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Gogoan-por una memoria digna

~ Por una memoria digna como derecho de las víctimas y de la sociedad vasca en general. Una memoria que deslegitime la violencia y que sea pedagógica para prevenir situaciones como las vividas en Euskal Herria los últimos 50 años.

Gogoan-por una memoria digna

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Txiki y Otaegi: Por una memoria deslegitimadora de la violencia

05 domingo Oct 2025

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derechos humanos, deslegitimación de la violencia, Memoria

Maite Leanizbarrutia Biritxinaga. Miembro de Gogoan – Por una memoria digna

Publicado en periódicos del Grupo Noticias el 2.10.2025

Los orígenes de ETA hunden sus raíces en la dictadura de Franco. un régimen que violaba sistemáticamente los derechos humanos de la población. Se daba una situación de violencia estructural y de falta de libertades. De hecho, las condenas a muerte de Juan Paredes Manot “Txiki”, Angel Otaegi Etxeberria y de los miembros del FRAP Ramón García Sanz, Jose Luis Sánchez Bravo y José Humberto Baena Alonso fueron dictadas, sin ningún tipo de garantía, por consejos sumarísimos militares y ratificadas por el consejo de ministros del dictador Franco. No había un sistema político y judicial al que recurrir para denunciar arbitrariedades políticas, atropellos policiales o desmanes de todo tipo.

En este contexto hubo personas y organizaciones que decidieron tomar las armas para hacer frente a la dictadura, como es el caso de ETA. En 1968 asesinó al guardia civil José Antonio Pardines Arcay y ese fue su primer asesinato y el inicio de su actividad armada. Casi una década después se promulgó la Ley 46/1977, de 15 de octubre, que establecía la amnistía para todos los actos de intencionalidad política considerados delitos por la legislación, ejecutados hasta el 15 de junio de 1977, fecha en la que se celebraron las primeras elecciones democráticas tras cuarenta años de dictadura. Dicha ley también amnistiaba a las autoridades, funcionarios y agentes del orden que hubieran cometido delitos o faltas durante la persecución de actos políticos o hubieran violado los derechos de las personas.

Todo lo relacionado con los orígenes de ETA levanta aún hoy mucha controversia. Ya en octubre de 2010 en Gesto por la Paz abordamos el tema, y en nuestra revista “Bake Hitzak” recogimos los testimonios de siete hombres que vivieron en aquellos tiempos y que habían reflexionado al respecto; algunos de ellos incluso habían militado en ETA. Les planteamos una serie de preguntas como: “¿Algunos crímenes son justificados y otros no? ¿Fue útil el uso de la violencia en algún momento? ¿Realmente era imprescindible iniciar una guerra contra el Estado? ¿Es una espiral imposible de detener? ¿Cómo ha contribuido la sociedad que no apoya directamente a ETA a mantenerla?…”

El resultado fue que estas personas que nos dieron su opinión y otras más que hemos ido sondeando más recientemente, tenían opiniones diversas en relación con todas esas cuestiones que les planteamos, y en sus respuestas se daban muchas divergencias, matices y sobre todo algunos manifestaban y siguen manifestando grandes dudas.

Entre ellos sí había y hay unanimidad en la creencia de que el terrorismo no tiene ninguna cabida en democracia, y en el hecho de que fue la respuesta que ETA dio al régimen dictatorial de Franco lo que le proporcionó un prestigio sobre el que muchas personas han asentado su legitimidad incluso hasta el día de hoy. Pero no podemos obviar que estas personas se suelen aferrar a unos atentados muy concretos cometidos en aquella época franquista para reafirmar la legitimidad de ETA: aluden recurrentemente al asesinato del policía torturador Melitón Manzanas en 1968, y al de Luis Carrero Blanco en 1973, militar y presidente del Gobierno de España. Nunca hablan de la masacre de la cafetería Rolando, que también se perpetró en aquellos años, ni tampoco suelen mencionar que el 93% de las víctimas de ETA lo fueron en democracia.

Porque el terrorismo de ETA no se detuvo en los inicios de la transición democrática, sino que se incrementó. Ya en 1980, 33 miembros destacados de la cultura vasca de tendencias ideológicas diversas, preocupados por el incremento de la violencia, firmaron un manifiesto contra el terrorismo de ETA: “AÚN ESTAMOS A TIEMPO. GARAIZ GABILTZ”

El manifiesto tenía un valor ético importantísimo y entre otras cosas decía: “Pero no tenemos el menor reparo en afirmar que la violencia que ante todo nos preocupa es la que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles”.

Alertaba del peligro “de ser vilipendiados de forma sistemática” por el hecho de manifestarse en contra de ETA, reivindicaba los métodos racionales y pacíficos para buscar soluciones a los problemas y acababa proclamando que “a la hora de encaminarnos por las sendas de la libertad y la democracia, los vascos nos encontramos en la necesidad de denunciar una situación de la que no saldremos si no nos protegemos de nuestros «salvadores» y no logramos salvarnos de nuestros «protectores». Aún estamos a tiempo.”

Como recogía el “Manifiesto de los 33” ETA y su entorno político y social se autoproclamaron protectores del pueblo vasco; decían ser el “movimiento de liberación nacional vasco” y se arrogaron la representación de la voluntad de una sociedad plural. Pero conscientes de que las urnas no les daban el apoyo deseado, la izquierda abertzale no dudó en jugar con dos barajas: participaba a su manera en el juego institucional, y a su vez se apoyaba en ETA para imponer su proyecto totalitario y sectario. Al mismo tiempo ETA, para justificar su existencia, tuvo que encumbrar el papel de su violencia, minimizar y despreciar los logros democráticos y atemorizar a toda una sociedad.

Y consiguieron trasladar a la sociedad la idea de que ellos y ellas eran la vanguardia de las luchas políticas y sociales, y de que el uso de la violencia era legítimo mientras hubiera objetivos políticos y sociales por conseguir. Y se fue instalando la idea de que denunciar y renunciar a la violencia era renunciar y traicionar a las causas que decían defender; causas que no eran suyas, sino que lo eran -o no- de una pluralidad de personas y agentes de la sociedad, aunque su obsesión ha sido siempre apropiarse de las mismas.

En los años 1993 y 1994 Gesto por la Paz hizo una importante aportación que desmontaba la legitimidad del uso de la violencia para conseguir fines políticos: En su documento “Para Salir de la situación de violencia” recogía la “separación de conflictos”. Gesto por la Paz defendía que no era necesaria la vinculación entre la violencia y los conflictos políticos que se pueden dar en cualquier sociedad. El uso de la violencia sólo tenía cabida en el marco de un proyecto totalitario y absolutamente irrespetuoso con los derechos humanos. Gesto planteaba que la utilización de la violencia no estaba justificada desde ningún análisis político; por lo tanto, su ejercicio era consecuencia exclusivamente de la voluntad de quienes usaban la violencia. No existía una causa – efecto que la justificara.

Mezclar los diferentes conflictos que se pueden dar en cualquier sociedad –conflictos políticos, identitarios, laborales, medioambientales, etc- con el uso de la violencia ha sido una fatalidad, y frente a ella Gesto por la Paz defendía que el conflicto es consustancial al ser humano y a las sociedades y que la violencia no lo es, y que su uso no es inevitable; más bien todo lo contrario; hay que evitarla.

