~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.
El deber de memoria es un artículo escrito en junio de 2019 por Joseba Eceolaza, destacado político y sindicalista navarro. Es, además, escritor y una persona muy interesada en la memoria histórica y, también, en la memoria del periodo de violencia reciente en Euskal Herria. Por esta razón es miembro de Gogoan, por una memoria digna.
En este tiempo post-ETA el impulso de la memoria histórica, con sus valores y sus enseñanzas, es un buen guión para tratar de cerrar de la mejor manera posible un capítulo negro, otro más, de nuestra historia. Quienes vivimos aquí y ahora tenemos la ocasión de que las consecuencias del trauma de la violencia no se expandan a las siguientes generaciones. Sería imperdonable que volviéramos a cerrar en falso heridas o despreciáramos la memoria de las víctimas.
Y es que en todos los episodios de violencia de motivación política, se trabaja para que nadie se sienta en la tentación de volver a apretar el gatillo. Pero aquí la garantía de no repetición debería estar centrada en trabajar para que los valores que hicieron posible la violencia desaparezcan. En ese marco de preocupaciones la deslegitimación social de la violencia es lo prioritario, por urgente, por determinante.
La memoria es frágil y a veces no aguanta ni una generación. En el futuro quienes no han vivido la crueldad de la violencia, se pueden ver cautivados por la épica de la violencia que no se ha sufrido. Por eso, necesitamos ciertos anticuerpos para que no se extienda el odio, para que no sedimente, para que nadie vuelva a creerse en el derecho a decidir quién vive y quién no.
1993 manifestación Gesto por la Paz. Diario Vasco
Y la gente de Gesto por la Paz, que se enfrentó a la violencia cuando (casi) nadie lo hacía, constituye hoy un patrimonio moral que no podemos desperdiciar. La paz no la hicieron quienes militaron en ETA, de ninguna manera. La paz la hicieron quienes construyeron mentalidades de paz con sus pancartas y sus silencios. Ese, y no otro, es el motivo por el que la deslegitimación social de la violencia se ha extendido.
La paz no la hicieron quienes militaron en ETA, de ninguna manera. La paz la hicieron quienes construyeron mentalidades de paz con sus pancartas y sus silencios.
El deber de memoria, por eso, implica no solo tener presente lo horrible de la muerte violenta, es preciso tener en cuenta a quienes no callaron ante el terrorismo ni cuando les llovían tuercas e insultos.
En el deber de memoria juegan un papel importante los valores universales, aplicables incluso a situaciones que no nos gustan. Por ejemplo, supone una trampa ética enorme pedir que los crímenes ultras de la transición no queden impunes y sin embargo no exigirle a ETA que colabore en el esclarecimiento de los múltiples asesinatos pendientes. Esa desconexión ética es la que tenemos que quebrar, si queremos reconstruir todos los tejidos sociales rotos por años de violencia.
El deber de memoria exige anular la parte del relato que ha hecho que miles de personas le encontraran sentido a la barbaridad que supone el tiro en la nuca. Que ETA naciera en un contexto determinado no justifica su actuar. Matar, y seguir haciéndolo incluso una vez se murió el dictador, fue una decisión autónoma de ETA solo condicionada a su voluntad de imponer un proyecto político a la sociedad, una dinámica que no todos los antifranquistas ejercieron. Como se recoge en el libro “Heridos y olvidados” de María Jiménez y Javier Marrodán sobre las primeras acciones mortales de los años sesenta de ETA, hay que tener en cuenta que “matar a alguien fue una decisión meditada, debatida y acordada de forma mayoritaria”.
También el deber de memoria nos cuestiona en nuestros peros, porque ahí es donde se suele descubrir la inconsistencia ética, porque ese pero nos hace viajar a un túnel oscuro en el que la salida siempre es por la puerta falsa.
El deber de memoria apunta a evitar esa agotadora necesidad de hablar del GAL, o de la violencia policial cada vez que nombramos a ETA, como si una cosa compensara la otra, como si no supiéramos, no pudiéramos o no quisiéramos emitir un mensaje de solidaridad hacia el dolor sin más matiz que la cercanía humana ante quien ha sido agredido.
Rescatar y valorar, entonces, la importancia de Gesto por la Paz como nuestros “justos” locales hará que construyamos un futuro mejor.
Dice Gabriele Nissim sobre el pensamiento de Zofia Kossak en un libro genial que se titula «La bondad insensata» que esta, a pesar de su antisemitismo, llega a pensar que “los que mueren físicamente en Auschwitz, de los cuales incluso sería posible desentenderse, son los judíos, pero con ellos moralmente también mueren los polacos que les niegan ayuda”.
Diario Vasco. Acto de Gesto por la Paz en Zumarraga, 2004
Aquella gente de Gesto por la Paz asumió una responsabilidad personal frente a la intolerancia, porque quisieron elevar un mensaje moral de condena, a pesar de las consecuencias que implicaba hacerlo. Y eso nos conmovió incluso a quienes rozamos la violencia y nos pegamos de bruces contra su silencio.
Trabajemos, entonces, por la ética de una memoria responsable y coherente, las siguientes generaciones nos lo agradecerán, porque solo así romperemos definitivamente y para siempre la infinita cadena del odio, esa sin duda es la mejor garantía de no repetición.
“Zer eskatzen du herriak? / Askatasuna! / Zer eskatzen du herriak? / Presoak kalera! / Zer eskatzen du herriak? / Txakurrak barrura! / Zer eskatzen du herriak? / Gora Euskadi askatuta!
Gora Euskadi sozialista, gora… gora Euskadi askatuta!”
(“¿Qué pide el pueblo? / ¡Libertad! / ¿Qué pide el pueblo? / ¡Qué los presos salgan a la calle! / ¿Qué pide el pueblo? / ¡Que los perros (policía) entren en la cárcel! / ¿Qué pide el pueblo? / ¡Una Euskadi libre!
¡Viva una Euskadi socialista, viva… viva una Euskadi libre!”)
En la década de los 70, en nuestra niñez, solíamos cantar esta canción y otras parecidas. El estado español salía a duras penas de una dictadura que duraba 40 años y poco a poco llegó la democracia, con toda su grandeza, y una transición en la que para algunos las cosas se dejaron demasiado atadas, haciendo imposible que se pudieran materializar los anhelos de los defensores de determinadas opciones políticas, y para otros en cambio, el nuevo marco era suficiente y daba la oportunidad de desarrollar cualquier idea. Lo que es innegable es que con la democracia se recuperaron la libertad y los derechos, y como ocurría en los países avanzados la soberanía volvía al pueblo y se establecía el juego de las mayorías.
Y para cuando los aires de libertad empezaron a entrar por nuestras puertas y ventanas un elemento intruso ya se había colado por las rendijas: la banda terrorista ETA.
Y para cuando los aires de libertad empezaron a entrar por nuestras puertas y ventanas un elemento intruso ya se había colado por las rendijas: la banda terrorista ETA. No está de más recordar que el brazo político de ETA no ha obtenido nunca, ni de lejos, una mayoría suficiente para gobernar, pero se ha valido de las pistolas y las bombas de su “hermano mayor” ETA para incidir en nuestra sociedad de manera absolutamente desproporcionada y para autoproclamarse en la voz del pueblo en innumerables ocasiones: sin la legitimidad que en democracia da el respaldo de las mayorías, y por medio de la violencia, que no tiene legitimidad alguna. Justo cuando estábamos emancipándonos del autoritarismo de “papá” Franco, llegó el “hermano mayor” ETA, vestido con un colorido disfraz de libertad, despreciando la voluntad y la soberanía de los que vivíamos en casa y pretendiendo imponerse por la fuerza.
No tenían el respaldo de la sociedad vasca y navarra, pero gracias al comodín de la violencia y a una potente maquinaria de hacer propaganda –sectaria y engañosa- lograron influir en la política, en la cultura y en los movimientos sociales con el ánimo de manejarlos a su antojo, y consiguieron que las proclamas que se recogen en la canción que citamos al inicio de este texto fueran las únicas que se expresaran en la sociedad, como si la sociedad entera estuviera detrás de ese todo compacto que proclamaban. Se autodenominaron Movimiento de Liberación Nacional Vasco y se apropiaron de la calle.
