echar de las calles a la voz organizada de respuesta a la violencia. El acoso fue sistemático: intentaron aislar a cada una de esas personas, descalificándolas, y declarándolas enemigas de su pueblo vasco. El hostigamiento ha sido continuo, en barrios y en pueblos, durante todos estos 40 años

Y tiene que incorporarse también en el relato, la existencia de una base social de apoyo a ETA que, no solo no condenaba o aplaudía los asesinatos, sino que ejercía un papel activo en la perpetuación de la violencia: haciendo de caja de resonancia social de las amenazas y señalamientos de ETA a personas de nuestra sociedad; incrementando el sufrimiento a las víctimas de sus atentados, acosándoles, no solo antes, sino también después del atentado; intentando dinamitar la reacción social en contra de la violencia de ETA; y, por último, ejerciendo un control social férreo sobre su propio entorno para contener las discrepancias, muy especialmente, a propósito de la justificación del uso de la violencia por parte de ETA. Esa base social de apoyo a ETA, necesaria para que la violencia continuara durante cuarenta años, generó mucho sufrimiento y distorsión en la convivencia, y esto tiene que ser reconocido por parte de la Izquierda Abertzale, quien debería enunciar con claridad cuál es su posición actual respecto a ese pasado.

Y tiene que incorporarse también en el relato, la existencia de una base social de apoyo a ETA que, no solo no condenaba o aplaudía los asesinatos, sino que ejercía un papel activo en la perpetuación de la violencia

También hay que agradecer que la reacción social ante ETA se articulara, en general, desde una defensa coherente y radical de los Derechos Humanos, mantenida incluso en los momentos más duros de acoso a la movilización. Desde el principio, Gesto por la Paz quiso desmontar la teoría de los dos bandos, que suponía la justificación del uso de la violencia, en base a una supuesta necesidad de responder a otra violencia. Por eso, el mensaje que se lanzó a la sociedad fue la del rechazo y la deslegitimación de las distintas violencias, no solo la de ETA, sino también la de organizaciones como los GAL, o la violencia ilegítima perpetrada por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Reconocer los distintos sufrimientos y vulneraciones de Derechos Humanos que se generaron hizo más contundente la movilización social a favor de la paz.

Gesto por la Paz, 2005

A día de hoy resulta intolerable que desde la Izquierda Abertzale se haga un reconocimiento del daño que “han recibido” las víctimas de ETA y que se arrogue el mérito de ser la única que reconoce a todas las víctimas de la violencia en el País Vasco. Hace treinta años que Gesto por la Paz exigió el esclarecimiento de la trama de los GAL y de los asesinatos que este grupo parapolicial cometió. En aquel tiempo, fue la misma Izquierda Abertzale la que boicoteó aquellos actos públicos, organizados para denunciar la realidad de esa violencia antiterrorista.

Efe. Gesto por la Paz, Bayona, 1996
Diario Vasco. Bayona, 1996
El Mundo. Bayona, 1996

Trataron así de monopolizar la solidaridad y el reconocimiento hacia las víctimas de la violencia antiterrorista para manipular su sufrimiento y poder mantener la teoría de los dos bandos. Sin embargo, la solidaridad con las víctimas de la violencia ha sido uno de los ejes que ha activado la movilización social a favor de la paz. El apoyo y el reconocimiento hacia ellas ha sido, en gran medida, el origen de la progresiva reacción a la violencia. El ataque que las víctimas sufrían individualmente fue, cada vez más, considerado como una agresión al conjunto de la sociedad.

El ataque que las víctimas sufrían individualmente fue, cada vez más, considerado como una agresión al conjunto de la sociedad.

Si las víctimas deben ser las protagonistas del relato del horror que se ha vivido en nuestra sociedad durante cuarenta años, en esa larga historia hay que reconocer también el papel jugado por la articulación de una movilización social, realizada desde la pluralidad de la sociedad vasca. Mientras ETA mataba y amedrentaba a la sociedad, incluso durante los años más duros de polarización social, los representantes de las familias políticas de Euskadi participaron en actos públicos organizados por Gesto por la Paz, que ponían de relieve la existencia de una base ética compartida, capaz de anteponer el compromiso con la defensa de los derechos humanos, a las diferencias partidistas.

