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Hace unas semanas, tuve la oportunidad de asistir a la presentación del libro “Todos los futuros perdidos” publicado por la editorial Plaza Janés en la Universidad de Deusto (Bilbao). El libro lo guardaré siempre con mucho cariño porque está firmado por los tres protagonistas del mismo: Lourdes Pérez Rebollar, Eduardo Madina y Borja Semper, personas por las que sentía un gran respeto ya antes y ahora, tras la lectura de este interesante libro, más aún.
“Esa memoria ha sido convocada aquí, en este caserón donde solo parece caber la felicidad epidérmica de los placeres pequeños, pero sobre el que aún planean, como sobre todos nosotros, los fantasmas de lo vivido, de lo sufrido y de lo que todavía resta por contar. De los secretos ocultos bajo la alfombra. De las ventanas cerradas durante tanto tiempo. De todos los futuros perdidos que han dejado tras de sí el reguero de lo irrecuperable, de lo que pudo ser y ETA no permitió que fuera”
Esta es una parte del epílogo que nos regala Lourdes Pérez Rebollar en este libro y del que se extrae el título del mismo, un epílogo que no tiene desperdicio. Sólo por él, ya merecería la pena leer el libro. Pero es que, además, Eduardo Madina y Borja Semper nos ofrecen una serie de confesiones y reflexiones que a todas luces resultan muy interesantes.
Un dúo disímil
Los dos protagonistas principales, Borja y Eduardo tienen perfiles distintos, pero coinciden en varios aspectos claves en su vida. Quizás el más anecdótico es que nacieron con un día de diferencia, pero les une muy desde las entrañas el hecho de que ETA tratara de terminar con sus vidas cuando contaban 22 y 26 años, respectivamente. ¿Cómo se ve la vida si con esas edades tienes que asumir que cuando sales cada día de tu casa no sabes si volverás a ella? Sin duda alguna, esto te tiene que convertir en alguien especial, diferente.
También tienen en común que ambos fueron políticos en los que mucha gente confiaba como el perfecto relevo para una política nueva en unos partidos quizás excesivamente rígidos y antiguos, pero… abandonaron, no la Política, pero sí la política partidista que, en ocasiones, se convierte en mezquina y pobre. Lo dieron todo y, en unos años, eligieron marcharse.
Adolescencias de plomo
El libro tiene dos partes diferenciadas: en una primera se realiza una reflexión sobre sus vivencias personales, aquellas que vivieron rozando la muerte y que sin duda perfilaron su vida y la de sus seres más queridos. Tremendos episodios en los que abundan reflexiones sobre su implicación en la política, sobre el sentido y sinsentido de lo que les tocó vivir y cómo lo fueron asimilando; sobre cómo viven la identidad propia y la identidad con el entorno. Reflexiones y confesiones realmente interesantes.
“Estas páginas charlan sobre el miedo, y mucho. Sobre la culpa y sobre el odio. Sobre el perdón, la ira, la frustración y la rabia. Sustantivos tan grandes como oscuros pronunciados, no obstante, sin amargura ni rencor. Sí con el orgullo del compromiso personal, con la satisfacción moral del superviviente”.
La memoria de la verdad
En una segunda parte del libro, lo personal deja paso a un análisis político de temas que fueron y son claves como la justicia, la libertad, las elecciones con la amenaza de ETA, la lucha antiterrorista, el pacifismo, la Vía Nanclares, Miguel Ángel Blanco, la convivencia en Euskadi, los ongi etorris, el reconocimiento a las víctimas… Se podrá o no compartir su visión sobre cada uno de los temas mencionados, pero no abusan de los tópicos y cada reflexión te invita a repensar la cuestión.
El 20 de octubre de 2011, principio y final
El libro empieza y termina con esta inolvidable fecha. He de decir que no comparto la alegría que dice Eduardo Madina que sintió el 20 de octubre de 2011, cuando ETA anunció que abandonaba la “lucha armada”. Ni la sentí, ni la percibí a mi alrededor, ni siquiera en la sociedad esa alegría.
Gesto por la Paz fue probablemente la única organización que públicamente ‘celebró’ el final de ETA.
Confieso que la mezcla de alegría y profunda tristeza se mezclaron tanto que no sabría identificar bien lo que sentí. Ahora bien, comparto que aquel día sí marcó un antes y un después para toda la sociedad vasca y, muy especialmente, para quienes habían sido víctimas de tanta violencia y para quienes continuaban siéndolo.
Y termina Lourdes así:
Con la incomprensión natural del que disfruta de un país que ha sepultado la violencia para siempre y no concibe otra cosa que convivir respetándose en libertad. Con la libertad de todos los futuros ganados.
Tras su lectura, solo puedo decir GRACIAS y de esta manera me uno al agradecimiento final del libro:
“Gracias a todas aquellas personas que superaron el miedo para que hoy podamos afrontar el futuro en Paz y Libertad”
Isabel Urkijo Azkarate, miembro de Gogoan, por una memoria digna
Gracias por los comentarios tan acertados. Coincido el no de no haber percibido alegría por el fin de ETA en 2011 y en que GESTO fue la única organización que lo celebró. Creo que, efectivamente, dice algo de nuestra sociedad, sobre lo que deberíamos reflexionar.
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Nik ere, egun horretan ez nuen «poz haundirik» sentitu. Ez bait nintzen batere ETAz fidatzen (oraindik ere ez naiz batere fidatzen eta).
Indarkeriari «Uzte» hori taktikoa zen eta horrela iragarri zuten («une honetan ez da komenigarria» edo holako zerbait erran zuten eta).
Ez zen uzte etikoa, iñolaz ere, eta oraindik ere ez dituzte egindako giza-ezkubideen urraketak salatzen.
Gainera, jakin bagenekien «mugagabeko su-eten» bat bertan bera utzi zutela, …
Ez nintzen fidatzen (eta oraindik ere ez naiz batere fidatzen). Beraz, egun horretan ez nuen «poz haundirik» sentitu.
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Es más, cuando Ana Rosa me dio la noticia por teléfono, sentí vacío. Era lo que queríamos, por supuesto, pero… por qué no antes? para qué todo este dolor? Fue la confirmación de que todo estaba en la voluntad de quienes tenían las armas.
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Un libro muy recomendable. Madina y Semper, como muchos otros, son un ejemplo de resistencia al terror. Sólo tengo palabras de agradecimiento para ellos.
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