No tenían el respaldo de la sociedad vasca y navarra, pero gracias al comodín de la violencia y a una potente maquinaria de hacer propaganda –sectaria y engañosa- lograron influir en la política, en la cultura y en los movimientos sociales con el ánimo de manejarlos a su antojo
La niebla de su propaganda distorsionaba la realidad, y además ya se encargaban ellos de mezclarlo todo: el conflicto político con el uso de la violencia y con la reivindicación de los derechos de los suyos –defendiendo a su vez la conculcación de los derechos de los otros-. En relación al conflicto político huelga decir que en democracia las diferencias se encauzan a través del debate y de los acuerdos. Y qué bien que exista el conflicto político, porque durante 40 años no lo hubo, ya que unos iluminados que estaban por encima de la voluntad de la ciudadanía así lo decidieron, pues ya sabían ellos que lo mejor para el pueblo era su ideología totalitaria y su régimen fascista, y cuando parecía que la ciudadanía recuperaba la mayoría de edad, llegaron los otros iluminados, y emponzoñaron la política, los movimientos sociales y culturales, y lo pervirtieron todo.
Y a pesar de que hacían una defensa sectaria de los derechos de las personas que les eran afines, por desgracia está probado que tal y como denunciaban, hubo torturas y conculcación de derechos, y que el terrorismo de estado hizo de las suyas, con todo lo que eso supuso: el inmenso e injusto sufrimiento que se infligía a esas víctimas –llegando en algunos casos a ocasionarles la muerte- y el daño que se le hacía al estado de derecho.
Pero existía otra cruda realidad que nunca se denunciaba en las movilizaciones callejeras, una realidad de la que casi nadie hablaba: la de los asesinatos de ETA, los secuestros, las extorsiones, las amenazas… ¿Y por qué se silenciaba de todo esto? ¿Quizás porque era ETA la autora de estos crímenes? ¿Quizás porque ETA y su brazo político manipulaban los hilos de las reivindicaciones callejeras? ¿Quizás porque habían inoculado el virus del miedo? ¿O porque toda la propaganda que maquinaron estaba haciendo su efecto en la sociedad?
Hay que reconocer que lo que ofrecía este autodenominado movimiento de liberación era muy atractivo, sobre todo para la juventud: nos vendían que ofrecían la forma más auténtica de ser jóvenes, y a su vez necesitaban a los jóvenes para nutrir su militancia. Pero no se trataba de una militancia cualquiera, el uso de la violencia o su legitimación era algo que se aceptaba con normalidad, con lo cual los valores éticos se dejaban de lado. Y no faltaron en los pueblos y en los barrios elementos que se dedicaron a captar a chicos y chicas para a lavarles el cerebro: muchos se radicalizaron, otros llegaron a participar en algaradas callejeras e incluso en la “kale borroka” y algunos acabaron en ETA. Qué poco se ha hablado de estos procesos de radicalización, qué poco se mencionan los efectos tan nocivos que ha tenido la violencia en la juventud vasca. Cuánta gente joven se echó a perder. Todo esto merecería una reflexión profunda, pero no parece que esto esté entre las prioridades de muchos.
Y no faltaron en los pueblos y en los barrios elementos que se dedicaron a captar a chicos y chicas para a lavarles el cerebro: muchos se radicalizaron, otros llegaron a participar en algaradas callejeras e incluso en la “kale borroka” y algunos acabaron en ETA
Nosotros también crecimos rodeados de esa niebla, pero por suerte nuestras familias y nuestro entorno nos tenían agarradas de la mano para que no nos perdiéramos en la bruma, y los mensajes que nos emitían en contra de la violencia eran claros. De cualquier manera no era difícil enredarse, ya que como es natural todos aspirábamos a ser más “progres” que nuestros padres y madres, y era bastante habitual sucumbir y acabar sintiendo simpatía por ese movimiento “liberador”.
Y entonces apareció en escena la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria, que con sus movilizaciones propició en ciertos sectores de la sociedad una reflexión en torno a esa violencia que nos atenazaba casi sin darnos cuenta, y nos pusieron frente a esa realidad que aunque estaba delante de nuestros ojos nos resistíamos a mirar: ETA asesinaba casi todas las semanas y varios días por semana . Pero esos muertos no contaban; se les quitaba la vida, todo lo que tenían, pero eso se pasaba por alto y además a las víctimas se le asignaba una infame presunción de culpabilidad: seguro que ETA tenía alguna razón para actuar.
Por lo tanto la lucecita que iluminó nuestros inicios en el camino de la paz fue un principio ético, el fundamental: “no matarás”. Y lo pusimos por encima de nuestros miedos y de nuestras dudas, porque en esos principios está la salvaguardia del bien común y de la convivencia. Y nos pusimos en marcha, y comenzamos a ir a las concentraciones de Gesto por la Paz, que nos ofreció un pequeño mapa para el camino, y aunque el recorrido que nos proponía no era nada fácil, nos atrevimos y nos lanzamos a la calle. Y a lo largo de los años fuimos desarrollando principios como el derecho a la vida, el respeto a las personas, la paz, la justicia, la libertad, la solidaridad, etc. y los aplicamos a nuestra realidad, intentando transformar la sociedad con nuestras acciones.
aunque el recorrido que nos proponía Gesto por la Paz no era nada fácil, nos atrevimos y nos lanzamos a la calle. Y a lo largo de los años fuimos desarrollando principios como el derecho a la vida, el respeto a las personas, la paz, la justicia, la libertad, la solidaridad, etc.
En los inicios nos movió una responsabilidad cívica, acudíamos a las concentraciones de Gesto pero la mayoría de las veces no sentíamos a las víctimas como algo afín. Pero llegó la víctima cercana, y con ella empezamos a sentirnos cerca de las otras. Más tarde empezamos a disgustarnos por los asesinatos, por los secuestros, y comenzamos a empatizar con las víctimas y sus familiares, y según pasaba el tiempo el sentimiento de indignación ante los atentados era total, así como el convencimiento de que todo aquello era una tremenda injusticia. Y a lo racional se le unió lo emocional y nos fuimos haciendo fuertes y cada vez estábamos más convencidas de que lo que hacíamos era lo correcto.
Lo que he relatado en los últimos párrafos es una experiencia personal mía y de muchos compañeros y compañeras de camino, y lo comparto porque es posible que pueda servirle de ayuda a alguien. Creo que es imprescindible analizar todo lo sucedido a la luz de los principios éticos, revisar lo que hemos hecho y lo que hemos dejado de hacer. Nunca es tarde y se lo debemos a esta sociedad, sobre todo a las generaciones futuras, porque si no revisamos lo acontecido, si no corregimos nuestros errores, si hacemos como si nada de esto hubiera pasado es posible que la historia se repita y, sinceramente ¿Queremos que nuestro futuro sea un reflejo de nuestro pasado? Si la respuesta es no, algo tendremos que hacer. Y hay personas que por sus actos y por la responsabilidad que han tenido en los tristes hechos acontecidos en las últimas décadas deben hacer una profunda autocrítica; éste sería el mejor legado que podrían dejar. Esto no se arregla con un “todo el mundo tiene su parte de responsabilidad” y “todo el mundo ha cometido errores”, porque esa es la fórmula perfecta para que nada cambie, porque si no hay autocrítica y cada uno no asume su responsabilidad, todo vale y no hay nada que mejorar.
si no revisamos lo acontecido, si no corregimos nuestros errores, si hacemos como si nada de esto hubiera pasado es posible que la historia se repita y, sinceramente ¿Queremos que nuestro futuro sea un reflejo de nuestro pasado?
En resumidas cuentas, todos y todas hemos salido perdiendo con la violencia y la pérdida de valores, sobre todo las víctimas, que fueron las que sufrieron el ataque directo de la violencia, pero nuestra sociedad también se ha quedado muy tocada ya que la violencia ha dejado una huella muy oscura y profunda.
Acabo este escrito citando las clarividentes palabras que pronunció Maixabel Lasa en el acto de homenaje a su marido en el 20 aniversario de su asesinato a manos de ETA: “no se le puede pasar este marrón a la siguiente generación para decir que lo que sucedió no pudo haber sucedido. Simplemente eso».
todos y todas hemos salido perdiendo con la violencia y la pérdida de valores, sobre todo las víctimas, que fueron las que sufrieron el ataque directo de la violencia, pero nuestra sociedad también se ha quedado muy tocada ya que la violencia ha dejado una huella muy oscura y profunda.