Gesto por la Paz fue el artífice de la idea de que era necesario desvincular la violencia de la política, lo que implicaba negarse rotundamente a que ETA consiguiera algún reconocimiento político a cambio de su final.

Gesto por la Paz fue el artífice de la idea de que era necesario desvincular la violencia de la política, lo que implicaba negarse rotundamente a que ETA consiguiera algún reconocimiento político a cambio de su final. El recorrido de esta idea quedó patente en el cese incondicional que la propia ETA anunció en 2011. Desde el convencimiento de que la movilización de la sociedad vasca a favor de la paz había constituido un factor que había contribuido a la toma de esa decisión, Gesto por la Paz celebró en la calle, con el lema Lortu dugu–Lo hemos conseguido, la decisión de ETA de dejar de matar.

El Correo, 2011

Es importante incorporar este relato de la progresiva evolución de la sociedad vasca y de su movilización a partir de acciones inicialmente humildes y, posteriormente, más multitudinarias y relevantes, porque el reconocimiento, en nuestro pasado, de la importancia de la movilización ciudadana para afrontar un conflicto social grave, puede tener implicaciones para el futuro, y puede servir para incentivar otras peleas sociales.

el reconocimiento de la importancia de la movilización ciudadana para afrontar un conflicto social grave, puede tener implicaciones para el futuro, y puede servir para incentivar otras peleas sociales

 

Itziar Aspuru Soloaga, Maite Leanizbarrutia Biritxinaga, Eskolumbe Mesperuza Rotger e Inés Rodríguez Ranz de Gesto por la Paz

 


Una versión reducida de este artículo fue publicado en El Diario Vasco y El Correo en el mes de diciembre de 2021.

Por todas y cada una de ellas

20 lunes Dic 2021

Posted by gogoanmemoria in Víctimas

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ética pública, carteles y pintadas, Constitución española, COVITE, cultura vasca, Deia, derechos humanos, deslegitimar la violencia, empresario, espacio público, ETA, euskera, fuerzas de seguridad, José Manuel Piñuel Villalón, Juan Carlos García Goena, movimiento ecologista, movimiento feminista, Patxi Elola Azpeitia, presos, Sebastián Aizpiri Lejaristi, sindicalismo, terrorismo de Estado, testimonios de víctimas, torturas, víctimas del terrorismo

A día de hoy, cuando para hacer un mural a veces se abren procesos de reflexión y participación vecinal, me viene a la memoria mi niñez y mi juventud, mi pueblo: nadie me pidió entonces mi opinión sobre lo que iban a poner en un espacio público que, siendo teóricamente de todos, algunos secuestraron durante décadas y lo infestaron de carteles y pintadas pidiendo la amnistía para unos presos que habían atentado o habían colaborado para atentar contra seres humanos, llenaron de imágenes de vecinos y vecinas en el centro de una diana, de exigencias de que los familiares de los secuestrados pagaran para que ETA les devolviera su libertad, de sentencias de muerte expresadas en las palabras “chivato” o “traidor”, o de expresiones como “jódete” dedicadas a alguien a quien ETA acababa de asesinar.

un espacio público que, siendo teóricamente de todos, algunos secuestraron durante décadas y lo infestaron de carteles y pintadas pidiendo la amnistía para unos presos que habían atentado o habían colaborado para atentar contra seres humanos

Nos socializamos en aquel paisaje sin darnos cuenta del efecto devastador que tenía para la ética pública la presencia de todo aquello. Esas paredes nos fueron “formando” como seres hipersensibles hacia cualquier conculcación o posible conculcación de derechos que se pudiera cometer contra los presos y militantes de ETA, al tiempo que nos modelaban como personas insensibles hacia sus víctimas, cuyas vidas y derechos no se reivindicaban en ninguna pared.

Y a pesar de que hacían una defensa sectaria y exclusiva de los derechos de las personas que les eran afines, está probado que, tal y como denunciaban, hubo torturas y conculcación de derechos, y que el terrorismo de estado hizo de las suyas con todo lo que eso supuso: un sufrimiento terrible e injusto para esas víctimas y sus familias y un perjuicio grave al estado de derecho.

