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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

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Txiki y Otaegi: Por una memoria deslegitimadora de la violencia

05 domingo Oct 2025

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derechos humanos, deslegitimación de la violencia, Memoria

Maite Leanizbarrutia Biritxinaga. Miembro de Gogoan – Por una memoria digna

Publicado en periódicos del Grupo Noticias el 2.10.2025

Los orígenes de ETA hunden sus raíces en la dictadura de Franco. un régimen que violaba sistemáticamente los derechos humanos de la población. Se daba una situación de violencia estructural y de falta de libertades. De hecho, las condenas a muerte de Juan Paredes Manot “Txiki”, Angel Otaegi Etxeberria y de los miembros del FRAP Ramón García Sanz, Jose Luis Sánchez Bravo y José Humberto Baena Alonso fueron dictadas, sin ningún tipo de garantía, por consejos sumarísimos militares y ratificadas por el consejo de ministros del dictador Franco. No había un sistema político y judicial al que recurrir para denunciar arbitrariedades políticas, atropellos policiales o desmanes de todo tipo.

En este contexto hubo personas y organizaciones que decidieron tomar las armas para hacer frente a la dictadura, como es el caso de ETA. En 1968 asesinó al guardia civil José Antonio Pardines Arcay y ese fue su primer asesinato y el inicio de su actividad armada. Casi una década después se promulgó la Ley 46/1977, de 15 de octubre, que establecía la amnistía para todos los actos de intencionalidad política considerados delitos por la legislación, ejecutados hasta el 15 de junio de 1977, fecha en la que se celebraron las primeras elecciones democráticas tras cuarenta años de dictadura. Dicha ley también amnistiaba a las autoridades, funcionarios y agentes del orden que hubieran cometido delitos o faltas durante la persecución de actos políticos o hubieran violado los derechos de las personas.

Todo lo relacionado con los orígenes de ETA levanta aún hoy mucha controversia. Ya en octubre de 2010 en Gesto por la Paz abordamos el tema, y en nuestra revista “Bake Hitzak” recogimos los testimonios de siete hombres que vivieron en aquellos tiempos y que habían reflexionado al respecto; algunos de ellos incluso habían militado en ETA. Les planteamos una serie de preguntas como: “¿Algunos crímenes son justificados y otros no? ¿Fue útil el uso de la violencia en algún momento? ¿Realmente era imprescindible iniciar una guerra contra el Estado? ¿Es una espiral imposible de detener? ¿Cómo ha contribuido la sociedad que no apoya directamente a ETA a mantenerla?…”

El resultado fue que estas personas que nos dieron su opinión y otras más que hemos ido sondeando más recientemente, tenían opiniones diversas en relación con todas esas cuestiones que les planteamos, y en sus respuestas se daban muchas divergencias, matices y sobre todo algunos manifestaban y siguen manifestando grandes dudas.

Entre ellos sí había y hay unanimidad en la creencia de que el terrorismo no tiene ninguna cabida en democracia, y en el hecho de que fue la respuesta que ETA dio al régimen dictatorial de Franco lo que le proporcionó un prestigio sobre el que muchas personas han asentado su legitimidad incluso hasta el día de hoy. Pero no podemos obviar que estas personas se suelen aferrar a unos atentados muy concretos cometidos en aquella época franquista para reafirmar la legitimidad de ETA: aluden recurrentemente al asesinato del policía torturador Melitón Manzanas en 1968, y al de Luis Carrero Blanco en 1973, militar y presidente del Gobierno de España. Nunca hablan de la masacre de la cafetería Rolando, que también se perpetró en aquellos años, ni tampoco suelen mencionar que el 93% de las víctimas de ETA lo fueron en democracia.

Porque el terrorismo de ETA no se detuvo en los inicios de la transición democrática, sino que se incrementó. Ya en 1980, 33 miembros destacados de la cultura vasca de tendencias ideológicas diversas, preocupados por el incremento de la violencia, firmaron un manifiesto contra el terrorismo de ETA: “AÚN ESTAMOS A TIEMPO. GARAIZ GABILTZ”

El manifiesto tenía un valor ético importantísimo y entre otras cosas decía: “Pero no tenemos el menor reparo en afirmar que la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles”.

Alertaba del peligro “de ser vilipendiados de forma sistemática” por el hecho de manifestarse en contra de ETA, reivindicaba los métodos racionales y pacíficos para buscar soluciones a los problemas y acababa proclamando que “a la hora de encaminarnos por las sendas de la libertad y la democracia, los vascos nos encontramos en la necesidad de denunciar una situación de la que no saldremos si no nos protegemos de nuestros «salvadores» y no logramos salvarnos de nuestros «protectores». Aún estamos a tiempo.”

Como recogía el “Manifiesto de los 33” ETA y su entorno político y social se autoproclamaron protectores del pueblo vasco; decían ser el “movimiento de liberación nacional vasco” y se arrogaron la representación de la voluntad de una sociedad plural. Pero conscientes de que las urnas no les daban el apoyo deseado, la izquierda abertzale no dudó en jugar con dos barajas: participaba a su manera en el juego institucional, y a su vez se apoyaba en ETA para imponer su proyecto totalitario y sectario. Al mismo tiempo ETA, para justificar su existencia, tuvo que encumbrar el papel de su violencia, minimizar y despreciar los logros democráticos y atemorizar a toda una sociedad.

Y consiguieron trasladar a la sociedad la idea de que ellos y ellas eran la vanguardia de las luchas políticas y sociales, y de que el uso de la violencia era legítimo mientras hubiera objetivos políticos y sociales por conseguir. Y se fue instalando la idea de que denunciar y renunciar a la violencia era renunciar y traicionar a las causas que decían defender; causas que no eran suyas, sino que lo eran -o no- de una pluralidad de personas y agentes de la sociedad, aunque su obsesión ha sido siempre apropiarse de las mismas.

En los años 1993 y 1994 Gesto por la Paz hizo una importante aportación que desmontaba la legitimidad del uso de la violencia para conseguir fines políticos: En su documento “Para Salir de la situación de violencia” recogía la “separación de conflictos”. Gesto por la Paz defendía que no era necesaria la vinculación entre la violencia y los conflictos políticos que se pueden dar en cualquier sociedad. El uso de la violencia sólo tenía cabida en el marco de un proyecto totalitario y absolutamente irrespetuoso con los derechos humanos. Gesto planteaba que la utilización de la violencia no estaba justificada desde ningún análisis político; por lo tanto, su ejercicio era consecuencia exclusivamente de la voluntad de quienes usaban la violencia. No existía una causa – efecto que la justificara.

Mezclar los diferentes conflictos que se pueden dar en cualquier sociedad –conflictos políticos, identitarios, laborales, medioambientales, etc- con el uso de la violencia ha sido una fatalidad, y frente a ella Gesto por la Paz defendía que el conflicto es consustancial al ser humano y a las sociedades y que la violencia no lo es, y que su uso no es inevitable; más bien todo lo contrario; hay que evitarla.

En consecuencia la historia de ETA ha sido un desastre total, y al señalar sus trágicas consecuencias siempre nos acordamos de las víctimas, porque han sido las que han sufrido en sus carnes el cruel zarpazo de una violencia que tenía como objetivo someter a toda una sociedad, pero el daño que ETA ha generado en nuestros valores y en nuestra convivencia no es menor. Y no podemos olvidarlo y seguir adelante como si nada hubiera pasado, porque está en juego nuestro futuro.