Maite Leanizbarrutia Biritxinaga
Miembro de la desaparecida Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria y de “GOGOAN-Por una Memoria digna”.
Gogoan, por una memoria digna lo conformamos un grupo de hombres y mujeres de la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral Navarra que compartimos una inquietud por las graves vulneraciones de los derechos humanos acaecidas en los últimos 50 años y por el relato que se construya sobre este periodo de la historia.
Rueda de prensa de Gogoan en Bilbao
[Más abajo está la versión en euskera y un video de la rueda de prensa de Bilbao]
Qué objetivos nos hemos marcado
Nuestro compromiso vital nos lleva a marcarnos unos objetivos en este contexto de post-violencia en el que necesariamente hay que elaborar un relato sobre lo ocurrido y construir una memoria sanadora para nuestra sociedad.
Nuestros objetivos son:
Deslegitimar la violencia
ETA no supuso una violencia de respuesta ante la dictadura: de hecho, la mayor parte de sus víctimas, el 94%, fueron asesinadas en democracia. Que ETA naciera en un contexto concreto como la dictadura, no justifica su trayectoria.
La existencia de ETA y la responsabilidad de sus actuaciones solo competen a sus miembros, quienes libremente decidieron optar por el uso de la violencia.
La violencia de ETA generó un embrutecimiento entre quienes la defendieron, generando una cultura de la violencia y del odio muy intensa.
Así pues, es imprescindible realizar un profundo trabajo de deslegitimación de la violencia que, por una parte, reafirme de manera definitiva que la violencia ejercida, además de un error, fue injusta. Sus víctimas no eran merecedoras de semejante castigo. No existía ninguna justificación para ello. Y, por otra parte y no menos importante, es ineludible contrarrestar los dañinos efectos que esa cultura de violencia ha generado en un importante sector de la sociedad. Esta parte de la sociedad que, en muchos lugares, ha justificado y empleado la amenaza de la violencia y una crueldad insufrible contra sus propios vecinos, debe realizar el tránsito hacia el funcionamiento democrático y asumir las actitudes y los valores de respeto y tolerancia que son propios de esa forma de organizarnos. Eso implica no idealizar a quienes ocasionaron ese dolor.
El Mundo
Por esa razón resultan inaceptables los recibimientos públicos a los miembros de ETA. Estos actos públicos no solo humillan a las víctimas; sino que para todos nosotros y nosotras significan el reconocimiento a unas personas por su actividad terrorista, no por otra causa. Y esto solo se puede interpretar como un aplauso a la violencia que es absolutamente inaceptable.
La actitud positiva que esperamos de quienes han apoyado la violencia es que cesen este tipo de actos públicos y, de los presos de ETA, que realicen una autocrítica sin peros, no condicionada, sin más matices que la cercanía al dolor generado.
Partiendo de que toda práctica terrorista es absolutamente ilegítima y condenable, consideramos que existe una diferencia nítida entre el terrorismo de ETA y el terrorismo de otros grupos como el GAL, el BVE, la Triple A, etc. Hacia estos últimos, no hubo un apoyo público significativo a sus criminales actuaciones. Más bien, lo contrario. La inmensa mayoría de sus asesinatos tuvo una respuesta de condena en la calle. Lo mismo ocurrió con los excesos que cometieron las fuerzas de seguridad especialmente en los años de la Transición.
Hecha esta apreciación, queremos señalar que otra forma de deslegitimar la violencia es persiguiéndola, investigando los crímenes, y condenando a los culpables. Por desgracia, hay carencias muy llamativas en lo que se refiere a los casos de esta violencia ejercida por otros grupos terroristas y a las actuaciones ilegitimas y desproporcionadas de las fuerzas de seguridad. Paradójicamente, muchas de sus víctimas no tuvieron nada que ver con el terrorismo de ETA. En este sentido, consideramos que es necesario que haya un cambio de actitud y que, desde el Estado, se cumpla con las obligaciones y se aplique la justicia obligatoria y, sobre todo, la justicia que necesitan las víctimas.
Reivindicar una memoria digna
Como se ha visto, el final de ETA ha significado el final de la violencia asesina y de la amenaza, pero ahora queda elaborar una memoria digna. Y con “memoria digna” nos referimos a que se conozca el máximo de verdad posible de lo ocurrido como un derecho que asiste a las víctimas y a toda la sociedad. Como dice Reyes Mate “la memoria es la lectura moral del pasado guiada por la búsqueda de la verdad y la justicia”. Pero no se trata solo de conocer datos y agolparlos en volúmenes de libros y listados interminables, sino que es imprescindible hacer una lectura crítica de lo ocurrido porque corremos el riesgo de no aprender de nuestros errores y continuar arrastrándolos.
Creemos que es elemental desnudar a la violencia de cualquier lectura épica con la que a menudo se ha tratado de revestirla. Por eso decimos no a un relato que justifica, bajo el eufemismo del conflicto, tanto dolor.
Hay que marcar nítidamente un antes y un después. Y a ese después, solo hay que llevar la dignidad de las víctimas, la firme convicción de que la violencia solo aporta dolor y más dolor y que es inválida para construir nada positivo porque siempre parte de una injusticia contra un ser humano.
En esta reivindicación de una memoria digna es imprescindible identificar y distinguir claramente las responsabilidades. De la misma manera que es imprescindible definir quién es y quién no es una víctima. Esta violencia, fundamentalmente la violencia terrorista de ETA, ha generado mucho sufrimiento, pero siempre debemos diferenciar nítidamente la figura de la víctima porque pone en evidencia la injusticia de todo lo ocurrido. Las víctimas son las trágicas destinatarias de la más grave vulneración de los Derechos Humanos, el asesinato. Tratar de equiparar sufrimientos secundarios con el asesinato de un ser humano denota una perversión moral inasumible. Solo a partir del reconocimiento, sin matices, sin compensaciones, de la gravedad de los injustos asesinatos, podremos identificar y reconocer otros sufrimientos que generó esta violencia.
Cuáles son nuestras referencias
Para Gogoan, por una memoria digna hay unas referencias claras por la importancia y actualidad de su mensaje y por la validez del mismo para el futuro:
La asociación de víctimas Eraikiz. El mensaje que lanza a la sociedad es extremadamente valioso. En él pide que no olvidemos el pasado como antídoto para evitar un futuro con violencia, reclama una autocrítica del pasado, rechaza cualquier justificación de la violencia, pide respeto a la pluralidad de la sociedad, exige que reconozcamos la pluralidad de las víctimas y que eliminemos estereotipos equivocados, que nos acerquemos a las víctimas con respeto y afecto, que dialoguemos y nos impliquemos en la construcción de la convivencia.
La reflexión de los presos y presas de la llamada Vía Nanclares. Como llevamos repitiendo desde el inicio, es necesaria una reconstrucción de la convivencia dañada por la perversidad de 50 años de violencia. En este sentido, la recuperación para la sociedad de los ejecutores -que no únicos responsables- de esa violencia, la recuperación social de quienes han asesinado, es un gran éxito y un paso definitivo hacia esa convivencia recompuesta.
Los miembros de la Vía Nanclares realizaron una revisión crítica de su actuación y, desde Gogoan, aplaudimos esa actitud constructiva y positiva para toda la sociedad y criticamos a quienes pusieron trabas a aquella iniciativa y a quienes hoy en día marginan estas actitudes.
Los encuentros restaurativos entre víctimas y victimarios, partiendo siempre de la total libertad individual para participar en ellos. Este diálogo, siempre duro para sus protagonistas, ha permitido a los victimarios poner en práctica el reconocimiento del daño causado, no en genérico, sino expresado personalmente a quienes directamente lo sufrieron.
La actuación de los grupos pacifistas, entre los que destacamos a la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria. Su mensaje, basado en principios éticos y pre-partidistas, de deslegitimación de la violencia y de construcción de la memoria siguen teniendo plena vigencia en la actualidad.
Probablemente, las referencias mencionadas sean lo más positivo que se pueda extraer de todo este periodo de violencia y algo de lo que podemos seguir aprendiendo. Y esa precisamente quiere ser hoy nuestra aportación social: revisar de manera crítica nuestro pasado reciente es la única forma de poder cerrar este capítulo de la historia.
