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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

Publicaciones de la categoría: Memoria

‘GESTO’ dokumentala

26 viernes Ago 2022

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'Gesto', 70SSIFF, acercamiento, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, Festival de Cine de San Sebastián, Gesto por la Paz, Memoria, movilización social, pacifismo vasco, pluralismo, reinserción, separación de conflictos, Tabakalera, tortura, víctimas de la violencia, violencia de persecución, Xuban Intxausti, Zinemira

El 17 de septiembre se proyectará por primera vez el documental ‘Gesto’ en el Festival de Cine de San Sebastián.

El 26 de agosto, se presentó en Tabakalera (Donostia-San Sebastián) las películas y documentales que concursan o se exhiben en el apartado Zinemira del Festival de Cine de San Sebastián. Una de las películas que concursa es ‘Gesto‘, documental producido por Gogoan, por una memoria digna, dirigido por Xuban Intxausti y con música original de Fernando Velázquez.


¿Qué es ‘Gesto’?

‘Gesto‘ es un viaje por la memoria del pacifismo vasco que durante 30 años trabajó por la paz y en contra de la violencia en Euskal Herria. Entendemos la memoria no solo como un ejercicio de acercamiento a la verdad, sino como una valoración, en este caso positiva, del papel que realizó Gesto por la Paz en un momento realmente difícil. La memoria es también aprendizaje y, en este sentido, consideramos que recuperar la esencia de Gesto por la Paz es, además de un gesto de agradecimiento a quienes lo hicieron posible, una herramienta enormemente útil para las generaciones posteriores.

En el documental ‘Gesto’ se recogen los principios y actuaciones que dieron forma a esa genuina construcción colectiva que fue Gesto por la Paz, que no se creó ni se desarrolló con patrones preestablecidos, todo fue el resultado del análisis, las motivaciones y las inquietudes de las personas que lo hicieron posible. Muchos de sus principios y actuaciones conservan plena vigencia, pero es necesario destacar que el gran valor de Gesto es lo que hizo en el momento que lo hizo, en esas circunstancias y con esos condicionantes.

En ‘Gesto’ algunos miembros de la organización pacifista nos van relatando ese trabajo a través de imágenes del pasado y de intervenciones que dan paso a esos principios y actuaciones mencionadas De esta manera, se invita al espectador a descubrir lo que fue Gesto por la Paz y la vigencia de su esencia.

Los derechos humanos

Gesto por la Paz fue una organización que trabajó por la paz y el respeto de los derechos humanos para todas las personas desde 1985 hasta 2013 en el ámbito de la violencia específica generada en Euskal Herria.

La movilización social como cauce de expresión y sensibilización

Desde el inicio, la labor fundamental fue la concienciación y sensibilización sobre la gravedad de la violencia que inundaba nuestra sociedad y lo hizo a través de la movilización social desde un planteamiento unitario y plural. Ahí se enmarcan los “gestos por la paz”, las concentraciones silenciosas que se realizaron en numerosos pueblos, barrios, colegios o campus universitarios después de cada muerte relacionada con la violencia específica generada en Euskal Herria. Estas concentraciones silenciosas de 15 minutos fueron la seña de identidad más genuina de la organización.

El conflicto violento y el conflicto político

De forma paralela, Gesto por la Paz desarrolló un discurso genuino basado en el respeto a los Derechos Humanos de todas las personas y en la defensa de un ámbito unitario pre-partidista para afrontar el grave problema de la violencia. En este sentido, uno de los pilares fundamentales de este discurso fue la separación del conflicto violento del conflicto político. Gesto por la Paz defendió que no existió ninguna relación necesaria entre el conflicto político identitario -uno de tantos conflictos políticos que se dan en una sociedad plural- y el uso de la violencia. Consecuentemente, el terrorismo fue el resultado de una decisión voluntaria, libremente tomada, injusta y errónea que no tuvo ninguna justificación. Desde ahí, Gesto por la Paz siempre defendió que se debía llegar al final de la violencia desde el puro desistimiento de quienes mantuvieron y defendieron esa estrategia, sin pagar ningún precio político por la paz, como afortunadamente así ha ocurrido.

Gesto por la Paz defendió que no existió ninguna relación necesaria entre el conflicto político identitario -uno de tantos conflictos políticos que se dan en una sociedad plural- y el uso de la violencia.

Las víctimas de la violencia

El cimiento más significativo del discurso de Gesto por la Paz fueron las víctimas que originó esta violencia. De esta manera, es destacable la creciente centralidad de las víctimas. Las víctimas eran la razón fundamental para realizar un posicionamiento contrario al uso de la violencia. Una sola víctima ya deslegitimaba el uso de la violencia.

Se trataba de que la ciudadanía comprendiera que las víctimas eran las trágicas destinatarias de un ataque que iba dirigido contra toda la sociedad.

Se trataba de que la ciudadanía comprendiera que las víctimas eran las trágicas destinatarias de un ataque que iba dirigido contra toda la sociedad. La asunción de este principio posibilitaba los imprescindibles mecanismos de reconocimiento y solidaridad hacia todas ellas, cada una desde su especificidad. En este ámbito, el primero de los pasos que se dio fue humanizar a las víctimas, “descubrir” que, bajo aquellos uniformes o cargos, había seres humanos con una vida que quedaba truncada para siempre. El segundo paso y fundamental fue dar voz a las víctimas. Su testimonio directo nunca deja indiferente a quien se atreve a escucharlo.

Ante el acoso que sufrieron miles de ciudadanos y ciudadanas, Gesto por la Paz creó el concepto “violencia de persecución” (2000) con el que se pretendió denunciar la falta de libertad de una parte importante de la población por su condición de representante de la ciudadanía o por el libre ejercicio de su profesión. Estas personas padecieron la utilización sistemática de la amenaza, el acoso, la agresión y hasta el asesinato por el hecho de defender públicamente unos planteamientos ideológicos no coincidentes con los de quienes apoyaban y ejercían la violencia.

Las personas presas y detenidas

Desde la defensa de los Derechos Humanos para todas las personas, Gesto por la Paz también abordó la situación de las personas presas y detenidas relacionadas con los delitos de terrorismo. En este sentido, desde el inicio de la organización se denunciaron casos de tortura como el de Tomás Linaza en 1987 y otros que, desgraciadamente, le sucedieron a lo largo de los años.

Por otra parte, en 1994, Gesto por la Paz junto a Denon Artean, ya planteó y defendió el principio democrático de la reinserción y lanzó los criterios que consideraba que se debían aplicar, criterios que mantienen toda su vigencia en la actualidad (Criterios: 1. Desvinculación de la estrategia terrorista, 2. Acatamiento de las reglas y principios democráticos, 3. Reconocimiento del daño causado).

