~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.
El pasado 2 de marzo, se publicó en El Diario Vasco el artículo “Cambiar la política penitenciaria” firmado por Joseba Azkarraga, Iñaki Lasagabaster y Ramón Zallo, miembros de la Red Ciudadana SARE.
De entrada es importante diferenciar, y no seguir confundiendo, el “alejamiento vs. acercamiento”, por un lado, y la “dispersión vs. concentración” por otro. En dicho artículo, además de relatar la situación injusta de alejamiento que padecen los 208 presos, realizan afirmaciones como que la dispersión fue la razón por la que se tardó en tomar la decisión de que ETA desapareciera.
La tardanza de esa disolución –en un proceso de cierre ordenado y general– se debió en buena medida a la dispersión en cárceles lejanas,
Sin embargo, esto es una simple anécdota, si continuamos con su lectura porque también cuestiona la política de dispersión: “Esa política no alcanzó sus objetivos puesto que ETA tomó la decisión de dejar la violencia 22 años después, sin que aquella defección se produjera salvo en algunos casos“, obviando el trato que dio ETA a quienes se reinsertaron o el denso trabajo que hizo la izquierda abertzale sobre quienes salían de la cárcel por esta vía.
Quizás uno de los puntos menos digerible del artículo es cuando afirman que ya se había reconocido el daño causado: “En 2013 una declaración del colectivo mayoritario de personas presas EPPK reconocía el daño causado y manifestaba su decisión de hacer uso de la legislación para normalizar su régimen carcelario.” Esta referencia al daño causado ETA la concretó más en su comunicado de 2018 cuando dijo:
A consecuencia de errores o de decisiones erróneas, ETA ha provocado también víctimas que no tenían una participación directa en el conflicto, tanto en Euskal Herria como fuera de ella. Sabemos que, obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna. También hemos provocado graves daños que no tienen vuelta atrás. A estas personas y a sus familiares les pedimos perdón.
Se podría llenar el resto del post con fotografías de las otras víctimas, las que, según ETA, sí se merecieron ser asesinadas. Os dejamos un ejemplo, pero no olvidemos que hay cientos más como él:
A raíz del mencionado artículo, se han publicado dos a lo que queremos dar especial eco por la importancia de los colectivos a los que pertenecen sus autores -Joseba Urrosolo Sistiaga, preso disidente de ETA y miembro de la llamada Vía Nanclares, y Edurne Albizu Ormazabal, familiar de una víctima de ETA- y por el propio contenido de los mismos. Ambos son un cúmulo de verdades que difícilmente se pueden contestar.
La ponencia Oldartzen y la socialización del sufrimiento se debatieron y se apoyaron en las asambleas de la izquierda abertzale en los pueblos. Por eso es tan importante que esa responsabilidad se asuma y no se la dejen solo a los presos
al reconocimiento le falta lo más importante: despojarse de la chulería y aceptar que todas sus víctimas han sido completamente injustas; que han asesinado a ciudadanos indefensos una y otra vez. Y que, para que así fuera, han recibido la ayuda de una parte de la sociedad que, unos activamente y otros mirando al otro lado, han posibilitado que el terrorismo durara 50 años.
Recomendamos absolutamente su atenta lectura. Reflexionemos sobre las verdades que ambos nos colocan delante.
En relación a los materiales didácticos Herenegun, tras la modificación realizada ante las distintas quejas de diversos colectivos, desde Gogoan por una memoria digna deseamos manifestar que el material presentado supone una mejora sustancial con respecto a la primera versión.
Sin embargo, al margen de algunas afirmaciones tan precisas como inexactas (ni Koldo Mitxelena presentó en Arantzazu “las bases de un nuevo euskera”, ni es cierto tampoco, dicho con esa rotundidad, que “el euskera estaba prohibido”) queremos hacer algunas observaciones que pensamos pueden contribuir a mejorar el material presentado.
La primera y fundamental es la ausencia del papel de la izquierda abertzale en toda esta historia de violencia. Es verdad que los partidos políticos no tienen un papel protagonista en los vídeos, pero en el caso de la izquierda abertzale, ocultar su papel protagonista es desvirtuar la realidad.
A ETA le hubiera sido complicado subsistir sin el apoyo de una parte de la población, la aglutinada en torno a la autodenominada izquierda abertzale. El apoyo de esa parte de la población, citado en los vídeos, pero sin añadir más explicaciones, diluye por completo responsabilidades de actores centrales que han condicionado por completo esta historia. ETA secuestraba y mataba, sí, pero era alentada por estos sectores que organizaban manifestaciones, jaleaban sus acciones y extendían el sufrimiento atacando comercios, quemando autobuses y amenazando de forma directa a quien no comulgase con ellos: “Hoy tú de negro, mañana tu familia”; manifestación frente a la familia del secuestrado Ibarra… En los documentos NO se informa suficientemente sobre este apoyo.