Reivindicamos una memoria digna.
GOGOAN, por una memoria digna elkartearen AURKEZPENerako PRENTSAURREA
Nor garen
Gogoan, oroimen duinaren alde, Euskal Autonomia Erkidegoko eta Nafarroako Foru Erkidegoko gizon-emakume talde batek osatzen dugu. Aldez edo moldez, Giza Eskubideen defentsaren alde, euskal gizartearen aniztasuna balioetsiz, helburu politikoak lortzeko bide baketsu eta demokratikoaren defentsan eta biktimenganako elkartasunaren alde aritu gara aspaldidanik. Horrez guztiaz gain eta aurrera begira, gure izenak dioen bezala, indarkeria politikoaren ondoren oroimen duinari eutsi nahi diogu.
Zeintzuk diren gure helburuak
Indarkeria-ondoko garai honetan ezinbestekoa gertatzen zaigu helburu batzuk azpimarratzea, gertatutakoaz kontakizun zintzoa egin eta gure gizartearentzako sendagarria izan daitekeen oroimena landu behar baita.
Hona hemen zein diren gure helburuak:
Indarkeria deslegitimatzea
ETA ez zen diktadurari emandako erantzun bortitza izan: bere biktima gehienak, %94 hain zuzen, frankismoa amaitu ondoren egin zituen. ETA diktadurapean sortu izanak ez du bere ibilbidea justifikatzen. ETA existitzea eta bere ekintzen erantzukizuna bere kideei baino ez dagozkie , beraiek erabaki baitzuten indarkeriaren bidea hartzea, ez beste inork. Gainera, ETAren indarkeria horrek jende askoren gogortze eta muturreratzea ekarri zuen, batez ere bere defendatzaileena eta, hartara, gorroto eta bortizkeriaren kultura gorpuztuz joan zen eurengan.
Beraz, ezinbestekoa zaigu indarkeriaren deslegitimazioan lan handia egitea, erabili zuten indarkeria hori bidegabea izateaz gain, huts galanta ere izan zela aitortzen hasiz. Biktima haiek ez zuten horrelako zigorrik merezi izan, ez baitzegoen inolako justifikaziorik. Beste alde batetik, indarkeriaren kultura honek gure gizartearen kolektibo batean zer-nolako kalteak eragin dituen ere aztertu eta baliogabetu beharra dago. Gizarte zati horrek, askotan, euren auzokoen kontra mehatxua eta krudelkeria erabili eta justifikatu ditu gogotik. Beraz, gure ustez indarkerian ibilitako pertsona horiek demokraziarako bidean jarri behar dira, baita demokraziaren errespetu eta tolerantziazko balore zein jarrerak jaso ere. Jakina, horrek eskutik
El Mundo
dakar min hura eragin zutenen aldeko inolako idealizaziorik ez egitea. Orobat, ETAkideei ongietorri publikoak egiteari guztiz onartezina deritzogu. Ekitaldi publiko hauek biktimei kalte eta oinazea eragiten die, eta guri geuri ere mingarria egiten zaigu, omendutako horien ekintza terroristak ontzat ematen direlako. Hori guztia, azken batean, indarkeriaren aldeko txaloa baizik ez da eta, hartara, guztiz onartezina gertatzen zaigu.
Jendaurreko ekitaldi hauek lehenbailehen desagertzea espero dugu, baita ETAko presoek ezbairik gabeko autokritika egitea ere, sortu duten mina benetan eta sakonki aitortuz.
Jarduera terrorista oro guztiz arbuiagarria eta legez kanpokoa dela oinarritzat hartuta, ETAren eta beste talde batzuen terrorismoa (GAL, BVE, TRIPLE A, etabar) desberdina dela uste dugu. Azken hauek ez zuten inolako onespen herritarrik izan; alderantziz, herritarren gaitzespen borobila baizik ez zuten lortu. Terrorismo mota horrek eragindako erailketek erreakzio nabarmenak izan zituzten kalean. Trantsizio garaian segurtasun indarrek eragindako gehiegikeriekin ere gauza bera gertatu zen.
Gauzak honela, indarkeria deslegitimatzeko beste modu batzuk ere badirela oroitarazi nahi dugu: erailketak ikertu, indarkeria bera jazarri eta errudunak kondenatu, besteak beste. Zoritxarrez, aipatu ditugun bigarren multzoko talde horiek eragindako neurriz eta legez kanpoko indarkeriaz egin diren ikerketetan hutsune nabarmenak daude oraindik. Kontrakoa badirudi ere, honelako biktima askok ez zeukaten zerikusirik ETAren indarkeriarekin. Hori dela eta, Estatuak aldatu beharko luke bere ikuspuntua, eta bere eginkizuna bete beharko luke justiziarekin lankidetzan eta, batez ere, biktima horien erreparazioa sustatuz
Oroimen duina aldarri gisa
Denok ikusi dugu ETAren amaierak indarkeria hiltzailearen eta mehatxuaren amaiera ekarri dituela; beraz, oroimen duina gauzatzeko garaia da. Eta zera adierazi nahi dugu zorioneko «oroimen duin» horrekin: gertatutakoaren egia guztioi ezagutarazi, gure eskubidea baita. Reyes Materen hitzekin bat gatoz: «oroimena gertatu zaigunaren irakurraldi morala da, egia eta justizia abiapuntutzat hartuta». Baina kontua ez da bakarrik datuak ezagutu, zerrendatu eta liburuetan gorde, ez; beharrezkoa da irakurraldi kritiko bat egitea eta geure egitea. Hori egin ezean, agian berriz egin genitzake errakuntza horiek
Indarkeria biluztu egin behar dugu, behinola jantzitako epika hori erantzi. Hortaz, gure ezetza ematen diogu, gatazkaren eufemismoaz mozorroturik, hori guztia justifikatu nahi duen kontakizunari.
Argi eta garbi bereizi behar ditugu lehena eta geroa. Geroaldi horretara biktimen duintasuna baino ez dugu eraman behar. Gainera, uste osoa dugu indarkeria oinazea baino ez dela izan, eta ez duela balio etorkizuna eraikitzeko, gizakiari eragindako bidegabekeria batetik abiatzen baita.
Oroimen duina aldarrikatzean, erantzukizunak zuzen identifikatu eta diskriminatu behar ditugu. Era berean, ondo baino hobeto definituko dugu nor den biktima eta nor ez. Indarkeria horrek, ETArenak gehienbat, sekulako sufrimendua sortu du. Hartara, zuzen bereizi behar dugu biktimaren figura, horrek argi erakusten baitu gertatutakoaren bidegabekeria. Biktimok Giza Eskubideen urraketarik latzenaren eramaileak dira: erailketarenak. Bigarren mailako pairamenak eta gizaki baten erailketaren parean jartzea perbertsio onartezina da. Hilketa horiek guztiz bidegabeak izan zirela irmo eta ñabardurarik gabe adierazi behar da; horren ondoren letorke biolentziak eragindako beste sufrimenduak finkatu eta aitortu ahal izatea
Zeintzuk diren gure erreferenteak
Gogoan, oroimen duinaren alde elkarteak talde eta ekimen batzuk ditu eredu, euren mezuagatik edota etorkizunari begirako balioagatik:
Eraikiz izeneko biktimen elkartea. Gizartera helarazitako mezua guztiz baliotsua da. Berton esaten dute indarkeriarik gabeko etorkizuna eraikiko badugu, lehenaldia ezin dugula ahaztu; lehenaldiaren autokritika eskatzen dute; indarkeriaren aldeko ezein aitzakia arbuiatu egiten dute; gizartearen aniztasuna onartu eta okerreko estereotipoak baztertu eta biktimen aniztasuna aitortu behar dugula,. Biktimenganako begirunezko hurbilketa eskatzen dute eta elkarbizitzan inplika gaitezen.
Langraitzeko Bidea izeneko presoen hausnarketa. Hasieratik esan bezala, indarkeriaz jositako 50 urte igaro ondoren, elkarbizitza berreraiki behar dugu. Ildo honetan, hiltzaileen berreskuratze soziala arrakasta handia da, eta, hartara, elkarbizitzaranzko urrats sendoa. Langraitzeko kide hauek egindakoaren berrikuspen kritikoa egin zuten eta Gogoanekook gizarte osoarentzat ona den jarrera horrekiko atxikimendua erakutsi nahi dugu, baita ekimen horri eragozpenak jarri zizkienei kritika egin ere.