También en 1994, se lanzó a la opinión pública el concepto del acercamiento para las personas presas relacionadas con el terrorismo; un posicionamiento planteado desde una perspectiva ética y humanitaria. Dicha reivindicación se diferenció claramente de la reivindicación que desde la izquierda abertzale se hacía en aquel momento del reagrupamiento de presos.

      

Por una memoria deslegitimadora de la violencia

Toda la actividad de Gesto por la Paz ha ido claramente dirigida a la deslegitimación de la violencia. Todo relato que se construya debe partir de la defensa de los derechos humanos para todas las personas y debe poner en primer lugar a las víctimas, como el trágico e irreparable logro que ha generado la violencia. Se debe construir una memoria claramente deslegitimadora de la violencia.


Trailer del documental

El 17 de septiembre se proyectará por primera vez el documental ‘Gesto’ en el Festival de Cine de San Sebastián a las 22’15 h. También habrá pases por la tarde los días 18 y el 19 de septiembre.

25 años sin MAB

20 sábado Ago 2022

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asesinato, convivencia, Cosme Delclaux, crispación social, Daniel Villar Enciso, ETA, José Antonio Ortega Lara, José María Aldaya, José María Ryan, Joseba Arregui, libertad, Miguel Ángel Blanco, movilización social, pacifismo vasco, Pacto de Ajuria Enea, Unidad frente a la violencia, Víctimas

Con motivo del cumplimiento de los 25 años del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco Garrido, se han escrito muchos artículos sobre lo ocurrido aquellos días, días que permanecen en mi memoria y lo harán el resto de mi vida. Comparto con los escritos que fue una reacción sin igual contra la amenaza que ETA lanzó contra toda la sociedad; sin embargo, no veo claro el enfoque positivo que algunas personas tienen sobre el antes y el después de aquel terrible hecho.

Efectivamente, yo no veo tan positivas las secuelas sociales y políticas de aquel asesinato. La mayoría de titulares y artículos sobre ellos hablan de que hubo “un antes y un después”. ¿Y fue positivo? Lo dudo y me explico.

El secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco no fue una ejecución sin precedentes. Ya hubo un asesinato de muy similar crueldad: en 1981, ETA secuestró y asesinó de idéntica manera a José María Ryan y la reacción que generó en Euskadi también fue grande -muy grande diría yo- para ser 1981. De hecho, muy posiblemente se habría convertido en ‘el hito de la crueldad y la perversión etarra’, si José María Arregui no hubiera sido asesinado por tortura una semana más tarde. Este asesinato desactivó la acumulación de indignación que se había generado contra ETA.

En 1997, con Miguel Ángel Blanco, se desató una respuesta social inmensa sin duda alguna, pero no surgió de la nada.

En 1997, con Miguel Ángel Blanco, se desató una respuesta social inmensa sin duda alguna, pero no surgió de la nada. Si quienes analizan, comentan, hacen historia… no tienen en cuenta el trabajo previo de las organizaciones pacifistas desde 1985 y, especialmente, el nivel de movilización social desarrollado con los secuestros concatenados de José María Aldaya, José Antonio Ortega Lara y Cosme Delclaux para explicar lo sucedido, se equivocan. La manifestación del 12 de julio en Bilbao donde una multitud exigimos la libertad de Miguel Ángel Blanco solo pudo ocurrir después de una respuesta en la calle también sin precedentes al terror de ETA durante más de dos años. La de Bilbao, Ermua y cientos de localidades en todo el País Vasco y de fuera, fueron una eclosión del hartazgo social acumulado tras meses y meses de protesta contra los ataques que ETA estaba haciendo a todxs nosotrxs, a toda la sociedad vasca y… efectivamente, estalló.

Daniel Villar Enciso. Mapa del terrorSin embargo, estos días que se quieren interpretar como un hito positivo, “un antes y un después”, arrastraron una cola negativa. Ante la amenaza de ETA, lxs pacifistas volvimos a salir esta vez acompañadxs por muchísima gente que, hasta entonces, había estado en su casa con resignación o con indiferencia y, quizás, salieron con la idea de que conseguirían el objetivo de la convocatoria, lo que pudo suponer una importante frustración posterior. No eran corredores de fondo y prueba de ello es que, cuando algo más de un mes más tarde, ETA asesinó, también en Bizkaia, al policía nacional Daniel Villar Enciso, aquella multitud se volvió a quedar en casa quizás pensando que no merecía la pena protestar públicamente contra aquel nuevo asesinato o quizás continuando con su vida y mirando hacia otro lado, sin más.

El trabajo por la paz era una carrera larga donde primaba la tenacidad y la convicción en una transformación lenta, pero verdadera, y, sin duda alguna, era mucho más difícil e incómoda que acudir a una manifestación durante unas horas. Aquel trabajo suponía un compromiso ético y cívico con la sociedad que queríamos y queremos. Quizás era demasiado esfuerzo para una población “demasiado acomodada” para implicarse en esta tarea. Considero que la movilización social no salió especialmente ganando con aquellos días de julio.

El trabajo por la paz era una carrera larga donde primaba la tenacidad y la convicción en una transformación lenta, pero verdadera, y, sin duda alguna, era mucho más difícil e incómoda que acudir a una manifestación durante unas horas. Aquel trabajo suponía un compromiso ético y cívico con la sociedad que queríamos y queremos

Por desgracia, si marcaron un antes y un después fue en algo que califico de dramático para nuestra convivencia: la ruptura de la unidad de los partidos políticos frente al uso de la violencia. Se rompió el Pacto de Ajuria Enea y la división que creó la clase política afectó de manera directa a la convivencia ciudadana. De la noche a la mañana, personas que habían compartido el objetivo de buscar la paz, se veían discutiendo malhumoradas sobre estrategias cortoplacistas que no nos llevaban a ningún lado.

Se rompió el Pacto de Ajuria Enea y la división que creó la clase política afectó de manera directa a la convivencia ciudadana.

Hubo un antes y un después, sí. El antes de la unidad y el después de la discordia, el enfrentamiento, la tensión y la desconfianza… francamente, un asco. Posiblemente, se dio paso a unos de los peores años de la convivencia en Euskal Herria porque, a los asesinatos de ETA, hubo que sumar la brecha que se creó entre nacionalismos, vascos y españoles, marginando del debate político a quienes no amamos ese “ismo”.

