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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

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«Eskerrik asko eta barkatu»

23 domingo Feb 2020

Posted by gogoanmemoria in Memoria

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Discurso de Lourdes Oñederra pronunciado en el acto «In Memoriam» por el XX aniversario del asesinato de Fernando Buesa y Jorge Díez.


«Eskerrik asko eta bartatu»

Lourdes Oñederra – El Mundo

Errazak dira gaur lehenengo hitzak: eskerrik asko. Eskerrik asko Nati, Sara, Marta, Carlos; eskerrik asko, Begoña, José Antonio, Lorena. Agradezco, abrumada por el privilegio, la oportunidad de expresarme hoy aquí.

Gracias, muchas gracias a las víctimas del terrorismo vasco que nos han enseñado que la convivencia puede ser mejor, que se puede responder a la violencia sin violencia, gracias a quienes nos han demostrado que el ser humano puede llegar a comportarse con esa dignidad.

muchas gracias a las víctimas del terrorismo vasco que nos han enseñado que la convivencia puede ser mejor, que se puede responder a la violencia sin violencia, gracias a quienes nos han demostrado que el ser humano puede llegar a comportarse con esa dignidad.

En lo que sigue voy a compartir unas reflexiones a partir de mi propia biografía, no porque tenga nada de particular, sino precisamente porque podría ser la de otras muchas personas del País Vasco, cada una con sus particularidades, pero que en lo que les es común, en sus zonas de intersección, representan a la mayoría de esta sociedad.

Para esbozar mi perfil en pocas líneas diré que me crié en una familia nacionalista en la que se me hizo entender por qué no estaba bien celebrar el asesinato de Carrero Blanco como era habitual en nuestro entorno, yo tenía 15 años. Luego fui de Elkarri-Lokarri, algo tampoco demasiado común en mi ambiente. Después, demasiado tarde, fui miembro de Gesto por la Paz, algo que marca un salto cualitativo en mi vida y que es una de las mejores cosas que he hecho. Ahora soy miembro de la asociación Gogoan por una memoria digna. Por lo demás fui, soy, una de tantos.

 

Silencios

Cito del libro, imprescindible, de Ana Rosa Gómez Moral[1]:

«Allí estaba el terrorismo, sus ejecutores y los que les exhortaban. Allí estaban las víctimas, muchas de ellas sin más papel que morir. Allí estaba la sociedad, omisa y extraviada.»

En esa sociedad, omisa y extraviada… estaba yo, estábamos muchos. Como sociedad, en conjunto y salvo honrosas excepciones, no hemos hecho lo suficiente, desde luego no lo hicimos a tiempo; aún hoy seguimos sin romper silencios. Hubo miedo, pero creo que muchos, muchas de nosotros no nos callamos por miedo, no al menos por miedo directo a lo que nos pudiera pasar; fue más bien el miedo al entorno inmediato, cedimos a la presión directa o indirecta de los compañeros de clase, de trabajo, de los parientes, de los amigos. La perversión moral que esta sociedad ha sufrido no ha funcionado en abstracto. Impregnaba y aún impregna bares, cuadrillas, lugares de trabajo, asociaciones deportivas. Callamos…

fue más bien el miedo al entorno inmediato, cedimos a la presión directa o indirecta de los compañeros de clase, de trabajo, de los parientes, de los amigos. La perversión moral que esta sociedad ha sufrido no ha funcionado en abstracto. Impregnaba y aún impregna bares, cuadrillas, lugares de trabajo, asociaciones deportivas. Callamos…

…Por el euskera, por el franquismo, por la relaciones familiares, por las de cuadrilla, por las de trabajo, porque también los otros… El caso es que hemos preferido callar, o no nos hemos atrevido a no hacerlo y, a ratos al menos, hemos conseguido no ser conscientes de que lo hacíamos. (Oí una vez a Sara hablar de la burbuja de la vida cotidiana)

Fuera lo que fuera hay que decirlo, nos lo tenemos que confesar a nosotras mismas. «Que no se repita», decimos, como si sólo con decirlo exorcizáramos el peligro. ¿Qué legado dejamos a las siguientes generaciones, qué les vamos a contar si no nos lo contamos a nosotros mismos? ¿Cuáles van a ser las raíces de los nuevos árboles, si no les hablamos de corazón? ¿Van a tener que hacer comisiones de la verdad para reconstruir lo que ocurrió? Y ¿para poder entenderlo? Si quienes lo vivimos en directo estamos aún aquí, esa parte nos toca a nosotros. Tenemos una responsabilidad histórica: somos quienes podemos hacer que permanezca viva la conciencia de lo ocurrido, del mal. Esa conciencia sería el mejor antídoto para que el horror no se repita.

¿Qué legado dejamos a las siguientes generaciones, qué les vamos a contar si no nos lo contamos a nosotros mismos?

No vale denunciar los silencios tras la Guerra Civil para hacer lo mismo nosotros ahora. No tenemos la más mínima excusa. Si no lo hacemos, nadie lo podrá hacer igual. No debiéramos cargar a las siguientes generaciones con una responsabilidad que nos corresponde. Ya nos hemos «escaqueado» bastante.

Mientras vivimos… inoiz ez da ezer erabat bukatzen: bizi izan duguna, gertatu zaiguna. Egin duguna eta ez duguna, zintzilik daramagu beti. Hor dago, begibistan edo estalita, baina hor, norberaren baitan. (Decía Lourdes Pérez que cada cual lleva su mochila.)

