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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

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Archivos de etiqueta: empatía

Valores intermitentes

16 jueves Ene 2020

Posted by gogoanmemoria in derechos humanos

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asesinato, autocrítica, Casa del Pueblo de Portugalete, derechos humanos, deslegitimación de la violencia, dictadura franquista, El Correo, El Mundo, empatía, ETA, ETA mátalos, Gesto por la Paz, impunidad, Jon Sistiaga, Joseba Eceolaza, Katrim Himmler, Maria Luisa Sánchez, memoria histórica, nunca más, pena de muerte, presos de ETA, Primo Levi, Sara Buesa, valores intermitentes, vía Nanclares, víctimas del terrorismo, venganza, verdad justicia y reparación, Zubiak

Joseba Eceolaza

La violencia hace que las vidas y los valores se resientan. Porque entre quienes la han defendido, a veces con un entusiasmo cruel, se da un cambio evidente de los parámetros morales. Así hay quienes, mientras exigen el respeto a los derechos humanos de los “suyos”, defienden la historia política de quienes han sido el principal colectivo vulnerador de los derechos humanos en nuestra historia reciente; ETA. Es lo que se podrían llamar  valores intermitentes. Pero los valores, si representan algo, es la universalidad, es decir, la necesidad de aplicarlos ante cualquier situación, incluso ante aquellos hechos que más nos incomodan.

Por eso tienen tanta validez las enseñanzas que la memoria histórica de lo sucedido en el 36 y en la dictadura franquista nos apunta. La tríada verdad, justicia y reparación vale para aquello y también para abordar las consecuencias dramáticas de los asesinatos de ETA. Porque la impunidad y la ausencia de verdad es negativo en cualquier caso.

Así el espacio de los valores, de la reconstrucción de la moral colectiva, tiene tanta importancia en el relato. Porque tras la “costumbre de la muerte”, como decía Primo Levi, tiene que venir necesariamente la deslegitimación social de la violencia. Sólo así lograremos sanar todas las heridas que, aunque no queramos, aún siguen abiertas.

Decía Sara Buesa que con el relato buscamos el “nunca más” y es cierto que esa es la base de cualquier debate sobre el tema. Por eso ha tenido también tanta importancia la polémica  sobre los recibimientos a presos de ETA que se ha dado este verano, porque es central huir de la autoafirmación y acercarse a la empatía con las víctimas. El potencial de un momento post violencia no solo reside en lo retórico, sino que se basa sobre todo en la necesidad de generalizar actitudes más conciliadoras.

Acto de Gesto por la Paz, 2000. El Mundo

La reivindicación orgullosa del historial de ETA retrasa la tarea pendiente del espejo, que es la más dura y más intensa de las tareas. Porque el dolor que ETA estaba generando hubiera sido descifrable mucho antes si nos hubiéramos quitado el velo de la política y sus autoengaños.

Por eso, buscar refugio en una verdad consoladora que llena nuestra historia de victimarios generosos que ejercían una violencia de respuesta, es romper el círculo de los valores y la coherencia. Porque en ese discurso hay un perturbador odio que todavía resiste en el lenguaje, en actitudes, en la mirada tuerta al pasado, porque aceptar la lógica de la violencia de respuesta es tanto como defender la pena de muerte y la venganza.

La representación socialmente predominante de ETA debe ser aquella que niega la secuencia conflicto político-violencia, porque el hecho de la muerte no fue algo inevitable. Quienes decidieron ejercer algo tan brutal como el asesinato lo hicieron solo condicionados por la decisión que tomaron, de forma autónoma, porque creían que así se conseguirían mejor sus objetivos políticos. El entorno social, un contexto histórico o incluso el terrorismo de Estado no justifican semejante caudal violento que afectó a miles de personas asesinadas, amenazadas o chantajeadas.

Por eso, tener el impulso de justificar la historia de ETA a través de la compensación entre víctimas diferentes, por encima de la sensibilidad y el sentido del dolor ajeno, eterniza la salida ante este periodo de violencia. Porque en la compensación, en la existencia de otras víctimas, no puede encontrarse la coartada perfecta para no abordar una revisión crítica de lo hecho y defendido. En ocasiones, el terrorismo de Estado se convierte así en una escapatoria evidente en la asunción de responsabilidades colectivas e individuales ante la historia de ETA.

Katrim Himmler decía que “escarbar en aspectos secundarios tenía a la postre su sentido, pues fue así como se resolvieron los cautiverios mentales”, y es que profundizar en lo que sucedió tras los disparos de ETA suele impactar. Porque en ocasiones solo hemos visto los grandes atentados, las víctimas más conocidas, pero tras los atentados hay tanta barbaridad, que merece la pena rescatarla como elemento pedagógico.

Sacar a la luz que dos personas de Portugalete murieron abrasados en un ataque a la Casa del Pueblo, nos hace ser conscientes de la magnitud de lo que nos ha sucedido. Porque buena parte de la sociedad, especialmente sectores de izquierdas, hemos tenido una falta de empatía aterradora con las víctimas del terrorismo de ETA.

No solo hubo silencio o ambigüedad, también hubo un entusiasmo por el asesinato que se expresaba de muchas formas y en muchos ámbitos, desde el champán hasta el “ETA mátalos” y eso ha formado parte de nuestro paisaje. Por eso ahora toca, aunque canse, consolidar el “nunca más”, especialmente centrado en la garantía de no repetición de ese discurso del desprecio que ha hecho que el discrepante haya sido objeto del odio. Es importante también lo que Reyes Mate llama proceso de rehumanización de quienes ejercieron la violencia.