Hubo un antes y un después, sí. El antes de la unidad y el después de la discordia

Y termino. ETA generó demasiadas víctimas (la primera ya fue un exceso imperdonable). Todos los asesinatos fueron injustos porque ni ETA ni nadie tenía ningún derecho ni obligación de ejecutar a nadie, al margen de lo que hubieran hecho en su vida o representaran en la sociedad. La voluntad de unos pocos se pretendía imponer a toda la sociedad vasca a través del asesinato. Desde que nació ETA, fue una vergüenza para toda la ciudadanía vasca porque lo hicieron en nuestro nombre y la mayoría calló. Gran parte de las personas asesinadas fueron seres sin especial relevancia social o política, como fueron Miguel Ángel o Daniel y, de aquellas personas que tuvieron una vida ejemplar de la que aprender, es importante y necesario reivindicar su palabra, su pensamiento y su vida. En cualquier caso, todas merecen nuestro recuerdo porque representan la evidencia del mal causado, de lo que no tenía que haber ocurrido nunca. Todas y cada una de ellas deben estar en nuestra memoria si la queremos digna. Del asesinato de Miguel Ángel Blanco me queda un imborrable recuerdo lleno de tristeza por aquella amenaza y cruel ejecución y porque, sin saberlo, su asesinato abrió una puerta que debería haber permanecido siempre cerrada.

todas merecen nuestro recuerdo porque representan la evidencia del mal causado, de lo que no tenía que haber ocurrido nunca. Todas y cada una de ellas deben estar en nuestra memoria si la queremos digna

Isabel Urkijo Azkarate, miembro de ‘Gogoan, por una memoria digna’

[Este artículo ha sido publicado en varios periódicos del grupo Noticias]

Indarkeriaren aurka izandako erreakzioa, kontakizunaren barruan

27 lunes Jun 2022

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Bakearen Aldeko Koordinakundea, Berria egunkaria, ETA, GAL, gizarte mobilizazioa, lazo urdina, Lortu dugu, oroimen, terrorismo

Joan den urteko azaroaren 10ean ekitaldi instituzionala eskaini zitzaien Bakearen alde lan egin zuten lagunei, horien artean ETAren indarkeriaren aurkako gizarte mobilizazioan parte hartu genuenoi. Gure ustez ekitaldi honen zentzua ETAren aurkako gizarte mobilizazioa ETAri zilegitasuna kentze aldera ezinbestekoa izan zela aitortzea izan zen.

Euskal gizarteak ETAren indarkeriaren aurka izan zuen erreakzioaren artikulazioak eboluzioa izan zuen eta pertsona gehienak konturatu ziren, bakoitza bere garaian, norbait hiltzeak ez zuela inolako justifikaziorik. Euskal gizarteak berandu erreakzionatu zuela esan dezakegu, lehenengo hilketan bertan erantzun beharko zukeelako, baina analisi hau sinpleegia da hain zaila izan den eta hainbeste denboran iraun duen prozesuarentzat.

Euskal gizarteak berandu erreakzionatu zuela esan dezakegu

Kontua da gizarteak bilakaera izan zuela ETAri eman zion erantzunean; 80ko hamarkadan indarkeriaren aurkako erantzun sistematikoa hasi zenetik, lazo urdinaren ikurrarekin egin ziren manifestazio jendetsuetara, 1993an. Gizarte mobilizazioa eta urte hauetan indarkeriari egindako gaitzespen pertsonal eta soziala, erabakigarriak izan ziren talde armatuak desegitea erabakitzeko. Oso garrantzitsua da horrela aitortzea, guk bizi izandakoaren kontakizunak euskal gizarteak ETAren aurka izan zuen bilakaeraren ideia jaso dezan, gizartearen gaitzespenaren balioa aitortuz.

Halaber, onartu beharra dago ETAren aurka aritzeak beldurra eragin zezakeela, eta ETA babesten zuen gizataldearen aldetik jazarpena jasateko arriskua zegoela. ETA babesten zuen gizatalde hura indarkeriaren aurkako erantzun antolatua kaleetatik botatzen ahalegindu zen. Ezker abertzaleak eragindako zirikatzea etengabea izan da auzo eta herrietan. Baina Bakearen Aldeko Koordinakundeak eta antzeko taldeek hartutako konpromisoak indarkeriaren aurkako gaitzespena kutsatzea lortu zuen eta lagungarri izan zen Euskal Herrian bakea lortzeko, eta hau ere urte haietako gertaeren kontakizunaren barruan sartu beharra dago.

Bakearen Aldeko Koordinakundeak eta antzeko taldeek hartutako konpromisoak indarkeriaren aurkako gaitzespena kutsatzea lortu zuen eta lagungarri izan zen Euskal Herrian bakea lortzeko, eta hau ere urte haietako gertaeren kontakizunaren barruan sartu beharra dago

Eta kontakizun beraren barruan sartu behar da baita ere ETAren aldeko talde jendetsua izan zela, eta honen eraginez indarkeriak iraun egin zuela, bere jardutea aktiboa izan zelako: gizartean ETAren mehatxuen erresonantzia-kaxarena eginez; atentatuen biktimen oinazea gehituz, biktimak jazarriz ETAk atentatua egin aurretik eta ondoren; eta beren inguruan gizarte kontrol zorrotza eraginez, ETAren indarkeriaren erabileraren justifikazioaren aurrean egon zitezkeen desadostasunei eutsiz. Guzti horrek egundoko sufrimendua eragiteaz batera, elkarbizitza desitxuratu egin zuen.

ETAren aurkako gizartearen erantzuna giza Eskubideen defentsa koherente eta erradikaletik artikulatu izana ere eskertzekoa da. Euskal Herriko Bakearen aldeko Koordinakundeak hasieratik desegin nahi izan zuen bi bandoen teoria, beste ustezko indarkeriari erantzuteko indarkeriaren erabilera zuritzen zuena. Horregatik, bere mezuarekin indarkeriari –ETAren indarkeriari ez ezik, GALen indarkeriari eta Estatuko Segurtasun Indarren bidegabeko indarkeriari- zilegitasuna kendu egiten zion. Oinaze eta Giza Eskubideen urraketa ezberdinak aitortzeak sendoago egin zuen bakearen aldeko gizarte mobilizazioa.

ETAren indarkeriari ez ezik, GALen indarkeriari eta Estatuko Segurtasun Indarren bidegabeko indarkeriari zilegitasuna kendu egiten zion

Gaur egun onartezina da ezker abertzaletik ETAren biktimek “jaso duten” kaltearen aitortza egitea, bere burua Euskal Herriko biktima guztiak aitortzen dituen bakartzat hartuz. Duela hogeita hamar urte Euskal Herriko Bakearen Aldeko Koordinakundeak GAL taldeen hilketen argitzea eskatu zuenean, ezker abertzalea bera izan zen ekitaldi publiko hauek boikoteatu zituena, terrorismoaren aurkako indarkeriaren biktimekiko elkartasuna monopolizatu nahian.