¿Quién va a decir, cuándo, que lo que ETA ha hecho es responsabilidad directa de ellos, pero que además tiene que ver con cada una, cada uno de nosotros, con lo que dije o dejé de decir, con lo que hice o no hice? No se trata de fustigarse, sino de tomar conciencia cada individuo, de ser conscientes. Sólo así surgirá una sociedad mejor, es decir, una comunidad de personas que ha aprendido, que ha avanzado por su reconocimiento de lo ocurrido… no de lo ocurrido a otros, ni al nosotros colectivo frente a los otros, sino a cada individuo, de lo que nos ha pasado a cada una, a cada uno de nosotros. Sólo desde esa actitud tendría sentido decir que «todos hemos sufrido» porque, cuando ETA actuaba, quienes no hemos sido víctimas, mientras no nos acercábamos a ellas, perdíamos dignidad como seres humanos.

No se trata de fustigarse, sino de tomar conciencia cada individuo, de ser conscientes. Sólo así surgirá una sociedad mejor, es decir, una comunidad de personas que ha aprendido, que ha avanzado por su reconocimiento de lo ocurrido…

¿Qué nos ocurría?

Quienes nos dedicamos a la lingüística y, dentro de la lingüística, a la fonología, sabemos que los seres humanos no percibimos (aunque los produzcamos) aquellos sonidos que nuestra lengua no necesita para distinguir significados. Así, hay por ejemplo, un tipo de «s» que no distinguimos quienes tenemos como lengua primera el euskera, el español o ambas. Sin embargo, en francés es suficiente esa «s» para distinguir, por ejemplo, pez de veneno. Se podría decir que no se percibe aquello que no nos es lingüísticamente necesario. Haciendo una analogía diría que durante mucho tiempo una gran parte de esta sociedad hemos podido hablar la lengua de la opulencia, del bienestar, de lo bien que se vive aquí. Nos pudimos callar porque nos iba bien así. La sociedad vasca ha sido un lugar cómodo que nos ha permitido «no meternos en líos». Pudimos hacer como que la solución a la violencia no iba con nosotros, nuestra percepción fue, en el mejor de los casos, parcial: se nos abotargó la conciencia. Alberto Surio habla de «una conciencia mutilada«. Y ahora que la violencia ha cesado, me temo que el abotargamiento se afianza. No tiene paralelo desde luego en la creciente sensibilización de la sociedad ante otras violencias como la machista, el acoso escolar, los abusos de menores, las consecuencias de la precariedad laboral, todas ellas causas que tienen precisamente en la sociedad vasca una visibilidad particular. Algo de lo que enorgullecernos. Supongo. Pero, junto a eso…

Nos pudimos callar porque nos iba bien así. La sociedad vasca ha sido un lugar cómodo que nos ha permitido «no meternos en líos». Pudimos hacer como que la solución a la violencia no iba con nosotros,

Durante 25 años las comparsas de la tamborrada de San Sebastián han pasado por delante del bar donde asesinaron a Gregorio Ordóñez como si aquello no hubiera ocurrido y los demás hemos comido deliciosos pinchos allí mismo sin que nos temblara nada y a eso le hemos llamado ambiente, buen ambiente.

Los profesores de la Universidad del País Vasco mayormente hemos vivido en silencio, dando nuestras materias como si nada, salvo las muy honrosas excepciones, que han tenido a menudo que marcharse. No se les ha hecho ningún homenaje.

No hemos sido conscientes de la atrocidad, no calibramos el horror porque no estábamos con la víctima, no la veíamos, no estaba presente en nuestra vida. Sin duda, una gran parte de esta sociedad tuvo menos dificultad en percibir el sufrimiento de los presos de ETA, la injusticia de las torturas, la dureza de los exilios o el terrorismo de Estado. Eso sí formaba parte de nuestra vida.

No hemos sido conscientes de la atrocidad, no calibramos el horror porque no estábamos con la víctima, no la veíamos, no estaba presente en nuestra vida. Sin duda, una gran parte de esta sociedad tuvo menos dificultad en percibir el sufrimiento de los presos de ETA, la injusticia de las torturas, la dureza de los exilios o el terrorismo de Estado. Eso sí formaba parte de nuestra vida. Estaba en la calle, en las paredes de los bares y la decoración popular de las fiestas. Por eso y por lo que hoy nos reúne, quiero hablar de nuestra pasividad ante la violencia de ETA, de ésa que aparentemente era como la «s» francesa en esta sociedad. En ese sentido, en el Manifiesto firmado por mi gran maestro Koldo Mitxelena y otros 32 en 1980, titulado con optimismo «Aún estamos a tiempo» se leen las trágicamente clarividentes palabras:

«la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles.»

Palabras

Junto a nuestro silencio ante el horror, han estado las palabras (públicas, cotidianas), arropándolo consolidándolo, sosteniéndo la inercia. Palabras insensatas. Hablar se dice en euskera hitz egin, literalmente ‘hacer palabra’ y las palabras se hacen ligando una forma a un contenido y viceversa. El lenguaje humano tiene dos funciones básicas, la comunicativa y también la cognitiva, esa ligazón entre forma y contenido participa en la formación del pensamiento y a menudo está contaminada por la manipulación interesada de ese pensamiento.

No vamos bien cuando el pronombre nosotros no rebota en un vosotros, sino en un ellos, los otros.

– cuando circulan palabras como españolista, de denotación brumosa y connotación envenenada.

– cuando se acepta la utilización de gudari, tanto para referirse a quienes se alzaron a favor de la República contra los golpistas como para referirse a los terroristas.

– cuando no se sabe distinguir conflicto de violencia,

– cuando contextualización equivale a justificación.

– cuando se llama equivocación a lo que fue una opción, la de considerar que la vida humana valía menos que la idea de patria de unos cuantos.

