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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

Archivos de etiqueta: Florencio Dominguez

«El tiempo del testimonio»

05 domingo Dic 2021

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'algo habrá hecho', Alianza Popular. bandera, Antonio Cedillo, Antonio Muñoz Molina, Arnaldo Otegi, Aurelio Prieto, Carmen Gisasola, Conchi Fernández, Florencio Dominguez, José María Panizo, Joseba Eceolaza, Josu Zabarte, María Dolores Bernisa, Martin Alonso, muertos incómodos, odio, Olvido, Rafael Vera, TA, Txomin Iturbe, vía Nanclares, víctimas del terrorismo, verdad, Vicente Zorita

Los de ETA han sido unos muertos incómodos, sobre todo porque les taparon la boca con la tierra podrida del “algo habrá hecho”. Saber sabíamos que estaban allí abajo gritando “¡estamos aquí!”, pero los cautiverios mentales de algunos de nosotros eran más fuertes que su verdad. Por eso sacarlos del olvido cerrado donde los han querido sus asesinos es hacernos a nosotros mismos un favor. Porque las víctimas, su recuerdo y su presencia, nos hacen mejores.

para mantener el silencio y el odio hicieron falta muchas mentiras

Por ello tan importante como el relato es la verdad porque para mantener el silencio y el odio hicieron falta muchas mentiras. La memoria de lo que ha provocado el terrorismo en nuestras vidas supone un recordatorio de lo que nunca debiera suceder, por eso exige un aprendizaje continuo, una visibilidad permanente. No es que lo hagamos una vez y ya. Exige tenerlo presente porque de alguna manera ese recuerdo es un antídoto frente al culto a la violencia. Recordar no es solo un acto simbólico. Recordar es también resistir ante unas ideas autoritarias por las que se asesinó en nuestro nombre.

Recordar es también resistir ante unas ideas autoritarias por las que se asesinó en nuestro nombre

Escribía certero Muñoz Molina que “no hay injurias más fáciles de olvidar que las que han sufrido otros, sobre todo si es uno mismo el que las ha cometido”. Ante la tentación del olvido o de la interpretación sesgada de lo sucedido quedan las víctimas, con su mano alzada y sus vivencias. Pasar del asunto, mirar con hastío a quienes pretendemos recordar, o huir hacia delante nunca debería ser una opción.

El “no debió suceder” que expresó Otegi hace unas semanas no es lo mismo que “no debimos hacerlo”: en lo primero aparece una visión táctica del final del terrorismo; en lo segundo una convicción ética. Y era exigible lo segundo, porque ETA es mitad fracaso, mitad catástrofe.

 no debimos hacerlo es una convicción ética

El odio hacia el otro y la ideología autoritaria en la que se parapetaba ha sido la ruina de mucha gente, a pesar de vivir en un lugar del mundo privilegiado, y en ocasiones en familias privilegiadas. Afirma Martín Alonso que el odio es una emoción de bajo coste, sobre todo, digo yo, para quienes empujaron al precipicio a cientos de jóvenes. Sobre ello Carmen Gisasola, una de las presas de ETA que inició el camino de la “vía Nanclares” basado en la autocrítica y el reconocimiento del daño injusto causado, en 2019 apuntó que “en mi pueblo son solo media docena de forofas de la lucha armada las que no me saludan. Pero decir, no me dicen nada. ¿Qué me van a decir si se han pasado cuarenta años evitando entrar en ETA?”.

Afirma Martín Alonso que el odio es una emoción de bajo coste, sobre todo, digo yo, para quienes empujaron al precipicio a cientos de jóvenes.

Florencio Domínguez, en su libro La agonía de ETA, destaca que un amigo de un miembro de ETA le escribió: “La ETA militar cada vez es menos militar. A ver si zumbáis fuerte y empezar a poner muertos encima de la mesa, que lleva un tiempo vacía”. El dirigente de ETA Txomin Iturbe escribía así al comando Zuberoa en 1978: “Bueno, sin más y esperando que continuéis con ejecuciones, nos despedimos de vosotros con un fuerte abrazo, y hasta la vista”. “Yo no he asesinado a nadie, yo he ejecutado. No me arrepiento”, confesaba Josu Zabarte, otro miembro destacado de ETA, en una entrevista.

