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20 de octubre de 2011, asesinato, candidaturas, Carlos García Juliá, democracia, derechos humanos, deslegitimar la violencia, elecciones democráticas, ETA, Falange, fascismo, Isabel Urkijo Azkarate, izquierda abertzale, Lourdes Oñederra Olaizola, lucha armada, matanza de Atocha, terrorismo, violencia

Somos plenamente conscientes de que nuestra democracia, como prácticamente todas las democracias del mundo, es imperfecta y de que quienes disfrutamos de sus virtudes tenemos la obligación de ser exigentes con ella, de no relajarnos con el “bienestar” que puede llegar a producirnos el creer que somos dueños de nuestro destino. Como no es así, consideramos absolutamente necesario mantener el nivel de exigencia referido. Abandonarla sería precisamente renunciar a la democracia.
Años y años, pedimos a la izquierda abertzale y a ETA que abandonaran la violencia, el terrorismo, y que defendieran sus posiciones políticas a través de los cauces que ofrecía la democracia. Sí, la imperfecta, pero indudablemente más cercana a la perfección que el tratar de imponer un proyecto político a través del asesinato. Esto es una práctica que solo se puede identificar con modelos totalitarios, con el puro fascismo. Después de tantos años, ETA abandonó la “lucha armada”. Es posible que muchas personas que estén leyendo este artículo, penséis que no es el momento de valorar los motivos por los que lo hicieron, pero precisamente son estos motivos los que condicionan la actitud que está manteniendo la izquierda abertzale desde el 20 de octubre de 2011. No renunciaron a la violencia por convencimiento. Realmente fue una derrota. No les quedó más remedio que aceptar que sólo tenían la opción de abandonar la violencia o desaparecer del mapa. Francamente, una pena.
No renunciaron a la violencia por convencimiento
Y con ese sentimiento de derrota están haciendo su apuesta democrática. Entendemos que sea insufrible. Es difícil obviar con un simple comunicado de dos minutos de lectura: 50 años de asesinar, amenazar, extorsionar, secuestrar, destruir la convivencia en Euskal Herria –¿quién puede asumir eso como si nada?– y, también, de soportar torturas, atropellos y abusos. Hay mucho dolor detrás: sobre todo, el generado, sin lugar a dudas, pero también el soportado y ¿para qué?
Hay mucho dolor detrás: sobre todo, el generado, sin lugar a dudas, pero también el soportado y ¿para qué?
Esta es la pregunta que no quiere plantearse nadie en la izquierda abertzale: todo esto ¿para qué? Para los asesinos, para sus familias, para los torturados, para quienes perdieron su vida tratando de asesinar, para quienes han dejado 30 años entre barrotes… la respuesta es horrorosa, así que mejor obviar la pregunta y tirar para adelante como si no hubiera pasado nada: “todos hemos sufrido y hay que mirar hacia el futuro”; pero no es tan sencillo. Es inevitable, imprescindible revisar lo que hicimos, cuestionarlo, criticarlo –y no nos referimos solo al mundo de ETA– para iniciar un nuevo camino.
Es inevitable, imprescindible revisar lo que hicimos, cuestionarlo, criticarlo –y no nos referimos solo al mundo de ETA– para iniciar un nuevo camino
Sin embargo, la izquierda abertzale no está en esa onda. Quiere pasar página rápidamente y conquistar un goloso espacio político que quizás soñó, pero nunca consiguió, cuando utilizaba la violencia como herramienta de “hacer política”. Hoy, mayo de 2023, como en todas las elecciones anteriores, vuelve a incluir a exmiembros de ETA en las candidaturas. ¿No tienen más candidatos? Sin duda alguna, sí, pero descartan hacer autocrítica de lo que fueron esos casi 50 años de terrorismo. No les importan las críticas que están recibiendo. No les importa que su actitud, que podría calificarse como chulesca, beneficie a sus adversarios políticos. No les importa cargar con la responsabilidad de quienes asesinaron porque, en realidad, no han comenzado a andar –ni parece que lo tengan pensado– un camino que les lleve a renunciar a aquella violencia que los convirtió en lo peor de nuestra sociedad. En ocasiones, los han comparado con violadores y asesinos de mujeres: ¿qué parecería que otro partido presentara al asesino de una mujer, de su pareja? No les importa. Incluso, su actitud es idéntica a la que mantiene la Falange al presentar a Carlos García Juliá, autor de la matanza de Atocha, como cabeza de lista en Bilbao. No les importa. Se deben a quienes aún los consideran sus “héroes” y los siguen honrando.
no han comenzado a andar –ni parece que lo tengan pensado– un camino que les lleve a renunciar a aquella violencia que los convirtió en lo peor de nuestra sociedad
Han anunciado que los candidatos que directamente asesinaron van a renunciar a sus cargos en caso de que hubieran sido elegidos. ¿Pura estrategia? ¿Convicción? ¿Efectos de la presión social? Solo ellos lo saben. Lo que ya ha quedado claro es la nula voluntad de mirar hacia atrás con ojos críticos.