Jose Ignacio Pikabea Burunza
Biktima eta biktimagileen arteko topaketa eraikitzaileak. Askatasun osoz parte hartu bazuten ere, oso gogorrak izan ziren guztientzat. Alabaina, solasaldi horiek hiltzaileei ikusarazi diete zer-nolako kalte eta mina eragin zuten biktimengan eta, ondorioz, eurenganako errekonozimendua adierazi ahal izan diete.
Talde bakezaleen jarduerak, Bakearen aldeko Koordinakundea-Gesto por la Pazena bereziki aipatuz. Haien mezua, betiere printzipio etiko eta prepolitikoetan oinarritua, bortxakeria deslegitimatu eta memoria eraiki nahi duena, inoiz bezain indartsu ageri da gaur egun.
Ziur aski, goian aipatutako eredu horiek indarkeria sasoi horretako konturik positiboena dira eta beraiengandik ikasten jarraituko dugu. Horrexek, hain zuzen, izan nahi du gure ekarpen soziala; kapitulu hau behar bezala itxiko badugu, gertatu zaigunaren sustraietara joan beharko dugu, mingarria suertatu badaiteke ere. Ez da beste biderik
Hay quienes hacen del relato sobre la violencia de motivación política una batalla por el pasado, pero en realidad el relato siempre debería tener puesta la mirada en el futuro, en la fijación de unos valores que hagan que nuestra convivencia sea mejor. Quienes quieren justificar un pasado lleno de violencia a través del relato están abocados a pegarse siempre contra la misma pared; contra la pared de la insensibilidad. Porque, con esa pretensión, el relato siempre será esclavo de los horrores del pasado que ellos mismos callaron, justificaron o animaron.
El Correo
Los procesos de construcción de memorias son algo abierto, en constante revisión, por eso son inútiles los intentos de quienes quieren clausurar el pasado planteándonos un empate infinito o una neutralización de la responsabilidad ante el ejercicio de la violencia y el odio, en el que lo mismo tuvieron la culpa quienes se enfrentaron en la calle y en silencio a la violencia, como quienes animaron a ETA a matar.
Es habitual que quienes han estado dentro del desastre de la violencia de ETA quieran pactar una equiparación, eliminando así una frontera ética evidente. Sucedió con el franquismo en la transición, cuando se nos intentó colar el relato de los dos bandos, de la guerra entre hermanos, de las muertes por envidia. Y sucede ahora con quienes tratan de contar víctimas a su favor para dar la sensación de que esto era una guerra entre dos ejércitos legítimos, en la que ellos, por supuesto, luchaban a favor de un bien justo por el que merecía matar, morir y resistir. Una locura, porque eso es tanto como dar por buena la venganza o la pena de muerte en democracia.
No estamos ahora en un periodo fundacional, pero sí que estamos en un momento de transición en el que toca consolidar unos valores. Construir un andamiaje ético, no sólo tiene que ver con la consideración hacia el uso de la violencia, tiene que ver también con la valoración que hacemos sobre las ideas y actitudes que han propiciado tanto horror.
Por eso la restitución hacia las víctimas de ETA pasa también por la dignificación social y moral. Es obvio que la mayoría de estas víctimas han tenido unas políticas públicas que les han protegido, pero es obvio también que no han tenido “prestigio social”. En numerosas ocasiones se les ha despreciado, el insulto de “español” ha jugado a dedo apuntador, o peor aún, a diana social. El desprecio al otro ha sido la base de las relaciones políticas de quienes han ido en el mismo tren con ETA, no fue algo generalizado, pero sí un elemento diferencial.
Monolito Juan Marí Jauregi
Lápida Gregorio Ordoñez
Desde posiciones cercanas a ese actuar se entiende el relato como algo instrumental, sólo como un elemento que permite darle sentido a las barbaridades que en nombre de la independencia y el socialismo se cometieron. Mirarse al espejo desde el autoengaño habitualmente es reparador a corto plazo, porque siempre habrá una agresión “en el otro lado” que cuenta más que lo que hicieron “los nuestros”, pero es una ruina moral. Creer que todas las víctimas eran Carrero Blanco tranquiliza las conciencias de quienes no podrían soportar, o no querrían saber, que en su nombre fueron asesinadas una tras otra hasta 842 personas más.
De ahí que siempre haya creído que contar los detalles de la violencia es tan importante como las cifras globales. Muchas víctimas de ETA cuentan que el asesinato y el posterior desprecio social fueron todo uno. A las pistolas, al impuesto revolucionario, al coche bomba se le sumó la hostilidad social. Es conocido el caso de José Luis López de Lacalle; tras asesinarlo apareció una pintada en su portal que decía “Lacalle jódete”. Por eso el resto de la sociedad tenemos que hacer el esfuerzo por describir y contar, aunque cansemos, las crueldades que hubo alrededor, o antes, o después de los tiros.
La memoria siempre debería ser cálida y construida desde la cercanía ante el dolor. El sujeto-víctima debería constituir por eso un espacio de consenso moral, un lugar de encuentro. Y las llamadas a la impunidad y no esclarecimiento dificultan la necesaria reconstrucción del tejido social dañado por años de violencia y odio.
Noticias de Gipuzkoa
Joseba Azkarraga, portavoz de Sare afirmaba en agosto que “cada preso debe actuar de manera individual en la búsqueda de avanzar y mejorar su propia situación con las líneas infranqueables de no arrepentimiento y no delación”, marcando así una línea roja que no ayuda a abordar la necesaria convivencia.
Confundir la legítima y justa defensa de los derechos de las personas presas, en cuanto personas encarceladas, con la narrativa de la violencia hace que se pierda una ocasión propicia para avanzar en la convivencia y el cierre de heridas. Porque vetar la vía Nanclares, a la que se acogieron varios presos, que inició un camino de perdón y reconciliación sincero, no darle valor, condenar a sus protagonistas al aislamiento personal y político, no querer sentarse a escucharles apunta a una rigidez que no facilita una reconstrucción del sedimento ético necesario para superar periodos de violencia.
No hubo ninguna justificación para matar al que pensaba diferente, no hubo ninguna justificación para sumar a la muerte el desprecio, el vacío y el odio y en el reconocimiento de ese hecho no puede interponerse ninguna visión parcial y deshumanizada. Reconocer, apoyar y relatar que hubo otras violencias, y que hay víctimas de la violencia policial a las que se les ha coartado el derecho a la verdad y a la justicia no puede, jamás, servir como excusa para no abordar las tareas de quienes estuvieron pegados a la crueldad que supuso la mera existencia amenazadora de ETA.
Joseba Eceolaza, miembro de la asociación Gogoan, por una memoria digna
En el primero de la serie, ya explicamos nuestro apoyo al acercamiento de los presos y presas. En el segundo, recordamos el trabajo realizado por Gesto por la Paz y Denon Artean-Paz y Reconciliación en relación a la reinserción y expusimos a grandes rasgos los posicionamientos del Estado, de la izquierda abertzale, de la sociedad y de algunas organizaciones sociales como Elkarri o la AVT (Asociación de Víctimas del terrorismo).
En este tercer y último capítulo de la serie, queremos referirnos a un tema que nos parece clave para que un preso inicie un proceso de reinserción: el reconocimiento del daño causado. Recuperamos los criterios que apuntaron las dos organizaciones pacifistas y comprobamos que:
a) Desvinculación de la organización armada. Resulta necesaria una renuncia explícita a cualquier estrategia basada en el ejercicio de la violencia.Ya no hay ninguna organización de la que desvincularse, por lo que, 30 años más tarde, este paso ya no es necesario.
Eusko Lege Biltzarra-Parlamento vasco
b) Acatamiento de las reglas y principios básicos democráticos. Condición indispensable para una pesona que ha optado por defender un posicionamiento político a través de la violencia, lo que significa terminar con la vida de otros seres humanos.
En el último de ETA se decía: «ETA no tiene miedo alguno a ese escenario democrático«. Posteriormente, marcan la hoja de ruta que actualmente están siguiendo: «el principal reto será construir un proceso como pueblo que tenga como ejes la acumulación de fuerzas, la activación popular y los acuerdos entre diferentes, tanto para abordar las consecuencias del conflicto como para abordar su raíz política e histórica. Materializar el derecho a decidir para lograr el reconocimiento nacional será clave«.
c) Reconocimiento del daño causado.Y aquí está otro elemento clave que últimamente está siendo un tanto… banalizado.
