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Ana Rosa Gómez Moral, asesinatos, Basauri, Bilbao, Daniel Villar Enciso, ETA, Fernando Buesa, Gregoria Ordóñez, guardia civil, José Antonio Ortega Lara, José María Aldaya, José María Ryan, Miguel Ángel Blanco, movilización ciudadana, presos y presas de ETA, Relato Itinerante, Tomás y Valiente

Miguel Ángel Blanco
Parece mentira que ya hayan pasado 20 años -media vida, como quien dice- desde que ETA asesinó a Miguel Angel Blanco. Si ETA no le hubiera elegido a él, ahora tendría casi 50 años. Cualquiera puede revisar su vida y comprobar todo lo que ha hecho desde los 29 hasta los 50 años: una pasada, verdad? Bien, pues todo eso, ETA se lo arrebató. Se lo arrebató sin ningún tipo de piedad, haciendo gala de una crueldad inmensa.
Aquel asesinato no fue liberar a ningún pueblo, ni luchar por la justicia social, ni avanzar en la mejor situación de los pres@s… eso fue lo que fue: la chulería de unos asesinos rabiosos por la liberación por parte de la Guardia Civil del funcionario de prisiones Ortega Lara y el efecto que dicha liberación causó en todo el mundo. Y fue precisamente, toda la situación previa a este macabro asesinato, lo que convirtió la movilización pidiendo su libertad en una catarsis social sin precedentes.
Jamás hubo una manifestación tan numerosa en Bilbao, pero nunca se podría explicar esta potente reacción social, sin toda la tensión generada en la sociedad con los secuestros previos -desde José María Aldaya el 8 de mayo de 1995 hasta la liberación de Ortega Lara el 1 de julio de 1997-.

El asesinato de Miguel Ángel Blanco no fue más chulesco y dañino que, por ejemplo, el del ingeniero de Lemoniz, José María Ryan. Miguel Ángel Blanco no fue una persona que destacara especialmente por su aportación a la política y por la apuesta por la paz como pudieron ser políticos como, por ejemplo, Fernando Buesa o Gregorio Ordoñez. La respuesta social, sin esos previos mencionados, es posible que hubiera sido similar a la de Tomás y Valiente en Madrid cuando comenzaron los gritos de ‘Vascos sí, ETA no‘ que tanto nos emocionaron. Miguel Ángel Blanco se convirtió en un hito por la respuesta que la ciudadanía ofreció pidiendo su liberación.
Ana Rosa Gómez Moral recoge espléndidamente lo que fueron aquellos días de julio en Relato itinerante cuya lectura recomendamos encarecidamente.
Después de 20 años, somos capaces de enfrentarnos por si el pobre Miguel Ángel Blanco debería o no ocupar un lugar especial entre las víctimas. Patético, pero olvidemos que todas y cada una de ellas son iguales porque son fruto de un acto absolutamente injusto, porque no han hecho más que causar dolor en su entorno y porque nos las arrebataron de nuestra sociedad, y para nuestra vergüenza, en la mayoría de los casos sin ninguna reacción en contra.

Daniel Villar Enciso
Sí, por Miguel Ángel Blanco salimos muchas personas a la calle, pero por desgracia aquello quedó en una rabieta colectiva y aquel compromiso desapareció como la espuma del champán. 55 días más tarde, ETA asesinó en Basauri a Daniel Villar Enciso y ya no se llenaron las calles del coraje, de la valentía, de la solidaridad, del compromiso… que habrían hecho más realidad aquellas manifestaciones de julio de 1997.
Nuestro sincero reconocimiento a todas las víctimas del terrorismo, a las que destacaron en vida, a las que su vida fue más sencilla y a las que tuvieron una vida nada ejemplar. Todas ellas fueron injustamente asesinadas.





Quizás los casos más llamativos son los del Ministro José Barrionuevo y el Secretario de Estado para la Seguridad Rafael Vera que en julio de 1998 fueron condenados a 10 años de prisión y 12 de inhabilitación absoluta por el secuestro de Segundo Marey y por impulsar y financiar las acciones de los GAL. Bien, pues y en diciembre del mismo año, salieron de la cárcel. A pesar de que la sentencia fue ratificada en 2001 por el Tribunal Constitucional, en 2004 obtuvieron la libertad definitiva.
No lo fue, fundamentalmente, porque miles de ciudadanos y ciudadanas pensaban que estos asesinatos no estaban del todo mal y así lo demostraron sin ningún tipo de rubor quienes fueron a la cárcel de Guadalajara a despedir a quienes entraban presos por haber organizado y financiado los GAL o quienes permitieron y siguen permitiendo que exista la
Hoy, 19 de junio, en la parte del barrio de La Peña que pertenece a Arrigorriaga, la familia y amig@s de Eduardo Puelles y algunos polític@s, fundamentalmente del Partido Popular y del PSE-EE, han participado de un sencillo y emotivo acto en memoria de la última víctima del terrorismo de ETA en el País Vasco.

El 19 de junio de 2009, ETA asesinó en Arrigorriaga a Eduardo Puelles, inspector del Cuerpo Nacional de Policía. Este fue el último atentado de ETA en el País Vasco.
El grupo Elkarbizi está organizando una serie de jornadas sobre diversos temas relacionados con los años de violencia que se ha vivido en Euskal Herria estos años atrás: terrorismo, pres@s, víctimas…
Ahora, lo puedes conseguir en la
cantantes… todos recordamos aún a Imanol Larzabal y el calvario que sufrió por manifestarse abiertamente contrario a ETA y a su violencia. Es muy posible que si no hubiera sido de «los pocos», si la mayoría de la sociedad hubiera hecho lo que él hizo, las cosas habrían sido muy diferentes. Pero… fue de «los pocos».


Un día como hoy de diferentes años, el destino unió a dos personas a causa de lo que denominamos ‘la violencia específica generada en Euskal Herria’, José María Prieto Rodríguez, miembro de Iraultza y Aquilino Joaquín Vasco Álvarez, militar retirado que vivía en Madrid.
El 31 de marzo de 1984, José María Prieto Rodríguez, miembro de Iraultza -grupo terrorista cercano a ETA- murió después de unos días ingresado en el hospital de Basurto a causa de las graves heridas ocasionadas por la explosión del artefacto que él mismo y su compañero de comando, José María Orbezua, manipulaban en pleno centro de Bilbao.
Sin embargo, el tema que más nos ha llamado la atención y en el que queremos hacer especial hincapié es el de la memoria. A partir del minuto 09:00 de la entrevista ha dicho:
-todos de tierras lejanas- son ciudadanos de Iparralde quienes tratan de liderar un ‘proceso de paz’ que parece más una ficción que una realidad. ¿Dónde estaban estos ciudadanos de Iparralde cuando ETA asesinaba? ¿Se manifestaron en algún momento en su contra? ¿Ya que los tenían tan cerca, trataron en algún momento de convencerles de ‘la paz era el camino’? ¿Para dónde miró Kofi Annan cuando siendo presidente de la ONU desde Euskal Herria se le trasladó la preocupación por lo que aquí ocurría?