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José Antonio Pérez Pérez, historiador del Instituto Valentín de Foronda, ofrece este relato sobre el impacto que causó en su vida el asesinato de José María Ryan Murua el 7 de febrero de 1981.
«El asesinato de Ryan y las lágrimas desconsoladas de Begoña cambiaron mi percepción sobre la violencia y el terrorismo. Nunca había estado a favor, pero comprendí entonces, con mis quince años, que ETA podía matar a cualquiera y que no había motivo alguno que justificase el asesinato de un ser humano».
Testimonios en primera persona
Sin duda alguna, el asesinato de José María Ryan Murua pasará a la vergonzosa historia reciente de nuestra tierra. Pero desde aquí, desde Gogoan, queremos rescatar otra muerte que, con toda seguridad, no tendrá el recorrido de la de Ryan. El tiro en la nuca que recibió el ingeniero también arrastró también la vida de Sagrado Corazón Ruiz Coto, amiga íntima de la familia.

Quizás algún día, alguien haga un estudio sobre las ‘víctimas colaterales’ del terrorismo. ¿Cuántas viudas murieron poco después del asesinato de sus maridos? ¿Cuántos hijos se perdieron en la vida al no soportar la crueldad del asesinato de su padre? ¿Cuántos…
circunstancias desde que se produjo la primera muerte, la de José Pardines, hasta la última, la de Jean Serge Nerín. Somos muchas personas las que pensamos que no, que no estuvo a la altura, que no reaccionó como hubiera hecho una sociedad sana, que no se rebeló con la firmeza que lo requerían todas las atrocidades que se cometieron.