Hala ere, indarkeriaren biktimekiko elkartasuna izan da bakearen aldeko mobilizazioa aktibatu duen ardatzetako bat. Biktimekiko babes eta elkartasuna izan da, neurri handi batean, indarkeriari eman zaion mailakako erantzunaren jatorria.

Historia luze honetan aitortu beharra dago, baita ere, euskal gizarteak bere aniztasunetik jokatu duen rola. ETAk hil eta beldurra hedatzen zuen bitartean, Euskal Herriko indar politiko ezberdinetako ordezkariek Euskal Herriko Bakearen Aldeko Koordinakundeak antolatutako ekitaldietan parte hartu zuten, partekatutako oinarri etikoa nabarmenduz, giza eskubideen defentsa alderdien arteko ezberdintasunen gainetik jarriz.

Euskal Herriko Bakearen aldeko Koordinakundeak indarkeria eta politika bereiztu beharra ere antzeman zuen, eta horrek ETAk emaitza politikorik ez lortzea zekarren berarekin. Ideia hau nabaria zen 2011an ETAk bere baldintzarik gabeko etena iragarri zuenean. ETAk erabaki hori hartzerakoan bakearen aldeko gizarte mobilizazioa erabakigarria izan zenaren uste sendoarekin, Bakearen Aldeko Koordinakundeak kalean ospatu zuen, Lortu dugu goiburua izan zuen ekitaldian.

Guzti horregatik da garrantzitsua euskal gizarteak indarkeriari eman zion mailakako erantzuna, hasieran ETAren aurkako ekintza apalak eta denboraren buruan ekitaldi jendetsu eta garrantzitsuak, kontakizunaren barruan sartzea. Iraganean gizarte mobilizazioak izan zuen garrantzia aintzat hartzeak etorkizuneko gizarte konpromisoa sustatzeko baliagarri izan daitekeelako

 

Itziar Aspuru Soloaga, Maite Leanizbarrutia Biritxinaga, Eskolunbe Mesperuza Rotger, Inés Rodríguez Ranz – Euskal Herriko Bakearen Aldeko Koordinakundeko kide ohiak

Artikulo hau Berria egunkarian argitaratu zuten.

Lo que nunca debimos amparar. El final de un silencio

04 miércoles May 2022

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Asociación de Editores Vasco, charla, coloquio, editorial Alberdania, Jorge Giménez Bech, José Giménez Mayoral, Koldo Mitxelena Kulturunea, Sabin Zubiri, Víctimas

La asociación ‘Gogoan, por una memoria digna’ organizará el martes, 17 de mayo, un coloquio con el título «Lo que nunca debimos amparar. El final de un silencio» en la que intervendrá Jorge Giménez Bech (Irún, 1956).

Jorge es escritor, traductor y editor de literatura vasca. En 1993 creó la editorial Alberdania junto a Inaxio Mujika y en 1997 fue nombrado Presidente de la Asociación de Editores Vascos. Ha recibido reconocimiento por sus escritos literarios, aunque su trabajo se ha centrado en la traducción de euskera a castellano. También es conocido por sus artículos en los medios de comunicación. Precisamente uno de los últimos artículos publicados fue “Lo que nunca se debió amparar” en el que hace referencia al asesinato de su padre, el guardia civil José Giménez Mayoral (ETA, 9 de octubre de 1982 en Behobia).

El protagonista responderá a los temas que le plantee Sabin Zubiri, miembro de Gogoan, por una memoria digna.

El coloquio se desarrollará en castellano y se celebrará en la sala Koldo Mitxelena de Donostia-San Sebastián (KMK). Comenzará a las 19:00 h. El acceso será libre hasta alcanzar el aforo de la sala.

Animamos a toda la ciudadanía a acercarse al acto del 17 de mayo. En caso de que alguien no pudiera acudir físicamente, podría seguir el desarrollo de la charla a través de la cuenta de YouTube de Koldo Mitxelena Kulturunea.

 

José María Aldaya

03 lunes Ene 2022

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agresiones, Alditrans, Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián, concentraciones pacifistas, contraconcentraciones, El Diario Vasco, empresarios, Enrique Cercadillo, ETA, Gesto por la Paz, hijos de Aldaya, Ikusi, izquierda abertzale, José María Aldaya, Julio Iglesias Zamora, lazo azul, movilización social, ponencia Oldartzen, secuestros, Víctimas

Foto Diario Vasco

José María Aldaya nos ha dejado para siempre. Como si hubiera podido elegir la fecha, murió el día de los inocentes porque Aldaya fue inocente. ¡Cuántas pintadas de ‘Aldaya, paga y calla’ tuvimos que leer por las paredes de nuestros pueblos! ¡Cuántas justificaciones de la vileza que ETA estaba cometiendo contra aquel “empresario”¡ ¡Ah, malditos empresarios opresores de los derechos de los trabajadores! Y mucha gente tragó y se comió ese sapo de que los empresarios “se lo merecían”. Sin embargo, las cosas ya había empezado a ser muy diferentes desde el secuestro de Julio Iglesias Zamora, cuando los trabajadores de la empresa Ikusi salieron a la calle a pedir su libertad. Los de Alditrans también lo hicieron, pero tuvieron peor suerte.

Recuerdo perfectamente el 8 de mayo de 1995 cuando, mientras comía en una bocatería de Bilbao, me hizo saber Ana Rosa que habían secuestrado a una persona en Oiartzun. A partir de ese momento, desde Gesto por la Paz pusimos en marcha todo un engranaje de movilización social que ya habíamos llevado a cabo con muy buen resultado durante el secuestro de Iglesias Zamora.

Nadie se podía imaginar que aquel ‘ON’ no tendría su ‘OFF’ hasta dos años y dos meses más tarde y tampoco se podía imaginar que, al esfuerzo de estar permanentemente reivindicando la libertad de un ser humano, tendríamos que añadir la heroicidad de soportar los insultos, las amenazas, las agresiones, las calumnias, el desprecio… que tuvimos que soportar por parte de la izquierda abertzale.

al esfuerzo de estar permanentemente reivindicando la libertad de un ser humano, tendríamos que añadir la heroicidad de soportar los insultos, las amenazas, las agresiones, las calumnias, el desprecio… que tuvimos que soportar por parte de la izquierda abertzale.