Por eso, el documental Zubiak de Jon Sistiaga, es tan relevante en este itinerario de paz positiva al visibilizar la importancia de quienes se acogieron a la Vía Nanclares, porque pone en valor muchas cosas, entre otras, el nuevo papel que un victimario puede jugar en su comunidad como agente defensor de los derechos humanos, porque en su dolor, en su autocrítica, en el acercamiento al daño causado, aparece el ser humano, solo y frente a su pasado, sin más bandera, ni más épica, ni más recibimiento que ese.

Que no transcurra demasiado tiempo y que no se sobrescriban los recuerdos, es una responsabilidad de quienes hemos vivido en un tiempo en el que, a veces, nos despertábamos con la noticia fatal de la muerte. Habrá sin duda diferentes relatos, pero contemos al menos la verdad de lo sucedido, sin compensaciones, sin relatos auto justificatorios, sin despreciar a quien piensa diferente, porque la buena convivencia se construye con valores consistentes y universales.

Joseba Eceolaza miembro de Gogoan, por una Memoria Digna


 

Este artículo ha sido publicado en los principales periódicos de la Comunidad Autónoma Vasca y Comunidad Foral Navarra.

20 de octubre: fin de 50 años de violencia y dolor

22 lunes Oct 2018

Posted by gogoanmemoria in Reflexiones

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20 de octubre de 2011, ética, ética social, convivencia, daño injusto causado, El Correo, empatía, ETA, Fabián Laespada Martínez, facilitadores, fin de ETA, Gesto por la Paz, Isabel Urkijo Azkarate, izquierda abertzale, Jesús Herrero Arranz, Las paradojas del final, manifestación, Memoria, miedo, política vasca, pre-partidista, prejuicios, pres@s, reparación, revisión crítica, revista GALDE, SARE, solidaridad, terrorismo, vía Nanclares, Víctimas, victimizar, violencia

Como ya comentamos en su día, la fecha clave del fin de ETA, que fue el fin de 50 de años de violencia y dolor, fue el 20 de octubre de 2011. En torno a esta fecha, este año, se han escrito algunos artículos de opinión que consideramos que pueden ser del interés de nuestr@s seguidores. Por lo tanto, os los dejamos aquí para que los podáis leer con detenimiento.


«Las paradojas del final» de Jesús Herrero Arranz, publicado en la revista Galde (septiembre, 2018). Un fino análisis de la escenificación utilizada por ETA, del papel de los autodenominados «facilitadores«, de la evolución del lenguaje de la izquierda abertzale, el camino que aún queda por recorrer, etc. para terminar con una mirada crítica sobre las interpretaciones que se están realizando sobre la aportación de Gesto por la Paz.

Algunos análisis actuales intentar reducir únicamente a Gesto por la Paz al plano de la ética, obviando sus aportaciones a la política pre-partidista, para diferenciarlo de otras organizaciones con otras aproximaciones ante el problema de la violencia. Estas y otras muchas cuestiones son las que tienen que ser analizadas con rigurosidad para construir y reivindicar la memoria de lo que nunca debió comenzar.

 


«Anomalías» de Fabián Laespada Martínez, publicado en El Correo (19 de octubre de 2018). Aborda lo que considera que es importante para avanzar: el reconocimiento de los errores cometidos como lo han hecho los pres@s de la llamada ‘Vía Nanclares‘. Y, en relación a la manifestación convocada por Sare, denuncia la doble moral que se tiene al juzgar unos delitos y otros, la exigencia de puesta en libertad a los pres@s y nula exigencia a estos sobre una revisión crítica de su pasado…

 

La cuestión es que convocan la enésima manifestación en favor de las presas y presos asesinos. La gente que piensa acudir ¿no tiene ninguna exigencia hacia los reclusos? ¿No les pueden sugerir que para cerrar heridas lo ideal es empezar a recorrer un itinerario de convivencia que supone pedir perdón por las atrocidades cometidas, intentar reparar, en alguna medida siquiera, los daños infligidos y contribuir en el esclarecimiento de los delitos no resueltos?

 


«Mientras alguien las recuerde, estarán entre nosotr@s» de Isabel Urkijo Azkarate, publicado en El Correo (20 de octubre de 2018). A partir de la finalización del ciclo de violencia y dolor que durante 50 años protagonizó la vida social y politica vasca, señala lo que queda avanzar en la reconstrucción de la convivencia. Antes de nada, tener muy presentes los errores que cometió toda la sociedad con las víctimas del terrorismo y de la violencia.

…aportar aquello que esté en nuestras manos para mitigar el dolor que aún perdura en las víctimas. Y lo hacemos, desde el convencimiento de que tenemos una deuda pendiente, una responsabilidad hacia ellas porque las víctimas fueron quienes recibieron la bala que la violencia y el terrorismo disparaban contra toda la sociedad a la que pretendían someter. No lo entendimos así. Incluso, les dimos la espalda y, de esta manera, las volvimos a victimizar. Esto, como sociedad, no lo podemos olvidar porque corremos el riesgo de volver a repetir las mismas ignominias. Es más, debemos tenerlo muy presente para desarrollar una ética social más sana que nos convierta a cada persona en seres resistentes al miedo y a los prejuicios, en defensores de la justicia y en convencidos practicantes de la empatía y la solidaridad. Solo si aprendemos de nuestros errores, podremos salvar la indignidad que la sociedad, salvo honrosas excepciones, manifestó con las víctimas del terrorismo y de la violencia.

 


 

Es posible que os hayáis sentido identificados con las palabras de Jesús Herrero Arranz, Fabián Laespada Martínez e Isabel Urkijo Azkarate. Si es así o si por el contrario discrepais, podéis dejar vuestros comentarios en el blog para compartirlos con el resto de seguidores. Muchas gracias.

 

 

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