Si son molinos de viento, son molinos de viento, no gigantes. Digámoslo. Puede ser divertido hablar de gigantes, puede dar mucho juego en literatura; las metáforas, las imágenes están muy bien en poesía y la poesía tiene su valor, pero no nos conviene hacer poesía cuando lo que hay que hacer es otra cosa. Hay que intentar que nuestras palabras se atengan a su significado y su significado a la palabra. No podemos quedarnos, por ejemplo, en vaguedades como que todos hemos sufrido, en inexactitudes como aquí ha habido un conflicto como si hubiera ocurrido una glaciación. Aquí ha habido agentes y pacientes, asesinos y asesinados, extorsionadores y extorsionados, ha habido quien ha apoyado a los asesinos y extorsionadores, ha habido gente, valiente, que se ha opuesto a ellos y ha habido otra mucha gente que nos hemos quedado (en distintas maneras, circunstancias y grados) mirando a otro lado.

Hay que intentar que nuestras palabras se atengan a su significado y su significado a la palabra. No podemos quedarnos, por ejemplo, en vaguedades como que todos hemos sufrido, en inexactitudes como aquí ha habido un conflicto como si hubiera ocurrido una glaciación

La violencia tuvo a favor, además de sus instigadores intelectuales, además de quienes llevaron a la práctica las acciones criminales y además de quienes las apoyaron políticamente, el silencio de casi todos los demás, nuestra pasividad.

Euskal kultura

Hemen gaizkileak egon dira, beraiek nahi bezalakoa ez zena hil egin dutenak. Batzuek ez dituzte gaizkiletzat hartu: «askatasun haizea» dio Hertzainak-en kantak. Beste batzuek bai, baina ez gara gaizkileek kaltetuengana hurbildu, ez ditugu gutakotzat hartu, gurekin zerikusirik izan ez balute bezala, kaltea besterena balitz bezala.

Acabo de mencionar una canción vasca que oíamos con emoción en los últimos 80 y en los 90. ¡Cómo no compadecerse de quien espera en soledad al lado de la cama vacía de la hija, del marido o el hijo encarcelado a muchos kilómetros de distancia! Cómo no entristecerse con eso. Es bueno que sea así, seríamos monstruos si no lo fuera. Lo grave es que cuando yo, fan de Hertzainak desde sus comienzos, oía a Gari cantar aquello en un concierto, ni me acordaba ni me compadecía de esas otras madres que habían perdido al hijo asesinado, no pasaba por mi mente la imagen de esas otras camas vacías. Taupadak gure bihotzean, como si no latiera también el corazón de tantos hermanos, hijas, parejas de todos aquellos que ETA luchando por el pueblo vasco, su cultura, su independencia mataba inmisericorde. Gure bihotzean, a nuestro corazón sólo se añadían unos latidos y no los otros, latíamos con los encarcelados y no con los asesinados. Sentimentalismo frente a sentimiento humano, afectividad de trinchera.

‘Gure bihotzean’, a nuestro corazón sólo se añadían unos latidos y no los otros, latíamos con los encarcelados y no con los asesinados

Me digo esto intentando sacudir diacrónicamente mi yo de entonces preguntándome qué me pasaba y me preocupa particularmente pensar que hoy aún hay gente a la que le sigue pasando lo mismo. Pienso, por ejemplo, en quienes han actualizado esta misma canción adecuando el número de camas vacías al número de presos actuales para corearla en plazas de pueblos vascos las pasadas Navidades. Esa bella canción sigue sosteniendo la creencia de que ignorar el mal causado puede ser «askatasun haizea» ‘viento de libertad’. Estamos contaminados.

El foso

Recurro (perdón por el egocentrismo y por la repetición) a dos anécdotas, que suelo repetir, porque fueron verdaderas epifanías para mí. Una se refiere a cuando dediqué un premio a la memoria de las víctimas de ETA; alguien vino a decirme que no estaba mal que lo hubiera hecho, pero que cómo se me había ocurrido decirlo delante de los otros…. La otra anécdota es de cuando, tras una reunión extraordinaria del Consejo Asesor del Euskera del Gobierno Vasco por el cierre del diario Egunkaria, otro miembro del Consejo, me recordó la parábola del hijo pródigo para explicarme por qué el Consejo había participado como tal en la gran manifestación en contra del cierre del periódico, pero no había protestado por el asesinato de Joseba Pagazaurtundua ocurrido veinte días antes de esa reunión. Quien cerraba el periódico -me dijo- no era de los nuestros, quien había matado a Joseba sí, aunque estuviera equivocado. Ese foso abierto entre el mundo nacionalista y el no-nacionalista es más profundo que el existente entre violentos y no-violentos. Ahí creo que ETA sí ha conseguido algo, algo que no es bueno. Amparada en el ultranacionalismo, apoyada en ignorancias interesadas o ingenuas, cuando no directamente en el miedo, ha conseguido afianzar en nuestra sociedad la sensación de que no ser nacionalista es algo que habría que justificar. Nuestro silencio lo ha legitimado.

Quien cerraba el periódico -me dijo- no era de los nuestros, quien había matado a Joseba sí, aunque estuviera equivocado. Ese foso abierto entre el mundo nacionalista y el no-nacionalista es más profundo que el existente entre violentos y no-violentos.

Arazoa da ezin dugula gaia alderdi moraletik hartu erabat eta bereiz, ezin dugula gainditu zatiketa ideologikoa: gureak eta ez-gureak, besteak. Gurearekikoa da maitasuna, gogo ona, noski; baina onartezina da besteenganako gogo onik eza, zenbaiten gorrotoan sustraitua eta besteren gorrotoa bazkatu duena.