De modo sorprendente, no se habla de HB ni de las organizaciones de la izquierda abertzale con su nombre propio. Es como si no existieran. Parece que se trata de un apoyo indefinido y poco estructurado, cuando lo cierto es que fue un apoyo organizado hasta en los últimos detalles. Con actividad incansable en la calle, y apoyando a los terroristas tanto en los momentos de activismo como cuando el militante es detenido, está en la cárcel condenado, y regresa a su origen una vez cumplida la pena. HB como tal (al margen de referencias muy de pasada -imágenes de titulares de periódicos, por ejemplo) no aparece hasta el año 1996, con el mitin de Anoeta y la estrategia Oldartzen. Esto nos parece incomprensible. No se puede explicar la historia de ETA si al mismo tiempo no se indica con claridad que gran parte de su trayectoria la recorrió de la mano de las organizaciones de la llamada izquierda abertzale. Hubo una complicidad directa con el terrorismo, algo que todos hemos visto durante años.
El papel de los movimientos sociales
También conviene apuntar algunas cuestiones sobre el papel de los movimientos sociales.
Resulta llamativo que no exista ninguna referencia a la coordinadora Lurraldea, dado que es fundamental para comprender el sentido que tuvo posteriormente Elkarri.
En el vídeo 3 se silencia por completo, de forma sospechosa, la actividad de Lurraldea para “solucionar” el problema del trazado de la autovía de Leitzaran. Lo de Lurraldea sí que es, a diferencia de otros muchos hechos que aparecen en los vídeos, una cuestión periférica, pero directamente relacionada con la actividad de ETA. Basta con echar un vistazo a la prensa de la época: aquello acabó porque una coordinadora que se presentaba como ecologista, dirigida por personas directamente vinculadas a HB, presionó en la Diputación de Gipuzkoa para que esta adoptase un acuerdo en la línea que ETA propugnaba. Ese es un ejemplo claro e ilustrativo de apoyo social, como lo demuestra la famosa foto del brindis con champán.
También resulta llamativo el papel residual concedido a Gesto por la Paz.
Es llamativo no solo porque lo que se recoge de la entrevista es testimonial y personal, sino porque su actividad se incluye en los 80 obviando, por una parte, que continuó trabajando hasta 2013 y, sobre todo, obviando todas las singulares aportaciones que realizó esta organización en temas como la reinserción (Vía Nanclares), el acercamiento de presxs (familiares en el bus), la violencia de persecución, la separación de conflictos, etc.
Resulta hasta doloroso que se oculten los dos años de movilización social pidiendo la libertad de las personas secuestradas y las contramanifestaciones, sin valorar la enorme violencia y tensión que supuso en la sociedad y sin crítica alguna de la pasividad de fuerzas policiales y judiciales frente a esa conculcación de derechos básicos.
Respecto al modo de realizar el relato
Es una realidad que en los años del franquismo y durante los primeros años de la democracia, las actuaciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado fueron escandalosamente reprobables. Y de esa manera se refleja en los vídeos; sin embargo, a lo largo del resto de las décadas, se queda una especie de tic, una insistencia constante de toda la descripción histórica de los hechos como de dos bandos, con una de cal y otra de arena: atentados de ETA / torturas y asesinatos por parte del Estado. Ese relato introduce una enorme nebulosa que tiende, si no a ocultar la actividad de ETA, sí a debilitar su protagonismo.
Otras observaciones de menor calado
Además, hay algunas observaciones de menor calado, pero que deberían tenerse en cuenta:
En todos los capítulos se sitúa lo sucedido (básicamente, la acción terrorista de ETA atacando a la sociedad, y los abusos policiales y de grupos de extrema derecha) en un contexto demasiado amplio de hechos, que tienden a confundir y a diluir la acción de los principales causantes de la violencia.
Hay “cuestiones ajenas” cuya referencia es absolutamente prescindible en el tema que nos ocupa, porque poco tuvieron que ver con la historia de la violencia motivo de análisis:
el movimiento de la insumisión,
el atentado yihadista de Madrid -más allá de la repercusión negativa que tuvo en ETA-,
o, por ejemplo, la lucha en los astilleros de Euskalduna que proyecta un contexto muy conflictivo que contribuye a dar una imagen de violencia de respuesta. Eso se complementa con la falta de referencias a la normalidad y la indiferencia con la que ha vivido durante décadas una buena parte de la sociedad vasca.