Yo no he asesinado a nadie, yo he ejecutado. No me arrepiento, confesaba Josu Zabarte

Y ese pensamiento se trasladó a la violencia que ETA ejerció; al quién y al cuándo, pero también al cómo. A Vicente Zorita, asesinado en 1980, le pegaron siete tiros, pero antes, arrodillado como estaba, le pusieron una bandera española en la boca. Era miembro de Alianza Popular. A Antonio Cedillo, policía nacional, le tirotearon en una carretera rural de Rentería en 1982, salió malherido, logró pedir auxilio y se metió en una furgoneta camino al hospital. Sin embargo, el comando volvió a la zona, detuvo la furgoneta y remató a Antonio. Eso mismo le hicieron al ex guardia civil, José María Panizo, en 1978. El miembro de ETA que le descerrajó varios tiros se dio cuenta de que, caído en el suelo, no había muerto, se acercó al cuerpo de José María, le puso la rodilla en el cuello y le disparó en la cabeza.

Más. Asesinan al guardia civil Aurelio Prieto, natural de Extremadura. Su viuda, Conchi Fernández, viaja en un avión de carga camino del entierro de su marido. Allí, entre el eco metálico y la soledad del aparato, el féretro, la hija en común de seis meses y la hermana de Conchi llenan el vacío. Van camino de Mérida a empezar una nueva vida en una tierra que no era la suya, porque Conchi era de Alsasua.

El exilio interior, el que llena de tristeza infinita una vida, tal vez haya sido uno de los peores exilios que hayan tenido que sufrir muchas víctimas. En 1982 ETA asesina al industrial Rafael Vera Gil. A los tres meses, su viuda, María Dolores Bernisa, se suicida.

El exilio interior, el que llena de tristeza infinita una vida, tal vez haya sido uno de los peores exilios que hayan tenido que sufrir muchas víctimas

Todavía estamos en el tiempo del testimonio. Porque la transmisión de toda esta barbaridad que fue el matar es una obligación moral si queremos superar un trauma como el de la violencia. Sobre todo para que nadie nunca vuelva a decir que no sabía.

 

Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan por una Memoria Digna

 

Las víctimas de Parot

08 viernes Oct 2021

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Arrasate-Mondragón, Aserfabite, asesinato, Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Beatriz Artolazabal, cárcel, Centro Memorial de Víctimas del terrorismo, Delegación del Gobierno en el País Vasco, Denis Itxaso, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, ETA, Florencio Dominguez, Fundación Fernando Buesa, Gobierno de Navarra, Gobierno Vasco, Henri Parot, homenajes, reinserción de presos, SARE, Víctimas, víctimas de la violencia, víctimas del terrorismo, Zaitu

El 17 de septiembre pasado, la Delegación del Gobierno en el País Vasco, el Centro Memorial de Víctimas del terrorismo y el Gobierno vasco realizaron un acto de homenaje a las víctimas a raíz de la convocatoria que realizó la organización SARE tratando de denunciar la situación de encarcelamiento de Henri Parot. A dicho acto, además de representantes de las instituciones convocantes, también asistieron manifestando su apoyo representantes del Gobierno navarro y de diversas asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo como la Fundación Fernando Buesa, la ACFSEVT(Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado víctimas del terrorismo, Aserfabite (Asociación de Ertzainas y Familiares Víctimas del Terrorismo), Zaitu, etc. También acudió a expresar su apoyo Gogoan, por una memoria digna.

Representantes de las tres instituciones convocantes –Denis Itxaso, Florencio Domínguez y Beatriz Artolazabal– leyeron el siguiente manifiesto:

Cuando se aproxima el X aniversario del fin del terrorismo de ETA, constatamos que las consecuencias de la violencia siguen afectando y condicionando tanto a las víctimas directas como al conjunto de la sociedad. Una sociedad sana tiene el deber de tener siempre presentes los asesinatos, los secuestros, las amenazas, las extorsiones y las heridas producidas por el odio y el fanatismo a tantas y tantas personas inocentes. Conseguir una verdadera convivencia en una sociedad tan profundamente marcada por el terrorismo llevará mucho tiempo. Para ello harán falta voluntad y un enorme compromiso ético y pedagógico.