Y tantas décadas de violencia nos han dejado un país asolado, con centenas de asesinados y heridos, miles de personas afectadas, y una sociedad muy tocada e incluso rota. Y ahora nos toca recoger los pedacitos y rehacernos, y cada cual debería asumir su responsabilidad.

En lo concerniente al Estado y a los poderes públicos no hay más que echar un vistazo a la Constitución española y a los artículos que se encuentran en su núcleo más protegido para ver que en muchas ocasiones se han sobrepasado límites infranqueables. Y me baso en sentencias de tribunales españoles que han condenado a las fuerzas de seguridad y a altos cargos de la administración por graves delitos contra la vida y la integridad de las personas, y a sentencias de tribunales internacionales en relación a la falta de investigación de torturas y malos tratos, por poner un ejemplo. Los que ostentaron y ostentan el poder deberían hacer autocrítica y adquirir un compromiso firme de regeneración democrática y de no repetición.

sentencias de tribunales españoles que han condenado a las fuerzas de seguridad y a altos cargos de la administración por graves delitos contra la vida y la integridad de las personas, y a sentencias de tribunales internacionales en relación a la falta de investigación de torturas y malos tratos,

Y por otro lado, observo con tristeza que los tentáculos de ETA y su entorno político y social han contaminado lo mejor de nuestra sociedad: los movimientos sociales, la cultura, la política… Si nos fijamos por ejemplo en el movimiento ecologista, la voz de los militantes que se manifestaban en contra de que ETA se inmiscuyera en su ámbito de actuación quedaba totalmente silenciada y diluida en la pasividad generalizada hacia las acciones de ETA o en su justificación. En lo que respecta al movimiento feminista nunca ha trascendido que se haya realizado ningún análisis de cómo ha afectado el terrorismo a las mujeres –por ejemplo la cantidad de viudas que tuvieron que abandonar Euskadi acompañando los féretros de sus maridos, muchas con sus hijos pequeños-, o sobre el papel que jugaron las mujeres víctimas de ETA en contener y no transmitir el odio a sus hijos e hijas. Los sindicatos, a menudo dispuestos a adherirse a las convocatorias de la izquierda abertzale, tan críticos y contundentes –como debe ser- con los accidentes laborales, no recuerdo haber percibido dicha contundencia cuando ETA asesinaba, incluso a sus propios afiliados. Y qué tibios se mostraban cuando ETA extorsionaba o asesinaba a empresarios. Siempre he echado en falta que se impusieran las voces de los que tenían claro que en la lucha sindical no cabían estas prácticas. Qué decir del mundo de la cultura y del euskera; cuando en determinados ambientes suena extraño e incluso mal deslegitimar la violencia de raíz política en esta lengua, aunque afortunadamente somos cada vez más los que vamos adquiriendo este compromiso.

El Español.com

Animo a las personas que se mueven en estos ámbitos a que hagan una reflexión profunda sobre su militancia; estaría bien que probaran a hacerla a la luz de los testimonios de víctimas diversas. Porque después de décadas en las que se ha impuesto una cultura favorable o acrítica con la violencia, necesitaremos unos cuantos años para reparar todo eso y las víctimas, aunque han sido acalladas y despreciadas, pueden ser vacuna y antídoto, y deberían por justicia y por el bien común ocupar un lugar central y transversal en nuestra sociedad, influyendo en todas las iniciativas sociales y políticas que se lleven a cabo. Para conseguir un futuro mejor víctimas y sociedad deberían caminar de la mano, hasta que las primeras sean plenamente reconocidas y hasta que esta sociedad recupere la normalidad.

después de décadas en las que se ha impuesto una cultura favorable o acrítica con la violencia, necesitaremos unos cuantos años para reparar todo eso y las víctimas, aunque han sido acalladas y despreciadas, pueden ser vacuna y antídoto

Y por último quiero detenerme en la idea que recojo en el título de este escrito: se habla mucho de reconocer a todas las víctimas, pero como apuntaba una compañera de la ya disuelta Gesto por la Paz: “Más que decir que estamos con todas las víctimas deberíamos decir que estamos con cada una de ellas”, y ese matiz no es una cuestión baladí y deberíamos analizar si lo sentimos así, porque solamente si concluimos que estamos con todas y cada una de las víctimas podremos asegurar que estamos a favor de los derechos humanos y seremos capaces de deslegitimar la violencia.