En consecuencia la historia de ETA ha sido un desastre total, y al señalar sus trágicas consecuencias siempre nos acordamos de las víctimas, porque han sido las que han sufrido en sus carnes el cruel zarpazo de una violencia que tenía como objetivo someter a toda una sociedad, pero el daño que ETA ha generado en nuestros valores y en nuestra convivencia no es menor. Y no podemos olvidarlo y seguir adelante como si nada hubiera pasado, porque está en juego nuestro futuro.

Por esa razón, después de que en octubre de 2011 ETA anunciara el cese definitivo de la violencia terrorista, en 2012 Gesto por la Paz, a modo de testamento, publicó el documento “Por una memoria básica deslegitimadora de la violencia”. De ese documento he extraído el siguiente extracto:

La violencia específica que se ha practicado en nuestra sociedad en las últimas décadas es la manifestación más extrema de la intolerancia. Su ejercicio ilegítimo constituye el acto de mayor injusticia que un ser humano puede cometer contra la integridad y la dignidad de otro ser humano.

La dolorosa existencia y práctica de la violencia de intencionalidad política en nuestra sociedad durante varias décadas obliga, en este momento, a establecer las bases de la memoria para deslegitimar esa violencia que hemos padecido, acompañar los recuerdos de las distintas víctimas y sustentar una convivencia futura enriquecedora.

En una sociedad tan diversa como la vasca, se puede dar una comunidad de memorias plurales sobre un pasado tan reciente, pero en todos los casos, en su base se deben asumir los criterios aglutinadores de reconocimiento fáctico y moral de lo ocurrido, de respeto a la dignidad de las víctimas y de deslegitimación de la violencia que las ha causado. La pluralidad de memorias se mostrará en los testimonios de las víctimas, en las interpretaciones de los medios de comunicación y de los historiadores, en las sensibilidades políticas y sociales… pero en ningún caso se puede aceptar como muestra de pluralidad la creación de memorias colectivas legitimadoras de la violencia o basadas en la épica de los logros de aquella. Resultaría éticamente inaceptable y dificultaría enormemente la convivencia futura.

Por todo ello, es muy necesario reconocer a Juan Paredes Manot “Txiki” y a Angel Otaegi Etxeberria como víctimas e integrar sus injustos y crueles fusilamientos en nuestra memoria, pero no se puede homenajear a una organización que asesina. Y es que tal y como recoge el documento “Por una memoria básica deslegitimadora de la violencia”, resultaría éticamente inaceptable y dificultaría enormemente la convivencia futura.

Txiki ETA Otaegi: Homenaje, memoria…

15 lunes Sep 2025

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derechos humanos, deslegitimación de la violencia, Memoria, Víctimas

La asociación “Gogoan, por una memoria digna” ha organizado para el miércoles, 24 de septiembre, una charla coloquio bajo el título “Txiki ETA Otaegi: Homenaje, memoria…” en la que participarán:

  • Jose Manuel Bujanda (compañero de Txiki en ETA)
  • Kepa Aulestia (analista político)
  • Maite Leanizbarrutia (Gogoan, por una memoria digna)

A punto de transcurrir 50 años desde los fusilamientos de los miembros de ETA político-militar Txiki y Otaegi dos meses antes de la muerte de Franco y ante los distintos enfoques para afrontar su aniversario, creemos que es necesario ofrecer a la sociedad una aportación desde el ámbito de la defensa de los derechos humanos y de una memoria deslegitimadora de la violencia.

Las condenas a muerte de Juan Paredes Manot “Txiki”, Angel Otaegi Etxeberria y de los miembros del FRAP Ramón García Sanz, Jose Luis Sánchez Bravo y José Humberto Baena Alonso fueron dictadas por consejos sumarísimos militares y ratificadas por el consejo de ministros del dictador Franco. Fueron las últimas ejecuciones del franquismo, injustas y trágicas, y provocaron una importante repulsa internacional. Más recientemente, en 2012 el Gobierno Vasco ha reconocido a Txiki y a Otaegi como víctimas.

Desde “Gogoan, por una memoria digna” defendemos el reconocimiento y la condición de víctimas de Txiki y de Otaegi, pero rechazamos que se use su memoria para legitimar a ETA.

Conscientes de que éste es un tema que aún genera debate y una especial controversia porque estos fusilamientos tuvieron lugar en los últimos coletazos de una dictadura represiva y negadora de los derechos humanos más básicos, queremos poner sobre la mesa temas como la legitimidad del uso de la violencia en la dictadura y en la democracia, la posición de la mayoría de las fuerzas antifranquistas que no hicieron uso de la violencia o el constante y permanente impulso por parte de la izquierda abertzale de legitimar toda la trayectoria de ETA (un 93% de sus víctimas tras la Ley de Amnistía de 1977) con el homenaje a Txiki y a Otaegi.

La charla-coloquio tendrá lugar el día 24 de septiembre, miércoles, a las 18:30 horas en la sala de Juntas de Bizkaia (calle Hurtado de Amezaga, 6, Bilbao).

ETXERA ¿RESPETO A LOS DERECHOS O REIVINDICACIONES POLÍTICAS?

12 martes Ago 2025

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derechos humanos, etxera, presos

Txema Urkijo. Miembro de Gogoan – Por una memoria digna

Para evitar despistarnos con debates de tiempos pasados, diremos que, al menos en la última década, la situación de los presos de ETA se ajusta y respeta el marco legal vigente. No porque lo diga yo, claro está, sino porque así lo corroboran las resoluciones judiciales recaídas cuando una (Fiscalía) u otra parte (las defensas de los internos) han acudido a la vía judicial al entender que se vulneraba en algún extremo la legislación vigente.

En unas ocasiones, los tribunales han rechazado las peticiones planteadas y, en otras, las han aceptado, pero el resultado final solo se puede entender como una confirmación o restauración de la legalidad. El frecuente recurso a los tribunales europeos no ha modificado, sino al contrario, en lo sustancial esta valoración.

Una consecuencia de esta afirmación es que carece de fundamento una reivindicación de respeto de los derechos de las personas pertenecientes en su día a ETA que cumplen actualmente condena por delitos de terrorismo. Al menos, de fundamento jurídico.

Sí parece que pueda tener sentido lo que más probablemente constituya la auténtica pretensión de quienes aprovechan las aglomeraciones festivas del estío para hacer oír su voz con el eslogan “ETXERA”, que no es otra que modificar la actual legislación penitenciaria, para conseguir un trato similar al de los presos llamados comunes.

Reivindicar derechos cuando, en realidad, se defienden objetivos de política legislativa, tal vez no sea una triquiñuela (cada uno que piense lo que quiera), pero sí induce a la confusión. Mucha gente de buena fe no tolera una vulneración de derechos. Negar a las personas presas lo que por ley les corresponde no es aceptable para cualquier defensor de los derechos humanos. Pero si se respeta la ley, el marco constitucional y el de derechos humanos a nivel internacional, tal vez no se sienta impulsado a suscribir ninguna reivindicación tendente a modificar una norma con el único objetivo real de que sujetos que han cometido graves delitos terroristas regresen antes a CASA.

A esta consideración debe añadirse otra no menor. Valorando como legítima – faltaría más – la pretensión de modificar la normativa penitenciaria para suavizar los requisitos de acceso al tercer grado y la libertad condicional, evitando con ello las interpretaciones excesivamente rigoristas de la fiscalía de la Audiencia Nacional y de la propia sala, su síntesis en la expresión ETXERA contiene una connotación especialmente significativa.