En primer lugar, en el comunicado de ETA en abril: «Somos conscientes de que en este largo periodo de lucha armada hemos provocado mucho dolor, incluidos muchos daños que no tienen solución. Queremos mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA, en la medida que han resultado damnificados por el conflicto. Lo sentimos de veras (…)
¿Se puede reconocer el daño causado sin asumir la responsabilidad de las acciones? Esto se deduce de la expresión «han resultado damnificados por el conflicto» como si el conflicto pusiera bombas o pegara tiros; en lugar de decir «han sido víctimas de la violencia de ETA».
A consecuencia de errores o de decisiones erróneas, ETA ha provocado también víctimas que no tenían una participación directa en el conflicto, tanto en Euskal Herria como fuera de ella. Sabemos que, obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna. También hemos provocado graves daños que no tienen vuelta atrás. A estas personas y a sus familiares les pedimos perdón.»
Sí, ETA pide perdón a la inmensa minoría de las víctimas que causó, pero se vuelven a esconder: «obligados por las necesidades de todo tipo de lucha armada» como si, después de 50 años de violencia, no fueran conscientes de que utilizar la violencia significa inevitablemente crear víctimas, las buscadas y las no buscadas; y, sobre todo, como si utilizar la violencia no hubiera sido una decisión tomada con absoluta libertad por cada uno de los miembros de ETA.
¿Puede un preso de ETA iniciar un proceso de reinserción sin reconocer la responsabilidad de sus acciones que fueron fruto de una decisión libremente tomada como fue ingresar en la organización terrorista y asesinar a personas? No vale es esconderse tras las siglas de la organización. Cada persona tiene que asumir la responsabilidad de sus acciones.
Gesto por la Paz y Denon Artean, Paz y Reconciliación defendieron que el tercer criterio, el reconocimiento del daño causado, era «un principio ético general que indudablemente debe ser tenido en cuenta en sus aspectos de autocrítica hacia lo causado, tanto en su dimensión social como en la humana.»
Algo muy similar a esta propuesta lanzada hace 30 años, es el proceso que han experimentado presos de ETA como Carmen Guisasola, Joseba Urrusolo Sistiaga y el resto del grupo de la «vía Nanclares«. Este grupo participó en los encuentros restaurativos organizados por la Dirección de Atención a Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco dirigida por Maixabel Lasa, Txema Urkijo y Jaime Arrese y que contaron con la inestimable ayuda de Esther Pascual.
Reproducimos parte de la entrevista que Antonio Duplá le hizo a Esther Pascual en la revista Galde (2015), entrevista que animamos a que sea leída:
¿Cómo alguien que ha matado, y lo ha justificado y se ha justificado a sí mismo, puede convertirse en “agente de paz”, en términos de Reyes Mate?
Pues porque hace falta mucho valor para reconocer el mal que has causado, querer asumirlo, mirar a la persona a la que has herido o arrebatado a su ser querido, mirarle a los ojos y decirle: aquí estoy, dispuesto a explicarte o aclararte lo que necesites, a escucharte y escuchar todos tus reproches, a pedirte perdón. Alguien que hace eso, por supuesto que puede convertirse en un agente de paz, en el sentido de que puede “contagiar” a otras personas a que hagan lo mismo, de manera que se contribuya a una pacificación social. Para las víctimas es doloroso que salgan los etarras orgullosos de su pasado y de su lucha, mientras que les reconforta saber que también hay ex-terroristas que salen arrepentidos y con ganas de contribuir a la paz. Eso les convierte en agentes de paz. Y al decir arrepentido nunca me refiero a humillado. Son cosas distintas. Nelson Mandela es un gran ejemplo de todo esto.
Por desgracia, estas iniciativas tan positivas fueron bloqueadas y anuladas.
Las personas presas durante los largos años de pena que tienen por cumplir, pueden elegir entre seguir la opción de la «vía Nanclares» y optar por la reinserción o tomárselo con la calma de Bildu que, unos días más tarde del acto de Cambó, rechazó firmar una declaración institucional en el Parlamento vasco porque «hoy por hoy es imposible alcanzar un acuerdo unánime en esta materia».
Este era soméramente el contenido de la declaración:
Alivio compartido con la sociedad ante la desaparición de ETA
Compromiso inequívoco por alcanzar la verdad, justicia y reparación que reclaman las víctimas del terrorismo
Petición a los presos de la banda que asuman la injusticia de sus actos para acogerse a beneficios penitenciarios.
Apuesta por construir una memoria compartida basada en el rechazo público a cualquier tipo de violencia, su legitimación y justificación.
El camino se conoce. Es cosa de tiempo y, desde luego, la izquierda abertzale parece no tener ninguna prisa.
Estas mismas reflexiones se podían dirigir a miembros de otros grupos terroristas que actuaron en Euskal Herria, sin embargo, es muy posible que no permanezca ninguno en la cárcel, bien porque fueron juzgados hace ya muchos años y ya han cumplido las condenas o bien porque nunca fueron juzgados.
En este sentido, queremos hacer referencia a un informe de la Dirección de Atención a Víctimas del terrorismo del Gobierno Vasco encabezada por Maixabel Lasa: «se contabilizaron 74 actos terroristas de los grupos parapoliciales y de extrema derecha en el País Vasco en esa época, con un balance de 66 muertos. Los asesinatos del otro terrorismo fueron reivindicados por los GAL (24), Batallón Vasco Español (18), la Triple A (8), Grupos Antiterroristas Españoles (6) y otros. Sólo en 17 casos se llegó a una sentencia firme. El resto jamás se aclaró.» (El País, 21 de marzo de 2010) Esto es, solo se esclarecieron el 23% de los casos.
El 1 de junio, se cumplirá el quinto aniversario de la despedida de Gesto por la Paz de la sociedad. Dijo adiós para siempre.
Sin pretenderlo, esta efeméride ha coincidido con la defensa de la tesis «Movilizaciones por la paz en el País Vasco: el caso de la Coordinadora Gesto por la Paz» que la historiadora Irene Moreno realizó ayer en la Sala de Grados de la Facultad de Historia de la UPV-EHU de Vitoria-Gasteiz ante un tribunal presidido por Luis Castells Arteche. Esto es un pequeño resumen de lo que fue.
Demostrando un gran conocimiento de la materia sobre la que hablaba, Irene Moreno comenzó la exposición explicando la metodologia utilizada para pasar a destacar la importancia del relato; y, en este caso, el relato sobre el papel de la sociedad vasca ante el terrorismo, centrandolo en la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria.
Irene Moreno Bibiloni
En los previos al nacimiento de Gesto por la Paz, describió la nula reacción de la sociedad vasca, más allá de manifestaciones puntuales convocadas por partidos ante determinados asesinatos o secuestros; una nula reacción ‘explicada’ por la imagen heroíca y simbólica de ETA y por la cualidad de las víctimas, mayoritariamente miembros de las fuerzas de seguridad que durante el franquismo no eran cuerpos especialmente ‘populares’.
El nacimiento de Gesto por la Paz -la Coordinadora Gesto por la Paz y la Asociación por la Paz de Euskal Herria- introdujo un cambio importante y, según la historiadora, su mayor éxito fue la sistematización y ritualización de la respuesta a la violencia.
Gesto de la Plaza Circular de Bilbao
Además, utilizó una herramienta fundamental para lograr las adhesiones de personas de todas las ideologías: el silencio.
Gesto de la Plaza de Gipuzkoa de Donostia
Durante la década de los 90, la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria fue adquiriendo un protagonismo en la sociedad y en los medios de comunicación y, quizás, su momento culmen fue con el lazo azul en los años de movilización contra los secuestros, primero de Julio Iglesias Zamora y, posteriormente, los de José María Aldaya, José Antonio Ortega Lara y Cosme Delclaux.
Irene Moreno, distinguió entre uno y los otros, porque mientras que en 1993 la izquierda abertzale se vio sorprendida y no articuló ninguna respuesta, en 1995, puso en práctica la ponencia Oldartzen que se basaba en recuperar la calle y convocó las contra-concentraciones que tanta tensión generaron.
