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Aberriberri Bloga, agresiones, Alditrans, campaña de sensibilización, charla, Elkarbizi, ETA, Fabián Laespada, Gesto por la Paz, Hernani, izquierda abertzale, José María Aldaya, Joxan Rekondo, marcha, Pacifismo, ponencia Oldartzen, presos y presas de ETA, secuestro, socializar el sufrimiento, Víctimas, violencia de persecución
El grupo Elkarbizi está organizando una serie de jornadas sobre diversos temas relacionados con los años de violencia que se ha vivido en Euskal Herria estos años atrás: terrorismo, pres@s, víctimas…
Precisamente hace unos días, este grupo organizó en Hernani una jornada sobre la violencia de persecución. La charla principal la ofreció Fabián Laespada, miembro de la desaparecida Gesto por la Paz, quien relató el trabajo que había hecho esta asociación pacifista sobre el tema en cuestión desde finales de los noventa hasta prácticamente su desaparición.
Fue una campaña de respuesta a la ‘peculiar’ estrategia aprobada por la izquierda abertzale en 1995 en su ponencia Oldartzen: socializar el sufrimiento. Durante 15 años, Gesto por la Paz desarrolló una campaña de sensibilización utilizando la movilización ciudadana, la denuncia en medios de comunicación, una campaña publicitaria, etc. Todo lo que fuera necesario para que la sociedad viera una terrorífica violencia que estaba en unos casos quebrando voluntades y, en la mayoría, convirtiendo en héroes a miles de ciudadan@s vasc@s.
En un momento, la charla fue una sobrecogedora vuelta al pasado. Se revivieron situaciones pasadas muy dolorosas; situaciones que a cualquier oyente ajeno le permitirían entender lo ocurrido en Europa a mediados de los años 30 y años 40 del siglo pasado.
Una persona asistente comentó que era la primera vez que estaba en Hernani. La anterior vez que quiso entrar fue en julio de 1995 durante una marcha organizada por Gesto por la Paz desde el monte Aldaya en Alava hasta Oyartzun donde estaba la empresa Alditrans propiedad de José María Aldaia, secuestrado por ETA. En aquella ocasión, unos 400 vecinos de Hernani a empujones, patadas, golpes, insultos, amenazas… impidieron que la marcha entrara en Hernani.
Uno de los miembros de Elkarbizi presente en la sala fue Joxan Rekondo, ex alcalde de Hernani, entre otras cosas. En el coloquio, denunció que en los esfuerzos que se estaban haciendo por hacer visibles todas las formas de victimización y agresión sufridas en los años de violencia vividos, se estuviera obviando la violencia de persecución. Recomendamos la lectura de su artículo La socialización del sufrimiento escrito en el blog Aberriberri Bloga en el que amplia esta cuestión. Muy interesante.
Aquella jornada sirvió para recordar la dureza de lo vivido hace poco tiempo en Euskadi y fue la constatación de la necesidad de un profundo cambio en las actitudes y forma de pensar de la izquierda abertzale. Allí en la ‘Euskadi profunda’ aún no se percibe ningún cambio en aquell@s que poco antes gritaban ‘Gora ETA militarra’ o ‘ETA mátalos’.
En prensa: http://m.noticiasdegipuzkoa.com/2017/05/19/opinion/tribuna-abierta/la-socializacion-del-sufrimiento
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Mila esker Fabian, Elkarbizi eta Joxean Rekondori.
Muy recomendable su reflexión, destaco el último párrafo:
«Las iniciativas locales de convivencia son muy importantes, ya que la reconstrucción de esta debe afianzarse desde la base social. Se ha dicho, con gran acierto, que el suelo ético es el punto de apoyo principal de una convivencia que pueda sostenerse en el tiempo. Es una figura que refleja muy gráficamente el enfoque de abajo arriba, desde el suelo hasta el cielo, con el que hay que restablecerla. Pero, aquí ha habido vecinos que han acosado, agredido y perseguido a vecinos. Si estas iniciativas locales no afrontan esta realidad, pensando que el recuerdo de la misma divide, el daño social no sanará. Se entiende por supuesto que el suelo ético obliga a una valoración moral del pasado, que debería realizarse a todos los niveles. Lo que quiere decir, en definitiva, que el objetivo de normalizar las relaciones de vecindad en nuestros barrios, calles y pueblos fracasará si se pretende alcanzarlo desde una posición de vacío ético».
A tener en cuenta todo lo que él apunta.
Y quiero acabar expresando la gran alegría que me produce ver a aquel cargo público que solía ir escoltado coger el autobús urbano con su hijo de 7 años, contemplar cómo el alcalde que iba vestido de txaranga en las fiestas del pueblo y tenía varios guardaespaldas en las puertas de los bares, disfruta de las fiestas y de la libertad. Espero que aquella madre que salía de un bloque de pisos con dos niños pequeños y se veía obligada a entrar en un coche escoltado mientras yo llevaba tranquilamente a mis hijos a la Haurreskola que estaba al lado de su casa, pueda también llevarlos al colegio en su propio coche o a pie. Y algún día volveré a entrar al bar de un militante de un partido político en el que muy a menudo la única persona que estaba sentada en la barra del bar era su guardaespaldas.
Un recuerdo para todos y todas y para sus familias.
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