La eliminación de la excepcionalidad en la normativa penitenciaria aplicable a las personas de ETA que cumplen condena puede ser un objetivo de justicia material que se concentra en la aplicación equitativa de la ley, en el acto de su aplicación en sí mismo.

Sin embargo, en la formulación que, como hemos señalado, sintetiza esta reivindicación, “ETXERA”, hay un indudable y entrañable aroma de cariño, dulzura, calor, paz… Una referencia de enorme simbolismo, la casa. Son connotaciones que exceden el ámbito de la estricta búsqueda de una opción justa en la aplicación de una ley, para desplazarla a sus consecuencias, aquellas que visualizan mejor el objetivo político perseguido. Es la recompensa merecida, el reconocimiento, el tributo.

No seré yo quien juzgue estas legítimas motivaciones si se mueven en el terreno de lo personal o, al menos, de lo privado. Pero, resultando tan evidentes, no puede sorprender a nadie que haya una parte de la ciudadanía de este país (lástima que, como siempre, tan minoritaria) que eleve su enérgica protesta cuando se traslada al ámbito público.

El error – y esto lo comparto con SARE – es acudir a ese concepto tan escurridizo de la humillación de las víctimas. Pues no. Es comprensible que a las víctimas les pueda doler y molestar, pero esto no va de asuntos privados y esferas particulares, sino de ética pública y de defensa de un concepto de valores de ciudadanía. Sencillamente es éticamente intolerable (ojalá lo fuera también políticamente) que continúen las exhibiciones de apoyo, enaltecimiento, condescendencia y comprensión hacia quienes, habiendo provocado tanto dolor y sufrimiento a la sociedad y habiendo perturbado en tal grado la convivencia de este país, no han mostrado hasta la fecha el más mínimo signo de contrición.

Porque también a la ética pública (además de a la legislación penitenciaria) corresponde dar un trato diferente, mejor, a la persona delincuente que ha sido capaz de realizar un recorrido de reflexión personal autocrítica, asumiendo su responsabilidad en el daño ocasionado y reconocido como injusto.

Y, honestamente, no hay ni un gramo de intencionalidad política en estas líneas.

 

 

Poner el foco en ellas

20 lunes Ene 2025

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derechos humanos, deslegitimación de la violencia, Víctimas

Maite Leanizbarrutia. Miembro de Gogoan-Por una memoria digna

Publicado el 20/01/2025 en Deia, Noticias de Gipuzkoa y Noticias de Álava.

El viernes día 10 de enero me acerqué a la Parroquia de San Joaquín y Santa Ana del barrio gasteiztarra de Salburua a escuchar a Sara Buesa. Desde el Centro Pastoral Berri Ona de la Diócesis de Vitoria habían organizado un café-tertulia y pidieron a Sara que preparara una intervención que se ajustara al lema “El perdón, peregrinaje interior que transforma y trasciende”.

Llegué con la necesidad de escuchar a la hija pequeña de Fernando Buesa Blanco, político socialista asesinado por ETA un 22 de febrero de hace 25 años junto a su escolta Jorge Díez Elorza, y es que tras haber vivido un par de semanas bajo la pesada niebla de otra campaña más en favor de la excarcelación de los presos y presas de ETA, me sentía afectada y desilusionada. Por enésima vez se referían a estos penados como presos políticos, evitaban hablar de los graves delitos que cometieron o del terrorismo que ha atenazado a esta sociedad durante décadas; otra campaña sin un gramo de empatía hacia unas víctimas fatalmente unidas a presos y presas presentados única y exclusivamente como seres sufrientes –casi ángeles-, siempre víctimas.

Ya había tenido la oportunidad de escuchar a Sara en otras ocasiones y sabía que sus palabras iban a ser un bálsamo y el contrapunto a todo lo que se cocía alrededor de una manifestación presentada como humanitaria pero carente de humanidad. Y es que su discurso, además de ser profundamente humano y éticamente impecable, es de una generosidad extraordinaria, a la par que brillante. En ella se cumple plenamente aquello de que las flores más hermosas crecen en los lodazales. Paradójicamente, del oscuro lodazal de la violencia de raíces políticas que hemos sufrido durante décadas en Euskal Herria han surgido muchas víctimas que pueden ser consideradas como lo mejor de nuestra sociedad. Personas que a pesar de haber sido la diana de una violencia descarnada y radicalmente injusta, han sacado lo mejor de sí mismas y nos lo han regalado para impulsar los valores contrarios a los que durante décadas han promovido ETA y su entorno político y social.

Víctimas a las que no solo les han arrebatado a sus seres queridos; algunas han vivido bajo la amenaza de ETA desde mucho antes de que ésta cometiera el fatal asesinato, otras han sufrido la soledad, el aislamiento y el desprecio, también el destierro o el no reconocimiento de la injusticia de la que han sido objeto. No obstante, más de una transformó su dolor y su pena en energía para por ejemplo salir a la calle a denunciar todos los terrorismos y vulneraciones graves de derechos humanos relacionadas con la violencia de raíces políticas de nuestro pueblo, o se han implicado en ayudar a otras víctimas que han pasado por lo mismo que ellas; las hay que activamente reclaman para las víctimas de otras violencias lo mismo que piden para ellas mismas; otras que han impulsado la justicia restaurativa; las que han pedido el acercamiento de los presos de ETA o han denunciando enérgicamente la tortura. Víctimas que han luchado y siguen luchando por la paz, la deslegitimación de la violencia y la convivencia. Víctimas que son luz.

Otras muchas son personas normales y corrientes, como la mayoría de nosotros, personas de muy diferentes condiciones e ideologías. Ninguna escogió ser víctima y todas merecen ser respetadas, escuchadas, arropadas, reconocidas, sanadas y reparadas. Si nadie debiera dirigirse a otro ser humano con saña y odio, menos aún debería ensañarse con las víctimas por el hecho de serlo y por el hecho de que emitan sus opiniones personales o tengan una ideología concreta. La opinión de la víctima no vale más que la de cualquier otro ciudadano, incluso puede ser equivocada, pero el respeto, el reconocimiento y la empatía debería modular la manera de dirigirnos a ellas.

Además, yo reivindico la transversalidad de las víctimas como herramienta reparadora para ellas y para todos nosotros. Pido que se les tenga en cuenta en los distintos ámbitos de nuestra sociedad; primeramente porque se lo debemos, y segundo, porque conocer y reconocer a las víctimas nos ayuda a reflexionar sobre la violencia y nos lleva necesariamente a repudiarla. De la misma manera que la igualdad entre hombres y mujeres es un criterio transversal que vamos interiorizando individual y colectivamente, todas las iniciativas sociales y políticas deberían pasar por el filtro del respeto a las víctimas y de la deslegitimación de la violencia, hasta que consigamos una mínima regeneración de tantos valores deteriorados. Y cuando hablo de víctimas me refiero a todas: tanto las de ETA, como las del GAL u otros terrorismos y torturas.

Y es que es imprescindible tomar una postura activa y afrontar las consecuencias de la violencia. Llevamos a nuestras espaldas décadas en las que hemos convivido a diario con asesinatos, secuestros, torturas, amenazas, persecución y extorsión. Queremos creer que todo eso está superado, que no nos afecta, pero no es así, la violencia ha dejado su huella siniestra y aún hay mucha gente que sigue legitimando su uso ante la pasividad de muchos otros. No hay más que ver cómo amplios sectores de la sociedad callan o se muestran indiferentes ante el hecho de que algunos sigan movilizando a la ciudadanía para reclamar los derechos de los victimarios sin haber reparado mínimamente en las víctimas. Esto es solo un síntoma del descalabro ético y moral que hemos padecido y seguimos arrastrando.