En el camino de la construcción de la convivencia democrática, las instituciones y el conjunto de la ciudadanía estamos interpelados, pero sobre todo lo están aquellas personas que ejercieron directamente la violencia, y también las que les procuraron sustento político y legitimación social. Del cumplimiento de sus penas, pero también de su voluntad de reinsertarse en la sociedad reconociendo el enorme dolor causado, depende en buena parte que la convivencia se forje sobre bases sólidas que eviten la tentación de repetición de esa macabra Historia.

De nuevo este verano hemos asistido a expresiones públicas que han homenajeado e idealizado la figura y la trayectoria de personas que han estado en la cárcel por cometer o ayudar a cometer horribles crímenes. Lo cierto es que estos actos, no solo infligen un doloroso daño ético y moral hacia las víctimas, sino que representa una negación del legítimo derecho individual de reinserción y rehabilitación que asiste a todo expreso que ha cumplido el castigo impuesto. Es, en definitiva, un insulto y una afrenta al conjunto de la sociedad en su afán por sanar las profundas heridas ocasionadas por el fanatismo. Esta consideración épica de quienes ejercieron la violencia terrorista en el espacio público evidencia que una parte relevante de nuestra sociedad aún no ha asumido la necesaria deslegitimación ética, social y política del terrorismo. Un hecho nocivo a todas luces para la formación en valores de las generaciones futuras.

Hasta hace unos minutos, estaba previsto que mañana sábado, varios colectivos celebrasen en Arrasate-Mondragón una marcha en favor de Henri Parot, uno de los miembros de ETA que más asesinatos ha cometido. El derecho a la libertad de expresión hubiese amparado la posibilidad de reclamar su excarcelación, pero hubiese sido profundamente humillante para sus víctimas elevar a la condición de mártir a quien suma en su debe 39 asesinatos.

Lo que una sociedad madura y éticamente sana debe remarcar ante circunstancias como esta es la memoria, la justicia y la reparación para con todas las víctimas de la violencia, y en especial el recuerdo, el cariño y la empatía con todas y cada una de esas 39 víctimas mortales. Es en ellas sobre quienes se debe poner el foco y la atención, no en su victimario.

La cancelación del mencionado evento por parte de los propios organizadores demuestra que la presión social y política de víctimas organizadas e instituciones, es un inmejorable instrumento para sembrar convivencia y evitar ofensas hirientes e injustas.

La pedagogía que venimos haciendo en el terreno de los derechos humanos y la exigencia pública de empatía con quienes más han sufrido el zarpazo de la violencia, representa el camino a seguir.

Además, en estas circunstancias, es necesario recordar que la legislación penitenciaria prevé diferentes mecanismos para lograr la reinserción de los presos, pero es una responsabilidad individual dar los pasos para lograrla. Y hay una condición que resulta ineludible: la autocrítica por el daño causado, el reconocimiento de la injusticia perpetrada, la asunción de la ilegitimidad de la violencia para conseguir objetivos políticos.

Las instituciones y entidades de víctimas que hoy nos hemos convocado en este acto, queremos rendir un sentido y sincero homenaje a la memoria de todas y cada una de las víctimas de Henri Parot.

 

Posteriormente, dos víctimas del terrorismo fueron leyendo los nombres de cada una de las 39 víctimas de Henri Parot y los asistentes fueron depositando una flor delante de un panel con sus nombres.

Desde Gogoan nos generaba dudas realizar un acto como respuesta a otra convocatoria; no obstante, asistimos y participamos en el acto como gesto de profunda solidaridad con estas y con todas las víctimas del terrorismo. También asistimos como representación de esa parte de la sociedad que piensa y siente que los homenajes a etarras no solo hieren a las víctimas -directas o indirectas-, sino que resultan insufribles e intolerables a quienes consideramos que el presente y el futuro tiene que estar basado en una radical deslegitimación de la violencia. Solo sobre esta premisa se podrá fundamentar una convivencia medianamente normalizada.

En su día, la sociedad tuvo oportunidades de decir NO a ETA. Muchas personas las obviaron, otras no. Hoy, tenemos la oportunidad de aportar al futuro granitos de deslegitimación de las barbaridades ocurridas. Desde Gogoan no queremos desperdiciar esa oportunidad.