La referencia a Glencree está cogida ‘por los pelos’ y es muy posible que más allá de las personas interesadas, nadie pueda llegar a saber en qué consistió esa iniciativa, de dónde partió, cuáles fueron sus principales aportaciones…
Todo el tema “Vía Nanclares” está tratado más desde el sentimiento (necesario) que como una vía política que daba en la línea de flotación de ETA. No se explica qué fue, cuántos tomaron parte en la iniciativa y su importancia en la organización, por qué se impulsó, por qué no tuvo más éxito, cómo se acogió el posicionamiento dentro de ETA y por los comités de apoyo a presos (cuya actividad queda, por cierto, absolutamente diluida en los materiales presentados), etc. En definitiva, nadie que vea los vídeos sabrá qué fue aquello de la “Vía Nanclares”. Sería deseable incluir el testimonio conjunto de Maixabel Lasa e Ibon Etxezarreta.
Se dan muchos datos estadísticos de lo ocurrido. Imprescindibles para conocer la dimensión del terror. Pero faltan testimonios de víctimas anónimas y ocultas: testimonios de quienes llevaron el cuerpo de su hijo asesinado a un pueblo pequeño y quedaron sepultados en el olvido durante años o testimonios como el de la abogada Pilar Zubiarrain. A veces eso es mucho más esclarecedor que un listado frío de datos.
En el capítulo 5 se intenta hacer un resumen de la década prodigiosa que antecedió a la Conferencia de Aiete y a la actividad de los organizadores de Conferencias de Paz. Se ha preferido concentrar el tema en Aiete. Pero, ¿cómo se llegó ahí? En la descripción (cierta) de los hechos se silencian de forma cuidadosa cuestiones que explican, más que cualquier otro argumento, el cese de la actividad de ETA. Bastaría con haber incluido una frase de este estilo: “La población vasca había llegado a tal nivel de hartazgo insoportable con la actividad de ETA, que se manifestó de forma continua contra la banda en movilizaciones sociales de todo tipo. Por otro lado, la acción eficaz y continuada de policías y jueces llevó a la organización a una situación insostenible y de difícil salida. No cupo otra opción que el abandono de la actividad. Máxime hasta cuando sus referentes políticos habían decidido tomar caminos que ellos mismos habían vetado durante decenas de años a los miembros de la banda encarcelados: aceptación del marco constitucional, acuerdos con fiscales y jueces, beneficios penitenciarios, etc.”. Nada de eso aparece. Pero una frase de ese tipo, leída con un poco de convicción, acaba siendo más ilustrativa que un listado de asesinatos.
Aun siendo conscientes de la dificultad de realizar un retrato que satisfaga a todas las personas, confiamos en que estas aportaciones sean tenidas en cuenta porque están elaboradas pensado exclusivamente en el bien común y en la necesidad de crear una memoria basada en la verdad y en el análisis crítico del pasado.
El 1 de junio, se cumplirá el quinto aniversario de la despedida de Gesto por la Paz de la sociedad. Dijo adiós para siempre.
Sin pretenderlo, esta efeméride ha coincidido con la defensa de la tesis “Movilizaciones por la paz en el País Vasco: el caso de la Coordinadora Gesto por la Paz” que la historiadora Irene Moreno realizó ayer en la Sala de Grados de la Facultad de Historia de la UPV-EHU de Vitoria-Gasteiz ante un tribunal presidido por Luis Castells Arteche. Esto es un pequeño resumen de lo que fue.
Demostrando un gran conocimiento de la materia sobre la que hablaba, Irene Moreno comenzó la exposición explicando la metodologia utilizada para pasar a destacar la importancia del relato; y, en este caso, el relato sobre el papel de la sociedad vasca ante el terrorismo, centrandolo en la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria.
Irene Moreno Bibiloni
En los previos al nacimiento de Gesto por la Paz, describió la nula reacción de la sociedad vasca, más allá de manifestaciones puntuales convocadas por partidos ante determinados asesinatos o secuestros; una nula reacción ‘explicada’ por la imagen heroíca y simbólica de ETA y por la cualidad de las víctimas, mayoritariamente miembros de las fuerzas de seguridad que durante el franquismo no eran cuerpos especialmente ‘populares’.
El nacimiento de Gesto por la Paz -la Coordinadora Gesto por la Paz y la Asociación por la Paz de Euskal Herria- introdujo un cambio importante y, según la historiadora, su mayor éxito fue la sistematización y ritualización de la respuesta a la violencia.
Gesto de la Plaza Circular de Bilbao
Además, utilizó una herramienta fundamental para lograr las adhesiones de personas de todas las ideologías: el silencio.
