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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

Archivos de etiqueta: Diario de Navarra

‘GESTO’ en #70SSIFF

25 domingo Sep 2022

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A pesar de la pandemia, de los escasos recursos, de las limitaciones de todo tipo, después de tantos años preparándolo, conseguimos hacer el documental ‘GESTO‘.

Agradecimiento

Lo primero que queremos trasmitir con este post es agradecimiento a los cientos de personas que hicieron posible este proyecto. Nos referimos a quienes fueron las auténticas protagonistas del documental, las personas que formaron parte de Gesto por la Paz. Y nos referimos a quienes colaboraron con sus donativos en la campaña de crowdfunding que desarrollamos en 2019 (y que hemos tenido que volver a abrir en este link para sufragar los gastos adicionales).

Crowdfunding ‘GESTO‘

Sólo gracias a su ayuda conseguimos iniciar ‘GESTO‘ y ahora conseguiremos terminarlo.

No ha sido fácil, pero ha sido un producto «muy de Gesto»: con pocos recursos, pero con el convencimiento de que era imprescindible hacer este documental, nos hemos entregado en cuerpo y alma al trabajo. Mucha ilusión, sí, pero no podemos negar que, en ocasiones, también sentimos vértigo, mucho vértigo. ¿Sería el resultado final el que nos gustaría?

Como dice Xuban Intxausti, el director de ‘GESTO‘, un documental no termina hasta que lo dejas. Efectivamente, siempre hay algo que se puede cambiar, que se puede matizar, que se puede añadir o quitar, que… pero para el 17 de septiembre de 2022 estuvo preparado el documental que presentamos al mundo en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Mejor entorno, imposible.

Xuban Intxausti e Isabel Urkijo

Es justo reconocer el trabajo de este equipo que, durante meses, se coordinó y conjuntó perfectamente, pero es especialmente reseñable la profesionalidad del director. Xuban no perteneció a Gesto por la Paz y, en cuanto se le presentó el encargo, actuó como esponja. Se empapó de todo lo que había sido la asociación pacifista y, como dice Isabel Urkijo, se enamoró, quedó cautivado de la labor de Gesto por la Paz. Esto sólo puede ocurrir si nos acercamos a ‘GESTO‘ abandonando todos los prejuicios que atan nuestra mente y secuestran nuestra libertad de pensamiento.

Uno de los elementos más relevantes del documental fue la banda sonora de Fernando Velázquez, un exitoso compositor musical que fue de Gesto por la Paz y quiso preparar la banda sonora de ‘GESTO‘. Todo un honor.

 

Imprescindible

Efectivamente, desde que en 2016 creamos ‘Gogoan, por una memoria digna‘, uno de los proyectos estrella que teníamos en mente era realizar un documental sobre Gesto por la Paz. El documental, un audiovisual, era y es la herramienta perfecta para llegar a donde queríamos llegar.

En muchas ocasiones se ha dicho que este documental es un reconocimiento a quienes hicieron posible Gesto por la Paz. Es posible que lo sea pero, en primer lugar, no olvidemos que quienes formaron esta organización lo hicieron, porque era lo que pensaban que tenían que hacer; era su compromiso con la sociedad, con el futuro, con la convivencia, con el respeto al derecho a la vida, con la defensa de la pluralidad, un compromiso ético admirable. No eran víctimas. Eran una parte de la ciudadanía que se atrevió a denunciar que el rey iba desnudo, que matar estaba mal, que ni ETA ni el GAL… nos representaban, que quienes asesinaban lo hacían por su voluntad, no obligados por nada ni por nadie y que sólo generaban dolor y sufrimiento.

Y, en segundo lugar, nos gustaría manifestar por qué pensamos que ‘GESTO’ es una herramienta imprescindible. Un documental así es una valiosa herramienta de memoria, pero siguiendo a Manuel Reyes Mate -«el deber de memoria»-, afirmamos que la memoria no es un elemento del pasado, sino una herramienta fundamental para construir el futuro.

En este sentido, creamos ‘GESTO‘ para que las generaciones venideras, las que no han conocido nada de lo ocurrido, las que se han sumado al rápido pasar página que pretende dejar tapado todo en el cajón de la historia -que, luego, ya se verá quién y cómo se escribe- para que esa juventud tome como referencia este movimiento pacifista absolutamente genuino y rompedor que fue capaz de cambiar la mirada de la sociedad vasca hacia la violencia. Un movimiento del que se puede aprender que hay otra forma de mejorar la sociedad y que se puede hacer renunciando a la violencia y agarrándose a la tolerancia, al respeto por el diferente, a la obediencia a los derechos de las personas, a la veneración por el diálogo. Se pudo, se consiguió y se puede.

Nos gustaría que Gesto por la Paz fuera un referente para el futuro de nuestra sociedad.