Más que decir que estamos con todas las víctimas deberíamos decir que estamos con cada una de ellas

Voy a acabar recordando a cuatro víctimas concretas y con ellas a todas las demás, porque todas se merecen una placa, una flor, un recuerdo.

Sebastián Aizpiri Lejaristi, porque su asesinato en Eibar a manos de ETA el 25 de mayo de 1988 y todas las circunstancias que rodearon aquel hecho marcaron un punto de inflexión para mí, y me reafirmaron en mi decisión de unirme a Gesto por la Paz.

Juan Carlos García Goena, asesinado en Hendaia por los GAL el 24 de julio de 1987, y un recuerdo también para su viuda, hijas y para todas las víctimas del terrorismo de estado y de las torturas.

Patxi Elola Azpeitia, concejal socialista en Zarauz y con él todos los vecinos y vecinas que sufrieron la amenaza y la violencia de persecución junto con sus familias.

Y José Manuel Piñuel Villalón, asesinado por ETA el 14 de mayo de 2008 con un coche bomba en el cuartel de la guardia civil de Legutio. Acudí a su capilla ardiente, y cada vez que paso por Legutio y veo su fotografía fijada en la valla metálica que acota el espacio en el que se encontraba el cuartel, me acuerdo de su viuda, de su hijo y de sus compañeros, y pienso en el sinsentido y en la injusticia de la violencia, y siento pena.

Y concluyo agradeciendo a COVITE su invitación para participar en sus jornadas que este año tendrán lugar en Pamplona el 11 de noviembre, ese día no podré acudir, pero les dedico este escrito, que es en parte el resultado de todo lo que las propias víctimas me han regalado con sus testimonios y su afecto.

 

Maite Leanizbarrutia Biritxinaga, miembro de ‘Gogoan, por una memoria digna’

 

[Este artículo fue publicado en distintos periódicos del grupo Noticias (Deia, 9 de noviembre de 2021)]

«El tiempo del testimonio»

05 domingo Dic 2021

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'algo habrá hecho', Alianza Popular. bandera, Antonio Cedillo, Antonio Muñoz Molina, Arnaldo Otegi, Aurelio Prieto, Carmen Gisasola, Conchi Fernández, Florencio Dominguez, José María Panizo, Joseba Eceolaza, Josu Zabarte, María Dolores Bernisa, Martin Alonso, muertos incómodos, odio, Olvido, Rafael Vera, TA, Txomin Iturbe, vía Nanclares, víctimas del terrorismo, verdad, Vicente Zorita

Los de ETA han sido unos muertos incómodos, sobre todo porque les taparon la boca con la tierra podrida del “algo habrá hecho”. Saber sabíamos que estaban allí abajo gritando “¡estamos aquí!”, pero los cautiverios mentales de algunos de nosotros eran más fuertes que su verdad. Por eso sacarlos del olvido cerrado donde los han querido sus asesinos es hacernos a nosotros mismos un favor. Porque las víctimas, su recuerdo y su presencia, nos hacen mejores.

para mantener el silencio y el odio hicieron falta muchas mentiras

Por ello tan importante como el relato es la verdad porque para mantener el silencio y el odio hicieron falta muchas mentiras. La memoria de lo que ha provocado el terrorismo en nuestras vidas supone un recordatorio de lo que nunca debiera suceder, por eso exige un aprendizaje continuo, una visibilidad permanente. No es que lo hagamos una vez y ya. Exige tenerlo presente porque de alguna manera ese recuerdo es un antídoto frente al culto a la violencia. Recordar no es solo un acto simbólico. Recordar es también resistir ante unas ideas autoritarias por las que se asesinó en nuestro nombre.

Recordar es también resistir ante unas ideas autoritarias por las que se asesinó en nuestro nombre

Escribía certero Muñoz Molina que “no hay injurias más fáciles de olvidar que las que han sufrido otros, sobre todo si es uno mismo el que las ha cometido”. Ante la tentación del olvido o de la interpretación sesgada de lo sucedido quedan las víctimas, con su mano alzada y sus vivencias. Pasar del asunto, mirar con hastío a quienes pretendemos recordar, o huir hacia delante nunca debería ser una opción.