Es lo que tiene poner el foco únicamente en el victimario; desde el entorno de la izquierda abertzale lo hacen exclusivamente con los presos de ETA que no están por la labor de hacer una revisión crítica de su pasado, con aquellos que siguen legitimando que toda aquella sangría que cometieron fue legítima. Sería un escándalo organizar una manifestación de carácter festivo y de lucimiento del personal asistente para reivindicar cualquier derecho de un violador, de un pederasta, de un asesino machista o en serie, sin haber condenado previamente sus fechorías y sin haber haber mostrado un mínimo de solidaridad con sus víctimas.

En una sociedad sana el foco se debe poner en la víctima -sin renunciar a reivindicar los legítimos derechos de los victimarios, por supuesto-. Poner el foco en las víctimas es ponerlas en el lugar que les corresponde, visibilizarlas. Eso dejaría al victimario en la penumbra, porque su delito no es algo que haya que exhibir ni reivindicar. Reivindicar a la víctima significa apuntalar los valores de la sociedad, reivindicar al victimario significa lo contrario.

Hay que abordar todos estos temas con determinación y valentía. Por eso son tan importantes los encuentros como el que se organizó desde Berri Ona, porque nos hacen reflexionar sobre el pasado y analizar lo que pasó, nos interpelan y nos invitan a mejorar y a actuar. Acabo este escrito con la pregunta que me surgió tras escuchar las palabras de Sara Buesa. A mí me reconforta saber que una víctima no siente odio, que está en paz o que incluso ha perdonado, pero ¿qué he aportado yo o qué estoy dispuesta a aportar para allanar el camino de cara a que esas víctimas puedan llegar a sanar sus heridas? ¿Qué estás dispuesto o dispuesta a aportar tú?

Un libro y una serie a propósito de una desaparición forzada en el marco del conflicto violento norirlandés

06 lunes Ene 2025

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derechos humanos, Irlanda, terrorismo, Víctimas

Jon Arrizabalaga

Patrick Radden Keefe, No digas nada. Una historia real de crimen y memoria en Irlanda del Norte, Reservoir Books, 2020 (versión original inglesa: Say Nothing. A true History of murder and memory in Nortern-Ireland, HarperCollins, 2018). Mejor libro del año 2019 según The New York Times, The Washington Post, The Times y Time Magazine.

Joshua Zerumer et al. (dirección), No digas nada / Say Nothing. Coproducción Estados Unidos – Irlanda. Thriller | Basado en hechos reales. Terrorismo. IRA. Años 70. Años 80. Años 90. Miniserie de TV (2024). 9 episodios de 45 minutos. Distribuidora: Disney+

De naturaleza nacionalista interétnica y con origen en el proceso de descolonización del Imperio británico, el conflicto violento norirlandés enfrentó, a partir de finales de la década de 1960, a los unionistas de Irlanda del Norte, protestantes descendientes de la colonización británica del Ulster en el siglo XVII y partidarios de continuar formando parte del Reino Unido, con los republicanos irlandeses, en su mayoría católicos y partidarios de integrarse políticamente en la República de Irlanda. Ambos bandos recurrieron a las armas, y este territorio se hundió en una espiral de violencia que causó casi 4.000 muertos y más de 47.000 heridos, la mayoría de ellos jóvenes, a lo largo de tres décadas (1968-1998). En 2011, la Comisión de Víctimas estimó que el conflicto había causado unas 500.000 víctimas solo en Irlanda del Norte, entendiendo por tales las directamente afectadas por “duelos”, “lesiones físicas” o “traumas”.

El ciclo violento, conocido como la época de “los Problemas” (The Troubles), se abrió el 8 de octubre de 1968, cuando la policía de la RUC (Royal Ulster Constabulary) reprimió brutalmente en Londonderry una manifestación en defensa de los derechos civiles de la minoría católica norirlandesa. El recrudecimiento y extensión de la violencia a Belfast, la capital, llevó al despliegue y ocupación de la provincia por el ejército británico durante 38 años (hasta 2007), por más que la espiral violenta se cerrara nueve años antes, con la firma del Acuerdo de Viernes Santo el 10 de abril de 1998, que sentó las bases de un nuevo gobierno basado en un poder compartido entre protestantes y católicos. Desde entonces, la violencia decreció ostensiblemente hasta volverse residual aunque a día de hoy no haya desaparecido del todo y las heridas sigan abiertas.

No digas nada es un trepidante reportaje de investigación, en la mejor tradición del periodismo narrativo y la no ficción literaria, del periodista estadounidense Patrick Radden Keefe (1976-) sobre el conflicto violento norirlandés cuyas dimensiones morales y humanas se sondean. Arrancó de su detectivesca indagación de un crimen no resuelto: la desaparición de Jean McConville, una joven viuda de 38 años y madre con diez hijos (de entre 6 y 16 años) a su cargo, que vivía de subsidios sociales en un bloque de apartamentos de protección oficial en la parte occidental de Belfast que se había convertido en el bastión de la resistencia armada protagonizada por el IRA Provisional, fundado en 1969 y que anunció el cese definitivo de su actividad armada en 2005. Acusada en el entorno republicano irlandés, de colaboracionista con los británicos, fue secuestrada en su propia casa en diciembre de 1972 y nunca más vista con vida. Sus restos mortales se encontraron fortuitamente en una playa solitaria de la República de Irlanda cuarenta años después (2003). En 1999, en el marco de los acuerdos de paz, el IRA reconoció finalmente haber matado y enterrado en secreto a Jean y otros trece de los diecisiete norirlandeses desaparecidos en los años 70 y 80, todos ellos católicos (salvo un militar británico) y varones (salvo Jean). Hasta 2022 se habían localizado los restos de trece de ellos, doce a manos del IRA y uno del INLA, un grupo disidente suyo.

Keefe se decidió a escribir sobre el caso de Jean McConville tras leer en The New York Times el obituario de Dolours Price  (1951-2013), antigua miembro del IRA Provisional que, según reconocía en una entrevista cuya grabación se custodiaba en una biblioteca universitaria de Boston, especializada en temas irlandeses y americano-irlandeses, a comienzos de los años setenta había formado parte, junto a su hermana pequeña Marian Price (1954-), Brendan Hughes (1948-2008), Pat McClure (muerto en 1986) y otros, de los Desconocidos, un grupo de elite de la banda encargado de actividades secretas que, bajo las órdenes de Gerry Adams (1948-), muchos años después destacado protagonista del Acuerdo de Viernes Santo, había transportado a la República de Irlanda hasta el lugar convenido para su ejecución, a Jean McConville y otros civiles católicos represaliados por los Provos. Previamente, Dolours y Marian, que habían crecido en el seno de una familia activamente vinculada al IRA, habían participado en enero de 1969 en una marcha pacifista por los derechos civiles de los católicos norirlandeses, salvajemente atacada por un grupo de 300 lealistas civiles y 100 miembros de los servicios secretos de la policía del Ulster, actuando por su cuenta.

Las cintas grabadas de la entrevista con Dolours Price formaban parte del Proyecto Belfast de historia oral, un archivo secreto alojado en la biblioteca John J. Burns del Boston College de Massachusetts, que contenían grabaciones de entrevistas a más de cuarenta protagonistas de ambos bandos sectarios del conflicto norirlandés, efectuadas entre los años 2000 y 2006. Aunque estas entrevistas se habían hecho con el propósito de servir de fuente a futuros historiadores y desde el compromiso de solo hacerse públicas tras la muerte de los participantes, la revelación de algunos detalles relacionados precisamente con el asesinato de Jean McConville, hizo que las autoridades británicas reclamaran las grabaciones y acabaran ganando el pleito judicial por hacerse con ellas y desvelar su contenido.