 

Zinemaldia

Cuando aún estábamos trabajando la post-producción, y no precisamente los últimos pasos, uno de los primeros objetivos que nos marcamos fue presentar el documental en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. No era fácil porque trabajábamos a contrarreloj y no era fácil porque sabíamos que «el tema» nunca había sido «cómodo». Sí, Gesto por la Paz no fue una organización cómoda ni para quienes sujetaban la pancarta porque ya quedaban señalados para siempre en una sociedad que no se atrevía a cuestionar la violencia, no fuera a ser que se cuestionaran también algunas ideas (nacionalistas, de izquierdas…). Error. Y no fue nada cómoda para quienes pasaban sin siquiera mirar a quienes se manifestaban contra la violencia. ¿Por qué no les miraban? ¿Era indiferencia? Es posible que, en parte, fuera indiferencia, sí, pero también había mucho de esa incomodidad de quien sabe que también debería estar tras esa pancarta que pedía paz y libertad.

‘GESTO‘ en el Festival Internacional de cine de San Sebastián 

Han pasado nueve años desde que Gesto por la Paz se despidió de la sociedad vasca y las miradas a esta organización van cambiando: lo que hace 20 años despreciaban, hoy tienen en consideración, cuando no en estima. El hecho es que el Festival de Cine de San Sebastián no sólo aceptó el documental ‘GESTO‘ en la sección de Cine Vasco, sino que fue elegido para concurso.

El trato que hemos recibido del Festival Internacional de Cine de Donostia-San Sebastián ha sido exquisito.

Finalmente, ‘GESTO‘ no ha recibido ningún premio, pero el simple hecho de haber podido estar en el festival e incluso de «haber competido» ya es un privilegio. Gracias #70SSIFF por haber reconocido, no sólo el trabajo de Xuban Intxausti que ha sido muy bueno, sino, sobre todo, los casi 30 años de lucha por la paz de ‘GESTO‘. Y, además, la participación en Zinemaldia ha sido un altavoz para el documental. La presencia en medios de comunicación ha sido abundante.

Aquí os dejamos algunas de las entrevistas que han realizado el director y las personas protagonistas del documental:

  • El Correo, 27 de agosto
  • El Diario.es, 1 de septiembre
  • Diario de Navarra, 1 de septiembre
  • Diario de Noticias, 13 de septiembre
  • Siglo XXI, 13 de septiembre
  • El Correo, 15 de septiembre
  • Diario Vasco, 16 de septiembre
  • TeleNorte, 16 de septiembre
  • Berria, 18 de septiembre
  • Zinemaldia, 18 de septiembre
  • Noticias de Gipuzkoa, 18 de septiembre
  • Diario Vasco, 19 de septiembre
  • Radio Popular de Bilbao, 21 de septiembre: Jesus Herrero 
  • ETB, 22 de septiembre: Xuban Intxausti
  • COPE, 23 de septiembre: Isabel Urkijo y Xuban Intxausti
  • Noticias de Navarra, 25 de septiembre

Nos gustaría terminar insistiendo en dos cuestiones:

  1. Quienes tengan la oportunidad de ver ‘GESTO‘ que, por favor, dejan en la puerta del cine todos los prejuicios que nos han contaminado y nos siguen contaminando aún. Solo con un corazón y una mente libre de ellos podremos apreciar el valor de las cosas.
  2. Que nos ayudéis a difundir el documental. Presentarlo en el Zinemaldi no significa necesariamente que las distribuidoras nos lo quiten de las manos. No ha sido así. Por ello, tendremos que ofrecerlo en cada pueblo, en cada ciudad, en cada rincón para que todo el mundo tenga oportunidad de conocer ese trabajo. Aquí tienes el link de la campaña de crowdfundig que estamos haciendo con la Fundación Goteo.

COLABORA EN LA CAMPAÑA DE CROWDFUNDING PARA ‘GESTO’

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Carta de Eskolunbe Mesperuza Rotger en El Correo 22-09-22

«Los parias de la tierra»

12 martes Abr 2022

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Aunque tienen diferencias evidentes, ETA intentó emular al IRA en algunos de sus peores atropellos. En ocasiones, de aquella copia salió una versión chapucera del terrorismo que, sin embargo, añadió más drama al asunto. En 1993, tras la Declaración de Downing Street que se leería a posteriori como el prólogo del proceso de paz, hubo diecisiete meses de tregua que el IRA rompió con un atentado en el barrio financiero de Canary Wharf, en Londres. La negociación estaba estancada y el IRA pretendió demostrar su fuerza así, con una potente bomba. Murieron dos personas, Inam Bashir y John Jeffries.

