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Así comienza Mikel Ormazabal la noticia sobre el fin de ETA en El País: «Este 4 de mayo, marcado por el ceremonial que rodea al anuncio del fin de ETA, también está señalado por la fatalidad criminal. Un día como hoy hace 35 años, cuatro terroristas de la banda asesinaron a tiros en un garaje de Bilbao al teniente de la Policía Nacional Julio Segarra, al cabo del mismo cuerpo Pedro Barquero y a la esposa de este último, María Dolores Ledo, embarazada de tres meses

La imagen que se publicó aquellos días y que hoy también exponen es esta:

Quizás no sea mal día para mostrar las pruebas de la actividad de este grupo terrorista. Hoy, en su despedida, se presenta como «organización socialista revolucionaria vasca de liberación nacional», pero que no se engañen: la inmensa mayoría de la sociedad vasca no les recordaremos ni como socialistas, ni como revolucionarios, ni como «liberadores» de Euskal Herria. Más bien, les recordaremos como terroristas y punto. Esa es su historia: su principio y su final.

Nanclares de la Oca

Nada más que añadir a todo este teatro que se ha montado en torno a su despedida. Que la tenían que hacer porque es la única manera de que la situación de sus presos pueda tener alguna opción de avanzar hacia una posible futura excarcelación que no sea la de cumplir íntegramente sus condenas, como ha dicho algún periodista? Pues… bien, que se despidan de quien quieran. De la inmensa mayoría de la sociedad, lo hicieron el 20 de octubre de 2011. Todo esto de ahora, no es más que una representación teatral en la que muchos no queremos estar ni de espectadores.

Sin embargo, no todas las personas somos iguales y a algunas les gusta estar en el candelero por encima de todo. Nos referimos a los directores teatrales que ya tuvieron su protagonismo hace siete años, pero que parece que necesitaran volver a la palestra. Y también a quienes han tenido la «brillante» idea de utilizar el lazo azul para… ¿qué? El Mundo dice: «Partidos como el PP y el PSE y las principales asociaciones de victimas impulsan la recuperación del primer símbolo de la oposición social frente a los terroristas. El ‘lazo azul‘ fue creado en 1993 por Gesto por La Paz durante el secuestro de Julio Iglesias Zamora y, entonces tenía una letra A para reclamar su liberación con la palabra en euskera Askatu». ¿Cómo?, ¿Que ahora que ETA se despide nos pongamos el lazo azul? No, lo llevamos cuándo y donde lo teníamos que llevar.

Bilbao, 1 de julio de 1997. Fin de los secuestros

Gogoan, por una memoria digna, se creó para recordar, para no olvidar, para «leer antes de pasar página», para aportar un poco de dignidad al camino que vamos creando sin olvidar lo que se hizo y lo que no se hizo y, si podemos, para corregir ciertas distorsiones de la realidad. Y, también, para continuar esa batalla contra la legitimación de la violencia porque, por desgracia, aún quedan rescoldos.

Pintada hecha la noche del 3 al 4 de marzo de 2018 en un barrio de Vitoria Gasteiz. Dice «Gracias ETA. Hasta la victoria»

Un día como el de hoy, desde aquí queremos agradecer muy sinceramente y de todo corazón a todas las personas que trabajaron por la paz en Euskadi de manera altruista, contra viento y marea, por cambiar aquello que no conseguía cambiar nada ni nadie, esa inercia en la que se había instalado la violencia en Euskal Herria. Esas personas anónimas de convicciones admirables y en condiciones absolutamente adversas hicieron que toda la sociedad viera que matar estaba mal, que no tenía justificación, que causaba unas víctimas que no queríamos ni mirar… Y, poco a poco, fueron cambiando la percepción de la violencia en la gente. No fueron muchos porque el valor y la convicción que exigía esa militancia era muy grande y, en ocasiones, se pagaba con alto precio, pero sí fueron muchos los que sintieron que su conciencia se removía y su percepción de la violencia ya no era igual. Sí, ellos nos cambiaron un poco a todas las personas. Gracias Gesto por la Paz y a otros grupos locales que hicieron un papel similar en su entorno porque sin ellos, nunca habríamos llegado a este día. Se lo debemos.