Ese foso entre nosotros y ellos arrastró por el espejismo de la progresía y la revolución incluso a quienes no eran nacionalistas o no lo éramos muy fervorosamente; siempre hubo una brumosa y difusa idea de autenticidad, de lo que era más de aquí y que iba envuelto en el manto protector del sufrimiento histórico, específicamente el de la Guerra Civil, como si la Guerra Civil hubiera sido entre vascos y españoles, más exactamente de España contra Euskadi. Hay entre nuestros alumnos quienes aún lo conciben así.

ETA sí ha conseguido algo: ha conseguido afianzar en nuestra sociedad la sensación de que no ser nacionalista es algo que habría que justificar.

Todas estas cosas hay que decirlas, no contra el nacionalismo en su conjunto (nacionalismo al que pertenece una parte grande de mi corazón y de mi historia), pero sí para quitar peso a ciertos esencialismos, para facilitar la convivencia, para aligerar el aire, para aliviar el peso de algunas palabras… porque, cuando se reflexiona sobre ellas, cuando se deja de decir nuestro país en singular, nuestra lengua en singular, el pueblo vasco en singular, nuestro pasado en singular, nuestro conflicto en singular y, sobre todo, cuando se quitan las mayúsculas, resulta aún más absurdo y más cruel que se haya llegado a asesinar a tantas personas en nombre de esas ideas, de esos conceptos.

Yo misma no me moví, más allá de firmar algún manifiesto colectivo y algún artículo en la prensa en euskera, no hice nada físicamente, hasta que asesinaron hace veinte años a Fernando Buesa y Jorge Díez en nuestro campus y vibraron las ventanas de mi despacho en la Facultad de Letras. No sé si asociarlo a la cercanía física es un mero recurso narrativo. Lo que es cierto, lo que debe constar en mi parte del relato es que fue cuando participé por primera vez en las concentraciones de repulsa contra ETA, la primera vez que salí a la calle con «los otros». También es de ese año aquel manifiesto no equidistante que firmamos 140 personas del mundo de la cultura vasca contra ETA, «El silencio no es cobijo / Isiltasuna ez da aterpe«.

Cuando hace veinte años asesinaron a Fernando Buesa y Jorge Díez fue cuando participé por primera vez en las concentraciones de repulsa contra ETA, la primera vez que salí a la calle con «los otros».

Fin, relato

Nos tenemos que reeducar, hay que avanzar y, para ello, hay mucho que repensar. Las personas asesinadas por ETA no sólo tenían derecho a vivir, sino que tenían derecho a ser quienes eran y pensar como pensaban. Ahora tampoco deberíamos callar ante el hecho de que ETA sólo se excuse por unas muertes y no por otras. No podemos regalar ni un gramo de legitimidad a nadie sólo por dejar las armas, no podemos dar por buena una sociedad de nosotros y ellos, los otros.

No podemos regalar ni un gramo de legitimidad a nadie sólo por dejar las armas, no podemos dar por buena una sociedad de nosotros y ellos, los otros.

Ya que la lección ha sido tan amarga, aprendámoslo todo: venimos de años sin oxígeno, en los que la tiranía de las armas iba acompañada de la tiranía de las miradas que controlan quién simpatiza con quién, quién canta qué; esa tiranía de comportamientos que, como por ósmosis, se han ido contagiando de los más convencidos a los no-tanto-pero-bueno, a los del esto-es-lo-que-hay, formando entre todos esa masa de silencio, de ceguera que nos ha permitido vivir a la mayoría de vascos y vascas como si el asunto no fuera con nosotros. Cada cual en sus circunstancias, sin juzgar a nadie en el plano personal, tenemos que seguir reaccionando; muchos lo hemos hecho tarde, otros aún no lo han hecho…

la tiranía de las armas iba acompañada de la tiranía de las miradas

No es un ejercicio de auto-flagelación sino de auto-redención; redimirnos, otra palabra sobre la que hay que pararse a pensar sin prejuicios: el mayor beneficiario de reconocer lo ocurrido es uno mismo, una misma. Tenemos ahora la oportunidad de redimirnos, de hacer lo único bueno que se puede hacer  con el horror que hemos vivido. Hagámoslo.

Hagamos cada cual nuestro relato, sin preocuparnos tanto de si el relato general, el relato con «R» mayúscula será uno o varios, si saldrá un cuadro abstracto o un patchwork de colores. En esta parte individual del ejercicio no hay que perder energía en adelantar el resultado final. Es trampa escudarse en la dificultad de llegar a un consenso para no asumir la responsabilidad que corresponda a cada una, a cada uno. La práctica misma del ejercicio nos cambiaría, nos curaría: ¿Qué hice cuando mataron en Bilbao a José María Aguirre? Y ¿cuando hirieron a Recalde en San Sebastián? ¿Dónde estaba yo, cuando un coche bomba mató a seis niños y cinco adultos en Zaragoza? Y ¿qué dije a quién? ¿Cómo es que ni me acuerdo de aquello que pasó en una calle del centro aquel mes de octubre mientras yo preparaba una oposiciones? O ¿iba mucho a la playa aquel verano en el que hubo 20 muertos en 12 semanas, aquel año en el que más de 40 personas fueron asesinadas? ¿Qué firmé o dejé de firmar, qué comenté en el trabajo, cómo (me) justifiqué el no ir a una concentración? ¿Dónde estaba yo y cómo reaccioné cuando mataron al hermano de Ana, y al de Maite, al padre de Iñaki, al de Jaime, al marido de Maixabel? ¿Cuántos años tenía yo cuando mataron al padre de Ángel y Lourdes?[2] Aquel otro día… ¿en qué bar estaba y qué fotos había en las paredes? ¿Ponía «agur eta ohore» a quien había secuestrado o mandado secuestrar a Revilla? ¿Por qué no fui al concierto de Imanol tras el asesinato de Yoyes? Cada cual sus preguntas, cada cual sus respuestas, pero nunca la indiferencia. Si cada una, cada uno lo hacemos ya no saldremos a la calle igual, ni diremos las misma palabras, ni respiraremos del mismo modo. Ciertamente, al recordar nuestra pasividad, cuesta respirar pero el aire es más limpio. Se trata ver el mundo con otros ojos, transformarse.

