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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

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José María Aldaya

03 lunes Ene 2022

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agresiones, Alditrans, Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián, concentraciones pacifistas, contraconcentraciones, El Diario Vasco, empresarios, Enrique Cercadillo, ETA, Gesto por la Paz, hijos de Aldaya, Ikusi, izquierda abertzale, José María Aldaya, Julio Iglesias Zamora, lazo azul, movilización social, ponencia Oldartzen, secuestros, Víctimas

Foto Diario Vasco

José María Aldaya nos ha dejado para siempre. Como si hubiera podido elegir la fecha, murió el día de los inocentes porque Aldaya fue inocente. ¡Cuántas pintadas de ‘Aldaya, paga y calla’ tuvimos que leer por las paredes de nuestros pueblos! ¡Cuántas justificaciones de la vileza que ETA estaba cometiendo contra aquel “empresario”¡ ¡Ah, malditos empresarios opresores de los derechos de los trabajadores! Y mucha gente tragó y se comió ese sapo de que los empresarios “se lo merecían”. Sin embargo, las cosas ya había empezado a ser muy diferentes desde el secuestro de Julio Iglesias Zamora, cuando los trabajadores de la empresa Ikusi salieron a la calle a pedir su libertad. Los de Alditrans también lo hicieron, pero tuvieron peor suerte.

Recuerdo perfectamente el 8 de mayo de 1995 cuando, mientras comía en una bocatería de Bilbao, me hizo saber Ana Rosa que habían secuestrado a una persona en Oiartzun. A partir de ese momento, desde Gesto por la Paz pusimos en marcha todo un engranaje de movilización social que ya habíamos llevado a cabo con muy buen resultado durante el secuestro de Iglesias Zamora.

Nadie se podía imaginar que aquel ‘ON’ no tendría su ‘OFF’ hasta dos años y dos meses más tarde y tampoco se podía imaginar que, al esfuerzo de estar permanentemente reivindicando la libertad de un ser humano, tendríamos que añadir la heroicidad de soportar los insultos, las amenazas, las agresiones, las calumnias, el desprecio… que tuvimos que soportar por parte de la izquierda abertzale.

al esfuerzo de estar permanentemente reivindicando la libertad de un ser humano, tendríamos que añadir la heroicidad de soportar los insultos, las amenazas, las agresiones, las calumnias, el desprecio… que tuvimos que soportar por parte de la izquierda abertzale.

Jamás nos planteamos abandonar y dejar de movilizarnos. Jamás renunciamos a llevar el lazo azul aunque en determinados lugares peligrara nuestra integridad física. Exigíamos la libertad de José María Aldaya y defendíamos la nuestra propia, la libertad de toda la sociedad, aunque gran parte de la ciudadanía prefiriera pensar que era una cabezonería de los pacifistas o, incluso, que nosotros mismos estábamos alargando el secuestro del pobre Aldaya. ¡Qué injusto fue todo aquello!

Pero si algo fue especialmente injusto, fue lo que cada lunes ocurría en La Paloma primero y en el Buen Pastor después. Sí, los de Alditrans tuvieron que cambiar el lugar de convocatoria para tratar de reducir las agresiones de que eran objeto. Aquello fue muy injusto para los trabajadores de Alditrans porque prácticamente nada más salir con su humilde pancarta a pedir la libertad “de su jefe” que era su padre, su tío, su primo, su amigo, etc. la izquierda abertzale también los empezó a acosar, a hostigar, a perseguir como si fueran culpables de algo, como si fueran apestados, como si no tuvieran derecho a pedir que José María volviera a casa, a la empresa, que recuperara la libertad. Fue especialmente injusto porque aquella estrategia de extender “el sufrimiento” recientemente estrenada, Oldartzen, les dio directamente en la cara a unos jóvenes Oskar e Idoia -Txetxo estaba fuera y acudía muy de vez en cuando-, los hijos de Aldaya. Nunca se había escenificado una tortura pública tan cruel como la que los matones de la izquierda abertzale sometieron a esta familia y eso los hizo especiales. Y, mientras, Loli, la esposa y la madre, se quedaba en casa sufriendo también esa crueldad; no solo por lo que le contaban sus hijos o veía en la televisión, sino porque recibía llamadas telefónicas brutales como aquella de “Ya hemos soltado a Aldaya. Está colgado del puente de…”