 

 

Memorias del terrorismo en España

26 miércoles Sep 2018

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"Breve memoria de un esfuerzo institucional", amenazas, Antonio Rivera, Asociación por la Paz de Euskal Herria, atentado contra el bar Aldana, atentado de Alonsotegi, atentado de Hipercor, Ayuntamiento de Hernani, Ayuntamiento de Zarautz, ética y moral, BVE, Centro Memorial Víctimas del terrorismo, Comandos Autónomos Anticapitalistas, Consuelo Ordoñez, convivencia, Cristina Cuesta, Dirección de Atención a Víctimas del terrorismo del Gobierno Vasco, Enrique Cuesta, Enrique Ullibarriarana, ertzaina, ETA, Florencio Dominguez, GAE, GAL, Gorka Angulo, Gregorio Ordoñez, Iñaki Arana, Jesus Maria Pedrosa, Joseba Arregui, Joxan Rekondo, justicia, Liborio Arana, Manuel Fuentes Pedreira, Maria Carmen Hernández, mosso de escuadra, nacionalismo, Pacto de Lizarra, paz, Raúl López Romo, Roberto Manrique, Santos Santamaría, Santos Santamaría Avendaño, Secretaría General de Derechos Humanos Convivencia y Cooperación, Stefan Zweig, Txema Urkijo, UPV-EHU, violencia de persecución

Este es el nuevo libro que ha presentado Raúl López Romo con el prólogo de Florencio Domínguez, historiador y director del Centro Memorial de Víctimas del terrorismo, respectivamente.

Son 65 relatos cortos escritos por familiares de «víctimas, por profesionales de diversos campos y por activistas«. Diferentes miradas que, como dice Stefan Zweig, ayudan a reconstruir la «atmósfera espiritual» de una  época. «Esta no se encuentra sedimentada en los acontecimientos oficiales, sino más bien en pequeños episodios personales«.

Como no puede ser de otra manera, los relatos son muy diversos y plurales y van desde el minucioso estudio del catedrático de Historia Comtemporánea de la UPV-EHU, Antonio Rivera, sobre los Comándos Autónomos Anticapitalistas hasta el sencillo relato del asesor de la Secretaria General de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación, Enrique Ullibarriarana. Por esta razón, hemos seleccionado frases de algunos de estos relatos.

Joseba Arregui en relación al Pacto de Lizarra:

Implicaba asumir que para conseguir la paz era preciso conceder a ETA la realización de su proyecto nacionalista radical bajo la argucia de que era mayoritario en la sociedad vasca

El de Cristina Cuesta, hija de Enrique Cuesta asesinado por los Comándos Autónomos Anticapitalistas en 1982, es uno de los relatos más recomendables. Narra cómo fueron los primeros pasos de la Asociación por la Paz de Euskal Herria en 1986, cuando se concentraron por primera vez por el asesinato de Manuel Fuentes Pedreira tras la pancarta «Basta ya. Nuestro pueblo quiere paz«.

Nos comprometimos a convocar concentraciones silenciosas tras el asesinato o la muerte violenta de un ser humano, independientemente del grupo terrorista que actuara, la profesión de la víctima, su ideología, su procedencia o cualquier otra circunstancia. Nos centrábamos en la irreparable pérdida humana.

Nació una nueva manera de mirar y de actuar ante la realidad de sufrimiento y de miedo que nos rodeaba, en la que las víctimas se hacían presentes y tímidamente empezaban a alzar la voz, incluso en silencio.

Roberto Manrique, víctima del atentado de Hipercor (ETA, 1987), dice esto sobre la actuación de la Justicia, según el juicio por su atentado:

Del enorme número de personas con seres queridos asesinados o de la extensa relación de heridos solo iban a aportar su testimonio dos: una herida grave que, al ser extranjera y no dominar el idioma excusó su asistencia, y uno de los heridos más leves del atentado. Cuando pregunté la razón para esa pantomina, me explicaron que habia sido una elección por sorteo. ¿Sorteo? ¿La justicia escuchaba la voz, el dolor y la experiencia de las víctimas a través de un sorteo? ¿solo iban a escuchar a dos?. Salí del juicio con la impresión de que la víctima era quien menos importaba a la justicia, que éramos la inoportunidad personificada.