el mayor beneficiario de reconocer lo ocurrido es uno mismo

Se trata de no olvidar, de obligarnos a recordar los hechos, lo ocurrido, de releer los nombres, edades, circunstancias vitales de cada víctima; el lugar y el día del atentado… y ligarlo con nuestra memoria individual: dónde estábamos, qué hacíamos quienes no temíamos aquellas balas, aquellas bombas, aquellos secuestros. Ahora que las armas han callado, que no falten las palabras, que no siga el silencio, la mirada escorada.

Ahora que las armas han callado, que no falten las palabras, que no siga el silencio, la mirada escorada.

Plantearnos el futuro perdidos en generalidades y abstracciones, en la confusión de sufrimientos es, además de fundamentalmente injusto con las víctimas, como construir viviendas en suelo contaminado.

Que vea cada una, cada uno cómo lo hace, a quién le cuenta sus trozos de verdad. Que lo haga al menos consigo mismo, cada una ante su espejo. Si lo hacemos sinceramente ya no podremos reeditar como si fueran de actualidad los discos clandestinos del franquismo, jugando a que seguimos allí. Ya no nos resultará tan fácil cantar «Haurtxo-haurtxoa» como si el padre preso lo estuviera por la libertad de Euskadi: zu bihar libro izaiteko, hemen gertatuaz lotsatzen ikasi behar genuke. Para que nuestros hijos sean libres, habremos de reconocer que durante años hemos dado cobijo a la bestia que nos ha ido engullendo la conciencia.

Para que nuestros hijos sean libres, habremos de reconocer que durante años hemos dado cobijo a la bestia que nos ha ido engullendo la conciencia.

Cada cual se tendrá que enfrentar a lo que le corresponda. En este terreno no vale ampararse en la culpabilidad de otros, no avanzamos enrocándonos en las inercias, aunque sean las de la pasividad. Es necesario reconocer nuestras propias vivencias para reconducir esta sociedad: hay que contribuir a deshacer la idea perversa de los dos bandos, romper los bloques para pasar a la convivencia de ciudadanos diversos.

He empezado dando las gracias y quiero terminar pidiendo perdón a todas las personas a quienes nuestros largos y amplios silencios, el vacío que las ha rodeado, han re-victimizado. Quiero también pedir perdón a las víctimas porque las acciones de ETA se ejercían en nuestro nombre y porque sólo el encuentro con las víctimas nos devolverá la ilusión de mirarnos de frente en el espejo.

También debería seguramente pedir perdón porque sinceramente temo que este pueblo del que formo parte no se está esforzando en recordar lo que tantas, tantos durante tanto tiempo, mientras ocurría, conseguimos no percibir. Ojalá me confunda y las semillas de bondad e inteligencia lleguen a germinar para que brote savia de conciencia y perdón.

También debería seguramente pedir perdón porque sinceramente temo que este pueblo del que formo parte no se está esforzando en recordar lo que tantas, tantos durante tanto tiempo, mientras ocurría, conseguimos no percibir. Ojalá me confunda y las semillas de bondad e inteligencia lleguen a germinar para que brote savia de conciencia y perdón. Horrela izango ahal da.

 

[1] Un gesto que hizo sonar el silencio, Bilbao, Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria, 2013, página12.

[2] Nombro a víctimas con las que he tenido una relación personal, en agradecimiento sincero porque conocerlas me ha acercado a las víctimas, me ha llevado a percibirlas como mis iguales.

 


Nuestro agradecimiento a la Fundación Fernando Buesa.  Discurso de Lourdes Oñederra (pdf) y el vídeo: In Memoriam, Vitoria-Gasteiz, 20 de febrero de 2020.

Con la Biblia y la Parabelum

13 lunes May 2019

Posted by gogoanmemoria in libros

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El pasado 10 de mayo, el periodista Pedro Ontoso presentó su libro «Con la Biblia y la Parabelum» en la Biblioteca de Bidebarrieta acompañado por el sacerdote Rafa Aguirre y por el analista político Kepa Aulestia.

El prologo del libro lo realiza Rafa Aguirre y en él se ofrecen dos ideas de especial interés en relación a la iglesia vasca:

  • «El abertzalismo radical fue una religión de sustitución que desertizó las zonas tradicionalmente más cristianas del país. Dios fue sustituido por la patria vasca, a la que había que entregar la propia vida y, con mucha más facilidad, la de los demás«.
  • «A la iglesia la obnubiló la teoría del conflicto vigente en el mundo nacionalista, sin cuya resolución sería imposible acabar con ETA y su apoyo social. Su disposición a colaborar en la ingeniería política -la historia ha demostrado que era innecesaria y que no hacía más que alentar las esperanzas de los terroristas- oscureció su testimonio moral y evangélico. La Coordinadora Gesto por la Paz, por el contrario, siempre distinguió entre conflicto violencia y conflicto político, y defendió que no se podían mezclar ni relacionar.»