 

ETA hizo prácticamente lo mismo en la tregua del 2006, que rompió con un atentado en la terminal 4 del aeropuerto de Barajas al colocar una furgoneta bomba en el aparcamiento. La fecha, un concurrido 30 de diciembre. En esa ocasión murieron dos hombres ecuatorianos que, por no tener, no tenían ni un sitio para dormir dignamente, ya que habían pasado la noche en sus respectivos coches. Diego Armando Estacio había nacido en el barrio marginal de Machala, en Ecuador, en una casa con ladrillos desnudos y agujeros en las ventanas.

Carlos Alonso Palate fue la otra víctima que murió bajo los escombros de ese pulso sangriento que ETA diseñó. Carlos era de un pueblo de los Alpes ecuatorianos, lleno de polvo y rodeado de piedras. Picaihua se llama. Su madre viajó hasta Madrid para identificar el cuerpo de su hijo. Era la primera vez que salía de su pueblo porque, pobre hasta las cachas, era Carlos quien alimentaba a toda su familia.

En su delirio, el IRA trató además de imponer una especie de seguridad pública propia. Para ese trabajo, al que se dedicaron con mano dura, actuaban contra los robos y el consumo drogas. Pero, violentos como eran, el exceso solía imponerse a su orden.

Juzgaban como lo hacían los Tribunales Militares del franquismo: ellos eran los jueces, marcaban las normas a seguir, no cabían pruebas contrarias ni existía un esfuerzo probatorio, no había posibilidad de recurso y, por supuesto, la sentencia estaba decidida de antemano

Y, aunque las dos organizaciones tienen diferencias evidentes, en esto ETA tampoco fue muy original. En su particular estrategia de seguridad pública, se dedicó a matar a personas a las que acusaba, en la mayoría de las ocasiones sin fundamento, de chivatos o traficantes. Así fue engordando la lista de damnificados por su locura. Juzgaban como lo hacían los Tribunales Militares del franquismo: ellos eran los jueces, marcaban las normas a seguir, no cabían pruebas contrarias ni existía un esfuerzo probatorio, no había posibilidad de recurso y, por supuesto, la sentencia estaba decidida de antemano. Alguien era chivato, policía secreta o camello que colaboraba con la Guardia Civil porque ETA lo decidía, y nada más.

En 1973, ETA mató a los jóvenes gallegos Fernando Quiroga, José Humberto Fouz y Jorge Juan García porque estando en San Juan de Luz los confundieron con policías. Sus cuerpos, 48 años después, aún están desaparecidos.

En 1981, otros tres chicos jóvenes que iban vendiendo libros a domicilio en Tolosa, Pedro Conrado Martínez Castaños, Juan Manuel Martínez Castaños e Ignacio Ibarguchi, fueron asesinados al ser confundidos también con policías.

Al panadero gallego que vivía en Rentería, Cándido Cuña le intentaron matar dos veces: una en 1979 y otra en 1983. La acusación no podía ser más estrambótica: vender pan a la Guardia Civil. A Luis Domínguez Jiménez lo mataron en Bergara en 1980 por ser “amigo de guardias civiles”. En 1983, en Irún, asesinan a Lorenzo Mendizábal porque en su carnicería compraban guardias civiles. Ramón Díaz fue asesinado con una bomba lapa puesta en su humilde Ford Orion en el año 2001 porque era cocinero en la comandancia de Marina, nada más, solo por eso.

Ramón Díaz fue asesinado con una bomba lapa puesta en su humilde Ford Orion en el año 2001 porque era cocinero en la comandancia de Marina

El pueblo guipuzcoano de Pasajes es oscuro y lluvioso, hecho de inmigración y marineros. En 1985, Ángel Facal, Gelín, con 42 años, iba todas las tardes a comerse un bocadillo a un bar decadente del pueblo. Se quedaba fuera porque aprovechaba para liarse un porro y fumárselo. Delgado, con el pelo desarreglado y barba larga, Ángel caminaba por el pueblo arrastrando los pies porque su dependencia a las drogas le pesaba más que la lluvia que caía incesante. A eso se dedicaba, a encontrar algo de dinero para comprarse el bocadillo y el hachís para el día, aunque en los últimos tiempos se había pasado al caballo. El 26 de febrero, Idoia López Riaño, La tigresa, le pegó un tiro en la cabeza. Gelín ya no volvería a ese bar a comer ese bocadillo porque ETA le había acusado de ser un instrumento de la represión del Estado opresor, a él, que no tenía ni para merendar en un bar viejo de su pueblo.

Cuanto más absurda era la acusación, más miedo se generaba y más intimidatorio se volvía el ambiente. El terror actúa como un disolvente de la libertad porque en el miedo, en la cabeza gacha, es donde crece con comodidad. Esos asesinatos de gente común buscaban precisamente eso, que todos fuéramos cobardes porque la pistola y la lengua acusatoria podían apuntarte en cualquier momento.

Cuanto más absurda era la acusación, más miedo se generaba y más intimidatorio se volvía el ambiente.