Fue especialmente injusto porque aquella estrategia de extender “el sufrimiento” recientemente estrenada, Oldartzen, les dio directamente en la cara a unos jóvenes Oskar e Idoia, los hijos de Aldaya

Recuerdo las primeras concentraciones que convocaron los sábados ante el Ayuntamiento de San Sebastián: tres horas de concentración (luego, bajaron a una hora). Todo el tiempo era poco para exigir la libertad de su padre y de su compañero. Y reconozco que ellos, los hijos, me motivaron aún más si cabe para mantener mi compromiso por la libertad de aquel hombre que nunca conocí personalmente. La tenacidad, valentía, compromiso público y descarado de esos jóvenes debería haber arrastrado a toda la ciudadanía a la calle, pero, una vez más, se miró para otro lado. Yo les admiraba y me emocionaba verles allí, con aquella dignidad, exigiendo lo que era justo: que su padre recuperara la libertad. 341 días sin abandonar la calle. Se dice pronto. Se colocaron en primera línea y asieron la bandera de la libertad no solo de su padre, sino de todos nosotrxs.

Desde que el 14 de abril de 1996 que Aldaya fue liberado, poco supe de Oskar, de Idoia y de Txetxo. Se dedicaron a curar las profundas heridas que la violencia y el odio les habían causado. Sí recuerdo que escribieron a Gesto por la Paz una felicitación de Navidad. Era su manera de decirnos que nos llevaban en el corazón o, al menos, así lo entendimos.

Me da mucha pena la muerte de aquel hombre por el que recorrimos kilómetros por las calles de Euskal Herria, guardamos miles de minutos de silencio entre gritos e insultos, subimos a montes, construimos lazos en playas, lanzamos globos de libertad, colgamos pancartas gigantes… porque con cada uno de esos gestos, convertimos a José María en parte de cada una de nosotras y nosotros y ya nunca dejó de ser ‘nuestro’, ya nunca sería una persona más. Era José María Aldaya.

Allá donde estés, que sepas que sigues en el corazón de muchísimas personas que en aquellos años “te conocimos” y te hicimos nuestro.

 

Foto Diario Vasco

No sería justo, si en este escrito sobre José María Aldaya, su secuestro y el cruelísimo trato que recibió su familia, no mencionara a Enrique Cercadillo que en esos 341 escribió unos comunicados y manifiestos de una calidad humana y social inmensa.

 

Gracias a todxs, queridos amigxs.

 

Isabel Urkijo Azkarate

El impacto de ETA en la economía vasca, I

06 jueves Sep 2018

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AEFAME, atentados, Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Deusto, economía, El Correo, empleo, empresarios, empresas familiares, ETA, Instituto Valentín de Foronda, inversión extranjera, Izaskun Sáez de la Fuente, Luis Ramón Arrieta Durana, microempresas, Misivas del terror, País Vasco, PIB, stock de capital, terrorismo, UPV-EHU, valor añadido

El artículo que vamos a reproducir a continuación, lo escribió Luis Ramón Arrieta Durana en El Correo el 7 de mayo de 2017. Dada la importancia de los datos y la necesidad de que se conozcan, hemos considerado pertinente incluirlo en nuestro blog para que nuestros seguidores le den la mayor difusión posible.


Hace unos días, la Asociación de Empresa Familiar de Euskadi (AEFAME) realizó una jornada de trabajo en la que presentó un informe sobre la situación de las empresas familiares en el País Vasco y su peso e importancia para nuestra economía.Este tipo de empresas representan el 84,41% del total y suponen, sin incluir las microempresas, un 44% del valor añadido y más del 55% del empleo total en Euskadi. Constituyen por lo tanto, la columna vertebral de la economía vasca. El informe destaca también la resiliencia de este tipo de empresas en momentos de crisis como la que acabamos de vivir. Por ejemplo, han conseguido salvaguardar mejor el  empleo que otro tipo de empresas. Además, las empresas familiares han tendido a mantener sus centros de decisión en Euskadi, con lo que esto supone de promoción del empleo, tanto directo como indirecto,  y mayor contribución fiscal del conjunto de su actividad.