Por esa razón, después de que en octubre de 2011 ETA anunciara el cese definitivo de la violencia terrorista, en 2012 Gesto por la Paz, a modo de testamento, publicó el documento “Por una memoria básica deslegitimadora de la violencia”. De ese documento he extraído el siguiente extracto:

La violencia específica que se ha practicado en nuestra sociedad en las últimas décadas es la manifestación más extrema de la intolerancia. Su ejercicio ilegítimo constituye el acto de mayor injusticia que un ser humano puede cometer contra la integridad y la dignidad de otro ser humano.

La dolorosa existencia y práctica de la violencia de intencionalidad política en nuestra sociedad durante varias décadas obliga, en este momento, a establecer las bases de la memoria para deslegitimar esa violencia que hemos padecido, acompañar los recuerdos de las distintas víctimas y sustentar una convivencia futura enriquecedora.

En una sociedad tan diversa como la vasca, se puede dar una comunidad de memorias plurales sobre un pasado tan reciente, pero en todos los casos, en su base se deben asumir los criterios aglutinadores de reconocimiento fáctico y moral de lo ocurrido, de respeto a la dignidad de las víctimas y de deslegitimación de la violencia que las ha causado. La pluralidad de memorias se mostrará en los testimonios de las víctimas, en las interpretaciones de los medios de comunicación y de los historiadores, en las sensibilidades políticas y sociales… pero en ningún caso se puede aceptar como muestra de pluralidad la creación de memorias colectivas legitimadoras de la violencia o basadas en la épica de los logros de aquella. Resultaría éticamente inaceptable y dificultaría enormemente la convivencia futura.

Por todo ello, es muy necesario reconocer a Juan Paredes Manot “Txiki” y a Angel Otaegi Etxeberria como víctimas e integrar sus injustos y crueles fusilamientos en nuestra memoria, pero no se puede homenajear a una organización que asesina. Y es que tal y como recoge el documento “Por una memoria básica deslegitimadora de la violencia”, resultaría éticamente inaceptable y dificultaría enormemente la convivencia futura.

Charla/Coloquio: «Txiki ETA Otaegi: Homenaje, memoria…»

25 jueves Sep 2025

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deslegitimación de la violencia, Memoria

Vídeo de la charla/coloquio «Txiki ETA Otaegi: Homenaje, memoria…» celebrada el 24 septiembre 2025 en Bilbao con la participación de Jose Manuel Bujanda y Kepa Aulestia. La charla fue moderada por Maite Leanizbarrutia de Gogoan, por una memoria digna.

Vídeo: https://youtu.be/4O9J7wMFJHE

Txiki ETA Otaegi: Omenaldia, memoria…

15 lunes Sep 2025

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deslegitimación de la violencia, Memoria, Víctimas

«Gogoan, por una memoria digna» elkarteak solasaldi bat antolatu du irailaren 24rako «Txiki ETA Otaegi: Omenaldia, memoria…» izenburupean. Bertan parte hartuko dute:

– Jose Manuel Bujanda (Txikiren kidea ETAn)
– Kepa Aulestia (analista politikoa)
– Maite Leanizbarrutia (Gogoan, por una memoria digna)

Franco hil baino bi hilabete lehenago Txiki eta Otaegi ETA politiko-militarreko kideak fusilatu zituztenetik 50 urte betetzear direnean eta urteurrenari aurre egiteko ikuspegi desberdinak ikusita, uste dugu beharrezkoa dela gizarteari ekarpen bat eskaintzea giza eskubideen defentsaren eta indarkeriaren memoria deslegitimatzailearen eremutik.

Juan Paredes Manot «Txiki», Angel Otaegi Etxeberria eta FRAPeko Ramón García Sanz, Jose Luis Sánchez Bravo eta José Humberto Baena Alonsoren heriotza-zigorrak kontseilu sumarisimo militarrak eman zituen eta, ondoren, Franco diktadorearen ministro kontseiluak berretsi zituen. Frankismoaren azken exekuzioak izan ziren, bidegabeak eta tragikoak, eta nazioarteko gaitzespen handia eragin zuten. Duela gutxi, 2012an, Txiki eta Otaegi biktimatzat hartu ditu Eusko Jaurlaritzak.

«Gogoan, por una memoria digna» elkartean, Txikiren eta Otaegiren biktima izaera eta aitorpena defendatzen ditugu, baina haien memoria ETA legitimatzeko erabiltzea arbuiatzen dugu.

Jakin badakigu horrek guztiak eztabaida ugari sortzen dituela oraindik ere, fusilamendu horiek giza eskubide oinarrizkoenak ukatzen zituen diktadura errepresibo baten azkenetan gertatu zirelako, eta, horregatik eta argi apur bat emate aldera, gai hauek jarri nahi ditugu mahai gainean: diktaduran eta demokrazian indarkeria erabiltzearen zilegitasuna, indarkeria erabili ez zuten indar antifrankista gehienen jarrera, edo ezker abertzaleak Txiki eta Otaegiri eskainitako omenaldiekin ETAren ibilbide osoa legitimatzeko etengabeko ahalegina (biktimen % 93 1977ko Amnistia Legearen ondoren izan ziren).

Hitzaldi-solasaldia irailaren 24an, asteazkena, izango da, 18:30ean, Bizkaiko Batzar Nagusien Aretoan (Hurtado de Amezaga, 6, Bilbo).

Txiki ETA Otaegi: Homenaje, memoria…

15 lunes Sep 2025

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derechos humanos, deslegitimación de la violencia, Memoria, Víctimas

La asociación “Gogoan, por una memoria digna” ha organizado para el miércoles, 24 de septiembre, una charla coloquio bajo el título “Txiki ETA Otaegi: Homenaje, memoria…” en la que participarán:

  • Jose Manuel Bujanda (compañero de Txiki en ETA)
  • Kepa Aulestia (analista político)
  • Maite Leanizbarrutia (Gogoan, por una memoria digna)

A punto de transcurrir 50 años desde los fusilamientos de los miembros de ETA político-militar Txiki y Otaegi dos meses antes de la muerte de Franco y ante los distintos enfoques para afrontar su aniversario, creemos que es necesario ofrecer a la sociedad una aportación desde el ámbito de la defensa de los derechos humanos y de una memoria deslegitimadora de la violencia.

Las condenas a muerte de Juan Paredes Manot “Txiki”, Angel Otaegi Etxeberria y de los miembros del FRAP Ramón García Sanz, Jose Luis Sánchez Bravo y José Humberto Baena Alonso fueron dictadas por consejos sumarísimos militares y ratificadas por el consejo de ministros del dictador Franco. Fueron las últimas ejecuciones del franquismo, injustas y trágicas, y provocaron una importante repulsa internacional. Más recientemente, en 2012 el Gobierno Vasco ha reconocido a Txiki y a Otaegi como víctimas.

Desde “Gogoan, por una memoria digna” defendemos el reconocimiento y la condición de víctimas de Txiki y de Otaegi, pero rechazamos que se use su memoria para legitimar a ETA.