No digas nada es el resultado de una ardua y minuciosa indagación de Patrick Radden Keefe, basada en cuatro años de investigación, siete viajes a Irlanda del Norte, entrevistas a más de cien individuos (en muchos casos testimonios inéditos), y un sinfín de fuentes hemerográficas, sobre las ramificaciones del caso de Jean McConville. Keefe nos ofrece una crónica vibrante y completa del conflicto norirlandés a partir de la reconstrucción a través de los testimonios de los protagonistas y sus entornos. Se dibuja la figura y vicisitudes de Jean McConville; se muestran las traumáticas experiencias vitales de sus hijos que, tras quedarse huérfanos, vivieron hasta su edad adulta internados en oscuras instituciones católicas norirlandesas; y se describen las trayectorias vitales y dispar evolución ideológica de los miembros del IRA implicados en el secuestro y ejecución de Jean McConville, sobre todo Dolours y Marian Price, Brendan Hughes y Gerry Adams. En las páginas de la obra, Keefe transita desde el movimiento por los derechos civiles y el giro hacia la violencia a finales de la década de 1960, hasta la batalla posterior al conflicto por conocer las circunstancias del asesinato de Jean McConville y de otros crímenes del IRA, los lealistas norirlandeses y el Ejército británico, pasando por las campañas de bombas de los Provos, la huelga de hambre de Dolours y Marian Price en 1974 y las más conocidas de presos de la banda durante el bienio 1980-1981, que acabaron con la muerte de diez de ellos y marcaron un punto de inflexión en el conflicto, el largo proceso de paz norirlandés y la oposición al mismo en el seno del movimiento republicano y, finalmente, los esfuerzos desde el Proyecto Belfast por investigar numerosos entresijos del conflicto.

No digas nada es una obra entre la historia, la política y la biografía cuyo título hace honor al código de silencio (omertà) en relación al conflicto norirlandés no del todo disipado ni siquiera a día de hoy. En efecto, tal como su propio autor ha reconocido, “fueron muchas las personas que declinaron hablar conmigo, o que accedieron y una vez puestos se echaron atrás. Parecerá extraño que acontecimientos de hace casi medio siglo pudieran provocar tanto temor y tanta angustia, pero en Belfast, como espero que deje claro este libro, la historia está viva y es peligrosa”.

Producida por el propio Keefe, se ha estrenado en 2024, con muy buena acogida de la crítica, una miniserie de 9 episodios, que pone su foco sobre todo en los victimarios del IRA para mostrar “los extremos a los que puede llegar alguna gente por sus creencias y cómo una sociedad que se dividió tanto puede convertirse de golpe en un conflicto armado, la enorme sombra de violencia radical para los afectados y los costes emocionales y psicológicos de un código de silencio” (Filmaffinity). Solo en los tres últimos capítulos de la serie se pone, siquiera parcialmente, foco sobre las víctimas, lo que ha llevado a una crítica de series televisivas de The Guardian, a calificar el relato de “cautivador pero gravemente imperfecto del conflicto norirlandés​​​​​” por mostrar “demasiada simpatía hacia sus protagonistas” y no abordar “con suficiente dureza el sufrimiento infligido por ellas”.

Siento no compartir tan severo juicio. A mi parecer, la serie ofrece, desde las exigencias del formato audio-visual, un relato complementario al del libro, que muestra, utilizando como principal hilo conductor la confesión de Dolours Price ante el entrevistador del Proyecto Belfast, el sinsentido de la lucha armada y los efectos devastadores no solo entre las víctimas sino también entre sus victimarios, de una espiral de violencia infernal durante tres interminables décadas. Los episodios finales de la serie relatan desde el ángulo del IRA, la concurrencia del Sinn Fein a las elecciones británicas de 1983 como parte de una nueva estrategia político-militar y las conversaciones de paz con el gobierno británico y otros actores, que abocaron en el Acuerdo de Viernes Santo de 1998. Gerry Adams, protagonista estelar de todo ello, se ve forzado a afrontar entonces, por una parte, una notoria disidencia interna por el nuevo rumbo político y final renuncia de los Provos a la violencia como parte de su estrategia política; y por otra, el creciente clamor de las víctimas, focalizadas en las demandas de Helen y demás hijos de Joan McConville, de que se esclarezca la desaparición de su madre, se revele el lugar donde estaba enterrada y se actúe penalmente contra Gerry Adams.

Para entonces, la presunta responsabilidad de Adams en esta y otras desapariciones forzosas había pasado de rumor a clamor, tras haberse hecho públicos los testimonios grabados de Brendan Hugues y Dolours Price, relatando sus propias actuaciones en estos y otros crímenes como destacados miembros de los Desconocidos, el grupo de “operaciones especiales” del IRA Provisional, y siempre a las órdenes de Gerry Adams como máximo responsable político. La serie dibuja el perfil de un Adams carismático, frío y calculador que, ante la perplejidad de propios y ajenos, niega hasta la saciedad su pertenencia al IRA y cualquier responsabilidad en sus crímenes. Adams acabaría siendo exonerado en términos penales, quizás más por su destacado papel en el proceso de paz y la fragilidad de este, que por la alegada insuficiencia de las pruebas incriminatorias contra él.

No puedo cerrar mi reseña de esta obra sobre el conflicto violento norirlandés –espejo en el que el mundo abertzale radical sigue mirándose– sin una consideración final en referencia al vasco. No digas nada ha puesto el foco, a partir del caso de Jean McConville, en las desapariciones forzadas, un crimen particularmente repugnante y atroz siempre. Entre los crímenes sin resolver relacionados con los años de plomo en el País Vasco-Navarro sigue habiendo siete desaparecidos cuyas familias siguen reivindicando el derecho a la verdad y a conocer el paradero de sus cuerpos: José Humberto Fouz Escobero, Jorge Juan García Carneiro y Fernando Quiroga Veiga, tres jóvenes coruñeses, residentes en Irún, que desaparecieron entre Biarritz y San Juan de Luz el 24 de marzo de 1973, presuntamente a manos de ETA al ser confundidos con policías; el dirigente de ETApm Eduardo Moreno Bergaretxe “Pertur” cuya desaparición en Behobia desde el 23 de julio de 1976 se ha atribuido, entre otros, a los Komando Bereziak de ETA y a mercenarios neofascistas italianos por encargo de un sector ultra de la policía española; Tomás Hernández, refugiado anarquista desde la Guerra Civil, desaparecido en Hendaya el 15 de mayo de 1979 probablemente a manos de mercenarios neofascistas italianos; el miembro de los Comandos Autónomos Anticapitalistas José Miguel Etxeberria Álvarez “Naparra”, cuya desaparición forzosa sin dejar rastro el 11 de junio de 1980 encontrándose su coche abandonado en Ciboure se ha atribuido a ETAm y a la organización parapolicial Batallón Vasco Español (BVE); y Jean-Louis Larre “Popo”, militante de Iparretarrak desaparecido el 7 de agosto del año 1983 en las inmediaciones del camping de Léon (Landas).

