Etiquetas
ABC, Aquilino Joaquín Vasco Álvarez, artefacto, asesinato, Bilbao, dolor, El País, ETA, explosión, hospital de Basurto, Iraultza, José María Orbezua, José María Prieto Rodríguez, Madrid, Patxo Unzueta, terrorismo, violencia
Un día como hoy de diferentes años, el destino unió a dos personas a causa de lo que denominamos ‘la violencia específica generada en Euskal Herria’, José María Prieto Rodríguez, miembro de Iraultza y Aquilino Joaquín Vasco Álvarez, militar retirado que vivía en Madrid.
Aquellos 31 de marzo -de 1984 y de 1992, respectivamente-, uno murió por la explosión de un artefacto que manipulaba dos días antes y el otro sufrió un atentado que le haría perder la vida un día más tarde. Dos familias quedaron destrozadas. Muchos amigos y compañeros de uno y otro vivieron esos días y muchos más después, con un gran dolor por la pérdida de sus amigos. Mucho dolor de repente difícil de asumir.
Hasta aquí todo lo que les unió: el dolor que se generó por su muerte repentina, violenta, inesperada…
El 31 de marzo de 1984, José María Prieto Rodríguez, miembro de Iraultza -grupo terrorista cercano a ETA- murió después de unos días ingresado en el hospital de Basurto a causa de las graves heridas ocasionadas por la explosión del artefacto que él mismo y su compañero de comando, José María Orbezua, manipulaban en pleno centro de Bilbao.
Si el relato que podemos leer en el ABC impresiona, recomendamos la lectura de la noticia de la muerte de José María Prieto Rodríguez narraba por Patxo Unzueta en El País. Para las personas que tienen tendencia a la desmemoria, por favor, que lean esta noticia. Espeluznante, como tantas otras de la época.
Aquilino Joaquín abrió el paquete cuyo destinatario era su hijo, también militar. Las heridas que le causó la explosión del paquete provocaron su muerte un día más tarde.
Aquilino fue asesinado. Nada tuvo que ver con su muerte. Otros decidieron que así tenía que ser. Sí, como algunos miembros de ETA dicen, ‘fue ejecutado’. Así, sin más, quizás porque conseguir sus datos era más sencillo que los datos de otro. Le arrebataron la vida; su vida y posiblemente, gran parte de la de quienes le querían.
Seguramente José María no quería perder la vida y, con toda seguridad, estaba dispuesto a quitársela a otras personas. Puso sus 30 años de edad, la vida con su pareja, el disfrute con sus amistades, su pasión por cambiar el mundo que vivía… al servicio de una causa que le arruinó todo; una causa que ya entonces era un ERROR.
¿Qué nos muestran estas dos muertes? Pues lo que todas las personas vemos: que el terrorismo solo causó dolor y más dolor. Nada más.
Excelente reflexión; gracias por mantener viva la memoria
Me gustaMe gusta