Así que, entre acusaciones de tráfico de drogas y chivateo que estiraron hasta el infinito, ETA aplicó su propia justicia popular a docenas de personas. Una actitud que a veces escondía una chapuza evidente y otras, el ánimo de ejercer un control social dictatorial. Porque también los parias de la tierra estuvieron bajo el yugo de ETA.

 

Escrito por Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan por una memoria digna

Este artículo ha sido publicado en Diario de Navarra, Diario de Noticias, El Correo y Diario Vasco.

La memoria de los detalles

28 domingo Feb 2021

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Ainara Carrasco, Alfredo Aguirre, atentado, deslegitimar la violencia, Diario de Navarra, Diario de Noticias, El Correo, El Diario Vasco, ETA, Francisco Berlanga, Gregorio Ordoñez, José Luis López de Lacalle, Memoria, Ralf Rothmann, Víctimas

Las cifras de la violencia de ETA son tantas y tan abultadas que merece la pena bajarlas al suelo duro de las historias concretas. Preguntarnos qué fue de las miradas de las víctimas que se quedaron encaladas de un tiro seco, será siempre un ejercicio de memoria imprescindible. Porque nuestra primera ofensa fue no mirar a tiempo.

Muchas veces hemos visto a alguna víctima recordar, llorar o suspirar por el muerto como si justo acabara de suceder. Normal, ese trauma les persigue hasta el final de sus días. Toda una vida condicionada por una mano que apretó un gatillo cruel y devastador. Una secuela que nos afecta también colectivamente.

Por eso, hoy y aquí, nos toca afrontar toda aquella violencia, reconstruir lo que se rompió con cada atentado y tratar de forjar valores diferentes a los que hicieron posible tanto odio. Así que merece la pena abordar con honestidad las consecuencias de la violencia, sanar la herida, mirarnos al espejo y conocer de forma completa las vivencias de las víctimas.

merece la pena abordar con honestidad las consecuencias de la violencia, sanar la herida, mirarnos al espejo y conocer de forma completa las vivencias de las víctimas.

El deber de memoria implica ahondar en el fondo de las cosas; aunque nos duela, aunque sea antipático, aunque nos recuerde nuestros silencios, aunque cansemos. Ralf Rothmann, certero, dijo que “el silencio, el rechazo absoluto a hablar especialmente sobre los muertos, es un vacío que tarde o temprano la vida termina llenando por su cuenta con la verdad.”

Hablar de ello, además, no solo tiene un efecto reparador para quienes sufrieron la violencia. También es un instrumento pedagógico de primer nivel. Porque conocer los pormenores de la amenaza que supuso ETA ayuda a deslegitimar la violencia. En los detalles, lejos de los grandes números y las estadísticas, está depositado el horror de la violencia porque aparece una actividad violenta que se cebó, hasta la saña, en el daño.

conocer los pormenores de la amenaza que supuso ETA ayuda a deslegitimar la violencia

Dar la mano a la víctima es, sobre todo, desnudar esa suma de ataques que ocurrieron antes o durante o después de la bala y que forman parte de una memoria que también se construye con estos detalles importantes. Porque quienes ejercieron la violencia no estuvieron solos, ni pararon con la muerte.

En el año 2000 matan a José Luis López de Lacalle y ese mismo día en Andoain alguien pintó “Lacalle jódete”. Lo mismo pasó en Errenteria a los pocos días de que asesinaran a Gregorio Ordoñez cuando alguien pintó “Ordoñez asesino”. Esas pintadas retratan a un mundo que no se conformó con hacer desaparecer al discrepante sino que, con una insensibilidad que aterra, también continuó humillando al agredido.

En realidad, recordar a una persona es recordar a todas, así que singularizar una agresión, ponerle nombre, describir cómo pusieron una rodilla en el pecho de alguien para rematarlo, hablar del susurro insultante que tuvo que soportar en Mondragón Ainara Carrasco días después de que asesinaran a su padre o descubrir esas miradas vacías de quienes oían los tiros pero prefirieron no hacer nada, ayuda a hacer memoria y transmitirla. Porque, desgraciadamente, también somos todo eso.

Poner el foco en esas crueldades que soportaron las víctimas y sus familiares no solo nos conmueve sino que supone un ejercicio de verdad, implacable y cruda, que nos alerta sobre la irracionalidad de la violencia y consolida reflexiones necesarias para el futuro; la violencia embrutece a quien la ejerce y a quien la defiende.

la violencia embrutece a quien la ejerce y a quien la defiende

El eco de las balas no paró, como digo, el día del atentado. Frente a una sensación social que cree que las víctimas estuvieron llenas de apoyo institucional y subvenciones, hay mucha soledad. Son muchas las víctimas que expresan eso, y nuestro deber es ser honestos con nosotros mismos. La viuda del policía Francisco Berlanga, asesinado en la Plaza del Castillo de Pamplona un 2 de enero de 1978, anduvo aceptando trabajos mal pagados y precarios para sobrevivir, pobre de dinero y rica de pena.