Consuelo Ordoñez, hermana de Gregorio Ordóñez asesinato por ETA en 1995, dice esto:

Al final, no fue ETA quien de forma directa me explusó del País Vasco, sino mis propios conciudadanos que colocaron su miedo al ostracismo social un peldaño por encima de su dignidad.

Y también sobre la actitud de los vecinos y vecinos habla Mari Carmen Hernández, viuda de Jesús Mari Pedrosa asesinado por ETA n el 2000:

Sientes el vacío de la gente que, por miedo o porque no le afectaba de cerca, pasaba de ello. Vecinos, personas que te dejan de hablar, de saludar. Gente que has conocido de toda la vida y se manifestaba debajo de casa. ¡Es muy triste!

Santos Santamaría es el padre de Santos Santamaría Avendaño, mosso d’escuadra asesinado por ETA en 2001, dice:

No necesitamos homenajes porque sabemos que solo hemos sido el instrumento del terrorista para crear terror a la sociedad. Simples instrumentos. La única víctima real ha sido y es la sociedad. Pero la sociedad es cómoda, hasta el punto de acceder a cualquier arreglo cobarde solo por aquello de ‘para que a mí no me toque’.

Joxan Rekondo, ex alcalde de Hernani y víctima de la violencia de persecución durante muchos años, escribe:

Me atrevo a decir que difícilmente podrá regenerarse la convivencia entre vascos sin sanar los daños que la intimidación y el terror han provocado durante todo este tiempo en todas las dimensiones de la vida social.

Zarautz, 2000 Gesto por la Paz

Gloria Vázquez, concejala del Ayuntamiento de Zarautz y también víctima de la violencia de persecución, nos cuenta:

Algunos amigos me reprocharon que hubiera asumido un cargo público que implicara escolta teniendo hijos. Como si yo estuviera poniendo en riesgo a mis hijos. Era una de las perversidades del terrorismo y de sus seguidores, que pretendían traspasar la responsabilidad de lo que pudiera ocurrir a los propios amenazados. Y lo conseguían

Gorka Angulo, periodista del Centro Memorial de las Víctimas del terrorismo, finaliza su relato de esta manera:

Cuando una sociedad, una generación, ha tenido el terrorismo en la puerta de la casa y esto solo ha concienciado y movilizado a una ínfima parte de sus integrantes, solo se puede pensar que el miedo y la cobarcia moral han hecho más daño que los propios terroristas. Si siendo más jóvenes fallaron la ética y la moral, que siendo más mayores no falle la memoria

A este relato le sigue el de Iñaki Arana, hijo de Liborio Arana asesinado por los GAE (Grupos Armados Españoles) en 1980. Iñaki describe la sencillez de su padre, el lechero de Alonsotegi, el tremendo golpe que causó en la familia el asesinato del padre y el maltrato que sufrieron por parte de la policía que no mostró ningún interés por investigar el caso. Motivado por querer conocer la verdad, Iñaki se hizo ertzaina, pero esto también trajo consecuencias: la madre recibió cartas amenazadoras que decían:

Los otros han matado a tu marido, pero nosotros te vamos a matar a los hijos por ser ertzainas

1991. Concentración de Gesto por la Paz ante la Audiencia Nacional. Javier Madrazo, Pedro MIguel Urzainki, Ignacio Urrutia, José Luis Navarro y Txema Urkijo

Finalmente, conviene destacar el relato de Txema Urkijo quien fue primero Director de Derechos Humanos en el Gobierno Vasco y, posteriormente con tres lehendakaris diferentes, trabajó en la Dirección de Atención a Víctimas con Maixabel Lasa. En su relato se puede hacer un perfecto seguimiento de los pasos que fue dando en Gobierno Vasco en relación a las víctimas; primero con las víctimas de ETA y, posteriormente, con las víctimas de otros grupos terroristas como GAL, BVE, etc. Os invitamos a leer con atención su relato completo: «Breve memoria de un esfuerzo institucional»

Como es normal, quedan muchas más cosas en el tintero por lo que recomendamos la lectura de este libro.

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