En la Introducción de «Con la Biblia y la Parabelum» el autor hace un paralelismo similar al que realizó Ana Rosa Gómez Moral en el libro «Un gesto que hizo sonar el silencio» entre los asesinatos de José María Ryan o Alberto Martín Barrios, en 1981 y 1983, respectivamente, y el de Miguel Angel Blanco en 1997 con el asesinato de Aldo Moro en 1978. Ontoso afirma «El asesinato de Moro fue el principio del fin de la organización y el inicio de su declive, pues a partir de ahí fue perdiendo el poco apoyo social que le quedaba. Algo parecido ocurrió en Euskadi cuando ETA asesinó a Miguel Angel Blanco«. Sin embargo, Ana Rosa apunta la concurrencia un elemento muy importante: la movilización ciudadana. «…en aquel entonces, aún no existía ese sujeto nuevo que estaba en la arena desde que nació Gesto por la Paz. Cuando asesinaron a Miguel Angel Blanco, ya llevábamos más de diez años de movilización pacífica en contra de la violencia y, concretamente, los dos últimos años habían sido extenuantes debido a los secuestros encadenados y a la insistente y obscena provocación en la calle«. 

El autor, a lo largo de 18 capítulos, analiza el papel de la Iglesia en estos 50 años de violencia. Sin duda alguna, obispos como Juan María Uriarte, José María Setién o Ricardo Blazquez tienen un peso potente, pero el autor también abre paso a iniciativas que parten de los cristianos de base. Algunas de estas son las que se recogen en el capítulo «Un movimiento pacifista con sello cristiano» en el que se relatan las distintas reacciones esporádicas que habían surgido en torno a la iglesia en los años 80 hasta derivar en Gesto por la Paz (1985). Describe los orígenes de esta organización pacifista como netamente cristianos.

Posteriormente, escribe el subcapítulo «Elkarri y la otra línea de la Iglesia» en el que identifica iniciativas como Bakea Orain o elkarri con una iglesia más en sintonía con el nacionalismo vasco. En esta parte del libro, en realidad se narra no solo el trabajo que realizó elkarri durante sus 14 años de existencia, sino la trayectoria personal de Jonan Fernández.

Ocurre algo muy similar con Paúl Ríos «Paúl Ríos: de Gesto por la Paz a Lokarri«. Desde su participación en concentraciones de Gesto por la Paz y su implicación en elkarri a partir del asesinato de Joseba Goikoetxea en 1993, hasta el trabajo de Paúl tras la desaparición real de ETA cuando en Colombia insistía en «el papel protagonista de la sociedad civil». En su trabajo en Lokarri conviene resaltar esta parte: «Ríos aceptó -la propuesta de Brian Currin de coordinar esfuerzos- y, desde finales de 2009, se convirtió en su sombra. Acompañó a Currin por todo Euskadi para comunicar el cambio de estrategia de la izquierda abertzale y socializar el mensaje de que el debate interno estaba muy avanzado. Y que iba en serio. Se reunieron con partidos, sindicatos, empresarios y también con representantes de la Iglesia.» Por razones que se desconocen, Paúl Ríos no «facilitó» una reunión con entre Currin y esa antigua organización a la que gusta referirse, Gesto por la Paz, a pesar de que solo había una distancia de dos pisos entre las sedes de ambas organizaciones.

Tras leer este capítulo, es muy fácil que la persona lectora llegue a la conclusión de que, si bien Gesto por la Paz tuvo un impulso inicial de cristianos de base, fueron las organizaciones elkarri y Lokarri las que realmente estuvieron muy unidas a la Iglesia vasca con la que mantuvieron una muy estrecha relación.

1993, Deia

1993, Deia

Por desgracia, Pedro Ontoso deja de mencionar el trabajo de Gesto por la Paz a partir de 1993. ¿Cuál es la razón? ¿Hasta entonces Gesto por la Paz había sido una organización vinculada a la iglesia y a partir de entonces se desarrolla como una organización laica e independiente de la Iglesia oficial? El libro no ofrece la respuesta.

Conviene matizar algunas afirmaciones que se hacen respecto a Gesto por la Paz. La mayoría son sin importancia como que Gesto por la Paz comenzó a llamarse Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria en la asamblea de confluencia entre la Coordinadora Gesto por la Paz y la Asociación por la Paz de Euskal Herria que fue en noviembre de 1989 y no en 1987, como se afirma. O que José Luis Bilbao se portó bien con Gesto por la Paz en 1990/91, pero no cediendo un local, sino proporcionando mesas y sillas de oficina retiradas de la Diputación Foral de Bizkaia. O que en 1990, Gesto por la Paz tenía 170 grupos, en lugar de los 67 que pudiera tener, ya que no alcanzó los 170 hasta 1996.

Quizás las afirmaciones más «desacertadas» son las de que el Gobierno vasco pidiera a Gesto por la Paz que se movilizara por el secuestro de Julio Iglesias Zamora y que le concediera 14.000.000 de pesetas de los fondos reservados. Ninguna es cierta.

Gesto por la Paz inició la campaña en favor de la liberación del ingeniero de Ikusi nada más producirse el secuestro y por iniciativa propia, como no podía ser de otra forma.

[Texto de la rueda de prensa ofrecida por Gesto por la Paz cuatro días después de producirse el secuestro]

Es cierto, que desde el Gobierno vasco se apoyó la creación de la Iniciativa Ciudadana en favor de la liberación de Julio Iglesias Zamora y que fue Gesto por la Paz la asociación que la impulsó, coordinó y organizó los eventos convocados por la Iniciativa, pero hay que tener en cuenta que:

  1. La Iniciativa en favor de la liberación de Julio Iglesias Zamora se presentó dos meses después de comenzar el secuestro, concretamente, el 4 de septiembre.
  2. El Gobierno vasco -¿tiene fondos reservados?- concedió una ayuda extraordinaria del importe mencionado a la Iniciativa que se destinó prácticamente de manera íntegra a la convocatoria de la manifestación del 11 de septiembre. Y todo el gasto que generó la campaña que Gesto por la Paz desarrolló contra el secuestro de Julio Iglesias Zamora, lo asumió la propia organización pacifista que, además, vio seriamente mermada la subvención que recibiría ese año del Gobierno vasco.