Escribir sobre la memoria de la violencia de ETA es hacerlo sobre un calendario negro. Difícil escoger las palabras precisas que describan tanta tragedia. Porque, según los expertos, los tiros y sus detalles nos seguirán doliendo durante al menos tres generaciones.

Las humillaciones y la crueldad llegaron a tanta gente y durante tantos días que por eso a veces los días huelen a funeral. Así que las vivencias singulares de quienes sufrieron la violencia son la parte esencial del puzzle de la memoria.

las vivencias singulares de quienes sufrieron la violencia son la parte esencial del puzzle de la memoria

Carmen, la madre de Alfredo Aguirre al que ETA asesinó con 14 años, suele recorrer el Casco Viejo de Pamplona con la cadera ladeada y con las manos cruzadas. Su voz temblorosa recuerda a su hijo en cada aliento y su mirada está clavada, atascada, en aquel 1985 maldito. Va con paso inseguro y en silencio, porque no ha vuelto a ser la misma. ¡Qué silencio tan sonoro cuando esa sombra remonta la calle fría!

Por eso, la de los detalles, es también una historia que merece la pena ser contada.


Artículo escrito por Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan-Memoria Digna y publicado en Diario de Navarra y Diario de Noticias el 30 de enero y en El Correo y El Diario Vasco el 4 de febrero.

Sumar víctimas

24 jueves Dic 2020

Posted by gogoanmemoria in Sin categoría

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Diario de Navarra, Diario de Noticias, El Correo, El Diario Vasco, ETA, izquierda abertzale, Josu Elespe, Memoria, Mercedes Monmany, Rüdiger Safranski, Roberto Lertxundi, Thomas Mann, víctimas del terrorismo

Desde muchos ámbitos la violencia nos la venden como algo épico, llena de héroes y gestas, gente entregada y causas fabulosas, pero la violencia  es sobre todo un trauma. Dice Thomas Mann que solo los detalles son interesantes, tal vez eso sea exagerado. Pero conocer las vivencias concretas que han padecido las víctimas del terrorismo es un ejercicio necesario que conmueve hasta rompernos. En el terremoto de la violencia, la réplica dura tanto como la vida de la gente que la padeció.

Por eso, profundizar de verdad en el daño que la violencia de ETA nos causó no permite atajos, porque si lo planteamos como una carrera para salvar nuestro pasado particular y político, volveremos a dejar otra vez causas abiertas, y es lo que menos necesitamos. Este es un ejercicio más humano que político, hasta quienes ejercieron la violencia o la defendieron no entiendan esto, habrá más pugna que ética y eso aplaza las tareas que necesitamos abordar.

El proceso de reparación de heridas, obviamente, nunca es lineal. Roberto Lertxundi decía que “el resultado de ETA es tan pobre que lo único que ha conseguido es llenar cárceles y cementerios”. Reconocer esto es tan duro para quienes estuvieron en el mismo tren de ETA que las resistencias a mirarse al espejo, en realidad, son parte del proceso.

Roberto Lertxundi decía que “el resultado de ETA es tan pobre que lo único que ha conseguido es llenar cárceles y cementerios”.

Sin duda, el olvido puede aparecer de muchas formas. Pero una de las formas más peligrosas es la que pone en marcha distintos relatos para que unos neutralicen a otros. Encarar la memoria con una calculadora para sumar víctimas no es hacer memoria, es tratar de consolidar el paradigma del empate.

La superación del trauma de la violencia no se basa en la imagen de un marcador que suma víctimas en nuestra contra o a nuestro favor, es sobre todo la necesidad de desmontar las ideas que hicieron posible esa barbaridad que es pegarle un tiro en la nuca a alguien por sus ideas o su profesión. Y el deber de reparar, proteger y apoyar a las víctimas del terrorismo de Estado no puede convertirse en una muletilla para no afrontar una autocrítica sanadora entre quienes apoyaron de forma convencida, continua y decidida el asesinato político. Decir esto no supone tratar a estas víctimas de forma secundaria, ni establecer categorías de reparación distintas, ni negarles el derecho a la reparación y al esclarecimiento.

Encarar la memoria con una calculadora para sumar víctimas no es hacer memoria, es tratar de consolidar el paradigma del empate.