Conscientes de que éste es un tema que aún genera debate y una especial controversia porque estos fusilamientos tuvieron lugar en los últimos coletazos de una dictadura represiva y negadora de los derechos humanos más básicos, queremos poner sobre la mesa temas como la legitimidad del uso de la violencia en la dictadura y en la democracia, la posición de la mayoría de las fuerzas antifranquistas que no hicieron uso de la violencia o el constante y permanente impulso por parte de la izquierda abertzale de legitimar toda la trayectoria de ETA (un 93% de sus víctimas tras la Ley de Amnistía de 1977) con el homenaje a Txiki y a Otaegi.

La charla-coloquio tendrá lugar el día 24 de septiembre, miércoles, a las 18:30 horas en la sala de Juntas de Bizkaia (calle Hurtado de Amezaga, 6, Bilbao).

Poner el foco en ellas

20 lunes Ene 2025

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derechos humanos, deslegitimación de la violencia, Víctimas

Maite Leanizbarrutia. Miembro de Gogoan-Por una memoria digna

Publicado el 20/01/2025 en Deia, Noticias de Gipuzkoa y Noticias de Álava.

El viernes día 10 de enero me acerqué a la Parroquia de San Joaquín y Santa Ana del barrio gasteiztarra de Salburua a escuchar a Sara Buesa. Desde el Centro Pastoral Berri Ona de la Diócesis de Vitoria habían organizado un café-tertulia y pidieron a Sara que preparara una intervención que se ajustara al lema “El perdón, peregrinaje interior que transforma y trasciende”.

Llegué con la necesidad de escuchar a la hija pequeña de Fernando Buesa Blanco, político socialista asesinado por ETA un 22 de febrero de hace 25 años junto a su escolta Jorge Díez Elorza, y es que tras haber vivido un par de semanas bajo la pesada niebla de otra campaña más en favor de la excarcelación de los presos y presas de ETA, me sentía afectada y desilusionada. Por enésima vez se referían a estos penados como presos políticos, evitaban hablar de los graves delitos que cometieron o del terrorismo que ha atenazado a esta sociedad durante décadas; otra campaña sin un gramo de empatía hacia unas víctimas fatalmente unidas a presos y presas presentados única y exclusivamente como seres sufrientes –casi ángeles-, siempre víctimas.

Ya había tenido la oportunidad de escuchar a Sara en otras ocasiones y sabía que sus palabras iban a ser un bálsamo y el contrapunto a todo lo que se cocía alrededor de una manifestación presentada como humanitaria pero carente de humanidad. Y es que su discurso, además de ser profundamente humano y éticamente impecable, es de una generosidad extraordinaria, a la par que brillante. En ella se cumple plenamente aquello de que las flores más hermosas crecen en los lodazales. Paradójicamente, del oscuro lodazal de la violencia de raíces políticas que hemos sufrido durante décadas en Euskal Herria han surgido muchas víctimas que pueden ser consideradas como lo mejor de nuestra sociedad. Personas que a pesar de haber sido la diana de una violencia descarnada y radicalmente injusta, han sacado lo mejor de sí mismas y nos lo han regalado para impulsar los valores contrarios a los que durante décadas han promovido ETA y su entorno político y social.

Víctimas a las que no solo les han arrebatado a sus seres queridos; algunas han vivido bajo la amenaza de ETA desde mucho antes de que ésta cometiera el fatal asesinato, otras han sufrido la soledad, el aislamiento y el desprecio, también el destierro o el no reconocimiento de la injusticia de la que han sido objeto. No obstante, más de una transformó su dolor y su pena en energía para por ejemplo salir a la calle a denunciar todos los terrorismos y vulneraciones graves de derechos humanos relacionadas con la violencia de raíces políticas de nuestro pueblo, o se han implicado en ayudar a otras víctimas que han pasado por lo mismo que ellas; las hay que activamente reclaman para las víctimas de otras violencias lo mismo que piden para ellas mismas; otras que han impulsado la justicia restaurativa; las que han pedido el acercamiento de los presos de ETA o han denunciando enérgicamente la tortura. Víctimas que han luchado y siguen luchando por la paz, la deslegitimación de la violencia y la convivencia. Víctimas que son luz.

Otras muchas son personas normales y corrientes, como la mayoría de nosotros, personas de muy diferentes condiciones e ideologías. Ninguna escogió ser víctima y todas merecen ser respetadas, escuchadas, arropadas, reconocidas, sanadas y reparadas. Si nadie debiera dirigirse a otro ser humano con saña y odio, menos aún debería ensañarse con las víctimas por el hecho de serlo y por el hecho de que emitan sus opiniones personales o tengan una ideología concreta. La opinión de la víctima no vale más que la de cualquier otro ciudadano, incluso puede ser equivocada, pero el respeto, el reconocimiento y la empatía debería modular la manera de dirigirnos a ellas.

Además, yo reivindico la transversalidad de las víctimas como herramienta reparadora para ellas y para todos nosotros. Pido que se les tenga en cuenta en los distintos ámbitos de nuestra sociedad; primeramente porque se lo debemos, y segundo, porque conocer y reconocer a las víctimas nos ayuda a reflexionar sobre la violencia y nos lleva necesariamente a repudiarla. De la misma manera que la igualdad entre hombres y mujeres es un criterio transversal que vamos interiorizando individual y colectivamente, todas las iniciativas sociales y políticas deberían pasar por el filtro del respeto a las víctimas y de la deslegitimación de la violencia, hasta que consigamos una mínima regeneración de tantos valores deteriorados. Y cuando hablo de víctimas me refiero a todas: tanto las de ETA, como las del GAL u otros terrorismos y torturas.

Y es que es imprescindible tomar una postura activa y afrontar las consecuencias de la violencia. Llevamos a nuestras espaldas décadas en las que hemos convivido a diario con asesinatos, secuestros, torturas, amenazas, persecución y extorsión. Queremos creer que todo eso está superado, que no nos afecta, pero no es así, la violencia ha dejado su huella siniestra y aún hay mucha gente que sigue legitimando su uso ante la pasividad de muchos otros. No hay más que ver cómo amplios sectores de la sociedad callan o se muestran indiferentes ante el hecho de que algunos sigan movilizando a la ciudadanía para reclamar los derechos de los victimarios sin haber reparado mínimamente en las víctimas. Esto es solo un síntoma del descalabro ético y moral que hemos padecido y seguimos arrastrando.

Es lo que tiene poner el foco únicamente en el victimario; desde el entorno de la izquierda abertzale lo hacen exclusivamente con los presos de ETA que no están por la labor de hacer una revisión crítica de su pasado, con aquellos que siguen legitimando que toda aquella sangría que cometieron fue legítima. Sería un escándalo organizar una manifestación de carácter festivo y de lucimiento del personal asistente para reivindicar cualquier derecho de un violador, de un pederasta, de un asesino machista o en serie, sin haber condenado previamente sus fechorías y sin haber haber mostrado un mínimo de solidaridad con sus víctimas.

En una sociedad sana el foco se debe poner en la víctima -sin renunciar a reivindicar los legítimos derechos de los victimarios, por supuesto-. Poner el foco en las víctimas es ponerlas en el lugar que les corresponde, visibilizarlas. Eso dejaría al victimario en la penumbra, porque su delito no es algo que haya que exhibir ni reivindicar. Reivindicar a la víctima significa apuntalar los valores de la sociedad, reivindicar al victimario significa lo contrario.