La mayor parte de estas informaciones se pueden obtener de la muy útil web de Gesto por la Paz. Para otras informaciones, quizás habría sido deseable que el autor hubiera consultado a más informadores.

Para terminar, hay que felicitar a Pedro Ontoso, tanto por el libro como por el éxito de la presentación del mismo. Como se puede apreciar en la fotografía, la sala de Bidebarrieta estaba repleta.

Presentación sala Bidebarrieta, 10/05/2019

Isabel Urkijo Azkarate

Memoria del futuro

05 jueves Jul 2018

Posted by gogoanmemoria in Memoria, Pacifismo

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acercamiento de presos, Ana Rosa Gómez Moral, convivencia, Denon Artean-Paz y Reconciliación, futuro, Gesto por la Paz, Julio Iglesias Zamora, lazo azul, reinserción de presos, secuestro, Un gesto que hizo sonar el silencio

Hoy, 5 de julio, se cumplen 25 años del secuestro del ingeniero Julio Iglesias Zamora. ¡Toda una vida! Precisamente, con motivo de esta amarga fecha, algunos medios de comunicación, han recordado el lazo azul, un símbolo creado para pedir la libertad del

19930800-encierro-lazo2

Miembros de Gesto por la Paz haciendo lazos en el local de Bilbao

secuestrado, pero que superó ese objetivo y se convirtió en un emblema de rebeldía frente a la violencia. Quién lo creó, cuándo, cómo fue, por qué ese color… Todas esas preguntas hechas con la voluntad de no olvidar lo que fue una de las más “sonoras” aportaciones del movimiento pacifista a la revolución contra la violencia.

Está bien recordar la respuesta que ofreció una parte de la sociedad porque aún hoy en día, podríamos  aprender muchísimo de aquella lucha constante, no solo por la generosidad de sus objetivos, sino también por su forma de hacer y por los principios que la guiaron.

El Correo, 1 de julio de 2018

El Diario Vasco, 1 de julio de 2018

Pero ¿es Gesto por la Paz solo un vestigio de nuestra historia reciente?

Hoy en día, para la mayoría de la sociedad, Gesto por la Paz es pasado. Sin embargo, en Gogoan queremos reivindicar la plena actualidad de muchos de los planteamientos, principios y actitudes de esta organización pacifista que la convierten, una vez más, en punta de lanza de la recién estrenada paz, porque aunque el 1 de junio de 2013 se despidiera de la sociedad, sigue perteneciendo a nuestro presente y nuestro futuro.

Un ejemplo, el acercamiento de los presos.

El 14 de diciembre de 1994, Gesto por la Paz ofreció una rueda de prensa en la que defendió frente a toda la sociedad, el acercamiento de los presos. Como se ha mostrado en post anteriores, lo hizo cuando la mayoría social no cuestionaba ni el alejamiento ni la dispersión y la izquierda abertzale solo criticaba la dispersión porque los quería a todos agrupados como una piña. No es cuestión de poner medallas, sino de aprender escuchando las razones que ponía Gesto por la Paz encima de la mesa; unas razones cercanas al puro sentimiento de humanidad y diametralmente alejadas de intereses partidistas y maniobras políticas.

Gesto por la Paz sobre el acercamiento de presos

Hoy, todas aquellas razones siguen siendo las imprescindibles para hacer una política penitenciaria humana.

Ese mismo año, Gesto por la Paz y Denon Artean apostaron por potenciar una corriente que favoreciera procesos de reinserción de presos de manera individualizada frente a quienes defendían soluciones conjuntas para todos los presos. Han tenido que pasar décadas para que se haya impuesto el mensaje defendido por aquellas dos organizaciones.

Gesto por la Paz y Denon Artean sobre la reinserción de los presos

Sí, Gesto por la Paz fue una organización adelantada a su tiempo y a una sociedad, en ocasiones, un tanto lenta.

 

Sí, Gesto por la Paz perteneció al futuro

Si la mirada hacia las víctimas tratando de hacerlas visibles ante la sociedad, los postulados sobre los derechos de los presos, la necesidad de educar para la paz, etc. fue un trabajo para que fructificara durante más años de los que vivió la organización, Gesto por la Paz también aportó toneladas de saber en relación a la convivencia entre plurales.

Actualmente, se está tratando de desarrollar planes de convivencia en el País Vasco. Sin duda alguna, serán iniciativas con una buena intencionalidad y el tiempo dirá cuáles son sus frutos. Pero desde aquí queremos recuperar algo que escribió Ana Rosa Gómez Moral en el primer capítulo de “Un gesto que hizo sonar el silencio” (2013):

portadaungesto-XxXx80-1“Gesto por la paz se anticipó al futuro que vivimos hoy, pero, en realidad, es una experiencia que sirve para todos los futuros que busquen el progreso de la convivencia humana. Y lo es tanto por lo que pudo aportar e influir en la sociedad, como por su manera de ser y funcionar. En un contexto político profundamente suspicaz, un grupo de personas, de todas las edades y condición, de todas las ideologías, hizo posible un ejercicio de auténtica proeza democrática en su búsqueda de respuestas que conjugaran todas las sensibilidades, todos los matices y todas las tonalidades, a aquello que nos estaba aconteciendo. Una proeza que no solo era fruto de la participación de todas las personas que representaban la complejidad social, sino también y sobre todo, de la actitud inmensamente esponjosa y flexible que mantuvieron siempre ante las razones de los demás”.

No se trata de agradecer nada a quienes hicieron lo que hicieron porque pensaron que es lo que debían hacer. Se trata de prestar mucha más atención a todo un discurso de futuro que, hoy en día, debería estar guiando las directrices de la construcción de la paz en Euskal Herria.