Jamás nos planteamos abandonar y dejar de movilizarnos. Jamás renunciamos a llevar el lazo azul aunque en determinados lugares peligrara nuestra integridad física. Exigíamos la libertad de José María Aldaya y defendíamos la nuestra propia, la libertad de toda la sociedad, aunque gran parte de la ciudadanía prefiriera pensar que era una cabezonería de los pacifistas o, incluso, que nosotros mismos estábamos alargando el secuestro del pobre Aldaya. ¡Qué injusto fue todo aquello!

Pero si algo fue especialmente injusto, fue lo que cada lunes ocurría en La Paloma primero y en el Buen Pastor después. Sí, los de Alditrans tuvieron que cambiar el lugar de convocatoria para tratar de reducir las agresiones de que eran objeto. Aquello fue muy injusto para los trabajadores de Alditrans porque prácticamente nada más salir con su humilde pancarta a pedir la libertad “de su jefe” que era su padre, su tío, su primo, su amigo, etc. la izquierda abertzale también los empezó a acosar, a hostigar, a perseguir como si fueran culpables de algo, como si fueran apestados, como si no tuvieran derecho a pedir que José María volviera a casa, a la empresa, que recuperara la libertad. Fue especialmente injusto porque aquella estrategia de extender “el sufrimiento” recientemente estrenada, Oldartzen, les dio directamente en la cara a unos jóvenes Oskar e Idoia -Txetxo estaba fuera y acudía muy de vez en cuando-, los hijos de Aldaya. Nunca se había escenificado una tortura pública tan cruel como la que los matones de la izquierda abertzale sometieron a esta familia y eso los hizo especiales. Y, mientras, Loli, la esposa y la madre, se quedaba en casa sufriendo también esa crueldad; no solo por lo que le contaban sus hijos o veía en la televisión, sino porque recibía llamadas telefónicas brutales como aquella de “Ya hemos soltado a Aldaya. Está colgado del puente de…”

Fue especialmente injusto porque aquella estrategia de extender “el sufrimiento” recientemente estrenada, Oldartzen, les dio directamente en la cara a unos jóvenes Oskar e Idoia, los hijos de Aldaya

Recuerdo las primeras concentraciones que convocaron los sábados ante el Ayuntamiento de San Sebastián: tres horas de concentración (luego, bajaron a una hora). Todo el tiempo era poco para exigir la libertad de su padre y de su compañero. Y reconozco que ellos, los hijos, me motivaron aún más si cabe para mantener mi compromiso por la libertad de aquel hombre que nunca conocí personalmente. La tenacidad, valentía, compromiso público y descarado de esos jóvenes debería haber arrastrado a toda la ciudadanía a la calle, pero, una vez más, se miró para otro lado. Yo les admiraba y me emocionaba verles allí, con aquella dignidad, exigiendo lo que era justo: que su padre recuperara la libertad. 341 días sin abandonar la calle. Se dice pronto. Se colocaron en primera línea y asieron la bandera de la libertad no solo de su padre, sino de todos nosotrxs.

Desde que el 14 de abril de 1996 que Aldaya fue liberado, poco supe de Oskar, de Idoia y de Txetxo. Se dedicaron a curar las profundas heridas que la violencia y el odio les habían causado. Sí recuerdo que escribieron a Gesto por la Paz una felicitación de Navidad. Era su manera de decirnos que nos llevaban en el corazón o, al menos, así lo entendimos.

Me da mucha pena la muerte de aquel hombre por el que recorrimos kilómetros por las calles de Euskal Herria, guardamos miles de minutos de silencio entre gritos e insultos, subimos a montes, construimos lazos en playas, lanzamos globos de libertad, colgamos pancartas gigantes… porque con cada uno de esos gestos, convertimos a José María en parte de cada una de nosotras y nosotros y ya nunca dejó de ser ‘nuestro’, ya nunca sería una persona más. Era José María Aldaya.

Allá donde estés, que sepas que sigues en el corazón de muchísimas personas que en aquellos años “te conocimos” y te hicimos nuestro.

 

Foto Diario Vasco

No sería justo, si en este escrito sobre José María Aldaya, su secuestro y el cruelísimo trato que recibió su familia, no mencionara a Enrique Cercadillo que en esos 341 escribió unos comunicados y manifiestos de una calidad humana y social inmensa.

 

Gracias a todxs, queridos amigxs.

 

Isabel Urkijo Azkarate

«Déjame que te cuente»

09 jueves Dic 2021

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Déjame que te cuente, deber de memoria, democracia, Edurne Albizu, El Correo, El Diario Vasco, El Periódico, Estanis Amutxastegi, ETA, Fundación Rubial, Juan Luis Ibarra, Lourdes Pérez, Manuel Reyes Mate, Manuel Zamarreño, Memoria, Nuria Imaña, Patxi López, pedagogía social, perdón, Rafaela Romero, reacción social, terrorismo, UPV-EHU, vía Nanclares, Víctimas

El profesor Manuel Reyes Mate siempre nos recuerda la importancia de la memoria. En su artículo publicado en El Periódico en 2017, “El deber de memoria”, explica que el deber de memoria no es acordarse de lo mal que lo pasaron los judíos en los campos de exterminio, sino en la obligación de reflexionar sobre la historia política europea que llevó a la catástrofe. Esto es, la memoria claramente tiene un sentido de pedagogía social. Aportar a su enriquecimiento está en manos de cualquier persona que tenga capacidad y voluntad de contribuir a reflexionar, en este caso, sobre lo que aquí ocurrió.

el deber de memoria no es acordarse de lo mal que lo pasaron los judíos en los campos de exterminio, sino en la obligación de reflexionar sobre la historia política europea que llevó a la catástrofe.

El 20 de octubre pasado, en una de las salas que la UPV tiene en Abandoibarra (Bilbao) la periodista Lourdes Pérez presentó su libro “Déjame que te cuente. Memorias para el futuro en el décimo aniversario del final de ETA”.

La sala estaba llena de gente entregada y encantada de escuchar a uno de los invitados por la Fundación Rubial, el Lehendakari Patxi López, a Juan Luis Ibarra, autor del prólogo del libro, y a la autora, la periodista. El acto estuvo muy bien; muy ajustado en tiempo y forma a lo que era, pero ¿y el libro? El libro es un gesto imprescindible de Memoria.