El “no debió suceder” que expresó Otegi hace unas semanas no es lo mismo que “no debimos hacerlo”: en lo primero aparece una visión táctica del final del terrorismo; en lo segundo una convicción ética. Y era exigible lo segundo, porque ETA es mitad fracaso, mitad catástrofe.

 no debimos hacerlo es una convicción ética

El odio hacia el otro y la ideología autoritaria en la que se parapetaba ha sido la ruina de mucha gente, a pesar de vivir en un lugar del mundo privilegiado, y en ocasiones en familias privilegiadas. Afirma Martín Alonso que el odio es una emoción de bajo coste, sobre todo, digo yo, para quienes empujaron al precipicio a cientos de jóvenes. Sobre ello Carmen Gisasola, una de las presas de ETA que inició el camino de la “vía Nanclares” basado en la autocrítica y el reconocimiento del daño injusto causado, en 2019 apuntó que “en mi pueblo son solo media docena de forofas de la lucha armada las que no me saludan. Pero decir, no me dicen nada. ¿Qué me van a decir si se han pasado cuarenta años evitando entrar en ETA?”.

Afirma Martín Alonso que el odio es una emoción de bajo coste, sobre todo, digo yo, para quienes empujaron al precipicio a cientos de jóvenes.

Florencio Domínguez, en su libro La agonía de ETA, destaca que un amigo de un miembro de ETA le escribió: “La ETA militar cada vez es menos militar. A ver si zumbáis fuerte y empezar a poner muertos encima de la mesa, que lleva un tiempo vacía”. El dirigente de ETA Txomin Iturbe escribía así al comando Zuberoa en 1978: “Bueno, sin más y esperando que continuéis con ejecuciones, nos despedimos de vosotros con un fuerte abrazo, y hasta la vista”. “Yo no he asesinado a nadie, yo he ejecutado. No me arrepiento”, confesaba Josu Zabarte, otro miembro destacado de ETA, en una entrevista.

Yo no he asesinado a nadie, yo he ejecutado. No me arrepiento, confesaba Josu Zabarte

Y ese pensamiento se trasladó a la violencia que ETA ejerció; al quién y al cuándo, pero también al cómo. A Vicente Zorita, asesinado en 1980, le pegaron siete tiros, pero antes, arrodillado como estaba, le pusieron una bandera española en la boca. Era miembro de Alianza Popular. A Antonio Cedillo, policía nacional, le tirotearon en una carretera rural de Rentería en 1982, salió malherido, logró pedir auxilio y se metió en una furgoneta camino al hospital. Sin embargo, el comando volvió a la zona, detuvo la furgoneta y remató a Antonio. Eso mismo le hicieron al ex guardia civil, José María Panizo, en 1978. El miembro de ETA que le descerrajó varios tiros se dio cuenta de que, caído en el suelo, no había muerto, se acercó al cuerpo de José María, le puso la rodilla en el cuello y le disparó en la cabeza.

Más. Asesinan al guardia civil Aurelio Prieto, natural de Extremadura. Su viuda, Conchi Fernández, viaja en un avión de carga camino del entierro de su marido. Allí, entre el eco metálico y la soledad del aparato, el féretro, la hija en común de seis meses y la hermana de Conchi llenan el vacío. Van camino de Mérida a empezar una nueva vida en una tierra que no era la suya, porque Conchi era de Alsasua.

El exilio interior, el que llena de tristeza infinita una vida, tal vez haya sido uno de los peores exilios que hayan tenido que sufrir muchas víctimas. En 1982 ETA asesina al industrial Rafael Vera Gil. A los tres meses, su viuda, María Dolores Bernisa, se suicida.

El exilio interior, el que llena de tristeza infinita una vida, tal vez haya sido uno de los peores exilios que hayan tenido que sufrir muchas víctimas

Todavía estamos en el tiempo del testimonio. Porque la transmisión de toda esta barbaridad que fue el matar es una obligación moral si queremos superar un trauma como el de la violencia. Sobre todo para que nadie nunca vuelva a decir que no sabía.