 

Un gesto que hizo sonar el silencio

27 jueves Abr 2017

Posted by gogoanmemoria in Memoria

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best seller, cocineros vascos, Denon Artean-Paz y Reconciliación, documental, El eco de los disparos, El final de ETA, escritores vascos, ETA, Gesto por la Paz, Imanol Larzabal, librería, Librería Cámara, libros, Nuestras guerra. Relatos sobre los conflictos vascos, Patria, terrorismo, Un gesto que hizo sonar el silencio, violencia

Un gesto que hizo sonarAhora, lo puedes conseguir en la Librería Cámara de Bilbao (calle Euskalduna) el libro ‘Un gesto que hizo sonar el silencio«. ¡Menos mal que quedan ‘librerías de autor’!

Tras el anuncio del cese de la actividad armada de ETA, se han publicado muchos libros -«Nuestras guerras. Relatos sobre los conflictos vascos», «El eco de los disparos» o el best seller «Patria»- e, incluso, producido algún documental -«El final de ETA»- sobre el problema de la violencia.

No vamos a entrar en la recurrente polémica sobre si los escritores en euskera y los escritores vascos en general hincaban o no hincaban suficientemente el diente al problema de la violencia y al terrorismo, más concretamente. ¿Y los cocineros? ¿Y los actores? ¿Y los cantantes? Bueno, los Imanol Larzabalcantantes… todos recordamos aún a Imanol Larzabal y el calvario que sufrió por manifestarse abiertamente contrario a ETA y a su violencia. Es muy posible que si no hubiera sido de «los pocos», si la mayoría de la sociedad hubiera hecho lo que él hizo, las cosas habrían sido muy diferentes. Pero… fue de «los pocos».

Algo parecido ocurrió con una parte de la sociedad que decidió decir BASTA. Toda la ciudadanía tuvo la oportunidad de sumarse, pero fueron «unos pocos». Su memoria, la memoria de la gente de Gesto por la Paz o de Denon Artean-Paz y Reconciliación, está recogida en un maravilloso libro titulado ‘Un gesto que hizo sonar el silencio‘.

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Librería Camara

 

Patria

07 viernes Abr 2017

Posted by gogoanmemoria in Memoria, Víctimas

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Ana Rosa Gómez Moral, COVITE, crítica literaria, Editorial Tusquets, Fernando Aramburu, Gesto por la Paz, Gestoras pro Amnistía, Ibán Zaldua, Julio Medem, La pelota vasca, Mariano Rajoy, Mario Vargas Llosa, novela, Patria, Premio Nobel, Un gesto que hizo sonar el silencio, Viento Sur

TusquetsEs de suponer que los gestores de la editorial Tusquets estarán encantados con todas las personas que nos empeñamos en decir algo sobre ‘Patria’, el libro de Fernando Aramburu.  Algo parecido le ocurrió a Julio Medem con ‘La pelota vasca’; se habló tanto de ella que los productores estarían felices con la polémica creada. Bueno, que no se diga que, entre todas, no ‘impulsamos la creación’.

A estas alturas tratar de añadir ‘algo’ sobre el libro seguro que resulta repetitivo; por eso, es mejor centrase en lo que ya se ha dicho. En este sentido, recomendamos la lectura de la crítica de Ibán Zaldua en Viento Sur: ‘La literatura, ¿sirve para algo? Una crítica de Patria, de Fernando Aramburu‘. Es fundamentalmente una crítica literaria que, muchas de las personas que han leído el libro, compartirán. Menciona el barroquismo de su prosa; considera que «los personajes son, en lo fundamental, estereotipos, reconocibles inmediatamente, y apenas cambian a lo largo de la obra»; afirma que hay un cierto décalage temporal, una especie de anacronismos a lo largo de la novela; etc. En general, una buena crítica.

Aunque Zaldúa termina diciendo que «la mejor literatura, la que (creo yo) más acaba sirviendo para algo más, es la que se escribe como si no fuera a servir para nada», él mismo reconoce que «el hecho de que muchos vascos, entre ellos muchos abertzales, hayan leído la novela y hayan rememorado, a través de ella, lo que han sufrido las víctimas en este país, me parece un buen síntoma, al menos desde el punto de vista social. Lo mismo podría decirse de que alguien como el presidente Rajoy haya recomendado la lectura de una novela en la que las torturas llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad del estado aparezcan como un hecho habitual. En ese sentido, no dudo de que la novela tenga alguna capacidad para contribuir al proceso de paz, reconciliación y memoria por el que tiene que pasar este país.»

Un gesto que hizo sonarNo queremos terminar sin comentar la referencia de Zaldua a la «escasa presencia de la vida colectiva y asociativa en la novela»: prácticamente, sólo menciona a Gestoras Pro Amnistía y al Colectivo de Víctimas del Terrorismo del País Vasco (COVITE). Y manifiesta su extrañeza porque no hubiera ni una sola referencia a Gesto por la Paz. ¿Pasó Aramburu demasiados años en Alemania o es otra cosa? Lo mismo ocurre con el artículo del nobel Vargas Llosa El País de los callados que más bien parece un artículo subvencionado por Tusquets para lanzar las ventas de ‘Patria’. Este Premio Nobel no sabe -y quizás tampoco Aramburu- que hubo gente en Euskal Herria que rompió con el silencio cobarde también en pueblos muy similares al descrito en la novela. Desde aquí, les recomendamos la lectura del libro de Ana Rosa Gómez Moral Un gesto que hizo sonar el silencio.

Si a Vargas Llosa «Patria» le hizo vivir lo que dice, agárrese.

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