De hecho, olvidar también es contar las cosas con un sesgo subjetivo que no aguanta un mínimo contraste. Romper el marco conceptual que define a la víctima, ensancharlo de forma ilimitada y caprichosa no es recordar, es cuadrar tu visión del pasado al momento en el que hay que hacer balance de lo provocado. Hay listados manejados por colectivos cercanos a la Izquierda Abertzale que, por ejemplo, contabilizan como víctima a una persona que murió de un infarto en la cárcel o a otro hombre que murió de un derrame meses después de que su hijo fuera detenido. Y sin duda hay muertes que nunca deberían haber sucedido, hay ausencias que duelen, pero eso no les convierte en víctimas.

sin duda hay muertes que nunca deberían haber sucedido, hay ausencias que duelen, pero eso no les convierte en víctimas

Por eso nos tenemos que rebelar ante quienes en la aritmética de este relato nos proponen un empate ruinoso; 1936, más ETA, más violencia policial igual a cero. Como si la violencia fuera algo inevitable y una consecuencia de una respuesta legítima, necesaria y obligada. Como si las víctimas se compensaran, como si nos consolara saber que hubo crueldad en los otros, como si una muerte justificara otra, como si esto hubiera sido una guerra permanente en la que todo el mundo mató, como si todos y todas tuviéramos algo que ver en la violencia.

Porque aquí, sencillamente, no han existido violencias cruzadas, ni dos ejércitos legítimos que se han enfrentado, ni mucho menos un enfrentamiento entre dos pueblos, ni tampoco una responsabilidad diluida en que “todos sufrimos”. Las responsabilidades no son iguales y no todos elegimos ejercer o defender la violencia.

aquí, sencillamente, no han existido violencias cruzadas, ni dos ejércitos legítimos que se han enfrentado, ni mucho menos un enfrentamiento entre dos pueblos

El filosofo alemán Rüdiger Safranski, pensando sobre la verdad que estamos dispuestos a soportar  dice que “hay que estar preparados para toparse con determinados abismos”, Mercedes Monmany en “Ya sabes que volveré” tira de este hilo y plantea con audacia que tenemos que abordar esos abismos sin filtros “abismos no suavizados de antemano con tranquilizadoras y ocultas premisas preestablecidas, con estratagemas ideológicas o incluso con coartadas de tipo sentimental”, y Josu Elespe concluye que “la convivencia plena requiere enfrentarse a la realidad de lo que hicieron”.

El deber de memoria, la necesidad de convivir, implica necesariamente la honestidad de reconocer los hechos tal y como fueron. Porque si adecuamos definiciones, formatos de encuentros o experiencias restaurativas a nuestro hecho político, y no a la formación de valores y perspectivas nuevas tras años de violencia, el camino se hará más largo.

Habrá diferentes formas de ver nuestro pasado, pero al menos tengamos la decencia de contarnos la verdad. La memoria exige rigor, no inflación, hasta entonces es como si algo de ese tacticismo que nos persiguió estuviera presente; la vida y la muerte entendida solo como parte de una meta.

Habrá diferentes formas de ver nuestro pasado, pero al menos tengamos la decencia de contarnos la verdad. La memoria exige rigor

 

Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan, por una memoria Digna

Este artículo ha sido publicado en noviembre en Diario de Noticias, Diario de Navarra, y en diciembre en El Correo y El Diario Vasco

El mito fundacional de ETA

23 martes Jun 2020

Posted by gogoanmemoria in Memoria

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antifranquismo, asesinato, atentado, cafetería Rolando, CCOO, desaparecidos, Diario de Navarra, Diario Noticias de Navarra, ETA, Fermín Monasterio, Isaias Carrasco, Jose Antonio Pardines, La línea invisible, Luis Carrero Blanco, Melitón Manzanas

Se ha estrenado la serie sobre los inicios de ETA ”La línea invisible” y nos vendrá bien verla porque así repensaremos el mito fundacional de ETA basado en los supuestos orígenes bondadosos y antifranquistas de la organización terrorista. De hecho, quienes justifican el actuar de ETA construyen su núcleo argumental en los años que van del 68 al 75 y en ocasiones ocultan el resto de los 50 años de violencia y terror.

se pueden conocer las razones de ETA, sin que ello suponga que se aprueben los hechos que se cometieron en su nombre

Paradójicamente, el 90% de las víctimas de ETA se produjeron en democracia. Pero incluso sin ese importante dato, resulta relevante y necesario deconstruir ese mito fundacional.

Humberto Fouz Escudero, Jorge García Carneiro y Fernando Quiroga Veiga, desaparecidos en 1973

En primer lugar, porque al asesinato de Melitón Manzanas (una de las bases de ese mito) le siguieron por ejemplo; el asesinato del taxista Fermín Monasterio en 1969, la desaparición de tres jóvenes gallegos en 1973, todavía pendiente de esclarecimiento, y el atentado de la Cafetería Rolando que causó 13 muertos en 1974. Destaco estos atentados porque rompen de forma clara el concepto (problemático también) de la legítima defensa que trató de armar ETA y su universo emocional. Así que incluso en esos años de “violencia antifranquista” o de “respuesta legítima” ETA actuó sin ningún tipo de justificación.

