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Arrigorriaga, asesinato, Bilbao, Eduardo Puelles, homenajes, Memoria, testimonio, víctima de ETA, víctimas del terrorismo

Aquello está lejos. Tanto, que ni es Bilbao, sino Arrigorriaga. Pero eso es lo de menos. Lo de más es que por medio de estos sencillos homenajes y testimonios de memoria, el recuerdo de Eduardo permanezca y el hecho de su asesinato lo denunciemos cada año,
para que el tiempo no lo engulla y lo convierta en algo trivial, propio de viejos que rememoran historietas y batallas que nunca ganaron. No. La idea es pensar que aunque algunos de los presentes, como yo, no conociésemos a Eduardo, sí reconocemos, sin embargo, que aquello que le hicieron fue una injusticia, un asesinato y que nada, absolutamente nada, puede explicar o comprender esa sangre derramada.

Durante este rato, allá, en Santa Isabel, nos cambiamos abrazos, flores y miradas, cada vez menos tristes, porque es cierto que el tiempo amilana las lágrimas y rebusca en los ojos una sonrisa, por leve que sea. La victoria de los Puelles es revivir el nombre y la vida de Eduardo, ya que no le dejan marchar al olvido. La victoria de los congregados ayer en La Peña, fue poner a Eduardo en medio de ese lugar donde lo mataron y rescatar su mirada, gafosa, sonriente y única, como cada ser humano tiene.

Josu, su hermano, nos contó cosas, como suele hacer. Con algunas no estoy de acuerdo; es más, discrepo abiertamente. Pero no es importante eso, no, no lo es. Porque lo importante es acudir, estar, mirar, apoyar, llevar abrazos y sonrisas a Paqui, a Rubén, a Asier, a Arantxa, a Josu… Lo importante es recordar que matar a un hombre no valió para nada y solo fue eso: matar a un hombre, con lo que tiene de injusto para él y de inmenso dolor para todas las personas de su alrededor.
Seguimos en la brecha de la memoria. Digna, por supuesto.
Besarkada bat, Puelles jaun-andreak
Fabián Laespada
Eskerrik asko, Fabian.
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