Hay un voto nacionalista de izquierda que actualmente está absorbiendo la izquierda abertzale. Sin embargo, ese voto no tendría que obviar esta vinculación que una y otra vez hacen con la violencia de ETA. De la misma manera, los partidos que les acompañan deberían ser más exigentes y críticos con estas estrategias legitimadoras de la violencia pasada.
los partidos que les acompañan deberían ser más exigentes y críticos con estas estrategias legitimadoras de la violencia pasada
Queda mucho camino por delante y mucho trabajo para continuar deslegitimando lo que nunca tuvo el menor atisbo de legitimidad: el uso de la violencia como herramienta política.
Isabel Urkijo Azkarate y Lourdes Oñederra Olaizola, miembros de ‘Gogoan, por una memoria digna’
Este artículo fue publicado en Noticias de Navarra y en Noticias de Gipuzkoa el 18 de mayo de 2023



En el museo se recoge la actividad terrorista que ha habido en España en el siglo XX y en el XXI y resulta realmente interesante para cualquier persona interesada en el tema. A pesar de los esfuerzos invertidos, es posible que a quien lo visite no le termine de encajar el tratamiento en el mismo espacio de dos conceptos de terrorismo tan diferentes como los terrorismos ‘autóctonos’ de funcionamiento ‘clásico’ (desde el FRAP hasta ETA) y el terrorismo global protagonizado por los distintos grupos extremistas de inspiración islamista que, además de tener unas maneras diferentes, nos traslada a una problemática un tanto ajena para la mayoría de la sociedad.
El terrorismo de ETA ocupa un lugar relevante como no podía ser de otra manera, teniendo en cuenta el número de víctimas ocasionadas y el tiempo que ha pervivido en nuestra sociedad. Prácticamente, al incorporarte al museo hay una sala en la que se escuchan testimonios de víctimas del terrorismo. Todos ellos son impactantes, pero hemos seleccionado las palabras de Ana Arregui:
Otro aspecto especialmente interesante son los datos sobre los heridos. Decir que se generaron 5.000 heridos, se puede quedar en una anécdota, en un simple número que nos pudiera dejar un tanto indiferentes. Sin embargo, en el museo, se hace una referencia expresa a las personas heridas que quedaron con una gran invalidez: 60 personas que quedaron muertas en vida y cuyo testimonio es difícil compartir, traerlo a la memoria, ya que resulta complicado mostrar ese dolor sin aumentárselo a la propia víctima.
Precisamente fue Gesto por la Paz la organización que acuñó la expresión ‘violencia de persecución‘ y desarrolló una importante campaña (‘Si te amenazan, nos agreden‘) denunciando la situación que vivían las personas amenazadas. Afirmaron que existían 42.000 amenazadxs.
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El pasado 10 de mayo, el periodista Pedro Ontoso presentó su libro «Con la Biblia y la Parabelum» en la
En la Introducción de «Con la Biblia y la Parabelum» el autor hace un paralelismo similar al que realizó Ana Rosa Gómez Moral
capítulo «Un movimiento pacifista con sello cristiano» en el que se relatan las distintas reacciones esporádicas que habían surgido en torno a la iglesia en los años 80 hasta derivar en Gesto por la Paz (1985). Describe los orígenes de esta organización pacifista como netamente cristianos.
Ocurre algo muy similar con Paúl Ríos «Paúl Ríos: de Gesto por la Paz a Lokarri«. Desde su participación en concentraciones de Gesto por la Paz y su implicación en elkarri a partir del asesinato de Joseba Goikoetxea en 1993, hasta el trabajo de Paúl tras la desaparición real de ETA cuando en Colombia insistía en «el papel protagonista de la sociedad civil». En su trabajo en Lokarri conviene resaltar esta parte: «Ríos aceptó -la propuesta de Brian Currin de coordinar esfuerzos- y, desde finales de 2009, se convirtió en su sombra. Acompañó a Currin por todo Euskadi para comunicar el cambio de estrategia de la izquierda abertzale y socializar el mensaje de que el debate interno estaba muy avanzado. Y que iba en serio. Se reunieron con partidos, sindicatos, empresarios y también con representantes de la Iglesia.» Por razones que se desconocen, Paúl Ríos no «facilitó» una reunión con entre Currin y esa antigua organización a la que gusta referirse, Gesto por la Paz, a pesar de que solo había una distancia de dos pisos entre las sedes de ambas organizaciones.
Quizás las afirmaciones más «desacertadas» son las de que el Gobierno vasco pidiera a Gesto por la Paz que se movilizara por el secuestro de Julio Iglesias Zamora y que le concediera 14.000.000 de pesetas de los fondos reservados. Ninguna es cierta.