Hay que abordar todos estos temas con determinación y valentía. Por eso son tan importantes los encuentros como el que se organizó desde Berri Ona, porque nos hacen reflexionar sobre el pasado y analizar lo que pasó, nos interpelan y nos invitan a mejorar y a actuar. Acabo este escrito con la pregunta que me surgió tras escuchar las palabras de Sara Buesa. A mí me reconforta saber que una víctima no siente odio, que está en paz o que incluso ha perdonado, pero ¿qué he aportado yo o qué estoy dispuesta a aportar para allanar el camino de cara a que esas víctimas puedan llegar a sanar sus heridas? ¿Qué estás dispuesto o dispuesta a aportar tú?

Justicia, que no es poco.

31 martes Dic 2024

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convivencia, deslegitimación de la violencia, Memoria, presos de ETA, SARE

Fabián Laespada (Miembro de Gogoan – por una memoria digna)

Publicado en Noticias de Gipuzkoa

El ex consejero de Justicia del Gobierno vasco, Sr. Azkarraga, vuelve a redactar un artículo con el objeto de que seamos conscientes de que los cambios que la sociedad vasca hoy “disfruta” (el entrecomillado es suyo) no cayeron del cielo. Apunta que los factores generadores de sufrimiento (sic) han ido paulatinamente desapareciendo. Y todo gracias a gente que abandonó su “zona de confort político” e hizo un encomiable esfuerzo. Se arroga, además, la opinión mayoritaria de la sociedad vasca: exigimos un esfuerzo colectivo para eliminar definitivamente de la ecuación política vasca los factores que, hoy en día, siguen generando sufrimiento. Y menta las políticas de excepción que, en su opinión, ralentizan exasperantemente la salida de los presos. De ETA, claro. Esto último no lo dice, pero es un dato importante. Por último, también se arroga la opinión mayoritaria de las víctimas, las cuales solo piden “respaldo y reconocimiento”. Al final menciona una demanda mayoritaria de la sociedad (sic), que no es otra cosa que la salida de los presos de la banda cuanto antes.

Reconozco mi dificultad para poder tomar apuntes e intentar aportar otro punto de vista altamente alejado de las letras del Sr. Azkarraga. Son tantas las divergencias, que yo mismo dudo de que su manera y la mía de entender los derechos de las personas presas, los de las víctimas y los de la ciudadanía vasca, puedan habitar un lugar común de entendimiento. Y lo deseo fervientemente.

En efecto, la paz que nos debía ETA y que llegó 50 años y 853 personas asesinadas más tarde no cayó del cielo; fue una labor ardua de concienciación: la violencia era per se inadmisible, solo creaba dolor y angustia, reportaba odio y distancia entre todos nosotros y no tenía razón de ser. La justicia y la actuación eficaz y legal de las fuerzas de seguridad, el arrinconamiento político de su brazo, la calle con sus manifestaciones de rechazo … provocaron el descarrilamiento de la estrategia violenta. Y lo conseguimos entre todos, usted también, por supuesto. Muchos de nosotras y nosotros, exponiéndonos y recibiendo insultos, escupitajos y agresiones. Esa no era una zona de confort, Sr Azkarraga, se lo aseguro. Nadie disfrutaba cada lunes en las concentraciones contra los secuestros; a muchos nos temblaban las piernas -ya de víspera- porque enfrente, un nutrido grupo de vociferantes mostraban su cara menos confortable y nos agredían, sin más. Esos también pedían amnistía osoa, como usted ahora. Ya; son otros tiempos y ahora no hay generadores de sufrimiento por ese lado, etabar. Pero es que usted está pidiendo que quienes asesinaron, por ejemplo, a Eduardo Puelles no cumplan su sentencia ni resarzan a su viuda e hijos. Lo suyo era la cartera de Justicia, debería entenderlo bien.

Yo no me arrogo opinión alguna de nadie, y menos todavía, de la sociedad vasca, ciudadanía plural, diversa y variopinta como pocas. Yo solo escucho a los colectivos afectados. Que yo haya oído y leído, las víctimas, tanto las de ETA como las de otros grupos terroristas o las de abusos policiales, todas ellas piden verdad, justicia y reparación. Usted no les debe escamotear lo de la verdad (que sepan quién y cómo fue el asesinato de su ser querido), la justicia debida (piense que hay cientos de casos sin resolver y la zozobra que ello provoca en ellas) y, por último, una reparación tanto social -cientos de ellas sufrieron padecimientos en silencio y sin ayuda sicológica- como económica. A ellas sí que las sacaron de su espacio de confort.

Exige usted acabar con las políticas de excepción y de discriminación hacia los presos de la banda. Vaya. Igual usted está discriminando al resto de presos de las cárceles vascas. Y con respecto a lo que usted se refiere, ¿no le parece que sería una auténtica política de excepción ignorar las sentencias y amnistiar a quienes violaron el derecho a la vida, ni siquiera han colaborado en esclarecer sus delitos, no han mostrado un mínimo arrepentimiento e, incluso, proclaman algunos la vuelta a las armas? ¿Eso le parece que es la demanda mayoritaria de la sociedad? Sabe usted que no; es difícil ser certero con la opinión de la sociedad vasca, insisto. Esta, según el Deustobarómetro, opina que ETA es tan del pasado que la preocupación por esta cuestión es casi nula. Lo que es una pena, porque hemos puesto el turbo al futuro sin haber aprendido bien la lección del pasado imperfecto de indicativo: esto de matar estuvo realmente mal.

Una apreciación final: recuerde por un instante la fábula del cerdo y la gallina, sobre quién ponía más en el posible negocio de un restaurante. Usted critica a gente por no haber puesto nada de su parte. Pero es que parte de esa gente que usted critica, precisamente, estuvieron durante años en las dianas de nuestras calles; lo pusieron todo sin querer ponerlo, no les pidieron permiso: los mataron, hasta 19 personas de ese partido. Es comprensible que no quieran jugar en su misma cancha, Sr. Azkarraga. Y bien lejos estoy de su ideología, pero antes de nada soy persona.

‘GESTO’ dokumentala

26 viernes Ago 2022

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'Gesto', 70SSIFF, acercamiento, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, Festival de Cine de San Sebastián, Gesto por la Paz, Memoria, movilización social, pacifismo vasco, pluralismo, reinserción, separación de conflictos, Tabakalera, tortura, víctimas de la violencia, violencia de persecución, Xuban Intxausti, Zinemira

El 17 de septiembre se proyectará por primera vez el documental ‘Gesto’ en el Festival de Cine de San Sebastián.

El 26 de agosto, se presentó en Tabakalera (Donostia-San Sebastián) las películas y documentales que concursan o se exhiben en el apartado Zinemira del Festival de Cine de San Sebastián. Una de las películas que concursa es ‘Gesto‘, documental producido por Gogoan, por una memoria digna, dirigido por Xuban Intxausti y con música original de Fernando Velázquez.


¿Qué es ‘Gesto’?

‘Gesto‘ es un viaje por la memoria del pacifismo vasco que durante 30 años trabajó por la paz y en contra de la violencia en Euskal Herria. Entendemos la memoria no solo como un ejercicio de acercamiento a la verdad, sino como una valoración, en este caso positiva, del papel que realizó Gesto por la Paz en un momento realmente difícil. La memoria es también aprendizaje y, en este sentido, consideramos que recuperar la esencia de Gesto por la Paz es, además de un gesto de agradecimiento a quienes lo hicieron posible, una herramienta enormemente útil para las generaciones posteriores.