 

Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan por una Memoria Digna

 

Stop ‘ongi etorris’

02 jueves Dic 2021

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derechos humanos, Elkarbizi, espacio público, Fundación Fernando Buesa, Gogoan por una memoria digna, ongi etorri, presos de ETA, reconocimiento del injusto daño causado, víctimas del terrorismo

 

Fundación Fernando Buesa
Gogoan, por una memoria digna
Elkarbizi

 

La Fundación Fernando Buesa, Gogoan-Memoria Digna y Elkarbizi celebran que ya no se vayan a organizar actos públicos de homenaje a presos de ETA

Las tres entidades consideran que es necesario seguir reflexionando sobre la consideración social hacia los victimarios.

Las tres entidades que impulsaron el documento “Los victimarios en el espacio público” que fue aprobado en varios ayuntamientos de Euskadi y Navarra, han destacado que esta es una victoria ciudadana, que de forma mayoritaria pedía que se terminara con este tipo de actos, al menos en el espacio público.

En opinión de las tres entidades los recibimientos a presos de ETA cada vez que se daban han sido socialmente tan criticados, sobre todo, porque concentraban la indecencia e indignidad de considerar a quien había matado o había colaborado en matar como un ejemplo social al que recibir con honores. Hacer esos recibimientos en el espacio público, con bengalas, música y pasacalles tenían muy poco que ver con el afecto familiar y mucho con la reivindicación de un pasado terrorista.

esos recibimientos en el espacio público, con bengalas, música y pasacalles tenían muy poco que ver con el afecto familiar y mucho con la reivindicación de un pasado terrorista

En este sentido, las entidades han subrayado que, tanto las víctimas, como las asociaciones han jugado el papel de lupa ética, algo que ha sido fundamental para que el conjunto de la sociedad pudiéramos ser conscientes del daño que este tipo de actos estaban provocando en nuestra convivencia y en la memoria de las víctimas.

Tal y como han destacado las tres entidades, la mejor manera de contribuir a un futuro en paz, con una convivencia sana y una memoria reparadora es seguir reflexionando sobre la consideración social de los victimarios. En ese camino, dejar de considerar a los miembros de ETA como presos políticos, eliminar murales, pintadas y pancartas glorificadoras o reconocer definitivamente y para siempre la injusticia y la ilegitimidad del daño causado sin matices, es la mejor forma de contribuir al cierre de las heridas, porque deslegitimar socialmente la violencia terrorista es algo necesario y urgente.

reconocer definitivamente y para siempre la injusticia y la ilegitimidad del daño causado sin matices

Estos homenajes, es obvio, humillaban a las víctimas. Pero también atacaban a la propia sociedad, porque esos homenajes, y la representación que conllevan, eran un ataque a las bases éticas más elementales, sin las cuales no podemos construir sociedad. Celebramos este paso que, aunque tarde y después de haber generado un daño ético y moral evidente, llega gracias a la presión social.

Estos homenajes humillan a las víctimas, pero también atacan a la propia sociedad, porque representan una agresión a las bases éticas más elementales

 

Nota de prensa, 30 de noviembre de 2021

Las víctimas de Parot

08 viernes Oct 2021

Posted by gogoanmemoria in Sin categoría

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Arrasate-Mondragón, Aserfabite, asesinato, Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Beatriz Artolazabal, cárcel, Centro Memorial de Víctimas del terrorismo, Delegación del Gobierno en el País Vasco, Denis Itxaso, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, ETA, Florencio Dominguez, Fundación Fernando Buesa, Gobierno de Navarra, Gobierno Vasco, Henri Parot, homenajes, reinserción de presos, SARE, Víctimas, víctimas de la violencia, víctimas del terrorismo, Zaitu

El 17 de septiembre pasado, la Delegación del Gobierno en el País Vasco, el Centro Memorial de Víctimas del terrorismo y el Gobierno vasco realizaron un acto de homenaje a las víctimas a raíz de la convocatoria que realizó la organización SARE tratando de denunciar la situación de encarcelamiento de Henri Parot. A dicho acto, además de representantes de las instituciones convocantes, también asistieron manifestando su apoyo representantes del Gobierno navarro y de diversas asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo como la Fundación Fernando Buesa, la ACFSEVT(Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado víctimas del terrorismo, Aserfabite (Asociación de Ertzainas y Familiares Víctimas del Terrorismo), Zaitu, etc. También acudió a expresar su apoyo Gogoan, por una memoria digna.