A día de hoy, las personas allegadas a estos y tantos otros desaparecidos en conflictos violentos pasados y presentes a lo ancho del planeta –lo hemos visto con las víctimas de la última dictadura militar argentina y, tristemente, seguimos viéndolo con las de la Guerra Civil española– viven atrapadas en el drama de la incertidumbre por lo que pudo pasarles y la cruel espera por encontrar sus restos para así poder cerrar definitivamente el duelo de su pérdida. Pero tampoco está de más recordar que, conforme a la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas, de las Naciones Unidas (Nueva York, 20 de diciembre de 2006), ratificada por España en 2011, (1) la “desaparición forzada” es un delito de “extrema gravedad”; (2) toda persona tiene derecho a no ser sometida a una desaparición forzada y toda víctima tiene derecho a la verdad, la justicia y la reparación; y (3) la “práctica generalizada o sistemática de la desaparición forzada constituye un crimen de lesa humanidad tal como está definido en el derecho internacional aplicable”.

‘GESTO’ seleccionado para el Festival de Cine de Derechos Humanos de Nueva York

07 sábado Dic 2024

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'Gesto', derechos humanos, Gesto por la Paz

El documental ‘GESTO’  ha sido seleccionado para la Sección Oficial del Festival de Cine de Derechos Humanos de Nueva York y se proyectará en la sede del Festival en Barcelona, en el Cinema Maldà, el próximo miércoles 11 de diciembre a las 14h.

‘GESTO’ es un documental producido por Gogoan, por una memoria digna y Humanistic, dirigido por Xuban Intxausti, con música original de Fernando Velázquez. Fue estrenado en la 70ª Edición del Zinemaldia – Festival de Cine de San Sebastián.

‘GESTO’ es un trazo de la memoria de la ciudadanía que se manifestó en contra de la violencia en Euskal Herria, a través de la historia de los 28 años de andadura de Gesto por la Paz. Es un viaje, a través de imágenes del pasado y del testimonio de sus protagonistas, que invita a descubrir sus acciones y sus principios éticos y cómo muchos de ellos continúan vigentes hoy en día. El documental quiere ser un elemento de memoria que ponga en valor la respuesta de la ciudadanía que, a través del cauce de expresión que fue Gesto por la Paz, se manifestó de forma pacífica en contra de la violencia y que defendió el respeto de los Derechos Humanos de todas las personas.

En este sentido, esta emisión coincide con una fecha muy significativa, el 10 de diciembre es Día de los Derechos Humanos, que conmemora la Declaración Universal de los Derechos Humanos por parte de la ONU. Alrededor de esta efemérides también se proyectará el documental ‘GESTO’ en estos lugares:

  • Gernika, miércoles 11 diciembre las 19:00 en Elai Alai Aretoa. En el coloquio posterior participarán Itziar Aspuru y Galo Bilbao. Organiza: Gogoan y Unidad Pastoral de Gernikaldea.
  • Tolosa, miércoles 11 diciembre a las 19:30 en Leidor Zinema. En el coloquio posterior participarán Xuban Intxausti y Maite Leanizbarrutia. Organiza: Comisión de convivencia de Tolosa.

 

Prentsa oharra: 

‘GESTO’ aukeratu dute NewYorkeko Giza Eskubideen Zinema-Jaialdirako

 ‘GESTO’ dokumentala New Yorkeko Giza Eskubideen Zinema-Jaialdiko Sail Ofizialerako aukeratu dute, eta Festibalak Bartzelonan duen egoitzan proiektatuko da datorren asteazkenean, abenduak 11, arratsaldeko ordu bietan, Malda zinema-aretoan.

‘GESTO’ Gogoan, por una memoria digna eta Humanistic-en ekimena da. Xuban Intxaustik zuzendu du eta Fernando Velazquezek jarri dio musika. Horretaz gain, Donostiako Zinemaldiko 70. edizioan estreinatu zen.

‘GESTO’ Euskal Herrian indarkeriaren aurka nabarmendu ziren herritarren memoriaren trazu bat da, Gesto por la Paz – Bakearen Aldeko Koordinakundearen 28 Urteko ibilbidean zehar. Bidaia bat da iraganeko irudien eta protagonisten lekukotasunen barrena.

Dokumentalak herritar horien ekintzak eta oinarri etikoak ezagutzera gonbidatzen du ikuslea; gaur egun indarrean dirauten oinarri etikoak gehienak. Memoria egiteko baliabidea izan nahi du herritarrek eman zuten erantzuna balioan jartze aldera. Izan ere, Gesto – Bakearen Aldeko Koordinakundea adierazpidea izan zen herritarrentzat, indarkeriaren aurka modu baketsuan nabarmentzeko eta gizaki guztien Giza Eskubideak defendatzeko.

Emanaldia data esanguratsuan programatu dute, Nben Giza Eskubideen Deklarazio Unibertsala ospatzeko aukeratutako Nazioarteko Egunaren biharamonean.

Halaber, efemeride hau aprobetxatuz, ‘GESTO’ beste bi tokitan proiektatuko da:

  • Gernikan, abenduaren 11an, asteazkena, 19:etan, Elai Alai aretoan. Ondoren solasaldi bat egongo da eta bertan Itziar Aspuruk eta Galo Bilbaok parte hartuko dute. Gogoanek eta Gernikaldeko Pastoral Barrutiak antolatu dute.
  • Tolosan, abenduak 11an, 19:30etan, Leidor zinema-aretoan. Ondoren solasaldi bat egongo da Xuban Intxausti eta Maite Leanizbarrutiarekin. Tolosako Bizikidetza Batzordeak antolatu du.

Los héroes del silencio

11 lunes Sep 2023

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'Gesto', 20 de octubre de 2011, Alianza Popular, Ayuntamiento de Ordizia, convivencia, democracia, derechos humanos, ETA, Fraga, Gesto por la Paz, héroes del silencio, Jose Antonio Urrutikoetxea, Josu 'ternera', Manuel Fraga Iribarne, Montejurra 1976, Partido Popular, respeto, sucesor del 3 de marzo, víctimas del terrorismo, Vitoria 3 de marzo, Xuban Intxausti

Estamos viviendo un momento en la historia de nuestro país en el que muchas personas pueden tener la sensación de que quienes jalearon y practicaron la violencia están ocupando un protagonismo político y mediático quizás excesivo teniendo en cuenta que dentro de ese mundo, las voces críticas hacia el uso de dicha violencia han sido minúsculas, por no decir prácticamente nulas. Es una pena que desaprovechen la oportunidad que tienen de realizar una revisión crítica de aquello que, gracias a un trabajo de hormiga desarrollado desde diferentes ámbitos, terminó el 20 de octubre de 2011, pero cuyas consecuencias siguen supurando un dolor muy grande: casi 900 personas asesinadas, y no lo olvidemos, la inmensa mayoría de ellas en democracia (de todas las víctimas que ocasionó ETA, solo el 5% se produjo en el periodo franquista).

Josu Ternera, dirigente de ETA, fue detenido en 2019 en Francia cuando iba a tratarse de un cáncer que padecía.

Por desgracia, ya tuvieron un precedente relativamente cercano: todos los franquistas que se integraron en la democracia sin hacer una revisión de su trayectoria anterior. Uno de los ejemplos más evidentes fue el fundador de Alianza Popular (precedente del Partido Popular), Manuel Fraga Iribarne que, como se sabe, fue Ministro de la Gobernación durante el franquismo. Y no fue en cualquier momento: durante ese periodo (diciembre de 1975 a julio de 1976) ocurrieron hechos de mucha relevancia en nuestro país como la matanza de Vitoria el 3 de marzo de 1976 o los hechos de Montejurra el 9 de mayo del mismo año.