Quien quiso saber, supo

Esta semana he leído el libro y, con pena, lo he terminado. Me gustaría compartir con todas las personas que están leyendo este post, las distintas citas, referencias, expresiones, reflexiones… que me han encantado, pero no sabría cuáles elegir. Bueno, sí. Hay una que aparece en la página 71 y la vuelve a repetir en la 154: “Quien quiso saber, supo”. Creo que yo habría elegido éste como Título del libro. Otra referencia que me gustó por diferentes motivos fueron las palabras de Rafaela Romero sobre el funcionamiento del terrorismo: Opera un engranaje asimilable al que despliega la violencia machista para anular la autoestima de las mujeres: El maltratador primero te aísla y luego te golpea. Así hizo ETA.

La periodista relata con agilidad y frescura de muy alta calidad muchos de los episodios que le tocó vivir como trabajadora de El Correo y El Diario Vasco. Recoge los testimonios de varios familiares de víctimas de ETA y de supervivientes y los va tejiendo a lo largo de las 173 páginas con una maestría admirable, tratando cuestiones que están ahí engarzadas en cada historia: la vía Nanclares, el perdón, la reacción de la sociedad, el abandono de las víctimas, el valor de quienes defendieron la democracia, etc. He de reconocer que el relato de Manuel Zamarreño hace enmudecer.

El libro engancha y no te suelta hasta el final y, precisamente esa continua invitación a reflexionar sobre cada pequeño detalle, es la que lo convierte en el mejor regalo que yo haría a cualquier persona que estuviera mínimamente interesada en la Memoria de las consecuencias de la actividad de ETA. Lourdes Pérez, la periodista, nos ofrece estas páginas donde ha esculpido un ejemplo de nuestro “deber de memoria”. Os animo a que lo leáis.

Lourdes Pérez nos ofrece estas páginas donde ha esculpido un ejemplo del “deber de memoria”.

Y termino agradeciendo muy sinceramente a la periodista el fabuloso trabajo que ha hecho, así como a las personas que nos ofrecen su testimonio bien a través de entrevistas (Nuria Imaña, Estanis Amutxastegi, Edurne Albizu y Rafaela Romero), bien a través de las diversas referencias a las que recurre la autora. De todas aprendemos.

 

Isabel Urkijo Azkarate

[Fotos: Socialistas vascos]

«El tiempo del testimonio»

05 domingo Dic 2021

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Los de ETA han sido unos muertos incómodos, sobre todo porque les taparon la boca con la tierra podrida del “algo habrá hecho”. Saber sabíamos que estaban allí abajo gritando “¡estamos aquí!”, pero los cautiverios mentales de algunos de nosotros eran más fuertes que su verdad. Por eso sacarlos del olvido cerrado donde los han querido sus asesinos es hacernos a nosotros mismos un favor. Porque las víctimas, su recuerdo y su presencia, nos hacen mejores.

para mantener el silencio y el odio hicieron falta muchas mentiras

Por ello tan importante como el relato es la verdad porque para mantener el silencio y el odio hicieron falta muchas mentiras. La memoria de lo que ha provocado el terrorismo en nuestras vidas supone un recordatorio de lo que nunca debiera suceder, por eso exige un aprendizaje continuo, una visibilidad permanente. No es que lo hagamos una vez y ya. Exige tenerlo presente porque de alguna manera ese recuerdo es un antídoto frente al culto a la violencia. Recordar no es solo un acto simbólico. Recordar es también resistir ante unas ideas autoritarias por las que se asesinó en nuestro nombre.

Recordar es también resistir ante unas ideas autoritarias por las que se asesinó en nuestro nombre

Escribía certero Muñoz Molina que “no hay injurias más fáciles de olvidar que las que han sufrido otros, sobre todo si es uno mismo el que las ha cometido”. Ante la tentación del olvido o de la interpretación sesgada de lo sucedido quedan las víctimas, con su mano alzada y sus vivencias. Pasar del asunto, mirar con hastío a quienes pretendemos recordar, o huir hacia delante nunca debería ser una opción.

El “no debió suceder” que expresó Otegi hace unas semanas no es lo mismo que “no debimos hacerlo”: en lo primero aparece una visión táctica del final del terrorismo; en lo segundo una convicción ética. Y era exigible lo segundo, porque ETA es mitad fracaso, mitad catástrofe.

 no debimos hacerlo es una convicción ética

El odio hacia el otro y la ideología autoritaria en la que se parapetaba ha sido la ruina de mucha gente, a pesar de vivir en un lugar del mundo privilegiado, y en ocasiones en familias privilegiadas. Afirma Martín Alonso que el odio es una emoción de bajo coste, sobre todo, digo yo, para quienes empujaron al precipicio a cientos de jóvenes. Sobre ello Carmen Gisasola, una de las presas de ETA que inició el camino de la “vía Nanclares” basado en la autocrítica y el reconocimiento del daño injusto causado, en 2019 apuntó que “en mi pueblo son solo media docena de forofas de la lucha armada las que no me saludan. Pero decir, no me dicen nada. ¿Qué me van a decir si se han pasado cuarenta años evitando entrar en ETA?”.

Afirma Martín Alonso que el odio es una emoción de bajo coste, sobre todo, digo yo, para quienes empujaron al precipicio a cientos de jóvenes.

Florencio Domínguez, en su libro La agonía de ETA, destaca que un amigo de un miembro de ETA le escribió: “La ETA militar cada vez es menos militar. A ver si zumbáis fuerte y empezar a poner muertos encima de la mesa, que lleva un tiempo vacía”. El dirigente de ETA Txomin Iturbe escribía así al comando Zuberoa en 1978: “Bueno, sin más y esperando que continuéis con ejecuciones, nos despedimos de vosotros con un fuerte abrazo, y hasta la vista”. “Yo no he asesinado a nadie, yo he ejecutado. No me arrepiento”, confesaba Josu Zabarte, otro miembro destacado de ETA, en una entrevista.

Yo no he asesinado a nadie, yo he ejecutado. No me arrepiento, confesaba Josu Zabarte

Y ese pensamiento se trasladó a la violencia que ETA ejerció; al quién y al cuándo, pero también al cómo. A Vicente Zorita, asesinado en 1980, le pegaron siete tiros, pero antes, arrodillado como estaba, le pusieron una bandera española en la boca. Era miembro de Alianza Popular. A Antonio Cedillo, policía nacional, le tirotearon en una carretera rural de Rentería en 1982, salió malherido, logró pedir auxilio y se metió en una furgoneta camino al hospital. Sin embargo, el comando volvió a la zona, detuvo la furgoneta y remató a Antonio. Eso mismo le hicieron al ex guardia civil, José María Panizo, en 1978. El miembro de ETA que le descerrajó varios tiros se dio cuenta de que, caído en el suelo, no había muerto, se acercó al cuerpo de José María, le puso la rodilla en el cuello y le disparó en la cabeza.