Gesto de la Plaza de Gipuzkoa de Donostia
Durante la década de los 90, la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria fue adquiriendo un protagonismo en la sociedad y en los medios de comunicación y, quizás, su momento culmen fue con el lazo azul en los años de movilización contra los secuestros, primero de Julio Iglesias Zamora y, posteriormente, los de José María Aldaya, José Antonio Ortega Lara y Cosme Delclaux.
Irene Moreno, distinguió entre uno y los otros, porque mientras que en 1993 la izquierda abertzale se vio sorprendida y no articuló ninguna respuesta, en 1995, puso en práctica la ponencia Oldartzen que se basaba en recuperar la calle y convocó las contra-concentraciones que tanta tensión generaron.
En la defensa proyectó este impresionante vídeo:
Irene Moreno afirmó que Gesto por la Paz nunca había sido una organización mayoritaria en su militancia, pero consiguió mucha influencia simbólica y mediática.
A finales de los 90, el inicio del declive de ETA y la destrucción del Pacto de Ajuria Enea y la creación del Pacto de Lizarra, con el surgimiento de organizaciones como Basta Ya o Foro Ermua, propició un nuevo escenario en el que una organización plural como Gesto por la Paz encontraría dificultades añadidas para desenvolverse como lo había hecho hasta entonces.
Irene Moreno afirmó que Gesto por la Paz inyectó el estimulo necesario a la sociedad vasca y navarra y lo mantuvo durante muchas décadas. Ese fue otro de sus éxitos: mantenerse en el tiempo. Por otra parte, creó nuevas formas de protestas y conceptos innovadores como la violencia de persecución.
El tribunal de la tesis le concedió un sobresaliente por el trabajo, lo cual le abre la posibilidad de obtener un cum laude por este buen trabajo que ayer presentó.
El grupo Elkarbizi está organizando una serie de jornadas sobre diversos temas relacionados con los años de violencia que se ha vivido en Euskal Herria estos años atrás: terrorismo, pres@s, víctimas…
Precisamente hace unos días, este grupo organizó en Hernani una jornada sobre la violencia de persecución. La charla principal la ofreció Fabián Laespada, miembro de la desaparecida Gesto por la Paz, quien relató el trabajo que había hecho esta asociación pacifista sobre el tema en cuestión desde finales de los noventa hasta prácticamente su desaparición.
Fue una campaña de respuesta a la ‘peculiar’ estrategia aprobada por la izquierda abertzale en 1995 en su ponencia Oldartzen: socializar el sufrimiento. Durante 15 años, Gesto por la Paz desarrolló una campaña de sensibilización utilizando la movilización ciudadana, la denuncia en medios de comunicación, una campaña publicitaria, etc. Todo lo que fuera necesario para que la sociedad viera una terrorífica violencia que estaba en unos casos quebrando voluntades y, en la mayoría, convirtiendo en héroes a miles de ciudadan@s vasc@s.
En un momento, la charla fue una sobrecogedora vuelta al pasado. Se revivieron situaciones pasadas muy dolorosas; situaciones que a cualquier oyente ajeno le permitirían entender lo ocurrido en Europa a mediados de los años 30 y años 40 del siglo pasado.
Una persona asistente comentó que era la primera vez que estaba en Hernani. La anterior vez que quiso entrar fue en julio de 1995 durante una marcha organizada por Gesto por la Paz desde el monte Aldaya en Alava hasta Oyartzun donde estaba la empresa Alditrans propiedad de José María Aldaia, secuestrado por ETA. En aquella ocasión, unos 400 vecinos de Hernani a empujones, patadas, golpes, insultos, amenazas… impidieron que la marcha entrara en Hernani.
Uno de los miembros de Elkarbizi presente en la sala fue Joxan Rekondo, ex alcalde de Hernani, entre otras cosas. En el coloquio, denunció que en los esfuerzos que se estaban haciendo por hacer visibles todas las formas de victimización y agresión sufridas en los años de violencia vividos, se estuviera obviando la violencia de persecución. Recomendamos la lectura de su artículo La socialización del sufrimiento escrito en el blog Aberriberri Bloga en el que amplia esta cuestión. Muy interesante.
Aquella jornada sirvió para recordar la dureza de lo vivido hace poco tiempo en Euskadi y fue la constatación de la necesidad de un profundo cambio en las actitudes y forma de pensar de la izquierda abertzale. Allí en la ‘Euskadi profunda’ aún no se percibe ningún cambio en aquell@s que poco antes gritaban ‘Gora ETA militarra’ o ‘ETA mátalos’.