En la defensa proyectó este impresionante vídeo:
Irene Moreno afirmó que Gesto por la Paz nunca había sido una organización mayoritaria en su militancia, pero consiguió mucha influencia simbólica y mediática.
A finales de los 90, el inicio del declive de ETA y la destrucción del Pacto de Ajuria Enea y la creación del Pacto de Lizarra, con el surgimiento de organizaciones como Basta Ya o Foro Ermua, propició un nuevo escenario en el que una organización plural como Gesto por la Paz encontraría dificultades añadidas para desenvolverse como lo había hecho hasta entonces.
Irene Moreno afirmó que Gesto por la Paz inyectó el estimulo necesario a la sociedad vasca y navarra y lo mantuvo durante muchas décadas. Ese fue otro de sus éxitos: mantenerse en el tiempo. Por otra parte, creó nuevas formas de protestas y conceptos innovadores como la violencia de persecución.
El tribunal de la tesis le concedió un sobresaliente por el trabajo, lo cual le abre la posibilidad de obtener un cum laude por este buen trabajo que ayer presentó.
A pesar de compartir con Maixabel Lasa que este comunicado de ETA no debería tener tanto bombo mediático porque solo significa el agur a quien ha causado dolor, muerte, sufrimiento… y nada más que eso y porque el comunicado de despedida poca novedad aporta. Aún así, queremos hacer una pequeña reflexión sobre este comunicado.
Como el comunicado de Aiete, este comunicado viene precedido de unas baladas que vienen sonando desde hace un tiempo tocadas por el Foro Social y los Artesanos por la Paz que han nacido recientemente en Iparralde. No se puede obviar el hecho de que hayan surgido justo, justo cuando terminó la «actividad armada». Mientras esta existía, no dijeron ni pío. O sí? Y, como en Aiete, Brian Currin vuelve a hacer acto de presencia. Este aditivo pretende ser el hilo de unión entre Aiete y esta representación que tienen preparada para mayo.
Lo más significativo de este comunicado son estas palabras: «nada de todo ello debió producirse jamás o que no debió prolongarse tanto en el tiempo» porque es un reconocimiento de que todo lo que hicieron fue un error.
También podrían ser importantes estas palabras: «Queremos mostrar respeto a los muertos, los heridos y las víctimas que han causado las acciones de ETA«, pero llegan con muchos años de retraso. Las familias de las víctimas, muchas, han sufrido la sádica falta de respeto a sus muertos durante años y años sin ningún tipo de piedad, sin rasgos de humanidad. Muy tarde ya. De hecho, ya no tienen significado real.
Quizás las palabras que más polémica están originando son las referidas al perdón: «A consecuencia de errores o de decisiones erróneas, ETA ha provocado también víctimas que no tenían una participación directa en el conflicto, tanto en Euskal Herria como fuera de ella. Sabemos que, obligados por las necesidades de todo tipo de la lucha armada, nuestra actuación ha perjudicado a ciudadanos y ciudadanas sin responsabilidad alguna. También hemos provocado graves daños que no tienen vuelta atrás. A estas personas y a sus familiares les pedimos perdón.» Sin participación directa en el conflicto, sin responsabilidad alguna… Debemos suponer que se refieren a todos los niñ@s asesinad@s aunque fueran hij@s de guardias civiles, a las de la cafetería Rolando de Madrid (1974), a las víctimas de Hipercor (1987), a Margarita González Mansilla (1995), a Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio (2006), a todas las personas asesinadas por pasar por el sitio en el que explotaría la bomba y a todas aquellas que ETA asesinó equivocadamente, tal y como ella misma reconoció.
Nunca se debería publicar este titular
Por desgracia, no reciben el perdón todas aquellas víctimas que sí tenían participación directa en el conflicto y que tenían alguna responsabilidad; esto es, el 98% de las personas asesinadas, según los criterios de la propia ETA. No recibirán el perdón de ETA las familias de ningún guardia civil, ningún policía nacional, ningún militar, ningún político, ningún camarero, ningún camello, ningún drogadicto, ningún periodista, ningún juez, ningún profesor de universidad, ningún empresario, ningún funcionario de prisiones, ningún trabajador de Telefónica o de Iberduero, ningún comprometido pacifista… ningún etarra «arrepentido».
Manuel Jodar
Yoyes
Juan Mari Jauregui
ETA ha perdido una buena oportunidad, pero… ¿deberíamos esperar algo más de esta organización terrorista?
Sobre el resto del comunicado, es vergonzoso e intolerable el recurrente argumento de ligar su vergonzosa existencia con la guerra civil a través del bombardeo de Gernika, pero… ¿son los únicos que tratan de unir estos dos episodios de violencia?
Como siempre, han decepcinado. ETA desaparecerá para siempre, pero aquí queda la izquierda abertzale que tanto les apoyó. A ver qué hace porque… moverse, se tendrá que mover algún día, no?
Si necesitas leer el comunicado entero, lo puedes ver pulsando aquí.
[Y para decir todo esto, no es necesario apuntar que también estamos en contra de la violencia ilegítima de las fuerzas de seguridad o del terrorismo del GAL y demás. ¿Por qué hay tanta gente con complejos, siempre justificándose?]
Parece mentira que ya hayan pasado 20 años -media vida, como quien dice- desde que ETA asesinó a Miguel Angel Blanco. Si ETA no le hubiera elegido a él, ahora tendría casi 50 años. Cualquiera puede revisar su vida y comprobar todo lo que ha hecho desde los 29 hasta los 50 años: una pasada, verdad? Bien, pues todo eso, ETA se lo arrebató. Se lo arrebató sin ningún tipo de piedad, haciendo gala de una crueldad inmensa.
Aquel asesinato no fue liberar a ningún pueblo, ni luchar por la justicia social, ni avanzar en la mejor situación de los pres@s… eso fue lo que fue: la chulería de unos asesinos rabiosos por la liberación por parte de la Guardia Civil del funcionario de prisiones Ortega Lara y el efecto que dicha liberación causó en todo el mundo. Y fue precisamente, toda la situación previa a este macabro asesinato, lo que convirtió la movilización pidiendo su libertad en una catarsis social sin precedentes.
Jamás hubo una manifestación tan numerosa en Bilbao, pero nunca se podría explicar esta potente reacción social, sin toda la tensión generada en la sociedad con los secuestros previos -desde José María Aldaya el 8 de mayo de 1995 hasta la liberación de Ortega Lara el 1 de julio de 1997-.
El asesinato de Miguel Ángel Blanco no fue más chulesco y dañino que, por ejemplo, el del ingeniero de Lemoniz, José María Ryan. Miguel Ángel Blanco no fue una persona que destacara especialmente por su aportación a la política y por la apuesta por la paz como pudieron ser políticos como, por ejemplo, Fernando Buesa o Gregorio Ordoñez. La respuesta social, sin esos previos mencionados, es posible que hubiera sido similar a la de Tomás y Valiente en Madrid cuando comenzaron los gritos de ‘Vascos sí, ETA no‘ que tanto nos emocionaron. Miguel Ángel Blanco se convirtió en un hito por la respuesta que la ciudadanía ofreció pidiendo su liberación.
Ana Rosa Gómez Moral recoge espléndidamente lo que fueron aquellos días de julio en Relato itinerante cuya lectura recomendamos encarecidamente.
Después de 20 años, somos capaces de enfrentarnos por si el pobre Miguel Ángel Blanco debería o no ocupar un lugar especial entre las víctimas. Patético, pero olvidemos que todas y cada una de ellas son iguales porque son fruto de un acto absolutamente injusto, porque no han hecho más que causar dolor en su entorno y porque nos las arrebataron de nuestra sociedad, y para nuestra vergüenza, en la mayoría de los casos sin ninguna reacción en contra.
Daniel Villar Enciso
Sí, por Miguel Ángel Blanco salimos muchas personas a la calle, pero por desgracia aquello quedó en una rabieta colectiva y aquel compromiso desapareció como la espuma del champán. 55 días más tarde, ETA asesinó en Basauri a Daniel Villar Enciso y ya no se llenaron las calles del coraje, de la valentía, de la solidaridad, del compromiso… que habrían hecho más realidad aquellas manifestaciones de julio de 1997.