En el documental ‘Gesto’ se recogen los principios y actuaciones que dieron forma a esa genuina construcción colectiva que fue Gesto por la Paz, que no se creó ni se desarrolló con patrones preestablecidos, todo fue el resultado del análisis, las motivaciones y las inquietudes de las personas que lo hicieron posible. Muchos de sus principios y actuaciones conservan plena vigencia, pero es necesario destacar que el gran valor de Gesto es lo que hizo en el momento que lo hizo, en esas circunstancias y con esos condicionantes.

En ‘Gesto’ algunos miembros de la organización pacifista nos van relatando ese trabajo a través de imágenes del pasado y de intervenciones que dan paso a esos principios y actuaciones mencionadas De esta manera, se invita al espectador a descubrir lo que fue Gesto por la Paz y la vigencia de su esencia.

Los derechos humanos

Gesto por la Paz fue una organización que trabajó por la paz y el respeto de los derechos humanos para todas las personas desde 1985 hasta 2013 en el ámbito de la violencia específica generada en Euskal Herria.

La movilización social como cauce de expresión y sensibilización

Desde el inicio, la labor fundamental fue la concienciación y sensibilización sobre la gravedad de la violencia que inundaba nuestra sociedad y lo hizo a través de la movilización social desde un planteamiento unitario y plural. Ahí se enmarcan los “gestos por la paz”, las concentraciones silenciosas que se realizaron en numerosos pueblos, barrios, colegios o campus universitarios después de cada muerte relacionada con la violencia específica generada en Euskal Herria. Estas concentraciones silenciosas de 15 minutos fueron la seña de identidad más genuina de la organización.

El conflicto violento y el conflicto político

De forma paralela, Gesto por la Paz desarrolló un discurso genuino basado en el respeto a los Derechos Humanos de todas las personas y en la defensa de un ámbito unitario pre-partidista para afrontar el grave problema de la violencia. En este sentido, uno de los pilares fundamentales de este discurso fue la separación del conflicto violento del conflicto político. Gesto por la Paz defendió que no existió ninguna relación necesaria entre el conflicto político identitario -uno de tantos conflictos políticos que se dan en una sociedad plural- y el uso de la violencia. Consecuentemente, el terrorismo fue el resultado de una decisión voluntaria, libremente tomada, injusta y errónea que no tuvo ninguna justificación. Desde ahí, Gesto por la Paz siempre defendió que se debía llegar al final de la violencia desde el puro desistimiento de quienes mantuvieron y defendieron esa estrategia, sin pagar ningún precio político por la paz, como afortunadamente así ha ocurrido.

Gesto por la Paz defendió que no existió ninguna relación necesaria entre el conflicto político identitario -uno de tantos conflictos políticos que se dan en una sociedad plural- y el uso de la violencia.

Las víctimas de la violencia

El cimiento más significativo del discurso de Gesto por la Paz fueron las víctimas que originó esta violencia. De esta manera, es destacable la creciente centralidad de las víctimas. Las víctimas eran la razón fundamental para realizar un posicionamiento contrario al uso de la violencia. Una sola víctima ya deslegitimaba el uso de la violencia.

Se trataba de que la ciudadanía comprendiera que las víctimas eran las trágicas destinatarias de un ataque que iba dirigido contra toda la sociedad.

Se trataba de que la ciudadanía comprendiera que las víctimas eran las trágicas destinatarias de un ataque que iba dirigido contra toda la sociedad. La asunción de este principio posibilitaba los imprescindibles mecanismos de reconocimiento y solidaridad hacia todas ellas, cada una desde su especificidad. En este ámbito, el primero de los pasos que se dio fue humanizar a las víctimas, “descubrir” que, bajo aquellos uniformes o cargos, había seres humanos con una vida que quedaba truncada para siempre. El segundo paso y fundamental fue dar voz a las víctimas. Su testimonio directo nunca deja indiferente a quien se atreve a escucharlo.

Ante el acoso que sufrieron miles de ciudadanos y ciudadanas, Gesto por la Paz creó el concepto “violencia de persecución” (2000) con el que se pretendió denunciar la falta de libertad de una parte importante de la población por su condición de representante de la ciudadanía o por el libre ejercicio de su profesión. Estas personas padecieron la utilización sistemática de la amenaza, el acoso, la agresión y hasta el asesinato por el hecho de defender públicamente unos planteamientos ideológicos no coincidentes con los de quienes apoyaban y ejercían la violencia.

Las personas presas y detenidas

Desde la defensa de los Derechos Humanos para todas las personas, Gesto por la Paz también abordó la situación de las personas presas y detenidas relacionadas con los delitos de terrorismo. En este sentido, desde el inicio de la organización se denunciaron casos de tortura como el de Tomás Linaza en 1987 y otros que, desgraciadamente, le sucedieron a lo largo de los años.

Por otra parte, en 1994, Gesto por la Paz junto a Denon Artean, ya planteó y defendió el principio democrático de la reinserción y lanzó los criterios que consideraba que se debían aplicar, criterios que mantienen toda su vigencia en la actualidad (Criterios: 1. Desvinculación de la estrategia terrorista, 2. Acatamiento de las reglas y principios democráticos, 3. Reconocimiento del daño causado).

También en 1994, se lanzó a la opinión pública el concepto del acercamiento para las personas presas relacionadas con el terrorismo; un posicionamiento planteado desde una perspectiva ética y humanitaria. Dicha reivindicación se diferenció claramente de la reivindicación que desde la izquierda abertzale se hacía en aquel momento del reagrupamiento de presos.

      

Por una memoria deslegitimadora de la violencia

Toda la actividad de Gesto por la Paz ha ido claramente dirigida a la deslegitimación de la violencia. Todo relato que se construya debe partir de la defensa de los derechos humanos para todas las personas y debe poner en primer lugar a las víctimas, como el trágico e irreparable logro que ha generado la violencia. Se debe construir una memoria claramente deslegitimadora de la violencia.


Trailer del documental

El 17 de septiembre se proyectará por primera vez el documental ‘Gesto’ en el Festival de Cine de San Sebastián a las 22’15 h. También habrá pases por la tarde los días 18 y el 19 de septiembre.