Representantes de las tres instituciones convocantes –Denis Itxaso, Florencio Domínguez y Beatriz Artolazabal– leyeron el siguiente manifiesto:

Cuando se aproxima el X aniversario del fin del terrorismo de ETA, constatamos que las consecuencias de la violencia siguen afectando y condicionando tanto a las víctimas directas como al conjunto de la sociedad. Una sociedad sana tiene el deber de tener siempre presentes los asesinatos, los secuestros, las amenazas, las extorsiones y las heridas producidas por el odio y el fanatismo a tantas y tantas personas inocentes. Conseguir una verdadera convivencia en una sociedad tan profundamente marcada por el terrorismo llevará mucho tiempo. Para ello harán falta voluntad y un enorme compromiso ético y pedagógico.

En el camino de la construcción de la convivencia democrática, las instituciones y el conjunto de la ciudadanía estamos interpelados, pero sobre todo lo están aquellas personas que ejercieron directamente la violencia, y también las que les procuraron sustento político y legitimación social. Del cumplimiento de sus penas, pero también de su voluntad de reinsertarse en la sociedad reconociendo el enorme dolor causado, depende en buena parte que la convivencia se forje sobre bases sólidas que eviten la tentación de repetición de esa macabra Historia.

De nuevo este verano hemos asistido a expresiones públicas que han homenajeado e idealizado la figura y la trayectoria de personas que han estado en la cárcel por cometer o ayudar a cometer horribles crímenes. Lo cierto es que estos actos, no solo infligen un doloroso daño ético y moral hacia las víctimas, sino que representa una negación del legítimo derecho individual de reinserción y rehabilitación que asiste a todo expreso que ha cumplido el castigo impuesto. Es, en definitiva, un insulto y una afrenta al conjunto de la sociedad en su afán por sanar las profundas heridas ocasionadas por el fanatismo. Esta consideración épica de quienes ejercieron la violencia terrorista en el espacio público evidencia que una parte relevante de nuestra sociedad aún no ha asumido la necesaria deslegitimación ética, social y política del terrorismo. Un hecho nocivo a todas luces para la formación en valores de las generaciones futuras.

Hasta hace unos minutos, estaba previsto que mañana sábado, varios colectivos celebrasen en Arrasate-Mondragón una marcha en favor de Henri Parot, uno de los miembros de ETA que más asesinatos ha cometido. El derecho a la libertad de expresión hubiese amparado la posibilidad de reclamar su excarcelación, pero hubiese sido profundamente humillante para sus víctimas elevar a la condición de mártir a quien suma en su debe 39 asesinatos.

Lo que una sociedad madura y éticamente sana debe remarcar ante circunstancias como esta es la memoria, la justicia y la reparación para con todas las víctimas de la violencia, y en especial el recuerdo, el cariño y la empatía con todas y cada una de esas 39 víctimas mortales. Es en ellas sobre quienes se debe poner el foco y la atención, no en su victimario.

La cancelación del mencionado evento por parte de los propios organizadores demuestra que la presión social y política de víctimas organizadas e instituciones, es un inmejorable instrumento para sembrar convivencia y evitar ofensas hirientes e injustas.

La pedagogía que venimos haciendo en el terreno de los derechos humanos y la exigencia pública de empatía con quienes más han sufrido el zarpazo de la violencia, representa el camino a seguir.

Además, en estas circunstancias, es necesario recordar que la legislación penitenciaria prevé diferentes mecanismos para lograr la reinserción de los presos, pero es una responsabilidad individual dar los pasos para lograrla. Y hay una condición que resulta ineludible: la autocrítica por el daño causado, el reconocimiento de la injusticia perpetrada, la asunción de la ilegitimidad de la violencia para conseguir objetivos políticos.

Las instituciones y entidades de víctimas que hoy nos hemos convocado en este acto, queremos rendir un sentido y sincero homenaje a la memoria de todas y cada una de las víctimas de Henri Parot.

 

Posteriormente, dos víctimas del terrorismo fueron leyendo los nombres de cada una de las 39 víctimas de Henri Parot y los asistentes fueron depositando una flor delante de un panel con sus nombres.