El actuar de ETA caminó sobre diferentes contextos históricos. Sin embargo, y de forma recurrente, se selecciona únicamente sus inicios para fortalecer la narrativa de la violencia, para hacernos ver que la violencia de ETA fue, sobre todo, una violencia de respuesta y, se sobreentiende, justa. No existe Isaías Carrasco, ni el resto de víctimas que lo fueron en democracia.

Frente a eso, tenemos que subrayar que el ejercicio de la violencia es, sobre todo, un ejercicio autónomo y no condicionado. ETA escogió intencionadamente, y durante 50 años seguidos, la violencia para imponer su ideario, dentro de una serie de influencias históricas y políticas sí, pero perfectamente podía no haberlo hecho.

ETA escogió intencionadamente, y durante 50 años seguidos, la violencia para imponer su ideario, dentro de una serie de influencias históricas y políticas sí, pero perfectamente podía no haberlo hecho.

Tal y como dice mi compañera de Gogoan por una memoria digna, Isabel Urkijo, “se pueden conocer las razones de ETA, sin que ello suponga que se aprueben los hechos que se cometieron en su nombre”. Que ETA naciera en un contexto determinado no justifica su actuar. Matar, y seguir haciéndolo incluso una vez se murió el dictador, fue una decisión autónoma de ETA solo condicionada a su voluntad de imponer un proyecto político a la sociedad, una dinámica que no todos los antifranquistas ejercieron.

miles los militantes antifranquistas que no usaron la violencia

Fueron miles los militantes antifranquistas que no usaron la violencia y, además, fueron muy eficaces en su lucha. La creatividad organizativa, las nuevas ideas que conectaron con las mayorías sociales, la adaptación a la situación de clandestinidad y la unidad en torno a CCOO fueron claves para esa eficacia contestataria y, en general, pacífica.

Sin embargo, y a pesar de esos ejemplos, se nos hace creer que no había más remedio que matar, pero la violencia es evitable porque la violencia es una elección. De hecho para cuando ETA asesina a Pardines el debate sobre la violencia ya se había decantado a favor del terrorismo.

Además de los hechos históricos, que niegan el mito fundacional de ETA, hay varias consideraciones sobre la violencia “justa” que es necesario también valorar, y que en la justificación de ETA suele estar ausente.

Nada asegura el éxito de una causa por el asesinato de un tirano. Se tiende a la especulación con ese paradigma; es decir, no es una certeza que matando a un líder se termine con sus ideas. Se da como irrefutable ese hecho, pero no es cierto y, en el caso del asesinato de Carrero Blanco, se suele abusar de esa idea.

La izquierda revolucionaria de aquella época, que sirvió de sostén para la violencia de ETA, se sumió en un debate horrible que planteaba un dicotomía peligrosa entre eficacia/no eficacia de la violencia, dejando de lado consideraciones hoy básicas en el análisis sobre los procesos de violencia. Solo se valoraba la violencia desde el hecho contemporáneo de la muerte, sin advertir que tras la muerte violenta vienen años de dolor y duelo no resuelto. No hubo, entre esa izquierda, una consideración sobre el daño que se estaba generando en el futuro, se valoraba la muerte desde el corto plazo.

No hubo una consideración sobre el daño que se estaba generando en el futuro, se valoraba la muerte desde el corto plazo.

Entre quienes se apoyan en ese mito fundacional para justificar las acciones de ETA, tampoco suele existir una consideración crítica sobre el militarismo y los valores intrínsecos que genera el ejercicio de la violencia porque matar embrutece y deshumaniza. Entre quienes matan y entre quienes justifican esa barbaridad, se suele dar un desfallecimiento de la cultura democrática y un desprecio del pluralismo.

Tal y como estamos viendo actualmente, parar de matar no es tan sencillo como el hecho, positivo, de colgar las armas. Porque hay una mentalidad asociada a la violencia que queda tatuada durante años. No se terminan de resolver determinadas cuestiones prepolíticas porque durante demasiado tiempo se ha defendido la causa política como un bien absoluto por el que merece la pena matar y odiar. En realidad morir por la patria se utiliza como eufemismo, porque el morir implica el matar, y eso no tiene nada de romántico.

durante demasiado tiempo se ha defendido la causa política como un bien absoluto por el que merece la pena matar y odiar

Para vivir en el engaño del mito fundacional de ETA hace falta creer en una perversión: matar, hasta un momento concreto, pudo estar bien. Creer que todas las víctimas eran Carrero Blanco tranquiliza las conciencias de quienes no podrían soportar, o no querrían saber, que en su nombre fueron asesinadas una tras otra hasta 842 personas más, pero no deja de ser una historia falseada por un mito construido desde la insensibilidad. Porque tal y como dice Albert Camus ”hacer sufrir es la única manera de equivocarse”.

fueron asesinadas una tras otra hasta 842 personas más, pero no deja de ser una historia falseada por un mito construido desde la insensibilidad.