La movilización por la paz tiene que ser parte del relato

07 viernes Ene 2022

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amenaza, asesinato, Bayona 1996, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, El Correo, El Diario Vasco, Eskolunbe Mesperuza Rotger, ETA, final de ETA, GAL, Gesto por la Paz, hostigamiento, Inés Rodríguez Ranz, Instituto para la Memoria Gogora, Itziar Aspuru Soloaga, izquierda abertzale, Julio Iglesias Zamora, lazo azul, Lortu dugu, Maite Leanizbarrutia Biritxinaga, Memoria, Miguel Ángel Blanco, movilización social, movilización social por la paz, relato, respuesta sistemática a la violencia, separación de conflictos, víctimas de la violencia, víctimas del terrorismo, violencia ilegítima de las fuerzas de seguridad

El pasado 10 de noviembre se realizó un acto institucional de agradecimiento a las personas que habían contribuido a la Paz y, entre ellas, a las que participamos en la movilización social frente a la violencia de ETA. Se trataba de un agradecimiento público a quienes reaccionamos al horror de justificar que la vida fuera menos importante que un proyecto político; de justificar que se matara, que se amedrentara y que se extorsionara en nombre del pueblo vasco. Desde nuestro punto de vista, el sentido del acto suponía reconocer que la movilización social contra ETA fue un factor fundamental en su deslegitimación, y que los movimientos sociales que la impulsaron fueron un agente de concienciación esencial en el proceso de mostrar públicamente el rechazo a la violencia de ETA.

la movilización social contra ETA fue un factor fundamental en su deslegitimación y los movimientos sociales que la impulsaron fueron un agente de concienciación esencial en el proceso de mostrar públicamente el rechazo a la violencia de ETA

La articulación de la reacción de la sociedad vasca frente a la violencia de ETA fue evolucionando. Es importante remarcar que fue una evolución progresiva, lo que quiere decir que no todos estuvimos en el mismo sitio a la vez. Durante estos cuarenta años la mayoría de las personas de esta sociedad fue descubriendo, cada cual en su momento, que matar estaba mal, que nada lo podía justificar. Y si importantes y dignas de mención son las primeras personas que lo comprendieron y lo manifestaron, también las últimas lo son. Se puede afirmar que la sociedad reaccionó tarde, porque tenía que haber respondido desde la primera muerte. Pero ese es un análisis demasiado simple para un proceso tan complejo y de tantos años.

Durante estos cuarenta años la mayoría de las personas de esta sociedad fue descubriendo, cada cual en su momento, que matar estaba mal, que nada lo podía justificar.

Lo cierto es que hubo una evolución social en la contestación a ETA y que, a finales de los años 80, grupos pacifistas como Gesto por la Paz crearon un canal de respuesta sistemática a la violencia. Solamente cinco años después, Anoeta se quedó pequeño para acoger a todas las miles de personas que querían manifestar, con su presencia en el estadio, que esa dinámica de violencia y amenaza de ETA tenía que acabar. Aquella respuesta multitudinaria se realizó a propósito del secuestro de Julio Iglesias Zamora, en 1993, y fue activada por el símbolo del lazo azul. Posteriormente, hubo más movilizaciones masivas por asesinatos que, como el de Miguel Ángel Blanco en 1997, fueron percibidos como particularmente trágicos y marcaron a la evolución de la movilización social contra ETA. Como sabemos, hasta que ETA se disolvió hubo todavía muchos más asesinatos injustos, porque, a pesar de la protesta social, ETA tardó unos quince años y muchas vidas más arrebatadas, hasta anunciar su final. Esa movilización social contra ETA, ese rechazo personal y social mostrado, cada vez mayor, fue decisivo para que la organización armada decidiera disolverse y es muy importante reconocerlo así, y que el relato de lo que vivimos tenga en cuenta esa idea de evolución de la sociedad vasca frente a ETA.

Hay que reconocer también que reaccionar frente a ETA exponía a las personas al odio y eso suponía exponerse a sentir miedo, porque el mero hecho de oponerse a ETA marcaba y propiciaba el acoso. La base social de apoyo a ETA fue necesaria en el desarrollo de esta historia de horror de más de 800 personas asesinadas, y esa base social intentó echar de las calles a la voz organizada de respuesta a la violencia.

El Correo

El acoso fue sistemático: intentaron aislar a cada una de esas personas, descalificándolas, y declarándolas enemigas de su pueblo vasco. El hostigamiento por parte de la izquierda abertzale ha sido continuo, en barrios y en pueblos, durante todos estos 40 años, de la movilización social contra ETA. Pero el compromiso desde grupos como Gesto por la Paz era ya decidido y firme, fruto de un largo recorrido. La movilización social contra ETA ha estado constituida por personas resistentes que tuvieron la firme voluntad de contagiar su rechazo a la violencia e impulsar la consecución de la paz en el País Vasco, y esto tiene que formar parte del relato de lo ocurrido en aquellos años.

la izquierda abertzale intentó echar de las calles a la voz organizada de respuesta a la violencia. El acoso fue sistemático: intentaron aislar a cada una de esas personas, descalificándolas, y declarándolas enemigas de su pueblo vasco. El hostigamiento ha sido continuo, en barrios y en pueblos, durante todos estos 40 años

Y tiene que incorporarse también en el relato, la existencia de una base social de apoyo a ETA que, no solo no condenaba o aplaudía los asesinatos, sino que ejercía un papel activo en la perpetuación de la violencia: haciendo de caja de resonancia social de las amenazas y señalamientos de ETA a personas de nuestra sociedad; incrementando el sufrimiento a las víctimas de sus atentados, acosándoles, no solo antes, sino también después del atentado; intentando dinamitar la reacción social en contra de la violencia de ETA; y, por último, ejerciendo un control social férreo sobre su propio entorno para contener las discrepancias, muy especialmente, a propósito de la justificación del uso de la violencia por parte de ETA. Esa base social de apoyo a ETA, necesaria para que la violencia continuara durante cuarenta años, generó mucho sufrimiento y distorsión en la convivencia, y esto tiene que ser reconocido por parte de la Izquierda Abertzale, quien debería enunciar con claridad cuál es su posición actual respecto a ese pasado.

Y tiene que incorporarse también en el relato, la existencia de una base social de apoyo a ETA que, no solo no condenaba o aplaudía los asesinatos, sino que ejercía un papel activo en la perpetuación de la violencia

También hay que agradecer que la reacción social ante ETA se articulara, en general, desde una defensa coherente y radical de los Derechos Humanos, mantenida incluso en los momentos más duros de acoso a la movilización. Desde el principio, Gesto por la Paz quiso desmontar la teoría de los dos bandos, que suponía la justificación del uso de la violencia, en base a una supuesta necesidad de responder a otra violencia. Por eso, el mensaje que se lanzó a la sociedad fue la del rechazo y la deslegitimación de las distintas violencias, no solo la de ETA, sino también la de organizaciones como los GAL, o la violencia ilegítima perpetrada por las Fuerzas de Seguridad del Estado. Reconocer los distintos sufrimientos y vulneraciones de Derechos Humanos que se generaron hizo más contundente la movilización social a favor de la paz.

Gesto por la Paz, 2005

A día de hoy resulta intolerable que desde la Izquierda Abertzale se haga un reconocimiento del daño que “han recibido” las víctimas de ETA y que se arrogue el mérito de ser la única que reconoce a todas las víctimas de la violencia en el País Vasco. Hace treinta años que Gesto por la Paz exigió el esclarecimiento de la trama de los GAL y de los asesinatos que este grupo parapolicial cometió. En aquel tiempo, fue la misma Izquierda Abertzale la que boicoteó aquellos actos públicos, organizados para denunciar la realidad de esa violencia antiterrorista.

Efe. Gesto por la Paz, Bayona, 1996
Diario Vasco. Bayona, 1996
El Mundo. Bayona, 1996

Trataron así de monopolizar la solidaridad y el reconocimiento hacia las víctimas de la violencia antiterrorista para manipular su sufrimiento y poder mantener la teoría de los dos bandos. Sin embargo, la solidaridad con las víctimas de la violencia ha sido uno de los ejes que ha activado la movilización social a favor de la paz. El apoyo y el reconocimiento hacia ellas ha sido, en gran medida, el origen de la progresiva reacción a la violencia. El ataque que las víctimas sufrían individualmente fue, cada vez más, considerado como una agresión al conjunto de la sociedad.