Más. Asesinan al guardia civil Aurelio Prieto, natural de Extremadura. Su viuda, Conchi Fernández, viaja en un avión de carga camino del entierro de su marido. Allí, entre el eco metálico y la soledad del aparato, el féretro, la hija en común de seis meses y la hermana de Conchi llenan el vacío. Van camino de Mérida a empezar una nueva vida en una tierra que no era la suya, porque Conchi era de Alsasua.

El exilio interior, el que llena de tristeza infinita una vida, tal vez haya sido uno de los peores exilios que hayan tenido que sufrir muchas víctimas. En 1982 ETA asesina al industrial Rafael Vera Gil. A los tres meses, su viuda, María Dolores Bernisa, se suicida.

El exilio interior, el que llena de tristeza infinita una vida, tal vez haya sido uno de los peores exilios que hayan tenido que sufrir muchas víctimas

Todavía estamos en el tiempo del testimonio. Porque la transmisión de toda esta barbaridad que fue el matar es una obligación moral si queremos superar un trauma como el de la violencia. Sobre todo para que nadie nunca vuelva a decir que no sabía.

 

Joseba Eceolaza, miembro de Gogoan por una Memoria Digna

 

Las aulas, herramientas de memoria / Ikasgelak, memoria-bide

25 jueves Nov 2021

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Adi-Adian, Beatriz Elorza, Gobierno Vasco, Las aulas herramientas de memoria, María Jiménes, Marta Buesa Rodríguez

¿Qué importancia tiene que los testimonios de las víctimas del terrorismo se escuchen en las aulas de Euskal Herria? La respuesta a esta pregunta era la que pretendían llegar a través de la charla-coloquio que ofrecimos el 24 de noviembre y que contó con la participación de Marta Buesa Rodríguez, hija de una víctima del terrorismo, y María Jiménez, profesora de la Universidad de Navarra. Moderó la charla Beatriz Elorza, miembro de Gogoan, por una memoria digna.

¿Qué importancia tiene que los testimonios de las víctimas del terrorismo se escuchen en las aulas de Euskal Herria?

Marta Buesa relató su experiencia como participante del programa Adi-Adian del Gobierno vasco y ofreció un interesante punto de vista sobre cómo observa el desarrollo de dicho programa y lo que su participación le repercute a ella personalmente. Realmente interesante.

Por su parte, María Jiménez expuso el estudio ‘CURSO MEMORIA Y PREVENCIÓN
EL TERRORISMO Y SUS VÍCTIMAS EN LAS AULAS’ que ha realizado sobre la incidencia de este tipo de experiencias en el alumnado estableciendo comparativas con otros lugares donde también han vivido situaciones violentas muy traumáticas y el conocimiento que los más jóvenes tienen de lo ocurrido. También muy, muy interesante.

Podríamos adelantar parte del contenido de sus palabras, pero consideramos que es mucho más enriquecedor, que escuchéis sus palabras directamente y aprendamos todxs de ellas.

Desde aquí queremos agradecer tanto a las ponentes como a la moderadora el buen trabajo que hicieron.

El deber de memoria

28 jueves Oct 2021

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"Heridos y olvidados", asesinatos, colaboración con la justicia, deslegitimación de la violencia, El Diario Vasco, El Español, ETA, extrema derecha, Gabriele Nissim, GAL, Gesto por la Paz, Javier Marrodán, justicia, María Jiménez, Memoria, memoria histórica, pancartas, paz, silencio, Víctimas, violencia de motivación política, violencia policial, Zofia Kossak

El deber de memoria es un artículo escrito en junio de 2019 por Joseba Eceolaza, destacado político y sindicalista navarro. Es, además, escritor y una persona muy interesada en la memoria histórica y, también, en la memoria del periodo de violencia reciente en Euskal Herria. Por esta razón es miembro de Gogoan, por una memoria digna.


En este tiempo post-ETA el impulso de la memoria histórica, con sus valores y sus enseñanzas, es un buen guión para tratar de cerrar de la mejor manera posible un capítulo negro, otro más, de nuestra historia. Quienes vivimos aquí y ahora tenemos la ocasión de que las consecuencias del trauma de la violencia no se expandan a las siguientes generaciones. Sería imperdonable que volviéramos a cerrar en falso heridas o despreciáramos la memoria de las víctimas.

Y es que en todos los episodios de violencia de motivación política, se trabaja para que nadie se sienta en la tentación de volver a apretar el gatillo. Pero aquí la garantía de no repetición debería estar centrada en trabajar para que los valores que hicieron posible la violencia desaparezcan. En ese marco de preocupaciones la deslegitimación social de la violencia es lo prioritario, por urgente, por determinante.

La memoria es frágil y a veces no aguanta ni una generación. En el futuro quienes no han vivido la crueldad de la violencia, se pueden ver cautivados por la épica de la violencia que no se ha sufrido. Por eso, necesitamos ciertos anticuerpos para que no se extienda el odio, para que no sedimente, para que nadie vuelva a creerse en el derecho a decidir quién vive y quién no.

1993 manifestación Gesto por la Paz. Diario Vasco

Y la gente de Gesto por la Paz, que se enfrentó a la violencia cuando (casi) nadie lo hacía, constituye hoy un patrimonio moral que no podemos desperdiciar. La paz no la hicieron quienes militaron en ETA, de ninguna manera. La paz la hicieron quienes construyeron mentalidades de paz con sus pancartas y sus silencios. Ese, y no otro, es el motivo por el que la deslegitimación social de la violencia se ha extendido.

La paz no la hicieron quienes militaron en ETA, de ninguna manera. La paz la hicieron quienes construyeron mentalidades de paz con sus pancartas y sus silencios.

El deber de memoria, por eso, implica no solo tener presente lo horrible de la muerte violenta, es preciso tener en cuenta a quienes no callaron ante el terrorismo ni cuando les llovían tuercas e insultos.

En el deber de memoria juegan un papel importante los valores universales, aplicables incluso a situaciones que no nos gustan. Por ejemplo, supone una trampa ética enorme pedir que los crímenes ultras de la transición no queden impunes y sin embargo no exigirle a ETA que colabore en el esclarecimiento de los múltiples asesinatos pendientes. Esa desconexión ética es la que tenemos que quebrar, si queremos reconstruir todos los tejidos sociales rotos por años de violencia.