 

 

Artículo de Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan-Memoria Digna. Fue publicado en ‘Diario Noticias de Navarra’ y ‘Diario de Navarra’.

Gogoan y el terrorismo

14 domingo Abr 2019

Posted by gogoanmemoria in Víctimas

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asesinos, Comandos Autónomos Anticapitalistas, Diario de Navarra, Estado de Derecho, ETA, Gladys Del Estal, Iñaki García Arrizabalaga, Ignacio Janín Orradre, José Manuel García Cordero, terrorismo, víctimas de abusos policiales, víctimas del terrorismo

Rueda de prensa de Gogoan en Pamplona

El pasado 6 de abril, Ignacio Janín Orradre escribió en Diario de Navarra un artículo titulado «Gogoan y el terrorismo» en el que cuestionaba a la asociación Gogoan, por una memoria digna en base al texto de presentación que ofrecimos en la rueda de prensa del pasado 2 de marzo y al artículo de uno de nuestros socios publicado días más tarde.

Podéis leer el artículo aquí mismo: «Gogoan y el terrorismo«.

La crítica provenía fundamentalmente sobre lo que él interpreta como un interés de Gogoan por igualar a las víctimas de ETA y a las víctimas de los abusos policiales. Ignacio Janín considera que no son comparables: unas fueron fruto de la voluntad de un ‘grupo de iluminados’ y otras fueron consecuencias de fallos en la necesaria respuesta al terrorismo por parte del Estado.

Entre los miembros de Gogoan, por una memoria digna se encuentra Iñaki García Arrizabalaga, hijo de José Manuel García Cordero, asesinado por los Comandos Autónomos Anticapitalistas en 1980, que ha preparado esta respuesta, la cual ha sido publicada ayer , 12 de abril:


Soy una de las personas que, el pasado 2 de marzo, leyó en Pamplona el manifiesto fundacional de la asociación “Gogoan, por una memoria digna”. Quiero decir al señor Ignacio Janín Orradre, autor del artículo “Gogoan y terrorismo” publicado en este periódico el sábado 6 de abril, que tengo muy claro, al igual que muchas otras víctimas del terrorismo que piensan como yo, que no necesitamos elaborar ningún relato “para llamar tiro en la nuca al tiro en la nuca, secuestro al secuestro y zulo al zulo”. Con su despectivo comentario usted está ofendiendo también -y gravemente- a muchas víctimas del terrorismo. Sí, a muchas víctimas del terrorismo que, aunque no piensen ni sientan políticamente como usted, también hay que “dejarlas en paz, por favor”.

Aunque a usted le cueste creerlo, e incluso aunque le pueda llegar a molestar, las víctimas del terrorismo son un colectivo plural. Y dentro de esa pluralidad hay un numeroso grupo de víctimas del terrorismo (insisto, de víctimas del terrorismo) que piensan que, por ponerle un ejemplo navarro, el disparo a bocajarro en la nuca a Gladys del Estal en Tudela por parte de un guardia civil cuando ella estaba sentada pacíficamente en el suelo fue mucho más que un abuso, un fallo o un atropello “dentro de la obligada respuesta de la sociedad a la agresión recibida”. Estas víctimas del terrorismo creemos que la muerte de Gladys del Estal no se trató de un error del tipo “poner el sello en la instancia equivocada”, sino un acto irreversible contra la vida y la dignidad humana. Por seguir con el ejemplo, y usando sus palabras, le diré que estas víctimas del terrorismo creemos que Gladys del Estal también era “una mujer de carne y hueso, con su vida, su trabajo, su familia, sus proyectos y sus esperanzas”.

Estas víctimas del terrorismo creemos que no reconocer a las víctimas de abusos policiales es un error político y humano grave. Tenemos muy claro que nuestros procesos de victimación fueron radicalmente distintos, pero para nosotras, víctimas del terrorismo, reconocer a las víctimas de abusos policiales no significa blanquear, equiparar, ni legitimar nada. Solo implica reconocer que esas víctimas también tienen derecho a la verdad, la justicia, la reparación y la memoria. Y por ello no vemos mancillado ni el honor ni la memoria de nuestros familiares asesinados por los terroristas de ETA.

No tenemos “una preocupación obsesiva por cambiar la historia y elaborar el relato a nuestra medida”. Bastante tenemos con llevar la pesada carga que nos ha tocado llevar en la mochila como para que aparezcan personajes como usted que “nos manosean, nos ofenden y no nos dejan en paz”. Y no hago sino usar sus palabras. Deje de imaginar el mundo de las víctimas del terrorismo en términos de absolutamente conmigo o contra mí y descubra que existen víctimas del terrorismo, muchas, insisto, que se han sentido ofendidas y heridas por sus palabras. Y estas víctimas del terrorismo también son merecedoras de respeto.

 


 

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