El ataque que las víctimas sufrían individualmente fue, cada vez más, considerado como una agresión al conjunto de la sociedad.

Si las víctimas deben ser las protagonistas del relato del horror que se ha vivido en nuestra sociedad durante cuarenta años, en esa larga historia hay que reconocer también el papel jugado por la articulación de una movilización social, realizada desde la pluralidad de la sociedad vasca. Mientras ETA mataba y amedrentaba a la sociedad, incluso durante los años más duros de polarización social, los representantes de las familias políticas de Euskadi participaron en actos públicos organizados por Gesto por la Paz, que ponían de relieve la existencia de una base ética compartida, capaz de anteponer el compromiso con la defensa de los derechos humanos, a las diferencias partidistas.

Gesto por la Paz fue el artífice de la idea de que era necesario desvincular la violencia de la política, lo que implicaba negarse rotundamente a que ETA consiguiera algún reconocimiento político a cambio de su final.

Gesto por la Paz fue el artífice de la idea de que era necesario desvincular la violencia de la política, lo que implicaba negarse rotundamente a que ETA consiguiera algún reconocimiento político a cambio de su final. El recorrido de esta idea quedó patente en el cese incondicional que la propia ETA anunció en 2011. Desde el convencimiento de que la movilización de la sociedad vasca a favor de la paz había constituido un factor que había contribuido a la toma de esa decisión, Gesto por la Paz celebró en la calle, con el lema Lortu dugu–Lo hemos conseguido, la decisión de ETA de dejar de matar.

El Correo, 2011

Es importante incorporar este relato de la progresiva evolución de la sociedad vasca y de su movilización a partir de acciones inicialmente humildes y, posteriormente, más multitudinarias y relevantes, porque el reconocimiento, en nuestro pasado, de la importancia de la movilización ciudadana para afrontar un conflicto social grave, puede tener implicaciones para el futuro, y puede servir para incentivar otras peleas sociales.

el reconocimiento de la importancia de la movilización ciudadana para afrontar un conflicto social grave, puede tener implicaciones para el futuro, y puede servir para incentivar otras peleas sociales

 

Itziar Aspuru Soloaga, Maite Leanizbarrutia Biritxinaga, Eskolumbe Mesperuza Rotger e Inés Rodríguez Ranz de Gesto por la Paz

 


Una versión reducida de este artículo fue publicado en El Diario Vasco y El Correo en el mes de diciembre de 2021.

El deber de memoria

28 jueves Oct 2021

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"Heridos y olvidados", asesinatos, colaboración con la justicia, deslegitimación de la violencia, El Diario Vasco, El Español, ETA, extrema derecha, Gabriele Nissim, GAL, Gesto por la Paz, Javier Marrodán, justicia, María Jiménez, Memoria, memoria histórica, pancartas, paz, silencio, Víctimas, violencia de motivación política, violencia policial, Zofia Kossak

El deber de memoria es un artículo escrito en junio de 2019 por Joseba Eceolaza, destacado político y sindicalista navarro. Es, además, escritor y una persona muy interesada en la memoria histórica y, también, en la memoria del periodo de violencia reciente en Euskal Herria. Por esta razón es miembro de Gogoan, por una memoria digna.


En este tiempo post-ETA el impulso de la memoria histórica, con sus valores y sus enseñanzas, es un buen guión para tratar de cerrar de la mejor manera posible un capítulo negro, otro más, de nuestra historia. Quienes vivimos aquí y ahora tenemos la ocasión de que las consecuencias del trauma de la violencia no se expandan a las siguientes generaciones. Sería imperdonable que volviéramos a cerrar en falso heridas o despreciáramos la memoria de las víctimas.

Y es que en todos los episodios de violencia de motivación política, se trabaja para que nadie se sienta en la tentación de volver a apretar el gatillo. Pero aquí la garantía de no repetición debería estar centrada en trabajar para que los valores que hicieron posible la violencia desaparezcan. En ese marco de preocupaciones la deslegitimación social de la violencia es lo prioritario, por urgente, por determinante.

La memoria es frágil y a veces no aguanta ni una generación. En el futuro quienes no han vivido la crueldad de la violencia, se pueden ver cautivados por la épica de la violencia que no se ha sufrido. Por eso, necesitamos ciertos anticuerpos para que no se extienda el odio, para que no sedimente, para que nadie vuelva a creerse en el derecho a decidir quién vive y quién no.

1993 manifestación Gesto por la Paz. Diario Vasco

Y la gente de Gesto por la Paz, que se enfrentó a la violencia cuando (casi) nadie lo hacía, constituye hoy un patrimonio moral que no podemos desperdiciar. La paz no la hicieron quienes militaron en ETA, de ninguna manera. La paz la hicieron quienes construyeron mentalidades de paz con sus pancartas y sus silencios. Ese, y no otro, es el motivo por el que la deslegitimación social de la violencia se ha extendido.

La paz no la hicieron quienes militaron en ETA, de ninguna manera. La paz la hicieron quienes construyeron mentalidades de paz con sus pancartas y sus silencios.

El deber de memoria, por eso, implica no solo tener presente lo horrible de la muerte violenta, es preciso tener en cuenta a quienes no callaron ante el terrorismo ni cuando les llovían tuercas e insultos.

En el deber de memoria juegan un papel importante los valores universales, aplicables incluso a situaciones que no nos gustan. Por ejemplo, supone una trampa ética enorme pedir que los crímenes ultras de la transición no queden impunes y sin embargo no exigirle a ETA que colabore en el esclarecimiento de los múltiples asesinatos pendientes. Esa desconexión ética es la que tenemos que quebrar, si queremos reconstruir todos los tejidos sociales rotos por años de violencia.

El deber de memoria exige anular la parte del relato que ha hecho que miles de personas le encontraran sentido a la barbaridad que supone el tiro en la nuca. Que ETA naciera en un contexto determinado no justifica su actuar. Matar, y seguir haciéndolo incluso una vez se murió el dictador, fue una decisión autónoma de ETA solo condicionada a su voluntad de imponer un proyecto político a la sociedad, una dinámica que no todos los antifranquistas ejercieron. Como se recoge en el libro “Heridos y olvidados” de María Jiménez y Javier Marrodán sobre las primeras acciones mortales de los años sesenta de ETA, hay que tener en cuenta que “matar a alguien fue una decisión meditada, debatida y acordada de forma mayoritaria”.

También el deber de memoria nos cuestiona en nuestros peros, porque ahí es donde se suele descubrir la inconsistencia ética, porque ese pero nos hace viajar a un túnel oscuro en el que la salida siempre es por la puerta falsa.

El deber de memoria apunta a evitar esa agotadora necesidad de hablar del GAL, o de la violencia policial cada vez que nombramos a ETA, como si una cosa compensara la otra, como si no supiéramos, no pudiéramos o no quisiéramos emitir un mensaje de solidaridad hacia el dolor sin más matiz que la cercanía humana ante quien ha sido agredido.

Rescatar y valorar, entonces, la importancia de Gesto por la Paz como nuestros “justos” locales hará que construyamos un futuro mejor.

