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Cuando se montó todo este teatro del «fin de ETA», hubo un periodista, al parecer experto en todo este asunto (violencia, víctimas, diálogo, presos… de todo), que sugirió que este anuncio del final era necesario para posibilitar una vía de salida (se supone que no literal) a los presos de ETA. Y es que realmente, la situación de los miembros de ETA que han entrado hace poco a la cárcel con unas condenas de ‘agarrate’ es dura de digerir. ETA ha desaparecido incluso y ellos tienen por delante más de 20 años para pagar su «metedura de pata». Y no sólo están en el desamparo de la organización, es que dentro de poco, estarán también en el olvido de la mayoría de quienes hasta hace no mucho les jaleaban en multitudinarias manifestaciones y les animaban a liberar la patria.
En la llamada declaración de Arnaga ya apuntaban que «Aún están por resolver asuntos importantes, como el de los presos y las personas que se encuentran huídas, y hacen falta esfuerzos duraderos para llegar a una total normalización de la vida cotidiana y política en la región.» Y tan sonora declaración enseguida tuvo eco en las calles de la región:

¡Pura normalización!
Y por si a alguien le había quedado alguna duda de que las cosas a partir de ahora serían diferentes, enseguida recuperan los sprys de antaño para escribir estas cosas en las paredes de un frontón utilizado fundamentalmente por niños y jóvenes:
Por suerte, no todas las personas entienden los discursos, las declaraciones, los acuerdos… justo, justo al revés. No. Hay quien los capta rápidamente y, de esta manera, el Lehendakari Iñigo Urkullu y la presidenta de Navarra Uxue Barkos, además de trabajar en el desarrollo de políticas conjuntas de memoria y convivencia, pidieron al Gobierno español que se adaptara al «nuevo» contexto y propusieron el acercamiento de los presos.
Sobre el acercamiento de presos y presas

Javi Madrazo, Iñigo Urkullu y Joseba Egibar en el acto de Gesto por la Paz por el acercamiento de presos
Resulta difícil entender que a día de hoy, aún haya presos de ETA que estén sufriendo este castigo añadido que es el de cumplir la condena a 800 km de su lugar de, llamémoslo, «residencia habitual» y que haya quien defienda este castigo añadido. Si en algún momento el alejamiento tuvo una explicación, que no justificación, hoy en día carecen de peso esas argumentaciones que trataban de contextualizar los cientos de kilómetros que obligan a hacer a sus familiares y amigos/as.
En 1994, Gesto por la Paz acuñó el término «acercamiento» de presos frente al alejamiento diseñado por instituciones penitenciarias y frente a la batalla contra la dispersión de la izquierda abertzale. Gesto lo defendió en solitario y, durante años, salió a la calle con esta reivindicación.
Aquellos argumentos de 1996 a favor del acercamiento siguen siendo válidos para hoy mismo. Y la excusa de la existencia de ETA, ya no tiene sentido; entonces, ¿a qué estamos esperando?
Una vez más, Gesto tenía razón