 

Al parecer, todo el peso de que la convivencia sea posible, justa y en libertad, se ha mantenido y se mantiene gracias a quienes lo hacen «correctamente» y no les va a quedar más remedio que recibir, aceptar, convivir… con quienes trataron de hacer saltar por los aires conceptos como el respeto, la libertad, la defensa de la pluralidad de nuestra sociedad, la justicia, el derecho… la propia democracia.

Y dentro de quienes actuaron «correctamente» hubo un grupo de ciudadanxs de Euskal Herria que dieron un paso más; un paso imprescindible para esa convivencia a la que he hecho referencia. Fueron personas, no muchas, a quienes he denominado «los héroes del silencio»: personas que salieron a la calle en un ambiente muy hostil a denunciar el uso y el abuso de la violencia y reivindicaron una y mil veces la vulneración de los Derechos Humanos que se practicaba casi a diario en Euskal Herria, elaborando un mensaje ético de gran valor que confío que algún día sea referencia para toda la sociedad en general y para los dirigentes políticos en particular. Ese mensaje y ese trabajo por la paz fue el realizado por quienes se unieron en torno a Gesto por la Paz.

Hace 10 años, concretamente el 1 de junio de 2013, Gesto por la Paz se despidió de la sociedad porque consideró que su aportación fundamental ya se había realizado y, además, con éxito. Años después, con mucho esfuerzo y con la colaboración imprescindible de la ciudadanía, desde Gogoan por una memoria digna, realizamos el documental ‘GESTO‘ de la mano de Xuban Intxausti, su director. En este documental se puede conocer el trabajo realizado en aquellos años, con aquellos medios y en medio de aquel ambiente tan hostil.

La proyección de dicho documental se ha ofrecido a los ayuntamientos de la Comunidad Autónoma Vasca y la Comunidad Foral Navarra y, precisamente el jueves, 14 de septiembre, a las 19’00 h. se va a proyectar en el Herri Antzokia Ordizia.

La proyección la organiza el Ayuntamiento de Ordizia a petición de un grupo de ex miembros de Gesto por la Paz que serán los encargados de dirigir el coloquio posterior donde la ciudadanía podrá manifestar todo aquello que el documental le sugiera. La entrada es libre.

Confío en que esta iniciativa se vaya extendiendo por otros ayuntamientos de Euskal Herria y se conozcan otras referencias sobre el pasado de violencia que tuvimos que vivir, especialmente por la importancia ética que tuvo el trabajo que realizaron estos anónimos ‘héroes del silencio’.

 

Isabel Urkijo Azkarate

 

¿Para qué?

25 jueves May 2023

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20 de octubre de 2011, asesinato, candidaturas, Carlos García Juliá, democracia, derechos humanos, deslegitimar la violencia, elecciones democráticas, ETA, Falange, fascismo, Isabel Urkijo Azkarate, izquierda abertzale, Lourdes Oñederra Olaizola, lucha armada, matanza de Atocha, terrorismo, violencia

Somos plenamente conscientes de que nuestra democracia, como prácticamente todas las democracias del mundo, es imperfecta y de que quienes disfrutamos de sus virtudes tenemos la obligación de ser exigentes con ella, de no relajarnos con el “bienestar” que puede llegar a producirnos el creer que somos dueños de nuestro destino. Como no es así, consideramos absolutamente necesario mantener  el nivel de exigencia referido. Abandonarla sería precisamente renunciar a la democracia.

Años y años, pedimos a la izquierda abertzale y a ETA que abandonaran la violencia, el terrorismo, y que defendieran sus posiciones políticas a través de los cauces que ofrecía la democracia. Sí, la imperfecta, pero indudablemente más cercana a la perfección que el tratar de imponer un proyecto político a través del asesinato. Esto es una práctica que solo se puede identificar con modelos totalitarios, con el puro fascismo. Después de tantos años, ETA abandonó la “lucha armada”. Es posible que muchas personas que estén leyendo este artículo, penséis que no es el momento de valorar los motivos por los que lo hicieron, pero precisamente son estos motivos los que condicionan la actitud que está manteniendo la izquierda abertzale desde el 20 de octubre de 2011. No renunciaron a la violencia por convencimiento. Realmente fue una derrota. No les quedó más remedio que aceptar que sólo tenían la opción de abandonar la violencia o desaparecer del mapa. Francamente, una pena.

No renunciaron a la violencia por convencimiento

Y con ese sentimiento de derrota están haciendo su apuesta democrática. Entendemos que sea insufrible. Es difícil obviar con un simple comunicado de dos minutos de lectura: 50 años de asesinar, amenazar, extorsionar, secuestrar, destruir la convivencia en Euskal Herria –¿quién puede asumir eso como si nada?– y, también, de soportar torturas, atropellos y abusos. Hay mucho dolor detrás: sobre todo, el generado, sin lugar a dudas, pero también el soportado y ¿para qué?

Hay mucho dolor detrás: sobre todo, el generado, sin lugar a dudas, pero también el soportado y ¿para qué?

Esta es la pregunta que no quiere plantearse nadie en la izquierda abertzale: todo esto ¿para qué? Para los asesinos, para sus familias, para los torturados, para quienes perdieron su vida tratando de asesinar, para quienes han dejado 30 años entre barrotes… la respuesta es horrorosa, así que mejor obviar la pregunta y tirar para adelante como si no hubiera pasado nada: “todos hemos sufrido y hay que mirar hacia el futuro”; pero no es tan sencillo. Es inevitable, imprescindible revisar lo que hicimos, cuestionarlo, criticarlo –y no nos referimos solo al mundo de ETA– para iniciar un nuevo camino.

Es inevitable, imprescindible revisar lo que hicimos, cuestionarlo, criticarlo –y no nos referimos solo al mundo de ETA– para iniciar un nuevo camino

Sin embargo, la izquierda abertzale no está en esa onda. Quiere pasar página rápidamente y conquistar un goloso espacio político que quizás soñó, pero nunca consiguió, cuando utilizaba la violencia como herramienta de “hacer política”. Hoy, mayo de 2023, como en todas las elecciones anteriores, vuelve a incluir a exmiembros de ETA en las candidaturas. ¿No tienen más candidatos? Sin duda alguna, sí, pero descartan hacer autocrítica de lo que fueron esos casi 50 años de terrorismo. No les importan las críticas que están recibiendo. No les importa que su actitud, que podría calificarse como chulesca, beneficie a sus adversarios políticos. No les importa cargar con la responsabilidad de quienes asesinaron porque, en realidad, no han comenzado a andar –ni parece que lo tengan pensado– un camino que les lleve a renunciar a aquella violencia que los convirtió en lo peor de nuestra sociedad. En ocasiones, los han comparado con violadores y asesinos de mujeres: ¿qué parecería que otro partido presentara al asesino de una mujer, de su pareja? No les importa. Incluso, su actitud es idéntica a la que mantiene la Falange al presentar a Carlos García Juliá, autor de la matanza de Atocha, como cabeza de lista en Bilbao. No les importa. Se deben a quienes aún los consideran sus “héroes” y los siguen honrando.

no han comenzado a andar –ni parece que lo tengan pensado– un camino que les lleve a renunciar a aquella violencia que los convirtió en lo peor de nuestra sociedad

Han anunciado que los candidatos que directamente asesinaron van a renunciar a sus cargos en caso de que hubieran sido elegidos. ¿Pura estrategia? ¿Convicción? ¿Efectos de la presión social? Solo ellos lo saben. Lo que ya ha quedado claro es la nula voluntad de mirar hacia atrás con ojos críticos.