Dice Gabriele Nissim sobre el pensamiento de Zofia Kossak en un libro genial que se titula «La bondad insensata» que esta, a pesar de su antisemitismo, llega a pensar que “los que mueren físicamente en Auschwitz, de los cuales incluso sería posible desentenderse, son los judíos, pero con ellos moralmente también mueren los polacos que les niegan ayuda”.

Diario Vasco. Acto de Gesto por la Paz en Zumarraga, 2004

Aquella gente de Gesto por la Paz asumió una responsabilidad personal frente a la intolerancia, porque quisieron elevar un mensaje moral de condena, a pesar de las consecuencias que implicaba hacerlo. Y eso nos conmovió incluso a quienes rozamos la violencia y nos pegamos de bruces contra su silencio.

Trabajemos, entonces, por la ética de una memoria responsable y coherente, las siguientes generaciones nos lo agradecerán, porque solo así romperemos definitivamente y para siempre la infinita cadena del odio, esa sin duda es la mejor garantía de no repetición.

Las víctimas de Parot

08 viernes Oct 2021

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Arrasate-Mondragón, Aserfabite, asesinato, Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Beatriz Artolazabal, cárcel, Centro Memorial de Víctimas del terrorismo, Delegación del Gobierno en el País Vasco, Denis Itxaso, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, ETA, Florencio Dominguez, Fundación Fernando Buesa, Gobierno de Navarra, Gobierno Vasco, Henri Parot, homenajes, reinserción de presos, SARE, Víctimas, víctimas de la violencia, víctimas del terrorismo, Zaitu

El 17 de septiembre pasado, la Delegación del Gobierno en el País Vasco, el Centro Memorial de Víctimas del terrorismo y el Gobierno vasco realizaron un acto de homenaje a las víctimas a raíz de la convocatoria que realizó la organización SARE tratando de denunciar la situación de encarcelamiento de Henri Parot. A dicho acto, además de representantes de las instituciones convocantes, también asistieron manifestando su apoyo representantes del Gobierno navarro y de diversas asociaciones y fundaciones de víctimas del terrorismo como la Fundación Fernando Buesa, la ACFSEVT(Asociación de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado víctimas del terrorismo, Aserfabite (Asociación de Ertzainas y Familiares Víctimas del Terrorismo), Zaitu, etc. También acudió a expresar su apoyo Gogoan, por una memoria digna.

Representantes de las tres instituciones convocantes –Denis Itxaso, Florencio Domínguez y Beatriz Artolazabal– leyeron el siguiente manifiesto:

Cuando se aproxima el X aniversario del fin del terrorismo de ETA, constatamos que las consecuencias de la violencia siguen afectando y condicionando tanto a las víctimas directas como al conjunto de la sociedad. Una sociedad sana tiene el deber de tener siempre presentes los asesinatos, los secuestros, las amenazas, las extorsiones y las heridas producidas por el odio y el fanatismo a tantas y tantas personas inocentes. Conseguir una verdadera convivencia en una sociedad tan profundamente marcada por el terrorismo llevará mucho tiempo. Para ello harán falta voluntad y un enorme compromiso ético y pedagógico.

En el camino de la construcción de la convivencia democrática, las instituciones y el conjunto de la ciudadanía estamos interpelados, pero sobre todo lo están aquellas personas que ejercieron directamente la violencia, y también las que les procuraron sustento político y legitimación social. Del cumplimiento de sus penas, pero también de su voluntad de reinsertarse en la sociedad reconociendo el enorme dolor causado, depende en buena parte que la convivencia se forje sobre bases sólidas que eviten la tentación de repetición de esa macabra Historia.

De nuevo este verano hemos asistido a expresiones públicas que han homenajeado e idealizado la figura y la trayectoria de personas que han estado en la cárcel por cometer o ayudar a cometer horribles crímenes. Lo cierto es que estos actos, no solo infligen un doloroso daño ético y moral hacia las víctimas, sino que representa una negación del legítimo derecho individual de reinserción y rehabilitación que asiste a todo expreso que ha cumplido el castigo impuesto. Es, en definitiva, un insulto y una afrenta al conjunto de la sociedad en su afán por sanar las profundas heridas ocasionadas por el fanatismo. Esta consideración épica de quienes ejercieron la violencia terrorista en el espacio público evidencia que una parte relevante de nuestra sociedad aún no ha asumido la necesaria deslegitimación ética, social y política del terrorismo. Un hecho nocivo a todas luces para la formación en valores de las generaciones futuras.

Hasta hace unos minutos, estaba previsto que mañana sábado, varios colectivos celebrasen en Arrasate-Mondragón una marcha en favor de Henri Parot, uno de los miembros de ETA que más asesinatos ha cometido. El derecho a la libertad de expresión hubiese amparado la posibilidad de reclamar su excarcelación, pero hubiese sido profundamente humillante para sus víctimas elevar a la condición de mártir a quien suma en su debe 39 asesinatos.

Lo que una sociedad madura y éticamente sana debe remarcar ante circunstancias como esta es la memoria, la justicia y la reparación para con todas las víctimas de la violencia, y en especial el recuerdo, el cariño y la empatía con todas y cada una de esas 39 víctimas mortales. Es en ellas sobre quienes se debe poner el foco y la atención, no en su victimario.

La cancelación del mencionado evento por parte de los propios organizadores demuestra que la presión social y política de víctimas organizadas e instituciones, es un inmejorable instrumento para sembrar convivencia y evitar ofensas hirientes e injustas.

La pedagogía que venimos haciendo en el terreno de los derechos humanos y la exigencia pública de empatía con quienes más han sufrido el zarpazo de la violencia, representa el camino a seguir.

Además, en estas circunstancias, es necesario recordar que la legislación penitenciaria prevé diferentes mecanismos para lograr la reinserción de los presos, pero es una responsabilidad individual dar los pasos para lograrla. Y hay una condición que resulta ineludible: la autocrítica por el daño causado, el reconocimiento de la injusticia perpetrada, la asunción de la ilegitimidad de la violencia para conseguir objetivos políticos.

Las instituciones y entidades de víctimas que hoy nos hemos convocado en este acto, queremos rendir un sentido y sincero homenaje a la memoria de todas y cada una de las víctimas de Henri Parot.

 

Posteriormente, dos víctimas del terrorismo fueron leyendo los nombres de cada una de las 39 víctimas de Henri Parot y los asistentes fueron depositando una flor delante de un panel con sus nombres.

Desde Gogoan nos generaba dudas realizar un acto como respuesta a otra convocatoria; no obstante, asistimos y participamos en el acto como gesto de profunda solidaridad con estas y con todas las víctimas del terrorismo. También asistimos como representación de esa parte de la sociedad que piensa y siente que los homenajes a etarras no solo hieren a las víctimas -directas o indirectas-, sino que resultan insufribles e intolerables a quienes consideramos que el presente y el futuro tiene que estar basado en una radical deslegitimación de la violencia. Solo sobre esta premisa se podrá fundamentar una convivencia medianamente normalizada.

En su día, la sociedad tuvo oportunidades de decir NO a ETA. Muchas personas las obviaron, otras no. Hoy, tenemos la oportunidad de aportar al futuro granitos de deslegitimación de las barbaridades ocurridas. Desde Gogoan no queremos desperdiciar esa oportunidad.

 

 

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