Las empresas familiares en el País Vasco representan el 84,41% del total y suponen, sin incluir las microempresas, un 44% del valor añadido y más del 55% del empleo total.


Sin embargo, el informe también da cuenta de algunos aspectos menos positivos. El más destacado es que la proporción de este tipo de empresas es muy inferior en Euskadi a la que se da en el conjunto del Estado apuntándose, en el debate posterior, a la violencia de ETA contra el mundo empresarial como una de las causas de esa significativa diferencia. En clara correspondencia, se comentó también que los índices de emprendimiento son mucho más bajos que los que se dan en España y Europa.


La inversión extranjera en Euskadi, que representaba un 6,7 % del conjunto del estado en los años sesenta, se desplomó hasta el 2,7% en las décadas del noventa y dos mil.


Diversos trabajos han tratado de medir el impacto que ha tenido el terrorismo sobre las empresas y la economía vasca. En el campo de la investigación universitaria, el estudio de los profesores Abadie y Gardeazábal, publicado hace más de diez años, ya indicaba la existencia de un impacto negativo del 10 % en el PIB para el conjunto de los años estudiados (1980 al 2000). Hay otros datos macroeconómicos que son igualmente significativos. La inversión extranjera en Euskadi, que representaba un 6,7 % del conjunto del estado en los años sesenta, se desplomó hasta el 2,7% en las décadas del noventa y dos mil. Hoy, en el nuevo escenario de ausencia de amenazas, las cifras se empiezan a recuperar y la media de los últimos años alcanza el 5%. El stock de capital del País Vasco se redujo un 50%, pasando de suponer el 12% del conjunto del Estado en los años sesenta al 6% en 2014. Finalmente, el peso relativo de nuestro PIB respecto al conjunto de la economía española se ha reducido también un 20% en los últimos cuarenta años.


El stock de capital del País Vasco se redujo un 50%, pasando de suponer el 12% del conjunto del Estado en los años sesenta al 6% en 2014.


El libro “Misivas del terror”, recientemente publicado por el Centro de Ética Aplicada de la Universidad de Deusto, habla de más de diez mil empresarios y directivos extorsionados por ETA durante las últimas décadas, a los que habría que sumar otros miles de pequeños comercios y negocios sometidos también a la microextorsión por parte del entorno terrorista. 

Izaskun Sáez de la Fuente

La presión sobre las empresas ha sido terrible. El “Informe Foronda”, publicado en 2015 por el instituto del mismo nombre de la UPV, afirma que las empresas vascas sufrieron un atentado cada tres días durante las décadas de acción de terror de ETA, incluyendo bombas, secuestros y asesinatos.

Aunque el terrorismo no explica todas las dificultades que ha enfrentado y enfrenta la economía vasca, está claro que su  impacto negativo ha sido muy importante y ha afectado de forma muy especial y directa a las empresas familiares y a las familias empresarias. Nuestro País tiene hoy una dimensión económica, un tejido empresarial y una capacidad de emprender proyectos mucho menor de la que hubiera tenido sin violencia terrorista.

Hoy nos encontramos en una nueva situación. La violencia ha cesado. Hay que hacer memoria y tomar conciencia del importante daño causado. El paso siguiente es trabajar para intentar revertir, lo antes posible, esta situación, mirando al futuro con nueva fuerza y optimismo. Contamos con la capacidad y los instrumentos necesarios para poner en marcha políticas y marcos legales y fiscales que refuercen a las empresas familiares, que ayuden a recuperar algunas de las perdidas en las últimas décadas, que atraiga nuevos empresarios y que despierte en nuestra juventud el deseo de servir a la sociedad a través del desarrollo de la vocación empresarial.

Luis Ramón Arrieta       Ex – Director de AEFAME


ETA extorsionó a 10.000 empresarios y directivos. A estos, habría que sumar los miles de pequeños comercios y negocios sometidos también a la microextorsión por parte del entorno terrorista


Los análisis y estudios realizados en los últimos años lo dicen todo: «diez mil empresarios y directivos extorsionados por ETA durante las últimas décadas, a los que habría que sumar otros miles de pequeños comercios y negocios sometidos también a la microextorsión por parte del entorno terrorista«.

Siempre habrá quien trate de negar la evidencia, pero en el próximo post se informará de una realidad absolutamente irrefutable.

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