Hay un voto nacionalista de izquierda que actualmente está absorbiendo la izquierda abertzale. Sin embargo, ese voto no tendría que obviar esta vinculación que una y otra vez hacen con la violencia de ETA. De la misma manera, los partidos que les acompañan deberían ser más exigentes y críticos con estas estrategias legitimadoras de la violencia pasada.

los partidos que les acompañan deberían ser más exigentes y críticos con estas estrategias legitimadoras de la violencia pasada

Queda mucho camino por delante y mucho trabajo para continuar deslegitimando lo que nunca tuvo el menor atisbo de legitimidad: el uso de la violencia como herramienta política.

 

Isabel Urkijo Azkarate y Lourdes Oñederra Olaizola, miembros de ‘Gogoan, por una memoria digna’

 

Este artículo fue publicado en Noticias de Navarra y en Noticias de Gipuzkoa el 18 de mayo de 2023

‘GESTO’ en Amurrio Antzokia

15 lunes May 2023

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'Gesto', Amurrio Antzokia, Amurrio Udala, ayuntamienos, Ayuntamiento de Amurrio, convivencia, derecho a la vida, derechos humanos, Gesto por la Paz, Memoria, pacifismo vasco

Dentro de la programación del cine de Amurrio del mes de mayo, se va a proyectar el documental ‘GESTO’ sobre el trabajo que realizó Gesto por la Paz durante 23 años de trabajo en defensa de los Derechos Humanos, en especial, del derecho a la vida. Amurrio es uno de los primeros ayuntamientos que ha dado el paso de incluirlo en la programación de su agenda cultural, lo cual es de agradecer porque estamos convencidos de que servirá de referencia a otros municipios vascos y navarros.

El acto consistirá en la proyección del documental y, posteriormente, habrá un coloquio con los miembros de Gesto por la Paz de la localidad y con alguna de las personas protagonistas del documental. Recordemos que este documental es una herramienta de memoria tremendamente útil para reflexionar sobre la actitud de la sociedad vasca ante la violencia y el trabajo por la paz que desarrolló la organización pacifista.

La proyección será el viernes, 19 de mayo, a las 20’00 h. en el cine Amurrio-Antzokia y la entrada será gratuita.

‘GESTO’ se presenta en la #DurangokoAzoka y en Bilbao

08 jueves Dic 2022

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'Gesto', cines Golem Bilbao, derechos humanos, deslegitimar la violencia, documental, Durangoko Azoka, Fernando Velázquez, Gesto por la Paz, Memoria, pacifismo vasco, terrorismo, víctimas del terrorismo, violencia, Xuban Intxausti

El documental ‘GESTO’ se presenta en la Azoka de Durango el próximo domingo 11 de diciembre a las 16:00 h. en Irudienea – Zugaza.

Así mismo, se presenta en Bilbao desde el lunes 12 al jueves 15 de diciembre a las 19:30 en los cines Golem Alhóndiga en Azkuna Zentroa.


‘GESTO’ ha sido dirigida por Xuban Intxausti y cuenta con música original del compositor Fernando Velázquez. El documental ha sido promovido por la asociación Gogoan-Por una Memoria Digna.

‘GESTO’ es un viaje por la memoria del pacifismo vasco que durante 28 años trabajó por la paz y en contra de la violencia en Euskal Herria. Este viaje, que emprenden algunas de las personas protagonistas de Gesto por la Paz a través de la visualización de imágenes del pasado, invita al espectador a descubrir los fundamentos, las acciones y los principios éticos de la organización pacifista y cómo algunos de ellos continúan vigentes hoy en día.

La película quiere ser un elemento de memoria que ponga en valor la respuesta de la ciudadanía que, a través del cauce de expresión que fue Gesto por la Paz, se manifestó de forma pacífica en contra de la violencia y que defendió el respeto de los Derechos Humanos de todas las personas. Toda la actividad de Gesto por la Paz estuvo dirigida a la deslegitimación de la violencia.

El documental muestra como uno de los pilares fundamentales del discurso de Gesto por la Paz fue la creciente centralidad de las víctimas. Se trataba de que la ciudadanía asumiera que las víctimas eran las trágicas destinatarias de un ataque que iba dirigido contra una sociedad que en demasiadas ocasiones no quiso ser consciente de ello.

‘GESTO’ quiere ser una herramienta pedagógica, especialmente dirigida a las generaciones más jóvenes, para que conozcan de primera mano lo que hicieron un grupo de ciudadanos y ciudadanas, muchos de ellos también muy jóvenes, ante el problema de la violencia terrorista que nos afectaba directamente.

Si desean más información o la realización de entrevistas pueden contactar con: gogoan.memoria@gmail.com


(euskera)

“GESTO” dokumentala Durangoko Azokan aurkezten da igande honetan, abenduak 11, arratsaldeko 4etan, Irudienea – Zugazan.

Era berean Bilbon ere aurkeztuko da hurrengo astelehenean, hilak 12, arratsaldeko 19:30etan, Azkuna Zentroko Golem Alhóndiga Zinemetan, eta abenduaren 12tik 15era egongo da ikusgai.

 

“GESTO” Xuban Intxaustiren zuzendaritzapean egin da eta Fernando Velázquez musikagileak jarri dio jatorrizko musika. Gogoan-Por una Memoria Digna elkarteak sustatutako dokumentala da.

“GESTO” euskal bakezaletasunaren memoriaren inguruan egiten den bidaia da, 28 urtetan zehar Euskal Herriko bakearen alde eta indarkeriaren aurka lan egin zuena. Gesto-Bakearen Aldeko Koordinakundeko protagonista izan ziren kide batzuk iraganeko irudiak ikusiz ekiten diote bidaiari, eta aldi berean ikusleak elkarte bakezalearen oinarri etikoak eta ekintzak ezagutzera gonbidatzen dituzte, hauetariko asko gaur egun ere indarrean daudenak.

Pelikulak hiritarrek indarkeriari eman zioten erantzunaren garrantzia erakusteko memoria-baliabidea izan nahi du; Gesto-Bakearen Aldeko Koordinakundeak eskaini zuen adierazpen-bidearen bitartez indarkeriaren aurka era baketsuan nabarmendu ziren hiritarrak, gizaki guztien Giza Eskubideen errespetua aldarrikatuz. Bakearen Aldeko Koordinakundearen jarduera guztia indarkeriari zilegitasuna kentzeko helburuarekin egin zen.

Dokumentalean ikus daiteke Bakearen Aldeko Koordinakundearen diskurtsoan biktimek gero eta garrantzi handiago lortuz joan zirela. Hiritarrek ulertu behar zuten biktimak gizarte osoari zuzendutako zoritxarreko erasoaren hartzaileak zirela, baina gizarteak neurri handi baten ez zuen hori onartu nahi.

‘GESTO’ dokumentalak gazteei zuzendutako tresna pedagogikoa izan nahi du, hauek ezagutu dezaten hiritar multzo batek -asko oso gazteak- egin zuena zuzenean eragiten zien indarkeria terroristaren arazoaren aurrean.

Informazio gehiago beharko bazenu edo elkarrizketaren bat egiteko jarri gurekin harremanetan: gogoan.memoria@gmail.com

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