Desde Gogoan nos generaba dudas realizar un acto como respuesta a otra convocatoria; no obstante, asistimos y participamos en el acto como gesto de profunda solidaridad con estas y con todas las víctimas del terrorismo. También asistimos como representación de esa parte de la sociedad que piensa y siente que los homenajes a etarras no solo hieren a las víctimas -directas o indirectas-, sino que resultan insufribles e intolerables a quienes consideramos que el presente y el futuro tiene que estar basado en una radical deslegitimación de la violencia. Solo sobre esta premisa se podrá fundamentar una convivencia medianamente normalizada.

En su día, la sociedad tuvo oportunidades de decir NO a ETA. Muchas personas las obviaron, otras no. Hoy, tenemos la oportunidad de aportar al futuro granitos de deslegitimación de las barbaridades ocurridas. Desde Gogoan no queremos desperdiciar esa oportunidad.

 

 

Las pancartas (nota de prensa)

22 jueves Jul 2021

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alejamiento, convivencia, deslegitimación de la violencia, espacio público, ETA, Fundación Fernando Buesa, Gogoan por una memoria digna, memoria de las víctimas, nota de prensa, pancartas, política penitenciaria, presoak etxera, presos y presas de ETA, víctimas del terrorismo

La Fundación Fernando Buesa y Gogoan-Memoria Digna piden a los ayuntamientos que generen espacios para la convivencia, la deslegitimación social de la violencia y la memoria de las víctimas.

 

Nota de prensa (21 de julio de 2021)

La Fundación Fernando Buesa y Gogoan, por una memoria digna pedimos a los ayuntamientos que contribuyan a que los espacios públicos sean lugares que fomenten la convivencia, la deslegitimación de la violencia y la memoria de las víctimas.

Queremos subrayar que el espacio público es un bien común y por ello en él se deben fomentar valores conciliadores. Inundar las calles de nuestros pueblos con pancartas que piden “presoak etxera”, que es tanto como pedir impunidad ante crímenes gravísimos, supone copar el paisaje urbano con mensajes que no ayudan a la paz ni a la memoria.

Desde la Fundación Fernando Buesa y Gogoan recalcamos que el espacio público no tiene por qué ser neutral, pero sí que, al menos, debe respetar la memoria de los cientos de damnificados y damnificadas por la violencia y el odio.

el espacio público debe respetar la memoria de los cientos de damnificados y damnificadas por la violencia y el odio.

En este sentido, destacamos que en el tiempo post-ETA se trata de construir un paisaje urbano que recuerde al agredido, que ayude a deslegitimar la violencia y que lleve a la plaza y la escena pública a la víctima, no al victimario.

Desde Gogoan por una memoria digna y la Fundación Fernando Buesa consideramos que es absolutamente legítimo criticar la política penitenciaria de alejamiento de los presos, pero es muy distinto tratar acríticamente, como si fueran mártires de nuestros pueblos, a quienes cometieron graves atentados contra sus víctimas y contra la convivencia en nuestra sociedad.

Por ello, lamentamos que se utilice una reivindicación justa, como es la de terminar con el alejamiento, para trasladar una épica en torno a los presos, como si estos no hubieran generado un daño enorme en las víctimas, en su entorno familiar, social y político, y en el conjunto de la sociedad. Sin duda, a pesar de que sus crímenes nos repugnan, las personas presas tienen derechos, pero llama la atención la presencia constante, evidente y, a veces, asfixiante de los victimarios en los espacios públicos de determinados municipios y la poca presencia de las víctimas, en esto hay un desequilibrio enorme que debería provocar una reflexión de fondo sobre la construcción de nuestra memoria.

llama la atención la presencia constante, evidente y, a veces, asfixiante de los victimarios en los espacios públicos de determinados municipios

La consideración hacia los victimarios y la connivencia de instituciones públicas evidencian una carencia importante en un sector de nuestra sociedad: aún no ha asumido la necesaria deslegitimación social de la violencia.

Una apuesta coherente por la convivencia también implica una defensa integral y completa de los derechos de las personas agredidas y sin duda el respeto a la memoria de las víctimas está entre esos derechos.

un sector de nuestra sociedad aún no ha asumido la necesaria deslegitimación social de la violencia.

 

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