El deber de memoria exige anular la parte del relato que ha hecho que miles de personas le encontraran sentido a la barbaridad que supone el tiro en la nuca. Que ETA naciera en un contexto determinado no justifica su actuar. Matar, y seguir haciéndolo incluso una vez se murió el dictador, fue una decisión autónoma de ETA solo condicionada a su voluntad de imponer un proyecto político a la sociedad, una dinámica que no todos los antifranquistas ejercieron. Como se recoge en el libro “Heridos y olvidados” de María Jiménez y Javier Marrodán sobre las primeras acciones mortales de los años sesenta de ETA, hay que tener en cuenta que “matar a alguien fue una decisión meditada, debatida y acordada de forma mayoritaria”.

También el deber de memoria nos cuestiona en nuestros peros, porque ahí es donde se suele descubrir la inconsistencia ética, porque ese pero nos hace viajar a un túnel oscuro en el que la salida siempre es por la puerta falsa.

El deber de memoria apunta a evitar esa agotadora necesidad de hablar del GAL, o de la violencia policial cada vez que nombramos a ETA, como si una cosa compensara la otra, como si no supiéramos, no pudiéramos o no quisiéramos emitir un mensaje de solidaridad hacia el dolor sin más matiz que la cercanía humana ante quien ha sido agredido.

Rescatar y valorar, entonces, la importancia de Gesto por la Paz como nuestros “justos” locales hará que construyamos un futuro mejor.

Dice Gabriele Nissim sobre el pensamiento de Zofia Kossak en un libro genial que se titula «La bondad insensata» que esta, a pesar de su antisemitismo, llega a pensar que “los que mueren físicamente en Auschwitz, de los cuales incluso sería posible desentenderse, son los judíos, pero con ellos moralmente también mueren los polacos que les niegan ayuda”.

Diario Vasco. Acto de Gesto por la Paz en Zumarraga, 2004

Aquella gente de Gesto por la Paz asumió una responsabilidad personal frente a la intolerancia, porque quisieron elevar un mensaje moral de condena, a pesar de las consecuencias que implicaba hacerlo. Y eso nos conmovió incluso a quienes rozamos la violencia y nos pegamos de bruces contra su silencio.

Trabajemos, entonces, por la ética de una memoria responsable y coherente, las siguientes generaciones nos lo agradecerán, porque solo así romperemos definitivamente y para siempre la infinita cadena del odio, esa sin duda es la mejor garantía de no repetición.

Museo Centro Memorial de Víctimas del terrorismo

15 viernes Oct 2021

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El 1 de junio de 2021, se inauguró este Museo Centro Memorial de Víctimas del terrorismo situado en la capital alavesa. Se ha hecho esperar, pero ha merecido la pena.

En el museo se recoge la actividad terrorista que ha habido en España en el siglo XX y en el XXI y resulta realmente interesante para cualquier persona interesada en el tema. A pesar de los esfuerzos invertidos, es posible que a quien lo visite no le termine de encajar el tratamiento en el mismo espacio de dos conceptos de terrorismo tan diferentes como los terrorismos ‘autóctonos’ de funcionamiento ‘clásico’ (desde el FRAP hasta ETA) y el terrorismo global protagonizado por los distintos grupos extremistas de inspiración islamista que, además de tener unas maneras diferentes, nos traslada a una problemática un tanto ajena para la mayoría de la sociedad.

El terrorismo de ETA ocupa un lugar relevante como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta el número de víctimas ocasionadas y el tiempo que ha pervivido en nuestra sociedad. Prácticamente, al incorporarte al museo hay una sala en la que se escuchan testimonios de víctimas del terrorismo. Todos ellos son impactantes, pero hemos seleccionado las palabras de Ana Arregui:

Con ser como son y pensar como piensan, bastante condena tienen

Los datos que se ofrecen son muy interesantes y, en ocasiones, hasta sorprendentes. Por ejemplo, es llamativa la cantidad de víctimas –92– que ocasionó la organización terrorista GRAPO (Grupo de Resistencia Antifranquista Primero de Octubre) que, a pesar de carecer de apoyo social, se mantuvo activa desde 1968 hasta 2012.

Otro aspecto especialmente interesante son los datos sobre los heridos. Decir que se generaron 5.000 heridos, se puede quedar en una anécdota, en un simple número que nos pudiera dejar un tanto indiferentes. Sin embargo, en el museo, se hace una referencia expresa a las personas heridas que quedaron con una gran invalidez: 60 personas que quedaron muertas en vida y cuyo testimonio es difícil compartir, traerlo a la memoria, ya que resulta complicado mostrar ese dolor sin aumentárselo a la propia víctima.

Uno de esos casos fue muy bien recogido en la película de Iñaki Arteta «Trece entre mil«, un film que abrió un camino por el que han transitado otros posteriormente y que impactó sobremanera en 2005. En la película aparece el caso de Francisco Marañón, chófer de un alto cargo del ejército que desde 1985 vivía entre su cama y una silla de ruedas.

En el museo también se recoge la importancia de la actuación policial, judicial, política y la reacción social. Sorprende un poco que la respuesta desde la sociedad se enmarque en el mismo bloque que las necesarias y obligadas respuestas policial, judicial y política porque, de esa forma, se minimiza ese importante rasgo de reacción voluntaria y espontanea desde la ciudadanía. En este ámbito social, destacan las actuaciones de movimientos pacifistas como Gesto por la Paz o Denon Artean_Paz y Reconciliación y de organizaciones ciudadanas como Basta Ya, aunque del trabajo de esta última fuera más limitado en el tiempo.

Precisamente fue Gesto por la Paz la organización que acuñó la expresión ‘violencia de persecución‘ y desarrolló una importante campaña (‘Si te amenazan, nos agreden‘) denunciando la situación que vivían las personas amenazadas. Afirmaron que existían 42.000 amenazadxs. En relación a esta cuestión, sugeriríamos una pequeña matización:

En uno de los paneles de dice: «El miedo, que afectaba sobre todo a los no nacionalistas, fue un factor determinante en Euskadi«. Efectivamente, ‘sobre todo’ afectó a ese sector de la clase política. Sin embargo, en otro panel cuando se menciona a los colectivos amenazados, la referencia que se hace es a «cargos públicos constitucionalistas». Se da por hecho, que todos los partidos políticos democráticos son constitucionalistas, pero como el panel se refiere a los ‘no nacionalistas’ (vascos), consideramos que es tan de justicia reconocer que los no nacionalistas fueron mayoritariamente amenazados, como reconocer que también hubo políticos nacionalistas que fueron amenazados e, incluso, que fueron víctimas directas de la violencia de ETA y de su entorno.

Más allá de este pequeño apunte, recomendamos encarecidamente, la visita al museo. Es grato reconocer que se ha realizado un buen trabajo.

 

Isabel Urkijo Azkarate y Jesus Herrero Arranz, miembros de Gogoan, por una memoria digna.

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