Nuestro sincero reconocimiento a todas las víctimas del terrorismo, a las que destacaron en vida, a las que su vida fue más sencilla y a las que tuvieron una vida nada ejemplar. Todas ellas fueron injustamente asesinadas.
«Si la democracia mata, la democracia muere – Inork ez du erahiltzerik eskubiderik. Estatuak ere ez» Gesto por la Paz. Donostia, 5 de mayo de 1995
Antes de aprobar la Constitución española de 1978, la extrema derecha, la Triple A y el Batallón Vasco Español (BVE), en relación al ‘caso vasco’ asesinaron a 10 personas. Durante los primeros años de democracia hasta 1989, el BVE, ‘incontrolados’ y el GAL asesinaron a 64 personas. De todas ellas, solo 32 eran militantes de ETA o simpatizantes de la izquierda abertzale.
Juan Carlos García Goena víctima de los GAL
El resto, esto es, las otras 32 personas asesinadas, no tenían absolutamente nada que ver con ese mundo al que, supuestamente, pretendían atemorizar. Estos casos de ‘víctimas colaterales’, o no se sabe bien cómo calificarlas, lo describe bien Luis Azpiolea en el artículo «Las otras víctimas» basado en el informe de la Oficina de Víctimas del Terrorismo del Gobierno vasco, que encabezaban Maixabel Lasa y Txema Urkijo.
Si cualquier asesinato es un drama tremendo, el absoluto desamparo en el que quedaban muchas de estas víctimas cuyos casos ni siquiera se investigaban, lo convertía en una tragedia de proporciones absolutamente inasumibles.
Los asesinatos cometidos por estos grupos terroristas provocaron una diferente reacción social según fuera la relación de la víctima con la izquierda abertzale, fundamentalmente, o la proximidad de aquella a su entorno inmediato, como es el caso del Bar Aldana en Alonsótegi. Aquí se puede ver algunas de las diferentes reacciones que causaron estos asesinatos:
Tanto las de la izquierda abertzale como las consideradas ‘daños colaterales’ de la guerra sucia fueron las grandes olvidadas de las instituciones hasta que llegó la Ley 32/1999 de Solidaridad con las víctimas del terrorismo quese reconocía a todas las víctimas por igual.
Pili Zabala se emociona durante su intervención en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Vasco
Esto fue así, hasta que en 2011 el Gobierno de Rajoy promulgó la Ley 29/2011. En ella se dicen cosas interesantes como que «Los poderes públicos garantizarán en este sentido y en el ámbito de sus competencias que no se produzcan situaciones injustas o de desamparo hacia las víctimas. Concretamente, trabajarán para impedir la impunidad de los crímenes terroristas en cualquiera de sus manifestaciones y velarán para que los terroristas cumplan íntegramente sus penas.» Sin embargo, en el caso de los asesinatos de los GAL, no parece que se está trabajando con ahínco por esclarecer la verdad –Guerra sucia I– y respecto a las víctimas, parece que quedan en un cierto desamparo: «La Justicia rechaza indemnizar a las víctimas de los GAL si han delinquido«.
Compartimos una de las conclusiones del Informe Foronda del Instituto de Historia Social Valentín de Foronda: «La consideración social de las víctimas del terrorismo ha evolucionado de la indiferencia al compromiso público. Ellas, injustamente olvidadas durante largo tiempo, son el testimonio explícito del intento de imponer un proyecto político por la fuerza. Es inapropiado establecer diferencias categóricas entre las víctimas de los diferentes terrorismos, del mismo modo que no debe laminarse moralmente a estas últimas equiparándolas con, como hemos señalado en el anterior punto, las víctimas de su propia violencia cuyo sufrimiento puede ser el mismo, pero cuya significación política es diferente. La reivindicación de las víctimas de todos los terrorismos incluye ciertos casos en las que las mismas fueron víctimas y victimarios a la vez: torturadores del franquismo o militantes de organizaciones terrorista. Pero no se reivindica su pasado, sino la injusticia de su asesinato.»
Acto de Gesto por la Paz por las víctimas del GAL. Baiona, 30 de marzo de 1996
Hace 26 años, se inició el primer juicio con el que se pretendía esclarecer la trama GAL. Y en aquellos tiempos, pocas eran las voces que gritaban contra esta barbarie. Una de ellas fue Gesto por la Paz que hacía grandes esfuerzos por sensibilizar a la ciudadanía sobre la maldad y perversidad de aquella trama terrorista.
Concentración de Gesto por la Paz ante la Audiencia Nacional. Madrid, 1991
Por desgracia, la maldad y perversidad de ETA que seguía actuando y poniendo muchísimos cadáveres y vidas destrozadas cada día, hizo que el disfraz de ‘antiterrorista’ utilizado por los GAL fuera ‘creíble’ para gran parte de la ciudadanía. De esta manera, los esfuerzos de la organización pacifista tuvieron que ser mayores aun sabiendo que los frutos podrían ser pequeños.
Sugerimos la visita al blog Una historia curiosa de estudiantes de historia en el que hacen una recopilación bastante completa de lo que fue el terrorismo de Estado. Por suerte, no prolongaron mucho su actividad que terminó a finales de los 80.
Han pasado muchos años y aún siguen sin esclarecerse muchos de los asesinatos cometidos por el GAL. En proporción, hay muchos más atentados del GAL sin esclarecer que los de ETA. Y, curiosamente, de las pocas personas que fueron juzgadas y condenadas, varias obtuvieron indultos o excarcelaciones por diferentes motivos: El País
Quizás los casos más llamativos son los del Ministro José Barrionuevo y el Secretario de Estado para la Seguridad Rafael Vera que en julio de 1998 fueron condenados a 10 años de prisión y 12 de inhabilitación absoluta por el secuestro de Segundo Marey y por impulsar y financiar las acciones de los GAL. Bien, pues y en diciembre del mismo año, salieron de la cárcel. A pesar de que la sentencia fue ratificada en 2001 por el Tribunal Constitucional, en 2004 obtuvieron la libertad definitiva.
Otro caso especialmente llamativo también fue el del General Enrique Rodríguez Galindo.
Foro de Huffington
En el año 2000 fue condenado a 71 años de prisión acusado de secuestro y asesinato de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala. Permaneció en la prisión militar de Alcalá de Henares desde mayo del 2000 hasta julio de 2003 que, teniendo en cuenta que había perdido su condición de militar, se le trasladó a la cárcel de Ocaña II. En septiembre de 2004, el Gobierno el Ministerio de Interior decidió excarcelar a Rodríguez Galindo por motivos de salud. Desde entonces, cumple la pena bajo libertad vigilada.
Después de leer esto, cualquiera podría dudar de si realmente la justicia es igual para todas las personas. Y quizás no habría sido así, si la sociedad en general hubiera sido más intransigente con esta violencia también terrorista. Y es que realmente no lo fue. No lo fue no sólo porque aquel 24 de junio -o cualquiera de los otros días en los que Gesto por la Paz salió a la calle por este tema- solo estuvieran 12 personas delante de la Audiencia Nacional pidiendo justicia y limpieza del Estado de Derecho, no. No lo fue, fundamentalmente, porque miles de ciudadanos y ciudadanas pensaban que estos asesinatos no estaban del todo mal y así lo demostraron sin ningún tipo de rubor quienes fueron a la cárcel de Guadalajara a despedir a quienes entraban presos por haber organizado y financiado los GAL o quienes permitieron y siguen permitiendo que exista la Avenida Jose Barrionuevo Peña.
No lo fue porque cuando Rodríguez Galindo ingresó en Ocaña II, esto es, una cárcel no militar (esto hace pensar que en la militar no estaba nada mal), la familia presentó una petición de indulto avalada por ¡¡¡100.000 firmas!!!
Los aplausos, los gritos de apoyo, incluso el silencio que no condenaban estos asesinatos no son más que formas de ‘legitimar’ de alguna manera este otro terrorismo. Entonces era más difícil porque las continuas actuaciones de ETA podían animar a hacer dejadez de lo que debería ser una obligación ciudadana: condenar sus asesinatos. Pero no se entiende que pasados los años, persistan complicidades con aquellas formas de actuar absolutamente inmorales, inhumanas y antidemocráticas. Y para dejarlo bien claro, aquí se debería exigir la verdad de lo ocurrido, especialmente, por justicia hacia sus víctimas.